Sidi
Capítulo sin nombre 1
En este capítulo, el jinete cansado llega a San Hernán y encuentra el monasterio en llamas. Los frailes han luchado contra los moros y han perdido. El jinete y su hueste continúan su camino hacia la aceifa mora, siguiendo el rastro de destrucción dejado por los moros. Encuentran una granja abandonada y descubren que los moros han capturado a algunos colonos y han matado a otros. Deciden esperar a los moros en el paso Corvera y envían a dos hombres a seguir su rastro. Si los moros toman el camino de vuelta por la calzada romana, los hombres los seguirán hasta el paso Corvera. Si toman otro camino, enviarán un mensajero para avisar. La hueste continúa su marcha, pero los hombres empiezan a resentirse por la falta de acción y el cansancio. Ruy Díaz decide esperar a los moros y confía en que la acción resolverá todo.
Siguiendo este capítulo, Ruy Díaz se niega a hablar con los mesnaderos que lo siguen, ya que cree que el silencio refuerza su autoridad. Minaya le recuerda que llevan mucho tiempo mirando su espalda mientras cabalgan delante de él. Ruy Díaz responde que las leyendas solo sobreviven vistas de lejos. Minaya le recuerda el incidente con la niña de Covarrubias, donde Ruy Díaz decidió no saquear la casa a pesar de la orden de sus hombres. Ruy Díaz recuerda el incidente y la inocencia de la niña. Luego, Ruy Díaz y Minaya discuten sobre si deberían hablar con los mesnaderos. Ruy Díaz decide hablar con ellos cuando sea oportuno. Minaya menciona que los mesnaderos son sufridos y merecen ser tratados mejor. Ruy Díaz recuerda el incidente con la niña de Covarrubias y asiente. Luego, Ruy Díaz y Minaya discuten sobre la estrategia para enfrentar a los moros en el paso Corvera. Deciden enviar exploradores para verificar la presencia de los moros y planificar un ataque sorpresa. Ruy Díaz elige a ocho hombres jóvenes y ágiles para la misión. Minaya pregunta si Ruy Díaz participará en el ataque y él confirma que sí. Finalmente, los exploradores regresan y confirman la presencia de los moros en el paso Corvera. Ruy Díaz decide atacar antes del amanecer.
Siguiendo este capítulo, Ruy Díaz y su hueste se preparan para enfrentarse a la aceifa mora. Se ponen en marcha por la calzada romana y se detienen en un castillo en ruinas para descansar. Ruy Díaz da un discurso a sus hombres, recordándoles su lealtad al rey y prometiéndoles que serán reconocidos por su valentía. También les advierte que deben respetar su parte del botín y no saquear hasta que todos los moros estén muertos o capturados. Luego, Ruy Díaz traza su plan de combate y les informa sobre los exploradores que irán delante de ellos. Finalmente, se pone en marcha de noche, guiados por la luz de la luna, y Ruy Díaz recuerda su pasado y su lealtad al rey Sancho.
Siguiendo este capítulo, Ruy Díaz se prepara para enfrentarse a la aceifa mora. Los exploradores regresan con información sobre el paradero de los moros y se acerca el momento del combate. Ruy Díaz da instrucciones a su hueste y se prepara para liderar la carga. Mientras tanto, en otro lugar del bosque, Minaya y los demás esperan el momento de atacar. Finalmente, llega el momento de la batalla y Ruy Díaz se lanza al combate. Se enfrenta al jefe de la aceifa y logra vencerlo. La hueste castellana obtiene la victoria y captura a los moros. Minaya felicita a Ruy Díaz por el éxito de la batalla.
Capítulo sin nombre 2
En este capítulo, Ruy Díaz y su hueste regresan victoriosos de una batalla contra los moros. Minaya informa a Ruy Díaz de los muertos y heridos en la batalla, incluyendo a su primo Diego Martínez. Ruy Díaz decide despojar a los moros muertos de sus objetos de valor y decide qué hacer con los moros que quedan vivos. Ordena que los moros sean encadenados, degollados y que se les corten las cabezas. También decide llevar los cuerpos a Agorbe para venderlos como esclavos. Minaya se preocupa por el destino de los moros vivos y Ruy Díaz les perdona la vida. Luego, Ruy Díaz y Minaya se encuentran con el conde de Barcelona, Berenguer Remont II, para ofrecerle sus servicios. Sin embargo, el conde rechaza su oferta y los insulta. Ruy Díaz y Minaya deciden buscar otras opciones y consideran aliarse con el rey moro de Zaragoza, Mutamán. La hueste se dirige hacia Zaragoza y acampa cerca de la ciudad. Ruy Díaz y Minaya discuten sobre las posibles alianzas y la desconfianza hacia los moros. Finalmente, Ruy Díaz y Pedro Bermúdez se dirigen a Zaragoza para reunirse con Mutamán.
Siguiendo este capítulo, Ruy Díaz es recibido por el rey Mutamán en Zaragoza. Ruy Díaz se arrodilla y besa la mano del rey, quien le ofrece su bienvenida. Ruy Díaz ve a varios cortesanos moros, incluyendo a Minaya y Félez Gormaz, quienes parecen relajados y tranquilos.
Mutamán le comenta a Ruy Díaz que considera injusto su destierro de Castilla y un error por parte de Alfonso. Ambos tienen una conversación en la que Mutamán le ofrece a Ruy Díaz acomodo en sus tierras y Ruy Díaz le ofrece su ayuda.
Después de la conversación, Ruy Díaz se encuentra con sus hombres en la torre norte de la Aljafería. Discuten sobre los planes de Mutamán para hacer la guerra a su hermano y asegurar la frontera oriental. Ruy Díaz les informa que tendrán que adiestrarse con las tropas moras y que tendrán que tener cuidado en su comportamiento en Zaragoza.
Ruy Díaz tiene una conversación con la hermana de Mutamán, Raxida, en la que hablan sobre educación, lectura y la vida en el harén. Raxida muestra interés en Ruy Díaz y le cuenta que su esposo murió y que ahora vive su viudez en libertad.
Finalmente, Ruy Díaz y sus hombres se adiestran en el campo de ejercicio cerca del campamento. Ruy Díaz les explica la importancia de combinar la caballería pesada castellana con la agilidad de los jinetes moros. A pesar de los ejercicios diarios, a veces hay encontronazos violentos entre musulmanes y cristianos.
Siguiendo este capítulo, Ruy Díaz y Minaya Alvar Fáñez observan a un jinete destacado de la hueste andalusí llamado Yaqub al-Jatib. Minaya informa a Ruy Díaz que Yaqub se unirá a ellos en su expedición al norte como rais de su tropa. Ruy Díaz decide hablar con Yaqub y se impresiona por su apariencia imponente. Después de una breve conversación, Ruy Díaz invita a Yaqub a unirse a su hueste y Yaqub acepta. Más tarde, Ruy Díaz y Minaya discuten un problema que ha surgido en el campamento: un castellano ha matado a un agareno durante un ejercicio y los moros están indignados. Ruy Díaz decide hablar con los moros para calmar la situación. Se encuentra con Yaqub y le explica la situación. Yaqub le pide justicia y Ruy Díaz promete que se hará. Luego, Ruy Díaz se encuentra con el prisionero, Tello Luengo, y le informa que será ejecutado. Tello acepta su destino y pide que se cuide de su familia. Ruy Díaz también se encuentra con Yaqub y discuten sobre el pago de la tropa. Yaqub sugiere que un judío llamado Arib ben Ishaq les dé un préstamo. Ruy Díaz acepta y se dirigen a la casa de Arib. En la casa de Arib, son recibidos y Ruy Díaz y Minaya hablan con él sobre el préstamo. Arib acepta y les ofrece hospitalidad. Ruy Díaz y Minaya rechazan la oferta y se van rápidamente.
Capítulo sin nombre 3
En este capítulo, Ruy Díaz se reúne con Arib ben Ishaq, el recaudador de impuestos del rey de Zaragoza. Arib le informa que está al tanto de la misión de Ruy Díaz y que está dispuesto a colaborar. Sin embargo, Ruy Díaz deja claro que no habrá intereses en el préstamo que le hará al rey. Después de una breve discusión, Arib acepta las condiciones y acuerdan una cantidad de ochocientos dinares.
En otro momento, Ruy Díaz se reúne con el rey Mutamán y otros líderes militares para planificar la campaña militar. Discuten sobre la ruta a seguir, las líneas de comunicación y suministro, y los posibles peligros. Ruy Díaz expresa su preocupación por la falta de comida y la posibilidad de mal tiempo. A pesar de las preocupaciones, deciden seguir adelante con la campaña.
Después de la reunión, Mutamán habla en privado con Ruy Díaz y le confiesa que su hermana Raxida quiere invitarlo a una fiesta en su quinta. Ruy Díaz muestra su sorpresa y duda sobre si debe aceptar la invitación. Mutamán insiste en que asista y le asegura que será una velada agradable antes de la campaña.
En la siguiente escena, Ruy Díaz va en busca de un nuevo caballo y visita los establos de Ali Farach, un comerciante de caballerías. Después de una breve negociación, Ruy Díaz elige un caballo llamado Babieca y lo compra.
Finalmente, Ruy Díaz asiste a la fiesta en la quinta de Raxida. Disfruta de un baño en el hammán y recibe un masaje de una mujer mora. Durante la velada, Raxida se acerca a Ruy Díaz y tienen una conversación en la que ella muestra interés por su vida peligrosa. Ruy Díaz se siente atraído por ella y se sumerge en el momento.
Siguiendo este capítulo, Ruy Díaz y su tropa se encuentran en Piedra Alta, una fortaleza que están sitiando. Ruy Díaz se reúne con Yénego Téllez, uno de sus hombres, quien le informa sobre la situación en la fortaleza y en el foso. A pesar de las dificultades, Ruy Díaz está decidido a hacer creer a los defensores que pueden tomar la fortaleza. Observa a los ballesteros y arqueros que están a cargo de vigilar la muralla y se entera de que los otros refuerzos que esperaban aún no han llegado.
Ruy Díaz y sus hombres se acercan a la linde del pinar para observar el campamento enemigo. Discuten sobre si el rey Sancho estará presente y si los enemigos se moverán. Ruy Díaz menciona que interceptaron un mensaje del castillo enemigo que indica que están escasos de suministros y que no podrán aguantar mucho tiempo. Deciden ofrecer una rendición pacífica a los defensores de Piedra Alta.
Más tarde, se lleva a cabo una reunión en la que Ruy Díaz explica su plan para tomar el campamento enemigo. Deciden realizar un ataque sorpresa durante la noche, con la intención de causar desorden y retener a los enemigos mientras negocian la rendición de Piedra Alta. Ruy Díaz asigna a cada uno de sus hombres un papel en el ataque y les da instrucciones detalladas. También deja cartas para su esposa y el rey Alfonso en caso de que algo salga mal.
La tropa se pone en marcha y avanza sigilosamente por el arroyo, evitando hacer ruido para no alertar a los enemigos. Llegan a un punto donde deben eliminar a una avanzada enemiga antes de continuar. Ruy Díaz confía en Galín Barbués, un joven aragonés, para llevar a cabo esta tarea. Después de un breve encuentro con Barbués, continúan su avance hacia el campamento enemigo.
Finalmente, Ruy Díaz y su tropa se agrupan cerca del campamento enemigo, esperando el momento adecuado para atacar. Escuchan el griterío de la tropa de Yaqub al-Jatib, que está llevando a cabo un ataque de distracción en la otra parte del campamento. Ruy Díaz se prepara mentalmente para el combate y da la orden de avanzar.
Avanzan hacia el campamento enemigo, listos para sorprender a los defensores. Ruy Díaz se siente completamente inmerso en la guerra, dejando atrás cualquier pensamiento personal. La tensión aumenta mientras se acercan al campamento enemigo, listos para luchar por su objetivo.
Siguiendo este capítulo, Ruy Díaz y su hueste se lanzan al combate contra el enemigo. La batalla es feroz y sangrienta, con espadas y lanzas chocando y hombres muriendo. Ruy Díaz y su caballo, Persevante, luchan valientemente, segando vidas a su paso. Finalmente, Ruy Díaz ordena la retirada y se retira del campo de batalla.
Después de la batalla, la hueste se dirige hacia Monzón, donde establecen un campamento. Ruy Díaz deja una guarnición en Piedra Alta y envía patrullas para proteger su flanco izquierdo. También envía un mensajero a Ali Taxufin para sondear la posibilidad de rendición de Monzón.
Marchan hacia Monzón y acampan en un lugar alto y protegido. Ruy Díaz ordena levantar tiendas y fortificar el campamento. También envía exploradores al campo enemigo y palomas mensajeras a Zaragoza. Se dispone a esperar y envía a Ali Taxufin como parlamentario a Monzón.
Después de varios días, el enemigo no se acerca y Ruy Díaz convoca un consejo de guerra. Deciden que si Monzón se rinde, tendrán una buena oportunidad contra el enemigo. Ruy Díaz decide retirarse hacia el este para cortar el paso al ejército de Lérida y evitar que se les una.
La hueste se dirige hacia Tamarite y acampa en un lugar protegido. Ruy Díaz envía una avanzadilla para reconocer el terreno y se entera de que el ejército navarro-aragonés se ha movido hacia el este. Deciden fortificar Almenar y Ruy Díaz recluta a todos los moros de la zona para ayudar en la construcción.
El rey de Aragón se retira sin presentar batalla y Ruy Díaz se reúne con el rey Mutamán en Tamarite. Discuten los planes y Ruy Díaz se preocupa por la intransigencia de Mutamán y su deseo de darle un escarmiento militar a su hermano Mundir. Ruy Díaz sabe que la reputación y la ayuda de Dios no son suficientes para ganar batallas.
En una conversación con Mutamán, Ruy Díaz menciona que todos hablan bien de él, excepto los que hablan mal. Mutamán elogia la disciplina y prudencia de Ruy Díaz. El capítulo termina con Ruy Díaz y Mutamán cenando juntos en Tamarite.
Siguiendo este capítulo, Ruy Díaz se reúne con Mutamán, el rey de Zaragoza, y discuten sobre el arte de gobernar y las virtudes necesarias para ello. Mutamán menciona a su hermano Mundir, quien carece de las cualidades necesarias para ser un buen rey. También le informa a Ruy Díaz que Raxida, la esposa de Mundir, le envía saludos. Después de la conversación, Ruy Díaz se prepara para partir hacia Almenar, donde se encuentra con Alvar Ansúrez, quien le informa que los enemigos se acercan. Ruy Díaz decide enviar refuerzos a Almenar y convoca a un consejo de guerra. Durante el consejo, se discute la posibilidad de negociar con los enemigos para evitar una batalla, pero Mutamán insiste en que quiere una batalla. Ruy Díaz propone negociar un tributo para evitar la guerra, pero Mutamán se niega. Finalmente, deciden enfrentarse en el campo de batalla. Ruy Díaz se encuentra con Mundir y Berenguer Remont en el río para discutir los términos de la batalla, pero no llegan a un acuerdo. Después de la reunión, un caballero desafía a Ruy Díaz a un combate singular, pero él se niega y decide seguir adelante con sus planes.
Capítulo sin nombre 4
En este capítulo, Diego Ordóñez y el resto de los jinetes se preparan para la batalla. Ordóñez entra en el río a trote largo y se enfrenta al campeón moro. Ambos golpean sus espadas con fuerza, pero ninguno parece ser seriamente afectado. Continúan luchando, buscando el lado derecho del adversario, hasta que el escudo del moro parece romperse. Ordóñez aprovecha esta oportunidad y le asesta un golpe en la cara, haciendo que el moro se desequilibre y caiga de su caballo. Ordóñez lo alcanza y le da un tajo en el cuello y un golpe de punta en la cara, matándolo. Luego, Ordóñez corta la cabeza del moro y la muestra al rey Mundir y al conde de Barcelona.
Después de la batalla, Ruy Díaz sale de la tienda del rey de Zaragoza y se refresca la cara con la escarcha. El consejo de guerra se ha prolongado y ya es de madrugada. Ruy Díaz se prepara para la batalla y sale de la tienda. Observa el campamento y se encuentra con Yaqub al-Jatib, quien le dice que Mutamán está obstinado en tener la batalla. Ruy Díaz reflexiona sobre las decisiones que debe tomar como jefe de guerra y la importancia de buscar el momento adecuado. Luego, se despide de Yaqub al-Jatib y se dirige hacia el campo de batalla.
En el campo de batalla, Ruy Díaz y su grupo de jinetes observan las formaciones enemigas. Ruy Díaz planea atacar desde el centro hacia el flanco del enemigo, donde la pendiente es menor. Diego Ordóñez liderará el primer ataque, seguido por Ruy Díaz y luego por Minaya. Ruy Díaz también habla con los oficiales moros y les explica su papel en la batalla. Después, escuchan el sonido de la guardia personal de Mutamán acercándose, y ven al rey de Zaragoza cabalgando con ellos.
Siguiendo este capítulo, Mutamán y Ruy Díaz se preparan para la batalla. Mutamán decide no quedarse en su afraq y luchar junto a su gente. Ruy Díaz le pide que no se aleje demasiado y que se retire si las cosas se tuercen. Mutamán acepta y promete luchar con valentía. Luego, Ruy Díaz se une a la caballería y se prepara para el ataque. La batalla comienza y Ruy Díaz lucha con ferocidad. A pesar de los esfuerzos, la primera carga no logra romper las filas enemigas. Ruy Díaz se retira y se reagrupa con los supervivientes. Minaya lidera la segunda carga, pero también fracasa. Ruy Díaz decide hacer una tercera carga y forma una cuña con su gente. Se unen a ellos jinetes moros y se preparan para el ataque. La batalla continúa y Ruy Díaz se sumerge en un arroyo para refrescarse y limpiarse.
Siguiendo este capítulo, Ruy Díaz se encuentra junto a su caballo Babieca, que ha sufrido heridas en la batalla. Ruy Díaz se ocupa de curar las heridas de su caballo y luego observa el campo de batalla, donde hay hombres y caballos muertos y heridos. También hay merodeadores que aprovechan la situación para saquear a los muertos y heridos. Ruy Díaz reflexiona sobre cómo una victoria puede parecer una derrota y viceversa. Minaya y otros hombres de Vivar se acercan a Ruy Díaz, y juntos observan a los merodeadores y a los jinetes que se acercan con caballos capturados y botín. Minaya informa a Ruy Díaz sobre la situación de la batalla y la fuga del rey Mundir. Ruy Díaz recuerda su participación en la batalla y cómo estuvo a punto de morir. Luego, se encuentra con Yaqub al-Jatib y otros jinetes, y hablan sobre la batalla y los prisioneros capturados. Ruy Díaz se encuentra con Berenguer Remont, el conde de Barcelona, y tienen una conversación tensa. Ruy Díaz muestra su descontento con las palabras del conde y lo amenaza con una daga. Finalmente, Ruy Díaz se encuentra con el rey Mutamán y hablan sobre la batalla y los planes futuros. El capítulo termina con el rey Mutamán expresando su deseo de expandir su reino hacia Valencia y Ruy Díaz aceptando el desafío.
Siguiendo este capítulo, Mutamán y Ruy Díaz discuten sobre qué hacer con Berenguer Remont, el conde de Barcelona, que ha sido capturado en la batalla. Mutamán no quiere verlo y teme que sea insolente, por lo que le pide a Ruy Díaz que se ocupe de él. Ruy Díaz comenta que el conde es orgulloso pero valiente, y que no sería un buen prisionero. Ambos acuerdan que lo mejor es liberarlo bajo palabra, aunque dudan de que pague un rescate. Ríen juntos y Mutamán elogia a Ruy Díaz por su liderazgo y valentía.
En otro momento, Ruy Díaz y Mutamán conversan sobre la actitud de los hombres en la guerra. Ruy Díaz confiesa que se siente cobarde antes de una batalla, pero que trata de planificar en base a lo que puede salir mal. Mutamán reconoce que ha visto a Ruy Díaz hacerlo y admira su habilidad para liderar.
Después de la batalla, Ruy Díaz organiza un convite en Almenar para celebrar la victoria. Los prisioneros francos y los oficiales de la hueste se sientan en mesas separadas. Berenguer Remont se niega a comer, pero Ruy Díaz insiste en que pruebe el cordero. Durante la comida, los vencedores comentan la batalla y los prisioneros comen con moderación. Ruy Díaz propone un brindis por los muertos y los prisioneros.
Finalmente, Ruy Díaz y Berenguer Remont discuten sobre el rescate. Ruy Díaz propone que el rescate sea ver a Berenguer Remont comer con apetito y que firme un documento. El conde se muestra reticente al principio, pero finalmente acepta y firma el documento. Tres días después, Berenguer Remont es escoltado hasta el límite de sus dominios y es liberado.
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Eva