Cabo Trafalgar

8 minutos

1 La balandra Incertain

En este capítulo, se nos presenta al teniente de navío Louis Quelennec, de la Marina Imperial francesa, quien se encuentra a bordo de la balandra Incertain en el año 1805. La embarcación se encuentra en el mar, cerca de Cádiz, y está a punto de enfrentarse a la escuadra inglesa. Quelennec se muestra preocupado por la posibilidad de no encontrar a la flota enemiga y hacer el ridículo ante sus superiores. Además, teme perder la oportunidad de ascender en su carrera militar. A medida que la niebla se va disipando, Quelennec y su tripulación logran divisar la inmensa escuadra británica compuesta por navíos de línea y fragatas. La Incertain es atacada por la fragata enemiga, pero logra escapar gracias a su velocidad. Quelennec se siente aliviado al ver que su embarcación se dirige hacia la escuadra francoespañola, que espera la información que él pueda proporcionar sobre la flota inglesa.

2 El navío Antilla

En este capítulo, se presenta al capitán de navío don Carlos de la Rocha y Oquendo, comandante del navío de línea Antilla. Se describe su personalidad como justa, religiosa y poderosa a bordo. El comandante observa la escuadra francoespañola en la que se encuentra y nota el desorden y la falta de disciplina. Mientras tanto, se divisa en el horizonte la masa de velas inglesas preparándose para la batalla. El comandante recibe informes de la situación de la escuadra enemiga y da órdenes a su segundo comandante, el capitán de fragata Jacinto Fatás. A bordo del Antilla, la tripulación se prepara para el combate, aunque muchos de ellos son reclutas forzosos sin experiencia en el mar. El comandante se lamenta de la falta de recursos y motivación en la Marina española, en contraste con la disciplina y profesionalidad de los ingleses. A pesar de las dificultades, el comandante se siente orgulloso de su tripulación y les da un discurso motivador antes de la batalla. Luego, se realiza una absolución general y se da la orden de combatir. El comandante se prepara para el combate y se despide de su segundo en el mando, sabiendo que tal vez no vuelva a verlo con vida. El capítulo termina con el comandante dando órdenes a otros oficiales y preparándose para la batalla inminente.

3 El castillo de proa

En este capítulo, se describe la preparación para el combate en el navío Antilla. El guardiamarina Ginés Falcó observa cómo los marineros se preparan para la batalla bajo las órdenes del segundo contramaestre Fierro y del segundo comandante Fatás. Mientras tanto, el tambor sigue tocando a zafarrancho y los pajes llevan armas a cubierta. Los marineros, en su mayoría inexpertos, intentan seguir las instrucciones, pero se sienten inseguros y desconcertados. El guardiamarina Falcó se preocupa por la seguridad de la tripulación y ordena esparcir arena por la cubierta para evitar resbalones. Los marineros veteranos comentan la situación y se preparan para la batalla. El segundo comandante Fatás se alivia en el beque y el guardiamarina Falcó también aprovecha para hacerlo. Mientras tanto, el almirante Villeneuve, al mando de la flota combinada francoespañola, se muestra indeciso y poco competente. Napoleón, enfadado con la situación, ordena a Villeneuve que salga al mar y se dirija al Mediterráneo. La moral de la tripulación es baja y todos saben que la batalla será difícil. A pesar de esto, deciden salir al encuentro de la flota inglesa. El segundo comandante Fatás y el guardiamarina Falcó observan la señal de virar por redondo y cambiar de rumbo. Esta maniobra es arriesgada y expone a la escuadra a combatir en desorden. El segundo contramaestre Fierro resume la situación diciendo que están en problemas.

4 La carne de cañón

En este capítulo, se presenta al marinero Nicolás Marrajo Sánchez, reclutado a la fuerza en Cádiz y con intenciones de clavar un cuchillo en la espalda del teniente de fragata don Ricardo Maqua. Aunque Marrajo no tiene experiencia en el mar, se encuentra a bordo del Antilla y se une a la tripulación en la maniobra de virar el barco. Mientras tanto, se acerca la flota inglesa y se preparan para el combate. Marrajo se une a la primera batería, donde se encuentra el teniente Maqua, y se prepara para la batalla. A pesar de su falta de experiencia, confía en la protección que le brindan los gruesos costados del barco. En la batería, Marrajo conoce al artillero Pernas y se familiariza con su función. Observa las velas inglesas acercándose y se concentra en su tarea. También nota al teniente Maqua en la batería y se alegra de tener la oportunidad de enfrentarse a él.

5 La insignia azul

En este capítulo, la Incertain navega entre la línea francoespañola y el enemigo que se acerca. A popa, el teniente de navío Louis Quelennec observa la formación de los barcos aliados y nota que hay grandes claros y desorden. La división de cabeza, encabezada por los navíos españoles Neptuno y Antilla, intenta seguir las órdenes de orzar para seguir sus aguas. Mientras tanto, la balandra Incertain ha estado reconociendo y transmitiendo información a la fuerza aliada. Quelennec maniobra para atravesar la línea y situarse al otro lado, protegido por los grandes navíos de línea y las fragatas observadoras. La tripulación se alegra de abrigarse un poco. Quelennec observa la formación de los navíos ingleses, que avanzan en dos líneas paralelas para cortar perpendicularmente la línea aliada. El primer navío inglés, el Victory, seguido de otros tres navíos impresionantes, se dirige hacia el Santísima Trinidad o el Bucenlaure. Quelennec reconoce la capacidad marinera de los ingleses y la limitación táctica del almirante Villeneuve. La escuadra aliada recibe la orden de arribar para restablecer la línea y prepararse para el combate. La Incertain se dirige hacia el sur de la línea para observar la situación. Quelennec nota que la línea aliada no está en una formación óptima y que los ingleses se acercan cada vez más. La batalla comienza con un intenso cañoneo y el fuego se extiende a lo largo de la línea. Quelennec observa cómo los ingleses logran pasar entre los barcos aliados y envolverlos. La táctica inglesa consiste en cortar y envolver a cada barco enemigo uno por uno. La batalla se convierte en una serie de combates individuales a quemarropa.

6 La insignia blanca

En este capítulo, el capitán de navío don Carlos de la Rocha, desde el Antilla, observa la batalla que se desarrolla al sur. El navío español navega en la vanguardia de la línea aliada, pero todo está tranquilo en esa zona. Sin embargo, en la retaguardia, la situación no es favorable para los aliados. Los navíos ingleses están atacando con fuerza y los buques españoles y franceses están sufriendo graves daños. El capitán Rocha observa cómo el Victory, el buque insignia inglés, intenta cortar la línea aliada, pero es rechazado por el Redoutable francés. A pesar de los esfuerzos de los aliados, los navíos ingleses siguen entrando por el hueco de la línea y envolviendo a los buques del centro. En la vanguardia, el Antilla y otros navíos no están combatiendo, a pesar de la señal del Bucentaure que indica que todos los navíos deben acudir al combate. El comandante Rocha espera órdenes del almirante Dumanoir, pero este no toma ninguna acción. A pesar de su deseo de entrar en combate, Rocha sigue las órdenes y espera instrucciones. Mientras tanto, observa cómo un navío inglés solitario se acerca a la vanguardia aliada. A pesar de la falta de acción, Rocha admira la determinación y valentía de los navíos ingleses. A través de su catalejo, ve al capitán Valdés en el Neptuno, quien también está esperando órdenes. Rocha se tranquiliza al saber que su responsabilidad está cubierta y que seguirá las órdenes de Valdés.

7 La señal número 5

En este capítulo, se describe la situación en la que se encuentra la flota aliada durante la batalla de Trafalgar. A pesar de los cañonazos enemigos y la superioridad numérica de los navíos ingleses, el almirante Villeneuve sigue dando órdenes desde el castillo de proa del Antilla. El guardiamarina Ginés Falcó observa cómo los navíos de la flota se enfrentan a los enemigos, algunos luchando con valentía y otros manteniéndose alejados del combate. El comandante del Antilla recibe una señal del buque insignia para virar por avante y acudir al fuego. Sin embargo, el segundo comandante, el capitán de fragata Fatás, se muestra frustrado y considera que la señal los llama cobardes. Falcó se siente confuso y avergonzado por la situación. Mientras tanto, la flota aliada comienza la maniobra de virar por avante, pero el Antilla tiene dificultades debido a la falta de viento. Finalmente, logran completar la maniobra y se unen a la vanguardia de la flota. A medida que la batalla continúa, Falcó observa cómo algunos navíos de la vanguardia se alejan del combate, lo que genera confusión y descontento entre los tripulantes. El comandante del Antilla se debate entre seguir las órdenes del contralmirante Dumanoir o acudir al centro del combate para ayudar al buque insignia. Finalmente, decide seguir las órdenes y se dirige al centro de la batalla junto con el Neptuno. Durante la maniobra, Falcó observa la actitud desafiante del comandante del Neptuno y la falta de respuesta del comandante del Antilla. A medida que se alejan de la flota, el comandante Rocha reflexiona sobre la situación y hace una pregunta al segundo oficial sobre dónde prefiere que los escabechen. A pesar de la tensión y el peligro, el comandante del Antilla mantiene la calma y da órdenes para dirigirse hacia el Santísima Trinidad.

8 La primera batería

En este capítulo, Nicolás Marrajo observa el combate naval desde la batería del Antilla. Aunque está impresionado por el estruendo y la destrucción que presencia, se siente confinado en el barco y no puede evitar sentir miedo. Pernas, el artillero, explica a Marrajo y a los demás hombres cómo deben cargar y disparar los cañones. Les enseña los diferentes tipos de proyectiles y les advierte sobre los peligros de la batalla. Marrajo se une a la tripulación en la batería y se prepara para el combate. El navío se acerca a los barcos enemigos y Marrajo observa cómo los cañones disparan y causan estragos en el barco inglés. A medida que el combate se intensifica, Marrajo se da cuenta de que está dispuesto a luchar y proteger a sus compañeros. A pesar de la destrucción y el peligro, grita vivaspaña junto con los demás hombres mientras continúan disparando los cañones. Sin embargo, Marrajo también se da cuenta de que están peleando por su propia supervivencia y por regresar a sus hogares. En medio del combate, otro barco enemigo se acerca y la tripulación se da cuenta de que están en medio de la línea enemiga. Una andanada de disparos golpea el Antilla, causando muertes y destrucción en la batería. Curro Ortega y el cabo Pernas mueren en el ataque.

9 La toldilla

En este capítulo, el comandante Carlos de la Rocha se encuentra en medio de la batalla naval entre la escuadra aliada y los navíos ingleses. Desde la toldilla del barco, observa el campo de batalla a través de su catalejo y se da cuenta de que la mayoría de los barcos aliados están inmovilizados y bajo el fuego enemigo. Los buques franceses de la división Dumanoir se alejan del combate, mientras que el Intrepide y el Neptuno luchan desesperadamente para ayudar a otros barcos aliados que están siendo atacados. A medida que el combate se intensifica, el Neptuno pierde parte de su mástil y sufre daños en la jarcia. Rocha se lamenta de que el teniente Valdés no pueda repetir su hazaña del cabo San Vicente y salvar al Trinidad de caer en manos inglesas. A pesar de los esfuerzos de los aliados, la situación se ve desfavorable y algunos barcos están siendo desarbolados y superados en número por los ingleses. Rocha decide maniobrar el Antilla para intentar aliviar la presión sobre el Neptuno y luego unirse a la lucha contra los enemigos que acosan al Trinidad. Mientras tanto, en la cubierta, la tripulación se mantiene disciplinada y lucha con valentía, siguiendo las órdenes del comandante. Rocha se da cuenta de que la gente es lo único que ha mantenido a España en pie a pesar de los malos gobiernos y la falta de recursos. A medida que el combate continúa, Rocha y su tripulación se enfrentan a los cañonazos enemigos y a los destrozos que causan en el barco. El comandante da órdenes para asegurar los obenques rotos, preparar a los infantes de marina para un posible abordaje y mantener el fuego contra el enemigo. A medida que el combate se intensifica, Rocha reflexiona sobre la muerte y la incertidumbre de la batalla. A pesar de los esfuerzos de la tripulación del Antilla, la situación se ve cada vez más desesperada y Rocha se prepara para enfrentar lo que sea que les depare el destino.

10 El alcázar

En este capítulo, se describe el caos y la destrucción que se vive en el navío Antilla durante la batalla de Trafalgar. El guardiamarina Ginés Falcó observa cómo el mastelero se derrumba y la cubierta queda destrozada por el fuego enemigo. A pesar de los daños sufridos, la disciplina se mantiene y los hombres continúan luchando con furia. Falcó se da cuenta de que el miedo y el rencor impulsan a los soldados a pelear con valentía. El comandante, don Carlos de la Rocha, se muestra impasible y da órdenes para mantener la resistencia. A medida que avanza la batalla, el Antilla se enfrenta a varios navíos enemigos y sufre más daños. A pesar de la difícil situación, el comandante decide intentar socorrer al navío Neptuno, que está siendo atacado. Sin embargo, la situación se vuelve cada vez más desesperada y los aliados se rinden uno tras otro. El Antilla se queda solo en la batalla y lucha valientemente hasta el final. A pesar de los esfuerzos, el navío no puede resistir más y finalmente se rinde. A pesar de la derrota, el comandante decide izar una bandera para mostrar que no se rinden. A medida que la batalla continúa, el Antilla sufre más daños y se ve rodeado por los navíos enemigos. A pesar de la difícil situación, el comandante decide resistir hasta el final. El capítulo termina con el Antilla siendo atacado por otro navío inglés y el guardiamarina Falcó se prepara para el próximo ataque.

11 La bandera

En este capítulo, la batalla continúa y Nicolás Marrajo se encuentra en medio del caos y la violencia. A pesar de su cólera y odio hacia los ingleses, Marrajo lucha junto a sus compañeros en la cubierta baja del Antilla. Los navíos están tan cerca que pueden tocarse con la mano y la batalla es feroz. Marrajo se siente impulsado por una furia desmesurada y desea matar a todos los ingleses para vengar a sus compañeros caídos. En medio del combate, se escucha el grito de un oficial ordenando a todos dirigirse a las portas de proa para repeler el abordaje enemigo. Marrajo se une a la lucha, armado con un hacha de abordaje, y se enfrenta a los ingleses que intentan entrar por las portas. La batalla es intensa y sangrienta, con sangre y heridos por todas partes. Finalmente, los ingleses son repelidos y Marrajo siente un júbilo siniestro al ver de cerca a los enemigos. Sin embargo, en medio de la lucha, Marrajo es herido y se da cuenta de que desea matar a los ingleses más por venganza que por cualquier otro motivo. Mientras tanto, en la primera batería, el comandante del Antilla es herido y el contador del barco informa a don Ricardo Maqua, el teniente de fragata, que él es el oficial de marina más antiguo y debe tomar el mando. Don Ricardo asume el liderazgo y toma decisiones difíciles para mantener el barco a flote. La situación del Antilla es desesperada, con múltiples daños y heridos a bordo. A pesar de todo, don Ricardo se niega a rendirse y continúa luchando. Mientras tanto, Marrajo y el guardiamarina Falcó intentan izar la bandera española en el palo mayor del Antilla, pero son atacados por los tiradores enemigos. Marrajo logra subir al palo y desplegar la bandera, siendo vitoreado por los ingleses.

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