El caballero del jubón amarillo

15 minutos

I. EL CORRAL DE LA CRUZ

En este capítulo, Diego Alatriste se encuentra en la cuesta de la Vega, en Madrid, batiéndose en duelo con un desconocido mientras la ciudad está emocionada por el estreno de una nueva comedia en el corral de la Cruz. Alatriste se ve obligado a enfrentarse al otro hombre debido a un malentendido y, a pesar de estar irritado consigo mismo, logra vencerlo. Después de la pelea, Alatriste ayuda al herido a vendar su herida y se dispone a irse, pero antes le pregunta si puede valerse por sí mismo. El herido asiente débilmente y Alatriste se marcha.

Luego, el narrador nos cuenta que Alatriste se dirige al corral de la Cruz, donde se está representando una comedia nueva de Tirso de Molina llamada "La huerta de Juan Fernández". Allí se encuentra con su amigo, el poeta Francisco de Quevedo, y juntos disfrutan de la obra. Durante la representación, Alatriste se siente atraído por la actriz principal, María de Castro, quien también parece interesada en él. Al finalizar la obra, Alatriste es llamado al vestuario, donde se encuentra con Gonzalo Moscatel, un hombre celoso que también está interesado en María de Castro. A pesar de la rivalidad entre ellos, Alatriste ha tenido encuentros íntimos con la actriz y espera seguir disfrutando de su compañía en el futuro.

II. LA CASA DE LA CALLE FRANCOS

En este capítulo, el narrador relata los sucesos ocurridos la mañana siguiente a la granizada de arcabuces en la taberna del Turco. El capitán Alatriste y Caridad la Lebrijana discuten debido a los celos de la tabernera por la relación de Alatriste con María de Castro. A pesar de que el capitán nunca hizo promesas a Caridad, ella sigue enamorada de él y se siente herida. Alatriste decide salir a tomar el aire y el narrador lo sigue. Caminan hasta el mentidero de representantes, un lugar donde se reúnen los poetas, actores y escritores de la época. Allí se encuentran con don Francisco de Quevedo, quien está comiendo una empanada inglesa. Quevedo comenta que le han encargado escribir una comedia para representar en El Escorial y que quiere que la protagonice Cózar. También menciona que el rey está interesado en María de Castro. Después de conversar un rato, el narrador y Alatriste se dirigen a la casa de Lope de Vega, donde Quevedo tiene que entregar unos encargos. En la casa de Lope, se encuentran con Lopito Félix de Vega Carpio, hijo del poeta, quien cuenta cómo se ha enfrentado a Alatriste en una pelea en las vistillas del Manzanares. A pesar del incidente, todos se reconcilian y la conversación se vuelve amena. Al final, Alatriste acepta un vaso de vino y todos hacen las paces.

Siguiendo este capítulo, el narrador relata una agradable conversación que tuvo lugar en un jardín con Lope de Vega, un famoso escritor español. El narrador describe a Lope como un hombre galante y cortés, que conservaba su atractivo a pesar de su edad. Aunque Lope era conocido por su inmensa gloria literaria, también tuvo una vida escandalosa, llena de amoríos y hijos ilegítimos. A pesar de su fama, Lope nunca fue considerado un hombre virtuoso y no logró obtener los beneficios cortesanos que deseaba. Sin embargo, su entierro fue un gran homenaje y su legado en el teatro español es insuperable. El narrador también menciona que, aunque el teatro de Shakespeare es profundo y los personajes están bien desarrollados, la carpintería teatral de Lope, su inventiva y su capacidad para mantener al público en suspenso son incomparables. Además, el teatro de Lope refleja de manera fiel la España de su tiempo y sus estructuras fueron imitadas en todo el mundo. La conversación en el jardín también aborda otros temas, como la rivalidad entre Lope de Vega y Góngora, así como la enemistad entre Lope y Cervantes. El capítulo concluye con una escena en la que Alatriste se ve envuelto en una pelea callejera y luego se encuentra con María de Castro, con quien pasa la noche. Alatriste reflexiona sobre la fugacidad de la vida y la importancia de disfrutar cada momento.

III. EL ALCAZAR DE LOS AUSTRIAS

En este capítulo, el narrador describe la belleza y encanto de la reina Isabel de Borbón, quien era francesa pero reinaba en España. Mientras tanto, el narrador se encuentra en el Alcázar Real, donde tiene la oportunidad de presenciar una reunión entre la reina y el poeta Francisco de Quevedo. Durante la visita, el narrador se siente intimidado por la presencia de la reina y las miradas de las meninas que la acompañan. Después de la visita, el bufón Gastoncillo le entrega al narrador un billete de la reina, invitándolo a encontrarse con ella esa noche en la puerta de la Priora. El narrador se siente emocionado y piensa en lo hermosa que es la vida en la Corte. Mientras tanto, el narrador reflexiona sobre la situación política y social de España en ese momento, destacando la corrupción y la falta de virtudes en la sociedad. Luego, el narrador se encuentra con el conde de Guadalmedina, quien le advierte al capitán Alatriste que cambie de montura. El narrador también menciona la rivalidad entre la reina y el conde-duque de Olivares. Más tarde, el narrador se encuentra con Lopito de Vega, hijo del famoso poeta Lope de Vega, quien le cuenta sobre su amor por la sobrina de don Gonzalo Moscatel y los problemas que enfrenta para casarse con ella. Finalmente, el narrador espera en la puerta de la Priora, donde se encuentra con Angélica de Alquézar.

IV. LA CALLE DE LOS PELIGROS

En este capítulo, el narrador y Angélica caminan por las calles oscuras de Madrid, guiándose por la luz de la luna. Angélica menciona la taberna del Perro y el narrador se sorprende al escucharla mencionar ese lugar. Angélica le explica que no tiene intención de entrar allí, pero necesita vigilarla. El narrador conoce la taberna y ha estado allí con el capitán Alatriste y Quevedo. Deciden vigilar la taberna desde un lugar cercano, pero el narrador advierte que puede haber prostitutas ocupando los lugares adecuados para vigilar. Angélica le explica que necesita escolta para vigilar a un hombre. El narrador se sorprende y le pregunta por qué él. Angélica le dice que no puede confiar en nadie más. Deciden vigilar la taberna juntos y se sientan en un soportal cercano. Mientras esperan, conversan y el narrador le cuenta a Angélica sobre su relación con el capitán Alatriste. Angélica le pregunta si no cree que ella lo ama, y se besan. Luego, se dirigen a la taberna del Perro y observan a dos hombres entrar en una casa cercana. Deciden seguirlos y presencian un enfrentamiento entre el capitán Alatriste y otro hombre. El narrador se adelanta para ayudar a su amo, pero Angélica lo detiene. El narrador se da cuenta de que el otro hombre es Guadalmedina y se sorprende al verlos pelear. Finalmente, Guadalmedina sugiere dejar las cosas como están por esa noche y el capitán Alatriste acepta. El narrador se siente avergonzado por haber intervenido y el capitán le advierte que no vuelva a seguirlo nunca más.

V. EL VINO DE ESQUIVIAS

En este capítulo, el narrador observa al capitán Alatriste sentado en la puerta de la taberna del Turco. Alatriste está distraído y pensativo, y el narrador se mantiene alejado de él debido a la culpa que siente por haberle mentido. Mientras tanto, el narrador realiza varios recados por la ciudad. Al día siguiente, el teniente de alguaciles Martín Saldaña se acerca a Alatriste y le pide hablar con él. Saldaña le advierte a Alatriste sobre una advertencia que ha recibido de alguien importante y le dice que su vida o su libertad están en juego. Alatriste acepta escuchar lo que Saldaña tiene que decir y se encuentran en la plaza Mayor. Saldaña le entrega una carta a Alatriste y le dice que debe dejar de visitar a alguien. Alatriste lee la carta y decide quemarla. Saldaña le explica que Alatriste tiene amigos que lo han ayudado en el pasado y que él mismo habría venido con mucha gente para ayudarlo si no fuera por esos favores. Alatriste y Saldaña continúan hablando y Alatriste le dice que está dispuesto a enfrentar cualquier consecuencia. Luego, Saldaña menciona que el rey es joven y Alatriste responde que es el rey. Después de su conversación, deciden quemar la carta y seguir adelante. Alatriste se dirige a la casa de Guadalmedina para hablar con él, pero es rechazado y le dicen que se vaya. Alatriste se siente humillado y camina por las calles de Madrid, sintiéndose frustrado y enojado. Finalmente, decide matar a un hombre al azar en un callejón oscuro. Después de cometer el asesinato, Alatriste se siente aliviado y se va a la taberna de la Rocha. Al día siguiente, el narrador y don Francisco de Quevedo van a la Casa de Campo para encontrarse con la reina. Mientras están allí, el narrador se encuentra con Angélica de Alquézar, quien le reprocha por haberla abandonado la noche anterior. Angélica le dice que lo ama y le pide que la acompañe nuevamente por la noche. El narrador se niega y Angélica se va. Más tarde, el narrador y los demás se reúnen en la taberna del León, donde el capitán Contreras propone un plan para ayudar a Lopito de Vega a raptar a su amada Laura Moscatel. Deciden llevar a cabo el plan esa misma noche y se dividen en grupos para llevar a cabo el rapto. Al final, logran rescatar a Laura y llevarla a un convento para protegerla. Después de la operación, todos se reúnen en una taberna para celebrar el éxito de la misión.

VI. A REY MUERTO, REY PUESTO

En este capítulo, Angélica de Alquézar cita al narrador en la puerta de la Priora y le pide que la escolte. Aunque el narrador está enamorado de ella, decide tomar precauciones y se prepara con ropa y armas adecuadas. Angélica lo lleva a través de las huertas de Leganitos hasta un claustro en ruinas donde se encuentran con el rey Felipe IV. El narrador se sorprende al ver al rey y se besa con Angélica antes de que ella se vaya. Luego, el capitán Alatriste aparece en el claustro y se enfrenta a un grupo de hombres que intentan matar al rey. Durante la pelea, el rey muere y Alatriste logra escapar. Más tarde, Alatriste es capturado por Guadalmedina y Saldaña, quienes le cuentan que el rey era en realidad un doble llamado Ginés Garciamillán. Alatriste no cree completamente la historia y logra escapar del carruaje en el que lo llevan. Se enfrenta a varios hombres y finalmente logra escapar nadando por el río. Luego, se dirige a los barrios bajos de Madrid en busca de refugio.

VII. LA POSADA DEL AGUILUCHO

En este capítulo, Don Francisco de Quevedo está molesto y desanimado porque Guadalmedina no quiere escuchar sobre la inocencia del capitán Alatriste. Quevedo había intentado convencer a Guadalmedina de que el capitán era inocente, pero sin éxito. Don Francisco y el narrador discuten sobre la situación y Quevedo le cuenta al narrador que si él no creyera en la inocencia del capitán, no habría ido a ver a Guadalmedina. Luego, Quevedo le da al narrador una bolsa de dinero para que se lo entregue al capitán y le dice que tenga cuidado al salir de la posada porque podría ser seguido. El narrador se va de la posada y se dirige a la casa de Angélica de Alquézar, donde se encuentra con Bartolo Cagafuego. Cagafuego le cuenta al narrador que ha tenido un encuentro con un alguacil y le da información sobre el paradero del capitán Alatriste. El narrador se despide de Cagafuego y se dirige a la casa de Álvaro de la Marca, donde se encuentra con Guadalmedina y otros hombres jugando a los naipes. El narrador se acerca a Guadalmedina y le dice que tiene algo importante que contarle. Guadalmedina lo lleva a una habitación apartada y el narrador le revela que estuvo presente en el incidente de las Minillas y que está enamorado de Angélica de Alquézar. Guadalmedina muestra desconfianza hacia el narrador y le advierte sobre las posibles consecuencias de su relación con Angélica. Luego, el narrador se encuentra con el capitán Alatriste en una posada y le cuenta sobre su encuentro con Guadalmedina. Alatriste decide ir a la casa de Guadalmedina para hablar con él. En la casa de Guadalmedina, Alatriste encuentra a una mujer que está siendo retenida y la interroga sobre el paradero de Malatesta. Finalmente, Malatesta llega a la casa y Alatriste lo confronta con una pistola.

VIII. SOBRE ASESINOS Y LIBROS

En este capítulo, Alatriste se encuentra cara a cara con Malatesta, quien está atado y amordazado en una silla. Malatesta le dice a Alatriste que la mujer no tiene nada que ver con ellos, pero Alatriste no le presta atención y le apunta con su pistola. Malatesta comenta que Alatriste también mata mujeres, a lo que Alatriste responde que si es necesario, lo hará. Luego, Malatesta le cuenta a Alatriste que es la segunda vez que lo visita y que también tenía una pistola en la mano la última vez. Alatriste le dice que muchas veces lamentó no haberla utilizado. Malatesta menciona que hay algo en todo esto que le desaira un poco, ya que si Alatriste no lo hubiera matado apenas cruzó la puerta, es porque confía en que suelte la lengua. Alatriste no responde y Malatesta se da cuenta de que ciertas cosas van de oficio. Malatesta le ofrece contarle algo a Alatriste, pero Alatriste pregunta por qué él. Malatesta responde que tiene cuentas pendientes con mucha gente y que lo de Alatriste con la Castro era una ciruelita genovesa. Alatriste pregunta si sabía quién era el hombre y Malatesta responde que creía saberlo, pero luego resultó que no lo sabía. Alatriste comenta que es acuchillar muy alto y Malatesta dice que no aprecia más rey que el de la baraja y que no conoce a otro Dios fuera del que usa para blasfemar. Alatriste le advierte que se preocupe por su propia vida y Malatesta asiente pensativo. Luego, Malatesta mira a la mujer y comenta que algo en todo esto le desaira un poco y que si no lo ha matado apenas cruzó la puerta, es porque confía en que suelte la lengua. Alatriste no responde y Malatesta dice que tal vez pueda contarle algo sin perjudicarse. Alatriste pregunta por qué él y Malatesta responde que tiene cuentas pendientes con mucha gente, aparte de Alatriste. También menciona que lo de Alatriste con la Castro era una ciruelita genovesa y que es una lástima que les dieran el cambiazo. Alatriste pregunta si sabía quién era el hombre y Malatesta responde que creía saberlo, pero luego resultó que no lo sabía. Alatriste comenta que es acuchillar muy alto y Malatesta dice que no aprecia más rey que el de la baraja y que no conoce a otro Dios fuera del que usa para blasfemar. Alatriste le advierte que se preocupe por su propia vida y Malatesta asiente pensativo. Luego, Malatesta mira a la mujer y comenta que algo en todo esto le desaira un poco y que si no lo ha matado apenas cruzó la puerta, es porque confía en que suelte la lengua. Alatriste no responde y Malatesta dice que tal vez pueda contarle algo sin perjudicarse. Alatriste pregunta por qué él y Malatesta responde que tiene cuentas pendientes con mucha gente, aparte de Alatriste. También menciona que lo de Alatriste con la Castro era una ciruelita genovesa y que es una lástima que les dieran el cambiazo. Alatriste pregunta si sabía quién era el hombre y Malatesta responde que creía saberlo, pero luego resultó que no lo sabía. Alatriste comenta que es acuchillar muy alto y Malatesta dice que no aprecia más rey que el de la baraja y que no conoce a otro Dios fuera del que usa para blasfemar. Alatriste le advierte que se preocupe por su propia vida y Malatesta asiente pensativo. Luego, Malatesta mira a la mujer y comenta que algo en todo esto le desaira un poco y que si no lo ha matado apenas cruzó la puerta, es porque confía en que suelte la lengua. Alatriste no responde y Malatesta dice que tal vez pueda contarle algo sin perjudicarse. Alatriste pregunta por qué él y Malatesta responde que tiene cuentas pendientes con mucha gente, aparte de Alatriste. También menciona que lo de Alatriste con la Castro era una ciruelita genovesa y que es una lástima que les dieran el cambiazo. Alatriste pregunta si sabía quién era el hombre y Malatesta responde que creía saberlo, pero luego resultó que no lo sabía. Alatriste comenta que es acuchillar muy alto y Malatesta dice que no aprecia más rey que el de la baraja y que no conoce a otro Dios fuera del que usa para blasfemar. Alatriste le advierte que se preocupe por su propia vida y Malatesta asiente pensativo. Luego, Malatesta mira a la mujer y comenta que algo en todo esto le desaira un poco y que si no lo ha matado apenas cruzó la puerta, es porque confía en que suelte la lengua. Alatriste no responde y Malatesta dice que tal vez pueda contarle algo sin perjudicarse. Alatriste pregunta por qué él y Malatesta responde que tiene cuentas pendientes con mucha gente, aparte de Alatriste. También menciona que lo de Alatriste con la Castro era una ciruelita genovesa y que es una lástima que les dieran el cambiazo. Alatriste pregunta si sabía quién era el hombre y Malatesta responde que creía saberlo, pero luego resultó que no lo sabía. Alatriste comenta que es acuchillar muy alto y Malatesta dice que no aprecia más rey que el de la baraja y que no conoce a otro Dios fuera del que usa para blasfemar. Alatriste le advierte que se preocupe por su propia vida y Malatesta asiente pensativo. Luego, Malatesta mira a la mujer y comenta que algo en todo esto le desaira un poco y que si no lo ha matado apenas cruzó la puerta, es porque confía en que suelte la lengua. Alatriste no responde y Malatesta dice que tal vez pueda contarle algo sin perjudicarse. Alatriste pregunta por qué él y Malatesta responde que tiene cuentas pendientes con mucha gente, aparte de Alatriste. También menciona que lo de Alatriste con la Castro era una ciruelita genovesa y que es una lástima que les dieran el cambiazo. Alatriste pregunta si sabía quién era el hombre y Malatesta responde que creía saberlo, pero luego resultó que no lo sabía. Alatriste comenta que es acuchillar muy alto y Malatesta dice que no aprecia más rey que el de la baraja y que no conoce a otro Dios fuera del que usa para blasfemar. Alatriste le advierte que se preocupe por su propia vida y Malatesta asiente pensativo. Luego, Malatesta mira a la mujer y comenta que algo en todo esto le desaira un poco y que si no lo ha matado apenas cruzó la puerta, es porque confía en que suelte la lengua. Alatriste no responde y Malatesta dice que tal vez pueda contarle algo sin perjudicarse. Alatriste pregunta por qué él y Malatesta responde que tiene cuentas pendientes con mucha gente, aparte de Alatriste. También menciona que lo de Alatriste con la Castro era una ciruelita genovesa y que es una lástima que les dieran el cambiazo. Alatriste pregunta si sabía quién era el hombre y Malatesta responde que creía saberlo, pero luego resultó que no lo sabía. Alatriste comenta que es acuchillar muy alto y Malatesta dice que no aprecia más rey que el de la baraja y que no conoce a otro Dios fuera del que usa para blasfemar. Alatriste le advierte que se preocupe por su propia vida y Malatesta asiente pensativo. Luego, Malatesta mira a la mujer y comenta que algo en todo esto le desaira un poco y que si no lo ha matado apenas cruzó la puerta, es porque confía en que suelte la lengua. Alatriste no responde y Malatesta dice que tal vez pueda contarle algo sin perjudicarse. Alatriste pregunta por qué él y Malatesta responde que tiene cuentas pendientes con mucha gente, aparte de Alatriste. También menciona que lo de Alatriste con la Castro era una ciruelita genovesa y que es una lástima que les dieran el cambiazo. Alatriste pregunta si sabía quién era el hombre y Malatesta responde que creía saberlo, pero luego resultó que no lo sabía. Alatriste comenta que es acuchillar muy alto y Malatesta dice que no aprecia más rey que el de la baraja y que no conoce a otro Dios fuera del que usa para blasfemar. Alatriste le advierte que se preocupe por su propia vida y Malatesta asiente pensativo. Luego, Malatesta mira a la mujer y comenta que algo en todo esto le desaira un poco y que si no lo ha matado apenas cruzó la puerta, es porque confía en que suelte la lengua. Alatriste no responde y Malatesta dice que tal vez pueda contarle algo sin perjudicarse. Alatriste pregunta por qué él y Malatesta responde que tiene cuentas pendientes con mucha gente, aparte de Alatriste. También menciona que lo de Alatriste con la Castro era una ciruelita genovesa y que es una lástima que les dieran el cambiazo. Alatriste pregunta si sabía quién era el hombre y Malatesta responde que creía saberlo, pero luego resultó que no lo sabía. Alatriste comenta que es acuchillar muy alto y Malatesta dice que no aprecia más rey que el de la baraja y que no conoce a otro Dios fuera del que usa para blasfemar. Alatriste le advierte que se preocupe por su propia vida y Malatesta asiente pensativo. Luego, Malatesta mira a la mujer y comenta que algo en todo esto le desaira un poco y que si no lo ha matado apenas cruzó la puerta, es porque confía en que suelte la lengua. Alatriste no responde y Malatesta dice que tal vez pueda contarle algo sin perjudicarse. Alatriste pregunta por qué él y Malatesta responde que tiene cuentas pendientes con mucha gente, aparte de Alatriste. También menciona que lo de Alatriste con la Castro era una ciruelita genovesa y que es una lástima que les dieran el cambiazo. Alatriste pregunta si sabía quién era el hombre y Malatesta responde que creía saberlo, pero luego resultó que no lo sabía. Alatriste comenta que es acuchillar muy alto y Malatesta dice que no aprecia más rey que el de la baraja y que no conoce a otro Dios fuera del que usa para blasfemar. Alatriste le advierte que se preocupe por su propia vida y Malatesta asiente pensativo. Luego, Malatesta mira a la mujer y comenta que algo en todo esto le desaira un poco y que si no lo ha matado apenas cruzó la puerta, es porque confía en que suelte la lengua. Alatriste no responde y Malatesta dice que tal vez pueda contarle algo sin perjudicarse. Alatriste pregunta por qué él y Malatesta responde que tiene cuentas pendientes con mucha gente, aparte de Alatriste. También menciona que lo de Alat

IX. LA ESPADA Y LA DAGA

En este capítulo, el narrador, Iñigo Balboa, relata cómo el conde de Guadalmedina va a buscarlo y lo lleva a El Escorial, donde se encuentra con el conde-duque de Olivares. Este último le pregunta sobre su amo, el capitán Alatriste, y sobre lo que ocurrió en las Minillas. Iñigo se muestra reticente a hablar, pero finalmente accede y cuenta lo sucedido. Mientras tanto, el capitán Alatriste cabalga hacia El Escorial y es emboscado por unos hombres. Tras un enfrentamiento, Alatriste es herido y queda inconsciente. Por otro lado, Quevedo y Iñigo esperan la llegada de Alatriste, pero este no aparece. Quevedo se muestra preocupado y decide irse a descansar. Iñigo, por su parte, espera en el palacio hasta altas horas de la noche, cuando se encuentra con Angélica de Alquézar, quien lo espera en la oscuridad.

X. EL CEBO Y LA TRAMPA

En este capítulo, Diego Alatriste se encuentra atado y sentado en un sótano oscuro. Siente un intenso dolor de cabeza y se preocupa de haber quedado ciego, pero luego descubre una rendija de luz bajo una puerta y se alivia. Intenta recordar los hechos que lo llevaron a esa situación: el viaje, la emboscada y el disparo que derribó a su caballo en lugar de matarlo a él. Llega a la conclusión de que los hombres que lo capturaron son disciplinados y están siguiendo órdenes. Se pregunta quién quiere que esté vivo y por qué.

En ese momento, la puerta se abre y entra Gualterio Malatesta con un farol y una botella de vino. Alatriste le pregunta si lo matará, pero Malatesta no responde. Le afloja las ataduras y luego le pone una daga en la garganta para asegurarse de que no escape. Después de beber vino, Malatesta le dice a Alatriste que está en una situación complicada y que tiene enemigos poderosos. Alatriste le pregunta quién quiere que esté vivo y Malatesta no responde. Luego se va y Alatriste se queda solo.

En otro lugar, Angélica de Alquézar le dice a Alatriste que lo ama y él se siente feliz. Pero de repente, Alatriste recuerda que debe ir a salvar al rey y se levanta para irse. Angélica intenta detenerlo, pero él la empuja y forcejean. Alatriste logra liberarse y se va en busca del rey.

Alatriste se encuentra en el sótano, atado y con dolor de cabeza. Fray Emilio Bocanegra, el inquisidor, entra y le ofrece la oportunidad de confesar sus pecados antes de morir. Alatriste se niega y Bocanegra se va. Alatriste reflexiona sobre su situación y se da cuenta de que es la espada de Josué, el instrumento de Dios para matar al rey. Luego, Malatesta entra y le dice que está a punto de hacer historia. Alatriste se da cuenta de que el rey está en peligro y decide ir a salvarlo.

Alatriste busca a don Francisco de Quevedo y al conde de Guadalmedina para pedir ayuda, pero no los encuentra. Luego, se encuentra con Rafael de Cózar, quien está borracho. Alatriste le cuenta sobre la conspiración para matar al rey y Cózar se muestra escéptico. Alatriste le pide que lo lleve en su coche a La Fresneda para advertir al rey, pero Cózar se niega. Alatriste decide ir solo y Cózar se queda pensando en su papel en la historia. Al final, Alatriste va a la posada en busca de ayuda, pero no encuentra a nadie.

XI. LA PARTIDA DE CAZA

En este capítulo, Diego Alatriste es liberado de su cautiverio y se encuentra en un bosque junto a Gualterio Malatesta, quien le informa que están esperando al rey para asesinarlo. Malatesta revela que Alatriste será el encargado de llevar a cabo el asesinato. Alatriste intenta escapar, pero es capturado y atado a un árbol. Malatesta le explica que el plan es emboscar al rey mientras caza y que Alatriste será el encargado de matarlo. Alatriste intenta negociar su liberación, pero Malatesta se niega. Alatriste aprovecha un descuido de su guardia y logra matarlo. Luego se deshace del cadáver y se prepara para enfrentarse a Malatesta. Mientras tanto, Rafael de Cózar llega al lugar y se une a la pelea. Alatriste logra herir a Malatesta, pero decide no matarlo y lo deja escapar. Al final del capítulo, Alatriste y Cózar discuten sobre qué hacer con Malatesta y deciden que es mejor dejarlo con vida para evitar problemas legales.

En este capítulo, el capitán Alatriste y el narrador se encuentran sentados en los escalones del porche de la casa de La Fresneda, rodeados de guardias reales. Afuera, la lluvia cae sobre los cuerpos de los sicarios muertos en el bosque. Gualterio Malatesta, el quinto sicario, es llevado en unas angarillas, malherido. Álvaro de la Marca, conde de Guadalmedina, se disculpa con el capitán y le ofrece una jarra de vino. Después de una larga conversación con el rey, Guadalmedina se une a ellos y brinda por el rey y por el capitán. Sin embargo, el capitán permanece inmóvil y no responde al brindis. Guadalmedina se retira y el capitán y el narrador se quedan en silencio. Luego, el rey sale de la casa y se dirige a los carruajes. Guadalmedina le pasa su sombrero al capitán y el rey le ordena que se cubra. Después de un breve intercambio de palabras, el rey le dice al capitán que a partir de ahora tiene derecho a ser decapitado como un hidalgo y un caballero. El rey se va en el carruaje y el capitán y el narrador se quedan contemplando su partida. El capitán revela que los diamantes del sombrero son falsos y el capítulo termina con una nota de humor.

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