Cuando Éramos Honrados Mercenarios

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portada Cuando Éramos Honrados Mercenarios

Capítulos

Una voz y una mirada

En este capítulo, se presenta el contexto en el que se han publicado los artículos recopilados en este libro. Se menciona que estos artículos han sido escritos durante un tiempo de euforia económica que luego se convirtió en una profunda crisis. El autor, Arturo Pérez-Reverte, ha estado publicando estos artículos semanalmente durante casi veinte años, reflejando las incertidumbres que han dominado la primera década del siglo XXI.

Algunos de estos artículos resultaron ser premonitorios, como uno escrito en 2005 que hablaba sobre la expansión urbanística descontrolada y la especulación inmobiliaria, justo antes de que estallara la burbuja inmobiliaria en 2008. Otro artículo, escrito en 1998, hablaba sobre los amos del mundo y la especulación financiera, anticipando la crisis económica que se avecinaba.

Estos artículos han tenido una amplia difusión, siendo reproducidos en blogs, citados en páginas web y distribuidos en varios países. Se destacan temas como la corrupción, la enseñanza, la política y la sociedad española en general. Los artículos son una mirada crítica y personal sobre el mundo, con un tono de indignación, denuncia, humor y emociones personales.

El autor también reflexiona sobre los valores en los que aún se puede creer en estos tiempos difíciles, como la memoria, la historia, la cultura, la lealtad y la compasión. Estos artículos son una voz y una mirada, y se caracterizan por su estilo literario, utilizando distintos registros de lenguaje, ironía, humor y complicidad con el lector. También se aprecia la presencia de ternura en algunos de los textos, así como una visión desesperada y escéptica del mundo actual.

2005

La venganza de Churruca

En este capítulo, el narrador se encuentra en un puerto mediterráneo, leyendo en su velero, cuando observa la llegada de otro barco. Se trata de un velero inglés tripulado por un hombre y una mujer negra. El marinero del puerto, un hombre delgado y bronceado, se encuentra esperando para ayudar en el amarre. La mujer negra le hace una pregunta en inglés, a lo que el marinero responde en un español muy básico. Mientras tanto, el patrón del velero inglés se acerca a la proa y también se comunica en inglés con el marinero. El marinero le responde que no le entiende y que solo habla español. Mientras tanto, el viento hace que el barco se desplace y la mujer negra lucha por mantenerlo en su lugar. El marinero le sugiere al patrón que vaya a ver lo que dice la mujer. El patrón intenta comunicarse con gestos, pero el marinero le responde que así es como son las cosas allí. Finalmente, el marinero le pregunta si habla español, italiano, francés, alemán o nada en absoluto. El patrón no entiende y el marinero, con calma, saca un cigarrillo y comenta que no es tan difícil.

El viejo amigo Haddock

En este capítulo, el autor reflexiona sobre su amor por los libros de Tintín y cómo estos han sido una parte importante de su vida desde su infancia. Recuerda cómo solía ahorrar dinero para comprar los volúmenes y cómo el olor a papel y tinta fresca siempre le recordaba a la aventura. El autor menciona que su libro favorito es "Stock de coque" porque su protagonista principal es el mar y porque el capitán Haddock aparece constantemente. El autor también habla sobre cómo ha conocido a personas que se parecen al capitán Haddock en su vida real y cómo siempre ha sentido una conexión especial con este personaje. Sin embargo, el autor se da cuenta de que mientras el capitán Haddock sigue siendo el mismo en los libros, él ha envejecido y ya no es el joven aventurero que solía ser. Esta reflexión le provoca una risa desesperada y melancólica.

¿Me da usted candela?

En este capítulo, el narrador comienza hablando de su falta de emociones y cómo rara vez llora, excepto cuando se trata de perros. Sin embargo, recientemente ha llorado discretamente al leer el libro "Rapsodia española" de Antonio Burgos. Aunque normalmente no le interesa mucho la poesía, este libro en particular le ha conmovido. Mientras hojea el libro, encuentra versos que le resultan familiares y que le traen recuerdos de hace cuarenta años. El libro es una antología de poesía popular, versos que varias generaciones de españoles aprendieron de memoria de sus padres y abuelos. Estos versos eran a menudo narrativos y se recitaban en voz alta. El narrador recuerda cómo su padre solía recitar versos mientras se afeitaba. Estos versos eran historias conmovedoras que se transmitían de generación en generación. El narrador se siente transportado a su infancia y recuerda a su abuela recitando poesía en una casa antigua. A medida que sigue leyendo el libro, se le llenan los ojos de lágrimas al encontrarse con versos que le conmovieron en su juventud. Estos versos evocan emociones y recuerdos profundos en el narrador, demostrando el poder de la poesía popular.

El sable de Beresford

En este capítulo, el autor reflexiona sobre los bicentenarios y cómo estos eventos históricos pueden ser motivo de celebración o de reflexión. Se menciona el caso de Trafalgar, donde los súbditos de Su Graciosa celebran con arrogancia y chulería la victoria sobre España, pero se duda que hagan lo mismo con el próximo aniversario de las invasiones inglesas en el Río de la Plata. El autor destaca que los británicos suelen pasar por alto las derrotas que sufrieron en otras ocasiones, como las de Navarro en Tolón, Blas de Lezo en Cartagena de Indias y los canarios en Tenerife. Se menciona que en 1806, Inglaterra invadió Buenos Aires con el pretexto de liberar a los pueblos oprimidos por España, pero en realidad buscaban obtener materias primas y consolidar mercados para su comercio. Sin embargo, los españoles y criollos lograron recuperar la ciudad bajo el mando de Santiago de Liniers. En 1807, los británicos volvieron a atacar Buenos Aires, pero fueron derrotados nuevamente por la resistencia urbana organizada por Liniers y los porteños. El autor concluye que, aunque este año se celebre Trafalgar, en 2006 y 2007 toca recordar las derrotas británicas en Buenos Aires.

El culo de las señoras

En este capítulo, el autor critica la reacción exagerada de las feministas ante un anuncio publicado en la prensa. El anuncio mostraba a una pareja posando frente a los fotógrafos, con la mano del hombre en el trasero de la mujer. A pesar de que el equipo de marketing que eligió la imagen estaba compuesto en su mayoría por mujeres jóvenes, las críticas hablaron de atentado contra la dignidad de la mujer y de incitación a la violación. Incluso la directora general del Instituto de la Mujer se pronunció en contra de la imagen, considerándola vejatoria para las mujeres. El diario en cuestión se disculpó y dio la razón a las feministas. El autor argumenta que es importante luchar contra el machismo y la violencia sexual, pero critica que algunas feministas mezclen temas y exijan una dictadura de lo socialmente correcto. También teme que se retroceda en el tiempo y se confunda el acoso sexual con el ligoteo. El autor defiende que tocar el trasero de una mujer no siempre es ofensivo y que el sexo es una calle de doble sentido.

Manitas de ministro

En este capítulo, el narrador expresa su preferencia por las ventas de carretera tradicionales en lugar de los modernos autoservicios. A pesar de que muchas ventas han desaparecido debido a las autovías, el narrador todavía disfruta de perder tiempo en carreteras secundarias para visitar las ventas que siguen abiertas. Describe el ambiente típico de estas ventas, con camiones estacionados, llaveros con el toro de Osborne, carteles de fútbol y fotos de toreros, entre otros objetos. También menciona la clientela que frecuenta estos lugares, como camioneros, trabajadores del campo y parejas de policías. El narrador entra en una venta murciana y observa a los trabajadores disfrutando del menú del día. Mientras come, el narrador reflexiona sobre la diferencia entre la realidad de estas personas y la realidad virtual que los políticos intentan imponer. En ese momento, escucha a uno de los hombres de la mesa de al lado pedir "manitas de ministro" como segundo plato, sin que nadie se ría.

El arte de pedir

En este capítulo, el autor reflexiona sobre la presencia cada vez más frecuente de mendigos en las calles. Comenta que ahora es común encontrarse con personas pidiendo dinero en cada esquina, en las terrazas de los bares, en las aceras e incluso en el metro. Describe diferentes tipos de mendigos, desde aquellos que abordan con educación y cortesía, hasta los que utilizan malos modos o incluso maldicen a quienes no les dan dinero. También menciona la presencia de mendigos que muestran sus muñones, algo que parecía haber desaparecido pero que ahora vuelve a ser común, y destaca la presencia de mendigos extranjeros. El autor comenta que él nunca da dinero a los mendigos que se ponen a llorar o que utilizan imágenes religiosas para pedir, y tampoco a aquellos que lo hacen de manera grosera. Sin embargo, relata una anécdota en la que su acompañante, Javier Marías, dio dinero a un mendigo que los insultó, y comenta que cada caso es diferente y depende de la oportunidad y del arte con el que se pida. Finalmente, narra una experiencia en la que un mendigo en Cádiz se encontraba sentado en un sillón en la calle y, con educación y humor, pidió dinero a su amigo Óscar, quien le dio un euro. El mendigo luego se levantó y se fue a un bar a gastar el dinero. El autor reflexiona sobre la generosidad de la gente de Cádiz y concluye que es comprensible darle dinero a alguien que se lo ha ganado con ingenio.

Esa manteca colorá

En este capítulo, el autor comenta sobre el libro "Manteca colorá" de Montero Glez. Describe la novela como corta, obscena y salvaje, con una trama que se desarrolla en Conil de la Frontera, un lugar del Estrecho con traficantes y chusma bajuna. Destaca el lenguaje utilizado por el autor como lo más importante de la obra. Menciona que Montero Glez narra las cosas de una manera única, con un estilo literario que se sitúa entre el Cela de "La familia de Pascual Duarte" y el Valle-Inclán de "Ruedo Ibérico". El autor envidia la prosa de Montero Glez y admite que hay párrafos que le dejan sin aliento. A pesar de algunos problemas pasados, el autor reconoce el talento del escritor y destaca una dedicatoria en la que Montero Glez le agradece por haberlo indultado. Concluye citando una frase del libro que muestra la habilidad del autor para describir la vida de una manera cruda y realista.

El muelle flojo de Umbral

En este capítulo, el autor narra una polémica que tuvo con Francisco Umbral hace años. La disputa terminó cuando el autor escribió un artículo titulado "Sobre Borges y sobre gilipollas", donde el gilipollas no era Borges. Desde entonces, Umbral ha permanecido en silencio, lo cual es sorprendente considerando su tendencia a hablar mucho. Sin embargo, ahora Umbral vuelve a criticar el estilo literario del autor y se sorprende de que sus novelas sean leídas. Además, Umbral se queja de que nadie lee sus propias obras, ni en España ni en el extranjero. El autor se propone explicarle a Umbral por qué esto sucede.

El autor comienza señalando que Umbral tiene la reputación de tener la mejor prosa de España, pero eso es todo lo que tiene. Nunca tuvo una educación universitaria, no leyó clásicos y su formación se limita a citas, plagios y apropiación de ideas ajenas. La lectura de sus libros y columnas revela una frivolidad superficial y una falta de cultura real. El autor sospecha que Umbral tiene un conocimiento deficiente de los idiomas, tanto vivos como muertos, aunque su dominio del estilo sea suficiente para él. Además, Umbral muestra una ignorancia sorprendente sobre la gran novela básica y desprecia a los grandes escritores tanto del pasado como contemporáneos.

El autor también critica la actitud de Umbral hacia las universidades y los premios literarios, considerándolos valiosos solo cuando lo invitan o le pagan. Umbral se considera a sí mismo la literatura y si la gente no lo lee, es porque no le interesa la literatura en general, no porque no le interese a él. El autor también menciona el contenido turbio y sexualmente explícito de las novelas de Umbral, y sugiere que esto puede ser una razón por la cual la gente no las lee.

Además de su falta de talento literario, el autor critica la baja moral de Umbral, su disposición a despreciar a otros escritores y a insultar y señalar con el dedo a mujeres que le han rechazado. El autor también menciona la cobardía física de Umbral, que siempre le impide respaldar sus palabras con acciones.

El autor concluye diciendo que hablará más en detalle sobre estos aspectos en otro momento, si Umbral tiene el coraje de responder.

Lobos, corderos y semáforos

En este capítulo, el autor reflexiona sobre la contradicción entre la educación pacifista recibida y la realidad de la violencia en la sociedad. Aunque se nos enseña que la violencia es mala y que el diálogo es la solución a los problemas, el protagonista experimenta una situación en la que es agredido sin motivo por un grupo de matones. Esto lo lleva a cuestionar la utilidad de la violencia como medio de defensa y supervivencia. Se menciona que en una democracia, el Estado tiene el monopolio de la violencia y se encarga de utilizarla de manera sensata a través de las fuerzas armadas y la policía. Sin embargo, el autor señala que la educación recibida no prepara a las personas para enfrentar situaciones en las que la violencia no puede ser controlada por el Estado. Se critica la falta de enseñanza sobre cómo defenderse en ambientes hostiles y se destaca la importancia de la tradición grecolatina en la protección de los derechos y las libertades. El autor concluye que la indefensión de aquellos que respetan las normas y se enfrentan a quienes las violan es un problema en la sociedad actual.

El viejo capitán

En este capítulo, el narrador nos cuenta cómo su tío fue su primer héroe de la infancia. Cada vez que el barco de su tío llegaba a Cartagena, el narrador iba al puerto con sus padres para ver la maniobra de amarre. El narrador admiraba a su tío, primero como primer oficial y luego como capitán, mientras daba órdenes desde el puente. Después de que el barco se detenía, el narrador subía corriendo a la cubierta para tocar y sentir el barco. Luego, el narrador se acercaba al puente, donde su tío lo levantaba en brazos y él admiraba las palas negras y doradas en la camisa de su tío. El narrador idolatraba a su tío y al día siguiente de su llegada, iba a su casa para que le contara aventuras del mar. El tío siempre cumplía las expectativas del narrador y le contaba historias emocionantes, como naufragios y enfrentamientos con tiburones. A medida que el narrador crecía, su tío envejecía y tenía hijos propios que lo esperaban en los puertos. En ocasiones, el narrador y su tío navegaban juntos, como cuando coincidieron en la evacuación del Sáhara. Finalmente, después de cuarenta años de navegación, el tío se jubiló y quedó varado en tierra. A pesar de tener una familia maravillosa, no era feliz en tierra y añoraba el mar. El narrador lo visitaba y recordaban juntos, pero el tío ya no estaba interesado en el mar. Sus hijos tampoco lograron traspasar esa barrera. El tío murió hace unos años y el narrador recuerda cómo le entregaron un cenicero en forma de salvavidas poco antes de su muerte. El tío se deshizo como un buen barco al quedar varado en la costa, pero el narrador nunca lo olvidará nadando entre tiburones.

Hace treinta años, El Aaiún

En este capítulo, el autor relata el fin de la presencia española en el Sáhara y la llegada del ejército marroquí a la ciudad de El Aaiún. La ciudad se ha convertido en una ciudad fantasma, patrullada por soldados marroquíes y gendarmes. Hassan II ha pacificado la ciudad y se dice que España ha entregado a Marruecos una lista de los polisarios fichados por la policía. Los saharauis son llevados a destinos desconocidos con los ojos vendados y un fusil en la espalda. Algunos escapan hacia el este con sus familias, pero muchos no llegarán nunca. En el Zoco Viejo, las tiendas están vacías y en los barrios musulmanes, los nativos escuchan Radio Sáhara libre. En el desierto, los guerrilleros atacan Bucraa y el coronel Dlimi y su estado mayor se disponen a marroquizar el Sáhara. En el cuartel de la Policía territorial, la unidad está disuelta y solo quedan algunos oficiales españoles que se preparan para su evacuación. La suciedad y los muebles rotos se acumulan en las calles y los perros abandonados recorren las calles. En el cabaret El Oasis, las chicas se han marchado y solo queda bingo. El autor es expulsado del Sáhara y se despide de la ciudad que está silenciosamente estrangulada.

Herodes y sus muchachos

En este capítulo, el autor describe su visita anual al belén de la plaza mayor de un pueblo. El belén ha crecido en tamaño y complejidad a lo largo de los años, reflejando el desarrollo urbanístico desenfrenado que ha experimentado España. Ahora, el belén está rodeado de edificaciones y casas, y el pueblecito ha crecido hasta convertirse en un gran pueblo. Incluso la posada ha adquirido el aspecto de un hotel de cuatro estrellas. El autor señala que cada vez hay menos campo y más construcciones en el belén, incluyendo un palacio para Herodes. El autor critica la actitud de Herodes y sugiere que hay corrupción y recalificaciones de terrenos en juego. A medida que los tres reyes magos avanzan por el camino lleno de casas, el autor se pregunta quién ocupará todas esas viviendas, ya que las figuritas del belén no son suficientes. Además, el autor se cuestiona de dónde vendrá el agua necesaria para tantas casas. En general, el autor critica el desarrollo urbanístico desmedido y la especulación inmobiliaria que ha transformado el belén en un reflejo de la realidad española.

2006

Noventa y cinco centímetros

En este capítulo, el narrador comienza describiendo su colección de armas blancas, entre las cuales destaca un sable de coracero gabacho. Este sable, con su hoja de 95 centímetros de longitud y su guarda de bronce, es una herramienta de matar pesada y poderosa, diseñada para ser utilizada en la guerra desde la silla de un caballo en movimiento. El narrador siente una fascinación por este arma, ya que representa lo opuesto a lo socialmente correcto y está destinada a la violencia directa y sin ambigüedades.

El narrador menciona que durante una visita a París, tuvo la oportunidad de contemplar una estatua de bronce del mariscal Miguel Ney, un valiente militar francés. Ney empuñaba un sable similar al que el narrador tiene en su vestíbulo. Esta observación lleva al narrador a reflexionar sobre cómo las armas como esta fueron creadas para ser utilizadas en un campo de batalla, donde la guerra se libraba cara a cara y cuerpo a cuerpo. El narrador contrasta esta forma de luchar con la guerra moderna, donde la tecnología y la distancia separan a los generales de los soldados que arriesgan sus vidas.

El narrador menciona que al regresar a su hotel en París, vio en las noticias soldados caminando por una calle que fueron repentinamente aniquilados por un ataque a distancia. También vio un video casero en el que un hombre estaba siendo amenazado con ser decapitado. Estos eventos le hacen reflexionar sobre cómo cada siglo tiene sus propias guerras y cómo la forma de luchar ha evolucionado a lo largo del tiempo.

El capítulo concluye con el narrador expresando nostalgia por un sable, ya que representa una forma de lucha más directa y personal que parece estar desapareciendo en la era moderna.

El caballo de cartón

En este capítulo, el autor narra uno de sus recuerdos más antiguos y tristes. Cuando tenía cinco años, vio en el escaparate de una juguetería un caballo de cartón que le fascinó. Era un hermoso ejemplar con silla y bridas, y se quedó pegado al cristal sin que sus abuelos pudieran apartarlo de allí. Corrió a casa y escribió su primera carta a los Reyes Magos pidiendo ese caballo. Tuvo suerte y el caballo apareció en el balcón la mañana del 6 de enero. Montó en él orgulloso, con su pistola de vaquero al cinto, y se sintió muy feliz. Sin embargo, solo pudo disfrutarlo un día, ya que esa noche llovió mucho y el caballo quedó destrozado. Aunque no recuerda haber llorado, sí sintió una profunda tristeza y desolación. Con los años, ha tenido y perdido muchas cosas, pero siempre recuerda aquel caballo de cartón mojado como un símbolo de la fragilidad de la felicidad y la inevitabilidad de la pérdida.

Espainia, frankeo ordaindua

En este capítulo, el narrador relata una experiencia incómoda que tuvo al recibir una carta cuyo origen no lograba identificar. El sobre presentaba una inscripción en vasco que decía "Espainia, frankeo ordaindua", lo cual el narrador interpretó como "España, franqueo ordinario". Sin embargo, le resultó descortés que una carta destinada a circular por todo el territorio nacional le obligara a descifrar criptogramas innecesarios. Finalmente, descubrió que la carta provenía del ayuntamiento de Hondarribia, en Guipúzcoa. El narrador también reflexiona sobre la falta de cortesía de obligar a los destinatarios a consultar diccionarios y hacer llamadas telefónicas para entender el contenido de las cartas. Además, menciona casos similares de cartas escritas en otros idiomas regionales de España y destaca la importancia de utilizar el castellano como lengua común para evitar malentendidos y falta de cortesía. El capítulo concluye con una anécdota de una carta escrita en un español malagueño dirigida a un funcionario catalán, que muestra cómo la falta de delicadeza lingüística puede generar malentendidos y conflictos.

Delatores, chivatos y policía lingüística

En este capítulo, el autor narra la situación de su amigo José Manuel, un madrileño de 27 años que trabaja como técnico de sonido y tiene una novia en Cataluña. José Manuel y su novia desean vivir juntos en Madrid, pero ella trabaja en Barcelona, por lo que han estado buscando trabajo para él en esa ciudad. Sin embargo, José Manuel no habla catalán y su trabajo actual no le permite aprender el idioma. Cada vez que busca trabajo en Barcelona, se encuentra con el obstáculo de no saber catalán, lo cual le impide conseguir empleo. El autor critica esta discriminación lingüística y menciona que no le importa el intento ultranacionalista de hacer del catalán la única lengua oficial en Cataluña. Además, señala que en España no se puede hablar libremente, ya que cada región tiene sus propias normas impuestas por los caciques locales. El autor también critica al gobierno por no garantizar la igualdad de oportunidades y por permitir la persecución del bilingüismo en Cataluña. Concluye mencionando que el problema no se limita a los nacionalistas, sino que también hay políticos de otros partidos que han ignorado esta situación.

Un pirata de verdad

En este capítulo, el autor reflexiona sobre la verdadera naturaleza de los piratas, despojándolos de cualquier romanticismo y mostrándolos como lo que eran: saqueadores y asesinos. A diferencia de los corsarios, que actuaban bajo las reglas internacionales y saqueaban en nombre de un rey, los piratas no tenían ninguna restricción y eran simplemente criminales. El autor menciona a Benito Soto, uno de los últimos piratas españoles, cuya historia trágica terminó en Cádiz. Benito Soto se convirtió en el comandante de un barco corsario brasileño llamado "El defensor de Pedro", cuya tripulación se amotinó y asesinó a aquellos que no estaban de acuerdo. El barco cambió su nombre a "Burla negra" y se hizo famoso por sus saqueos y asesinatos en el mar. Después de acumular un botín considerable, Soto decidió venderlo en Galicia, pero en el camino embarrancó en una playa gaditana y fue reconocido por un antiguo pasajero de uno de los barcos saqueados. Soto fue arrestado, juzgado y ejecutado en Gibraltar. Años después, se descubrió una gran cantidad de monedas en el lugar donde el barco pirata había encallado, lo que causó una gran emoción en Cádiz. Esta historia fue inmortalizada en los carnavales de Cádiz por una chirigota llamada Los Anticuarios.

La Ley del Barco Fondeado

En este capítulo, el autor habla sobre las diferentes leyes que existen en la vida cotidiana, además de la famosa ley de Murphy. Estas leyes son experiencias comunes que todos hemos experimentado en algún momento. El autor menciona algunas de estas leyes, como la Ley del Taxi que Acaba de Pasar por la Esquina o la Ley del Alambrito del Bimbo. También comparte algunas de sus propias leyes, como la Ley de la Llave Equivocada o la Ley del Prospecto Farmacéutico. Estas leyes no admiten excepciones y siempre se cumplen de manera precisa. El autor también menciona la Ley del Barco Fondeado, que establece que cada vez que te encuentras fondeado con un velero en una costa desierta, el siguiente barco que fondee lo hará exactamente a tu lado. Esta ley tiene aplicaciones terrestres, como la Ley de la Mesa Contigua, que establece que en un restaurante vacío, cualquier nuevo cliente ocupará siempre la mesa más cercana a la tuya. El autor ilustra esta ley con una anécdota personal en la que un grupo de jubilados ocupó la mesa de al lado en una cafetería desierta. En resumen, el autor nos muestra cómo estas leyes de la vida cotidiana siempre se cumplen y cómo afectan nuestras experiencias diarias.

Violencia proporcionada y otras murgas

En este capítulo, el autor expresa su confusión y preocupación sobre los asuntos de legítima defensa en España. Se cuestiona qué se considera razonable en la defensa de uno mismo, su familia y sus propiedades cuando el Estado no brinda protección suficiente. El autor plantea diversas situaciones hipotéticas, como la de un perro atacando a ladrones en el jardín de una casa, y se pregunta si el propietario del perro debe indemnizar a los ladrones por las lesiones sufridas. También se pregunta si el perro debe esperar a que los intrusos demuestren sus intenciones maliciosas antes de atacarlos, y si hay connotaciones xenófobas si la víctima es de otra nacionalidad. El autor continúa cuestionando qué se considera provocación suficiente para defenderse dentro de la casa, y si es necesario esperar a que se cometan actos violentos antes de actuar. Además, se plantea el tema de la proporcionalidad en la respuesta, preguntándose si es adecuado utilizar armas de fuego en defensa propia y cuántos agresores se pueden atacar en diferentes situaciones. El autor concluye cuestionando si sería mejor abandonar todas estas preocupaciones y dejar que las cosas sigan su curso.

Por qué van a ganar los malos

En este capítulo, el autor reflexiona sobre la foto de dos jóvenes en Londres que sostienen un cartel que dice "Europa es el cáncer, el Islam es la respuesta". A partir de esta imagen, el autor argumenta que la alianza de civilizaciones es un engaño y que el Islam y Occidente nunca se aliarán. El autor sostiene que el Islam es incompatible con el progreso y la separación entre Iglesia y Estado, y que el Islam controla todos los aspectos de la vida de los creyentes. Además, el autor señala que la presión social en el mundo islámico es enorme y que es necesario demostrar ser un buen musulmán. Por otro lado, el autor plantea que la llegada de millones de musulmanes a Europa ha generado conflictos culturales y sociales que no pueden conciliarse con un régimen de plenas libertades. El autor argumenta que Occidente es débil e inmoral, y que los radicales islámicos aprovecharán estas contradicciones para destruirlo. Frente a esto, el autor defiende la firmeza y el respeto a las reglas como táctica defensiva. Concluye afirmando que los jóvenes de la foto y sus seguidores ganarán porque tienen fe, hambre y desesperación, mientras que Europa está condenada por su cobardía.

La venganza del Coyote

En este capítulo, el autor reflexiona sobre el concepto de "gazapo", que además de referirse a un conejo, también se utiliza para describir una mentira o un error en un texto. El autor señala que los gazapos son una pesadilla constante para periodistas y escritores, ya que pueden pasar desapercibidos incluso después de múltiples revisiones. Estos errores pueden ser producto de la ignorancia del autor, la falta de documentación o generalizaciones rápidas. El autor destaca que siempre habrá un lector experto en el tema que señalará estos errores y enviará una carta al respecto. Aunque algunos lectores pueden ser amables y constructivos, otros pueden ser más críticos o malintencionados. El autor también menciona que a veces los escritores incluyen gazapos a propósito como una especie de venganza. En resumen, el capítulo explora la presencia de errores en los textos y cómo los lectores expertos los señalan.

Cartas náuticas y cabezas de moros

En este capítulo, el autor reflexiona sobre el uso de las cartas electrónicas en la navegación marítima. Menciona que muchas embarcaciones de recreo han reemplazado las antiguas cartas náuticas de papel por sistemas electrónicos que incluyen un plóter conectado a un GPS. Esto permite al navegante conocer su posición en todo momento y facilita la navegación. Sin embargo, el autor advierte que incluso las mejores cartas electrónicas pueden contener errores y que confiar únicamente en la electrónica puede ser peligroso. Además, los sistemas electrónicos pueden fallar o tener errores de lectura. El autor destaca que las cartas de papel tradicionales, junto con una brújula y algunas reglas básicas, son más confiables y llevan a cualquier lugar. También menciona que las cartas náuticas son más que simples pliegos de papel, son libros de historia y novelas de aventuras que contienen la experiencia y el conocimiento de los navegantes que las trazaron. El autor relaciona este tema con la propuesta de algunos políticos de quitar las cabezas de moros del escudo de Aragón, argumentando que ambos casos tienen en común la importancia de preservar la historia y el legado de nuestros antepasados.

Resulta que nos salvaron ellos

En este capítulo, el autor critica la declaración institucional realizada por el Congreso en el aniversario del 23-F. Señala que en dicha declaración se atribuye el fracaso del golpe de Estado a los partidos políticos, los sindicatos, la Corona y las instituciones gubernamentales, en lugar de reconocer el papel decisivo del rey como jefe de las fuerzas armadas. El autor considera que esto es una manipulación de los hechos y una falta de respeto hacia la memoria histórica de aquel día. Afirma que solo la cámara de televisión, los periodistas, algunos representantes gubernamentales y el rey defendieron la democracia y la libertad, mientras que el resto de fuerzas políticas y sindicales se mantuvieron en silencio. También critica la actitud de los ministros y diputados, que se escondieron debajo de sus escaños, a excepción de Santiago Carrillo, el presidente Suárez y el general Gutiérrez Mellado. El autor concluye diciendo que la clase política no merece el reconocimiento que busca y que la declaración institucional puede ser guardada en un lugar poco elegante.

La osadía de la ignorancia

En este capítulo, se menciona que una comisión del parlamento andaluz solicitó a la Real Academia Española (RAE) un informe sobre el lenguaje sexista en los documentos. La RAE respondió que los desdoblamientos como "diputados y diputadas" son innecesarios y que el uso genérico del masculino gramatical se debe a la economía y simplificación del lenguaje. Además, la RAE explicó que el uso de la oposición de sexos permite destacar diferencias concretas cuando es necesario. Sin embargo, la directora del Instituto Andaluz de la Mujer, Soledad Ruiz, se quejó públicamente, acusando a la RAE de invisibilizar a las mujeres. El autor critica a las feministas que buscan cambiar el lenguaje y defiende la independencia y respeto de la RAE como una institución que ha mantenido viva la lengua española durante siglos.

El vendedor de libros

En este capítulo, el autor narra su encuentro con José Bustillo, un librero ambulante que vendía libros en las redacciones de los periódicos. José era un hombre mayor, amable y vivaz, con el pelo blanco ligeramente rizado, que vestía de manera elegante. Llegaba a la redacción el día de cobro con su coche lleno de libros y vendía a crédito, confiando en que cada mes se le pagaría una cuota acordada. El autor decidió unirse a este sistema y durante catorce o quince años, hasta la muerte de José, cumplió puntualmente con sus pagos mensuales. A cambio, José llenó los estantes de su casa y su mochila de reportero con libros maravillosos. El autor menciona algunos de los libros que aún conserva treinta años después, como el Casares, el María Moliner, las obras completas de varios autores clásicos y los siete volúmenes sobre la España de Felipe IV. También destaca la influencia de José Bustillo y otro compañero periodista en su descubrimiento del escritor Stefan Zweig. El capítulo termina con el autor recordando la llamada de la viuda de José Bustillo para cobrar la última deuda pendiente y cómo se siente agradecido por los libros que ha escrito gracias a él.

Esas malditas corbatas anchas

En este capítulo, el autor reflexiona sobre su relación con las corbatas. Al principio de su carrera como periodista, solo tenía dos corbatas estrechas y de punto, una marrón y otra azul marino, que usaba en ocasiones importantes. La marrón era su corbata de viaje, ya que el tejido de punto se arrugaba menos en la mochila. Con esta corbata entrevistó a varios líderes políticos. Sin embargo, ahora, debido a su participación en la Real Academia, se ve obligado a usar corbata al menos una vez por semana. Aunque todavía puede usar sus corbatas antiguas, se enfrenta al problema de que están desgastadas y no puede encontrar corbatas nuevas que sean estrechas y discretas. Las tiendas están llenas de corbatas de moda, con colores llamativos y anchas. El autor critica esta tendencia y se queja de que no puede encontrar una corbata tradicional. A pesar de su frustración, el autor reconoce que cada persona tiene sus propios gustos y preferencias. En resumen, el autor está desesperado por encontrar una corbata estrecha y tradicional, pero se enfrenta a la dificultad de encontrar una en el mercado actual dominado por las corbatas anchas y de moda.

Librería del Exilio

En este capítulo, el narrador cuenta cómo surgió la idea de abrir una librería en París llamada "Librería del Exilio". La idea se le ocurrió al narrador y a su amigo Antonio Méndez mientras discutían sobre la falta de cultura y el nivel de los políticos en España. Ambos estaban cansados de la situación y querían escapar de ella. Decidieron abrir una librería en París, con autores españoles en las estanterías, para que las personas cansadas de la falta de cultura en España pudieran refugiarse en ellos. Además, la librería tendría fotos de escritores y artistas españoles que se vieron obligados a exiliarse. La idea era conmemorar los centenarios de estos escritores y recordar la importancia de la cultura en la sociedad. El narrador menciona que en España cada día es aniversario de alguna barbaridad o estupidez, lo que refuerza su deseo de escapar de esa realidad.

El juez que durmió tranquilo

En este capítulo, el narrador nos presenta a su amigo Daniel Sherr, un judío alérgico y vegetariano que trabaja como intérprete para Naciones Unidas y asiste a inmigrantes hispanos en los juzgados gringos. A pesar de su trabajo, Daniel se siente afectado por las historias tristes que escucha en los juzgados, ya que él cree en la compasión hacia los desgraciados. Sin embargo, esta vez Daniel le cuenta al narrador una historia reciente que no es triste.

La historia se desarrolla en un juzgado de familia de Nueva Jersey, donde una mujer ecuatoriana solicita la custodia legal de una niña de origen mexicano que ha estado cuidando durante un año y medio. La madre de la niña no ha vuelto y la mujer ecuatoriana necesita la custodia para que el Estado pague las vacunas de la niña, ya que ella tiene pocos recursos económicos. Sin embargo, hay un problema: la mujer es inmigrante ilegal.

Durante el interrogatorio, el juez le pregunta a la mujer si sabe que el funcionario del Estado alega que Nueva Jersey no puede ofrecer prestaciones a un trabajador indocumentado. La mujer responde afirmativamente y el juez, después de un momento de silencio, le entrega una hoja con su membrete y firma y le indica que vaya a los Servicios Católicos de ayuda para regularizar su situación migratoria.

El funcionario del Estado no está convencido y argumenta que debe aplicar la ley. Sin embargo, el juez defiende a la mujer y alega que ella es una madre concienzuda que ha demostrado valor al venir al tribunal siendo ilegal. El juez le pide al funcionario que transmita este mensaje a sus supervisores y le indica a la mujer que regrese en treinta días.

Al final de la historia, el narrador le pregunta a Daniel qué hizo él en ese caso, y Daniel responde que simplemente tradujo cada palabra escrupulosamente. Ambos terminan la historia con una sonrisa, y Daniel afirma que esa noche también pudo dormir tranquilo.

En resumen, este capítulo nos presenta la historia de una mujer inmigrante ilegal que solicita la custodia legal de una niña y el juez, a pesar de la ley, decide ayudarla y le indica cómo regularizar su situación migratoria.

El polvete ucraniano

En este capítulo, el narrador cuenta su experiencia al entrar en un puticlub después de muchos años. Recuerda que en sus tiempos de reportero, estos lugares eran frecuentados por la tribu de periodistas para relajarse después de un día duro de trabajo. Aunque reconoce que estos lugares eran machistas, él y sus colegas no eran precisamente ejemplos de virtud. Sin embargo, ahora las cosas han cambiado y los reporteros van a los puticlubs con la intención de denunciar y acabar con los males del mundo. El narrador se fue hace doce años porque solo era un testigo con una cámara. En su reciente visita a un puticlub del sur, el narrador se sorprende al encontrar un ambiente diferente al que recordaba. En lugar de señoras con vestidos largos y camareros canallas, se encuentra con un discobar lleno de música y jóvenes rubias con poca ropa. Una de ellas se le acerca y, con descaro, le propone tener relaciones sexuales. El narrador reflexiona sobre la diferencia entre esta propuesta directa y la forma en que solían abordar a los clientes en el pasado. A pesar de la melancolía que le produce esta situación, el narrador se da cuenta de que esto es lo que ahora funciona y lo que demanda el mercado. La clientela de los puticlubs ya no busca señoras que los escuchen y los halaguen, sino encuentros sexuales sin rodeos.

Frailes de armas tomar

En este capítulo, el narrador comenta que de vez en cuando revisa antiguos avisos y relaciones del siglo XVII para inspirarse en sus escritos sobre el capitán Alatriste. En esta ocasión, encuentra una relación fechada en 1634 que narra la historia de tres frailes mercedarios españoles que viajaban en un barco frente a la costa de Cerdeña.

El barco, de origen francés, es abordado por un bergantín turco que les ordena detenerse. El patrón del barco sugiere negociar con los corsarios para continuar el viaje, pero los tres frailes, al ser súbditos del rey de España, temen ser capturados y convertidos en esclavos. Deciden enfrentarse a los corsarios y se arman con lo que encuentran a bordo.

Cuando los dos barcos están abarloados y los turcos se preparan para abordar, los frailes se levantan, disparan sus escopetas y se lanzan al ataque gritando consignas religiosas. Sorprendidos, los corsarios son derrotados rápidamente por los frailes, quienes los acuchillan y obligan a rendirse. La batalla ocurre el 21 de octubre de 1634, día de santa Úrsula y las Once Mil Vírgenes.

El narrador admira la valentía y determinación de los tres frailes en esta historia y expresa su admiración por ellos.

Olor de guerra y otras gilipolleces

En este capítulo, el autor reflexiona sobre los riesgos de dar entrevistas y cómo las respuestas pueden ser malinterpretadas o manipuladas por los periodistas. Señala que, a menos que se responda con monosílabos o frases muy cortas, lo que se publica depende de la capacidad del periodista para sintetizar las respuestas. A menudo, los periodistas intentan condensar y resumir las respuestas, lo cual requiere una cultura previa, talento y ética profesional. Sin embargo, a pesar de tomar precauciones, a veces las palabras de uno pueden ser tergiversadas. El autor menciona casos en los que las declaraciones de las personas han sido alteradas en los titulares de prensa, lo que ha causado problemas y enemistades. También comparte algunas experiencias personales en las que sus propias palabras fueron malinterpretadas o sacadas de contexto en los titulares. Concluye que hablar en público implica exponerse a ser malinterpretado y que es importante tener cuidado con las palabras que se eligen.

Aquí nadie sabe nada

En este capítulo, el autor reflexiona sobre la falta de conocimiento y conciencia de la corrupción que ha ocurrido en España. Señala que la gente común y corriente, como los ciudadanos ejemplares que ahora se sorprenden, no tenían idea de lo que realmente estaba sucediendo. Compara esta falta de conocimiento con los ciudadanos alemanes que no sabían de los hornos crematorios en las afueras de su pueblo después de la guerra, o los ciudadanos vascos que ignoraban la violencia en su región. El autor critica a aquellos que solo se indignan después de que el daño ya está hecho. Además, destaca que en un país donde los verdaderos poderosos son los líderes de la mafia del ladrillo y sus políticos a sueldo, nadie sabía nada de los escándalos de corrupción. Incluso los vendedores de coches de lujo, comerciantes, notarios, empleados de agencias de viajes y muchos otros, no tenían idea de las actividades ilegales de sus clientes. El autor concluye que todos somos inocentes y desconocedores de la realidad corrupta que nos rodea.

Despídanse del fuagrás

En este capítulo, el autor comenta la prohibición del foie-gras en Chicago debido a la presión de los defensores de los animales. Se reconoce que la obtención de los hígados grasos de patos, ocas y gansos implica un engorde artificial cruel. Sin embargo, el autor señala que, a pesar de esto, muchos disfrutan de este producto con vino y tostadas. El autor sugiere que, en lugar de prohibir el foie-gras, se deberían prohibir otras cosas como los automóviles que alcanzan altas velocidades o la contaminación industrial. También menciona que otros animales de granja no llevan una vida ideal. El autor muestra indiferencia ante la prohibición del foie-gras en Chicago y en otros lugares, y critica la demagogia política en España al respecto. Se espera que el tema del foie-gras genere debates políticos y atención mediática. El autor concluye que, una vez que se prohíba el foie-gras, se seguirá con la prohibición de otros alimentos como el rabo de toro, el lacón gallego, el jamón ibérico, entre otros.

Sobre gallegos y diccionarios

En este capítulo, se presenta una proposición del Bloque Nacionalista gallego para que el Gobierno inste a la Real Academia Española (RAE) a eliminar del diccionario dos significados percibidos como insultantes para los gallegos. Estos significados se refieren a la palabra "gallego" y se utilizan en Costa Rica y El Salvador con el sentido de "tonto" y "tartamudo". El partido político gallego considera que esto es un insulto para Galicia y quiere que se retiren estas acepciones del diccionario. Sin embargo, se argumenta que los diccionarios reflejan el uso real de las palabras y que el DRAE es una herramienta importante para mantener el español comprensible y común para los hispanohablantes. Se destaca que el DRAE es mejorado y enriquecido por las academias hermanas y que no puede ocultar la realidad que la lengua representa. Aunque se hace un esfuerzo por corregir definiciones ofensivas, no se puede borrar la memoria y la vida de las palabras. Además, se aclara que el Gobierno español no tiene autoridad para cambiar el DRAE, ya que la RAE es una institución independiente. Se menciona el ejemplo de cómo la RAE se negó a acatar el decreto franquista y se mantuvo firme a pesar de la falta de apoyo económico. Por lo tanto, se sugiere que la propuesta del Bloque Nacionalista gallego no afectará a la RAE.

Los calamares del niño

En este capítulo, el autor narra su experiencia en un restaurante donde observa a un niño de nueve o diez años que muestra una actitud maleducada y grosera. El niño se comporta de manera inapropiada al manejar los cubiertos y al comer, mientras sus padres parecen no prestarle atención. El autor reflexiona sobre la responsabilidad de los padres en la educación de sus hijos y critica la falta de valores y modales en la sociedad actual. El capítulo concluye con el autor expresando su preocupación de que este niño, con su comportamiento actual, pueda convertirse en una persona influyente en el futuro y afectar negativamente a la sociedad. El autor expresa su frustración y deseo de que algo cambie para evitar este tipo de situaciones.

Parejas bonaerenses

En este capítulo, el narrador observa a una pareja homosexual en un café de Buenos Aires. Los ve como una pareja tranquila y educada, y piensa que es bueno ver a la gente amándose. El narrador menciona que esta es la segunda pareja homosexual que ve ese día y la duodécima desde que llegó a Buenos Aires. También menciona que ha visto parejas homosexuales en diferentes lugares de la ciudad. El narrador comenta que le gusta ver a estas parejas sin hacer alarde de su orientación sexual. Luego, el narrador habla con su amigo Fernando, quien le explica que Buenos Aires se ha convertido en un destino popular para parejas homosexuales con poder adquisitivo. Le menciona que hay una guía turística gay, restaurantes y bares amigables, y que se está construyendo un hotel especializado en el barrio de San Telmo. Fernando también menciona que el número de turistas homosexuales en Buenos Aires ha aumentado en los últimos años. El narrador pregunta sobre las mujeres homosexuales y Fernando responde que también vienen, pero que a veces les resulta más difícil mostrar su orientación debido al machismo social. El narrador continúa observando a la pareja homosexual en el café y piensa que está bien que estén juntos y felices. Termina diciendo que se alegra de que ellos estén allí, haciendo más hermosa la mañana en Buenos Aires.

La boquita del senador

En este capítulo, el autor comenta la declaración del senador del PNV, Javier Maqueda, quien afirmó que "el que no se sienta nacionalista ni quiera de lo suyo no tiene derecho a vivir". El autor expresa su fascinación por la capacidad de los políticos españoles de retorcer las palabras para no bajarse de los carteles. Aunque reconoce que todos somos nacionalistas en cierta medida, el autor distingue entre el nacionalismo inclusivo y el exclusivo y excluyente. No se siente nacionalista en el sentido patológico y manipulador que el senador Maqueda parece defender. El autor critica cómo lo noble y legítimo puede caer en manos de personas como el senador. Luego plantea una serie de preguntas al senador Maqueda sobre cómo se articularía su falta de derecho a vivir y si se le prohibiría establecerse en lugares donde vivan nacionalistas. También cuestiona si su rechazo a los nacionalismos radicales lo convierte en un fascista. Finalmente, el autor se pregunta si el senador Maqueda se tomaría la molestia de explicarle personalmente su derecho a vivir y si vendría solo o acompañado. Concluye señalando que el senador Maqueda está mal informado, ya que no todos somos Ana Frank.

Un héroe de nuestro tiempo

En este capítulo, el narrador describe al protagonista, un profesor de Geografía e Historia en un instituto. A pesar de las dificultades y la falta de interés de algunos alumnos, el profesor sigue teniendo fe en ellos y cree que merecen ser salvados. Aunque reconoce que muchos de ellos tienen problemas de ortografía, expresión oral y falta de educación familiar, está convencido de que vale la pena luchar por ellos. Aunque a veces se desanima por la falta de apoyo de los padres y la falta de respeto hacia los profesores, se conmueve cuando ve la expresión de sus alumnos cuando comprenden algo y se ayudan mutuamente. Aunque a veces se enfrenta a situaciones difíciles, como la expulsión de un alumno o amenazas de violencia, el profesor encuentra consuelo en los logros que consigue. Recuerda la emoción de sus alumnos cuando les habla de hechos históricos y los relaciona con películas, música y televisión. A pesar de las dificultades, el profesor se siente orgulloso de su trabajo y de sus alumnos, y cree que tal vez merece la pena.

Los torpedos del almirante

En este capítulo, el narrador nos presenta al almirante José Ignacio González-Aller, apodado Sisiño, como un marino atípico y culto. Se destaca su amor por la lectura y su capacidad para combinar su patriotismo con el conocimiento. Se menciona la figura de Cayetano Valdés, comandante del navío Pelayo y del Neptuno, quien sufrió prisión y exilio por mantenerse fiel a la constitución de 1812 durante el reinado de Fernando VII. El narrador expresa su admiración y gratitud hacia el almirante González-Aller, tanto como lector de sus obras sobre la batalla de Trafalgar como por su trato personal. Se resalta la profunda sabiduría y el patriotismo melancólico del almirante al recordar a sus enemigos y compañeros de batalla. Se describe al almirante como un hombre respetado por los eruditos ingleses y franceses, dedicado al estudio y la memoria. Además, se revela su pasado como capitán de corbeta en el submarino S-34 Cosme García durante la Marcha Verde, donde esperó pacientemente la oportunidad de atacar a los buques enemigos. El capítulo concluye con una afirmación del almirante sobre su orgullo de ser marino de guerra.

Bruselas, tengo un problema

En este capítulo, el autor expresa su preocupación por la imagen de España en el extranjero. Se queja de que cuando viaja, debe mostrar su documento de identidad y la gente lo identifica como español. Sin embargo, esto no es algo positivo, ya que la gente tiene una percepción negativa de los españoles en la actualidad. Hace veinte años, la gente veía a los españoles como ciudadanos europeos normales, pero ahora sienten vergüenza de ser españoles debido a la forma en que el país se exhibe en el extranjero. El autor critica la forma en que los políticos españoles actúan y cómo se comportan en el escenario internacional. También menciona ejemplos específicos de situaciones en las que España ha hecho el ridículo, como la propuesta de declarar el aniversario del comienzo de la guerra civil española como el día internacional de denuncia del franquismo. El autor concluye que la imagen de España en el extranjero es negativa debido a la incompetencia y la falta de vergüenza de la clase política, así como a la forma en que se exhiben las vergüenzas y miserias del país ante el mundo. El autor expresa su repugnancia por ser asociado con aquellos que dan una mala imagen de España.

Rescate en la tormenta

En este capítulo, el autor reflexiona sobre dos sucesos que ocurrieron al mismo tiempo y que fueron tratados de manera muy diferente en los medios de comunicación: los preparativos para el mundial de fútbol y el abandono del velero Movistar durante la regata Volvo Ocean Race. El autor destaca que solo XLSemanal prestó la atención adecuada a este último suceso, dedicándole portada y un extenso reportaje.

El Movistar navegaba en el mar del Norte en medio de una fuerte tormenta, con una vía de agua y la quilla en mal estado. El velero Abn Anro II se mantuvo cerca, navegando en paralelo, por si era necesario rescatar a la tripulación del Movistar. Sin embargo, el Abn Anro II también sufrió una tragedia cuando uno de sus tripulantes fue arrastrado por una ola y murió. A pesar de estas difíciles circunstancias, el Abn Anro II decidió seguir su camino y rescatar a los diez tripulantes del Movistar.

Una vez a bordo del Abn Anro II, los tripulantes del Movistar y el cadáver del marinero fallecido fueron llevados a tierra firme por una lancha de rescate. Mientras tanto, el Abn Anro II llegó a Portsmouth y el Movistar quedó abandonado en medio de la tormenta, sin que su radiobaliza emitiera señal alguna.

El autor se cuestiona por qué los telediarios españoles dieron más importancia al mundial de fútbol que a este dramático suceso en el mar. También plantea si la sociedad española realmente comprende lo que significa ser marino y enfrentarse a situaciones de peligro en el mar. El autor destaca la solidaridad entre los dos veleros y la valentía y sacrificio de los marineros. Finalmente, se pregunta si los valores y enseñanzas que se pueden extraer de esta historia son comparables a un mundial de fútbol.

Ventanas, vecinos y camiones en llamas

En este capítulo, el narrador comienza hablando de dos noticias que tiene recortadas de los periódicos. La primera noticia se refiere a una mujer que resistió durante veinte minutos a un violador sin recibir ayuda. El hecho ocurrió en Villafranca del Penedés, pero el narrador señala que podría haber sucedido en cualquier otro lugar de España, ya que la sociedad actual está más preocupada por el qué dirán que por ayudar a los demás. El narrador critica la falta de solidaridad de las personas que presenciaron el ataque y no hicieron nada para ayudar a la mujer. En contraste, la segunda noticia muestra una foto en la que un hombre intenta socorrer a otro que está atrapado en un camión accidentado. A pesar del peligro, el hombre valiente se acerca al camión en llamas para intentar rescatar al conductor. El narrador elogia la valentía y el coraje de este hombre, destacando que en la sociedad actual se valora poco este tipo de actitudes. El hombre valiente se llama Vicente Sánchez, tiene 27 años y es sindicalista de Usera.

Ahora le toca a Manolete

En este capítulo, el narrador comienza hablando de su experiencia personal con los toreros, mencionando a su amigo Víctor Molina y a Espartaco. Luego, menciona que nunca conoció a Manolete, pero que ha escuchado muchas historias sobre él a través de su abuelo. El narrador admira la imagen de Manolete como torero, con su cara ascética y su figura flaca. Sin embargo, un día, mientras veía la televisión, se sorprende al ver a Manolete siendo criticado en un programa de chismes. Los presentadores y los invitados hablan mal de él sin tener pruebas ni argumentos sólidos. El narrador se pregunta cómo se atreven a difamar a Manolete de esa manera y cómo un medio de comunicación puede permitir tales infamias. El narrador critica la forma en que se manipula la historia del torero y se le vincula con el régimen franquista, sin tener pruebas. También se menciona que se le acusa de ser drogadicto y de haber matado republicanos durante la guerra civil. El narrador se indigna ante estas acusaciones infundadas y critica la falta de ética en los medios de comunicación.

Día internacional de Scott Fitzgerald

En este capítulo, el autor reflexiona sobre la importancia de la literatura y la libertad que ofrece al lector para celebrar aniversarios y conmemoraciones por su cuenta. En este caso, el autor decide celebrar el aniversario del nacimiento de Francis Scott Fitzgerald, un escritor que, a pesar de no tener la misma fama que Hemingway, Faulkner o Steinbeck, poseía una mirada extraordinaria y una lucidez que iba más allá de la época del jazz y la disipación. Fitzgerald tuvo una vida llena de excesos y problemas, gastando su dinero en caprichos y sufriendo por su matrimonio con Zelda. A pesar de su aparente éxito, Fitzgerald nunca creció y corrió hacia la catástrofe. Sin embargo, fue el más poético de los escritores estadounidenses y supo narrar la desolación y el vacío detrás del sueño americano. A través de su prosa, se puede sentir su desesperada lucidez y su odio hacia los ricos que tanto admiraba. Sus personajes, como Gatsby o Dick Diver, nos llevan a través de la literatura al corazón sensible de un hombre que enfrentó la certeza de su levedad. El talento de Fitzgerald radica en su capacidad para contar el vacío de su propia vida y novelar la nada.

Un cerdo en Fiumichino

En este capítulo, el autor reflexiona sobre la vulnerabilidad a la que estamos expuestos en la era de la tecnología. Menciona que, aunque la comodidad que nos brinda el uso de dispositivos electrónicos es innegable, también conlleva el riesgo de fallos y desastres. Un simple apagón, una tarjeta de crédito dañada o un error informático pueden dejarnos indefensos frente a la máquina o el sistema. Sin embargo, el autor destaca que el factor humano puede ser aún más peligroso. Relata una anécdota personal en la que, al pasar por el control de seguridad en un aeropuerto, una agente de seguridad confunde un objeto inofensivo en su bolsa con un torpedo militar. A pesar de intentar explicarle que se trata de una figura de plomo de un submarino utilizado en la Segunda Guerra Mundial, la agente se ofende y acusa al autor de insultarla. Finalmente, otro agente de seguridad interviene y reconoce el objeto como un submarino, admirándolo y preguntando dónde lo compró.

Ese capitán Alatriste

En este capítulo, el autor narra su experiencia al ver la película de Alatriste. Después de los créditos, se encienden las luces y el autor se queda impactado con las últimas imágenes de la película, donde se muestra al viejo tercio de infantería española esperando la carga de la caballería francesa en Rocroi en 1643. El autor destaca el ruego del veterano arcabucero aragonés Sebastián Copons a Íñigo Balboa: "Cuenta lo que fuimos". A través de la vida de Diego Alatriste, soldado y espadachín a sueldo, se narran veinte años de la historia de España, marcados por reyes infames, ministros corruptos, curas fanáticos y hogueras inquisitoriales. Sin embargo, también se muestra el coraje y la dignidad personal en un mundo que se desmorona, reflejado en la mirada triste y las palabras lúcidas del poeta Francisco de Quevedo. El autor reconoce que no puede ser objetivo en su juicio sobre la película, pero destaca la fidelidad a los textos originales y la magistral interpretación de Viggo Mortensen como Alatriste. El final de la película deja al espectador sin aliento, mostrando la tragedia de la vida del héroe y sus camaradas. El autor describe la imagen serena del capitán Alatriste escuchando el rumor de la caballería enemiga y el trágico recorrido de la cámara siguiendo a Íñigo Balboa. Este retrato fiel y conmovedor de la España de antaño y de siempre deja a algunos actores de la película llorando en sus asientos, emocionados por sus personajes y por la historia. El autor concluye diciendo que nadie había hecho nunca una película así en España y que, pese a Dios y a quien pese, Alatriste es un logro cinematográfico.

La niña y el delfín

En este capítulo, el autor reflexiona sobre su fascinación por los delfines y comparte dos experiencias memorables que ha tenido con ellos en el mar. Recuerda la película "La sirena y el delfín", en la que una estatua de bronce de un delfín dejó una impresión duradera en su memoria. Describe la emoción de avistar delfines en el mar y cómo estos animales nadan alrededor del velero, saltando y resoplando con una velocidad asombrosa. También relata la escena más hermosa que ha presenciado, cuando cientos de delfines nadaban y saltaban bajo la luz de la luna llena. Además, narra una experiencia tierna en la que una manada de delfines rodeó el barco en el que se encontraba, y una niña se lanzó al agua para estar cerca de ellos. El autor destaca el momento en el que un delfín joven se acercó a la niña y la observó con curiosidad, permitiéndole incluso acariciar su hocico. Concluye mencionando que la niña, ahora adulta, sigue teniendo un gran amor por los delfines, al igual que su padre.

Ahora se enteran de las medusas

En este capítulo, el autor reflexiona sobre el problema de las medusas en el Mediterráneo. Señala que este verano ha habido una gran cantidad de medusas en las playas, lo que ha generado temor en la gente y ha impedido que disfruten del mar. Critica a las autoridades por no tomar medidas efectivas para solucionar el problema y señala que esto se debe a que saben que el fenómeno de las medusas es temporal y que la gente olvidará el asunto hasta el próximo año. Sin embargo, el autor argumenta que el problema de las medusas es irreversible debido al calentamiento del mar, la sobrepesca, la urbanización descontrolada y la contaminación. Aunque las autoridades hablan de tomar medidas, el autor sostiene que estas son imposibles de aplicar debido a la falta de voluntad y sacrificio por parte de todos los involucrados. Además, critica a los constructores y políticos corruptos que han contribuido a la destrucción del litoral mediterráneo y cuestiona si la sociedad reaccionará de manera contundente para castigarlos. El autor también menciona otros problemas ambientales en el Mediterráneo, como la sobreexplotación del atún rojo y la falta de protección de las tortugas marinas. A pesar de la gravedad de la situación, el autor encuentra cierto consuelo en el hecho de que la pérdida de especies autóctonas ha permitido la invasión de especies forasteras, como los tiburones del mar Rojo. Finalmente, el autor expresa su deseo de que aquellos responsables de la destrucción del Mediterráneo sufran las consecuencias de sus acciones, como ser atacados por tiburones o ser picados por medusas.

Milagro en el Panteón

En este capítulo, el narrador expresa su amor por la plaza de la Rotonda en Roma, especialmente por su historia y las piedras antiguas que la componen. Considera este lugar como su favorito en la ciudad y pasa horas allí leyendo, observando a la gente y admirando el obelisco egipcio y el Panteón. El narrador se siente parte de la vieja Europa y se enorgullece de su educación en la cultura antigua. A lo largo de los años, ha disfrutado de momentos agradables en las terrazas de los cafés de la plaza, leyendo, observando rostros anónimos y presenciando la competencia y cortesía de los camareros. Sin embargo, también ha tenido experiencias menos agradables, como emborracharse en una ocasión y tener dificultades para levantarse de la silla. Recientemente, el narrador regresó a la plaza y visitó el Panteón, pero se sintió abrumado por el ruido de los turistas. En medio de esta frustración, presenció un milagro cuando un grupo de belgas comenzó a cantar suavemente y creó un momento de belleza y silencio en medio del bullicio. El narrador reflexiona sobre la importancia de la cultura para mantener la calma en momentos difíciles y se siente aliviado de que el ángel exterminador no haya aparecido en ese momento.

Ejercicio de memoria histórica

En este capítulo, el autor comienza hablando sobre su artículo anterior sobre el almirante González-Aller y su admiración por don Cayetano Valdés. Don Cayetano era un marino ilustrado y veterano de Trafalgar que fue exiliado en Inglaterra debido a sus ideas liberales. El autor destaca la integridad, sabiduría y valentía de don Cayetano, cualidades que hoy en día son socialmente incorrectas pero que aún impresionan a algunos.

El autor nos cuenta que don Cayetano comenzó su carrera como guardiamarina a los trece años y participó en el asedio de Gibraltar y en el combate naval de cabo Espartel. Además de ser un marino, don Cayetano también era hidrógrafo, astrónomo y científico, y navegó en la expedición de Malaspina y en la exploración del estrecho de Fuca. Durante la guerra con Inglaterra, don Cayetano estuvo al mando del navío Pelayo en San Vicente, donde los ingleses derrotaron a la escuadra del almirante Córdova. Sin embargo, don Cayetano logró salvar al Santísima Trinidad. También participó en la defensa de Cádiz y en otros episodios navales. En la batalla de Trafalgar, don Cayetano comandaba el Neptuno y acudió en socorro del Trinidad, pero esta vez no pudo llegar a él y el Neptuno arrió bandera con Valdés herido y numerosas bajas a bordo.

El autor también menciona que durante la guerra de la Independencia, don Cayetano fue gobernador y capitán general de Cádiz, y desempeñó sus funciones con coraje y competencia. Sin embargo, con el regreso de Fernando VII y la represión de las libertades, don Cayetano fue encarcelado en Alicante, pero se negó a pedir clemencia al rey. Durante el estallido constitucional y la invasión francesa a favor de Fernando VII, don Cayetano se trasladó a Cádiz para organizar la defensa y formó parte de la regencia. Cuando el rey recuperó el poder y traicionó una vez más su palabra, don Cayetano fue simbólicamente apresado por los franceses para evitar que el rey lo condenara a muerte, y finalmente fue llevado al exilio en Gibraltar. Pasó diez años en Londres, donde encontró admiración y respeto entre sus antiguos enemigos.

El autor concluye destacando que la historia de España está llena de nombres como el de Cayetano Valdés, nombres olvidados, traicionados y asesinados. Esta es la verdadera y larga memoria histórica de España, llena de pagos semejantes dados a personas como don Cayetano. El autor menciona el caso de un superviviente de Baler, quien fue asesinado en 1936, sin importarle si fueron los rojos o los nacionales quienes lo mataron. En última instancia, el autor señala que siempre son los mismos quienes cometen estas acciones.

Al niño le tiemblan las piernas

En este capítulo, se informa sobre la visita de Andrea Casiraghi a los barrios pobres de Manila, donde se solidarizó con los niños desamparados que viven en vertederos y cárceles. Acompañado por su novia, Tatiana Santo Domingo, Andrea mostró su sensibilidad hacia estos niños y expresó su intención de regresar a Manila en el futuro para seguir ayudando. Las fotos y el texto que acompañan la noticia muestran a Andrea impactado por las condiciones de vida de los niños y abrazando a un huérfano. Se destaca su preocupación por el hecho de que los niños beban agua contaminada en lugar de agua embotellada. Se menciona también la posibilidad de que Andrea y sus amigos de Mónaco realicen un viaje solidario a Manila en el futuro.

Atraco en Cádiz

En este capítulo, nos encontramos en Cádiz, al final de la tarde, en una calle casi desierta. David, un niño de catorce años, está esperando el autobús para ir a casa después de salir del colegio. Mientras espera, un chico mayor que él se acerca en bicicleta y le pide dinero. David le dice que solo tiene un euro para el autobús, pero el chico insiste en que le vacíe los bolsillos. David obedece y el chico se lleva el euro. Después de que el chico se vaya, David recoge sus apuntes y comienza a caminar hacia casa. En el camino, el chico lo alcanza en bicicleta y le ofrece llevarlo. David acepta y se sube a la bicicleta. El chico lo lleva hasta la puerta de su casa y luego se va. David le agradece y el chico se aleja pedaleando.

El misterio de los barcos perdidos

En este capítulo, el autor narra su experiencia de haber visto un barco fantasma durante un día de temporal en la costa de Tarifa. Aunque es común escuchar historias de barcos fantasmas, el autor solía ser escéptico al respecto. Sin embargo, aquel día, vio un velero antiguo con todas sus velas desplegadas navegando en condiciones extremas. Esto le sorprendió, ya que ningún barco tripulado por hombres vivos podría soportar ese viento y esa mar con todas las velas izadas. El autor cuenta que el barco fantasma llevaba ocho velas cuadras, tres foques y una cangreja. Aunque creció siendo escéptico sobre los barcos fantasmas, esta experiencia le hizo recordar las leyendas y supersticiones marítimas de su infancia. Aunque ahora sigue siendo racional, confiesa que todavía busca el barco fantasma en el horizonte cuando está en el mar.

La guerra civil que perdió Bambi

En este capítulo, el autor comienza hablando de su experiencia personal y familiar durante la Guerra Civil española. Su padre estuvo en la artillería antiaérea y su tío luchó en el frente, regresando con una herida de bala. El autor creció escuchando historias de combates, represión y violencia de ambos bandos. A pesar de tener parientes en ambos lados, el autor nunca creyó en la dicotomía de buenos y malos. Reconoce que hubo canallas y asesinos en ambos bandos y que la mayoría de las personas se vieron envueltas en la guerra de manera aleatoria. También critica la manipulación de la historia y la demagogia política que se utiliza para ganar votos en la actualidad. El autor está cansado de que se mezclen churras con merinas y se falsifique la historia para atacar al adversario político. Además, menciona que si la República hubiera ganado, también habría habido fosas comunes y represión. Critica a los nacionalismos radicales que se benefician de la guerra civil y menciona que incluso el presidente Companys habría sido fusilado por un gobierno izquierdista. Finalmente, menciona el papel del pueblo vasco en la defensa de la libertad durante la guerra.

El alguacil alguacilado

En este capítulo, el narrador comenta su experiencia al leer la primera novela de García-Posada, titulada "La sangre oscura". A pesar de evitar hacer crítica literaria formal, el narrador se siente intrigado por el hecho de que el autor sea doctor en filología hispánica y presidente de la asociación de críticos literarios españoles. Espera que la novela sea una lección magistral sobre el estilo, la estructura y los personajes, ya que el autor dedica su vida a enjuiciar libros ajenos.

El narrador destaca la primera lección que aprende del texto de García-Posada, que es el punto de vista literario. El autor utiliza repetidamente pronombres personales como "me", "yo" y "mi", lo que permite al protagonista afirmar que su vida interior es tan rica que no necesita expresarla verbalmente.

La trama de la novela gira en torno a un crítico literario que investiga la muerte de un poeta antifranquista. A través del diario del difunto, el protagonista concluye que se suicidó debido a su homosexualidad y su descontento con la dictadura. Sin embargo, a pesar de las citas y referencias, la novela se queda en especulaciones y divagaciones, sin aportar información nueva al lector.

El autor también destaca los hallazgos estilísticos de García-Posada, como frases complejas y ambiguas. Además, menciona la forma sutil en la que el autor describe la falta de expresión de un rostro y expone complejas certezas sobre el alma femenina.

En resumen, el narrador considera que "La sangre oscura" es una novela llena de confusiones léxicas, errores gramaticales y uso incorrecto de la puntuación. A pesar de esto, recomienda leerla para que los lectores se den cuenta de la calidad de la crítica literaria en España.

Derechos, libertades y guardia de la porra

En este capítulo, el autor reflexiona sobre la posibilidad de enfrentarse a situaciones conflictivas durante sus discursos públicos. Imagina diferentes escenarios en los que podría verse envuelto en controversias políticas y sociales. A pesar de las advertencias de los piquetes informativos, el autor expresa su negativa a ceder ante la presión y exige que los antidisturbios intervengan si es necesario. Critica la inversión de roles en la sociedad actual, donde los agresores son protegidos y los agredidos son quienes deben buscar refugio. El autor defiende su derecho a expresarse libremente y a moverse sin restricciones, y considera que la autoridad debería garantizar estos derechos utilizando la violencia institucional cuando sea necesario. Advierte sobre las consecuencias peligrosas de no respaldar la seguridad de las personas y cómo esto podría llevar a un aumento de la violencia en la sociedad. El autor plantea la posibilidad de que en el futuro, las personas agredidas se hagan acompañar de amigos para protegerse, lo que podría generar más conflictos y violencia. Finalmente, el autor se cuestiona quién será protegido por la policía en ese escenario y cómo se utilizará el término "fascista".

Ni saben ni quieren saber

En este capítulo, el autor comenta la dificultad de dar un mitin político o expresar una opinión en público en España sin ser interrumpido por un grupo de personas que intenta silenciar al orador. Menciona el caso de Manuel Fraga, a quien interrumpieron durante una conferencia en Granada llamándolo asesino y fascista. También menciona el caso de Carod Rovira, quien fue insultado en otro lugar. El autor se preocupa más por el incidente con Fraga y por el hecho de que los jóvenes que lo interrumpieron se autodenominen de izquierdas. Critica a la izquierda española oficial y espera que en el futuro haya una izquierda diferente, eficaz y con argumentos sólidos. El autor también comenta las declaraciones de un individuo llamado Ramón Reyes, secretario provincial del Sindicato de Estudiantes de Granada, quien justificó el incidente y acusó a la Universidad por invitar a Fraga con el dinero de los contribuyentes. El autor califica a Reyes como un imbécil analfabeto y critica su actitud cerril y la falta de interés por adquirir conocimiento y lucidez. Concluye que compartir la experiencia política de Fraga es un privilegio del cual los jóvenes de Granada renunciaron.

La chica del blindado

En este capítulo, el narrador recuerda una misión en los Balcanes durante la guerra de Bosnia. Él y su compañero, José Luis Márquez, se encontraban en un vehículo blindado español, esperando para cruzar las líneas serbias y entrar en la ciudad de Mostar. En ese momento, una chica de Médicos sin Fronteras se sube al vehículo y se sienta entre dos soldados. Aunque la chica está asustada, el narrador y Márquez no le prestan mucha atención debido a sus propias preocupaciones. Finalmente, llegan a Mostar y comienzan a trabajar en medio de los bombardeos y los heridos. El narrador menciona que Miguel Gil Moreno, quien luego moriría en Sierra Leona, les toma una foto en ese momento. El narrador recuerda a la chica valiente que estaba sentada en el vehículo blindado, pero lamenta no haberle hablado ni saber qué fue de ella.

La cripta, los guías y el pistolero

En este capítulo, el narrador comienza hablando de su frecuente visita al Escorial, ya que vive cerca de él desde hace veinticuatro años. Describe cómo es agradable pasear por el monasterio en las mañanas soleadas de invierno y cómo se destaca bajo el cielo limpio de la sierra. A pesar de los intentos de destrucción por parte de la especulación, la estupidez urbanística y la bellaquería nacional, el narrador destaca que los cuatro siglos de memoria que encierran los muros de granito gris del Escorial aún se mantienen intactos.

El narrador menciona que cuando tiene amigos visitando o se encuentra con ellos cerca del monasterio, suele acompañarlos en su visita. Algunos de ellos se impresionan con la sobriedad de las estancias desde las que Felipe II dirigía su imperio, mientras que otros se maravillan con la sala de batallas o la biblioteca. Sin embargo, es en la cripta donde todos quedan estupefactos, especialmente los turistas extranjeros, al ver los restos de todos los reyes de España desde el emperador Carlos hasta la actualidad.

El narrador explica que intenta evitar los días y horas de mayor afluencia de gente y grupos turísticos mediante maniobras tácticas que ha perfeccionado a lo largo de los años. Además, cuando da explicaciones a sus amigos, procura hablar en voz baja para no molestar a nadie. No se considera un guía o profesor, simplemente cuenta a sus amigos con sobriedad los detalles históricos del monasterio.

Un día, mientras estaba en la cripta explicando a sus amigos que a un lado están los reyes y al otro las reinas que fueron madres de reyes, un vigilante jurado se acerca y le pregunta si tiene carnet o tarjeta de guía. Sorprendido, el narrador le responde que no tiene ninguna acreditación y el vigilante le informa que solo los guías oficiales pueden hablar en el monasterio. El narrador, molesto, le dice al vigilante que está enseñando a sus amigos y que ningún guarda jurado puede inmiscuirse en sus conversaciones. Después de un breve intercambio de palabras, el vigilante se queda en su sitio y el narrador continúa contando la historia de la cripta a sus amigos.

Sin embargo, el narrador queda con el ánimo removido y decide regresar al vigilante para expresarle su descontento. Le dice al vigilante que ha visitado el monasterio durante más de veinte años y nunca le había ocurrido algo así. El vigilante le confiesa que no es culpa suya y le explica que había una guía detrás de él mirándolo con mala cara. El narrador se da cuenta de que los guías no quieren competencia de particulares y le dice al vigilante que las órdenes que le dan son anticonstitucionales y que se vaya a hacer puñetas. El vigilante sonríe y el narrador concluye diciendo que él sí puede decir eso.

Así termina el capítulo, con el narrador expresando su descontento y su determinación de seguir hablando libremente sobre el monasterio.

Marditos radares roedores

En este capítulo, el autor relata su experiencia con las multas de tráfico que ha recibido en los últimos diez años en Picolandia. Aunque no fueron graves, el autor se siente frustrado porque nunca fue detenido para ser identificado. Ahora se entera de que Tráfico va a invertir ocho millones y medio de euros en nuevos radares fijos de carreteras, pero en lugar de instalarlos en vías de doble sentido donde ocurren la mayoría de los accidentes, los instalarán en autovías y autopistas donde la velocidad es más alta pero el porcentaje de accidentes es más bajo. Esto demuestra que el objetivo principal de estos radares es recaudar dinero en lugar de prevenir accidentes y salvar vidas. El autor critica que las autoridades no se preocupen por detener e identificar a los conductores que ponen en peligro la vida de los demás, sino que solo les interese capturar la matrícula del coche para multar al propietario. El autor reclama su derecho a ser detenido e identificado cuando cometa una infracción y exige que, en caso de no detenerse, sea perseguido por la policía y puesto a disposición de un juez. Además, considera que si va a recibir una multa, al menos debería ser emitida por un agente de carne y hueso y no por una máquina.

Nuestros nuevos amos

En este capítulo, el autor reflexiona sobre la historia de España y cómo ha sido gobernada a lo largo del tiempo. Critica a los reyes, aristócratas, curas y generales que han destrozado la vida de los españoles, llevándolos de la miseria a la brutalidad. Aunque ahora vivimos en democracia, el autor señala que la situación no ha cambiado mucho. La democracia española es incompleta y sectaria, y está contaminada por la incultura, la ruindad insolidaria, la demagogia y la estupidez. A falta de reyes, curas y generales, la clase política se ha convertido en una nueva aristocracia que chupa la sangre del pueblo. El autor critica la falta de educación y conocimiento de los políticos, así como su falta de respeto por las instituciones sabias y necesarias. En España, la política parece ser una de las pocas profesiones en las que no se necesita tener educación. El autor concluye que vivimos en un país miserable y cobarde, donde nadie exige responsabilidades a los políticos. La generación actual de políticos es descrita como trileros profesionales que no han vivido la historia reciente de España y que solo se preocupan por su propio beneficio. En resumen, el autor critica la situación política y social de España, destacando la falta de educación, la corrupción y la falta de responsabilidad de los políticos.

Matrimonios de género y otras cosas

En este capítulo, el autor critica a aquellos que intentan imponer sus puntos de vista sobre el lenguaje y manipularlo según sus intereses políticos. Señala que el lenguaje es el resultado de siglos de evolución y refleja los usos, costumbres e ideologías de una sociedad. Sin embargo, algunos grupos presionan para que instituciones como la Real Academia Española (RAE) adopten términos y usos que no están respaldados por la tradición lingüística. El autor destaca que la RAE, con su autoridad de trescientos años y su conocimiento profundo de la lengua española, responde a las consultas de manera basada en la realidad y la tradición. A menudo, la RAE desaconseja ciertos usos por considerarlos incorrectos o absurdos, lo cual no es bien recibido por aquellos que buscan respaldo político en lugar de sabiduría. El autor también menciona que la RAE se mueve lentamente porque su misión es respaldar palabras y usos que tienen un uso probado y generalizado. Además, destaca que la RAE no está sujeta a parlamentos, gobiernos o leyes, sino al uso real de la lengua. El autor menciona el ejemplo de los derechos homosexuales que critican a la RAE por no incluir la palabra "matrimonio" para referirse a la unión de personas del mismo sexo en el Diccionario Esencial. Sin embargo, la RAE espera que esta nueva acepción sea utilizada de manera generalizada antes de incluirla en el diccionario. El autor también menciona que las veintidós academias que conforman el diccionario coincidieron en que la expresión "matrimonio homosexual" contiene una contradicción etimológica. El autor critica la falta de atención del gobierno a los informes de la RAE y menciona que la Junta de Andalucía es especialista en cometer aberraciones lingüísticas.

Aceituneros y aceituneras

En este capítulo, el autor critica la influencia de la corrección política sobre la corrección lingüística, especialmente en relación con la Real Academia Española (RAE). Señala que algunos individuos y colectivos intentan imponer sus propias opiniones sobre el lenguaje, acusando a la RAE de no estar al día con los tiempos y de ser machista u homófoba. Sin embargo, el autor argumenta que un diccionario no puede ser manipulado según las decisiones políticas, ya que su función es registrar el uso real de las palabras en el habla de los hispanohablantes. Además, destaca que las palabras tienen su propia historia y evolución, y que no se pueden eliminar del diccionario general. El autor también critica la actitud de España hacia la lengua, olvidando que está sujeta a las reglas gramaticales y a las autoridades lingüísticas. Además, menciona que la RAE no crea ni moderniza el idioma, sino que lo estudia y administra con la ayuda de otras instituciones en España, América y Filipinas. El autor concluye que no se puede permitir que las ocurrencias de políticos o grupos minoritarios se adopten en el diccionario y se impongan a los hispanohablantes. Por último, el autor menciona a los asesores lingüísticos de la Junta de Andalucía como un ejemplo de disparate lingüístico, destacando su uso excesivo de lenguaje inclusivo en el Estatuto andaluz, a pesar de la opinión contraria de la RAE.

1.000 números, 703 artículos

En este capítulo, el autor reflexiona sobre el hecho de que este artículo es el número 703 de los que ha escrito desde 1993. Comenta que al principio, cuando aún era reportero, escribía varios artículos de golpe debido a sus constantes viajes. Sin embargo, ahora solo escribe tres o cuatro artículos a la vez cuando tiene un viaje largo. El autor también menciona que ha pasado setecientas dos semanas escribiendo para XLSemanal y que ha aprendido y perdido cosas a lo largo de los trece años. Reconoce que ha cambiado y se ha vuelto menos tolerante con ciertas cosas de las que solía burlarse. A pesar de esto, el autor encuentra consuelo en las cartas que recibe de los lectores, que le ayudan a seguir escribiendo. También destaca la lealtad de la empresa que publica sus artículos, a pesar de los problemas que han surgido debido a su contenido. El autor se siente orgulloso de los mil números de XLSemanal y agradece la libertad que ha tenido para escribir sin restricciones.

Miguel Hernández era un falócrata

En este capítulo, el narrador recibe un documento de su amigo Barlés en el que critica al poeta Miguel Hernández por ser fascista, machista y reaccionario. Barlés argumenta que Hernández debería haber escrito su poema "Vientos del pueblo" de acuerdo con las exigencias del Instituto de la Mujer, las feministas y el Gobierno español. A continuación, se muestra una versión modificada del poema que refleja esta perspectiva. El narrador señala que, aunque las "bueyas" no existen, se pueden inventar si es necesario. Además, sugiere que el Quijote también debería ser revisado para adaptarse a los estándares actuales. El narrador presenta una versión modificada del comienzo del Quijote que refleja esta idea.

2007

El pitillo sin filtro

En este capítulo, el narrador recuerda su infancia en Cartagena, donde solía escaparse de clase para ir al puerto y disfrutar del ambiente marítimo. Allí conoció a Paco el Piloto, quien se convirtió en su amigo y tuvo una gran influencia en su vida marinera. El narrador también recuerda a otros personajes portuarios de la época, que ya no existen en los puertos modernos. Recuerda cómo solía fumar sus primeros cigarrillos y pagar sus primeras cañas en las tabernas del puerto, mientras escuchaba historias fascinantes de contrabandos y viajes inventados. El narrador también recuerda un episodio en el que observaba a marineros extranjeros bajando de un barco de guerra y charlando con ellos. En particular, recuerda a un español que ofreció un cigarrillo sin filtro a un marinero estadounidense, demostrando su masculinidad y superioridad. Este gesto dejó una fuerte impresión en el narrador, quien pensó que en ese momento se vengaban Santiago de Cuba, Cavite y Trafalgar.

El síndrome Lord Jim

En este capítulo, el autor describe una tarde en un café en París, donde se siente relajado y feliz de estar lejos de los problemas de su país. Sin embargo, su tranquilidad se ve interrumpida cuando escucha a alguien preguntarle al camarero si habla español de manera grosera. Esto le hace recordar que los fantasmas del pasado lo persiguen sin importar dónde se encuentre. El autor reflexiona sobre cómo la buena educación y las buenas maneras están desapareciendo en el mundo actual, y cómo esto afecta a aquellos que fueron criados en una época en la que las personas se trataban con respeto. El autor también menciona un encuentro con una cajera inmigrante hispanoamericana en un supermercado, quien inicialmente era extremadamente amable y educada, pero con el tiempo se ha vuelto grosera y trata a los clientes de manera despectiva. Esto lleva al autor a concluir que incluso las personas educadas que vienen de fuera pierden sus modales en contacto con la realidad grosera de España.

Nadie dijo que fuera fácil

En este capítulo, el autor reflexiona sobre el mérito y el botín obtenido a lo largo de una larga campaña. Aunque el botín no sea tan dorado y brillante como se esperaba al inicio de la aventura, el autor asegura que es mucho más de lo que la mayoría de las personas obtendrán en su vida. Se destaca la importancia de abordar naves más allá de Orión y tener una mirada de los cien metros, que te hace diferente y te lleva más lejos que los demás. El autor reconoce que todas las dificultades y la falta de reconocimiento valieron la pena, ya que se descubrió a sí mismo y se dio cuenta de que las oportunidades estaban en uno mismo. Se menciona la importancia de la lectura y el conocimiento, y cómo enfrentar la hostilidad de los demás ayudó a crecer y ser más despierto y diferente. El autor celebra el hecho de estar lejos de la estupidez y la envidia de los demás, y tener la certeza de que se puede ser feliz a tu manera. Se destaca la importancia de la virtud y el aguante a lo largo de los años, y cómo la vida y las dificultades son las que enseñan. El autor menciona una experiencia reciente en el cine que le hizo llorar y reflexionar sobre los ideales y la falta de sentido en la sociedad actual. Se destaca la importancia de amar la literatura y el conocimiento, y cómo cada esfuerzo y cada libro son herramientas para romper los muros que nos rodean. El autor concluye animando a tener hijos que sean como uno mismo, personas inquietas, peligrosas y vivas que despierten a los demás.

Sobre mezquitas y acueductos

En este capítulo, el autor comienza expresando su conocimiento sobre cómo terminará la polémica sobre el uso islámico de la catedral de Córdoba. Asegura que, tarde o temprano, los musulmanes podrán orar en la antigua mezquita árabe. El autor comenta que, si fuera musulmán, también pediría que la Iglesia católica devolviera el patrimonio musulmán y que los descendientes de moriscos obtuvieran la nacionalidad española. Sin embargo, señala que el problema no está en quienes piden, sino en quienes dan y en la forma en que lo hacen. En España, según el autor, cualquier persona que tenga algo público que sostener está dispuesta a dar o regalar con tal de evitar ser etiquetada como reaccionaria, conservadora o antigua. El autor critica la actitud de dar sin cuestionar y menciona que en un país donde incluso los niños de las escuelas son adiestrados en el talante y la negociación, no sería absurdo unirse a la cola y pedir también. El autor menciona la mezquita de Córdoba como ejemplo y afirma que, si cuela, cuela. Luego, el autor destaca el hecho de que en España siempre haya gente dispuesta a debatir cualquier estupidez planteada, en lugar de simplemente ignorarla. El autor considera que esto es un problema y menciona que, debido a nuestra estupidez y cobardía, los musulmanes acabarán orando en Córdoba. El autor argumenta que las catedrales construidas sobre mezquitas o sinagogas son libros de piedra y representan la memoria viva de la cultura occidental. Sin embargo, señala que aquellos que no saben defender estas catedrales no merecen conservarlas. El autor menciona la importancia de recordar la historia y luchar por los derechos y obligaciones que se han conseguido a lo largo del tiempo. Critica a aquellos que se dejan influenciar por el qué dirán y el buen rollito, y afirma que merecen ser llamados puta cuando pasen frente a la mezquita-catedral.

El gudari de Alsasua

En este capítulo, el autor reflexiona sobre un mural callejero en Alsasua, Navarra, que muestra a un combatiente por la libertad y la independencia. Aunque el mural busca inspirar y ser un ejemplo para los jóvenes, el autor señala que la patria a la que se refiere no ha sufrido invasiones ni represiones cruentas como Irlanda. En cambio, España goza de un alto nivel de autonomía y autogobierno. El autor critica a aquellos que buscan paralelismos entre la historia irlandesa y vasca, sin tener conocimiento de las mismas. Luego, el autor plantea la pregunta de cómo es posible que dos individuos incultos y violentos hayan logrado captar la atención de toda España y dividir a la sociedad. En su opinión, ETA no es el problema real, sino que es solo un pretexto para que la ruindad y la miseria de la sociedad española se manifiesten. El autor critica la imbecilidad de los partidos políticos y la mala fe de los nacionalistas, pero afirma que ETA y sus consecuencias son solo síntomas de la incapacidad de la sociedad para obrar con rectitud. El autor describe a España como una nación enferma de sí misma, llena de rencor, envidia y codicia. Concluye que el problema no es ETA ni los políticos, sino la propia sociedad española, que seguiría siendo violenta y ruin incluso sin la presencia de ETA.

Conjeturas sobre un sable

En este capítulo, el narrador reflexiona sobre el comportamiento de los niños pequeños y cómo su aparente locura y comportamiento disparatado en realidad responde a impulsos y razonamientos lógicos. Mientras camina por la acera, observa a un niño de tres años que camina de manera torpe y aleatoria, emitiendo sonidos ininteligibles y llevando un sable de plástico en su anorak. El niño, en un arrebato homicida, comienza a blandir el sable y atacar al aire con entusiasmo, tropezando en el proceso. A pesar de las reprimendas de su madre, el niño continúa atacando a los transeúntes, hasta que finalmente su madre le quita el sable. El narrador le comenta a la madre que tal vez su hijo solo intenta defenderla, lo cual ella acepta. El narrador continúa su camino y, al encontrarse de nuevo con la madre y el niño, nota que el niño ha recuperado el sable. El narrador cruza la calle riendo, concluyendo que un sable puede ser tan educativo como un libro, dependiendo de quién lo ponga en las manos.

Tiempo de emperadores desnudos

En este capítulo, el autor reflexiona sobre la importancia de leer cuentos clásicos en lugar de historias vacías y políticamente correctas. Destaca la belleza y dureza de cuentos como "El patito feo" y "La niña de las cerillas", así como "El soldadito de plomo" con su trágico relato de amor, envidia, heroísmo, dignidad y muerte. Estos cuentos son una excelente introducción a la vida y sus circunstancias, permitiendo que los niños se familiaricen con la realidad. El autor menciona específicamente el cuento "El traje nuevo del emperador" como una lección sobre lo políticamente correcto y una crítica a la estupidez, la mentira y la infamia del mundo en el que vivimos. En este cuento, dos estafadores convencen al emperador de que pueden hacerle un traje invisible que solo los inteligentes pueden ver. A pesar de que nadie puede ver el traje, todos fingen admirarlo para no ser considerados tontos. Finalmente, un niño inocente revela la verdad y todos se dan cuenta de la farsa. Sin embargo, el emperador decide seguir adelante y mantener la apariencia, demostrando su estupidez al pretender ver algo que no existe. Los ministros y cortesanos continúan sosteniendo una cola inexistente mientras el emperador camina desnudo.

Oliendo a ajo

En este capítulo, el narrador relata cómo decidió tirar por la borda una serie de libros que estaba leyendo. El protagonista estaba navegando en un día soleado y tranquilo, con un libro en las manos. El libro en cuestión era el último de Dudley Pope, un escritor de novelas sobre la marina británica en tiempos de Nelson. Aunque el narrador reconoce que Pope es el menos talentoso de los escritores navales que ha leído, lo ha estado leyendo debido a su interés en el tema marítimo. Sin embargo, esta vez el libro de Pope, que se basa en un caso real de la deserción y recuperación de una fragata inglesa, comenzó a molestar al narrador. En las páginas de la novela, los personajes españoles son retratados como cobardes, sucios y perezosos, mientras que los ingleses son presentados como superhéroes patriotas. Esto enfurece al narrador, quien decide abandonar la lectura después de leer una afirmación falsa sobre la comunicación en el mar por parte de los españoles. En un acto de alivio extremo, el narrador baja a la cabina y tira por la borda los ocho libros de la serie de Pope. Aunque reconoce que su gesto no fue ecológico, se siente liberado de la infame prosa de los libros.

1490: comandos en Granada

En este capítulo, el autor reflexiona sobre la importancia de recordar los episodios históricos de España y critica la falta de reconocimiento y difusión de estos eventos. Menciona que está leyendo una biografía de Hernán Pérez del Pulgar, un valiente guerrero de la época de la Reconquista. El autor recuerda una hazaña legendaria de Pérez del Pulgar en la que lideró a quince escuderos en una audaz incursión nocturna en Granada en 1490. Después de planificar cuidadosamente la operación, Pérez del Pulgar y sus hombres se acercaron a la ciudad vestidos de negro y armados con armas ligeras. Mientras nueve de ellos se quedaron para proteger los caballos, Pérez del Pulgar y otros seis se infiltraron en la ciudad a través del cauce del río Darro. Guiados por un moro converso, llegaron a la mezquita mayor, que hoy es la catedral de Granada. Allí, Pérez del Pulgar clavó un cartel en la puerta proclamando la toma del lugar en nombre de los reyes católicos y por su propia valentía. Después de encender una antorcha, rezaron de rodillas antes de dirigirse a la Alcaicería para prenderle fuego. Sin embargo, uno de los hombres olvidó la mecha en la mezquita, lo que enfureció a Pérez del Pulgar. En medio del caos y la alarma, el grupo logró escapar de la ciudad y regresar a salvo. El autor destaca la valentía y audacia de Pérez del Pulgar y sus hombres, y lamenta que estos episodios históricos no sean reconocidos y enseñados en la actualidad.

Reciclaje, ayuntamientos y ratas de basurero

En este capítulo, el autor comienza hablando sobre la falta de conciencia ecológica en la Comunidad de Madrid, donde cuatro de cada diez ciudadanos no separan la basura correctamente. Se menciona una inspección que revela que hay más fotografías de contenedores que edificios en la ciudad, lo que demuestra la falta de compromiso de los ciudadanos con el reciclaje. El autor expresa su escepticismo sobre esta cifra y critica la falta de aplicación de las leyes y normativas relacionadas con el reciclaje. Luego, el autor confiesa que él mismo no ha estado reciclando últimamente y explica la razón detrás de su decisión. Descubre que algunos intermediarios están vendiendo parte de los materiales que él envió para reciclar, incluyendo páginas de textos con correcciones manuscritas y correspondencia privada. Aunque considera tomar acciones legales, decide esperar pacientemente para encontrar a los responsables y tomar venganza. También critica al ayuntamiento y a la empresa responsable por no garantizar el buen uso de los desechos domésticos y permitir que su vida privada sea expuesta públicamente. Como resultado, ahora mezcla todos sus desechos en una bolsa y los marca con las siglas QLRVPM, expresando su frustración hacia el sistema de reciclaje.

Esos barcos criminales, etcétera

En este capítulo, el autor reflexiona sobre la falta de aprendizaje en cuanto a los incidentes marítimos. Se menciona el caso del Ostjedik, un barco holandés que tuvo un problema en la costa gallega y que, afortunadamente, pudo ser resuelto gracias al viento favorable. Sin embargo, los armadores se quejan de tener que pagar los costos de los remolcadores y el espectáculo mediático que se generó alrededor del incidente. El autor critica que sean los políticos y no los expertos en la materia quienes informen sobre estos sucesos, y señala la falta de responsabilidad y conocimiento de los responsables de Marina Mercante y Salvamento Marítimo. Además, se menciona la hipocresía en torno a los intereses marítimos en España, donde los armadores son criminalizados y cualquier incidente es utilizado políticamente. También se critica la falta de apoyo a los armadores españoles y se menciona el caso del Sierra Nava, un barco que tuvo un incidente en Algeciras y fue multado sin que se investigara a fondo lo ocurrido. El autor concluye que la ministra de Fomento no tiene la capacidad ni el conocimiento para manejar estos temas y que, en el futuro, los barcos en apuros seguirán siendo tratados de manera vergonzosa.

`El Chaquetas’ y compañía

En este capítulo, el autor reflexiona sobre la corrupción política en España a raíz del arresto de un concejal en Alhendín, Granada. El autor afirma que no le importa si el concejal es culpable o no, ya que considera que este caso no es único y que hay muchos políticos corruptos en el país. El autor critica a los políticos en general, alegando que se puede juzgar su carácter moral por su apariencia, currículum y apodo. El autor menciona el caso de El Cachuli, un exalcalde de Marbella que resultó ser corrupto. El autor sostiene que lo importante no es el nombre del concejal arrestado, sino su apodo, "El Chaquetas", que según él refleja el tipo de político que es. El autor también menciona la falta de distinción entre los partidos políticos en términos de corrupción. Concluye que hay muchos políticos corruptos en España y que la sociedad los tolera o ignora.

Bandoleros de cuatro patas

En este capítulo, el autor reflexiona sobre la noticia que vio en la televisión sobre un ataque de perros asilvestrados a un aprisco de ovejas. Describe la escena desoladora de los pastores junto a los animales muertos o heridos, con el cuello deshecho y la carne ensangrentada. Según uno de los pastores, los perros excavaron bajo la valla metálica y se lanzaron a matar con ferocidad. La Guardia Civil logró capturar a dos de los perros, uno grande y poderoso, y otro pequeño y de aspecto arrepentido. Ambos fueron destinados a pruebas veterinarias y sacrificio. El autor compara a estos perros con presidiarios en el corredor de la muerte, uno valiente y el otro temeroso. El autor confiesa que la muerte de un perro siempre le afecta más que la de un ser humano, ya que considera que los perros son mejores que las personas. Reflexiona sobre la línea que separa a un perro heroico de uno malvado, y cómo los humanos influyen en su comportamiento. El autor también menciona las jaurías de perros asilvestrados que sobreviven en condiciones difíciles, abandonados por sus dueños. Para consolarse, el autor prefiere creer que los perros que atacaron el aprisco lo hicieron por venganza, como una jauría asesina formada por perros maltratados y abandonados. Considera que ser capturados por la Guardia Civil no es un mal final para ellos, ya que han sido devueltos a la libertad y a la vida salvaje. El autor concluye que los perros asilvestrados son víctimas de la injusticia y la maldad de los hombres.

El comercial Jesús Quesada y los colegas

En este capítulo, el autor habla sobre sus hábitos de ver televisión y menciona los programas que suele ver. Comenta que no ve mucha televisión, pero tiene la costumbre de ver una película en DVD o video todas las noches después de cenar. A veces incluso ve dos o tres películas si son capítulos de series de televisión que le gustan, como Los Soprano, El ala oeste de la Casa Blanca y Deadwood. También menciona una serie española que le gusta mucho, Cámera café, y elogia los guiones y el trabajo de los actores en ella. El autor destaca la actuación de Luis Varela, Carlos Chamarro, Daniel Albaladejo, Alex O'Dogherty, César Sarachu, Esperanza Pedreño y Arturo Valls en la serie. Además, el autor comenta que Jesús Quesada, interpretado por Arturo Valls, es su personaje favorito y lo considera un arquetipo de la sociedad española. Concluye expresando su deseo de que Cámera café siga teniendo éxito y que los lectores también la vean.

La princesa de Clèves y la palabra `patriota´

En este capítulo, el narrador menciona a un columnista llamado Frédéric Beigbeder, a quien admira por su forma de entender la cultura. Beigbeder comenta un juicio despectivo de Nicolas Sarkozy sobre la novela "La princesa de Clèves" de Madame de La Fayette. El narrador recuerda gratamente haber leído esta novela en la biblioteca de su abuela y destaca su elegancia y delicadeza. Beigbeder resalta la grandeza de esta historia de amor imposible, deseo y virtud, escrita con profunda psicología y prosa de belleza eterna. El narrador destaca la frase de Beigbeder: "Leer este libro lo vuelve a uno patriota". Luego, el narrador se pregunta cómo reaccionaría la gente en España si alguien afirmara que un libro los vuelve patriotas. El narrador menciona a varios políticos y se pregunta si podrían entender la conexión entre cultura y patria. El narrador concluye que en ocasiones desearía tener el nombre, la página y la patria de Beigbeder, incluso cambiaría a Sarkozy o Ségolène Royal por alguien de España.

La venganza de la Petra

En este capítulo, el autor reflexiona sobre la moda y cómo esta afecta a la sociedad. Comienza hablando de los pantalones vaqueros y cómo han evolucionado a lo largo del tiempo, pasando de ser simplemente lavados o sin lavar, a tener diferentes anchos de pata. El protagonista se queja de que los vendedores le dicen que ahora todos los pantalones vienen con dos centímetros más de ancho, lo cual no le gusta ya que él prefiere los pantalones normales y de toda la vida. El autor critica la moda y a quienes la inventaron, y se muestra frustrado al ver que todos en la calle llevan pantalones anchos debido a la lluvia. También menciona que a las mujeres les encantan los pantalones acampanados, aunque no les queden bien, solo porque están de moda. El autor concluye diciendo que los diseñadores de moda suelen proponer ideas extravagantes en las pasarelas, y que luego todos siguen esas tendencias sin cuestionarlas. Además, sugiere que los modistos tienen gustos y preferencias sexuales diferentes a los hombres comunes, y que se están vengando a través de la moda.

Eran los nuestros

En este capítulo, el autor comenta su interés en la película "300" y la polémica que ha generado sobre la corrección social del tema. Se mencionan las opiniones encontradas sobre el retrato de los persas y los valores de los espartanos. También se hace referencia a la crisis de valores entre la democracia occidental y otras culturas, así como a las alusiones al islam. Se destaca que, junto a análisis serios y académicos, ha habido una intensa agitación mediática que aplica clichés de lo políticamente correcto. El autor expresa su opinión personal, basada en su lectura de Heródoto, Diodoro de Sicilia y Jenofonte, y afirma que los espartanos eran héroes, independientemente de cómo se haya magnificado su hazaña o de cómo fueran sus enemigos. Se resalta que su sacrificio permitió la supervivencia de la sociedad y las ideas griegas, así como el desarrollo de Europa y la libertad individual. El autor concluye que aquellos trescientos hombres hicieron posible la libertad y eran "los nuestros".

Viejos maestros de la vida

En este capítulo, el autor reflexiona sobre la importancia de los mentores y veteranos en su vida profesional. Recuerda cómo, al principio de su carrera, siempre encontraba a alguien dispuesto a ayudarlo y guiarlo en su camino. Estos veteranos, llenos de experiencia y sabiduría, lo apoyaban sin esperar nada a cambio, solo porque le caía bien o veían en él el reflejo de lo que ellos fueron o quisieron ser. El autor se considera afortunado por haber tenido la oportunidad de aprender de estos mentores, quienes le enseñaron la importancia de ser humilde, preguntar y aprender de los demás. Agradece a todos aquellos que lo ayudaron a lo largo de su carrera y reconoce que cada éxito que ha tenido es gracias a ellos. Entre todos sus maestros, destaca a Pepe Monerri, quien le enseñó los rudimentos del periodismo y le dio su primera oportunidad de entrevistar a un político. Monerri le dijo que, cuando llevas un bloc y un bolígrafo en la mano, quien debe tenerte miedo es el alcalde a ti.

Insultando, que es gerundio (I)

En este capítulo, el autor reflexiona sobre cómo cada vez es más difícil insultar a las personas debido a las normas sociales y políticas que exigen un lenguaje más respetuoso. Aunque algunos argumentan que no es necesario insultar a nadie, el autor considera que el insulto es el único precio que algunos individuos pagan por los daños que causan. Sin embargo, el autor reconoce que solo insulta por escrito y que en la vida real es más cortés. El autor menciona que calificar a alguien de retrasado mental o utilizar palabras como subnormal o anormal ya no es aceptable debido a las connotaciones negativas que tienen. Esto dificulta la expresión de la estupidez o la imbecilidad de una persona. El autor también menciona que incluso insultos tradicionales como "soplagaitas" pueden ser considerados ofensivos por ciertos grupos. En resumen, el autor reflexiona sobre cómo las normas sociales y políticas dificultan el uso de insultos y cómo esto afecta la expresión de opiniones y la descripción de la realidad.

Insultando, que es gerundio (II)

En este capítulo, el autor reflexiona sobre la dificultad de insultar y utilizar palabras descalificadoras en la sociedad actual. Menciona casos reales en los que ha recibido críticas por el uso de términos peyorativos, incluso cuando estos no estaban dirigidos a ninguna persona en particular. El autor argumenta que esta sensibilidad excesiva limita la expresividad y dificulta la labor de aquellos que se dedican a escribir y contar historias. Además, critica los nacionalismos y localismos que también pueden generar polémica en el uso de ciertas palabras. El autor concluye que esta situación hace que sea cada vez más complicado expresarse libremente y utilizar un lenguaje más directo y contundente.

El presunto talibán

En este capítulo, el narrador comenta sobre una noticia que escuchó en la televisión. Se trata de la captura de un presunto talibán en Afganistán, quien supuestamente mató a una soldado española. El narrador se encontraba desayunando cuando escuchó la noticia y casi se atraganta de la risa. Imagina al individuo como un afgano típico, con barba, turbante y armado. Sin embargo, critica la forma en que los medios de comunicación y el ministro de Defensa lo llaman "presunto talibán", haciendo referencia a la presunción de inocencia y las garantías jurídicas. También menciona la reacción que podría tener el juez Garzón ante este caso. El narrador ironiza sobre la exportación de la democracia y la cultura occidental a Afganistán, y critica la forma en que se manejan los conflictos en el país. Además, comenta sobre la falta de reconocimiento a los soldados españoles que mueren en misiones humanitarias y la forma en que se presentan estas misiones en los anuncios de televisión. En resumen, el narrador cuestiona la forma en que se trata el tema del presunto talibán y critica la situación en Afganistán.

El vendedor de lotería

En este capítulo, el narrador comenta que desde que Alfonso, un anarquista que solía estar en la puerta del café Gijón, ya no está, él ya no juega a la lotería ni a ningún juego de azar. Aunque algunos de sus conocidos son aficionados a los juegos de azar, él nunca ha confiado en la suerte repentina que puede cambiar la vida. No sabe cómo funcionan la bonoloto o el euromillón y no tiene experiencia en marcar o rascar. Aunque le gustan los vendedores ambulantes de lotería, considera que están en peligro de extinción. En ciudades como Sevilla y Cádiz todavía se pueden encontrar vendedores tradicionales que ofrecen sus décimos con respeto y profesionalidad. El narrador describe su admiración por estos vendedores y cómo actúan con familiaridad y respeto hacia los clientes. Un día, el narrador se encuentra con uno de estos vendedores en un bar-restaurante en Torrevieja. El vendedor se acerca a cada mesa sin molestar a nadie y el narrador decide comprar un décimo. Después de la transacción, el vendedor se va con elegancia y el narrador no recuerda qué hizo con el billete de lotería.

Fantasmas de los Balcanes

En este capítulo, el narrador expresa su aversión hacia el tema de los Balcanes, específicamente Bosnia y Croacia. Evita cualquier noticia, conversación o recuerdo relacionado con esta región. La mención de los Balcanes despierta en él recuerdos dolorosos y sentimientos de ira y desesperación. Incluso el simple hecho de escuchar una lengua eslava lo pone tenso y nubla su memoria. Siente la necesidad de venganza por aquellos que no fueron vengados durante la guerra, y desprecia los juicios en La Haya por considerarlos insuficientes. El narrador culpa a los holandeses por su cobardía durante la masacre de Srebrenica y critica la indecisión de las Naciones Unidas. También menciona la incompetencia de Javier Solana, quien en ese momento era el negociador y ahora está a cargo de la política exterior de la Unión Europea. El narrador expresa su enojo hacia un libro que le enviaron sobre la matanza de Srebrenica, ya que le trae de vuelta los recuerdos y emociones negativas. Termina el capítulo recordando la imagen de un bosnio de Srebrenica a punto de morir, quien respondió con miedo a la pregunta de un serbio sobre si tenía miedo.

El taxi maldito

En este capítulo, el narrador sube a un taxi y se da cuenta de que hay otra persona en el asiento delantero, una joven rubia. Aunque no es agradable, decide no objetar y se sienta en el asiento trasero. El taxista resulta ser un joven macarra madrileño, conduciendo de manera brusca y discutiendo con su novia, la rubia. El narrador intenta distraerse leyendo un catálogo de libros, pero la música alta y los movimientos violentos del taxi dificultan su concentración. En un momento dado, el taxista hace una maniobra peligrosa y el narrador se golpea contra la rubia. La discusión entre el taxista y su novia continúa, mencionando a otras personas y aumentando de intensidad. Luego, el taxi tiene un altercado con el conductor de una furgoneta, intercambiando insultos. A pesar de todo esto, el narrador intenta mantener la compostura. Sin embargo, después de varios frenazos, el calor y las náuseas comienzan a afectarlo. Finalmente, llegan a su destino y el narrador se aleja rápidamente del taxi, dejando olvidado el catálogo.

Aquí no se suicida nadie

En este capítulo, el autor reflexiona sobre la impunidad de los políticos corruptos en España, comparándola con la forma en que se castigan estos delitos en otros países. Menciona el caso de un ministro de Sanidad chino que fue fusilado por corrupción y otro japonés que se suicidó por el mismo motivo. Aunque el autor no está a favor de la pena de muerte en general, no le preocupa la ejecución del ministro chino. Lo que realmente le indigna es la impunidad que existe en España para los sinvergüenzas, ya sean ministros o gorrillas de aparcamiento. Luego, el autor narra el caso del japonés, quien decide quitarse la vida para evitar el escándalo público y el deshonor. Sin embargo, en España, los políticos corruptos no parecen preocuparse por las consecuencias de sus actos, ya que incluso pueden ser reelegidos a pesar de los cargos de corrupción en su contra. El autor concluye que en España todos son presuntos de algo y que, en el peor de los casos, los políticos corruptos enfrentarán un juicio, algo de tiempo en prisión y luego podrán disfrutar de su vida. En resumen, el autor critica la impunidad de los políticos corruptos en España y compara esta situación con la forma en que se castigan estos delitos en otros países.

La hostería del Chorrillo

En este capítulo, el autor reflexiona sobre el poder de los libros para enriquecer los paisajes que visitamos. Menciona que al leer sobre determinados lugares, somos capaces de ver cosas que otros no pueden percibir. Por ejemplo, un islote en el Mediterráneo solo es una roca seca si no conocemos las peripecias de Ulises y sus compañeros. Además, menciona que la presencia española en Nápoles fue intensa y constante durante varios siglos, y que la ciudad está impregnada de referencias y recuerdos de España. El autor destaca la importancia de las lecturas adecuadas al visitar un lugar, ya que estas nos permiten adentrarnos en su pasado y su memoria. Finalmente, el autor compadece a aquellos que no son capaces de enriquecer el mundo con libros.

Aguafiestas de la Historia

En este capítulo, el autor expresa su irritación ante la tendencia actual de revisar y cuestionar reliquias y objetos históricos. Se queja de que cada vez que lee un periódico o ve la televisión, se encuentra con investigadores que utilizan tecnología avanzada para demostrar que muchas de estas reliquias son falsas. Menciona ejemplos como los huesos de Santa Romualda, que resultaron ser costillas de cabrito lechal, o el trozo de la Vera Cruz que resultó ser madera de eucalipto. El autor critica esta actitud de desacreditar todo y menciona el caso de la Sábana Santa, que ha perdido su valor incluso como tema para bestsellers. También menciona que incluso los grandes mitos no se salvan de ser cuestionados, como el caso de Juana de Arco, cuya autenticidad como doncella se pone en duda. Sin embargo, el autor reconoce que es razonable desenmascarar ciertos embustes que han fomentado la incultura y la superstición. Aunque también señala que los pueblos necesitan mitos y leyendas para construir su identidad y que no siempre es beneficioso desacreditarlos. El autor concluye que se debe aplicar el método de investigación con prudencia, ya que todos podríamos quedar desnudos si se desmontan todos los fraudes.

El día que cobraron los gabachos

En este capítulo, el autor nos habla sobre la batalla de Bailén, que tuvo lugar el 19 de julio de 1808. Se enfrentaron un ejército francés de 20.000 soldados que se retiraba hacia Despeñaperros y una fuerza de tropas regulares y paisanos españoles. Esta batalla fue el primer desastre napoleónico en Europa y la primera vez que un ejército imperial capituló. El autor menciona que este evento histórico no se enseña en las escuelas y critica la tendencia a olvidar las batallas en la historia española.

Aunque el autor reconoce que la batalla de Bailén fue un logro para los españoles, también señala que no fue un prodigio de competencia militar por parte de ninguno de los bandos. Hubo coraje y sacrificio, pero también errores y confusiones. A pesar de esto, los españoles lograron mantener sus posiciones y resistir los ataques franceses durante varias horas, incluso bajo un sol abrasador y sin agua.

El autor destaca que la batalla de Bailén fue significativa porque los españoles lograron detener el avance francés hacia Despeñaperros y Madrid. Además, menciona que la Guardia Imperial francesa sufrió una derrota en esta batalla, siete años antes de la famosa batalla de Waterloo.

El autor recomienda algunos libros para aquellos que deseen profundizar en el tema de la batalla de Bailén. También sugiere visitar el campo de batalla, que ha cambiado pero aún conserva huellas de aquel día. Además, menciona las recreaciones históricas que realiza la Asociación Napoleónica Española en Bailén cada año.

En resumen, este capítulo nos presenta la batalla de Bailén como un evento histórico importante en la historia de España, donde los españoles lograron una victoria significativa sobre el ejército francés. El autor critica la tendencia a olvidar las batallas en la historia española y destaca la importancia de recordar y aprender de estos eventos.

Mujeres como las de antes

En este capítulo, el narrador comenta con Javier Marías sobre la falta de mujeres como las de antes, tanto en el cine como en la vida real. Mientras caminan por Madrid, observan a varias mujeres y mencionan a actrices como Ava Gardner, Kim Novak y Sophia Loren. También recuerdan a sus madres y mujeres mayores de su época, con su estilo elegante y distinguido. Llegando a la calle Mayor, ven a una mujer rubia vestida de negro con poca gracia al caminar, lo que confirma su punto sobre la falta de estilo en las mujeres actuales. Concluyen que vestirse como una señora con elegancia no se improvisa, y que no basta con comprar ropa cara y zapatos de marca. El narrador menciona un chiste que ilustra este punto.

El espejismo del mar

En este capítulo, el autor reflexiona sobre su afición por leer revistas náuticas y expresa su descontento con las publicaciones españolas en comparación con las inglesas y francesas. Menciona que las revistas españolas se centran principalmente en la publicidad y en temas obvios y repetitivos, como el uso del radar o cómo arranchar para la invernada. Además, critica que las experiencias y realidades auténticas de los navegantes se ven eclipsadas por las fotos de restaurantes y caletas turísticas. El autor destaca la falta de información útil y práctica para enfrentar situaciones difíciles en el mar, como temporales o vías de agua. En contraste, las revistas extranjeras ofrecen artículos documentados y relatos náuticos que brindan enseñanzas valiosas. El autor concluye que cada persona tiene las revistas náuticas que desea y merece, y compara las portadas de las revistas españolas con las extranjeras para ilustrar la diferencia en enfoque y contenido.

La librera del Sena

En este capítulo, el narrador describe su París personal, que incluye museos, restaurantes, cafés y lugares emblemáticos como el Palais Royal y la casa de Víctor Hugo. Menciona la estatua del mariscal Ney y el león que los republicanos españoles pasaron durante la División Leclerc. También destaca la importancia de los buquinistas del Sena y cómo estos puestos de libros viejos le evocan recuerdos de su infancia y su pasión por la literatura francesa.

El narrador menciona a una mujer que siempre ha estado presente en sus visitas a París. La primera vez que la vio, era un joven y ella era una atractiva chica pelirroja que trabajaba en el puesto de libros de su padre. El narrador se sentía fascinado por ella, pero solo se atrevía a intercambiar saludos formales y preguntar el precio de los libros. La veía como inalcanzable y guardiana de los clásicos que tanto admiraba.

Con el paso del tiempo, el narrador y la mujer envejecen. El padre de la mujer muere o se jubila, y ella se convierte en la encargada del puesto. A pesar de que el narrador la ve durante años, ella nunca parece reconocerlo. Sin embargo, un día, después de comprar un libro, el narrador se queda conversando con ella y descubre que no es como la imaginaba. La encuentra superficial y poco inteligente, hablando de dinero y clientes con frivolidad. Después de una pausa incómoda, el narrador se despide y camina por la orilla del Sena, sintiendo cómo se desvanece una vieja sombra de juventud.

Han pasado más de veinte años desde ese encuentro y la mujer sigue allí, junto al Sena. El narrador la ve de lejos, pero ya no se detiene en su puesto. En su última visita, la ve sentada, leyendo, y no puede reconocer en ella a la chica pelirroja de antes. Tampoco se reconoce a sí mismo en el hombre que la mira desde el escaparate de un anticuario.

Sobre borrachos y picoletos

En este capítulo, el narrador cuenta la historia de su amigo, un guardia civil de tráfico en Extremadura. El amigo se queja de la falta de medios y autoridad para sancionar a conductores ebrios. Explica que solo pueden detener al conductor y llamar al equipo de Atestados de Tráfico para realizar la prueba de alcoholemia. Sin embargo, en su zona solo hay un equipo de Atestados, lo que significa que tienen que esperar varias horas para que lleguen. Durante este tiempo, tienen que lidiar con conductores impacientes y a veces agresivos. Por lo tanto, a menudo recurren a argucias legales para sancionar a los conductores y apartarlos de la circulación. El amigo sugiere que sería más efectivo equipar a las patrullas con etilómetros sencillos y realizar comprobaciones de síntomas para detectar a los conductores ebrios. También critica las sanciones actuales y propone una legislación más dura, como la prisión para aquellos que conducen sin carnet o atropellan a alguien bajo los efectos del alcohol. Además, sugiere la expulsión automática del país para los infractores inmigrantes. El amigo concluye que la verdadera forma de combatir el alcohol en la carretera es hacer que los conductores ebrios teman a la Guardia Civil. Sin embargo, lamenta que los políticos no estén dispuestos a tomar medidas más drásticas.

Cortos de razones, largos de espada

En este capítulo, el autor responde a una carta de un joven lector que ha disfrutado de la última aventura de Alatriste, pero ha encontrado un detalle que considera poco riguroso y poco creíble. Se refiere al hecho de que una galera española esté tripulada por soldados vizcaínos que combaten al grito de "Cierra, España". El joven considera que esto parece forzado y que se ha incluido para demostrar la integración de los vascos en las fuerzas armadas españolas. El autor explica que el personaje de Machín de Gorostiola y su compañía de infantería vizcaína son ficticios, pero están inspirados en el capitán Machín de Munguía y sus soldados, que pelearon contra galeras turcas en La Prevesa. Además, aclara que el grito de "Cierra, España" era una consigna de ataque habitual en la infantería española y que muchos soldados vizcaínos formaban parte de ella. El autor critica a quienes manipulan la historia y niegan la participación de los vascos en las empresas españolas por tierra y mar. Destaca la presencia de vascos en importantes batallas y acciones militares, tanto en Europa como en las colonias españolas. Concluye que no ha inventado nada y que el único invento es el negocio perverso de aquellos que ocultan la verdadera historia de la patria vasca y de España en general.

Sombras en la noche

En este capítulo, el narrador relata un incidente que ocurrió en alta mar durante la noche. Mientras el viento fuerte tensa la cadena del ancla, el patrón de un velero cercano amarra su neumática al barco del narrador y pide ayuda. Sin verse las caras ni intercambiar nombres, trabajan juntos para solucionar el problema y luego el patrón se va. Reflexionando sobre esta experiencia, el narrador se da cuenta de que en tiempos pasados era común relacionarse en la oscuridad, ya que las ciudades tenían poco o ningún alumbrado público. Esto le lleva a recordar otros momentos de su vida en los que interactuó con personas sin ver sus rostros, solo escuchando sus voces o percibiendo su presencia. El narrador concluye que no es una mala forma de ser recordado, como una sombra en la oscuridad.

Entrámpate tío

En este capítulo, el narrador se encuentra molesto por una publicidad bancaria que ha recibido en el correo. Se trata de un folleto dirigido a los usuarios de tarjetas de crédito jóvenes, en el cual el banco ofrece una oferta de crédito abyecta. El reclamo inicial del folleto es "Domicilia tu nómina y vete de viaje", lo cual no parece ser un problema. Sin embargo, más adelante se menciona que se puede obtener un bono de 300 euros para viajar a la ciudad soñada. El narrador considera que esto no es edificante, ya que en lugar de aconsejar ahorrar para el futuro, se alienta a gastar la nómina en viajes. Además, el folleto ofrece un crédito de hasta 30.000 euros para lo que uno quiera. Sin embargo, más adelante se especifica que lo que un joven necesita con más urgencia es un coche nuevo, una moto, un ordenador o el viaje de su vida. El narrador critica que el banco incite a los jóvenes a endeudarse durante diez años para comprar cosas innecesarias. Además, si se domicilia la nómina y se adquiere el crédito para el coche, el banco también ofrece la posibilidad de obtener una Wii a un costo adicional. El narrador se siente indignado por esta oferta y termina el capítulo llamando "hijos de puta" a los responsables de la publicidad.

Ava Gardner Nunca Mais

En este capítulo, el autor responde a las críticas recibidas por su artículo anterior en el que expresaba su nostalgia por las mujeres elegantes y atractivas de antes. Explica que no se refiere al contenido de las personas, sino a su apariencia física. Asegura que la mayoría de los hombres prefieren mujeres con curvas y atributos físicos llamativos. Además, afirma que lo que realmente atrae a las mujeres no son los hombres que se hacen los malos, sino aquellos que conservan rasgos de cazadores y guerreros. El autor también menciona que no se trata de gordas o flacas, sino de cómo se visten y se presentan. Critica a las mujeres que se visten de manera inapropiada, sin ducharse y sin modales, imitando a personas vulgares de la televisión. Por último, responde a una lectora que se pregunta por qué tiene que vestirse de manera elegante si pasa el día trabajando y cuidando de sus hijos. El autor argumenta que no es obligatorio, pero que las buenas maneras y el buen gusto son importantes tanto para hombres como para mujeres. Concluye que la plataforma Ava Gardner Nunca Mais permite valorar a las mujeres que combinan trabajo y familia con elegancia y buenos modales.

El hispanista de la No Hispania

En este capítulo, se menciona el último libro del historiador inglés Henry Kamen, en el cual detalla sus descubrimientos sobre la inexistente realidad nacional de España. Según Kamen, la cultura nacional española no existió hasta el siglo XX y lo que se considera como cultura nacional desde la antigüedad hasta la actualidad no es más que "verduras de las eras". El autor también menciona al novelista Diego Alatriste, quien es aludido por Kamen al afirmar que escribe sobre la glorificación legendaria de una España que nunca existió. Sin embargo, el autor argumenta que no se trata de glorificación, sino de épica, y menciona diferentes eventos históricos en los que España ha demostrado su valentía y patriotismo. Además, se critica a Kamen por negar la existencia de España como nación secular y cultura nacional, ya que esto implica ignorar la historia y los diferentes aspectos que han definido a España a lo largo del tiempo. Aunque se reconoce que España tiene problemas como envidia, incompetencia y mala fe, se considera que no es necesario que un hispanista inglés lo mencione, ya que es algo que se sabe de sobra.

La compañera de Barbate

En este capítulo, el autor narra una anécdota en la que estuvo a punto de pelearse con un periodista de la prensa sensacionalista. El incidente ocurrió cuando salía a cenar con una supermodelo francesa y un fotógrafo intentó tomarles una foto. El autor se molestó cuando el paparazzo lo llamó "compañero", ya que consideraba que no tenían nada en común. Después, el autor recuerda un incidente reciente en el que una reportera de televisión cubría un accidente de un barco pesquero. A pesar de la tragedia y la angustia de las familias de los tripulantes desaparecidos, la reportera se comportaba de manera frívola y superficial, como si estuviera en un programa de entretenimiento. El autor se sorprende de que nadie le haya quitado el micrófono a la reportera y reflexiona sobre el poder de la televisión y la resignación de la gente humilde.

Esa alfombra roja y desierta

En este capítulo, el autor comenta su relación con el mundo del cine a través de sus amigos que han hecho películas basadas en sus novelas. Aunque algunas de estas películas han tenido éxito, otras no. El autor no se preocupa por la taquilla, pero desea que a sus amigos les vaya bien. Sin embargo, el autor tiene opiniones personales sobre algunas de estas películas, llegando incluso a desear hacerle daño físico a un director. El autor menciona que tiene experiencia en el mundo del cine y se ríe cuando escucha a personas del gremio hablar sobre la industria cinematográfica española y la solidaridad entre actores, directores y productores. El autor promete contar en detalle cómo se hacen las películas en España y cómo algunas películas de baja calidad han logrado obtener financiamiento. También menciona anécdotas sobre cómo se reparte el dinero de las televisiones y cómo algunos productores han arruinado la industria. El autor critica la falta de solidaridad en el cine español y cómo los estrenos en España no tienen el glamour y la asistencia de celebridades que se ven en otros festivales internacionales. En España, solo van al estreno los actores y el director, y el autor critica la falta de apoyo mutuo en la industria. El autor concluye que la industria cinematográfica en España ya no tiene glamour y que lo único que importa a los productores es el éxito de su propia película.

La sombra del vampiro

En este capítulo, el autor comienza hablando sobre la dificultad de recomendar libros para jóvenes, ya que la palabra "jóvenes" es ambigua y peligrosa. Sin embargo, menciona que la diferencia entre un libro para jóvenes y uno para adultos radica en la edad del lector. Luego, el autor menciona que hay una novela que recomienda sin dudar, ya que todos sus lectores, jóvenes y adultos, la elogian con entusiasmo. Esta novela es "Drácula" de Bram Stoker, que fue escrita hace ciento diez años. El autor destaca la modernidad de esta novela, que combina leyendas medievales, supersticiones y vampirismo de una manera impecable. La historia se desarrolla a través de cartas, diarios íntimos, recortes de prensa y grabaciones fonográficas, lo que le da un estilo único. Además, el autor elogia a los personajes complejos y humanos de la novela, especialmente al conde Drácula, cuya sombra se extiende sobre toda la historia. El autor concluye afirmando que "Drácula" es una novela magnífica que no deja indiferente a ningún lector, y recomienda que se lea y se comente en clase.

Patriotas de cercanías

En este capítulo, el autor comenta sobre las cartas que recibe, especialmente las que son de tono virulento y provienen de feministas extremas y nacionalistas. Aunque estas cartas no le afectan, destaca que las más problemáticas son las que provienen de los nacionalistas, quienes se ofenden cuando él menciona asuntos históricos. El autor critica la actitud de estos nacionalistas, quienes se creen dueños de la historia y no permiten que se hable de ella si no coincide con su visión. Además, menciona que algunos de estos nacionalistas son inteligentes y argumentan con seriedad y autoridad, pero desmienten todo lo que se les presenta, ignorando siglos de conocimiento acumulado. El autor también menciona que algunos amenazan con dejar de leerlo por su postura española y lo insultan. Sin embargo, el autor no se preocupa por perder a estos lectores y los invita a leer a su "puta madre".

Iker y el escote de Lola

En este capítulo, el narrador, junto con su amigo Iker, se encuentran en un bar y Iker expone su visión sobre la política en España. A sus diecisiete años, Iker ha pasado la selectividad y ha tenido una novia extranjera con la que hablaba de política. Iker se sorprende de lo claro que tenía su novia las cosas en cuanto a política en su país, donde si eres rico o de clase media y tienes piel rosa y vives en un barrio de Mujeres Desesperadas, eres del partido republicano, y si eres minoría, clase baja, paria de la tierra, abortista o eutanásico, eres del partido demócrata. Sin embargo, en España, según Iker, es más difícil, ya que si piensas que la Conferencia Episcopal estaría mejor donde los jesuitas, debes votar a Alicia en el País de las Maravillas y asumir que España es un concepto discutido y discutible. Si crees que Educación para la Ciudadanía es un delirio, debes aplaudir a Acebes y tragar ladrillo envuelto en banderas españolas. Además, si se trata de periferia histórica, debes adaptarte a cada versión local de la palabra patriota subtitulada con clientelismo y demagogia. Mientras tanto, las grandes tiendas están llenas y todo el mundo necesita de todo a todas horas. Iker se pregunta qué hacer en esta situación y si solo les queda encerrarse con sus libros como los republicanos cultos del 36 o los alemanes y austriacos que negaban la llegada de la tormenta. Iker se queja de que solo les dejan opciones que no desean, como los partidos de tercera vía que parecen la segunda parte coreana de Titanic. Por un lado, se niega a vivir en un mundo gobernado por turistas de Código da Vinci y tontasdelculo del Hay Tomate, pero por otro lado, quiere seguir votando y exigiendo. Iker quiere seguir ilusionado, enamorado, ciudadano, con sangre en las venas, pero se pregunta qué han hecho los políticos con ellos. Iker menciona las historias que su abuelo le contaba sobre el periodo del 36 al 39, y cómo ahora su abuelo está en una residencia y ya no le importa nada. Iker no quiere acabar así y le asusta envejecer en una España triste. Además, Iker menciona que la idea de que en España se vive con miedo y oprimidos es mentira, y que en las escuelas apenas hay adoctrinamiento nacionalista. Iker concluye diciendo que le toca votar por primera vez en marzo y que cuando las situaciones difíciles lleguen, se reirá como un loco.

Inocentes, pero menos

En este capítulo, el autor reflexiona sobre la confusión entre inocencia e ignorancia. Observa cómo los seres humanos, en su estupidez y desinterés por las realidades físicas del mundo, creen poder alterar las leyes naturales. Sin embargo, cuando el Universo muestra su poder, la arrogancia humana se desvanece. El autor menciona los estragos causados por las inundaciones y cómo las construcciones humanas son destruidas por las fuerzas de la naturaleza. A pesar de esto, la sociedad busca culpables y exige indemnizaciones, considerándose víctimas inocentes. El autor argumenta que siempre ha habido desastres naturales y que las personas solían vivir en lugares seguros, conscientes de los peligros. Sin embargo, en los últimos años, la sociedad ha decidido ignorar estos peligros por conveniencia, construyendo en zonas de riesgo. El autor critica esta actitud y señala que la sabiduría y la información están al alcance de todos, por lo que no hay excusa para la ignorancia. A pesar de esto, las personas eligen ser ignorantes y solo reaccionan cuando se ven afectadas personalmente. En ese momento, se consideran víctimas inocentes y buscan culpables y soluciones externas. El autor concluye que la sociedad occidental ha optado por la ignorancia deliberada, lo que lleva a situaciones desastrosas y a buscar responsabilidades en otros.

La moneda de plata y el tigre del Norte

En este capítulo, el narrador le entrega a Jorge Hernández una moneda de plata que le debe desde hace mucho tiempo. La moneda es una pieza de ocho reales, acuñada en 1769 en México. Jorge la estudia y finalmente comprende su significado, sonriendo. Están comiendo en un restaurante en Madrid y Jorge no muestra señales de cansancio después de haber pasado cuatro horas en el escenario la noche anterior con su grupo, los Tigres del Norte. El narrador destaca la fama y el éxito de los Tigres del Norte, quienes son pioneros del narcocorrido y de la canción social de la frontera. El narrador también menciona que él estuvo en el concierto de la noche anterior y describe la emoción del público. A pesar de su éxito, Jorge sigue siendo humilde y recuerda su infancia pobre en Sinaloa. El narrador reflexiona sobre la lealtad de Jorge hacia sus raíces y cómo conserva su calidez humana a pesar de ser una superestrella. Luego, el narrador y Jorge leen los periódicos que muestran fotos del concierto y comentan sobre una canción inspirada en una narcotraficante real, que el narrador utilizó en su novela. El narrador se alegra de que se estén construyendo leyendas a través de la música y la literatura.

Fantasmas entre las páginas

En este capítulo, el autor reflexiona sobre el concepto de ex libris y expresa su desinterés en tener uno. Considera que los libros son posesiones efímeras y que pretender amarrarlos a nuestra existencia es inútil y triste. Como amante de los libros usados, siente una melancolía al reconocer las huellas de las vidas anteriores que pasaron por esos libros. Aunque no desea ser uno de esos fantasmas, entiende que tarde o temprano llegará el momento en que sus libros vuelvan a las librerías de viejo. Por esta razón, no quiere que su nombre sea descubierto en un libro polvoriento en el futuro. Por tanto, se esfuerza en eliminar cualquier rastro de su paso por los libros que abandona, aunque sabe que un lector atento podría reconocer su huella en pistas sutiles.

20, 15, 750

En este capítulo, el autor celebra el aniversario de su artículo número 750 y reflexiona sobre su permanencia en la revista durante 20 años. Explica que no hará un balance extenso de su trayectoria, ya que lo hizo en un artículo anterior. El autor menciona que sigue escribiendo porque disfruta haciéndolo y recibe cartas entrañables de los lectores. También destaca la lealtad de los editores de la revista. A continuación, agradece a sus compañeros de trabajo actuales y pasados, mencionando algunos nombres como Ángeles Caso, Marina Mayoral, Antonio Muñoz Molina y Javier Marías. El autor destaca la amistad que ha desarrollado con Javier Marías y menciona que cuando sus artículos desagradan a alguien, las críticas recaen en Marías, lo cual le divierte. Luego, el autor agradece al equipo de personas que se encargan de que sus artículos sean publicados cada semana, mencionando a algunos de ellos por su nombre. Finalmente, el autor celebra las dos décadas de su carrera y expresa su deseo de que la revista continúe con éxito en el futuro.

La estupidez también fusiló a Torrijos

En este capítulo, el autor reflexiona sobre el largo tiempo perdido y el injusto olvido de la gran pintura histórica del siglo XIX en España. Critica a la intelectualidad oficial que contribuyó a mantener oculta esta pintura, marcándola como reaccionaria y anticuada. El autor menciona que durante el franquismo, esta pintura fue contaminada por la mala índole y la fanfarria patriotera, lo que llevó a su descrédito social posterior. Sin embargo, ahora que el museo del Prado ha ampliado sus instalaciones y ha dado reconocimiento a esta pintura, los mismos críticos que antes la despreciaban ahora la elogian. El autor considera que esta actitud es oportunista y que estos críticos solo buscan aprovecharse de la actualidad mediática del museo. A pesar de esto, el autor destaca la importancia de que finalmente se expongan al público estas obras maestras y anima a los lectores a visitar el nuevo museo del Prado para apreciarlas.

Abordajes callejeros y otras situaciones

En este capítulo, el autor reflexiona sobre su actitud cortés hacia las personas que se le acercan en la calle. Aunque no llega al nivel de cortesía de Heinrich Heine, el autor siempre trata de ser amable y educado con aquellos que lo abordan. Incluso interrumpe sus actividades para saludar y firmar autógrafos, incluso cuando no está de humor para la vida social. Sin embargo, a veces la falta de oportunidad de las personas puede desarmar su cortesía. Recuerda una ocasión en la que tuvo que rechazar a una señora en Valencia porque llegaba tarde a una cita de trabajo, y ella se enfadó. También menciona un incidente en el que un turista no aceptó su explicación de que no era apropiado tomarse una foto con flash en la catedral de Granada. Aunque en general trata de mantener la compostura, admite que en una ocasión mandó a alguien a hacer puñetas. Pero nada de esto se compara con lo que le sucedió en un bar de Cartagena, cuando un hombre lo reconoció en el baño y le estrechó la mano por encima del panel de mármol, mientras ambos estaban ocupados en sus asuntos.

Los presos de la Cárcel Real

En este capítulo, el autor nos cuenta una historia histórica que ocurrió el 2 de mayo de 1808 en Madrid, durante la insurrección contra las tropas francesas. Todo comenzó con una carta escrita por Francisco Xavier Cayón, uno de los presos de la Cárcel Real de Madrid, en la que pedía ser liberado para luchar contra los extranjeros. Sorprendentemente, la solicitud fue aceptada y se les permitió salir a la calle. De los 94 presos, 38 decidieron quedarse en la cárcel y 56 se unieron a la revuelta. Estos presos eran personas peligrosas y violentas de los barrios más pobres de Madrid. Se unieron a la multitud en la plaza Mayor y atacaron a los soldados franceses. Durante la pelea, se unió a ellos otro preso llamado Mariano Córdova, que venía buscando problemas. Después de enfrentarse a los soldados, los presos se dispersaron por las calles del barrio, luchando y buscando sobrevivir. Al final, el peruano Córdova y Francisco Pico Fernández murieron, y Domingo Palén resultó herido. Dos presos más desaparecieron y se cree que murieron. Sin embargo, lo más sorprendente es que de los 52 presos restantes, solo uno no regresó a la cárcel. Los otros 51 volvieron solos o en pequeños grupos, exhaustos y ensangrentados, pero con una sonrisa satisfecha en sus rostros. Cumplieron su palabra y regresaron a la cárcel como caballeros.

Corsés góticos y cascos de walkiria

En este capítulo, el autor comienza hablando de su falta de interés por la música, excepto cuando las canciones cuentan historias. Nunca le gustó la música metal, ya que consideraba que era ruido marginal y con letras que no le interesaban. Sin embargo, reconoce que siempre le cayeron mejor los metaleros que los artistas pop, ya que los primeros transmiten rabia y autenticidad.

Pero lo que realmente quiere hablar en este capítulo es sobre la música metal. Aunque al principio pensaba que era solo basura analfabeta, ha descubierto que hay composiciones dignas de estudio y respeto. Sorprendentemente, ha encontrado referencias literarias, históricas, mitológicas y cinematográficas en las letras de algunas bandas de metal. Desde las Térmópilas hasta Sarajevo o Bagdad, pasando por las Cruzadas, la conquista de América o Lepanto, hay historias que se entrelazan con la música metal.

El autor menciona a Iron Maiden y su canción "Alexander the Great" como ejemplo de una banda que ha visto buen cine y leído buenos libros. También destaca la presencia de la mitología en el metal, con grupos como Virgin Steele que exploran el mundo griego y precristiano. Además, menciona la influencia del cine épico, de terror y de ciencia ficción en las letras metaleras, así como la presencia de referencias literarias como "El señor de los anillos" o "El cantar del Cid".

El autor concluye que la música metal es un mundo rico y fascinante, donde muchos jóvenes españoles encuentran una forma de acercarse a la cultura que les es negada por la sociedad. Destaca el ejemplo del grupo Tierra Santa y su balada sobre el poema "La canción del Pirata", que logró que miles de jóvenes reciten a voz en grito a Espronceda en sus conciertos.

Permitidme tutearos, imbéciles

En este capítulo, el autor critica duramente a los responsables políticos y educativos de España por el estado de la educación pública en el país. Se refiere a ellos como "cuadrilla de golfos apandadores" y los acusa de ser responsables de la falta de conocimiento y comprensión de los jóvenes españoles. El autor menciona que se han eliminado asignaturas como el latín, el griego, la historia y la literatura, lo que ha llevado a un país cada vez más inculto. Además, critica la falta de autocrítica y la impunidad de los responsables políticos, quienes culpan a la Ley de Educación de Maravall y Solana, ignorando su propia responsabilidad en el deterioro de la educación pública. El autor también critica las declaraciones de la ministra de Educación, quien afirma que el sistema educativo español funciona bien y que los jóvenes tienen su propio lenguaje en el chat y los mensajes de texto. El autor concluye que la educación de las generaciones futuras dependerá de la educación de sus padres, formados por los ministros y ministras actuales, lo que considera un desastre. En general, el autor muestra su indignación y preocupación por el bajo rendimiento educativo en España y critica a los responsables políticos por su falta de acción y responsabilidad.

Dos chicos y una moto

En este capítulo, el narrador está conduciendo de noche bajo la lluvia por una carretera de Madrid al Escorial. En su camino, se encuentra con dos jóvenes en una motocicleta que van inclinados hacia delante bajo la lluvia. A pesar de no estar equipados para la carretera, los chicos continúan su trayecto con determinación y valentía. El narrador reflexiona sobre su propia juventud y la emoción de montar en moto en la oscuridad. A medida que adelanta a los chicos, les desea suerte y espera que lleguen sanos y salvos a su destino. El narrador termina su adelantamiento y continúa su camino, deseando que los chicos encuentren todo lo que esperan en su noche de aventura.

2008

El regreso de Manolo

En este capítulo, el autor comienza contando un chiste que le contaron el día anterior, ya que necesita llenar espacio en su artículo debido a las festividades. Luego, narra un microrrelato o chascarrillo en homenaje a los anónimos genios españoles que nos brindan material cómico. El relato trata sobre un hombre llamado Manolo que regresa a casa después de una noche de fiesta y excesos. Al mirarse en el espejo del vestíbulo, se horroriza al ver su aspecto desaliñado y lleno de marcas de la noche anterior. Preocupado por cómo explicarle esto a su esposa, sube al ascensor y entra en su casa. Sin embargo, su esposa lo recibe con enojo y le pregunta de dónde viene en ese estado. Manolo intenta justificarse diciendo que acaba de pelearse con un payaso.

Una foto en la frontera

En este capítulo, el autor guarda una vieja portada del diario ABC que muestra una foto tomada en el Sáhara el 5 de noviembre de 1975. En la foto, se ve un Land Rover con soldados encima, y uno de ellos resulta ser el propio autor cuando tenía 23 años. Vestido con el uniforme prestado por los territoriales, el autor pudo acompañar a los soldados en sus patrullas y contar lo que sucedía en la frontera, a pesar de las órdenes del Gobierno de controlar a los periodistas. El autor menciona que el control de los periodistas no era solo una rutina, sino que se montó para justificar la entrega del Sáhara a Marruecos. Agradece a los territoriales por su ayuda y menciona que uno de ellos, llamado Diego Gil Galindo, era uno de sus héroes. El autor vivió clandestinamente en el cuartel de Diego y sus compañeros, quienes lo cuidaron y le permitieron transmitir sus crónicas. El autor recuerda varias experiencias intensas y episodios singulares que vivió junto a los territoriales, incluyendo incursiones clandestinas en Marruecos y una vez en la que el teniente Albaladejo lo defendió de un ataque. El autor también menciona las lágrimas de Diego Gil Galindo cuando recorrieron El Aaiún por última vez antes de que fuera entregado a las tropas marroquíes. El autor revela que Diego falleció recientemente y que su hija lo llamó para informarle. A pesar de haberse visto solo una vez en 32 años, el autor guarda un recuerdo agridulce de su amistad con Diego y del Sáhara. El autor espera que Diego haya llegado a donde quería y que esté reunido con sus viejos camaradas en el bar de oficiales en la eternidad. El autor desea que, esta vez, le reserven un lugar en el Land Rover.

Robin Hood no viaja en avión

En este capítulo, el autor expresa su frustración y descontento con los controles de seguridad en los aeropuertos. Se queja de las incomodidades y humillaciones a las que se ve sometido en nombre de la seguridad. Incluso menciona que viajar sin equipaje facturado se ha convertido en una pesadilla debido a las restricciones en los controles. Critica la paranoia exagerada de los sistemas de seguridad y la falta de lógica en algunas de las medidas implementadas. El autor también menciona situaciones absurdas presenciadas en los aeropuertos, como personas obligadas a caminar descalzas o deshacerse de objetos inofensivos. Además, relata anécdotas personales en las que se encontró con empleados de seguridad poco inteligentes y pasajeros con actitudes irresponsables. Finalmente, narra una situación en la que un joven intenta pasar por el control de seguridad con un arco, y el vigilante de seguridad se niega a permitirlo, argumentando que es un arma. El autor reflexiona sobre la exageración de esta medida y la falta de sentido común en los controles de seguridad.

Siempre hay alguien que se chiva

En este capítulo, el autor reflexiona sobre la práctica de delatar a los demás y cómo esto es una muestra de la condición humana. Comenta que no debería sorprendernos que la gente se chive, ya que es algo que ocurre en todas partes. El autor menciona que en la escuela ya se pueden ver indicios de esta conducta, que luego se perfecciona en la vida adulta. A veces, el chivato busca beneficios directos, como dinero o venganza, pero otras veces lo hace por razones más oscuras e impulsivas. El autor plantea que el hombre delata debido a su naturaleza cobarde y social. Además, comenta que esta práctica no es exclusiva de ciertas latitudes, sino que también ocurre en España. Aunque puede haber diferencias en las motivaciones, como el instinto gregario o la reverencia al poder, el autor señala que la competencia profesional, la ambición y el resentimiento equilibran la balanza. El autor menciona ejemplos históricos de delaciones en España, desde la época del franquismo hasta la Guerra Civil. También critica a aquellos ciudadanos que, en lugar de denunciar la delación, prefieren quedarse callados y mirar hacia otro lado. Para el autor, lo peor no es el chivato en sí, sino aquellos que intentan congraciarse con ellos.

Dos banderas en Tudela

En este capítulo, el narrador y su amigo Carlos se encuentran en un bar llamado Lola, disfrutando de música tranquila y conversando sobre aniversarios. Carlos cuenta su experiencia en Tudela, donde el Ayuntamiento conmemoró el 199 aniversario de una batalla entre españoles y franceses. A pesar de la valentía y decencia de los españoles, la batalla fue caótica y mal coordinada, resultando en muchas bajas y la victoria francesa. El narrador y Carlos brindan en memoria de los caídos y lamentan la triste suerte de aquellos que corrieron hacia la salvación. Carlos menciona que en la conmemoración, el Ayuntamiento invitó a asociaciones de recreación histórica para educar a los niños y adultos sobre lo sucedido. El narrador reflexiona sobre cómo esta lección de historia debería inspirar a las personas a aprender más sobre el pasado. Carlos también menciona un episodio en el que un matrimonio francés se puso de pie al escuchar el himno nacional francés durante el izado de las banderas en Tudela, mientras que los españoles presentes no mostraron el mismo respeto hacia su propio himno. Esto lleva a Carlos a sentir vergüenza y a pensar que los franceses han vuelto a ganar.

El turista apático

En este capítulo, el autor reflexiona sobre su actitud como turista y su falta de interés por visitar lugares turísticos famosos. Comienza describiendo cómo se encuentra sentado en un café en la plaza de San Marcos en Venecia, observando a la gente que hace cola para subir al campanario. Aunque nunca ha subido allí, afirma que conoce bien la ciudad pero no sabe cómo se ve desde arriba. El autor confiesa que no es aficionado a las alturas y que no le interesa subir a lugares turísticos famosos. A lo largo de su vida, ha visitado muchas ciudades pero solo conoce algunos lugares específicos, como hoteles, cafés, restaurantes o librerías. No le gusta aventurarse fuera de su territorio habitual y prefiere quedarse en lugares conocidos y seguros. Esta actitud puede deberse a su experiencia como reportero, cuando viajar era un trabajo y no una actividad de ocio. Recuerda ciudades como San Salvador, Beirut o Bagdad, que solo conoce a través de lugares concretos relacionados con su trabajo. Esta forma de viajar ha dejado una huella en su forma de mirar las cosas y establecer su territorio en cada lugar. Además, el autor considera que en la actualidad, con la masificación del turismo, su falta de ambición turística es cómoda y práctica. Prefiere sentarse en un rincón, leer, pensar y observar en lugar de correr de un lado a otro para verlo todo. Considera que ningún museo puede visitarse completamente en una hora o incluso en una vida, y que a menudo las mejores salas están vacías. Esta actitud le permite disfrutar de los lugares sin agobios y sin cansarse demasiado.

El profesor intimidador e intimatorio

En este capítulo, el autor comenta sobre la correspondencia que recibe de los lectores después de publicar una novela. Agradece a los lectores por señalar errores y erratas en sus libros, ya que esto demuestra que están interesados en la obra y desean colaborar para que sea lo más perfecta posible. También menciona que escribir una novela es un proceso complejo y que pueden cometerse errores o descuidos durante el proceso de escritura. El autor expresa su respeto por sus colegas escritores y su negativa a hacer críticas de libros en público. Luego, habla sobre los cazadores de erratas profesionales, quienes son expertos en encontrar errores en los textos. A veces, los autores ponen trampas en el texto para desafiar a estos rastreadores implacables, pero siempre son ellos quienes encuentran los errores. El autor también menciona a las personas que critican con superioridad y señalan errores lingüísticos o históricos, y comparte una anécdota sobre un profesor que lo denunció ante la Real Academia Española por confundir los verbos "intimar" e "intimidar". El autor responde de manera sarcástica y sugiere al profesor consultar el diccionario antes de hacer acusaciones. El capítulo termina con el autor expresando su satisfacción por ser académico y poder responder de esa manera.

Haciendo nuevas amigas

En este capítulo, el autor comienza hablando sobre la Plataforma Andaluza de Apoyo al Lobby Europeo de Mujeres y su presidenta, Rafaela Pastor. El autor menciona que utiliza el término "presidenta" debido al uso común y también como muestra de agradecimiento. Luego, el autor explica que la presidenta de esta plataforma ha exigido que la Real Academia Española incluya en el diccionario las palabras "miembra" y "jóvena", argumentando que si es necesario destrozar el lenguaje para lograr la igualdad, así se debería hacer.

El autor también destaca la postura de Rafaela Pastor hacia el latín, al que acusa de ser machista y culpable de los problemas que afectan a las mujeres en España. Según ella, el español actual proviene de una lengua forjada en una época en la que las mujeres eran tratadas como esclavas y los hombres tenían todo el poder. Sin embargo, el autor señala que Rafaela Pastor admite no saber latín y que tampoco parece tener un conocimiento profundo de la historia de Roma.

El autor destaca la conclusión de Rafaela Pastor, que propone una represión a través de inspecciones y sanciones para aquellos que no ajusten su lenguaje a la igualdad de género y a las leyes estatales y andaluzas. El autor critica la redacción del Estatuto de Andalucía y señala que esto implicaría tener un inspector de lenguaje sentado en la chepa cada vez que se escriba algo, corrigiendo cualquier término sexista.

Finalmente, el autor ironiza sobre la postura de Rafaela Pastor y su plataforma, atribuyendo todos los males y problemas que afectan a las mujeres al latín. El autor menciona diferentes situaciones en las que culpa al latín de diversas injusticias y abusos hacia las mujeres. Concluye diciendo que si los académicos no hubieran estudiado latín, la Real Academia Española estaría llena de "miembras" y el diccionario estaría lleno de "jóvenas".

«Amo a deharno de protocolo»

En este capítulo, el autor narra una experiencia personal en la que recibe cartas formales de un director de negocios de Telefónica, a pesar de no conocerlo. El autor reflexiona sobre el uso del tuteo en estas cartas, argumentando que el trato de "usted" supone respeto y educación. Además, menciona que el uso del tuteo puede ser ofensivo en ciertos contextos. El autor también menciona una conversación que presenció en una cafetería, donde un camarero indeciso entre el tuteo y el usted, recibió el consejo de utilizar el usted en todo momento. Por otro lado, el autor critica a una ministra que pidió a los periodistas que la tutearan, argumentando que esto muestra una falta de dignidad en su cargo. El autor concluye mencionando que no todos tienen las mismas costumbres y que no todos han tenido experiencias similares en su infancia.

La mujer del chándal gris

En este capítulo, el narrador se encuentra sentado en una terraza de la plaza mayor de Madrid, observando a la gente y deseando que empiece a llover napalm. En ese momento, ve a un anciano tembloroso que intenta cruzar la calle antes de que el semáforo cambie a rojo. Aunque considera ayudarlo, se da cuenta de que no llegaría a tiempo y que nadie más parece dispuesto a hacerlo. Sin embargo, una mujer sudamericana vestida con un chándal gris se adelanta y toma al anciano del brazo, acompañándolo hasta la acera opuesta. El narrador se sorprende por la ternura y el afecto con los que la mujer ayuda al anciano. Observa que el chándal de la mujer es modesto y ajado, y deduce que probablemente proviene de un país donde la miseria y el dolor son parte de la vida diaria. Concluye que la mujer ha ayudado al anciano por puro instinto y sin esperar nada a cambio, ya que aún no ha olvidado el sentido de la palabra caridad.

Subvenciones, maestros y psicopedagilipollas

En este capítulo, el autor expresa su sorpresa ante la falta de interés y la hipocresía de la sociedad en relación a la falta de comprensión lectora en los niños españoles. Según un estudio internacional, casi el 30% de los niños de diez años en España tienen problemas de comprensión lectora, lo que significa que uno de cada tres niños no entiende lo que lee. A los 18 años, esta cifra aumenta a dos de cada tres jóvenes. Esto demuestra que un gran número de estudiantes terminan su educación sin saber leer ni escribir correctamente. El autor critica la respuesta de la Junta de Andalucía, que ofrece subvenciones a los maestros para mejorar los resultados, culpándolos de la situación. Además, menciona la falta de autoridad y la estupidez analfabeta de algunos profesores y del Ministerio de Educación. Los sindicatos apoyan esta iniciativa y también se benefician de ella. El autor critica la idea de que leer en voz alta en clase no es pedagógico y señala que dedicar tiempo a la lectura antes de los 14 años no aísla a los niños ni descuida las actividades comunes. También critica la idea de tener ciudadanos aborregados y acríticos que sean receptivos a la demagogia barata. El autor comparte una conversación con un amigo catedrático de Lengua Española, quien menciona que ahora cualquier competencia escolar traumatiza a los niños y que se considera xenófobo y machista dejar que los niños jueguen con pistolas en lugar de cocinitas o Nancys. El amigo del autor planea comenzar sus clases universitarias con un dictado y corregir las faltas de ortografía de sus estudiantes. Sin embargo, teme que esto le cause problemas con el rector de la universidad.

El hombre que atacó solo

En este capítulo, el autor nos cuenta la historia de Bernardo de Gálvez, un personaje poco conocido en España pero recordado en Estados Unidos. Durante la guerra de independencia americana, Gálvez tomó la ciudad de Pensacola a los ingleses, apoyando a los rebeldes y luchando contra Gran Bretaña. Además de ser político y soldado, Gálvez también luchó contra los indios apaches y los piratas argelinos. En 1779, decidió invadir la Florida occidental con un ejército compuesto por españoles, milicias de esclavos negros, aventureros y auxiliares indios. Tomó los fuertes de Manchak, Baton-Rouge y Natchez, así como otros establecimientos británicos en la ribera oriental del Misisipí. Al año siguiente, se apoderó de Mobile y estuvo a punto de tomar Pensacola en 1781, pero no pudo debido a la falta de recursos. Regresó al año siguiente con más soldados y una escuadra de transporte para asediar Pensacola. La operación se complicó debido a la barra de arena que protegía la bahía y al desacuerdo entre Gálvez y el jefe de la escuadra. Sin embargo, Gálvez decidió pasar la barra en solitario en el bergantín Galveztown, mientras los soldados españoles lo vitoreaban desde tierra. Finalmente, los ingleses capitularon y perdieron la Florida occidental. Por su valentía, Carlos III concedió a Gálvez el título de conde.

Esos simpáticos muertos vivientes

En este capítulo, el narrador reflexiona sobre las diferentes formas en las que las personas buscan emociones intensas. Aunque no se mete en cómo cada uno disfruta de estas experiencias, menciona ejemplos como lanzarse de un puente atado a una cuerda elástica, correr en Fórmula Uno, tratar las caries de los tiburones o golpearse los testículos con un martillo. El narrador considera que cada uno tiene su manera de segregar adrenalina, siempre y cuando no reclamen daños y perjuicios cuando algo sale mal. Luego, comenta sobre una Marcha del Orgullo Zombie que tuvo lugar en Madrid, donde cientos de jóvenes se disfrazaron de zombies y se pasearon por el paseo del Prado. El narrador encuentra divertido el espectáculo y menciona que tiene sus propios "zombies" que lo visitan en sus pensamientos o en sus sueños. También desafía a los aficionados de la Marcha del Orgullo Zombie a competir con las experiencias de muerte y violencia que ha presenciado en diferentes lugares del mundo. Finalmente, menciona a otros periodistas que también han presenciado situaciones violentas y se pregunta si el evento del Orgullo Zombie les traerá recuerdos divertidos.

El cómplice de Rocambole

En este capítulo, el narrador recuerda a un compañero de clase que conoció hace muchos años. Durante su segundo año de bachillerato, en el colegio de los maristas de Cartagena, el narrador era un ávido lector y se sumergía en las historias que leía, convirtiéndose en los personajes de los libros. Cuando leyó Las aventuras de Rocambole, decidió convertirse en un ladrón elegante y robó a varias personas, dejando su sota de corazones como firma delictiva. Uno de sus robos más orgullosos fue cuando recuperó un libro confiscado por un hermano marista que odiaba. También robó un bolígrafo a un compañero de clase y dejó su sota como prueba. Sin embargo, cuando el Poteras, el hermano marista, lo interrogó, un compañero de clase que nunca había hablado con el narrador afirmó que el bolígrafo era suyo. Aunque nunca mencionaron el incidente, el narrador sintió una deuda de lealtad hacia este compañero y se volvieron cercanos, aunque no hablaran mucho. Al final del año escolar, nunca volvieron a verse.

Vida de este capitán

En este capítulo, el narrador comienza hablando de su relación con Javier Marías y cómo ambos se otorgaron títulos honoríficos en la corte de Redonda. El narrador menciona que Redonda también se dedica a la labor editorial, rescatando libros interesantes y difíciles de encontrar en España. Aunque editar estos libros es costoso y las ventas no compensan los gastos, el narrador reconoce la pasión de Javier por esta labor.

El narrador continúa explicando que Javier le ha pedido que escriba el prólogo de uno de estos libros, la Vida del capitán Alonso de Contreras, compartiendo papel con el ensayo de Ortega y Gasset sobre el personaje. El narrador confiesa que rara vez escribe prólogos, pero acepta debido a su amistad con Javier y su admiración por la fascinante biografía del capitán Contreras. El narrador destaca que el favor no se lo hace a la editorial, sino a los lectores que podrán disfrutar de la obra.

El narrador elogia las memorias del capitán Contreras, describiéndolas como un documento único sobre el Mediterráneo del siglo XVII. Destaca la naturalidad y la falta de pretensiones literarias en la narración del capitán, quien relata su vida como soldado sin buscar fama póstuma. El narrador resalta la franqueza y la descripción detallada de las acciones, los duelos, las aventuras y las crueldades vividas por el capitán Contreras.

El narrador destaca la escritura escueta y sobria del capitán, sin adornos ni exageraciones, y el conocimiento íntimo que tiene de su propia historia. Menciona que Contreras fue un hombre duro en tiempos difíciles y que su relato contrasta con la España actual, más comedida y políticamente correcta. El narrador reflexiona sobre lo que fuimos y lo que somos, y destaca que el libro divierte, aterra y emociona al lector. Concluye que estas son razones más que suficientes para leer un buen libro.

En legítima venganza

En este capítulo, el autor reflexiona sobre la justicia y la venganza. Comienza mencionando una discusión en la que alguien afirma que lo inadmisible es entender la justicia como venganza. El autor no interviene en la discusión, ya que considera inútil debatir, pero menciona que a veces no puede evitar imitar al conde de Montecristo y reírse sin argumentos. Luego, el autor plantea la pregunta de qué tiene de malo la venganza y argumenta que, en su opinión, la venganza no es mala, sino que es un sentimiento instintivo de reparación personal. Sin embargo, para evitar un continuo conflicto en la sociedad, se confía en el Estado para que se encargue de hacer justicia. El autor señala que el problema surge cuando el Estado no cumple con su obligación y no responde adecuadamente a las demandas de reparación de los ofendidos. Esto genera frustración y hace que las personas se sientan indefensas ante el mal causado. Además, critica la incompetencia, burocracia y demagogia que caracterizan a la sociedad humana. El autor argumenta que una sociedad firme y segura de sí misma, que proteja a sus ciudadanos de manera justa y serena, hace innecesaria la venganza personal. Sin embargo, cuando esto no ocurre, las leyes se convierten en un escudo para los delincuentes y frustran las esperanzas de los ofendidos. El autor concluye que, en última instancia, la venganza personal puede parecer una opción más atractiva que la ineficacia del Estado.

La paradoja del 2 de mayo

En este capítulo, el autor reflexiona sobre la importancia del levantamiento del 2 de mayo en Madrid contra los franceses. Aunque no fue un alzamiento masivo de toda la nación, sino más bien una sublevación en Madrid protagonizada por la gente humilde, este evento marcó un hito histórico. Aunque solo lucharon unas pocas miles de personas, este levantamiento tuvo consecuencias significativas, ya que despertó la conciencia de España y llevó a una contienda larga y cruel que cambió la historia de España y Europa. El autor destaca la valentía de los participantes, a pesar de que se equivocaron al elegir al enemigo. A pesar de que el resultado final fue el regreso del rey más infame de la historia de España, esto no debe restar mérito a la hazaña. El autor también menciona una exposición en Madrid que busca presentar una narración objetiva de los eventos del 2 de mayo y honrar a los hombres y mujeres que participaron en ellos. El autor revela que está involucrado en la dirección de esta exposición y la describe como una recreación histórica intensa y didáctica. Invita a los lectores a visitarla y juzgar por sí mismos si vale la pena.

Lo que sé sobre toros y toreros

En este capítulo, el autor narra su experiencia en Sevilla, donde participó en eventos taurinos. Aunque disfrutó de la hospitalidad de la gente de la Maestranza, recibió una carta cuestionando su postura en contra de la muerte de los animales, especialmente de los toros. El autor aclara que no cobra por sus conferencias y que no es un experto en el tema taurino. Sin embargo, comparte su experiencia de infancia, cuando iba a los toros de la mano de su abuelo. Aprendió sobre el coraje, la dignidad y la lucha tanto de los toreros como de los toros. Aunque admira las corridas de toros, detesta los espectáculos crueles donde los animales son torturados. Considera que los toros nacen para morir en la plaza, pero no para ser maltratados en otras fiestas populares. Además, opina que la muerte ocasional de los toreros es necesaria para equilibrar el juego de la vida y la muerte en el espectáculo taurino. Para él, esto justifica la muerte de un animal noble y hermoso, mientras que el resto es solo folklore bestial y carnicería.

Hombres como los de antes

En este capítulo, el narrador nos cuenta cómo María, una mujer de cuarenta años con una mirada penetrante, se acerca a él en el bar de Lola y le hace una pregunta sobre los hombres. María critica a los hombres que se preocupan demasiado por su apariencia y se comportan de manera superficial. Señala a un hombre que pasa con ropa llamativa y una actitud exagerada, y comenta que aunque pueda parecer atractivo, seguramente reaccionaría de manera grosera si algo saliera mal. Luego, María menciona a los hombres de la época del cine clásico, como Clark Gable y Marlon Brando, y los compara con los hombres actuales. Ella añora la elegancia y masculinidad de esos hombres, y critica a los hombres actuales por su falta de estilo y comportamiento inmaduro. María menciona a Sophia Loren y cómo no podría estar con los hombres actuales. Ella recuerda cómo incluso los niños solían comportarse de manera más adulta y segura de sí mismos. María habla de hombres de verdad, masculinos, educados y respetuosos, que podían hacer temblar a las mujeres con una mirada o una sonrisa. Critica cómo ahora cualquier persona puede ser llamada "caballero" sin merecerlo.

Los peces de la amargura

En este capítulo, el narrador comienza hablando sobre su reticencia a recomendar novelas contemporáneas, ya que considera que cada persona tiene sus propios gustos y él no es una fuente confiable en ese aspecto. Sin embargo, hace una excepción con el libro "Los peces de la amargura" de Fernando Aramburu, que le regaló su compañero de la Real Academia Carlos Castilla del Pino. Aunque no conoce al autor personalmente, decide hablar sobre el libro en su artículo.

El narrador describe "Los peces de la amargura" como una serie de historias escritas de manera directa y sin adornos, con una prosa seca y casi documental. Todas las historias ocurren en el País Vasco y tratan sobre la vida cotidiana en pueblos y ciudades. Se exploran temas como el sufrimiento de un padre cuya hija resultó mutilada en un atentado terrorista, la madre de un joven preso de ETA, la esposa de un policía municipal acosada en un pueblo, la relación de amistad que se convierte en complicidad en actos terroristas, la cobardía de los vecinos hacia aquellos marcados como enemigos de la patria vasca, entre otros.

El narrador destaca que estas historias no son contadas desde un solo punto de vista, sino que abarcan todos los aspectos de la realidad vasca: los motivos y las sinrazones, los verdugos y las víctimas cuyos roles pueden intercambiarse en cualquier momento. A lo largo de las 242 páginas del libro, se percibe una sombra densa de tristeza, reflejando la amargura que se menciona en el título.

El narrador enfatiza que ninguna otra forma de comunicación, ya sea el discurso de un político, la información de prensa o un análisis de experto, logra transmitir de manera tan contundente y estremecedora la realidad vivida en el País Vasco. El libro revela la verdad de un mundo marcado por el miedo, el odio y el cáncer moral en el alma de su gente. El autor aborda temas que no se hablan abiertamente en la sociedad vasca, como el miedo de una esposa, el silencio de una madre, la desesperación de la ausencia y la impotencia de la víctima. También se critica la falta de caridad de los fanáticos y la infame cobardía y ruindad que caracteriza a la mayoría de los seres humanos.

Aunque el narrador reconoce que no sabe mucho sobre Fernando Aramburu ni sobre su libro, considera que el autor merece ser destacado y le dedica esta página en su artículo.

Ocho hombres y un cañón

En este capítulo, el autor reflexiona sobre cómo los españoles han cambiado a lo largo del tiempo. Aunque en general considera que ha sido para bien, reconoce que se han perdido algunas virtudes debido al paso del tiempo, el confort, los cambios en la educación y la influencia de la televisión. A pesar de esto, el autor siente simpatía y ternura por aquellos españoles que aún conservan el espíritu sobrio y duro de antaño. Además, opina que en España puede haber más personas despreciables que en otros países debido a su historia y clima difíciles.

El autor expresa su patriotismo como una solidaridad melancólica basada en los viajes, los libros, las antiguas piedras y los recuerdos de sus abuelos. Considera que comparte suelo, lengua e historia con aquellos que han sufrido bajo malos gobernantes y han realizado hazañas o empresas inútiles. Aunque a veces desearía ser de otro país, acepta que cada uno debe aceptar su propia realidad.

El autor relata una experiencia reciente en la que se sintió patriota. Visitando una exposición sobre el Dos de Mayo en Madrid, observó a unos trabajadores madrileños desmontando y montando un cañón de artillería. Estos hombres, con manos encallecidas y brazos fuertes, se esforzaron en la tarea con alegría y energía. A pesar de las dificultades y el peligro, se animaron mutuamente con bromas y comentarios castizos propios de los barrios de Madrid. El autor se conmovió al ver su esfuerzo y los reconoció como los mismos hombres valientes y recios de antaño. Para él, estos hombres representaban su patria y eran un homenaje a aquellos que lucharon en el pasado.

Los perros de la brigada ligera

En este capítulo, el autor comienza expresando su preferencia por los perros sobre los hombres debido a su lealtad incondicional. Luego, menciona que ha leído un ensayo sobre la carga de la Brigada Ligera durante la guerra de Crimea, conocida como la carga de la Brigada Ligera. Este tema ha sido objeto de reflexión y tertulia entre algunos periodistas y escritores durante muchos años. El autor destaca la valiente actuación de los soldados ingleses en contraste con la incompetencia de los mandos británicos que ordenaron el ataque. La carga consistió en cinco regimientos de caballería británicos que cargaron contra una batería rusa a través de un valle de un kilómetro y medio de largo, bajo fuego enemigo. De los seiscientos sesenta y seis hombres que participaron, trescientos noventa y cinco regresaron heridos o ilesos. Además, se menciona que muchos caballos murieron en la carga. Sin embargo, lo que pocos saben es que dos perros, llamados Jemmy y Boxer, también participaron en la carga. Estos perros eran las mascotas de los regimientos de húsares y los acompañaron desde Inglaterra. Durante la carga, los perros corrieron junto a sus amos, sin importarles el fuego enemigo, y permanecieron junto a los húsares mientras luchaban contra los artilleros rusos. Después de la carga, los perros regresaron junto a los supervivientes y volvieron a las líneas inglesas. Jemmy resultó herido por una esquirla de metralla en el cuello, pero ambos perros sobrevivieron y regresaron a Inglaterra, donde murieron viejos y honrados en su cuartel. El autor destaca que, a pesar de su valentía, estos perros nunca fueron mencionados en el famoso poema de Tennyson ni en ningún otro verso. Con esta historia, el autor quiere resaltar la valentía y lealtad de los perros que participaron en la carga de la Brigada Ligera.

Vístete de novia, y no corras

En este capítulo, el autor expresa su frustración y disgusto hacia la cantidad de personas que considera estúpidas y sinvergüenzas en la política, el sindicalismo, la cultura, el feminismo y la sociedad en general. Critica el exceso de buen rollo, buenas intenciones y demagogia, así como la creencia de que besarse masivamente en la boca resolverá los problemas del mundo. El autor considera que esta actitud es propia de los jóvenes y que con el tiempo uno madura y adquiere serenidad, experiencia y respeto hacia sí mismo. Sin embargo, se lamenta de encontrarse con discursos simplistas y comportamientos de personas mayores que deberían saber mejor. El autor reflexiona sobre si estamos rodeados de retrasados mentales o si los resortes sociales han sido secuestrados por embusteros y sinvergüenzas. También señala que este fenómeno no es exclusivo de España, sino que es un contagio global. El autor menciona el caso de Pippa Bacca, una artista italiana que fue violada y asesinada mientras hacía autostop vestida de novia en nombre de la paz. El autor considera que esto es un símbolo de la estupidez y la ingenuidad de la sociedad occidental, que cree que el mundo es un lugar amable y seguro. Concluye que el principal peligro en lugares peligrosos son los seres humanos y critica la falta de realismo y la creencia en valores utópicos.

Una cerveza con Alejandra

En este capítulo, el narrador se encuentra con Alejandra, una persona que solía ser un "travelo morenazo" y que ahora es una mujer después de una operación de cambio de sexo. A pesar de los cambios físicos, el narrador reconoce a Alejandra y se alegra de verla después de tanto tiempo. Ambos entablan una conversación en un bar, donde Alejandra revela que la operación no salió del todo bien y que todavía paga el precio por ello. El narrador le cuenta sobre la vida de sus antiguos amigos, mientras Alejandra muestra compasión por su situación actual. El narrador menciona que ahora se dedica a escribir libros, lo cual Alejandra recibe con alegría. Finalmente, se despiden con un par de besos y Alejandra muestra su confianza y dignidad al hablar sobre su operación.

Esas postalitas sevillanas

En este capítulo, se narra una historia que refleja la realidad de la burocracia y la falta de responsabilidad en la administración pública. El protagonista, Jesús Vigorra, dirige un programa de libros en Canal Sur y también conduce un programa de radio que trata los problemas de la ciudad y sus habitantes. Durante la Navidad de 2006, un colegio en Sevilla organizó un concurso de postales navideñas para sus alumnos, pero los premios nunca fueron entregados. Una madre, cansada de reclamar sin éxito, decidió llamar al programa de radio de Jesús para contar su historia. Jesús entrevistó a una representante del Ayuntamiento local, quien explicó que el premio de 240 euros no había sido pagado debido a la burocracia y a la paralización de los presupuestos municipales por las elecciones. Finalmente, gracias a la intervención en la radio, se espera que el niño reciba su premio. Esta historia muestra la falta de vergüenza y responsabilidad de las autoridades municipales y refleja la realidad de la burocracia en España.

Miembras y carne de miembrillo

En este capítulo, el autor critica a la ministra española de Igualdad y Fraternidad, Bibiana Aído, por sus declaraciones sobre el lenguaje inclusivo. El autor la califica de estúpida y analfabeta, pero luego aclara que no cree que lo sea por completo. El autor señala que Aído pertenece a una nueva casta política de feministas en Andalucía que utilizan el lenguaje como una herramienta política para justificar subvenciones y promover su agenda. El autor critica la idea de modificar el idioma español para adaptarlo a las necesidades coyunturales de estas feministas. También critica a aquellos en la política española que buscan votos de minorías y a aquellos que callan por miedo a ser etiquetados como machistas. El autor destaca que la Real Academia Española y las academias hermanas son consideradas enemigas por estas feministas, ya que consideran que las normas de uso del lenguaje son barreras sexistas. Sin embargo, el autor explica que la misión de las academias es observar y registrar cómo la sociedad utiliza el lenguaje, no imponer normas. El autor concluye que la Real Academia Española no cederá ante la presión política y que su trabajo se basa en la realidad viva de la lengua española.

Un facha de siete años

En este capítulo, el autor responde a un lector que se siente ofendido cuando el autor se refiere a España como "este país de mierda". El lector considera que el autor es demasiado duro al hablar de su patria y compatriotas. El autor explica que tiene derecho a hablar con dureza sobre lo que ama, ya que al abrir un libro de Historia y ver ciertos paralelismos con la España actual, le duele. Sin embargo, el autor reconoce que ya no siente tanto dolor como antes, ya que ha perdido la esperanza de que las cosas puedan cambiar. A pesar de que España es un país afortunado, también es el más estúpido, ya que tenemos todo pero nos gusta destruirlo. El autor critica a la clase política, los caciques territoriales, los obispos y la educación, y afirma que son un reflejo de la sociedad que los elige y los soporta. El autor también cuenta una anécdota en la que un niño de siete años fue ridiculizado por llevar una camiseta con la bandera española. Esto demuestra que el problema no es la bandera, sino la sociedad en la que vivimos. El autor concluye reafirmándose en su opinión de que España es un país de mierda.

Nuestros aliados ingleses

En este capítulo, el autor reflexiona sobre la conmemoración de la batalla de Bailén en 1808. Destaca que esta batalla fue la primera vez en la historia de Europa en la que un ejército napoleónico tuvo que rendirse. Aunque los españoles demostraron ser expertos en la insurrección y en dar guerra, también se evidenció la falta de organización y unidad. El autor menciona que un historiador británico lamenta que en España no se reconozca suficientemente el papel de las tropas inglesas en la guerra. Sin embargo, el autor argumenta que los ingleses no desembarcaron para ayudar a los españoles, sino para debilitar al enemigo continental. Además, critica el desprecio y la arrogancia de los ingleses hacia el pueblo español y menciona los saqueos y violaciones cometidos por las tropas inglesas en ciudades como Ciudad Rodrigo, Badajoz y San Sebastián. El autor concluye expresando su simpatía por los franceses, ya que al menos ellos cometían estos actos como enemigos, mientras que los ingleses lo hacían sin importarles los españoles.

Putimadrid la nuit

En este capítulo, el narrador describe la diferencia entre la forma en que se encuentran prostitutas en una ciudad normal y en Madrid. En una ciudad normal, uno puede tomar un taxi y pedir que lo lleven al barrio de las prostitutas, donde el taxista incluso puede dar recomendaciones. Sin embargo, en Madrid, las prostitutas se encuentran fácilmente en el centro de la ciudad, incluso si uno no tiene la intención de buscarlas. El narrador menciona que esto no ocurre en otras capitales europeas, donde la prostitución se limita a calles discretas. El narrador también menciona que no tiene nada en contra de las prostitutas, pero a veces la situación puede ser incómoda. Describe una experiencia en la que paseaba con amigos extranjeros por la Gran Vía y se encontraron con un gran número de prostitutas. Una de las amigas extranjeras pregunta si esto es siempre así de elegante, a lo que el narrador responde que sí, tanto de día como de noche. Explica que la prostitución se ha extendido más allá de la calle de la Ballesta y que el Ayuntamiento no hace nada al respecto. El narrador también menciona que en España, cualquier persona que intente impedir el ejercicio de la prostitución de una extranjera es considerada xenófoba y fascista. Termina el capítulo reflexionando sobre la falta de control en la ciudad y cómo cada uno tiene las ciudades que se merece.

El psicólogo de la mutua

En este capítulo, el autor reflexiona sobre las sorpresas y absurdos de la vida cotidiana. Comienza relatando una llamada telefónica de una compañía de seguros que le ofrece un seguro de vida completo, que incluye incluso la ayuda de un psicólogo para la familia en caso de fallecimiento. Aunque el autor ya cuenta con una cuñada psicóloga, considera la idea de contratar el seguro solo por el placer de imaginar su propio funeral y ver a sus seres queridos llorando. Sin embargo, también plantea la posibilidad de que sea su esposa quien fallezca, y en ese caso, él sería consolado por el psicólogo del seguro. El autor describe de manera humorística cómo se imagina a sí mismo y a su familia en esta situación, y cómo el psicólogo les ayudaría a superar el trauma y les informaría sobre la cantidad de dinero que recibirían por el fallecimiento. Al final, el autor ironiza sobre cómo el seguro de vida de la compañía Sepulvedana Acme le ha ayudado a superar todas estas dificultades.

Los tigres, en España

En este capítulo, el autor expresa su emoción por la llegada de los Tigres del Norte, una famosa banda de música norteña mexicana, a España. El autor destaca la importancia de esta banda en la música y la cultura mexicana, así como su influencia en otros géneros musicales. Describe el estilo único de los Tigres del Norte, su conexión con el público y la potencia de sus canciones comprometidas. El autor elogia la historia y la relevancia de la banda, y anima a la gente a asistir a sus conciertos en España. También menciona que las canciones más duras de la banda están prohibidas en las radios y televisiones mexicanas debido a su contenido sobre violencia y narcotráfico. El autor considera a los Tigres del Norte como artistas, grandes personas y sus amigos. Concluye diciendo que tenerlos en España es un lujo y que verlos actuar en directo es una experiencia única.

`Hola Manolo, mucho barato´

En este capítulo, el autor reflexiona sobre la capacidad de identificar la nacionalidad de las personas a través de estereotipos y comportamientos observados en grupos de turistas. Menciona ejemplos como sacerdotes altos y guapos en Roma, que identifica como curas de Boston o Nueva Inglaterra, y hombres rubicundos con hijas vestidas de manera extravagante, a quienes sitúa en la Francia rural profunda. También menciona la disciplina y el orden de los japoneses, que siguen al guía con precisión y llevan bolsas de Louis Vuitton. Identifica a los ingleses por su falta de conocimiento de otros idiomas y su afición por la cerveza, y a los estadounidenses por su actitud condescendiente hacia los locales. Los alemanes son reconocibles por su apariencia rubia, su orden y su historia relacionada con la Segunda Guerra Mundial. Por último, el autor destaca las características de los españoles, quienes son reconocidos incluso por los locales y se comportan de manera contradictoria al regatear pero dejar propinas generosas. Concluye que los españoles son fáciles de identificar en un grupo de turistas debido a su falta de atención al guía y su interés en otras actividades.

Océanos sobre la mesa

En este capítulo, el autor expresa su pasión por los modelos de barcos a escala que solía construir. Menciona algunos de los barcos que ha construido y que todavía tiene en casa, así como los diferentes materiales y técnicas que utilizaba para construirlos. Para él, construir estos modelos no solo era un trabajo artesanal, sino también una forma de sumergirse en los libros, paisajes e historias en las que estos barcos eran protagonistas. El autor describe la paz y el orgullo que sentía al completar cada modelo, a pesar de considerarse torpe en el bricolaje. También reflexiona sobre su admiración por los artesanos que todavía trabajan utilizando técnicas manuales tradicionales en un mundo dominado por la tecnología. Aunque ya no tiene tiempo para construir modelos de barcos, todavía conserva su afición por ellos y disfruta visitando tiendas y museos especializados. El capítulo termina con una nota melancólica, ya que el autor recuerda un modelo de barco que siempre quiso construir pero nunca lo hizo, comparándolo con una novela cuyo momento ya pasó y sabe que nunca escribirá.

Mi propio manifiesto (I)

En este capítulo, el autor explica por qué decidió firmar el Manifiesto de la Lengua Común, a pesar de que nunca antes había firmado ningún manifiesto. Aunque no le gustó cómo estaba escrito, estaba de acuerdo en lo sustancial y consideró que era su obligación firmarlo. El autor argumenta que no es cierto que el español esté en peligro en España, ya que en el País Vasco, Galicia y Cataluña la gente se relaciona normalmente en dos idiomas y el español se habla en todo el mundo. Además, considera que reducir el español a un símbolo de imposición nacional es excesivo y que la lengua es universal y compartida por muchas personas. El autor también expresa su rechazo hacia cualquier nacionalismo radical y afirma que milita en el nacionalismo de la lengua que comparte con 450 millones de personas. Critica la falta de bilingüismo en la Administración, la Sanidad y la Educación en algunas autonomías españolas y argumenta que cualquier español tiene derecho a usar la lengua que desee, pero solo está obligado a conocer el castellano. El autor concluye diciendo que no es la lengua el problema, sino el adoctrinamiento en la mezquindad de la parcelita y critica a aquellos que los toman por tontos y a los que les siguen la corriente.

Mi propio manifiesto (y II)

En este capítulo, el autor critica la falta de garantías para el uso del castellano en la Administración, Sanidad y Educación en toda España. Señala que, a diferencia del pasado, ahora se obliga a utilizar la lengua local en lugar del español. Los nacionalistas, que antes defendían el bilingüismo, ahora promueven una nación monolingüe, excluyendo a aquellos que no comparten su ideología. Además, denuncia que algunos oportunistas han convertido las lenguas en herramientas sectarias para promocionar a su clientela exclusiva, marginando la excelencia profesional. El autor considera legítimo que los nacionalistas catalanes, vascos o gallegos defiendan su lengua, pero injusto para aquellos que no lo son. Critica también a los políticos de derechas e izquierdas por utilizar la lengua española como un enfrentamiento político. Por otro lado, el autor recuerda que aquellos que lucharon por la República no lo hicieron para dar privilegios lingüísticos a unos pocos, sino para una España más culta, libre y solidaria. Critica la actitud de la derecha y la izquierda en su apoyo al nacionalismo y considera que han conseguido lo mismo con la lengua española que con la bandera. Por último, el autor se adhiere al Manifiesto de la Lengua Común y critica a aquellos que lo llaman nostálgicos del franquismo o extrema derecha.

Es simpático, el imbécil

En este capítulo, el autor reflexiona sobre los mensajes de agradecimiento que se encuentran en las autopistas y autovías españolas, en particular el mensaje "Gracias por no correr". El autor considera que este tipo de mensajes son cursis y empalagosos, y que el Estado no debería intentar ser simpático. En su opinión, el Estado debe cumplir su función de recaudar, reprimir y organizar, y no componer sonrisitas cómplices. El autor sostiene que el respeto a las normas de tráfico no es algo que deba ser agradecido, sino que es una cuestión de seguridad. En un mundo ideal, este tipo de mensajes podrían funcionar, pero en el mundo real la gente solo respeta al prójimo cuando no le cuesta esfuerzo ni dinero. El autor considera que la única forma efectiva de apelar a la conciencia de los ciudadanos es a través de la aplicación de sanciones. En lugar de mensajes de agradecimiento, el Estado debería centrarse en ser eficiente y en aplicar las sanciones correspondientes a los infractores.

Una foto analgésica

En este capítulo, el narrador habla de una fotografía que le gusta mucho. La foto fue tomada en París el 26 de agosto de 1944, un día después de la liberación de la ciudad por la 2ª División Blindada del general Leclerc. En la foto aparecen antiguos combatientes republicanos españoles. El narrador describe la imagen, que muestra el arco de Triunfo, vehículos con soldados y una multitud entusiasmada. En el centro de la foto se ve un semioruga llamado Guernica, con siete soldados a bordo. Uno de los soldados, que es español, se destaca por su baja estatura, su camisa arremangada, su sonrisa y el hecho de que no lleva puesto el casco. El narrador bromea con sus amigos sobre la foto, retándolos a adivinar quién es el español.

El narrador reflexiona sobre el poder de ciertas fotos para evocar emociones y aliviar el malestar que provoca la realidad actual. Estas fotos, guardadas como tesoros en la imaginaria lata de galletas del narrador, ayudan a soportar la frustración y a buscar esperanza en medio de un mundo injusto y desigual. El narrador menciona que no sabe el nombre del soldado del Guernica, pero destaca que fue uno de los que cantaron ¡Ay Carmela! por las calles de París y que continuaron luchando en diferentes frentes hasta la residencia de Hitler en Berchtesgaden.

El narrador también critica a la Segunda República española por su caída y culpa tanto a la sublevación del ejército rebelde como a la vileza de la clase política. El narrador destaca la valentía y el sacrificio de los combatientes republicanos españoles que lucharon en diferentes frentes de la Segunda Guerra Mundial, consolando así la memoria de la República. El narrador reflexiona sobre la situación política actual en España, criticando a la nueva casta política irresponsable y a una sociedad indiferente y analfabeta que permite su existencia.

El narrador encuentra consuelo en la foto de París, ya que le recuerda que, a pesar de la basura y la chusma, siempre es posible encontrar a alguien que no se resigna y que lucha por la dignidad y la vergüenza.

Sobre palos y velas

En este capítulo, el autor narra dos situaciones en las que una mujer es maltratada por un hombre y, sorprendentemente, la mujer se pone de parte del agresor. En la primera situación, el autor presencia cómo la policía interviene para detener a un hombre que está golpeando a su esposa, pero ella se enfurece y defiende a su agresor. En la segunda situación, el autor y su amigo Ángel se encuentran con un hombre que está empujando a una mujer, y al intervenir, la mujer les reprocha su intromisión. Ángel, que solía ser boxeador, decide no pelear y se retira. El autor reflexiona sobre la complicidad de algunas víctimas con sus agresores y menciona una historia personal en la que una mujer amenaza a su agresor con matarlo si la vuelve a golpear, y a partir de ese momento, él deja de maltratarla. El autor reconoce que aún existen mujeres que son víctimas de una sociedad opresiva y de sí mismas, pero destaca que en la actualidad hay más información y leyes que pueden ayudar a combatir el maltrato. Critica la actitud de hombres y mujeres que justifican o toleran el maltrato, comparándola con la elección voluntaria de usar el velo islámico. Concluye diciendo que cada uno debe asumir las consecuencias de sus decisiones y acciones.

Al final todo se sabe

En este capítulo, se revela el misterio del hundimiento del Mary Rose, el barco insignia de la flota de Enrique VIII. Durante 450 años, los investigadores navales ingleses se han preguntado por qué el barco se hundió en 1545 frente a Portsmouth. Se sabía que el barco no se hundió por los cañonazos enemigos, sino porque las portas de las baterías bajas estaban abiertas durante una maniobra complicada y entró agua por ellas. Sin embargo, faltaba el dato clave: la tripulación del Mary Rose era española, no inglesa, a pesar de su nombre. Un estudio médico del University College de Londres ha establecido esto después de analizar dieciocho cráneos rescatados del barco. Diez de estos cráneos pertenecían a personas del sur de Europa, lo que indica que eran españoles. Además, se dice que Enrique VIII tenía escasez de marineros cualificados y enroló a extranjeros. El profesor Hugo Montgómery, jefe del equipo investigador, concluye que la falta de disciplina en la tripulación española fue la causa del hundimiento. El capítulo también narra una anécdota ficticia sobre cómo la tripulación española no entendía las órdenes en inglés durante la batalla, lo que llevó al desastre. El capítulo termina con las supuestas últimas palabras del almirante Carew antes de ahogarse, expresando su frustración con la tripulación española.

Videos, libros y piernas largas

En este capítulo, el autor reflexiona sobre la importancia de recibir un buen servicio al comprar libros. Destaca la experiencia positiva que ha tenido al ser atendido por empleados competentes en una tienda de vídeos y en una librería pequeña. Sin embargo, también menciona situaciones incómodas en las que los dependientes no tienen conocimiento sobre los libros que venden. El autor relata un incidente en el que una joven vendedora no sabía qué libro estaba buscando y le trajo uno equivocado. Aunque el autor no culpa a la empleada, se cuestiona la preparación cultural del responsable que la asignó a la sección de libros. Además, el autor comparte una anécdota divertida en la que una vendedora del Círculo de Lectores no reconoce al autor de los libros que promociona y se sorprende al ver su foto en la revista. A pesar de este incidente, el autor elogia la apariencia atractiva de la vendedora y admite que él mismo se habría suscrito al Círculo de Lectores.

Un gudari de Cartagena

En este capítulo, el narrador comenta su pasión por los combates navales y menciona algunos ejemplos históricos que le fascinan. Luego, se centra en su historia naval española favorita del siglo XX: el combate del cabo Machichaco durante la Guerra Civil española. El 5 de marzo de 1937, el crucero Canarias se enfrentó a un pequeño convoy republicano formado por el mercante Galdames y cuatro bous armados de escolta. A pesar de la desigualdad de fuerzas, el comandante del bacaladero Nabarra decidió luchar contra el crucero. A pesar de la marejada y las condiciones adversas, el Nabarra logró disparar contra el Canarias durante una hora, hasta que finalmente fue destruido. El comandante y el primer oficial se quedaron a bordo hasta que el barco se hundió, mientras que solo veinte de los cuarenta y nueve tripulantes lograron sobrevivir. El narrador destaca que el comandante del Nabarra, Enrique Moreno Plaza, no era vasco, sino que era de La Unión, Cartagena. A pesar de esto, luchó con valentía y lealtad hasta el final.

Gilisoluciones para una crisis

En este capítulo, el autor comienza reflexionando sobre la definición de la palabra "gilipollas" según el diccionario de la Real Academia Española. Aunque la definición de "tonto" o "lelo" es correcta, el autor considera que le falta un matiz importante. Él define "gilipollas" como un tonto o lelo con un punto de pretenciosidad o alegre estupidez. Para ilustrar esta distinción, el autor menciona diferentes términos utilizados en diferentes regiones de España, como "tontolhaba" en Aragón o "tontolpijo" en Cartagena o Murcia. Estos términos se refieren a diferentes tipos de tontos, desde los más básicos hasta los más pretenciosos. El autor destaca que el "tontolpijo" es la joya de la corona, ya que es un tonto que se cree listo y divino.

Luego, el autor menciona que esta reflexión filológica proviene de la lectura de reportajes sobre consejos para las familias en tiempos de crisis. Estos reportajes proponen platos sencillos y económicos para ayudar a las economías familiares. Por ejemplo, se sugiere una receta de pescado que imita el sabor de la vieira utilizando pescados más accesibles. Otro consejo es hacer una tosta de hígado de raya, procurando que los ingredientes sean de buena calidad. El autor menciona otras sugerencias divertidas para comer bien sin gastar mucho dinero, como mero con cuscús o cerdo relleno de grumelos.

El autor enfatiza que, a pesar de la crisis económica, no se debe renunciar a la calidad y al glamour en la mesa. Se deben evitar platos vulgares y se deben utilizar técnicas culinarias adecuadas. El autor menciona que incluso un simple mejillón hervido puede ser preparado de manera sofisticada con la adición de tabasco, cebolla, tomate, tomillo, perejil y laurel.

En resumen, el autor reflexiona sobre la definición de la palabra "gilipollas" y luego comenta sobre los consejos culinarios para tiempos de crisis. Destaca la importancia de mantener la calidad y el glamour en la mesa, incluso en momentos difíciles.

El minador enmascarado

En este capítulo, el autor nos cuenta que está en Cádiz, una ciudad que le gusta mucho porque le recuerda a la Cartagena de su infancia. Está allí preparando un ciclo de conferencias sobre el bicentenario de 1812. Describe a Cádiz como una ciudad limpia y habitada por gente responsable. Sin embargo, se sorprende al ver la cantidad de excrementos de perro en las calles, ya que no cree que los gaditanos sean capaces de permitirlo. Sospecha que hay alguien que lo odia personalmente y que es quien está dejando las deposiciones de perro en su camino. Aunque a veces se encuentra con trampas mortales, como las heces ya pisadas por otros transeúntes, él avanza con precaución, estudiando el suelo para evitar pisarlas. Termina diciendo que los viejos reporteros nunca mueren.

Tres vestidos rojos

En este capítulo, el autor reflexiona sobre los mitos del cine y cómo han perdido su magia con el paso del tiempo. A pesar de ello, algunos individuos, como él mismo, se aferran a estos mitos defendiéndolos con fervor. El autor menciona que los mitos del cine de su generación siguen vivos en su imaginación, ya que el cine y los libros eran las únicas cosas que inflamaban su imaginación en su juventud. Sin embargo, el autor señala que los nuevos mitos ya no provienen del cine, sino de otros lugares.

El autor recuerda una conversación que tuvo con Meryl Streep en un bar durante un festival de cine en San Sebastián. Comenta que el cine de antes ya no es lo mismo y que los mitos de Hollywood ya no son reconocidos por la gente. A pesar de esto, el autor se enamora de Kim Novak, una actriz de antaño.

Más tarde, el autor se encuentra en el mismo bar con el director de cine Imanol Uribe y su productor Antonio Cardenal. Comentan sobre películas y recuerdan momentos del cine que son tan reales como sus propias vidas. La presencia de Lucía Jiménez, una actriz guapísima con un vestido rojo, hace que el bar vuelva a tener el encanto del cine de antaño. El autor recuerda una vez en la que vio a Catherine Zeta-Jones en un estreno y cómo quedó impresionado por su belleza.

Finalmente, el autor cuenta una historia personal en la que se encuentra con Sophia Loren en un hotel en Nápoles. Antonio duda de la veracidad de la historia, pero el autor asegura que es cierta. El autor concluye diciendo que el cine todavía tiene un guiño para aquellos que creyeron en él.

La farlopa de Kate Moss

En este capítulo, el narrador comenta sobre un reportaje que encontró en una revista de arquitectura y diseño. El reportaje mostraba la casa de un diseñador famoso, quien había abierto las puertas de su casa para que el fotógrafo y el redactor pudieran hacer un reportaje. El narrador expresa su opinión de que si alguien va a su casa y luego cuenta en una revista cómo está decorada, tiene derecho a criticarlo. Sin embargo, reconoce que si él mismo abre su casa al público, debe aceptar las consecuencias de que su decoración se vuelva pública. Luego, el narrador menciona una imagen que vio en el reportaje, donde el diseñador posaba junto a una imagen de Kate Moss, la cual había pegado en su salón. El narrador critica la elección de esta imagen como decoración, ya que muestra a Kate Moss preparándose para consumir cocaína. Aunque el narrador no se preocupa por el aspecto moral de la imagen, le molesta que el diseñador la presente como algo rompedor y vanguardista. Además, el narrador menciona que hay muchos otros iconos más representativos de la sociedad actual y critica que el diseñador se haya sentido "poderosamente impactado" por la imagen de Kate Moss. El narrador sugiere que el diseñador puede ser ingenuo o estar tratando de engañar a los demás, pero también considera la posibilidad de que el diseñador sea un poco ingenuo y esté siendo influenciado por un mundo que aplaude a los tontos.

Los fascistas llevan corbata

En este capítulo, el autor comienza expresando su opinión negativa sobre el país y anticipa que implicará nuevamente a Javier Marías en sus comentarios. Luego, relata una anécdota en la que él y Marías intentan convencer al profesor Rico de que el hotel en el que se aloja es un lugar de encuentro gay, pero no tienen éxito y son rechazados. Continúan su camino por la calle Carretas y se encuentran con dos hombres de apariencia indígena que esperan el autobús. Uno de ellos les grita insultos políticos y xenófobos. El autor considera la posibilidad de enfrentarse a él, pero decide no hacerlo debido a las posibles consecuencias negativas y a la imagen que se crearía en los medios de comunicación. Reflexiona sobre la falta de respeto y la violencia en España, así como la impunidad que parece existir para aquellos que cometen actos de agresión. Termina advirtiendo a los lectores que tengan cuidado cuando salgan de la Real Academia Española, ya que se avecinan tiempos difíciles.

Nostalgia del AK-47

En este capítulo, el narrador comienza hablando de cómo estuvo limpiando su Kalashnikov, aunque no tiene intención de usarlo. Explica que lo tiene por nostalgia y lo desmonta y monta a oscuras como un juego. Luego, el narrador reflexiona sobre cómo el Kalashnikov se ha convertido en un icono del siglo XX, símbolo de libertad y esperanza para los oprimidos. Recuerda haber presenciado revoluciones en las que se usaron estas armas, pero que al final terminaron en corrupción y poder. El narrador lamenta que en el siglo XXI, el Kalashnikov siga presente como símbolo de violencia, en manos de narcos, gangsters y fanáticos islámicos. Critica la arrogancia occidental y cómo hemos alimentado el odio de estos grupos. Concluye lamentando la situación actual y la transformación del Kalashnikov en un símbolo de destrucción.

Sobre mochilas y superviviencia

En este capítulo, el autor reflexiona sobre la importancia de estar preparado para situaciones de emergencia. Hace referencia a la recomendación del ayuntamiento de Madrid de tener una mochila de supervivencia con elementos esenciales como medicamentos, documentación, teléfono, radio, agua y botiquín. El autor considera esta idea razonable, ya que muchas veces nos damos cuenta de la importancia de estar preparados cuando ya es demasiado tarde. A sus 57 años, el autor sigue llevando consigo una mochila con lo necesario para instalarse en cualquier lugar. A partir de esto, el autor plantea la idea de tener una mochila de evacuación rápida para los españoles, ya que considera que viven en una emergencia continua desde tiempos antiguos. El autor menciona momentos históricos en los que las personas tuvieron que huir sin tiempo para hacer las maletas. Inspirado por esta idea, el autor decide armar su propio equipo de supervivencia español, que le permita tanto huir como quedarse y enfrentar lo que venga. Su equipo incluye un ejemplar del Quijote, pastillas antináusea, pomada antialérgica, un inhibidor de frecuencias, un CD de Joaquín Sabina, chistes de Chiquito de la Calzada, fotos de Ava Gardner y Kim Novak, películas, la colección completa de Tintín, papel, una máquina de escribir, una lista de librerías, el número de teléfono de Mónica Bellucci, un jamón ibérico, una bota de vino, una bufanda, documentos históricos, una escopeta, un listín de direcciones y tarjetas de visita. El autor explica que estos elementos le permitirían sobrevivir y agradece por los servicios prestados.

Nuestro vecino del quinto

En este capítulo, se hace una descripción detallada de la carrera y el legado de Alfredo Landa, uno de los actores más reconocidos y queridos de España. Se mencionan algunos de los personajes icónicos que interpretó a lo largo de su carrera, que abarcaron una amplia gama de géneros y registros. Se destaca su talento como actor, que brillaba incluso en las películas de menor calidad. Se menciona que Landa es el único actor en la historia del cine mundial que da nombre a un género cinematográfico, el "landismo", que se caracteriza por su estilo único y su capacidad para hacer reír y emocionar al público. A pesar de su éxito, Landa siempre se mantuvo humilde y agradecido por el apoyo de sus seguidores. Se menciona que Marcos Ordóñez ha escrito la biografía de Landa, titulada "Alfredo el Grande", y se destaca la importancia de este libro para preservar la historia y el legado del actor. Se cita a David Mamet para describir la grandeza de las interpretaciones de Landa, que a menudo pasaban desapercibidas debido a su naturalidad y falta de pretensiones. El capítulo concluye invitando al lector a asombrarse y reír con las actuaciones de Alfredo Landa.

Lo que debe saber un terrorista

En este capítulo, el autor se dirige directamente a un terrorista, criticando su falta de habilidad y precaución. Le advierte sobre los errores que cometen los terroristas, como utilizar cibercafés para comunicarse, llevar consigo ordenadores portátiles o lápices de memoria con información comprometedora, y robar coches nuevos y cambiarles las matrículas. El autor también menciona la falta de discreción de las fuerzas de seguridad españolas, que revelan detalles sobre cómo atrapan a los terroristas en los medios de comunicación. A pesar de esta falta de secreto policial, el autor señala que los terroristas siguen siendo capturados. El autor concluye que en España, incluso los terroristas tienen derecho a saber, ya que el país es transparente y democrático. En resumen, el autor critica la falta de habilidad y precaución de los terroristas y señala los errores que cometen, así como la falta de discreción de las fuerzas de seguridad españolas.

Un combate perdido

En este capítulo, el narrador cuenta una historia humilde y doméstica que trata sobre un combate perdido y la melancolía que deja cualquier aventura lúcida. Todo comienza cuando el protagonista encuentra un polluelo de gorrión en el jardín de su casa. Acompañado por su perro, Jesús se esfuerza en recordar lo poco que sabe sobre pájaros y se pregunta si los padres podrán salvar al polluelo y si este podrá volar de regreso al nido. Jesús busca el nido entre los árboles, pero se da cuenta de que no hay nada que hacer. Decide entonces llevarse al polluelo a casa y le hace un nido en la terraza. Los padres del polluelo revolotean por allí para alimentarlo, pero otros pájaros más grandes y siniestros también se acercan. Jesús cubre el nido con una rejilla protectora, lo que impide que los padres alimenten al polluelo. Jesús intenta alimentarlo por su cuenta, pero el polluelo rechaza el alimento y esto parte el alma de Jesús. Desesperado, Jesús busca en Internet y encuentra consejos en foros específicos. Sigue los consejos y alimenta al polluelo con una jeringuilla hasta que se queda dormido. Jesús se acerca al polluelo con cautela y silba para que se familiarice con él. El polluelo pía y abre los ojos, pero al día siguiente amanece muerto. Jesús se pregunta en qué se equivocó y llora sin consuelo por el polluelo, por su perro, por sí mismo y por el lugar frío y peligroso donde todos quedamos desamparados al caer del nido.

Esas madres perversas y crueles

En este capítulo, se narra un caso real que ha salido en los periódicos en España. Una madre ha sido condenada a cuarenta y cinco días de cárcel y un año de alejamiento de su hijo de diez años, debido a que hace dos años, en medio de una pelea doméstica, le dio una colleja al niño y este se golpeó contra el lavabo y sangró por la nariz. A pesar de que han pasado dos años desde el incidente y de que el niño era desobediente, esto no fue considerado como atenuante. Además, se ignora que fue un incidente aislado y no un caso de maltrato habitual. La orden de alejamiento implica que uno de los dos, madre o hijo, debe abandonar el pueblo. El narrador está de acuerdo con la sentencia y considera que la madre merece un castigo más severo. Opina que debería haber sido condenada a cinco años de prisión y que, al salir, se le debería imponer una pulsera de seguimiento y una orden de alejamiento de España. También sugiere que se le retire la custodia del niño y se le dé a una familia ejemplar. El narrador aprovecha para hablar de su propia experiencia de maltrato en la infancia y exige justicia para los culpables. Propone que se abra una causa general para que todos los responsables sean juzgados y castigados.

2009

Treinta y seis aguafiestas

En este capítulo, el autor reflexiona sobre la situación actual de España y compara la realidad con las películas de Berlanga, considerándolas versiones más suaves de lo que ocurre en la actualidad. A pesar de que algunos argumentan que ciertas cosas no deben ser motivo de risa, el autor afirma que en España la justicia, las virtudes y la indignación ajena no importan. Cada grupo político va a lo suyo y solo se preocupa por sus propios intereses. El autor menciona un incidente en el que una asociación para la recuperación de la memoria histórica desentierra por error los restos de soldados muertos en combate durante la Guerra Civil, en lugar de los republicanos asesinados que buscaban. Esto crea un problema, ya que los muertos pertenecen a ambos bandos y no se puede utilizar políticamente. La solución que se encuentra es guardar los huesos en cajas de cartón en las antiguas escuelas del pueblo, sin que nadie se haga responsable. El alcalde del pueblo se queja de la situación y la asociación argumenta que no tiene los recursos para comprar ataúdes y enterrar los restos adecuadamente. El autor reflexiona sobre cómo cualquiera de los muertos en esa fosa podría haber sido un familiar suyo y critica la falta de respeto y responsabilidad de los involucrados en el incidente. Concluye lamentando la triste y estúpida realidad de España.

Cursis de ahora y de siempre

En este capítulo, el autor reflexiona sobre el concepto de "cursilería" y su evolución en la sociedad actual. Según el autor, lo que más se ajusta a la versión moderna de cursi es lo políticamente correcto, que pretende aparentar estar al día pero resulta ridículo y de mal gusto. Se menciona como ejemplo una circular de la comisión de coeducación de Málaga que utiliza un lenguaje inclusivo exagerado. El autor cuestiona si los firmantes realmente creen en la igualdad o si simplemente son tontos. También se menciona la anécdota de los juegos de guerra de los ejércitos estadounidense y español, donde se plantea si es cursi o simplemente imbecilidad absoluta. Por otro lado, se destaca que la cursilería clásica sigue presente, inasequible al desaliento, y se menciona una carta de un lector indignado por el uso de un lenguaje blasfemo en el periódico. En resumen, el autor analiza la cursilería en la sociedad actual y cómo se manifiesta en diferentes ámbitos.

Megapuertos y pijoyates

En este capítulo, el autor critica la idea errónea que los españoles tienen sobre la navegación deportiva. Menciona que en España se asocia la navegación con competiciones transoceánicas, yates lujosos y regatas con la familia real. Sin embargo, señala que España es uno de los lugares peor dotados en puertos deportivos de la Europa mediterránea y que cuando se construyen, es para dejar fuera a los verdaderos navegantes.

El autor compara la situación en España con otros países, como Noruega, donde la afición por los barcos y la navegación es real y practicada por personas de todas las edades y condiciones. En cambio, en España, los navegantes suelen ser de verano y solo salen en días soleados con poco viento. Además, destaca que en los puertos españoles predominan los barcos grandes y los yates a motor que apenas se utilizan.

El autor también critica la corrupción en la construcción de puertos deportivos, mencionando que algunos aprovechan la oportunidad de invertir en ellos ahora que el sector inmobiliario ha caído. Señala que las autoridades autonómicas están otorgando concesiones a promotores sin escrúpulos que solo buscan beneficios económicos y no tienen en cuenta la navegación deportiva. Esto ha llevado a que sea cada vez más difícil para los navegantes humildes encontrar amarres y que el mar se convierta en un lugar exclusivo para ricos y domingueros. Además, critica la burocracia y la normativa absurda impuesta por el Ministerio de Fomento, lo que dificulta aún más la práctica de la navegación deportiva en España.

Una de panchitos

En este capítulo, el autor reflexiona sobre la presencia de los infantes de marina en el cuartel general de la Armada y cómo su apariencia puede engañar a las personas. A pesar de su aspecto, el autor destaca que estos soldados son valientes y orgullosos. Luego, el autor menciona una carta que recibió de un lector que malinterpretó su artículo y hace comentarios despectivos hacia los hispanoamericanos. El autor explica que los emigrantes hispanoamericanos tienen derecho a estar en España, ya que son parte de la misma cultura y comparten una historia común. Además, critica la idea de que los españoles no exterminaron a los indígenas, ya que la realidad histórica muestra que los españoles fueron a América en busca de oro y esclavos. El autor también menciona que los emigrantes hispanoamericanos llegan a España en busca de un futuro mejor, pero se encuentran con demagogia, picaresca y una falta de voluntad para trabajar. Algunos de ellos adoptan el victimismo y explotan la mala conciencia de los españoles para obtener beneficios. Además, el autor critica las malas costumbres que algunos emigrantes traen consigo, como el consumo excesivo de alcohol y la violencia. Por último, el autor critica a las autoridades por no acoger y educar adecuadamente a los emigrantes, y en cambio, utilizarlos para sus propios intereses políticos.

Amor bajo cero

En este capítulo, el narrador nos cuenta la historia de Paco y Otti, dos amigos suyos de hace mucho tiempo. La historia comienza en Marbella, a finales de los años sesenta. Otti es una guía turística finlandesa que conoce a Paco en una discoteca la noche antes de regresar a Helsinki. Paco, un chico de buena familia pero sin dinero, se enamora perdidamente de Otti y decide ir a buscarla a Finlandia. Vende su coche, le pide dinero prestado a un amigo y compra un billete de avión solo de ida a Helsinki. Una vez allí, Paco busca en la guía telefónica el apellido de Otti y finalmente encuentra a un tío suyo que le da la dirección de Otti en Hyvinkaa, a 50 kilómetros de Helsinki. Paco llega a la casa de Otti con su guitarra y una botella de vodka, y espera en el portal hasta que ella llega en coche con su novio Johan. Otti se sorprende al ver a Paco y él le dice que ha venido a casarse con ella. A pesar de la sorpresa, Otti se lanza sobre Paco y lo besa apasionadamente. Después de pasar varios días juntos, Paco y Otti se casan y tienen dos hijos rubios. Sin embargo, la historia no tiene un final feliz, ya que después de quince años de convivencia, Otti vuelve a vivir en Finlandia y el narrador no sabe nada de Paco. A pesar de esto, el narrador considera esta historia como la más simpática historia de amor que ha conocido.

Daniela en Picassent

En este capítulo, el autor comenta un incidente reciente que ha generado controversia en la sociedad. Se trata del striptease realizado por una mujer llamada Daniela en la prisión de Picassent, ante los presos de los módulos 8 y 10. El sindicato de funcionarios de prisiones protestó y el director se disculpó por el espectáculo. Sin embargo, algunas voces han llevado el asunto más allá, afirmando que entre el público había violadores y maltratadores, y que esto suponía una violencia ética y moral. También se ha planteado el tema desde la perspectiva de la dignidad de la mujer y el machismo. El autor señala que cada persona tiene sus propias ideas sobre este tipo de espectáculos, desde aquellos que consideran que es una forma de ganarse la vida hasta quienes creen que es denigrante. Además, menciona que los presos de Picassent podrían encontrar útil el recuerdo de este espectáculo en sus largas veladas invernales. El autor también critica la falta de reacción ante un espectáculo similar protagonizado por un hombre llamado Rafa, argumentando que si las presas se calientan y manosean a un hombre, esto es considerado divertido, mientras que si los presos hacen lo mismo con una mujer, es considerado machista y denigrante. El autor plantea diferentes puntos de vista sobre el tema, desde aquellos que consideran que la cárcel debe ser un lugar de castigo y que los presos no deberían recibir este tipo de espectáculos, hasta aquellos que creen que es una forma de motivarlos. Finalmente, el autor expresa que si él estuviera en prisión, preferiría un espectáculo como el de Daniela en lugar de otras opciones más tradicionales.

Películas de guerra

En este capítulo, el autor relata una cena en la que estuvo con Javier Marías y Agustín Díaz Yanes, en la que hablaron de libros y películas que les gustan. Comentaron sobre películas de guerra, especialmente las de la Segunda Guerra Mundial, y expresaron su deseo de que se vuelvan a lanzar dos películas que han estado esperando durante casi cincuenta años. El autor menciona sus películas favoritas de guerra en el mar y habla de una película en particular, "Bajo diez banderas", que espera encontrar algún día. También menciona que a menudo reciben cartas de lectores pidiendo listas de películas, pero no se siente cómodo haciendo listas porque son subjetivas y pueden decepcionar a la gente. Sin embargo, él y Javier se comprometen a escribir artículos sobre estas películas. El autor menciona algunas películas más sobre la Segunda Guerra Mundial que considera importantes y menciona dos de sus favoritas, "No eran imprescindibles" y "El hombre que nunca existió". Termina diciendo que en otro momento hablarán sobre películas del Oeste.

Esos meteorólogos malditos

En este capítulo, el autor reflexiona sobre la importancia de la incertidumbre en la navegación y la meteorología. Después de quince años como patrón de un velero, el autor reconoce que no se fía ni del color de su sombra, incluyendo la meteorología. Aunque reconoce que la meteorología es una ciencia inexacta, siente un gran respeto por los meteorólogos y pasa mucho tiempo consultando las previsiones meteorológicas. Sin embargo, señala que España carece de una eficaz información meteorológica marina y depende de servicios extranjeros para completar el panorama. A pesar de algunos malos ratos, el autor no culpa a los meteorólogos por sus problemas, ya que entiende la dificultad de predecir el tiempo con exactitud. Además, destaca que los meteorólogos establecen tendencias y calculan probabilidades, pero no pueden predecir el clima exacto en lugares específicos. También critica la descoordinación de las administraciones públicas en España, la falta de medios informativos adecuados y la falta de sentido común de la sociedad. El autor concluye que la vulnerabilidad es una palabra clave en nuestra sociedad, ya que hemos elegido vivir de espaldas a las leyes físicas y naturales. En lugar de culpar a los meteorólogos, el autor señala que debemos asumir nuestra responsabilidad y no buscar chivos expiatorios.

Cervantes, esquina a León

En este capítulo, el narrador camina por la calle Cervantes de Madrid y reflexiona sobre su importancia histórica. Aunque la calle no es particularmente bonita, el narrador siente que está cruzando con amistosos fantasmas que transitan por allí. En la esquina con la calle Quevedo, el narrador se encuentra entre la casa de Lope de Vega y la calle donde vivió Francisco de Quevedo. Al fondo, se puede ver el muro de ladrillo del convento de las Trinitarias, donde enterraron a Cervantes. En una ocasión, el narrador se cruza con un grupo de estudiantes y su profesora en el lugar donde estuvo la casa de Cervantes. La profesora les habla sobre la casa cervantina, pero la mayoría de los estudiantes parecen aburridos y desinteresados. La profesora reconoce al narrador como escritor y le pide que les cuente algo sobre el barrio de las Letras. Aunque el narrador no se siente vocacionado para la docencia, decide contarles una breve historia sobre el barrio. Utiliza los viejos trucos de su oficio y comienza a captar la atención de los estudiantes. Les habla sobre la rivalidad y envidia entre los escritores de la época, pero también sobre su genialidad y contribución a la lengua española. Los estudiantes se muestran interesados y el narrador se da cuenta de que reaccionan bien cuando se les ofrece algo adecuado. Al final, el narrador se despide de la profesora y continúa su camino, sintiéndose satisfecho por haber despertado el interés de los estudiantes. La mañana se vuelve menos gris y fría, y el narrador se despide de Francisco de Quevedo con un guiño.

Facha el último

En este capítulo, el autor reflexiona sobre la relación perversa entre la sociedad, los políticos y los medios de comunicación en España. Señala que existe un constante desafío por ver quién puede llegar más lejos en la espiral del disparate. El autor critica que el canon de lo correcto se ha convertido en un salto mortal perpetuo, alimentado por la clase política oportunista que disfruta de privilegios. Destaca que una vez que la sociedad establece o acepta un punto de vista, los medios de comunicación lo amplifican y lo consagran, incluso si es una tontería. Luego, la sociedad recibe con entusiasmo ese enfoque y trata de llevarlo aún más lejos por el qué dirán. El autor menciona un ejemplo de niños que juegan con armas simuladas en un lugar inadecuado y cómo el enfoque del redactor de la noticia insinúa que están a medio paso de convertirse en un grupo paramilitar neonazi. Critica la tendencia del periodismo de etiquetar y contaminar masivamente a la sociedad con información y doctrina a la moda. El autor también menciona el caso de un actor congoleño que declara que solo le ofrecen papeles de negro, y señala que es lógico que le ofrezcan papeles relacionados con su origen étnico. Concluye que en España, la sociedad está acogotada por lo socialmente correcto en lugar de por la moral oficial, y critica a los tontos, lameculos y canallas de siempre.

Sobre galeones y marmotas

En este capítulo, el autor comienza contando una historia del pasado para comprender la situación actual de España. Hace referencia a la película "El día de la marmota" para ilustrar cómo cada día parece ser igual en este país. Luego, narra la historia del naviero vizcaíno Martín de Arana, quien en 1625 se comprometió a construir seis galeones para la flota de Indias con el fin de asegurar el futuro de su hijo. A pesar de los riesgos y las dificultades económicas, Arana se embarcó en este proyecto por su lealtad a la corona y el honor de tener al rey como deudor. Durante la construcción de los galeones, Arana tuvo que lidiar con numerosos funcionarios y sanguijuelas de la administración que complicaron su vida. Después de entregar los galeones, en lugar de agradecerle, se le hizo una auditoría para evitar pagarle los 4.000 ducados que aún le debían. Años después, Arana murió en medio de un litigio con los administradores reales, dejando a su familia en la ruina. El autor relaciona esta historia con la del general Ambrosio Spínola, quien también sacrificó su vida y su honor por la corona española. Concluye que esta es la España eterna, donde la historia se repite una y otra vez.

Era pacífico y peligroso

En este capítulo, el narrador lamenta la muerte de Pepe Perona, un maestro de Gramática y catedrático de Gramática Histórica de la Universidad de Murcia. Aunque era conocido por su desprecio refinado e inteligente hacia los tontos, mediocres y canallas, el narrador lo admiraba y lo consideraba leal como un arponero intrépido. Pepe Perona era misántropo, malhumorado y gruñón, pero solo mostraba respeto por su familia y sus pocos amigos. El narrador recuerda momentos felices en los que Pepe Perona lo acompañó en momentos importantes de su vida como escritor. También menciona una discusión brillante entre Pepe Perona y otro catedrático en un café en Madrid. La ausencia de Pepe Perona deja un gran vacío en la vida del narrador, quien recuerda su actitud escéptica y su visión pesimista de la cultura y el mundo occidental. El narrador lamenta que la muerte de Pepe Perona haya arruinado sus planes de presenciar juntos el declive de Europa.

Palabras de honor

En este capítulo, el autor reflexiona sobre el concepto de honor y cómo ha perdido su significado en la sociedad actual. Recuerda una anécdota personal en la que fue detenido por un guardia civil por supuestamente pisar la línea continua en la carretera. A pesar de estar seguro de su inocencia, decide no discutir con el joven guardia y se dirige al cabo para pedirle su palabra de honor de que lo vio cometer la infracción. Después de un momento de vacilación, el cabo le permite irse sin multa. El autor destaca la importancia de la palabra de honor y lamenta que en la actualidad sea difícil encontrar a personas que la valoren. Concluye que el honor y el respeto hacia los demás son fundamentales para construir un mundo mejor y más justo.

900 euros al mes

En este capítulo, el autor reflexiona sobre las declaraciones de la ministra de Educación y el ministro de Economía en un telediario. El autor critica la forma en que ambos mencionan a los jóvenes y el futuro sin tener en cuenta la realidad que viven muchos de ellos. Para ilustrar esto, el autor comparte la historia de una joven de 28 años que trabaja en una tienda y gana 900 euros al mes. A pesar de tener un novio y querer vivir juntos, no pueden hacerlo porque él está desempleado. Además, la joven tiene que mantener a sus padres, ya que su madre está enferma y no recibe ayuda ni pensión. La situación económica de la familia es precaria y la joven no puede permitirse ni una cerveza. El autor concluye que la ministra de Educación y el ministro de Economía no hablan de los mismos jóvenes ni de la misma realidad en España.

La nieta gorilera

En este capítulo, el autor expresa su molestia por la presencia mediática de Carmen Martínez-Bordiú, nieta del general Franco. Aunque no tiene nada en contra de que ella se gane la vida, le molesta que aparezca constantemente en las portadas de revistas del corazón. El autor se pregunta qué tiene de especial Carmen para merecer tanta atención, ya que considera que sus declaraciones son superficiales y sus acciones no son relevantes. El autor recuerda una declaración de Carmen durante el desastre del Prestige, en la que ella afirmaba que si tuviera una pala, iría a Galicia a recoger chapapote, pero no pudo hacerlo porque no tenía una pala. Además, el autor critica la última aventura de Carmen en Uganda, en la que ella se presenta como una gran exploradora y escribe sobre su experiencia en la selva. El autor se burla de las declaraciones de Carmen y destaca las imágenes en las que ella aparece vestida con diferentes atuendos en distintos momentos de su viaje. El autor se cuestiona si Carmen se cambiaba delante de los gorilas o si los nativos le proporcionaban privacidad.

Ese rojo maricón

En este capítulo, el autor comenta su experiencia al volver a ver la película "Las cosas del querer" de Jaime Chávarri, la cual le entusiasmó hace veinte años. A pesar de sus temores de que la película hubiera envejecido mal, el autor disfrutó mucho de ella. Destaca las deliciosas canciones, la admirable narración de la historia, la extraordinaria actuación de Ángela Molina y Ángel de Andrés Pérez, y la soberbia interpretación de Manuel Bandera como el personaje de Mario, inspirado en Miguel de Molina.

El autor menciona que, de manera misteriosa, se entera de una exposición en Madrid titulada "Miguel de Molina. Arte y provocación", la cual aún no ha visitado. Luego, el autor reflexiona sobre la historia de Miguel de Molina, la cual considera tan española y dolorosa que duele solo con mencionarla. Describe a Miguel de Molina como el artista más notable de su tiempo, pero que fue perseguido y maltratado por los nuevos amos de España, quienes demostraron una falta absoluta de compasión y decencia.

El autor relata cómo Miguel de Molina fue obligado a mostrar su apoyo al bando vencedor, trabajar para empresarios que le pagaban menos y sufrir represalias por negarse a renovar un contrato. Luego, narra el exilio del artista, las presiones que sufrió en Argentina y México, y su regreso a Argentina, donde escribió un poema titulado "Cuando te duela España". El autor destaca que Miguel de Molina nunca regresó a España y que, aunque se le concedió la Orden de Isabel la Católica en 1992, él consideró que era una reparación demasiado tarde.

El capítulo concluye con la muerte de Miguel de Molina a los 85 años y su entierro en Buenos Aires. El autor opina que ni Málaga ni España merecen sus restos y que es mejor dejarlo en paz donde está, ya que así es como lo confinaron a palos entre todos. El autor finaliza mencionando que nada resume mejor la vida de Miguel de Molina que la copla "La bien pagá", en la que se dice "Ná te pido, ná te debo / me voy de tu vera, olvídame ya".

Mediterráneo

En este capítulo, el protagonista describe la melancolía que siente al amarrar un barco bajo la lluvia en un puerto mediterráneo. El ambiente gris y la falta de sol hacen que el mar y el cielo se vean apagados. La lluvia cae suavemente y empapa todo a su paso. El protagonista camina lentamente entre los barcos inmóviles, mojándose. La lluvia le provoca una tristeza vaga y lo hace pensar en el final de los viajes y en los marineros que nunca regresaron a sus barcos. También recuerda los días de sol, las playas desiertas y el olor a humo de hogueras. Luego, el protagonista se dirige al bar La Marina, donde el dueño, Rafa, asa boquerones y sardinas. Junto a la barra, hay tres hombres con la piel tostada y arrugada, que beben vino y fuman. Uno de ellos tiene un tatuaje en el antebrazo. El protagonista prueba los boquerones asados y el sabor le trae recuerdos del mar. Comprende que la bruma en su corazón es solo un episodio pasajero y que la vieja patria sigue intacta al otro lado de la lluvia.

Cómo buscarse la ruina

En este capítulo, el narrador se despierta por un ruido y decide investigar. Baja las escaleras con una linterna y un cuchillo en la mano, pensando en cuántos intrusos hay, si están armados y cuáles son sus intenciones. El narrador reflexiona sobre cómo debe ser proporcional la violencia en caso de enfrentamiento y cómo debe establecer un diálogo para entender las intenciones del intruso. También considera las posibles consecuencias legales de defenderse y cómo un juez podría interpretar la situación. El narrador imagina diferentes escenarios en los que se enfrenta a un intruso armado y reflexiona sobre las posibles consecuencias legales y personales de cada uno. Al final, el narrador descubre que el ruido era solo la televisión encendiéndose y se alegra de no haber tenido que enfrentarse a una situación peligrosa.

Apatrullando el Índico

En este capítulo, el autor comienza hablando sobre la posibilidad de que, al momento de escribir el capítulo, la fragata española haya destruido a los piratas somalíes en el Índico. Sin embargo, el autor considera que esto es poco probable debido a la precaución que se tiene en España para evitar cualquier incidente violento. Luego, el autor menciona una foto en la que la Ministra de Defensa, señora Chacón, aparece junto a varios portavoces parlamentarios a bordo de la fragata Numancia. En la foto, todos sonríen y transmiten un mensaje de compromiso y firmeza contra los piratas. El autor confiesa que le hubiera gustado que en ese momento, un grupo de piratas somalíes se hubiera unido a la foto, pero reconoce que esto no sucedió. A continuación, el autor describe una hipotética situación en la que se lleva a cabo un operativo para rescatar a los rehenes españoles, con llamadas telefónicas entre el presidente Zapatero y Obama, y finalmente, anuncia que el rescate se ha llevado a cabo con éxito y que los piratas se encuentran bien, a excepción de uno que se lastimó al intentar robarle el reloj a uno de los portavoces parlamentarios. El cabo primero de infantería de marina Manolo Gómez Cascajo, quien sugirió usar la fuerza contra los piratas, ha sido amonestado y será destinado a otra tarea.

Marsé, vestido de pingüino

En este capítulo, el autor comenta la reciente concesión del premio Cervantes a Juan Marsé y expresa su satisfacción por esta elección justa y merecida. Señala que, en los últimos años, este premio había sido utilizado por los ministerios de Cultura y los gobiernos para otorgar favores políticos, en lugar de reconocer el mérito literario. El autor revela que, en su experiencia como jurado del premio Cervantes, presenció manipulaciones y deliberaciones falsas sobre ganadores predecididos. Sin embargo, destaca que la Real Academia Española y el entonces ministro de Cultura, César Antonio Molina, tomaron medidas para garantizar la transparencia en la elección del premio. Como resultado, en la primera votación con un jurado independiente, Juan Marsé fue elegido como ganador. El autor también critica los Premios Nacionales de Literatura, que a menudo se ven influenciados por criterios políticos y territoriales en lugar de consideraciones literarias. A pesar de esto, el autor celebra que el premio Cervantes ahora se otorgue de manera justa y destaca la imagen de Juan Marsé en la ceremonia de premiación, donde se codeó con la realeza y la política. El autor concluye recordando que envió un telegrama de felicitación a Juan Marsé, en el que expresaba su alegría por el premio y su opinión sobre el país.

Piénselo dos (o tres) veces

En este capítulo, el autor reflexiona sobre la situación de la violencia de género en España y la respuesta de la justicia ante este problema. Se menciona el caso de un joven que intervino para defender a una mujer maltratada y terminó siendo condenado por exceso defensivo. La juez reconoció que su reacción inicial fue legítima, pero consideró que la patada en la cara que le propinó al agresor fue desproporcionada. El autor critica esta decisión y argumenta que en una pelea real, no se puede calcular con qué fuerza se golpea o dónde se golpea, sino que se pelea para ganar y evitar que el agresor siga atacando. Se cuestiona la letra de la ley y se señala que la justicia debería tener en cuenta el sentido común al juzgar estos casos. El autor concluye que la situación actual de la justicia favorece a los agresores y perjudica a las personas decentes que intentan ayudar a las víctimas de maltrato.

Cuando éramos honrados mercenarios

En este capítulo, el autor narra sus experiencias como periodista en los años setenta, cuando trabajaba en el periódico Pueblo. Describe el ambiente competitivo y caótico de la redacción, donde los reporteros buscaban noticias con fervor y se esforzaban por aparecer en la primera página. A pesar de la falta de escrúpulos y la rivalidad entre ellos, los periodistas se ayudaban mutuamente en la carrera por obtener la primicia. El autor destaca la importancia de la camaradería y el buen rollo entre colegas, a pesar de las diferencias ideológicas. También menciona que los directores y propietarios de los medios tenían sus disputas, pero a los periodistas les importaba poco. El autor reflexiona sobre cómo ha cambiado el periodismo en la actualidad, donde la línea entre información y opinión se ha difuminado y algunos periodistas se ven obligados a tomar partido político o empresarial. Critica la falta de independencia y la presión para alinearse con una determinada opción. El autor concluye que el periodismo ha perdido su esencia como un oficio apasionante y se ha convertido en una lucha por el estatus y la supervivencia.

Bicentenario: memoria e indiferencia

En este capítulo, el autor expresa su tristeza por la falta de interés institucional y el carácter local de los eventos relacionados con la guerra de la Independencia en España. Menciona que los actos conmemorativos son organizados principalmente por ayuntamientos, colegios y grupos de aficionados a la historia, quienes logran financiación y llevan a cabo las iniciativas con entusiasmo y perseverancia. Sin embargo, a veces se encuentran con la incomprensión y el recelo de algunas personas que consideran que recordar las batallas es militarismo. Por otro lado, aquellos que son perspicaces se dan cuenta de que estos eventos crean ambiente y ganan votos, por lo que se unen a los proyectos. A nivel local, el apoyo económico e institucional suele depender del partido político que gobierna el ayuntamiento. A nivel estatal, el autor critica la falta de apoyo y la ineficacia de la comisión para el bicentenario. Luego, el autor menciona dos ejemplos concretos: Gerona y Zaragoza. En Gerona, una exposición minimiza la figura del general Álvarez de Castro y la importancia de la guerra peninsular, presentando el conflicto como un episodio menor en las relaciones entre Cataluña y Francia. Además, el catálogo de la exposición solo está disponible en catalán, lo que genera dudas sobre la intención detrás de esta interpretación. En cambio, en Zaragoza, la conmemoración del primer sitio francés fue exitosa y contó con una recreación histórica que atrajo a 20.000 personas. El ayuntamiento, inicialmente reticente, decidió continuar con la conmemoración debido al éxito de público. Otro ejemplo mencionado es el de Medellín, donde se honró la memoria de una batalla que costó la vida de 8.000 españoles. El autor destaca el trabajo de las asociaciones napoleónicas españolas, que recrean los escenarios de las batallas y rinden homenaje a los compatriotas que lucharon y murieron hace doscientos años. Por último, menciona la conmemoración de la batalla de Talavera, que contará con conferencias, publicaciones didácticas, una recreación con tropas uniformadas y un acto institucional. En este caso, el ayuntamiento colabora con la Junta de Castilla-La Mancha.

Universitarios de género y génera

En este capítulo, el autor reflexiona sobre la presencia de delatores y chivatos en España a lo largo de la historia. Desde la época de Viriato hasta la actualidad, siempre ha habido personas dispuestas a denunciar a sus vecinos, amigos y familiares. A diferencia de otros países, donde la delación se justifica en nombre del bienestar social, en España se delata por otros motivos. El miedo, la vileza y el ajuste de cuentas son algunas de las razones por las que un español puede denunciar a su prójimo. La envidia y el sentimiento de amenaza también juegan un papel importante en esta dinámica. El autor critica la propuesta de una universidad madrileña de crear una carrera universitaria para formar profesionales encargados de vigilar el cumplimiento de la Ley de Igualdad. Considera que esto suena a comisario político y que la ley en sí misma contiene puntos de vista discriminatorios e injustificados. Además, compara esta propuesta con la labor de los funcionarios que vigilan el uso de otras lenguas en los patios de ciertos colegios, o con la policía religiosa que impone la ley islámica en algunos países musulmanes. El autor critica la ortodoxia impuesta por estos "profesionales que vigilan" y la confusión entre desigualdad social y desigualdad biológica que promueve la política de igualdad en España. Critica también la ignorancia de ciertos políticos y feministas extremas que desvirtúan la lucha por los verdaderos derechos de la mujer. En resumen, el autor cuestiona la necesidad y los posibles efectos negativos de la propuesta de formar profesionales para vigilar el cumplimiento de la Ley de Igualdad en España.

Oportunistas de lo imprescindible

En este capítulo, el narrador comenta una conversación que tuvo con Javier Marías sobre cómo ciertos libros y autores se vuelven populares de repente debido a un centenario, una película o una reedición oportuna. Muchas personas que nunca habían oído hablar de estos títulos o autores comienzan a elogiarlos y etiquetarlos como imprescindibles. El narrador menciona a Roberto Bolaño como ejemplo, señalando que ahora es considerado imprescindible después de su muerte y una gran promoción en Estados Unidos, a pesar de que antes era ignorado. Luego, discuten otros autores que también fueron infravalorados en el pasado, como Stevenson, Conrad y Zweig. El narrador menciona a Traven como un autor poco conocido y leído, pero predice que si un libro suyo fuera publicado por una buena editorial, muchas personas que nunca lo han leído elogiarían su obra. Finalmente, el narrador menciona que tres semanas después de su conversación, se publica un libro de Traven y se confirma su predicción, ya que comienzan a aparecer columnas y comentarios sobre él, con la palabra "imprescindible" repitiéndose en cada artículo.

El príncipe gitano

En este capítulo, el narrador recibe un video del Príncipe Gitano cantando una versión peculiar de "In the Ghetto" de Elvis Presley. Sin embargo, el narrador ya conocía al Príncipe Gitano desde hace mucho tiempo, incluso antes de que se hiciera famoso por sus versiones de canciones en español. El narrador recuerda cuando solía escuchar música en una taberna del puerto con un amigo llamado el Piloto, y menciona una canción en particular llamada "Cariño de legionario" que le gustaba mucho. Luego, el narrador describe la vida y carrera del Príncipe Gitano, desde sus orígenes como hijo de gitanos vendedores ambulantes hasta su incursión en el mundo del cante flamenco y su participación en el cine. El narrador también menciona una película en la que el Príncipe Gitano actuó junto a su hermana Dolores Vargas La Terremoto. A pesar de que el Príncipe Gitano ya estaba en el tramo final de su carrera, el narrador recuerda con emoción las veces que lo vio actuar en un garito de Madrid. El narrador describe el ambiente del lugar y cómo las prostitutas españolas le mostraban su admiración al Príncipe Gitano. El capítulo termina con el narrador recordando esos momentos y sintiendo la misma emoción al escribir sobre ellos.

Esa gentuza

En este capítulo, el autor describe su experiencia al pasar por la carrera de San Jerónimo, cerca del Congreso de los Diputados. Observa la salida de los diputados y se siente disgustado por su actitud arrogante y prepotente. Aunque reconoce que no todos los políticos son así, sus sentimientos de indignación y desprecio son intensos. Se cuestiona por qué ve a todos los políticos como gente despreciable, a pesar de saber que hay personas honorables entre ellos. El autor atribuye su visión negativa a su conocimiento de las consecuencias de las acciones de los políticos y su falta de escrúpulos. Promete detallar en otro momento cómo se benefician de privilegios y abusan del sistema. Aunque reconoce que su desahogo no es coherente ni objetivo, espera que al menos algunos comprendan lo que siente cuando se cruza con los políticos en la carrera de San Jerónimo.

De nombres y barcos

En este capítulo, el autor reflexiona sobre los barcos y su personalidad única. Comienza citando a Joseph Conrad, quien comparó a los barcos con los hombres, ya que ambos se mueven en un elemento inestable y están sujetos a influencias sutiles y poderosas. Los barcos pueden ser torpes, lentos, veloces, húmedos, caprichosos, astutos, celosos, ingenuos o ingobernables. Algunos tienen poco carácter y se adaptan a la personalidad de su capitán, mientras que otros tienen una personalidad propia y pueden tomar decisiones fundamentales para su supervivencia y la de sus tripulantes. El autor relata una experiencia personal en la que presenció cómo un velero se gobernaba por sí mismo durante un fuerte temporal, esperando las instrucciones de su patrón. Los barcos, incluso, pueden "hablar" a través de los sonidos que emiten. El autor menciona que los navegantes experimentados blasfeman y maldicen al mar o a su mala suerte, pero nunca al barco. Los barcos tienen nombres propios, y el autor disfruta leyendo los nombres en la proa y la popa. Algunos nombres están asociados a malos recuerdos, mientras que otros reflejan el carácter, los sueños o el sentido del humor de sus propietarios. El autor menciona ejemplos de nombres modestos, musicales, humorísticos, agresivos, tiernos o simplemente prácticos. También menciona nombres de barcos extranjeros con nombres complicados o relacionados con el paisaje. El autor cuenta una historia pintoresca en la que escuchó una llamada de socorro en la radio con el mensaje "Arriba España". Al llegar al lugar, descubrió que se trataba de una embarcación con banderas franquistas y un nombre pintado en letras grandes: Arriba España. El autor ayuda al patrón a remolcar el barco y se despide con la explicación de que lo hace para molestar a los "rojos".

Con lengua o sin lengua

En este capítulo, el narrador reflexiona sobre el centro de Madrid y cómo ha cambiado a lo largo de los años. Aunque muchos lugares tradicionales han desaparecido, pasear por el centro sigue siendo una experiencia intensa y representa la Europa y el mundo en el que vivimos. Mientras camina por la Gran Vía, el narrador observa a diferentes personas, incluyendo a una pareja de hombres jóvenes que se abrazan con naturalidad y ternura. Aunque un hombre cerca de él muestra desagrado por esta escena, el narrador no comparte su opinión y recuerda una experiencia de juventud en la que una pareja heterosexual fue reprendida por mostrar afecto en público. El narrador reflexiona sobre la suerte que tienen ahora las parejas del mismo sexo de poder expresarse libremente en Madrid, a diferencia de tiempos pasados en los que eran perseguidos y reprimidos. Concluye que prefiere ver a las parejas mostrando afecto, incluso si es de manera más explícita, en lugar de vivir en un mundo en el que la intolerancia y la represión prevalezcan.

El museo desaparecido

En este capítulo, el autor expresa su desolación al ver el antiguo museo del Ejército cerrado y trasladado al Alcázar de Toledo. Critica la decisión del ex presidente Aznar, el ex ministro Trillo y el partido político Pepé por ignorar las protestas y cerrar el museo. Aunque reconoce que esto beneficia a los toledanos, lamenta que Madrid ya no tenga un museo del Ejército. Además, el autor teme que la modernización del nuevo museo resulte en una falta de enfoque en la historia militar y una excesiva promoción de la paz. También menciona que los textos que acompañarán a las piezas están siendo revisados para evitar ofender sensibilidades y doctrinas pacíficas. El autor critica esta censura y menciona varios eventos históricos que podrían ser omitidos o suavizados en los nuevos textos. Además, menciona el caso del Museo Naval de San Fernando en Cádiz, donde el ministerio de Defensa ha instalado a la infantería de Marina en el nuevo recinto en lugar de trasladar la colección. El autor teme que el Museo Naval de Madrid también pueda ser afectado por la corrección política, y menciona la importancia de preservar la historia naval española, a pesar de los intentos de suavizarla.

Destrozando la memoria

En este capítulo, el autor habla sobre la falta de interés y cuidado que se le da a los lugares históricos en España. Menciona que, a diferencia de otros países como Bélgica, donde se conserva el escenario de la batalla de Waterloo, en España estos lugares suelen ser ignorados y degradados. El autor critica la falta de iniciativa por parte de los políticos y la falta de conciencia sobre la importancia de estos lugares como atracciones turísticas y como lecciones vivas de historia y memoria. Se mencionan ejemplos como Las Navas de Tolosa, Arapiles, Bailén y Numancia, donde se están llevando a cabo proyectos que dañarán estos lugares históricos. También se menciona el caso de Uclés, un pueblo con un paisaje espectacular y donde tuvieron lugar dos importantes batallas en la historia de España. El autor expresa su indignación ante el proyecto de instalar un parque eólico en la zona, que arruinaría tanto el paisaje histórico como el parque arqueológico de Segóbriga. Además, el autor menciona que Uclés también es importante para él personalmente, ya que allí se filmó una escena de la película Alatriste, y le resulta inaceptable que se le pongan molinos de fondo a ese paisaje.

España cañí

En este capítulo, el narrador se encuentra en el pasillo de un hospital llamado "Hospital del Venerable Prepucio de San Agapito" o "de los Siete Dolores de Santa Genoveva". Mientras camina, reflexiona sobre un informe que indica que uno de cada diez trabajadores de hospitales en España sufre agresiones físicas por parte de pacientes o sus familiares. También menciona que los guardias de seguridad a menudo prefieren no intervenir en estas situaciones para evitar complicaciones.

En su búsqueda por la habitación B-37, el narrador llega a una sala de espera desordenada y se encuentra con dos niños gitanos que chocan contra sus piernas. Luego, observa a una mujer amamantando a su bebé en medio de la sala. Desconcertado, el narrador se detiene cuando ve un grupo de personas vociferantes en el pasillo. Estas personas son adultos y jóvenes con apariencia peligrosa, vestidos de oscuro y con un aire desgarrado. Las mujeres gritan que "ha matao ar papa" y amenazan e insultan al médico que está en el centro del tumulto.

El médico, pálido y acorralado contra la pared, intenta dar explicaciones y excusas sobre la muerte del paciente, pero los hombres no aceptan sus palabras y lo acusan de haberlo matado. Las mujeres lloran y gritan, mientras que otros espectadores asoman por las puertas de las habitaciones para observar la escena. El narrador decide mantenerse prudente y piensa que es mejor que el médico enfrente su destino. Mientras busca una ruta de escape, nota que los guardias de seguridad están ocupados contando monedas y sirviéndose café.

Finalmente, el narrador se acerca a los guardias y les pregunta si hay capuchino, mientras mete un euro en la máquina del café. Los guardias, amables, le sirven el café y los tres permanecen en silencio mientras sale el chorrito de café.

En resumen, en este capítulo el narrador visita un hospital y se encuentra con una escena caótica en el pasillo, donde un grupo de personas acusa al médico de haber causado la muerte de un paciente. El narrador decide mantenerse al margen y busca una ruta de escape mientras observa la situación desde la distancia.

La habitación del hijo

En este capítulo, la madre reflexiona sobre su hijo y cómo ha cambiado a lo largo de los años. Aunque solía conocerlo muy bien, ahora siente que es un extraño en su propia casa. La madre pasa tiempo en su habitación, observando los objetos y las fotos que evocan recuerdos de cuando su hijo era pequeño. Ella recuerda el olor de su hijo cuando era un bebé y un niño pequeño, y espera poder experimentar ese olor nuevamente con un nieto en el futuro. La habitación está llena de libros que han sido parte de la vida de su hijo durante los últimos veinticinco años. Desde que era niño, ella le transmitió el amor por la lectura y la palabra escrita. Estos libros han ayudado a su hijo a encontrar su lugar en el mundo y a planificar su futuro. Sin embargo, la madre se pregunta si hizo lo correcto al fomentar el amor por los libros en su hijo. Lo ve luchar en entrevistas de trabajo y enfrentarse a la falta de oportunidades. Recuerda cómo sus amigos abandonaron sus sueños después de la universidad y se pregunta si su hijo debería haber seguido un camino más práctico. A pesar de todo, su hijo perseveró y obtuvo su título universitario, pero ahora se enfrenta a la realidad de la falta de oportunidades laborales. La madre se cuestiona si ella cometió un error al criar a su hijo de esta manera. Sin embargo, al abrir un libro al azar, encuentra unas líneas subrayadas que la hacen reflexionar. Estas líneas hablan sobre cómo el mar puede matarte incluso si sigues todas las reglas, pero si eres un buen marinero, al menos sabrás dónde te encuentras en el momento de morir. Esto hace que la madre sonría y piense que tal vez no se equivocó por completo al criar a su hijo de esta manera.

Tontos (y tontas) de pata negra

En este capítulo, el autor reflexiona sobre la existencia de personas tontas en la sociedad y defiende su derecho a existir. Considera que los tontos sociales, aquellos que no son conscientes de su propia estupidez, cumplen un papel importante en determinados ámbitos, como el trabajo, la vida cultural y la política. Además, señala que los tontos tienen una capacidad reproductora sorprendente y que ciertos ambientes, especialmente los políticamente correctos, les son favorables. El autor también destaca la importancia de los tontos españoles como parte de la identidad nacional y expresa su preocupación por el futuro de las universidades españolas. En particular, menciona una iniciativa de la Universidad de Zaragoza que busca promover el uso del lenguaje inclusivo y de género en el campus. El autor ironiza sobre esta iniciativa y concluye que la estupidez institucional garantiza el futuro de la sociedad, ya que siempre habrá tontos y tontas.

No me pises, que llevo chanclas

En este capítulo, el autor comienza hablando de la vestimenta en verano y cómo ha dejado de importarle el tema. Sin embargo, relata dos situaciones recientes que le han hecho reflexionar al respecto. La primera ocurrió en un restaurante de Barcelona, donde cuatro turistas entraron vestidos de forma inapropiada y el personal del lugar los trató con total normalidad, asignándoles una mesa en el centro del local. A pesar de sentirse incómodo, el autor no hizo nada al respecto debido a que eran clientes y además, todos eran gays. La segunda situación tuvo lugar en un local de comida rápida en un puerto mediterráneo, donde una camarera se negó a servir a dos turistas sin camiseta y estos tuvieron que ponerse una para poder ser atendidos. El autor admira la actitud de la camarera y reflexiona sobre cómo la gente acepta ciertas cosas dependiendo de las circunstancias y de lo que estén dispuestos a tolerar a cambio de dinero. Concluye que cada uno tiene los turistas y los clientes que se merece.

La camisa blanca

En este capítulo, el autor responde a una carta de una lectora que criticó su falta de entusiasmo por el tema de los cadáveres de la guerra civil. El autor explica que comprende el deseo de las familias de rescatar los restos de sus seres queridos, pero critica a aquellos que utilizan el dolor ajeno para beneficio propio. Luego, el autor cuenta una historia real que le fue referida por una mujer de 84 años. La historia se desarrolla durante la guerra civil española, cuando la mujer de 12 años acompaña a su madre al ayuntamiento de la ciudad. Allí, la niña presencia a cuatro hombres armados llevando a un joven maniatado con una herida en la frente. A pesar del miedo que le causa la sangre y los hombres armados, el joven sonríe a la niña antes de ser llevado. Al día siguiente, la madre de la niña comenta que mataron al hijo de la florista. La niña recuerda que las manos de la florista habían planchado la camisa blanca del joven. La mujer de 84 años no sabe si el joven fue desenterrado en 1940 o recientemente, pero para ella, todos los jóvenes eran iguales, ya que todos tenían una camisa blanca planchada en casa.

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