La oveja negra

4 minutos

I. El bosque

En este capítulo, se describe el amor de la protagonista por el bosque, especialmente por los robles. Ella pasa horas explorando el bosque, buscando plantas y frutas silvestres. Sin embargo, su familia no entiende su fascinación por el bosque y la miran con severidad cuando regresa a casa. A pesar de esto, ella encuentra consuelo en el bosque y se siente conectada a él.

La protagonista también se siente diferente de los demás miembros de su familia. Su madre y abuela la consideran mala y diferente a sus hermanos. A medida que crece, su apariencia cambia y deja de ser considerada bonita. A pesar de esto, ella encuentra consuelo en el bosque y se siente conectada a él.

La protagonista tiene un perro llamado Lucio, que la sigue y la ama. Sin embargo, un día Lucio destruye el muñeco que ella había hecho y la protagonista llora su pérdida. A pesar de esto, ella no guarda rencor hacia Lucio y continúa amándolo.

Un día, Lucio es encontrado muerto y la protagonista es acusada de haberlo matado. A pesar de negarlo, sus hermanos y madre la sospechan. A partir de ese momento, la protagonista es confinada a su habitación y se le administran inyecciones de cal. Ella se siente atrapada y anhela la libertad que encuentra en el bosque.

La protagonista también reflexiona sobre la muerte y la ve como una forma de liberación. Ella imagina a los muertos mirando el mundo desde el interior de los árboles y siente lástima por sí misma. A medida que pasa el tiempo, la protagonista se vuelve cada vez más débil y cansada.

Finalmente, la protagonista es llevada a una habitación en el ático de la casa, donde puede ver el huerto desde la ventana. Ella observa el otoño y siente un gran cansancio. Marcela, una de las criadas, la lleva de regreso a la cama y le dice que duerma. El sol se pone y la protagonista se queda dormida.

II. Dos muchachos negros

En este capítulo, la protagonista despierta al anochecer y escucha un crujido acercándose. Dos muchachos negros entran por la ventana con espadas hechas de hojas de lirio. Le preguntan qué fue de Tombuctú y ella, sin querer delatar a Lucio, les dice que pueden ir a buscarlo juntos. Se prepara para salir con ellos y coge una caja con sus tesoros. Bajan por la escalera, pero la abuela los descubre y grita. Salen corriendo hacia el río, perseguidos por la abuela y sus hermanos. En la chopera, la protagonista cae en un charco y la abuela se acerca. La protagonista, enfadada, le arroja el cortaplumas. Los muchachos negros la llevan de la mano y encuentran el cortaplumas manchado de sangre. Lo lavan en el río y lo guardan. La protagonista recita la historia de Caín y Abel y los muchachos la besan y la amenazan. La protagonista se lava el beso en el río y los muchachos se van horrorizados al oír que los ha reconocido como Caín y Abel.

III. El hombre

En este capítulo, el hombre y la niña salen de la chopera y se encuentran con un muro de piedras que brilla rojizo. El hombre le explica que el sol se está poniendo y que las ruedas del carro están girando. La niña se mete en el río y se ayuda con una vara de avellano para avanzar. Luego, el hombre la lleva al carro, que por dentro parece una casa pequeña. Comen juntos y ven flores y colores a través de las ventanas. Al día siguiente, se dan cuenta de que el río ha desaparecido y el hombre le explica que era él quien le hablaba del río. La niña le pregunta por su muñeco Tombuctú y el hombre le muestra un teatro con muñecos. Sin embargo, dos muñecos negros la entristecen. La niña descubre que el hombre es un embustero y se enfada con él. Luego, el hombre llora y le dice que ella es mala y egoísta. Siguen empujando el carro en un páramo y llegan a un mar. La niña se une a una procesión de gitanos y el hombre le pide que llore por sus pecados, pero ella no puede. Los gitanos la rechazan y los perros le traen una crucecilla en lugar de su muñeco. Finalmente, la niña se cansa y cae rendida en la playa mientras la marea sube.

IV. Las mujeres

En este capítulo, la protagonista llega a un lugar donde hay un grupo de personas viviendo en chabolas. Aunque tiene hambre, tiene miedo de acercarse a ellos por temor a ser hostigada. Sin embargo, las mujeres la invitan a unirse a ellas para comer. Aunque no hay amor en sus palabras, ella obedece y come con ellas. Después de comer, los hombres son llevados por soldados y las mujeres son obligadas a seguirlos. En el camino, las mujeres lamentan la pérdida de sus pertenencias y de sus hombres. Finalmente, llegan a un campo rodeado de alambradas donde se les ordena entrar. Allí, las mujeres se lavan y se acomodan mientras esperan a sus hombres. A lo largo del tiempo, las mujeres establecen una especie de comunidad y cuidan de los soldados que llegan. Sin embargo, hay un soldado en particular que no muestra piedad ni interés en ellas. A pesar de esto, la protagonista siente una atracción hacia él y un día descubre que lleva consigo un objeto que ella reconoce como suyo. Intenta quitárselo, pero el soldado lo cubre con su mano negra y resplandeciente. La protagonista comprende de quién es esa mano y se resigna. Las mujeres la rechazan y el soldado la lleva consigo, dejando atrás a Tombuctú.

V. El niño

En este capítulo, el niño y la madre continúan su viaje hacia Tombuctú. En los campamentos, los soldados los tratan con respeto y el niño se sienta con ellos alrededor del fuego. A veces, el machete del soldado quema las manos de la madre. Llegan a un bosque junto a un río, donde encuentran una barca. El soldado le advierte a la madre que no suba a la barca, pero ella lo ignora y salta. El soldado es asesinado por otros soldados y la madre contempla su cuerpo. Encuentra una moneda de plata oxidada y decide guardarla. Luego, continúan su viaje por el bosque y llegan a una catedral en ruinas. Dentro de la catedral, presencian una escena de destrucción y caos. Finalmente, salen de la catedral y encuentran un naranjal donde se divierten y comen naranjas. Son descubiertos por un guardián y son llevados a un juez, quien los encarcela. Sin embargo, son liberados debido a una fiesta en el pueblo. El niño decide ir a otra ciudad y se aleja de la madre. Ella intenta alcanzarlo, pero él se va en un caballo y se sube a un tren. La madre se queda atrás, gritando desesperadamente para que no se lleve a Tombuctú.

VI. El organillero

En este capítulo, una joven se encuentra arrodillada en el campo, sintiéndose incapaz de levantarse. Sin embargo, un organillero se acerca y le ofrece escuchar sus canciones. La joven lo sigue y llegan juntos a las afueras de la ciudad, donde el organillero comienza a tocar música mientras ella observa a los niños que se acercan. A pesar de esto, la joven no encuentra alegría en la música y se siente triste. Luego, un grupo de chicos la invita a seguirlos para encontrar a Tombuctú. Sin embargo, la llevan a un cementerio abandonado y la apedrean. En ese momento, el organillero llega y la ayuda, pero la joven ya no tiene fuerzas para seguirlo. Él la lleva a un solar cercano y la deja descansar, mientras toca una canción triste en su organillo. La joven piensa que él debe ser su amigo, aunque no entiende sus palabras.

VII. La tristeza

En este capítulo, la protagonista está acostada en el suelo mirando el cielo oscuro cuando aparece un perro gris y blanco que la mira fijamente. Luego, el perro se va y regresa con dos perros más. Los perros la rodean y ella les pregunta si saben algo sobre Lucio. Sin embargo, los perros la miran tristemente y ella entiende que también han sido maltratados. Luego, el viento comienza a soplar fuertemente y los perros se alejan. Después, llegan unos hombres altos con carteras de negocios y se llevan a la protagonista a una casa abandonada. Los hermanos discuten sobre qué hacer con ella y finalmente deciden dejarla en la casa. La protagonista se siente aliviada de estar sola y ve el zapato de plata en un rincón, pidiendo que lo quiten. Luego, llega un niño con comida y más tarde, las mujeres del pueblo llegan con sus hijos para verla. Los niños juegan a matarla, pero sus espadas son inofensivas. El capítulo termina con la protagonista esperando que los niños no crezcan para que el juego continúe.

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