La torre vigía

9 minutos

I. El árbol de fuego

En este capítulo, el narrador nos cuenta sobre su nacimiento en una pequeña aldea durante las fiestas de la vendimia. Su padre, un hombre pobre y tosco, dudaba de su parentesco debido a su apariencia rubia y de ojos azules, a diferencia de sus hermanos y madre de ojos negros y piel cetrina. Sin embargo, al ver su parecido con él en la infancia, su padre aceptó su paternidad. Vivían en constante amenaza debido a las incursiones de los pueblos ecuestres y la rapacidad de los señores vecinos. A pesar de ser considerado pobre en comparación con otros señores, su padre era considerado rico en comparación con los campesinos que le rendían tributo. Tenía costumbres fastuosas y disfrutaba de las disputas entre sus hijos por la distribución de la comida. A medida que el narrador crecía, su padre se volvía más obeso y menos activo en las escaramuzas vecinales. Contrató a viejos ex-mercenarios para liderar su tropa y se divertía golpeando a sus hijos. La familia vivía en una granja fortificada con un torreón y se dedicaban a la cría de cabras y a la producción de vino. Durante las fiestas de la vendimia, presenció el castigo y quema de dos mujeres acusadas de brujería. A partir de ese momento, el narrador se sintió distanciado de su familia y experimentó visiones y sensaciones extrañas. A pesar de los intentos de su madre por educarlo en las buenas costumbres y el temor a Dios, el narrador se sentía diferente y marcado por aquel suceso.

II. El jinete solitario

En este capítulo, el narrador nos cuenta sobre su infancia y su relación con su familia. Desde muy joven, fue encaramado a un caballo y este se convirtió en su único maestro y compañero. Su padre era egoísta y no se preocupaba por él, dejando su educación y futuro en sus propias manos. Su madre, una vez que él fue apartado de su tutela, decidió retirarse a una vida de oración y recogimiento en una ermita cercana. El narrador apenas la veía y solo la reconocía por su mano, que era diferente a la de cualquier otra mujer, ya que ella lo había abofeteado. Los campesinos cuidaban y regalaban a sus hijos, pero una vez que estos crecían, los despojaban de todo mimo y los trataban como a ellos mismos. En cambio, los jóvenes nobles debían enfrentar duras pruebas y circunstancias para llegar a ocupar un alto puesto en la sociedad. El narrador vivía en condiciones precarias y su padre estaba prácticamente devastado. A pesar de todo, el narrador creció duro y templado como una lanza, aprendiendo a cazar y a defenderse. Un día, logró compartir su caza con un mendigo, pero este desapareció sin dejar rastro. Esta pérdida le causó una gran tristeza y reflexionó sobre su propia existencia.

III. El lagar

En este capítulo, el protagonista narra su experiencia durante la fiesta de la vendimia. A diferencia de años anteriores, decide participar en las celebraciones y se acerca al lagar donde se pisan las uvas. Allí, experimenta una sensación de éxtasis y libertad al beber vino y mezclarse con la multitud. Sin embargo, también siente un fuego oculto y siniestro en medio de la alegría colectiva. Después de un tiempo, es sacado del lagar y se encuentra con la mujer del herrero, quien le cuenta su triste historia. El protagonista reacciona violentamente y la golpea, pero luego se arrepiente. A partir de ese momento, deja de llorar y se siente impulsado por un deseo desconocido. Más tarde, su padre lo llama y le pide que vaya al castillo del Barón Mohl para convertirse en caballero. Antes de partir, el protagonista tiene un encuentro con la mujer del herrero, donde descubre su verdadera identidad. Luego, emprende el viaje hacia el castillo, experimentando visiones y sensaciones extrañas en el camino. Finalmente, llega al castillo de Mohl con una mezcla de furia, alegría y asombro.

IV. Juegos guerreros

En este capítulo, el protagonista regresa al castillo del Barón Mohl y se encuentra con sus hermanos mayores, quienes lo reciben con desprecio y disgusto. A pesar de ser valientes y temerarios, no son respetados ni amados por el Barón. El protagonista es humillado por ellos y por su aspecto rústico en comparación con el lujo del castillo. Descubre las grandes diferencias entre la vida en el castillo y la vida en la granja de su padre. Aprende modales cortesanos y es entrenado en diversas habilidades, como tocar el arpa y cantar, aunque no destaca en ellas. Se destaca en la caza y la equitación, y se convierte en el mejor jinete y cazador entre los escuderos. Aprendió a leer y a servir en la mesa del Barón. Durante las comidas, el Barón conversa y cuenta historias de guerra con gran detalle y crueldad, lo que sorprende al protagonista. En el invierno, el protagonista aprende a jugar al ajedrez y a servir a su señor en diferentes tareas. Observa el carácter refinado y peculiar del Barón, así como la belleza y crueldad de la Baronesa. Durante las noches, el protagonista contempla los trofeos de guerra y siente una leve melancolía. Descubre aspectos ocultos de la personalidad del Barón y la Baronesa, y escucha rumores y murmuraciones en el castillo.

V. Historias de ogros

En este capítulo, el protagonista narra su descubrimiento de las criaturas sobrenaturales que habitan en el mundo y su relación con la Baronesa, quien se revela como una ogresa. Durante una de sus correrías con la Baronesa, el protagonista experimenta una atracción hacia ella y descubre su verdadera naturaleza. A partir de ese momento, comienza a conocer más sobre las criaturas que habitan en el castillo y sus alrededores. También relata su relación con sus hermanos, quienes lo maltratan, y su interacción con los soldados del castillo. Además, se menciona la rivalidad entre el Barón Mohl y el Conde Lazsko, y cómo el protagonista se ve involucrado en los conflictos entre ambos. Finalmente, el protagonista cae enfermo y es arrastrado nuevamente por la ogresa, sumergiéndose en la oscuridad de su dominio.

VI. Los dioses perdidos

En este capítulo, el protagonista despierta en una cámara lujosa y descubre que está en la cámara del Barón. Ve a dos jóvenes y una niña muy hermosos y adornados con cintas y flores. Uno de los jóvenes se acerca y le da una bebida refrescante. Luego, el físico lo examina y le dice que ya está curado de la "pequeña muerte". El protagonista vuelve a sus tareas habituales como escudero y se da cuenta de que ha experimentado un cambio profundo en sí mismo. Durante una partida de dados con los soldados, el protagonista pregunta sobre los jóvenes que se ocultan en la cámara del Barón y el soldado le responde de manera enigmática. A medida que pasa el tiempo, el protagonista va comprendiendo más cosas y se une a las burlas y juegos de los soldados. También se entera de que el ahijado de Lazsko ha abandonado al Conde y se ha unido a una banda de salteadores. En una cacería, el Barón muestra una predilección por el protagonista y le habla en público, lo que causa sorpresa en todos. Después de la cacería, el protagonista tiene un encuentro con el Barón junto al río, donde hablan sobre la procedencia de su raza y el protagonista ve un dragón en el agua. El Barón le ordena que lo mate, pero el protagonista es derrotado por la corriente. Al regresar, presencia la muerte de la Baronesa en el río y se queda en shock. El Barón le rinde honores fúnebres y se guarda un luto breve pero riguroso.

VII. El viento

En este capítulo, el narrador relata cómo la desaparición de la señora del Barón desencadena la violencia en su naturaleza. El Barón se obsesiona con los dados y se vuelve peligroso, lo que hace que cada vez sea más difícil encontrar compañeros para jugar. El narrador también describe cómo el Barón lucha contra la muerte y siente la presencia de una locura suave y sumisa. A veces, la ira lo consume y escucha una voz que le advierte que no la malgaste, ya que la violencia e ira son la llave para escapar de su miserable condición. El narrador también menciona la presencia de sus hermanos, que parecen seguirlo a todas partes. A medida que pasa el tiempo, el Barón se vuelve más solitario y extravagante, y su fama de justicia y equidad se ve afectada. Un día, el Barón captura a un joven bandido y lo trata con crueldad, pero también muestra pasión y ternura hacia él. Sin embargo, el joven se vuelve cínico y desafiante, lo que provoca la indignación y la burla de los demás. Finalmente, el Barón mata al joven y lo arroja a los perros. Después de este evento, el Barón se vuelve más tiránico y cruel, y la gente comienza a cuestionar su cordura. Más tarde, el Conde Lazsko, un antiguo enemigo del Barón, aparece y desafía al Barón a un duelo. Después de una breve lucha, el Barón mata al Conde y reflexiona sobre quién hará lo mismo con él cuando llegue el momento. El capítulo termina con el narrador observando la sombra de sus hermanos en la torre vigía.

VIII. El envés del odio

En este capítulo, el narrador recuerda cómo los buitres y el viento deshicieron los restos de una persona amada. Sin embargo, un mechón de su cabello rubio-leonado persistió ondeando al viento. Este mechón despierta en el narrador recuerdos de gritos y memorias de otro mechón de pelo rojo en llamas. Estos recuerdos lo sumen en un estado de atónito pavor durante tres días, en los que se queda sin voz y sin entendimiento. Durante este tiempo, sus compañeros, incluso los más malévolos, le muestran compasión.

Pasaron muchos días en los que el narrador se siente abrumado por la blancura de sus recuerdos. Frente al fuego, mirando las llamas, pasa mucho tiempo sin saber cuánto. Finalmente, el piar de unos pájaros en la nieve lo sobresalta y lo lleva de vuelta a la realidad. Observa a un niño arrojar migajas a los pájaros y atraparlos con una red. Luego los atraviesa con una aguja. El narrador siente que despierta de un sueño largo y ve el sol de invierno en la nieve. Siente que algo se desprende de él y recuerda visiones de su infancia.

Después de mucho tiempo, el narrador es llamado por su señor. Este le dice que lo aprecia por su lealtad y valentía y que será armado caballero en primavera. El narrador no siente alegría ni emoción ante esta noticia. No siente nada en absoluto. Observa los objetos de la habitación de su señor y tiene un pensamiento extraño y violento. Siente la convicción de que si el niño del cabello de fuego se hubiera negado a morir, no habría muerto. Aunque esta idea lo irrita, persiste en su mente.

El narrador se siente distante y sin voz. Va a la cámara privada de Mohl y reconoce todos sus objetos. Mohl le dice que aprecia su impiedad e inocencia y que lo guardará a su lado como su escudo contra el mundo. El narrador siente una profunda indiferencia hacia estas palabras y no le pregunta a Mohl sobre la guerra entre los astros que mencionó.

El narrador se convierte en el escudero personal de Ortwin, quien al principio lo recibe con desvío pero luego lo acepta. El narrador lo sirve y obedece en todo, aliviándolo de muchas tareas. Acompaña a Mohl en sus recorridos por sus tierras y observa los disturbios fronterizos. Los parientes del Conde Lazsko y sus aliados buscan venganza y poder. El narrador nota cómo los comentarios malévolos sobre su relación con Mohl aumentan. Ortwin se enfada con la raza humana y dice que se entiende mejor con los caballos y los perros.

Finalmente, el narrador recuerda cómo mató a tres hombres que maltrataban a un anciano que había sido su maestro. Los soldados lo juzgan y deciden que no cometió un crimen, sino un acto de justicia. El Barón lo libera y el narrador siente una profunda tristeza. Tiene sueños perturbadores y la negra dama lo persigue. Los disturbios fronterizos continúan y el narrador reflexiona sobre la naturaleza humana y la atracción por la violencia y la crueldad.

Siguiendo este capítulo, se informa al Barón de los rumores de que los parientes ofendidos de Lazsko llevarán sus quejas y acusaciones al Gran Rey. A pesar de que ninguno de ellos ha hecho uso de la justicia y el orden, están decididos a buscar escarmiento. El Barón, melancólico y soñador, acaricia a su halcón y reflexiona sobre su soledad. Luego, se entera de los saqueos y violaciones cometidos por los parientes de Lazsko en el Monasterio, y decide enfrentarlos. Reúne a sus hombres y se prepara para la batalla. Durante el combate, el Barón muestra una furia desatada y derrota a sus enemigos. Después de la batalla, el protagonista se enfrenta a sus hermanos, quienes amenazan con matarlo. Sin embargo, logra escapar y se da cuenta de que sus hermanos llevan anillos con piedras que le recuerdan a su amada ogresa. Finalmente, el protagonista huye del castillo, perseguido por sus propios miedos y recuerdos.

IX. Hombres errantes

En este capítulo, el protagonista se encuentra bajo el cielo nocturno y siente un viento suave que lo refresca. Siente un cansancio antiguo y piensa que su vida es demasiado corta para albergar ese cansancio. Siente que el viento le quita la repugnancia, el terror y el hastío que le provoca la cercanía de las personas con las que comparte su existencia. Siente una nueva luz luchando por salir dentro de él y se deja invadir por un sol desconocido. Ve un resplandor poco frecuente en la torre vigía y se acerca a ella. Encuentra al vigía, un joven casi tan joven como él pero con el rostro desfigurado por cicatrices. El protagonista siente una familiaridad en la mirada del vigía pero no puede recordar de dónde. El vigía le pregunta por qué ha subido hasta allí y el protagonista le responde que él lo estaba esperando. El vigía niega saber algo y el protagonista se da cuenta de que el vigía tiene una mirada que parece atravesar el tiempo y el mundo. El protagonista entiende que lo que le está sucediendo no es extraordinario ni irreal, sino que es parte de su tiempo y materia. El protagonista visita al vigía con frecuencia y establecen un fuerte vínculo. El vigía le habla de una tierra desconocida donde había luchas entre caballos blancos y negros y de su experiencia como guerrero. El protagonista le pide al vigía que le ayude a ver su verdadero tiempo y el vigía le muestra visiones de una batalla interminable entre caballos blancos y negros. El protagonista se da cuenta de que no ha logrado ver el Gran Combate y el vigía le aconseja que no intente desviar el curso de su vida y que vuelva al mundo de los guerreros. El protagonista comprende que sus ojos aún no han visto el Gran Combate.

X. Jinete sin retorno

En este capítulo, el protagonista se prepara para la ceremonia de su investidura como caballero. Sin embargo, se siente rodeado de malas intenciones y sospechas por parte de sus compañeros y hermanos. A pesar de esto, el Barón Mohl muestra un afecto especial hacia él, lo cual genera aún más envidia y resentimiento. El protagonista se siente solo y teme la influencia negativa de sus hermanos. Llega el día de la ceremonia y Ortwin lo conduce a la cámara privada del Barón, donde se realiza un baño purificador. Luego, se lleva a cabo una vela nocturna en la capilla, donde el protagonista debe meditar y purificar su espíritu. Durante este tiempo, reflexiona sobre la relación entre él y el Barón, y sobre las sospechas que existen en torno a su predilección. Ortwin le advierte sobre las habladurías y le revela que el Barón busca en las personas jóvenes una forma de retener la juventud y la vida. El protagonista se siente confundido y duda de su propia naturaleza. Finalmente, se prepara para la ceremonia y se encuentra con los caballeros que lo instruirán en su nueva vida. A pesar de sus apariencias nobles, el protagonista percibe en ellos una cierta arrogancia y brutalidad. Durante la ceremonia, el protagonista experimenta visiones y se siente abrumado por la presión de su nueva condición. Después de la ceremonia, se retira a la capilla y tiene una experiencia trascendental en la que se enfrenta a sus propios miedos y deseos. Al final, se encuentra con el Barón, quien le revela que algún día le pedirá que lo mate. El protagonista se siente confundido y se prepara para enfrentar su destino.

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