Los hijos muertos

40 minutos

I. El tiempo

Capítulo primero

En este capítulo, se narra la muerte del guardabosques de los Corvo durante una batida contra los lobos. Aunque no tenía parientes ni amigos, fue enterrado por el viejo Gerardo Corvo y los chavales de la escuela. Los Corvo eran una familia rica que regresó a Hegroz desde América y eran odiados por los habitantes del pueblo. Antes de ellos, Hegroz pertenecía al Duque, pero los bosques y las tierras solo les pertenecían en teoría, ya que el Duque nunca los visitó. Los hombres de Hegroz amaban y deseaban esos bosques, pero solo podían disfrutar de una pequeña asignación de leña. Los Corvo, en cambio, eran dueños de la finca de La Encrucijada y de los bosques de Neva. Gerardo Corvo, arruinado y solitario, paseaba por la finca recordando el pasado. Recordaba a su medio hermano Elías, quien se casó con Magdalena Rocandio, una mujer de origen desconocido y que fue desheredada por su padre. Elías intentó recuperar su fortuna en América, pero fracasó y perdió todo. Gerardo se quedó solo y esperó noticias de Elías, pero solo recibió la noticia de su suicidio. Después de la muerte de Elías, Gerardo también intentó suicidarse, pero fue rescatado. Sin embargo, quedó con el pecho abultado y el cuello torcido. Lucas Enríquez aprovechó la situación y se hizo con las tierras y los bosques de Hegroz. Gerardo, obsesionado por el dinero, lo gastó rápidamente y su vida se fue desvaneciendo poco a poco.

Siguiendo este capítulo, la vida continúa en La Encrucijada, la casa de los Corvo. Los árboles florecen y se desnudan, los cuervos vuelan sobre los bosques de Neva y los box se despueblan. La pobreza se instala en la casa y los hombrecillos voraces hipotecan y embargan. En diciembre de 1930, muere Margarita, la madre de la familia. En el entierro, cae una granizada breve. César, el hijo mayor, se despide de la familia y se va a Madrid para abrir un bufete de abogados. Isabel, la hija, se parece a su padre y asume el mando de La Encrucijada. Ella trabaja duro para levantar la casa y la tierra. César termina la carrera de Derecho y estudia con lentitud y desinterés. Isabel le habla sobre las oportunidades que tiene con su carrera y le pide que trabaje con empeño. César se va de La Encrucijada y Gerardo siente una herida en su corazón. Isabel se convierte en la dueña de La Encrucijada y trabaja como un hombre. Despide a los criados y guarda solo lo indispensable. Gerardo se casa con Beatriz, una vieja señorita de Hegroz. Beatriz muere al dar a luz a una niña llamada Mónica. Tres años después, Verónica desaparece de La Encrucijada y se encuentra con Daniel en el bosque. Gerardo sale a buscarlos pero no los encuentra. César trae noticias de Daniel y habla mal de él. Isabel decide que Daniel debe volver a La Encrucijada y le escribe una carta. Daniel regresa a La Encrucijada y se instala en la cabaña de Neva.

Capítulo segundo

En este capítulo, Mónica se detiene en el umbral de la casa y ve dos murciélagos en la pared. Abre la puerta y los murciélagos salen volando hacia las cuevas detrás de la casa. Mónica piensa en cómo cuando era pequeña, Goyo, el hijo de la Tanaya, solía hacer cosas terribles con los murciélagos. Mónica siente miedo y nerviosismo mientras espera la llegada de Daniel en el coche de César. Gerardo Corvo, el padre de Mónica, se despierta y se prepara para el día. Piensa en cómo la vuelta de Daniel no le emociona y se lamenta de su propia vejez. Isabel, la hermana de Mónica, se prepara para ir a misa y reflexiona sobre su pasado y su relación con Daniel. César, el hermano de Mónica, piensa en cómo Isabel siempre ha tenido el control sobre todos en la casa y en su deseo de sacar a Mónica de allí. Daniel llega a la casa y es recibido por Isabel. Daniel siente una paz indiferente y reflexiona sobre el tiempo y el futuro de Hegroz. El capítulo termina con Daniel subiendo las escaleras y pensando en sus amigos y enemigos.

Capítulo tercero

En este capítulo, Daniel Corvo regresa a Hegroz, un pueblo abandonado en el fondo de un valle rodeado de montañas. El pueblo está condenado a ser inundado debido a la construcción de una presa. Daniel recuerda con amor los bosques y la tierra fértil de Hegroz. Sin embargo, desde que el pueblo cayó en manos de Lucas Enríquez, la situación ha empeorado. Los habitantes serán expropiados y expulsados de sus tierras y casas. A pesar de la indiferencia y la resignación de los habitantes, una rebeldía silenciosa se extiende por el pueblo. Talan árboles y cazan sin respetar las prohibiciones. Los lobos también se acercan cada vez más al pueblo, causando estragos en el ganado. Tres indianos, incluido Daniel, regresan a Hegroz con un pasado turbio. Daniel se instala en la cabaña del antiguo guardabosques de los Corvo. Allí, se sumerge en el agua helada del barranco y siente una conexión profunda con la naturaleza. A pesar de la hostilidad y el desprecio de los habitantes de Hegroz, Daniel decide quedarse y luchar contra la injusticia y la opresión.

Siguiendo este capítulo, Daniel siente un profundo odio hacia La Encrucijada y su deseo de escapar de allí. No quiere trabajar para Isabel ni para la tierra de los Corvo. Recuerda su infancia en la escuela de la aldea, donde el maestro Pascual Dominico era cruel con los niños. Daniel descubre la biblioteca de su padre en el desván y se refugia en la lectura. Isabel intenta convertirlo en un jornalero de La Encrucijada, pero él se rebela y se escapa al bosque con Verónica, una chica de la aldea. Juntos, encuentran la felicidad en la naturaleza y en su amor mutuo. La Tanaya, una criada de La Encrucijada, tiene un hijo con un hombre que no es de la familia Corvo y sufre el desprecio de Isabel. La niña muere y la Tanaya se siente culpable. Lucas Enríquez propone matrimonio a Verónica, pero ella rechaza su oferta. Gerardo, el hermano de Daniel, se enfurece y amenaza a Verónica. Daniel se siente atraído por la rebeldía y la tristeza de Graciano, el hijo del herrero. Daniel se va de caza y se encuentra con dos niños pescadores a los que asusta. Regresa a su cabaña y come las truchas que ha cazado. Escucha una gota de agua que cae en su cabaña y sale a la naturaleza, sintiéndose solo.

Capítulo cuarto

En este capítulo, Daniel Corvo pasa la primavera y llega el verano. A veces baja a Hegroz y entra en la taberna del Moro, donde bebe vino y observa su entorno. Los habitantes de Hegroz comentan que Daniel se ha vuelto idiota. Por las noches, Daniel sigue el vaivén del candil de aceite y los vasos de vino. Algunos se acercan a hablarle, pero Daniel rechaza las copas y las palabras y se va al bosque. Allí, siente una paz que le hace falta. Si despertar a la vida es un desasosiego, prefiere la paz de la ausencia de sí mismo. Daniel mira su viejo rifle y los habitantes de Hegroz lo ven como un hombre huraño y encorvado. Los meses de junio y julio pasan y él se queda en su cabaña, rodeado de árboles. A veces piensa en los cazadores y otras veces se acerca al terraplén para mirar el río. Un día de diciembre, escucha a Alfonsa Heredia gritar y se entera de que el maestro ha muerto. Al día siguiente, los niños de la aldea llevan al maestro al cementerio. Luego, llega a la aldea el Patinito, un joven maestro llamado Miguel Patino. Daniel lo conoce en la herrería y empiezan a hablar debido a que el Patinito tiene un libro en la mano. El Patinito cuenta su historia, cómo creció en la Casa de Caridad y luego trabajó en una imprenta. Finalmente, se convirtió en maestro y llegó a Hegroz. Daniel y el Patinito se hacen amigos y pasan tiempo juntos en el bosque. Verónica, la hermana de Daniel, llora y le confiesa que tiene tristeza. Daniel le dice que se irá y ella le pide que la lleve con él. El Patinito también se une a ellos y deciden irse juntos. Daniel se despide de su familia y se va de la casa. Luego, se encuentra con el Patinito en la taberna del Moro, donde planean su nueva vida en la ciudad del Patinito.

Siguiendo este capítulo, Daniel Corvo se despide de su amigo Patinito, quien le da dinero para su viaje a Barcelona. Daniel se dirige a la estación de Neva y toma un tren hacia la ciudad. Al llegar a Barcelona, se siente abrumado por la vida de la gran ciudad y se dirige a una pensión en la calle de la Unión. Durante su primer día en la ciudad, Daniel se encuentra con Diego Herrera, el jefe del Destacamento Penal de Hegroz, en varias ocasiones. Aunque no son amigos, se saludan y comparten algunas palabras. Daniel también explora la ciudad, maravillándose con los quioscos de libros y revistas, los letreros luminosos y la vida bulliciosa de las calles. Finalmente, Daniel se encuentra con Enrique Vidal, el amigo de Patinito, en la imprenta donde trabaja. Aunque su encuentro es breve, Enrique le pide a Daniel que lo espere en un bar llamado El Cocodrilo para hablar más tarde. Mientras tanto, Diego Herrera y Daniel Corvo continúan cruzándose en los caminos de Neva, manteniendo una distancia entre ellos.

Capítulo quinto

En este capítulo, se describe cómo los presos del destacamento penal de Hegroz se encargan de talar árboles y transportar la leña al barracón. Daniel Corvo, el protagonista, los ve a menudo mientras realiza sus recorridos. Los presos comen en el bosque y parecen estar liderados por un hombre llamado Santa o "El abuelo". A veces, la Guardia Civil los vigila y comparte un trago con ellos. Daniel también observa a los guardias civiles sentados en la hierba, con expresiones similares a las de los presos. A pesar de sus crímenes y delitos, todos parecen tener una expresión mansurrona y una extraña paz en medio del trabajo en el bosque. Diego Herrera, el jefe del destacamento, recibe muchas cartas de presos de otras cárceles. Daniel comienza a distinguir a los presos y a las mujeres que los siguen, viviendo en chabolas al otro lado del río. Los presos que trabajan en la tala de árboles y en la presa reciben el mismo salario que los obreros y se les perdona dos días de condena por cada día de trabajo. A veces, Daniel ve a los presos que van a la iglesia los domingos y se les permite entrar en la taberna del Moro para beber un vaso de vino. Daniel también se encuentra con Enrique Vidal, quien le ofrece ayuda para encontrar trabajo en la ciudad. Ambos se encuentran en la taberna del Moro y luego van a la casa de Enrique. La esposa de Enrique muestra desprecio hacia ellos y cuenta la trágica historia de la muerte de su hijo. A pesar de las dificultades, Enrique promete ayudar a Daniel a encontrar trabajo. Daniel pasa sus primeros días en la ciudad, observando la vida en las calles y reflexionando sobre la desigualdad y la injusticia. También se encuentra con Enrique los domingos y hablan sobre diversos temas. Aunque Enrique no ha logrado encontrarle trabajo en la imprenta, promete seguir intentándolo.

Siguiendo este capítulo, el protagonista comienza a trabajar en una imprenta y se siente a gusto desde el primer momento. Empieza como ayudante de mecánico y realiza tareas como limpiar las máquinas, engrasarlas y entintar galeradas. También selecciona recortes de papel y mezcla tintas. La imprenta en la que trabaja es importante y está afiliada a la UGT. El protagonista asiste a las reuniones del partido y se informa sobre el paro obrero, la retirada de capitales y los paros de industrias. La situación de hambre y miseria de los campesinos en Andalucía es mencionada. El protagonista lee en los periódicos sobre la fuga de dinero y la falta de inversión en viviendas y tierras. Las huelgas son frecuentes en la imprenta y los sueldos son bajos. En las casas sindicales se almacenan armas clandestinamente. El protagonista siente una fiebre que lo empuja hacia su objetivo y escribe cartas apasionadas a Verónica. Decide traerla a Barcelona y Enrique Vidal lo apoya. En un domingo caluroso, deciden ir a la playa y Enrique le dice que es mejor que estén juntos. El protagonista se queda solo en la playa y presencia la explosión de un petardo que mata a un niño. Las mujeres llegan y se amotinan, buscando a la madre del niño. El protagonista siente miedo y recuerda las palabras de Enrique sobre traer a Verónica. Termina el capítulo recordando el camino por el que Verónica huyó de La Encrucijada hace trece años.

Capítulo sexto

En este capítulo, Daniel Corvo se encuentra en su cabaña, bebiendo orujo y disfrutando de la paz y tranquilidad del lugar. Piensa en comprar un perro como compañía, pero recuerda la triste muerte de su perro de la infancia. Luego, los cuervos regresan y el sol brilla intensamente, lo que le provoca una sensación de júbilo y alegría. Daniel decide unirse a un grupo de hombres que se embarcan hacia Mallorca. En el barco, se encuentra con diferentes personas, como una prostituta vieja y una joven pareja. Finalmente, llegan a Mahón y Daniel es asignado a un cuartel donde debe cuidar a los prisioneros. A pesar del calor y la sed, cumple con su deber y les da agua a los prisioneros. Después de su guardia, el brigada exsuboficial de Regulares les habla sobre la importancia de la disciplina y el orden. Comen y reciben sus armas antes de volver a embarcar. Durante la noche, Daniel siente una sensación de inquietud y presiente que algo oscuro se acerca. A pesar de esto, los demás duermen o disfrutan del viaje.

Siguiendo este capítulo, el protagonista observa el amanecer en la playa mientras desembarcan del barco-hospital Jaime I. Aparece un barco abandonado que le provoca una sensación de desolación. Luego, se dirigen hacia el frente de Son Servera, donde se encuentran con el enemigo por primera vez. El protagonista se da cuenta de que no siente nada, solo una idea fija de que está frente al enemigo. Comienza el tiroteo y el protagonista se da cuenta de la presencia de hormigas en la tierra. Continúa la batalla y el protagonista se arrastra por el suelo mientras dispara. El brigada muere y la centuria se queda sin mando. Deciden replegarse y esperar a la noche. Durante los días siguientes, la guerra se vuelve rutinaria y monótona. El protagonista reflexiona sobre la vida de las mujeres en el campo de prisioneros y la tristeza que las envuelve. Luego, se describe la figura de Magdalena, una mujer que ayuda a los heridos y realiza diversas tareas en el frente. La guerra continúa con bombardeos y falta de munición. Finalmente, se ordena la retirada y el protagonista embarca en el barco Mar Negro. Durante el viaje, se vive un momento de tensión cuando se acercan a aguas internacionales y se encuentran con un barco italiano. El protagonista reflexiona sobre la guerra y la violencia. Finalmente, llegan a Valencia y el protagonista se encuentra con Herrera en una taberna. Hablan sobre la guerra y el protagonista decide irse sin despedirse. Herrera intenta llamarlo, pero el protagonista se va perseguido por la música de la radio.

Capítulo séptimo

En este capítulo, Daniel Corvo se dirige al Valle de las Piedras y se encuentra con Diego Herrera. Allí, ve a tres presos, dos de ellos heridos y uno con fiebre. Daniel se pregunta qué están haciendo y Herrera le explica que el viejo tiene fiebre y los otros dos están heridos y no pueden trabajar. Luego, los presos se quitan la gorra y Daniel se da cuenta de que el viejo tiene fiebre alta. Herrera invita a Daniel a beber una copa y hablar. Daniel acepta y se da cuenta de que necesita hablar con alguien. Mientras beben, Daniel le cuenta a Herrera sobre su enfermedad y cómo llegó al Valle de las Piedras. Herrera le habla de su hijo muerto y de su fe en él. Daniel se siente irritado por la fe de Herrera y le dice que no tiene orgullo de ser un hombre acabado. Herrera le responde que tiene la necesidad de creer en la vida de su hijo. Daniel se siente enfadado y se va, dejando a Herrera solo. Luego, Daniel camina por las calles de Barcelona y ve la desolación y el miedo en todas partes. Se encuentra con Efrén, un amigo del periódico, y juntos deciden unirse al ejército. Finalmente, llegan a Figueras y Daniel cumple su última misión antes de que llegue la Guardia de Asalto. Luego, Daniel y Herrera caminan juntos hacia la montaña y hablan sobre la caza. Daniel se siente atraído por la idea de cazar y se despide de Herrera.

Capítulo octavo

En este capítulo, Isabel Corvo decide finalmente tomar el camino de Neva, algo que había deseado hacer durante días pero no se había atrevido. Se dirige a la iglesia y busca el confesonario, pero no logra decir la verdad que oculta en su interior. En su camino, se encuentra con Gerardo Corvo, su padre, quien la detiene y le pregunta a dónde va. Isabel responde que va a los bosques y continúa su camino.

Gerardo observa a su hija alejarse hacia las montañas y reflexiona sobre su comportamiento y su soledad. Luego, decide ir también a los bosques el día que sienta que está muriendo. Regresa a casa y se queda mirando el río Neva, sintiendo la necesidad de beber.

Mientras tanto, Isabel continúa su ascenso por el camino hacia los bosques. Se siente fatigada pero sigue adelante. Finalmente, llega a la cabaña del guardabosques y se da cuenta de que no hay nadie. Siente miedo pero decide entrar. El olor del bosque la abruma y recuerda a Daniel, su antiguo amante.

De repente, ve la sombra de Daniel entre los árboles y se emociona al verlo. Sin embargo, él la mira sin emoción y le pregunta por qué ha venido. Isabel intenta disculparse y le pide que regrese con ella y su padre, pero Daniel se muestra indiferente y le dice que todo ha pasado.

Isabel intenta recordarle lo que vivieron juntos, pero Daniel se muestra distante y le reprocha su comportamiento pasado. Isabel intenta acercarse a él, pero él la rechaza y le dice que está tranquilo y que no piensa en el pasado.

Después de su encuentro, Isabel regresa a casa llorando y le ruega a Daniel que no la deje sola. Él la mira ausente y le dice que es tarde para cualquier cosa. Isabel se despide y se va.

Daniel la observa alejarse y luego vuelve a la mesa para comer pan, pensando en la soledad del hombre.

II. El hambre y la sed

Capítulo primero

En este capítulo, Miguel Fernández se encuentra en un estado confuso y desorientado. Apenas tiene conciencia de su entorno y lucha por mantenerse en pie. Siente miedo y vértigo debido al humo que lo rodea. Intenta coordinar sus pensamientos, pero le resulta imposible. En su cabeza flotan palabras y fragmentos de diálogos que se mezclan y se repiten. A medida que recupera la conciencia, escucha voces de personas que le hablan y le resultan familiares. Estas voces pertenecen a su jefe, a Santa, al cocinero y a sus compañeros de prisión. Aunque no puede entender claramente lo que dicen, percibe que hablan de redención y de ayudarlo. Miguel se agarra con fuerza al borde de la mesa y siente sudor frío en la frente y el cuello. A medida que recuerda lo sucedido, se da cuenta de que está en el cuarto del jefe, quien parece preocupado por su estado de salud. Miguel intenta levantarse, pero le tiemblan las piernas y le duele la cabeza. El jefe le pregunta si esto le ocurre a menudo y le advierte que no quiere enfermos en el lugar. Miguel se siente molesto y piensa en la posibilidad de ser expulsado nuevamente. Sin embargo, decide no dejarse abatir y afirma que no está enfermo, solo cansado y nervioso. El jefe se queda pensativo y Miguel siente un repentino calor que le recorre el cuerpo. A pesar de su malestar, Miguel se niega a dejarse vencer por la melancolía y decide enfrentar su situación con determinación. Finalmente, es llevado a la cocina, donde observa el paisaje a través de la ventana y comparte una breve conversación con el cocinero. Luego, es conducido al dormitorio, donde se acuesta en su litera y reflexiona sobre su condena y su deseo de libertad. A pesar de sentir desprecio por la actitud resignada de los demás presos, Miguel se esfuerza por mantenerse fuerte y decidido a luchar por su vida. Recuerda momentos de su infancia y la influencia de su padre y su madre en su forma de enfrentar las dificultades. A medida que se sumerge en sus pensamientos, Miguel se da cuenta de que no puede permitirse rendirse y decide escribir en su libreta como una forma de afirmar su existencia y su determinación de luchar por su vida.

Siguiendo este capítulo, el protagonista recuerda escenas de su infancia en las que se sentía solo y apartado del mundo que lo rodeaba. Recuerda a sus padres, quienes siempre estaban ausentes y no estaban realmente con él. Un día, presencia cómo unos hombres atados son lanzados al mar desde una barcaza y se ahogan. A pesar de los gritos y la conmoción de la gente, él no puede dejar de mirar. Después de presenciar esta escena, el protagonista se encuentra con su amigo Chito y juntos huyen del lugar. No quieren ver más. Luego, regresan a sus casas y encuentran a sus madres preocupadas. La madre del protagonista escucha los ruidos de la ametralladora y sufre por lo que está sucediendo. Al día siguiente, el protagonista es llamado por el jefe y se entera de que no volverá a trabajar en la presa del pantano. El jefe intenta ser amable y le habla sobre su padre y los amigos de su padre, pero el protagonista no le presta atención y solo piensa en vivir y en el dinero. Después de esta conversación, el protagonista se da cuenta de que está en un agujero, rodeado de criminales y bajo el mando del jefe. No puede entender cómo alguien puede tener fe y esperanza en ese lugar. A partir de ese día, el protagonista deja de ir a la presa y comienza a trabajar en otras tareas. Participa en la brigada de leñadores y algunos presos le toman ojeriza. Sin embargo, él sigue indiferente y preocupado por una herida en su pie que no cicatriza.

Capítulo segundo

En este capítulo, se narra cómo Miguel y Mónica comienzan a entablar una relación de amistad. Miguel se pregunta cuándo fue el primer día que hablaron, pero no puede recordarlo. Aunque al principio se irrita consigo mismo por preocuparse por algo tan insignificante, no puede evitar sentirse atraído por Mónica. Sin embargo, él no considera que lo que tienen sea una amistad, ya que no se ayudan mutuamente como lo harían los amigos. A pesar de las prohibiciones y el miedo a ser descubiertos, continúan encontrándose en secreto.

Mónica, por su parte, se siente diferente a los demás y no encaja en La Encrucijada. A ella le gusta la naturaleza y disfruta de pasar tiempo en el río y en el campo. Sin embargo, Isabel, su hermana mayor, no le permite hacerlo y la obliga a quedarse en casa. Mónica se siente sola y no entiende por qué las cosas han cambiado tanto. Recuerda cómo solía jugar con Goyo y los demás niños del pueblo, pero ahora todo es diferente. Además, Mónica se da cuenta de que Goyo y Pedrito están involucrados en actividades ilegales, como talar árboles y hacer carbón. Esto la entristece y se siente culpable por saberlo. También se da cuenta de que Goyo tiene una pasión por la caza y a menudo se escapa para cazar en el bosque de los Corvo.

Un día, Mónica se encuentra con el chico del barracón de los presos en el camino. Al verlo, recuerda la mirada de los lobos y del lobo que Goyo y los demás niños mataron en el patio. Siente pena por él y se pregunta si ella también podría ser mala como ellos. Después de este encuentro, Mónica y Miguel comienzan a encontrarse más a menudo. Un día, ella le sonríe y él se queda perplejo. Al día siguiente, se encuentran en la fuente.

En resumen, en este capítulo se muestra cómo Miguel y Mónica comienzan a desarrollar una amistad secreta a pesar de las prohibiciones y el miedo a ser descubiertos. También se revela la soledad y la sensación de no encajar que siente Mónica en La Encrucijada, así como su compasión por los chicos del barracón de los presos.

Capítulo tercero

En este capítulo, se describe el momento de la siesta en el bosque donde trabajan los leñadores. Miguel, uno de los leñadores, se esfuerza por mantenerse despierto y no dejarse embrutecer como los demás. Está convencido de que su amigo Tomás no lo abandonará y lo sacará de allí. Miguel se siente desesperado y espera ansiosamente su liberación. Mientras tanto, se encuentra con Mónica, una chica del pueblo, en un manantial donde ambos van a beber agua durante la siesta. Aunque no son amigos, sienten una extraña conexión y disfrutan de sus conversaciones. Miguel se siente atraído por Mónica, pero no quiere complicar las cosas. Mónica regresa a su casa al anochecer, donde su hermana Isabel la espera y la regaña por llegar tarde. Mónica sueña con conocer el mar antes de morir.

Capítulo cuarto

En este capítulo, Daniel se encuentra solo en la cabaña en medio de la noche. Observa el cielo brillante y recuerda las palabras de compañía que le decían. Recibe una carta de María informándole de la muerte de Verónica, quien estaba embarazada. Daniel rompe la carta y reflexiona sobre la amargura de las mujeres como María y la posibilidad de que la muerte de Verónica haya sido mejor para ella. Recuerda a Verónica como una mujer sin sueños ni debilidades, que decía la verdad y sabía lo que quería. Aceptó la muerte como aceptó la vida, sin resentimiento ni rebeldía. Gerardo Corvo, por otro lado, se siente frustrado y desilusionado con la vida. Siente odio y desprecio por el mundo que lo rodea y se burla de la indiferencia de los hombres. Soco, su perro, ladra a la luna y Gerardo bebe para olvidar su amargura. Diego Herrera también se enfrenta a sus propios pensamientos y recuerda a su hijo, quien fue asesinado. Siente la necesidad de no abandonarlo y busca consuelo en la luna y en la esperanza de un futuro mejor. Miguel Fernández, por su parte, se tapa la cabeza con la manta para dormir y la luna ilumina las tristes chabolas donde viven las mujeres y los niños.

Capítulo quinto

En este capítulo, Miguel y su madre se mudan a casa de Aurelia, la hermana de leche de su padre. La casa está cerca del puerto y es oscura y grande. Miguel no le gusta Aurelia, pero el viejo capitán, que vive con ella, es amable con él. Miguel se entretiene con los discos y las historias de viajes del viejo. Sin embargo, la situación empeora cuando comienzan los bombardeos y tienen que refugiarse en el sótano. Una noche, las bombas caen cerca de la casa y todo se sacude. Aurelia decide que Miguel debe ser alejado de allí. Miguel se abraza a su madre y siente un contacto entrañable y definitivo. Piensa que ahora lo llevarán lejos y se acuerda de Chito, su amigo al que no se ha despedido.

Capítulo sexto

En este capítulo, Daniel Corvo se encuentra en Hegroz, donde un viento frío sopla y arrastra hojas y paja por las calles. Daniel merodea por los alrededores, sintiendo el frío en sus manos y rostro. En el Valle de las Piedras, observa a los presos recoger leña y se detiene a contemplar los viejos robles segados. Santa se le acerca y hablan de cosas vulgares. Daniel le ofrece un cigarrillo y lo ve marcharse con los demás presos. Luego, Diego Herrera llega y se sienta junto a Daniel. Hablan de sus hijos y Diego le muestra una fotografía de su hijo fallecido. Daniel le cuenta que nunca pudo ver a su propio hijo y se siente irritado hacia Herrera. Diego le pide ayuda y le explica que quiere ganarse al chico del Valle de las Piedras, que se parece mucho a su hijo fallecido. Daniel se muestra reticente, pero Diego insiste en que están solos y que solo él puede entenderlo. Daniel acepta ayudarlo y se van juntos a la taberna. Beben y hablan de caza y árboles. Daniel regresa a su cabaña y se duerme. Al despertar, recuerda su conversación con Diego y se mira en el espejo. Luego, recibe la visita del chico del Valle de las Piedras, quien le entrega una carta de parte del jefe del destacamento. Daniel le ofrece un trago y hablan brevemente. El chico le cuenta que estuvo en Francia y Daniel se sorprende. Luego, el chico se va y Daniel se queda pensando en su soledad. Más tarde, Daniel se encuentra en la frontera y es detenido por un guardia móvil. Después de un incidente, logra escapar y se esconde en el campo. En la noche, se encuentra con una chica idiota que lo lleva a una casa donde lo alimentan. Daniel se siente culpable y fugitivo.

Siguiendo este capítulo, el protagonista se despierta en la casa de un hombre mayor después de pasar la noche en la cuadra. El hombre le da un mapa de la región y el protagonista decide seguir su camino hacia París. En su camino, se encuentra con una familia de campesinos que le ofrece quedarse a trabajar con ellos a cambio de comida, pero él decide seguir adelante. Continúa caminando de un lugar a otro, encontrándose con personas solitarias y brutales. Llega a Boule Terner pero no se atreve a entrar y se refugia en la casa de un español viejo y sucio. Después de pasar la noche allí, continúa su camino y llega a un pueblo donde es bien recibido y le dan comida y ropa. Luego, llega a Carcasona y tiene miedo de entrar, así que merodea por los alrededores hasta que llega la noche. Finalmente, decide entrar al circo y se encuentra con un hombre que le ofrece trabajo. Pasan unos días en el circo y luego deciden ir a Toulouse, pero en el camino son detenidos por la policía y llevados a la prefectura. Después de ser interrogado, es liberado pero debe presentarse en la prefectura cada 24 horas. Continúa su viaje hacia París y llega a Carcasona, donde es detenido nuevamente y llevado a un campo de concentración en Perpignan. Después de unos días, es trasladado a Argelès, donde se encuentra con otros prisioneros. Finalmente, es llevado a un campo de refugiados en Palau del Vidre, donde se encuentra con una multitud de personas en condiciones precarias.

Capítulo séptimo

En este capítulo, Mónica se despierta temprano y se siente sorprendida por la nueva luz y los cambios en su entorno. Siente que todas las cosas han cambiado y que ella misma ha crecido. Mónica se mira en el espejo y se da cuenta de que algo ha cambiado dentro de ella también. Siente que hay un nuevo sentido en el dolor y que la felicidad no es gratuita. Mónica vive alerta, vigilando todo a su alrededor.

Mónica y Miguel se encuentran regularmente en la fuente y hablan. Pero su amistad se vuelve más intensa y empiezan a sentir una impaciencia y ansia por verse más seguido. Ambos se arriesgan y hacen cosas imprudentes para poder estar juntos. Mónica también siente la necesidad de escapar de la vigilancia de Isabel. Mónica empieza a ver a Isabel de manera diferente y siente curiosidad por su vida y por qué es como es. Mónica se da cuenta de que hay un mundo diferente al suyo y que ella no lo conoce.

Mónica se encuentra con Miguel en el bosque y juntos descubren un lugar especial y secreto. Mónica no puede explicar qué es lo que la impulsa a ir allí, pero siente miedo y felicidad al mismo tiempo. Después de cada encuentro, Mónica regresa a casa sintiéndose oscura y sin palabras. Isabel la confronta y la acusa de ser una golfa. Mónica se niega a decirle a Isabel adónde va y se siente orgullosa de guardar su secreto.

Isabel decide encerrar a Mónica en una habitación y amenaza con seguir todos sus movimientos si intenta escapar. Mónica se siente prisionera y tiene miedo. Mónica reflexiona sobre su vida y se pregunta por qué está allí y qué pasó con su madre. Mónica visita la casa abandonada de su madre y siente una profunda tristeza y confusión.

Isabel regresa a la habitación de Mónica y le pide que le cuente todo. Mónica se niega y le dice que nunca le dirá nada, incluso si la encierra o la mata. Isabel se va y Mónica se siente atrapada por el pasado y los secretos de su familia. Mónica piensa en Miguel y en cómo él es su puerta de escape. A pesar de tener miedo, Mónica desea vivir y experimentar la vida con él.

Siguiendo este capítulo, Mónica se despierta por la mañana y observa el paisaje desde la ventana. Luego, baja a la cocina donde Isabel le dice que su trabajo está listo. Mónica se siente cansada y hambrienta, pero no quiere hablar. Después, Mónica decide escaparse y se dirige hacia el bosque de Neva. Mientras camina, recuerda su infancia y su relación con Daniel. Llega a la cabaña de Daniel y entra sin encontrar a nadie. Observa el interior y enciende el fuego. Mientras está allí, Mónica reflexiona sobre su vida y su relación con Isabel. Luego, se queda dormida frente al fuego. Cuando despierta, decide bañarse en el río y disfruta del agua fría. Después de bañarse, Mónica regresa a la cabaña y encuentra a Daniel allí. Tienen una conversación en la que Mónica le cuenta sus problemas con Isabel y le pregunta sobre Verónica. Daniel le revela que se llevó a Verónica y que ella murió durante la guerra. Mónica se siente frustrada y molesta con Isabel. Finalmente, Daniel le aconseja a Mónica que regrese a casa y ella se va. Daniel se queda solo en la cabaña y reflexiona sobre su vida y su relación con los demás.

Capítulo octavo

En este capítulo, el viento fuerte llega al Valle de las Piedras, causando estragos en las chabolas de los habitantes. El viento levanta cenizas, apaga las llamas de las cocinas y arrastra objetos por el aire. A pesar de la miseria y la resignación, los niños de las chabolas encuentran diversión en el viento y se ríen mientras juegan con él. Diego Herrera, el jefe de la zona, visita las chabolas y es bien recibido por las mujeres, especialmente por Lucía, quien está agradecida por su ayuda y confianza en su marido. Diego Herrera cruza el río y pasa junto a las ruinas sin prestarles atención. Lucía lo ve y siente gratitud hacia él. En la iglesia de Hegroz, Miguel Fernández asiste a misa y se siente angustiado por sus sentimientos hacia Mónica, una mujer casada. Miguel lucha contra sus emociones y se niega a dejarse llevar por ellas. Después de la misa, los habitantes del barracón y los oficiales se dirigen a Hegroz para celebrar la fiesta del pueblo. Los presos son llevados en camiones y Miguel se siente solo y triste. En la guardería infantil Rosa Luxemburgo, Miguel es separado de su madre y llevado a Viladrau. Allí, comienza su vida en la guardería, aprende a leer y escribir, y forma amistades con otros niños. Después de un tiempo, los niños son trasladados en camiones a otro pueblo en Francia. En la iglesia, Miguel reflexiona sobre su vida y decide dejar atrás los recuerdos dolorosos y seguir adelante.

III. La resaca

Capítulo primero

En este capítulo, el protagonista se encuentra en un lugar donde la luna y la paz envuelven todo. Siente una tristeza leve y nostalgia, pero se consuela con la paz que lo rodea. Sin embargo, comienza a sentir miedo y desesperación por la vida que lleva en ese lugar. Recuerda la cárcel y la vida monótona que lleva allí. A pesar de todo, decide que no quiere pudrirse en ese valle y anhela vivir. Recuerda cómo en la cárcel los hombres cuidaban a los pájaros y se pregunta por qué la vida no puede ser así para todos. Siente un miedo nuevo y diferente, y se da cuenta de que no quiere vivir esa vida. Luego, el capítulo cambia de escenario y se traslada a su infancia en Francia. Recuerda cómo llegó a Francia y cómo se adaptó a su nueva vida con Madame Erlanger. Aunque al principio no la quería, poco a poco se acostumbró a ella y a su forma de vida. Madame Erlanger lo adoptó provisionalmente y él se adaptó a su casa y a su escuela. A medida que crecía, comenzó a hacer planes para su futuro y soñaba con ir a París. Sin embargo, la guerra estalla y su vida cambia. El Gobierno se traslada y las prohibiciones comienzan a afectar al pueblo. A pesar de todo, él sigue soñando con París y con un futuro mejor. Un día, decide irse sin decir nada y es devuelto a la casa de la playa. Madame Erlanger lo abraza y llora, y él se siente avergonzado. Dos días después, deciden regresar a la ciudad y enfrentar la guerra que parece interminable. El protagonista reflexiona sobre sus acciones de niño y se da cuenta de que no puede quedarse en ese agujero y desperdiciar su vida. Siente rabia y decide que no puede permitir que eso suceda.

Capítulo segundo

En este capítulo, Mónica corre hacia el Valle de las Piedras al atardecer. Encuentra a Lucía, quien le informa que alguien la está espiando. Mónica se encuentra con Miguel en el bosque y hablan sobre su relación secreta. Miguel expresa su preocupación y miedo por las consecuencias de su relación. Deciden irse juntos a Francia en el futuro. Mónica regresa a casa y se despide de Lucía. Santa y Miguel tienen una conversación sobre el pasado de Santa como cómico y su crimen pasado. Miguel siente repulsión hacia Santa y se acuesta en su litera, pensando en lo asqueroso que es. Al día siguiente, es el día de la Merced y los presos asisten a una misa solemne.

Capítulo tercero

En este capítulo, el sol brilla intensamente sobre la mesa donde los presos se disponen a comer. Se han colocado tableros en una explanada y se han llenado de porrones de vino rojo. Todos están emocionados por la comida y los versos que recitarán más tarde. Miguel, el protagonista, se siente incómodo y vigilante de sus propios gestos, ya que siente que algo dentro de él está a punto de traicionarlo. A medida que llegan los invitados, incluyendo curas, guardias civiles y el jefe, Miguel se da cuenta de que su vida está en manos de los demás y decide que a partir de ahora tomará el control de su propia vida. Durante la comida, Miguel se siente nostálgico y descontento con el pueblo y las personas que lo rodean. El verano falso de la comida llega a su fin y el otoño se hace presente. Las mujeres comienzan a comer el arroz y también beben vino. Miguel se siente atraído por Mónica, una mujer del pueblo, y se pregunta si debería olvidarla o no. El capítulo termina con Miguel desvariando y sintiéndose avergonzado tanto por los versos como por sus propios pensamientos.

Capítulo cuarto

En este capítulo, el cielo está gris y sin nubes, excepto en las crestas de Oz y Neva, donde hay un tinte rojo. En la explanada, se encienden hogueras y algunos matrimonios se pierden entre los árboles. Los niños prenden fuego a unas aulagas y golpean el fuego con palos largos. Dentro del barracón, los importantes beben coñac y anís. Los curas y el alcalde se van en un camión. En el barracón, los de la Empresa, el médico, el secretario y Daniel Corvo beben y fuman. El número Quílez y el número Chamoso se toman fotos con los presos. Santa y otros tres representan un fragmento de algo y tienen éxito. En el cuarto de la "Oficina", Soriano, Méndez, Aquilino Paredes y Ambrosio Carrero bailan sobre una mesa. Miguel los mira desde la puerta y se da cuenta de que ha bebido. Miguel decide ir al río y se encuentra con las mujeres que están recogiendo los platos y cubiertos. Bebe agua del río y ve a una mujer mojarse sin querer. Miguel roba un cuchillo de cocina y decide escapar. Santa intenta detenerlo, pero Miguel lo apuñala en el costado izquierdo. Santa se queda mirándolo y Miguel huye corriendo montaña arriba.

Capítulo quinto

En este capítulo, Daniel se despierta después de una noche de sueño pesado y escucha los ladridos de los perros. Abre la ventana y ve hojas doradas moviéndose lentamente. Se levanta y se encuentra con el cabo Peláez, quien le informa que un prisionero ha escapado y están buscándolo. Daniel se siente extraño al enterarse de que el prisionero ha matado a otro para escapar. Luego, Daniel se baña en el río y reflexiona sobre su vida y su relación con los demás prisioneros. Regresa a su cabaña y prepara café. Diego Herrera, el jefe de la prisión, llega a la cabaña y le confiesa a Daniel que se siente culpable por la fuga del prisionero. Daniel intenta consolarlo y le ofrece una bebida, pero Herrera rechaza. Hablan sobre la búsqueda del prisionero y Herrera muestra confianza en Daniel para encontrarlo. Herrera se despide y se va. Daniel vierte el orujo en el fuego y sale de la cabaña con su rifle, caminando hacia el barranco.

Capítulo sexto

En este capítulo, Daniel se levanta temprano y se encuentra con un viento que empieza a despejar la niebla. A pesar de esto, la niebla sigue flotando entre las ramas. Daniel se siente cansado y camina rápidamente, recordando sus tiempos en La Encrucijada cuando era joven. Mientras camina, escucha los ladridos de los perros y los pasos de los guardias, y se da cuenta de que ha entrado en territorio de lobos. Recuerda una vez en octubre cuando un lobo atacó a un niño en Cueva Regalada. Daniel se detiene en la cumbre de Neva y observa el paisaje, notando que las flores moradas llamadas "Despachapastores" anuncian la llegada del otoño. Se sienta junto a un roble y siente dolor en el pecho y las manos entumecidas. Decide que sería bueno atrapar a uno de los lobos y busca su rifle. Luego, siente miedo de lo que está por venir y se da cuenta de que no quería cazar al chico. A pesar de esto, se acerca sigilosamente al chico que está bebiendo en el río. Daniel lo amenaza con su rifle y ata sus manos con una cuerda. El chico le pide comida y un trago, pero Daniel no le da nada. Comienza a subir por las rocas con el chico atado detrás de él.

Capítulo séptimo

En este capítulo, Daniel y Miguel continúan su camino a través de la niebla y el viento. Miguel cojea debido a una herida en el pie y Daniel le pregunta qué le pasa. Descubren que la herida se ha abierto de nuevo y sigue sangrando. A pesar del frío y el dolor, siguen caminando. Daniel observa los árboles y siente algo trágico en ellos. De repente, escuchan el aullido de los perros y se detienen. Daniel le urge a Miguel a seguir caminando, ya que los perros y los guardias se acercan. Miguel está agotado y su pie le duele cada vez más. Finalmente, llegan a una cabaña donde Daniel decide esconder a Miguel en un agujero debajo del suelo. Daniel le advierte a Miguel que no espere ayuda del jefe y que estará escondido allí hasta que sea seguro salir. Después de asegurarse de que Miguel esté cómodo, Daniel cierra la trampa y apila leña encima. Le da algo de comida y le pide que se mantenga quieto y en silencio. Daniel siente una extraña emoción mientras entierra a Miguel en el agujero.

Capítulo octavo

En este capítulo, Daniel Corvo se encuentra en su habitación con la ventana abierta, observando la niebla que se ha adelgazado. Reflexiona sobre su confusión y la necesidad de mantener sus costumbres, como tener la ventana abierta a esa hora. Siente que algo está por suceder y espera la llegada de alguien.

Daniel recuerda su salida por la mañana hacia las cumbres de Neva y piensa en la posibilidad de encontrarse con un lobo, aunque no sea la época adecuada. Siente confusión y no comprende sus propios pensamientos.

Luego, Daniel se queda quieto frente a la ventana y reflexiona sobre su vida y sus acciones. Piensa en la muerte y en la vida, y se cuestiona si todo lo que ha hecho ha sido solo para escapar de la nada. Siente que vive mirando hacia atrás y que el tiempo pasado lo atrapa como una trampa.

Después, Daniel abre los ojos y observa un resplandor verde que brota del bosque. Se maravilla por la belleza del bosque y las mariposas blancas que vuelan frente a la ventana. Reflexiona sobre sus sentimientos hacia alguien a quien empujó y siente rabia hacia él, pero también se da cuenta de que en realidad estaba pensando en sí mismo.

Más tarde, Daniel enciende un cigarrillo y siente el olor a tierra mojada que entra por la ventana. Reflexiona sobre sus acciones y se cuestiona si está convencido de que todo saldrá bien. Duda de sí mismo y se pregunta por qué está haciendo lo que está haciendo.

Daniel recuerda su experiencia en el campo de concentración y cómo sobrevivió a pesar de las dificultades. Habla sobre las evasiones y las actividades que realizaban en el campo, como conferencias, teatro y revistas. También menciona la existencia de niños perdidos y cómo se llevaron a las mujeres del campo.

Luego, Daniel habla sobre la destrucción del campo por parte de los soldados y cómo todo lo que habían construido fue destruido. Reflexiona sobre la vida en el campo y cómo se acostumbraron a todo. Recuerda la sensación de pena al ver cómo ardía su pueblo.

Después, Daniel se siente frío y se acerca a la chimenea para calentarse. Reflexiona sobre su situación actual y se cuestiona qué está haciendo y por qué lo está haciendo. Siente miedo y se pregunta cómo terminará todo.

Finalmente, Daniel se recuesta sobre la manta y siente el cansancio en su cuerpo. Intenta centrarse y descansar, pero su mente está llena de confusión y miedo. Se da cuenta de que algo no está bien y que las cosas no marchan como deberían. A pesar de todo, intenta mantener la esperanza de que las cosas mejorarán.

Capítulo noveno

En este capítulo, el cielo se oscurece y se avecina una lluvia opresiva que puede durar días. Daniel Corvo observa el cielo y siente un olor a muerte en el aire. Los animales huyen y los ladridos de los perros de Lucas Enríquez se escuchan de nuevo. Daniel no siente inquietud, pero teme que los perros lo encuentren en su escondite. Mientras tanto, Diego Herrera llega a la cabaña de Daniel y conversan sobre la búsqueda del chico. Daniel le ofrece un trago y Diego acepta, pero bebe de manera brusca. Hablan sobre la caza del lobo y Daniel menciona que dejó escapar a un cachorro. Diego le advierte que los perros no valen la pena y que debería disparar la próxima vez. Luego, Daniel señala que los perros están buscando al chico y Diego afirma que no podrá escapar. Daniel se da cuenta de que Diego se refiere al chico como un insensato y lamenta su vida. Diego se despide y se va. Daniel enciende la lámpara y se da cuenta de que Diego olvidó su frasco de coñac. Luego, la lluvia torrencial comienza y Miguel, escondido en su agujero, escucha el ruido del agua. Miguel recuerda su vida en la sala de fiestas y cómo aprendió sobre el dinero y las relaciones con las mujeres. A pesar de las dificultades, Miguel tiene esperanzas de tener una vida mejor.

Siguiendo este capítulo, Miguel comienza el día con energía y alegría, disfrutando de su café matutino y pensando en lo mucho que le gusta el invierno. Sin embargo, su estado de ánimo cambia cuando recuerda a las personas que lo critican y lo consideran un fracasado. A pesar de esto, Miguel encuentra consuelo en su amistad con Lorenzo Lebrín, el portero del edificio donde vive. Lorenzo es más viejo que Miguel, pero se han vuelto buenos amigos y Lorenzo le ha enseñado muchos trucos y consejos para sobrevivir en la vida. Miguel también se da cuenta de que le debe mucho a Lorenzo y aprecia su amistad.

Mientras tanto, Miguel está decidido a mejorar su situación y sueña con tener su propio negocio. Sabe que necesita ahorrar dinero para lograrlo, así que comienza a trabajar en ello. Lorenzo le aconseja que tenga cuidado y que se tome las cosas con calma, pero Miguel está decidido a seguir adelante.

La relación de Miguel con su madre, Aurelia, no es buena. Aurelia trata mal a Miguel y a su madre, y Miguel se da cuenta de que ella solo está interesada en el dinero. A pesar de esto, Miguel sabe que necesita mantener una buena relación con Aurelia por el bien de su madre.

Miguel también comienza a disfrutar de su nueva vida en el mundo del entretenimiento. Conoce a muchas mujeres y se divierte en los bares y cabarets de la ciudad. Aunque disfruta de esta vida, también es consciente de que debe tener cuidado y no dejarse llevar por las tentaciones.

La vida de Miguel da un giro cuando su abuelo, don Crispín, se enferma y finalmente fallece. Aunque Miguel no hereda mucho dinero, recibe una suma considerable que le permite comenzar su propio negocio. Decide asociarse con Lorenzo y alquilan un ático para establecer su empresa. Miguel está emocionado por esta nueva oportunidad y está decidido a tener éxito.

Sin embargo, Miguel también se encuentra con un grupo de jóvenes adinerados que frecuentan los mismos lugares que él. Aunque al principio le atrae una chica del grupo, se da cuenta de que son superficiales y no comparten sus valores. A pesar de esto, Miguel se siente agradecido por su nueva vida y está decidido a aprovechar al máximo las oportunidades que se le presenten.

Capítulo décimo

En este capítulo, Mónica observa la lluvia caer violentamente desde la ventana. Isabel le pide que se aleje de la ventana y se acerque a la luz. Mónica se queja de tener que usar medias y dice que le molestan. Isabel le recuerda que debe dar el ejemplo como señorita. Mientras ayudan a Isabel en la sala, Mónica siente algo extraño en el estómago y se preocupa de que algo haya pasado. Mónica pasa el día en casa debido a la lluvia y siente una fuerte atracción hacia la tierra empapada. A pesar de las advertencias de Isabel, Mónica decide escaparse y correr hacia la tierra bajo la lluvia. Mientras tanto, Marta llega a la casa y le cuenta a Isabel que un preso se ha escapado y que es peligroso. Mónica se siente mal y le pide a Isabel una aspirina. Mónica se escapa de la casa y va a la cocina, donde encuentra a Marta y a su hijo. Marta le cuenta a Mónica sobre el preso fugado y Mónica se siente angustiada. Mónica regresa al zaguán y se queda allí en la oscuridad, escuchando la lluvia golpear la casa.

Capítulo undécimo

En este capítulo, Daniel Corvo está en su cabaña después de la lluvia. Está limpiando su fusil y escucha una gota que cae constantemente después de la lluvia. Decide investigar de dónde viene el sonido y descubre que es una gota que cae de algún metal. Daniel se siente incómodo con el sonido y continúa limpiando su fusil.

Mientras tanto, alguien golpea la puerta de la cabaña. Daniel va a abrir y se encuentra con Mónica, quien se ha escapado de su casa. Mónica explica que necesita hablar con alguien que sepa sobre su situación y pensó en Daniel. Ella le cuenta que estuvo en las chabolas, pero el agua las inundó y tuvieron que encauzarla hacia el río. Mónica le pide a Daniel que le cuente lo que sabe sobre Miguel, pero él no le da mucha importancia.

Mónica le cuenta a Daniel que se escapó de su casa y que quiere irse de La Encrucijada porque no puede soportar estar allí. Daniel le advierte sobre los problemas que podría causarle a él si se queda en su cabaña, pero Mónica insiste en que no le importa lo que piense Isabel. Ella le explica que planea irse con César a Madrid y luego encontrarse con Miguel.

Daniel se siente irritado y le pregunta a Mónica qué piensa hacer allí. Ella le responde que se irá de La Encrucijada y que no le importa si Isabel se entera de que está allí. Daniel se siente impotente y piensa en lo absurdo de la situación. A pesar de todo, le permite a Mónica pasar la noche en su cabaña.

Mientras tanto, Miguel está en su escondite y escucha a Mónica preguntar por él. Se siente orgulloso de que ella haya ido a buscarlo y se da cuenta de que se ha enamorado de ella. Miguel espera ansioso a que Mónica baje para encontrarse con ella.

En la cabaña, Daniel se siente incómodo con la presencia de Mónica y se da cuenta de que no significa nada para ella. Mónica intenta consolarlo, pero él la rechaza y le dice que puede usar la cama mientras él duerme en el suelo.

Miguel sigue esperando a Mónica, pero ella no baja. Se siente decepcionado y se pregunta si realmente significa algo para ella. Decide irse y se encuentra con Mónica en el camino. Ella le explica que no pudo deshacerse de José María y Fernandito, pero que quiere estar con él. Miguel le propone verse al día siguiente y se va.

Más tarde, Miguel se encuentra con José María y Fernandito en el Tabú. Mai también está allí y Miguel se da cuenta de que está enamorado de ella. Hablan y deciden encontrarse al día siguiente.

Miguel se siente confundido y frustrado por la situación. No sabe qué hacer y teme perder el control de su vida.

Capítulo duodécimo

En este capítulo, Daniel le dice a Mónica que quiere que Isabel se entere de que ha venido. Mónica obedece y se acuesta, mientras Daniel espera afuera. Mónica le muestra un abrigo que pertenecía a César, un soldado que estuvo en la guerra. Miguel, que está escuchando, siente una extraña sensación de rebeldía y dolor. Recuerda su amistad con Fernandito, Mai y José María, y cómo sentía rabia hacia ellos por su vida despreocupada. Miguel también recuerda a Josema, un amigo que vive con su abuela y sueña con ser escritor. Miguel siente envidia de su vida y piensa que los demás no merecen lo que tienen. Después de la muerte de su madre, Miguel siente una liberación y se centra en sus negocios con Lorenzo. Un día, Chema visita a Miguel y le propone ir a una fiesta en la torre del Tibidabo. Miguel acepta y se divierte en la fiesta, conociendo a Tomás y Lena. Miguel se siente a gusto en ese ambiente y piensa que es más su estilo que las fiestas de Fernandito.

Siguiendo este capítulo, Miguel asiste a una fiesta en la casa de Lena y Tomás. Allí se encuentra con Lena, una mujer con la que tuvo un encuentro en el pasado. Aunque al principio no la reconoce, poco a poco empieza a recordarla y se da cuenta de que son los mismos dos individuos que conoció en una sala de fiestas. A pesar de sentir vergüenza por su pasado como botones, Miguel se siente atraído por Lena y comienza una relación con ella.

Mientras tanto, Miguel se da cuenta de que Lena y Tomás tienen mucho dinero y llevan un estilo de vida lujoso. También se da cuenta de que están involucrados en actividades ilegales, como el contrabando de drogas. A pesar de esto, Miguel se siente atraído por la emoción y la generosidad de la pareja.

A medida que pasa el tiempo, Miguel se convierte en un confidente y mensajero para Lena y Tomás. Realiza entregas de paquetes valiosos en lugares sospechosos de la ciudad. Aunque Miguel se siente valiente y emocionado por su nuevo papel, también comienza a sentirse atrapado y engañado.

Un día, Miguel se encuentra con Mai, una antigua amiga. Aunque siente una conexión con ella, decide no arriesgarse a llevarla a su vida con Lena. A medida que pasa el tiempo, Miguel comienza a sentirse cada vez más frustrado y descontento con su situación. Siente que está siendo utilizado y engañado por Lena y Tomás.

Finalmente, Miguel es arrestado junto con Lena y Tomás. Aunque se siente vacío y ausente durante el arresto, recuerda a una mujer y a un niño que vio en la calle antes de ser detenido.

Capítulo decimotercero

En este capítulo, Daniel se encuentra en la cabaña junto a Mónica, quien está durmiendo. Daniel reflexiona sobre el amor de Mónica hacia él y duda de si realmente sabe lo que es el amor. Observa a Mónica dormir y se siente atraído por su belleza. Sin embargo, decide que es mejor que ella se vaya y se dirige hacia el lecho para despertarla, pero finalmente decide dejarla dormir. Daniel se queda en silencio, mirando las llamas de la chimenea que poco a poco se apagan. Escucha la respiración tranquila de Mónica y se da cuenta de que él ya no puede dormir así. Siente un dolor en el pecho y piensa en convertirse en un bloque de mineral. Luego, se acerca al lecho y observa a Mónica dormir. Se levanta y aviva la luz de la lámpara. Siente un dolor en el pecho y piensa en dejar que los demás se salven solos. Siente que ha llegado al final y que no puede hacer nada más. De repente, siente un dolor en el pecho y se da cuenta de que está despertando. Se acerca a la ventana y ve luces en el bosque a pesar de que no debería haber ninguna. Siente frío y sudor en la frente. Decide que debe convertirse en un hombre del bosque y se prepara para salir. Se calza, se echa agua en los ojos y busca su rifle. Decide que debe dejar que el chico se vaya y comienza a apartar la leña para liberar la trampa. Luego, le dice al chico que se vaya y lo ayuda a salir. El chico parece dudar, pero finalmente se va. Daniel aviva la luz de la lámpara y siente un dolor en el pecho. Decide que no puede hacer nada más y se da cuenta de que ha pasado mucho tiempo. Mónica sigue durmiendo y Daniel decide que debe irse. Se viste, se alisa el pelo y busca su rifle. Decide que debe dejar la cabaña y comienza a apartar la leña para liberar la trampa. Luego, se dirige hacia la puerta y se da cuenta de que algo luminoso y doloroso le ha golpeado en el pecho. Decide que debe dejar que los demás se salven solos y se voltea de espaldas a la lámpara. Siente algo luminoso y doloroso en su pecho y se da cuenta de que ha llegado al final. Decide que debe dejar que los demás se salven solos y se voltea de espaldas a la lámpara. Siente algo luminoso y doloroso en su pecho y se da cuenta de que ha llegado al final. Decide que debe dejar que los demás se salven solos y se voltea de espaldas a la lámpara. Siente algo luminoso y doloroso en su pecho y se da cuenta de que ha llegado al final. Decide que debe dejar que los demás se salven solos y se voltea de espaldas a la lámpara. Siente algo luminoso y doloroso en su pecho y se da cuenta de que ha llegado al final. Decide que debe dejar que los demás se salven solos y se voltea de espaldas a la lámpara. Siente algo luminoso y doloroso en su pecho y se da cuenta de que ha llegado al final. Decide que debe dejar que los demás se salven solos y se voltea de espaldas a la lámpara. Siente algo luminoso y doloroso en su pecho y se da cuenta de que ha llegado al final. 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