Los baños del pozo azul

1 hora y 10 minutos

1

En este capítulo, la señora se despierta en medio de la noche, sintiendo un intenso calor. Decide salir al jardín para refrescarse en la fuente de mármol rosado. Sin embargo, sin saberlo, es observada por el eunuco Sisnán, quien queda fascinado por su belleza. Después de un momento, la señora sale del agua y regresa a su habitación, donde se encuentra con Sisnán, quien la ha seguido. Ambos tienen una breve conversación en la que ella sospecha que él la ha estado espiando. A pesar de esto, Sisnán se ofrece a secarle el cabello y perfumarla, pero ella rechaza su ayuda. Finalmente, la señora le asegura a Sisnán que su plan saldrá bien y que Dios está de su lado. Sisnán, conmovido, acaricia los pies de la señora en un gesto de devoción.

2

En este capítulo, se describe la época de gloria en Córdoba durante el reinado del tercer califa, Hixem, y la influencia del hayib Abuámir Almansur en el éxito de la ciudad. El joven poeta Farid al Nasri baja a la medina todos los días y se encuentra con una multitud animada y alegre. Farid está contento porque espera resolver sus problemas económicos. Encuentra a su amigo Yacub al Amín en el Zoco Grande y se dirigen juntos a un lugar apartado, el viejo caravasar de Abén Samer, para hablar de un asunto importante. Allí, Yacub le cuenta a Farid que ha hablado con un viejo eunuco en el palacio y que tienen un negocio en marcha. El eunuco les pagará una gran cantidad de dinero por llevar una carta al hermano de una señora en Badajoz. Farid se sorprende por la generosidad del pago y Yacub le entrega una bolsa de oro como adelanto. Deciden partir al día siguiente y Yacub promete darle más detalles en el camino.

3

En este capítulo, el fuego de julio sigue ardiendo en el jardín mientras el sol reposa sobre los árboles y el estanque. De repente, se escuchan fuertes golpes en una puerta y el perro se sobresalta. Sisnán sale y le habla al perro, preguntándose quién puede ser a esas horas. Los golpes se repiten y Sisnán corre a ver quién es. Mientras tanto, el anciano chambelán Chawdar asoma la cabeza por una ventana y se queja del ruido. Luego sale y se dirige hacia una puerta dorada, donde encuentra a Sisnán. Sisnán le cuenta que un emisario de Medina Alzahira ha llegado con un aviso de que el hayib vendrá a ver a la señora el sábado. El anciano se preocupa y deciden ir a avisar a la señora. Llegan a la galería y el anciano le explica a Sisnán cómo debe hablarle a la señora. Sisnán va a buscarla y le dice que el viejo la espera en el salón del espejo. La señora pregunta qué ocurre y Sisnán le dice que el viejo le dirá. La señora decide que Sisnán se quede y los tres se sientan a hablar. La señora les recrimina por no estar tranquilos y les dice que deben seguir el plan. Sisnán revela que el hayib vendrá el sábado y la señora se angustia. El anciano le pide que tenga entereza.

4

En este capítulo, Farid y Yacub continúan su viaje hacia Badajoz. Farid, un joven poeta, se muestra preocupado por no llegar antes de que anochezca, pero Yacub lo tranquiliza diciéndole que han seguido el itinerario adecuado. A medida que avanzan, se encuentran con otros jinetes que también se dirigen a Badajoz por diferentes motivos. Farid comenta que desde que se mudó a Córdoba solo ha salido una vez de la ciudad, mientras que en Egipto tampoco viajaba mucho. Farid llegó a Córdoba en busca de fama y fortuna, pero la competencia era feroz y tuvo que trabajar en diferentes oficios para sobrevivir. Sin embargo, su suerte cambió cuando conoció a Yacub, hijo del síndico del Zoco Grande, quien le ofreció trabajo y amistad. Ambos comparten la ilusión de un negocio importante que les permitirá solucionar problemas personales. Durante el viaje, Farid y Yacub disfrutan de la belleza del paisaje y recitan poemas. Yacub revela que el negocio está relacionado con su amada, a quien su padre quiere casar con otro hombre. Confía en que una mujer llamada "la señora" pueda ayudarles. Farid se muestra escéptico, pero Yacub está decidido a pedirle ayuda. Además, Yacub menciona que el viejo eunuco desea conocer a Farid. Finalmente, llegan a Badajoz y acampan fuera de la ciudad, ya que la puerta está cerrada.

5

En este capítulo, el anciano Chawdar sale temprano de su casa y se dirige a la casa del gran chambelán Al Nizami. Chawdar está preocupado porque el hayib ha anunciado que vendrá al palacio y teme que descubra el plan que tienen en marcha. Al Nizami le sugiere a Chawdar detener el plan por el momento y le pide que vaya a casa del síndico del Zoco Grande para detener a su hijo, quien lleva una carta importante. Sin embargo, cuando Chawdar llega a la casa del síndico, descubre que su hijo ya ha entregado la carta. Chawdar se preocupa aún más y se va con angustia.

6

En este capítulo, Yacub y Farid caminan por las calles de Badajoz, disfrutando del calor y la belleza del lugar. Se sientan a descansar en un poyete de piedra y son rodeados por un grupo de chiquillos curiosos. Después de que los chiquillos se van, Yacub y Farid hablan sobre la carta que la señora les ha encargado entregar a su hermano. Farid muestra curiosidad por saber qué hay en la carta, pero Yacub le dice que no es asunto suyo y que lo importante es que les paguen. Luego, Farid expresa su deseo de conocer a la señora y Yacub le cuenta que la ha visto en la mezquita, donde va todos los viernes a rezar y dar limosna. Farid propone disfrazarse de mendigos para acercarse a ella, pero Yacub lo rechaza. Continúan su paseo y Farid sugiere la idea de ganarse la confianza del hermano de la señora durante el viaje de regreso a Córdoba. Yacub le dice que solo son mensajeros y que no deben forzar las cosas. Farid insiste en que son emisarios secretos y que deben aprovechar la oportunidad. Yacub se ríe y le pide que deje de pensar en eso.

7

En este capítulo, Sisnán le informa al anciano Chawdar que la señora está en la torre desde antes del amanecer. Chawdar se enfurece y se queja de tener que soportar las idas de la señora a la torre en diferentes momentos del día. Sisnán le menciona que hoy es sábado y que el hayib Abuámir Almansur vendrá, lo cual preocupa a Chawdar. Ambos se dirigen hacia la puerta Dorada, donde son recibidos por Abuámir. Chawdar intenta aparentar tranquilidad, pero su angustia es evidente. Abuámir bromea con Chawdar y luego se da cuenta de que la señora está observando desde la escalera. Abuámir queda fascinado por su presencia y se pierde en sus pensamientos. Después de un momento de admiración, Abuámir saluda a la señora y le propone un plan. La señora, sorprendida, pide a los eunucos que los dejen solos.

8

En este capítulo, una caravana se encuentra en medio de su viaje por la antigua carretera de los ejércitos. Los arrieros animan a los animales mientras avanzan por el camino. Detrás de ellos, una escolta de veinte hombres armados montados a caballo observa una pequeña torre en un promontorio de roca. En medio de la caravana, Yacub y Farid, dos viajeros, deciden hablar solo de cosas intranscendentes para ser prudentes. Sin embargo, Farid se adelanta al galope y se acerca al caballo del cadí Al Mawla, tío materno del califa Hixem y cadí de Badajoz. Aunque Yacub se queda atrás sorprendido, nadie parece extrañarse de la acción de Farid. El camino se ensancha y Farid le pregunta al cadí si puede cabalgar a su lado. Los adláteres de Al Mawla se retiran para dejar espacio a Farid. El poeta se siente abrumado y cohibido por la cercanía del cadí, pero este le tiende la mano y le pregunta de dónde es. Farid responde que es egipcio y el cadí revela que también es originario del Norte. Farid observa al cadí y nota que tiene el aspecto de un hombre del Norte, con cabello y barba canosos pero que debieron ser rubios en su juventud. Al Mawla sonríe y le cuenta que tampoco él es cordobés de nacimiento, sino que tuvo que adaptarse a Córdoba cuando era joven. Farid se sorprende por la confianza que le brinda el cadí, pero se siente agradecido. Sin embargo, Al Mawla le lanza una pregunta inesperada sobre el señor Chawdar y su hermana, lo que hace que Farid se dé cuenta de que el cadí lo confunde con alguien de confianza del palacio de la señora. Farid se disculpa y Al Mawla le dice que no tiene por qué hacerlo, ya que todos saben que el califa lleva sangre de los rumíes. Farid se siente aliviado y aterrorizado al mismo tiempo. Intenta cambiar de conversación y le pregunta al cadí si hay bandidos en la zona. Al Mawla responde que debe de haberlos en todas partes, pero que no se atreverían a atacar a una caravana como la suya. Farid aprovecha para contarle una historia de Egipto sobre su abuelo, Kamal al Gawad, que se enfrentó a unos bandidos haciéndose pasar por un brujo. Al Mawla se divierte con la historia y Farid le dice que esa historia le gustaría que le sucediera en su propia vida. Sin embargo, años más tarde, Farid intenta hacer lo mismo con unos ladrones en el camino de regreso a casa y termina siendo golpeado. Al Mawla se ríe a carcajadas y Farid le dice que le contó la historia para hacerlo reír. El cadí elogia a Farid y se alegra de que colabore con ellos.

9

En este capítulo, la señora sale del palacio a caballo en una hermosa mañana de verano. A pesar de la preocupación y ansiedad en su rostro, les dice a los eunucos que no se preocupen por ella y cierra la puerta detrás de ellos. Un palafrenero toma las riendas de su caballo y se dirigen hacia el edificio donde está la guardia y su séquito. La señora se sorprende al ver que hay un gran cortejo esperándola, pero el oficial de la guardia le asegura que no tienen nada que ver con los preparativos. Pronto aparece el hayib Abuámir Almansur, montado en su majestuosa yegua alazana, y le explica a la señora que ella debe salir del palacio como corresponde a su rango. A pesar de su enojo, la señora accede a irse y el séquito se pone en marcha. Durante el camino, Almansur intenta convencer a la señora de que disfrute de la libertad de salir del palacio, pero ella se mantiene en silencio. Finalmente, llegan a la munya de Subh Um Walad, la propiedad de la señora, y ella se debate entre la alegría de volver a ese lugar idílico y el tormento de recordar los días pasados. A pesar de todo, decide hacer lo posible por disfrutar de su estancia allí.

10

En este capítulo, el anciano y enfermo chambelán Al Nizami regaña a los eunucos Chawdar y Sisnán por permitir que la señora se marchara con el hayib Almansur. Al Nizami afirma que Almansur ejerce un influjo mágico sobre ella y que deberían haber evitado que se encontraran. Chawdar menciona que la señora solía odiar a Almansur, pero Al Nizami le explica que el amor y el odio son una misma cosa para quienes fueron amantes. Al Nizami se preocupa de que si la señora habla, Almansur descubrirá el plan que han tramado. Deciden informar al cadí Raíg al Mawla de lo sucedido y esperar que la señora regrese sin haber revelado nada. A pesar de la incertidumbre, deciden seguir con el plan y consultar a un adivino para obtener tranquilidad y confianza en el éxito. Al Nizami envía a Chawdar y Sisnán a la casa del adivino en su nombre, pero les advierte que la señora no debe enterarse de esto para no enfadarse y abandonar el plan.

11

En este capítulo, se describe la munya de Subh Um Walad, una antigua propiedad que perteneció a los omeyas. La casa de campo tiene un diseño octogonal con un patio central cubierto por una cúpula y una torre comunicada por un corredor y una escalera de caracol. Las habitaciones están en el piso superior y tienen ventanas que dan al patio. La parte de abajo está rodeada por una galería abierta con columnas romanas de granito y una fuente central. La señora, después de inspeccionar la casa, desea quedarse sola y les pide a las criadas que se vayan. Mientras observa la sala, se siente afectada por la presencia y cercanía de Abuámir. Aunque no siente atracción por él, se siente humillada y considerada un instrumento en sus planes. La señora reflexiona sobre las acciones de Abuámir y su visión de la vida, pero también siente una profunda tristeza. Abuámir sale al patio y la señora lo observa desde una ventana. Él la descubre y le pide que baje para conversar. Después de una conversación tensa, deciden cenar juntos en la terraza de la torre. Abuámir se sorprende al ver a la señora y le pregunta si todavía bebe vino. Ella le recuerda que él prohibió el vino en Córdoba, pero él niega tener autoridad para hacerlo. La señora comienza a ver otro lado de Abuámir y siente que aún cuenta con su afecto y favor. Deciden bajar al patio y disfrutar de una cena juntos.

12

En este capítulo, el cadí Raíg al Mawla y el joven poeta Farid al Nasri llegan a Córdoba después de un largo y agotador viaje. Durante el trayecto, atravesaron terrenos desiertos y secos, soportando el calor del sol y descansando en ríos y abrevaderos. A pesar de las dificultades, el cadí disfrutó de las historias que Farid le contó y agradeció su compañía. Al acercarse a la ciudad, divisaron las murallas y los tejados brillantes de Córdoba. Después de pasar por el mercado y la medina, llegaron al Zoco Grande, donde se despidieron y acordaron encontrarse en los Alcázares. Farid se sorprende al descubrir que Yacub no está enfadado por haberlo dejado solo durante el viaje, sino que está contento por el éxito de su negocio. Al llegar a casa de Yacub, su padre los recibe con alegría y celebra el hecho de que hayan viajado con el cadí. Después de que todos los demás se vayan, Yacub y Farid le cuentan a su padre sobre el encuentro con el cadí y la entrega de la carta, pero no saben qué asunto importante se menciona en ella. El padre se muestra preocupado y sugiere que vayan a ver al viejo eunuco Chawdar para obtener más información. Yacub está de acuerdo y enfatiza la importancia de mantener el asunto en secreto y actuar con discreción.

13

En este capítulo, el anciano Chawdar se encuentra en el jardín, sentado en el borde de un estanque con los pies en el agua. De repente, Sisnán llega alterado y gritando, anunciando que el señor Raíg al Mawla ha llegado al palacio. Chawdar se sobresalta y se enfada por el susto que le ha dado Sisnán. El cadí aparece y le dice que ya lo sabe todo. Chawdar intenta levantarse, pero se cae al agua y empieza a ahogarse. El cadí se lanza al agua para rescatarlo, mientras Sisnán grita pidiendo ayuda. Finalmente, los criados sacan al anciano del agua y lo llevan al interior del palacio. El cadí y Sisnán se asustan al verlo en ese estado, pero luego se tranquilizan al darse cuenta de que está más asustado que otra cosa. El cadí ordena que lo acuesten en su cama para que se tranquilice y descanse. Mientras tanto, el cadí se sienta en el salón y reflexiona sobre la situación, sintiendo angustia e impotencia por las escenas de locura en las que se ve envuelto.

14

En este capítulo, la señora se da cuenta de repente de que está alterada de forma insoportable, incluso indecentemente, para la concepción que tiene de sí misma. Recuerda un encuentro pasional que tuvo hace veinte años con Abuámir en la munya de Subh Um Walad. A pesar de no poder olvidarlo jamás, ahora se sorprende al evocarlo y siente un ahogo y un calor abrasador en el pecho. La habitación está a oscuras y busca la puerta para escuchar algo, pero reina un silencio absoluto en toda la casa.

Luego llega el arrepentimiento, ya que Abuámir le había pedido que le dejara subir a su habitación por la noche y ella había aceptado sin saber por qué. Ahora no sabe si quiere o no que él venga. Se pregunta si le odia o le desea.

De repente, escucha una cerradura y pasos firmes en la escalera. La señora se aparta aterrorizada y la puerta se abre de golpe. Aunque no ve nada en la oscuridad, reconoce la voz de Abuámir llamándola. Ella retrocede y le ruega que no se acerque. Él entra impetuoso, envuelto en una energía invisible y la abraza con delicadeza. La señora intenta zafarse de su abrazo, pero él la besa enloquecido por todas partes. A pesar de resistirse al principio, la señora cede y se deja llevar por el deseo, recordando el cuerpo y el perfume de Abuámir como si los años no hubieran pasado.

La señora pierde la razón y balbucea, expresando cuánto le ha echado de menos y lo feliz que está de que haya venido.

15

En este capítulo, el cadí Raíg al Mawla se encuentra en el jardín de su casa, donde se encuentra con su perro y el eunuco Sisnán. El cadí muestra compasión por el perro y le acaricia el lomo. Sin embargo, Sisnán, que estaba espiando, se revela y se disculpa por haber escuchado la conversación. Sisnán menciona que intentó persuadir a la hermana del cadí de no irse con el hayib Almansur, pero ella no escuchó. El cadí se muestra frustrado y menciona que Abuámir tiene un gran poder sobre su hermana. Luego, Sisnán revela que el califa está lejos de Córdoba cazando leones y que la señora no se habría ido si su hijo o el gran chambelán Al Nizami estuvieran presentes. El cadí muestra desprecio por Al Nizami y Sisnán revela que fueron a ver a un brujo por consejo de Al Nizami. El cadí se enfurece y teme que los viejos locos mezclen sus brujerías en el asunto que tienen entre manos.

16

En este capítulo, la señora Subh llora desconsoladamente en el patio de la munya mientras contempla un ramillete de flores. Una criada intenta consolarla, pero no puede detener su llanto. Abuámir aparece y se sorprende al verla en ese estado. Intenta abrazarla, pero ella se cubre la cara y le pide que la deje sola. La señora se muestra avergonzada y llora frenéticamente, diciéndole a Abuámir que no le pertenece y que no le tiene miedo. Después de un forcejeo, la señora se calma y le pide a Abuámir que la deje salir al jardín para reflexionar. Por la tarde, están juntos en la habitación más alta del palacete, contemplando el paisaje. Se abrazan y besan, y Subh admira a Abuámir. Después de momentos de pasión, comienzan a recordar su pasado juntos. Subh le cuenta las dificultades que tuvo que enfrentar para mantener su relación en secreto. Abuámir escucha atentamente y admira la valentía de Subh. Ambos reconocen que no fue fácil para ninguno de ellos y se consuelan mutuamente.

17

En este capítulo, Farid al Nasri y el poeta Abdel al Araj, conocido como Abdel el Cojo, se encuentran sentados bajo la sombra de una higuera frente a la tienda del perfumista Umar Efendi. Farid le pide a Abdel que le cuente algunas cosas, despertando la curiosidad del poeta. Sin embargo, Abdel le dice que no puede salir esa noche debido a que sufre de diarrea. Farid se sorprende y no entiende por qué Abdel no quiere salir de juerga. Ambos discuten y Farid propone dejarlo para otro día, pero Abdel insiste en que solo contará lo que sabe cuando puedan salir juntos. Finalmente, Abdel se va corriendo a aliviarse y Farid se queda confundido y reflexionando sobre la extraña personalidad de su amigo. Aunque Abdel es considerado el poeta más talentoso de Córdoba, no ha permitido que Farid participe en sus círculos privados, lo que hace que Farid se pregunte si Abdel está poniéndolo a prueba o si teme que le robe su fama.

18

En este capítulo, Abuámir muestra a la señora los dos caballos blancos que ha preparado para ella y el califa. La señora se muestra contenta y Abuámir le asegura que los caballos son dóciles y seguros. Deciden dar un paseo juntos y la señora demuestra su habilidad para montar a caballo. Durante el paseo, conversan sobre el placer de montar y la señora menciona que los hombres valoran más a las mujeres sensuales que a los caballos en el paraíso. Abuámir le recuerda que ella aún tiene influencia cristiana y la señora se ofende. Continúan el paseo y la señora cae del caballo, pero sin sufrir daños. Abuámir se asusta y la señora bromea diciendo que él la considera vieja. Continúan cabalgando y recuerdan momentos felices en los campos cercanos al río. Abuámir menciona la muerte de su hijo Abderramán debido a una insolación en ese lugar. La señora le asegura que no se entristece por los recuerdos y continúan el paseo. Llegan a unos huertos y la señora saluda a los hortelanos. Abuámir menciona que los califas solían pasar allí los veranos. Luego, deciden regresar a la munya y la señora agradece a Abuámir por el día tan especial. Abuámir se emociona y deciden volver para disfrutar de un almuerzo juntos.

19

En este capítulo, se describe el Hamán de Bazaza, un lugar especial en Córdoba conocido por su belleza y tranquilidad. Abdel el Cojo ha reservado este lugar exclusivamente para disfrutarlo con su amigo Farid al Nasri. Ambos se sumergen en el agua y disfrutan de la frescura y la paz del lugar. Farid agradece a Abdel por haberlo traído allí y este le cuenta que reservó el lugar para poder hablar tranquilamente. Después de reírse juntos, Abdel revela que se ha curado de una diarrea y que decidió darse un capricho al traer a Farid al Hamán. Luego, salen del agua y se sientan en una sala de vapor, donde Farid le pide a Abdel que le cuente algo importante. Abdel accede y Farid le pregunta sobre su relación con el hayib Almansur y la sayida. Abdel se muestra reticente al principio, pero finalmente accede a contarle todo en otro lugar. Deciden ir al Jardín del Loco para cenar y beber, y Abdel promete revelarle todos los detalles.

20

En este capítulo, Subh y Abuámir cenaron juntos antes del ocaso. Subh decidió irse a dormir temprano y se despidió de Abuámir, quien se quedó solo y perplejo. Más tarde, Abuámir salió a dar un paseo por los jardines oscuros. Subh salió de su habitación y bajó al jardín, donde Abuámir la sorprendió agarrándola por el hombro. Le preguntó si no podía dormir y ella admitió que no podía evitar la angustia que le producía estar con él. Abuámir aseguró que no estaban perjudicando a nadie y Subh confesó que se sentía incapaz de resistirse a él. Discutieron y Subh le pidió que la dejara sola para pensar. Abuámir la besó, pero ella le suplicó que la dejara y salió corriendo por el jardín. Abuámir se quedó allí, sintiéndose culpable y agotado. Concluyó diciendo que lo que Alá quiere sucede y lo que no quiere no sucede.

21

En este capítulo, Abdel le cuenta a Farid la historia de cómo conoció al príncipe Al Moguira y cómo su vida cambió a partir de ese encuentro. Abdel relata cómo, siendo joven y soñador, decidió ir al Jardín del Loco, un famoso establecimiento en Córdoba, donde se reunían poetas y artistas. Allí, Abdel recitó un poema y llamó la atención de Abuámir, un hombre importante que lo invitó a una fiesta en el palacio del príncipe Al Moguira. En la fiesta, Abdel recitó otro poema que conmovió al príncipe, quien lo abrazó y lo llenó de besos delante de todos. A partir de ese momento, Abdel vivió en el palacio y fue apoyado por Al Moguira en su carrera como poeta. Sin embargo, Abdel también menciona que hay una segunda parte de la historia, relacionada con Almansur, pero se niega a contarla en ese momento. Farid insiste en que le cuente, pero Abdel se excusa diciendo que tiene problemas estomacales y deben irse.

22

En este capítulo, Subh se despide de Abuámir y monta en el caballo blanco que él le había regalado. A medida que se aleja, Subh siente tristeza por dejar atrás su hogar y teme que sea la última vez que vea a Abuámir. A pesar de su pesar, Subh se esfuerza por contener las lágrimas y mantener sus sentimientos ocultos. La comitiva se pone en marcha y Subh decide viajar sin la compañía de Almansur. Durante el viaje de regreso a los Alcázares, Subh pasa por la munya y luego por los campos secos, donde todavía se puede ver el verde de los álamos a lo largo del río Guadalquivir. Subh se siente cada vez más consciente de que está dejando atrás un mundo y experimenta una mezcla de tristeza y curiosidad por lo que le espera en el futuro. A pesar de su debilidad y agotamiento, Subh está decidida a detener un plan secreto y a enfrentarse a ciertas personas de su confianza. Durante el viaje, Subh reflexiona sobre su infancia en Navarra y recuerda la paz y la felicidad que experimentó allí. También recuerda a la reina Toda Aznárez, quien la crió junto a su hermano Eneko después de la muerte de sus padres. La reina Toda desempeñó un papel importante en la vida de Subh y la protegió durante su infancia. Sin embargo, la estabilidad en el reino de León se vio amenazada y la reina Toda tuvo que rendir vasallaje al califa de Córdoba para proteger a Pamplona. Subh y su hermano fueron enviados a Córdoba como muestra de confianza y lealtad.

23

En este capítulo, el joven poeta Farid al Nasri se despierta emocionado y recordando la historia que el Cojo le contó en el Jardín del Loco. Su amigo Yacub lo llama desde la calle y Farid le responde desde la ventana. Yacub muestra su desagrado por la pobreza de la habitación de Farid y le ofrece vivir en su casa, pero Farid prefiere esperar a ganar dinero por su cuenta. A pesar de esto, Yacub decide compartir las ganancias del negocio que tienen juntos. Luego, Yacub pregunta a Farid sobre su conversación con el Cojo en el Jardín del Loco. Farid le cuenta que el Cojo habló y se sinceró, revelando que tuvo una vida difícil y luchó por hacer valer su talento como poeta. Sin embargo, debido a un problema de salud del Cojo, no pudo revelar la información importante sobre el hayib Almansur. Farid explica que hay un misterio oculto en torno a Almansur y cómo se rodea de las personas adecuadas en los momentos oportunos. Farid confía en que el Cojo eventualmente le contará todo.

24

En este capítulo, el eunuco Sisnán se sobresalta al escuchar la llamada a la oración de la mañana y se acerca a la ventana. Observa el jardín solitario y al perro bebiendo agua de la fuente. Sisnán se siente inquieto desde que el viejo Chawdar estuvo a punto de ahogarse en el estanque. El eunuco se levanta cada mañana sin saber qué hacer y preocupado por la ausencia de la señora. Sin embargo, ha empezado a relacionarse con una nueva esclava llamada Delila, lo cual le proporciona cierto alivio. Esa mañana, Delila le lleva una taza de leche fría y Sisnán le pregunta por Chawdar. Delila no sabe si se ha despertado. Sisnán comenta sobre el calor y le pide a Delila que espere a que termine de beber la leche. Delila se niega porque hay pan en el horno y Sisnán se enfada. La jefa de las criadas regaña a Delila por descuidar el horno y comienza una pelea. Sisnán interviene para detenerla, pero Chawdar entra y se enfada por el escándalo. Sisnán intenta salir, pero Chawdar lo retiene. Discuten sobre la situación y Chawdar menciona la posibilidad de que la señora se quede con el hayib Almansur. Sisnán propone ir a ver a un adivino, pero Chawdar le ordena que vaya él. Sisnán se niega por miedo, pero Chawdar insiste y le advierte sobre las consecuencias de no cumplir la orden. El capítulo termina con Sisnán preguntando qué pasará si decide no ir. Chawdar le advierte que su espíritu lo atormentará si no cumple la voluntad de un moribundo.

25

En este capítulo, el cadí Raíg al Mawla decide salir del palacio en secreto para realizar unos asuntos desconocidos. Le pide a su eunuco, Sisnán, que lo ayude a vestirse con ropa oscura y que no le diga a nadie sobre su ausencia. Sisnán se muestra preocupado y le pregunta a dónde va, pero el cadí se niega a revelarle su destino. A pesar de la insistencia de Sisnán, el cadí se va solo, vestido de manera incómoda para pasar desapercibido en la medina. Sisnán lo acompaña hasta la puerta trasera del palacio y le desea suerte. El cadí se dirige a una casa en la medina, donde se encuentra con otro hombre enmascarado. Juntos, entran en la casa y se encuentran con un criado. El cadí toma un hacha y se preparan para enfrentarse a alguien en el interior de la casa. El cadí se queda afuera mientras los otros dos entran por una ventana. Se escucha una pelea y el cadí no puede resistir la tentación de asomarse. Ve cómo los otros dos asesinan a un hombre, que lucha desesperadamente hasta que finalmente muere. Los asesinos huyen y el cadí se pregunta si el hombre está realmente muerto.

26

En este capítulo, la señora regresa a los Alcázares sintiéndose angustiada y deshecha. El eunuco Sisnán le informa que su hermano está en Córdoba desde hace tres días. La señora decide tomar un baño y descansar antes de encontrarse con él. Mientras se prepara para el baño, se siente confundida y llena de dudas. Recuerda momentos felices de su vida, pero también se enfrenta a pensamientos angustiantes y envenenados por su pasado. Reza una antigua oración que le devuelve la paz y luego se queda dormida. Despierta con golpes en la puerta y Delila le comunica que el visir Al Quadrí ha sido asesinado en su casa de la medina.

27

En este capítulo, el padre de Yacub al Amín, síndico supremo del Zoco Grande de Córdoba, comenta con un grupo de comerciantes y orfebres sobre la muerte de tres hombres importantes de la ciudad en circunstancias similares y sin motivo aparente. Todos están preocupados y quieren saber quién podría haber cometido estos asesinatos. El síndico especula sobre posibles motivos y demanda que se investigue para garantizar la seguridad de todos. Luego, el grupo se dirige al entierro de uno de los hombres asesinados, donde se encuentran con el hayib Almansur y otros altos dignatarios. Después del entierro, Farid le pregunta a Yacub quién era Al Quadrí, y Yacub explica que era un general eslavo y visir gobernador de los puertos de África, pero que había caído en desgracia. Farid comenta que debe haber tenido enemigos, y Yacub menciona que los otros dos hombres asesinados también habían caído en desgracia. Luego, el cortejo fúnebre atraviesa la ciudad y entierran a Al Quadrí. La multitud lamenta su muerte y regresa a sus hogares. Farid y Yacub regresan al Zoco Grande, mientras la gente clama por justicia y espera que el hayib Almansur tome medidas para encontrar a los culpables. Farid está ansioso por hablar con Abdel el Cojo y hacerle preguntas.

28

En este capítulo, Farid al Nasri y el Cojo caminan hacia los Baños del Pozo Azul. Farid está preocupado por lo que el Cojo le dijo por la mañana sobre el cierre de los baños. El Cojo explica que el negocio ya no es rentable y que el dueño ha recibido una buena oferta para venderlo. A pesar de esto, Farid y el Cojo deciden intentar entrar a los baños. El guardia de la puerta les permite el acceso y entran en el lugar. Se encuentran con el dueño de los baños, un hombre amable y feliz por cerrar el negocio. El Cojo le pregunta si le da pena dejar algo a lo que se ha dedicado toda su vida, pero el dueño responde que nada es eterno y que el dinero influyó en su decisión. No revela quién compró los baños ni por qué. Farid y Abdel deciden disfrutar de los servicios de los baños por última vez. Mientras se bañan, el esclavo del dueño los atiende rápidamente, pero ellos se sienten apresurados y molestos. Finalmente, el Cojo se enfada y le pide al esclavo que los deje solos. El esclavo se va y ellos se quedan solos en los baños.

29

En este capítulo, Sisnán y Delila se encuentran en el patio. Delila lleva una túnica azul que le queda grande y Sisnán se enfada con ella por no haberla arreglado. Delila confiesa que quería llevar esa túnica porque iban a ir al barrio de Al Muin. Sisnán le dice que no van de fiesta, sino a un asunto serio y le pide que se cambie de ropa. Después, caminan por la medina y Sisnán se desespera porque no recuerda en qué casa deben ir. Delila le sugiere preguntar a alguien, pero Sisnán se niega. Finalmente, Sisnán confiesa a Delila que necesitaba su compañía porque tenía miedo y que deben ir a la casa de Nunún el Sabio. Después de preguntar en varias casas, encuentran la correcta y son recibidos por un criado. Sisnán confiesa a Delila que tiene miedo y ella muestra curiosidad por saber qué secretos guarda. El criado les informa que el brujo Nunún los espera.

30

En este capítulo, la señora recibe a su hermano Eneko, quien ha regresado a Córdoba después de asistir al funeral de Al Quadrí. Ambos se abrazan y se sientan a conversar en privado. La señora le confiesa a Eneko que se fue con Abuámir a la munya para descubrir sus sentimientos hacia el califa y para saber si todavía sentía algo por ella. Eneko se enfurece y le reprocha su decisión, ya que pone en peligro el plan que tienen de restituir su dignidad y la de su hijo. La señora le confiesa que ha estado rezando y que ha recordado las oraciones cristianas, lo cual le ha dado tranquilidad y consuelo. Eneko le dice que ya no son cristianos, sino musulmanes, y que deben enfrentar la realidad. La señora le confiesa que aún guarda recuerdos y sentimientos de su pasado y que no desea la violencia ni la sangre. Le pregunta a Eneko quién ordenó la muerte de Al Quadrí, y él le revela que fue Abuámir. La señora se niega a creerlo y defiende a Abuámir, pero Eneko insiste en que es culpable y que deben seguir adelante con el plan para protegerse de él.

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En este capítulo, Farid al Nasri, un joven poeta, le pide a Abdel el Cojo que le cuente la historia de Subh Um Walad, la favorita del califa Alhaquén y madre de sus dos hijos. Abdel comienza explicando que no se sabe con certeza dónde ni cuándo nació Subh Um Walad, pero se cree que era originaria de Vasconia. Fue enviada a Córdoba junto con su hermano gemelo por la reina Toda de Pamplona como parte de un acuerdo con el califa Abderramán al Nasir. Los gemelos fueron criados en el harén de Medina Azahara y destacaron por su belleza y habilidades intelectuales y artísticas. Alhaquén se sintió atraído por Subh Um Walad y la hizo su favorita, dándole el título de Gran Señora. También se menciona que Muhamad Abuámir, el futuro hayib Almansur, tuvo un papel importante en la vida de Subh Um Walad, aunque no se sabe exactamente cómo llegó a ocupar ese puesto. Abdel concluye diciendo que Abuámir logró ascender gracias a su habilidad para ganarse a la gente y seducir a los poderosos.

32

En este capítulo, Sisnán y Delila se encuentran en el oscuro sótano de la casa de Nunún el Sabio, donde el criado del adivino está quemando hierbas aromáticas para purificarlos. Sin embargo, el humo se vuelve insoportable y ambos piden que se detenga. El criado les explica que deben ser purificados de las malas fuerzas que puedan haber traído consigo. Después de abrir una ventana para que salga parte del humo, el brujo entra y comienza un ritual aterrador, aullando y danzando. Delila, en lugar de tener miedo, comienza a reír, lo que enfurece al brujo y lo hace detenerse. Luego, el adivino predice que el gran chambelán Al Nizami tiene pocos días de vida y que su venganza no se cumplirá en este mundo. Después de leer las visiones en las ascuas del brasero, el brujo menciona que hay mucho oro y poder en juego, pero no puede ver si el plan saldrá bien. Delila intenta ver algo en las ascuas, pero el brujo se lo impide. Luego, el brujo exige que Delila se vaya, pero ella se niega. Finalmente, ella le paga al brujo y él invoca a un iblis, un ser del abismo, que sale de un baúl lleno de huesos secos. El iblis predice que habrá una muerte, pero que el plan saldrá bien para quienes lo han tramado. Después de esto, el brujo termina la sesión y Delila menciona que el iblis se parece a un hortelano del mercado. El brujo los echa de su casa amenazándolos con una maldición.

33

En este capítulo, la señora se despierta de buen humor después de haber descansado profundamente. Se da cuenta de que ha dormido más de lo habitual y llama a su criada, Delila, pero descubre que ha salido temprano con Sisnán. La señora decide vestirse para ir a la mezquita de Al Muin y espera a que Delila y Sisnán regresen. Luego, el cadí Raíg al Mawla llega y se sorprende al ver a su hermana vestida para salir. Hablan sobre la tristeza de la señora y el cadí le propone mostrarle algo que la animará. Después de algunas dudas, la señora acepta y salen a caballo hacia la ciudad. En el camino, la señora se alegra de estar en la parte de la ciudad que no ha visitado en mucho tiempo. La gente se sorprende al verla y la comitiva llega a un edificio sin ventanas. A pesar de que hay clientes dentro, el cadí insiste en entrar y descubrir lo que hay dentro. El capítulo termina con el hombre que les abrió la puerta lamentándose por no haber sido informado de su visita.

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En este capítulo, Sisnán y Delila regresan a los Alcázares y deciden dar un rodeo por el arrabal sur. Delila está convencida de haber visto al hombrecillo que buscaban entre los vendedores de nabos. Sisnán la detiene, pero ella insiste en preguntar por él. Los mercaderes le dicen que el hombrecillo no ha venido hoy y que vive lejos de la ciudad. Delila concluye que el hombrecillo es el iblis y se siente triunfante. Después, Sisnán y Delila se sientan en un puesto de dulces y ella come con apetito mientras él se sorprende de su actitud despreocupada después de lo sucedido. Delila le agradece haberla llevado a la casa del brujo y le aconseja no contarle la verdad a Chawdar. Sisnán se siente mal por haber engañado a Chawdar, pero Delila le dice que no se preocupe y que ella está ahí para él. Sisnán se siente reconfortado y agradecido. Ambos se divierten y comparten dulces, y Sisnán se siente tranquilo y feliz por primera vez en mucho tiempo. Aunque nota la teatralidad de Delila, no le preocupa. Se miran y se ríen sin motivo aparente. Sisnán admira a Delila y se pregunta por qué le gusta tanto estar con ella. No sabe explicar lo que siente cuando está a su lado. Delila le pellizca cariñosamente y le dice que se divierte mucho con él y que se siente a gusto a su lado.

35

En este capítulo, Farid y Abdel están disfrutando de un momento de tranquilidad en los baños cuando de repente escuchan voces y ruido provenientes del patio. Abdel se queja de que el bañero les había prometido privacidad, pero parece haber dejado entrar a otros clientes. Farid decide investigar y se asoma por la puerta entreabierta, descubriendo que hay un grupo de personas, incluyendo a una mujer. Regresa con Abdel y le informa de la situación. El esclavo de los baños les advierte que deben esconderse, ya que la madre del califa, la señora Subh Um Walad, está llegando. A pesar de la indignación de Abdel, deciden ocultarse. Cuando la señora y su hermano el cadí entran, todos quedan paralizados y en silencio. El cadí se disculpa por el incidente y explica que pensaban que los baños estaban cerrados al público. Mientras conversan, Farid se sumerge en el estanque para ocultar su desnudez, mientras que Abdel permanece en el mármol tapándose. El cadí reconoce a Farid como el joven poeta y se muestra entusiasmado por encontrarlo allí. La hermana del cadí, Auriola, señala que han interrumpido el baño de Farid y el cadí reconoce la incomodidad de la situación. Abdel se queja de que la desnudez de Farid resalta aún más la suya y pide permiso para ir a buscar su ropa.

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En este capítulo, Sisnán y Delila regresan a los Alcázares después de una mañana divertida y llena de conversación. Sin embargo, al entrar en el palacio, se encuentran con la desagradable presencia de la jefa de las criadas, quien comienza a gritarle a Delila y a intentar golpearla. Sisnán se interpone y se enfrenta a la jefa, lo que desencadena una pelea entre ellos. Los demás criados intervienen y la pelea se convierte en una riña colectiva. La guardia es llamada y finalmente logran separar a todos. En medio de la discusión, aparece el anciano Chawdar, quien se tambalea y parece estar a punto de caer al suelo. La jefa de las criadas lo lleva a sentarse en un banco, pero Sisnán le advierte que está teniendo un ataque. Chawdar le dice a Sisnán que la culpa de todo es de sus nervios y le ordena que se vaya. Sisnán se retira humillado y se esconde en un rincón del jardín. Delila lo sigue y le dice que los demás les tienen envidia porque son amigos y se ayudan mutuamente. Sisnán se ríe de sus palabras y Delila se une a su risa, abrazándolo al final del capítulo.

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En este capítulo, la señora y su hermano abandonan los Baños del Pozo Azul y se dirigen a los Alcázares. Mientras caminan, el cadí nota que la señora parece contenta y sonriente, a pesar de la inminente tormenta. El cadí le pregunta si le han gustado los baños y ella responde afirmativamente, pero de repente menciona al joven poeta y su belleza. El cadí se sorprende y se preocupa por las palabras de su hermana. Luego, una tormenta estalla y se refugian en el palacio de Abdelgawad, un antiguo servidor de los califas. Allí son recibidos con gran cortesía y amabilidad. Después de cambiarse de ropa, la señora y el cadí conversan sobre el plan que tienen en mente para el futuro de Hixem. La señora muestra su desacuerdo y miedo, pero el cadí promete detener el plan por el momento. La conversación se desvía hacia los baños y el cadí revela que los ha comprado para la señora. Ella se muestra agradecida y promete visitarlos. Finalmente, deciden regresar a los Alcázares y se despiden del dueño del palacio. Antes de partir, el cadí le da instrucciones secretas a Abdelgawad para encontrarse con él al día siguiente en un lugar apartado.

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En este capítulo, el joven poeta Farid al Nasri cena con el cadí Raíg al Mawla en uno de los palacios más antiguos de la medina. Durante la cena, el cadí le expresa su deseo de conocerlo mejor y le asegura que su encuentro en los Baños del Pozo Azul no fue una casualidad. El poeta se disculpa por el incidente, pero el cadí le resta importancia y le dice que no tiene motivo para avergonzarse. La conversación continúa de manera amigable y el cadí le ofrece a Farid una oportunidad de servirle. Le entrega una bolsa con cincuenta dinares de oro y le pide que se mude al palacio para cuidarlo y servirle de acuerdo a un plan que le revelará gradualmente. Farid se siente abrumado por la generosidad del cadí y acepta su oferta. Al final de la cena, el cadí le advierte que debe ser discreto y no revelar nada de lo que hablen. Después de despedirse, el cadí se encuentra con un hombre vestido de negro y ambos se alejan juntos. Farid regresa a su hogar, emocionado por la oportunidad que se le ha presentado.

39

En este capítulo, el cadí Raíg al Mawla y su misterioso acompañante caminan por las calles de Córdoba en dirección al arrabal de Al Rusafa. Se esconden en un bosquecillo de cipreses para evitar encontrarse con alguien y esperan a que un grupo de muchachos pase antes de continuar su camino. Llegan a una noria iluminada por la luna y deciden esconderse allí. Mientras esperan, escuchan pasos y el cadí reconoce a un hombre llamado Abdelgawad, un sastre leal al califa Hixem. El cadí y su acompañante se encuentran con Abdelgawad y le agradecen su hospitalidad durante una tormenta. Luego, el cadí empuja al sastre al pozo y lo mata. Para asegurarse de que está muerto, arrojan piedras sobre él. Después de esto, el cadí y su acompañante huyen y se encuentran en una plazuela, donde descansan y se refrescan en una fuente. El cadí decide separarse de su acompañante y se despiden hasta el día siguiente para discutir sus próximos planes.

40

En este capítulo, la señora contempla la ciudad al amanecer desde la torre más alta de los Alcázares. Disfruta de la hermosa luz ambarina que baña los tejados y las murallas. Sin embargo, su tranquilidad se ve interrumpida por las violentas voces de las criadas que se pelean en los patios traseros del palacio. La señora se acerca y trata de poner orden, pero la discusión se intensifica. La jefa de las criadas acusa a Delila, una esclava, de ser la culpable de los problemas. La señora le pide a Delila que explique lo sucedido, pero ella se limita a mirar a Sisnán, el eunuco, quien afirma que la jefa de las criadas tiene envidia de Delila. La señora se enfada y ordena que todos se vayan. Luego, llama a Sisnán y le recrimina su comportamiento. Sisnán llora y la señora se compadece de él. Finalmente, la señora decide hablar con Delila para entender mejor la situación. Delila explica que en el palacio nadie soporta la felicidad de los demás y que tanto ella como Sisnán son odiados y envidiados por tener una relación cercana. La señora reflexiona sobre estas palabras y les pide que se retiren.

41

En este capítulo, el joven poeta Farid al Nasri sigue al jefe de los criados del cadí Al Mawla mientras le muestra las dependencias del palacio. Queda impresionado por la belleza y la opulencia de los salones, las alacenas llenas de objetos preciosos y los techos adornados. Farid se siente abrumado por la idea de vivir en ese lugar y expresa su gratitud al criado, Sabán, quien le muestra su alcoba. Desde la terraza, Farid contempla la ciudad de Córdoba y se emociona al pensar en la vista que tendrá todos los días. Sabán le muestra la cama y Farid se sorprende por su tamaño. Luego, Sabán le ofrece ropa y Farid le dice que solo tiene lo puesto. Sabán le asegura que hay suficiente ropa en la casa y que la llevarán al sastre para que la ajusten a su medida. Farid se preocupa por cómo se verá vestido de esa manera y Sabán le explica que debe acompañar al cadí a Medina Azahara al día siguiente y que debe estar bien vestido para la ocasión.

42

En este capítulo, dos jóvenes, el cadí Raíg y el poeta Farid al Nasri, se preparan para partir hacia Medina Azahara. Atraviesan la bulliciosa medina y los mercados de Córdoba, hasta llegar a los campos baldíos que rodean la ciudad. Finalmente, llegan a Medina Azahara, donde son recibidos por el príncipe Abdalá. El cadí le cuenta al príncipe sobre la llegada del califa y la disposición del emir de África de unirse a su causa. También hablan sobre la resistencia de la sayida Subh Um Walad a seguir adelante con el plan. El cadí propone utilizar al joven poeta Farid al Nasri para seducir a la sayida y convencerla de la importancia de su causa. El príncipe y el cadí almuerzan juntos y discuten sobre los sacrificios que han tenido que hacer para lograr sus objetivos. Luego, el cadí revela su plan para utilizar al poeta en su favor. Finalmente, visitan a la princesa Hind, madre del príncipe, quien expresa su deseo de que el hayib sea eliminado para que Hixem pueda convertirse en el verdadero califa.

43

En este capítulo, Yacub le pregunta a Farid dónde ha estado durante todo ese tiempo. Farid, vestido de manera elegante y con una sonrisa en el rostro, responde que solo han pasado tres días desde que no se ven. Yacub le explica que han pasado más de una semana y que se preocupó al no saber nada de él. Farid le dice que tiene mucho de qué hablar y le propone ir a un lugar tranquilo para contárselo todo.

Después de discutir sobre la apariencia de Farid, deciden ir a los Baños del Pozo Azul. Farid tiene una llave y abre la puerta, revelando que ahora es el encargado del lugar. Le cuenta a Yacub que ha sido contratado para adecentar los baños para que la hermana del tío del califa pueda disfrutar de ellos. Yacub se muestra sorprendido y escéptico, pero Farid insiste en que es verdad.

Después de dos horas de conversación, Yacub sigue dudando de la historia de Farid. Este se siente frustrado y le pregunta por qué no le contó antes. Yacub se da cuenta de que todo forma parte del plan del cadí Raíg al Mawla y se preocupa por la responsabilidad que tienen. Farid le explica que él se encargará de traer música y entretenimiento, mientras que Yacub deberá embellecer y adecuar los baños. Ambos se muestran emocionados y confiados en que tendrán éxito y se harán ricos.

44

En este capítulo, Delila busca desesperadamente a Sisnán para contarle algo terrible que ha sucedido. Encuentra a la señora cortando rosas en los jardines y le cuenta que un grupo de hombres ha llevado el cadáver de Abdelgawad, el sastre de Azahara, a su casa. Sisnán llega llorando y todos los criados se enteran de la noticia. La señora se lleva las manos al pecho y pregunta quién ha hecho esto. Sisnán le cuenta que encontraron el cuerpo de Abdelgawad en el fondo de un pozo, con la cabeza destrozada a pedradas. La señora decide ir al palacio del sastre para mostrar su apoyo a la viuda y a la familia. Acompañada por Sisnán y dos guardias, camina por las calles mientras la gente llora y pide justicia. En el palacio, la señora se quita el velo y todos se postran ante ella. La viuda le cuenta que su esposo desapareció tres días antes y que lo encontraron muerto en el pozo al día siguiente de la visita de la señora. La señora promete que los responsables serán castigados. Al día siguiente, el sastre es enterrado y la señora recibe los pésames en representación de su hijo el califa. La gente está llena de rabia y sospechas. Por la tarde, el cadí Al Mawla consuela a su hermana en los Alcázares y le dice que cualquiera que muestre amor y lealtad a ella o al califa será cruelmente asesinado. A pesar de esto, él promete hacer todo lo posible para que ella sea feliz. La señora intenta sonreír y él le asegura que todavía hay felicidad reservada para ella y que la protegerá de las maldades que la rodean.

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En este capítulo, dos meses después de los eventos anteriores, Farid al Nasri y su amigo Yacub están supervisando los últimos retoques de su obra en los Baños del Pozo Azul. El lugar ha sido mejorado con teselas doradas, incrustaciones de cuarzo y lámparas brillantes. Yacub admira el trabajo realizado y se pregunta si el cadí Al Mawla estará contento. Farid asegura que sí y elogia su propia inteligencia y genialidad. Una hora después, la sayida Subh Um Walad y el cadí llegan a los baños, y los criados se preparan para el espectáculo. La señora es vendada y llevada de la mano por su hermano mientras se escucha música y poesía. Finalmente, la venda es retirada y la señora queda maravillada por la belleza del lugar. La música y el canto continúan en cada patio, y en el segundo patio comienza a lloviznar agua perfumada. La señora es llevada al pozo azul y se sumerge en el agua, experimentando un inmenso placer y felicidad.

46

En este capítulo, se narra la llegada del califa Hixem a Córdoba. Desde la tarde anterior, la noticia de su regreso había causado gran alboroto en la ciudad. Al amanecer, la multitud se congrega en las murallas para recibir al califa. La madre del califa, Subh Um Walad, espera bajo un baldaquino en la entrada principal de los Alcázares, rodeada de la parentela de los califas. El hayib Abuámir Almansur, con sus hijos y visires, se encuentra sentado en un estrado frente a la mezquita Aljama. También están presentes autoridades judías y cristianas. La ciudad se encuentra casi desierta, con excepción de los enfermos y ancianos. La multitud se emociona cuando el almuédano anuncia la llegada del califa. La hueste califal, compuesta por unos cuatro mil hombres, se acerca a la ciudad y se detiene en un campamento. Los mercachifles aprovechan la ocasión para vender sus productos. La multitud se congrega en el arrabal del extremo sur de la ciudad para ver el cortejo del califa. La guardia creada por Al Nasir, compuesta por eslavos a caballo y arqueros, se alinea delante de la carroza real. Los guerreros bereberes del desierto se unen al cortejo. El califa Hixem monta en una yegua blanca y es recibido por el hayib Almansur en la puerta de Alcántara. Ambos se saludan con alegría. La multitud estalla en vítores y alabanzas. La madre del califa también monta en su caballo y se acerca a la puerta de Alcántara. La multitud se postra y se deja llevar por la emoción. El cadí Raíg al Mawla observa la escena con cautela y el príncipe Abdalá parece desconfiar de la ceremonia.

47

En este capítulo, la señora y su hijo, Hixem, viajan a caballo desde los Alcázares hasta el viejo palacio en la sierra de Córdoba. Durante el camino, la madre insinúa algo misterioso y feliz que flota en el aire y en la belleza del otoño. Hixem se muestra indiferente y distante, pero finalmente se abriga a petición de su madre. Durante el viaje, hablan sobre el viejo Chawdar, un eunuco que estuvo enfermo y ahora está más nervioso que nunca. También hablan sobre la amistad entre Sisnán, otro eunuco, y Delila, una esclava. La madre le cuenta a Hixem que ha descubierto los Baños del Pozo Azul, un lugar especial que le ha hecho sentir cosas maravillosas. Hixem se muestra escéptico, pero su madre le propone que vaya con ella a los baños. A medida que avanzan, Hixem nota que su madre lo mira con más afecto y confianza, y se da cuenta de que ella también tiene cosas importantes que contarle. Finalmente, llegan al viejo palacio y la madre suspira al recordar el pasado.

48

En este capítulo, el príncipe Abdalá y el cadí Al Mawla esperan ansiosos la llegada de Mugatil ben Atiya, el hermano del virrey de África, para una reunión de gran importancia. Temen que el africano decida no acudir a la cita y que todo su plan quede en vano. Mientras caminan por el salón, observan los jardines y las murallas de Medina Azahara, preocupados por la actitud que el dignatario africano pueda tener. Lamentan que Hixem, sobrino de ambos, no esté presente en la reunión y se quejan de la falta de compromiso de su madre, Subh. El cadí confiesa que Subh y Hixem se han ido a las sierras de Córdoba, lo cual les parece inconcebible dada la importancia de la reunión. Sin embargo, en ese momento, el visir Mugatil ben Atiya llega a Medina Azahara y se anuncia su presencia. El príncipe y el cadí se alegran y deciden dejar que el africano hable primero. Mugatil transmite un mensaje de parte de su hermano el virrey, mostrando su disposición a colaborar en el plan. Abdalá y Al Mawla se alegran y agradecen a Alá por las buenas noticias. El cadí insiste en saber más detalles y Mugatil revela que Hixem ya les había contado todo el plan durante su viaje juntos. El capítulo termina con el príncipe y el cadí abrazando al emisario y agradeciendo a Alá.

49

En este capítulo, se describe la personalidad del califa Hixem, quien heredó la belleza y el temperamento de su madre, así como la tendencia a hacer lo que le apetecía en cada momento. A diferencia de su abuelo Abderramán, cuya propensión a los placeres se manifestaba en la lujuria, Hixem mostraba una falta de interés por los asuntos de gobierno y la guerra, delegándolos en sus visires y generales respectivamente. Además, no prestaba atención ni a su esposa ni a sus hijos, dejándolos en manos de administradores. Sin embargo, Hixem era amado y admirado por su apariencia y encanto.

En una conversación con su madre, Hixem le cuenta su viaje a África, mostrándose entusiasmado y feliz por haber salido de su zona de confort. Después, madre e hijo se recuestan juntos y ella acaricia su cabello mientras él se sumerge en una modorra invencible. Posteriormente, Hixem comenta que el palacio necesita ser restaurado, pero se muestra desinteresado en encargarse de ello. Su madre acepta el regalo del palacio y promete restaurarlo. Sin embargo, surge una discusión entre ellos sobre ciertos secretos y encuentros que han tenido con otras personas. A pesar de la tensión, deciden cenar juntos y hablar de todo lo que ha sucedido.

50

En este capítulo, el cadí Raíg al Mawla se dirige a la casa del príncipe de los judíos, Jacob abén Jau, para tratar un asunto importante. Al llegar, es recibido por un joven delgado y pálido que le anuncia que su padre lo espera. El cadí es conducido a una sala donde el nasi lo saluda y le expresa su pesar por no haber ido a visitarlo antes. Al Mawla explica que la situación requiere cautela y que no tiene un lugar adecuado para recibirlo. Le informa al nasi que el califa ha regresado de su viaje a África y que todo está dispuesto para que ellos den el primer paso en un plan. Abén Jau muestra preocupación y temor por las posibles consecuencias violentas de sus acciones. El cadí le advierte que no hay vuelta atrás y que deben actuar. Luego, se revela que Jacob abén Jau y su hermano José fueron en el pasado fabricantes de seda que ganaron el favor del califa Almansur, pero que luego cayeron en desgracia. El nasi se muestra desconcertado y temeroso, pero finalmente pide tiempo para consultar con su hermano. Al Mawla le concede dos días para decidirse y le advierte que si no están con el califa, no esperen nada más de él.

51

En este capítulo, la señora se levanta temprano en el viejo palacio omeya de la sierra. Su hijo Hixem duerme plácidamente a su lado. La señora sale de la habitación con cuidado para no despertarlo y se dirige a un jardín descuidado donde hay un hombre gordo vestido de blanco. Sin prestarle atención, la señora continúa su camino hasta el palacete donde se hospeda la servidumbre. Entra en una sala vacía y sucia que solía ser un pabellón de caza. Luego de intentar abrir una puerta cerrada con llave, un criado le indica dónde duerme Sisnán. La señora va hacia allí y encuentra a Delila cubierta con una manta. Sisnán, vistiéndose, explica que Delila estaba allí para encenderle el brasero. La señora, con una mirada suspicaz, acepta la explicación y ordena que les preparen el desayuno. Después de regresar al palacio, la señora se encuentra con Hixem en el balcón de su habitación. Él le reprocha haberlo dejado solo y le pregunta dónde fue. La señora le dice que fue a recoger huevos frescos y recuerda los desayunos que solían tener juntos. Luego, madre e hijo desayunan juntos y hablan sobre la discusión que tuvieron la noche anterior. La señora expresa su preocupación por la situación política y teme que haya una guerra. Hixem le dice que es necesario actuar y que Abuámir no le dará el poder voluntariamente. La señora propone hablar nuevamente con Abuámir, pero Hixem se muestra escéptico. Discuten sobre el plan y la señora llora, sintiéndose anulada por su hijo. Finalmente, la señora le pregunta a Hixem si ha pedido ayuda al virrey africano y si ha implicado a los judíos en el plan. Hixem responde afirmativamente y la señora se lamenta de su sufrimiento y de la incertidumbre de su situación.

52

En este capítulo, el cadí Raíg al Mawla se dirige al campamento de los ejércitos mercenarios acompañado por un misterioso hombre vestido de negro. Evitan pasar por la parte más poblada de la ciudad y llegan al campamento, donde se encuentran con miles de soldados y fogatas. El hombre de negro va a dar aviso de su llegada mientras el cadí espera. Regresa acompañado por otro hombre a caballo, quien se presenta como el ayudante del jefe de los mercenarios, Bidun el Rojo. El cadí saluda y continúa hacia la tienda de Bidun. Dentro del campamento, hay tiendas, barracones y refugios, y se ven mercachifles y curiosos. Llegan a la tienda de Bidun y el cadí se muestra molesto al ver a tanta gente presente. Bidun le explica que no puede hacerlos irse y lo invita a entrar. Dentro de la tienda, el cadí se encuentra con un hombre bajito que se presenta como Bidun de Larraga. El cadí le pide que enciendan las lámparas para ver mejor y se sienta en el sillón ofrecido. A medida que hablan, más hombres entran en la tienda, lo que molesta al cadí. Bidun le pide que su acompañante espere afuera y todos salen de la tienda, dejándolos solos. Finalmente, Bidun declara su lealtad al califa Hixem y el cadí acepta negociar bajo esa premisa.

53

En este capítulo, Sisnán y Delila pasean por el jardín de los Alcázares cuando se encuentran con el anciano Chawdar escondido entre las ramas. Chawdar se muestra enfadado y le dice a Sisnán que quería hablar con él. Luego, se dirige a Delila de manera despectiva y la echa del lugar. Delila se va asustada y Sisnán intenta calmar a Chawdar, pero este se muestra enojado y le dice que están sucediendo cosas graves. Sisnán intenta explicarle que solo estaban paseando y hablando de sus cosas, pero Chawdar se enfurece más y comienza a golpear a Sisnán con su bastón. Sisnán, impulsado por la ira, le arrebata el bastón a Chawdar y lo rompe. Luego, agarra a Chawdar del cuello y lo zarandea, amenazándolo. Chawdar grita pidiendo ayuda y los criados acuden, pero Sisnán finalmente lo suelta y se va. Chawdar les dice a los criados que han sido testigos de lo que Sisnán le ha hecho y que la señora debe saberlo.

54

En este capítulo, la señora se encuentra en el jardín, sumida en sus pensamientos. A pesar de haber tenido un hermoso día de otoño, se entrega a fantasías diversas. Recuerda las palabras de Asbag, un hombre sabio que le entregó pensamientos hermosos para encontrar consuelo en momentos difíciles. Sin embargo, el silencio se rompe cuando Chawdar, el jefe de los eunucos, se acerca a ella con una expresión de inquietud. Le informa que Sisnán y él han vuelto a pelearse, lo cual entristece y angustia a la señora. Intentando mantener la calma, ella le pide que se lleven bien y que no vuelva a suceder. Chawdar muestra las marcas de la pelea y exige que se castigue a Sisnán. La señora se niega y le dice que ya ha sufrido suficiente con los maltratos de Chawdar. Esto enfurece al anciano, quien insinúa que hay un plan en su contra y que lo quieren apartar de sus funciones. La señora intenta calmarlo, pero él continúa con sus acusaciones y menciona la muerte del sastre Abdelgawad. La señora, alterada, le ordena que se vaya. Chawdar se retira, dejando a la señora llorando angustiada.

55

En este capítulo, el príncipe Abdalá se alegra al escuchar las buenas noticias que le da el cadí Raíg al Mawla sobre la disposición de los mercenarios navarros para unirse a su plan. Sin embargo, el cadí está preocupado por la falta de dinero necesario para pagar tanto a los mercenarios como al ejército del virrey de África. Además, le informa al príncipe que los judíos solo podrán proporcionarles treinta mil dinares de oro, lo cual no es suficiente. Por si fuera poco, el cadí revela que el hayib Abuámir ha convocado al califa a su palacio, lo cual enfurece al príncipe. Mientras discuten posibles soluciones, el cadí menciona los problemas que su hermana Auriola está enfrentando en el palacio debido a los eunucos. El príncipe propone buscar un administrador de confianza para el palacio, pero el cadí duda de que los eunucos lo acepten. Finalmente, el príncipe promete encargarse de la situación y evitar que Hixem vaya a Alzahira al día siguiente.

56

En este capítulo, el cadí Al Mawla se muestra alterado y molesto porque el califa Hixem va a visitar al hayib Abuámir Almansur en su palacio en lugar de recibirlo en Medina Azahara. La señora, presente en la discusión, intenta calmar la situación, pero el cadí explota de ira. El califa, vestido con sus atuendos de rango, decide ir a reunirse con el Consejo formado por el hayib y los visires. Mientras la señora ve esto como una oportunidad para que su hijo manifieste su deseo de intervenir en los asuntos del gobierno, el cadí y el príncipe Abdalá consideran que es una muestra más de la prepotencia del hayib. Discuten sobre el plan que tienen y la señora intenta mediar entre ellos. Finalmente, el califa decide ir a ver a Abuámir y pedirle que lo trate como a un igual. Si no es escuchado, pondrá en marcha el plan. Después de recibir el apoyo de su madre y su tío, el califa se dirige a Medina Alzahira. La señora y el cadí se reconcilian y expresan su amor mutuo, prometiendo estar siempre juntos.

57

En este capítulo, el califa Hixem llega a Medina Alzahira, donde es recibido por algunos vasallos, pero ni el hayib ni sus hijos salen a recibirlo. El lugar se ve desolado y solitario, a pesar de su opulencia. Hixem es conducido a un jardín con caballos negros y luego al interior del palacio, donde encuentra a Abuámir sentado en un trono. Abuámir saluda a Hixem con alegría, pero el califa responde fríamente, reprochándole que no haya ido a visitarlo a su palacio en Córdoba. Abuámir se sorprende y se enfada, y ordena a todos que salgan del salón. Luego, Abuámir confronta a Hixem, acusándolo de hablar en nombre de su madre y reprochándole su actitud. Hixem se defiende, afirmando que habla por sí mismo como califa. Abuámir no está satisfecho con sus explicaciones y se muestra decepcionado. Sin embargo, luego cambia de tono y le pide a Hixem que hable sin miedo. Hixem se queda en silencio, temiendo caer en las palabras de Abuámir. Abuámir continúa hablando, expresando su preocupación por el tono de Hixem al llegar al palacio. Le recuerda a Hixem todo lo que ha hecho por él y su madre, y le reprocha su ingratitud y olvido. Hixem niega tener algo en su contra, pero Abuámir insiste en que hable con sinceridad. Luego, Abuámir saca el Corán y le pide a Hixem que jure ser sincero en su conversación. Hixem se niega a jurar y Abuámir jura en su lugar. Abuámir estalla en cólera y confronta a Hixem, exigiendo respeto. Hixem se rinde y le pide que hable.

58

En este capítulo, antes de la oración de la tarde, un lacayo avisa al chambelán Chawdar de que hay un hombre en la puerta de los Alcázares preguntando por él y que viene de Medina Azahara. Chawdar se prepara y se encuentra con el criado de confianza del príncipe Abdalá, quien le informa que su amo tiene una gran noticia para él y el gran chambelán Al Nizami. A pesar de la enfermedad de Al Nizami, Abdalá quiere que ambos estén presentes para recibir la noticia juntos. Chawdar, a regañadientes, acepta ir a casa de Al Nizami acompañado por el criado. Una vez allí, Al Nizami y Chawdar se saludan y se dan cuenta de que el príncipe tiene algo importante que comunicarles. Sin embargo, Al Nizami muestra desconfianza y sospecha que se trama algo a sus espaldas. Luego, llega el brujo Nunún el Sabio, enviado por el príncipe Abdalá, quien les presenta una medicina secreta que promete mejorar la salud de los ancianos. Aunque Al Nizami duda de la veracidad de la medicina, Chawdar se muestra entusiasmado. El brujo les asegura que la medicina ha sido pagada por el príncipe y les advierte que deben guardar el secreto, ya que hay personas dispuestas a matar por ella. Los chambelanes aceptan probar la medicina y se les instruye sobre cómo tomarla.

59

En este capítulo, la señora y Hixem observan a Chawdar paseando bajo la lluvia y se preocupan por su extraño comportamiento. La señora le grita que entre al palacio, pero Chawdar se muestra indiferente. La señora y Hixem discuten sobre la actitud del anciano, y Hixem muestra poco interés en el asunto. Luego, la señora le recrimina a Hixem por no contarle lo que habló con Abuámir en su visita al palacio. Hixem intenta justificarse, pero la señora insiste en que le cuente todo. Finalmente, Hixem confiesa que no discutió con Abuámir y que todo fue cordial entre ellos. La señora se alegra y llora de alivio. Chawdar entra en la habitación y anuncia la muerte del gran chambelán Al Nizami.

60

En este capítulo, se narra el funeral de Al Nizami, el gran chambelán, en el cementerio de los eunucos de Medina Azahara. Asisten pocas personas, principalmente miembros de la familia omeya y algunos nobles ancianos. Al Nizami había servido en el harén desde los tiempos de la princesa Muzna y había vivido sus últimos años en los Alcázares. Era reservado y no tenía muchos amigos, excepto Chawdar, su compañero. Durante el funeral, un grupo de ancianas concubinas de Al Nasir hacen de plañideras y el príncipe Abdalá recibe los pésames. Después del entierro, Hixem y su madre se quedan en silencio junto a la tumba. Luego, se acerca Nunún el brujo y deposita un puñado de arena en la tumba. Chawdar se acerca a él y le habla en voz baja. El brujo dice que la medicina no pudo salvar a Al Nizami y que solo Alá decide el destino. Chawdar le cuenta que ha tomado la medicina todos los días y el brujo le dice que vivirá muchos años más. Después, Chawdar se une a la señora y a Hixem, que se dirigen a la puerta principal de Medina Azahara. En otro lugar, el príncipe Abdalá y el cadí Raíg al Mawla conversan sobre el funeral. El cadí pregunta quién es el extraño hombre con el que hablaba Chawdar y el príncipe le dice que es el sabio Nunún. El cadí comenta que es la primera vez que ve a ese brujo. Abdalá menciona que los eunucos confiaban en él y que se han enriquecido pensando que tenía la solución a sus problemas. Luego, hablan sobre Abuámir y su encuentro con el califa. El cadí está preocupado porque Abuámir quería que el califa jurara delante de él. Abdalá dice que Hixem no juró y que eso hubiera sido humillante. El cadí cuenta que Abuámir interrogó al califa y le hizo preguntas sobre su viaje a África. Abdalá comenta que Abuámir es muy listo y que sospecha de ellos. El cadí menciona que Abuámir le ha citado para que acuda ante él y Abdalá se preocupa por lo que pueda saber. El cadí dice que irá y que confía en que todo saldrá bien. Abdalá le dice que no deben ponerse nerviosos y que deben tener paciencia. Luego, hablan sobre los Alcázares y el viejo Chawdar, y acuerdan seguir con el plan y confiar en el brujo. El cadí también menciona que debe hacer que su hermana siga como en una nube.

61

En este capítulo, se describe la locura del viejo Chawdar, quien es considerado como un anciano demente por todos en el palacio. Debido a su comportamiento extravagante, como vestirse con ropas de mujer y revelar secretos de los harenes de Medina Azahara, es encerrado en su alcoba para evitar que se pierda por los jardines durante la noche. Sin embargo, lo más preocupante es que Chawdar muestra una energía inusual y un apetito anormal para su edad, olvidando incluso su bastón. A pesar de que su locura resulta divertida en ciertos momentos, la señora del palacio se alarma al darse cuenta de que está revelando secretos de la dinastía. Por lo tanto, habla con su hijo, el califa, quien a su vez informa a su tío, el cadí Raíg al Mawla. Este último sospecha que la locura de Chawdar es obra del brujo Nunún y decide confrontar al príncipe Abdalá en Medina Azahara. Sin embargo, el príncipe se muestra sorprendido y asegura que algo ha salido mal en sus planes. Ante la falta de explicaciones, el cadí se enfurece y sale gritando. Poco después, Chawdar desaparece misteriosamente del palacio y a pesar de la búsqueda exhaustiva, no se encuentra rastro de él. Se concluye que pudo haber escapado a través de los pasadizos secretos y caído al río, siendo arrastrado por la corriente. Después de tres semanas, se da por muerto y se realizan las honras fúnebres correspondientes.

62

En este capítulo, la señora y su hermano Al Mawla están sentados en los Baños del Pozo Azul. El cadí se da cuenta de que su propósito de hacer feliz a su hermana se ha cumplido, ya que la poesía y la música la han resucitado y la han hecho sentir más joven y hermosa. Desde que ella entró por primera vez en los baños, no ha faltado a ningún espectáculo de música y poesía que los poetas Farid y Abdel preparan cada sábado. En esta ocasión, Al Mawla revela que ha sido él quien ha organizado todos los espectáculos y le ofrece a su hermana una sorpresa especial. Después de beber juntos, Al Mawla anuncia que ha preparado un espectáculo con Farid como protagonista. Farid recita un poema que conmueve a la señora hasta hacerla llorar. Luego, aparece Yacub, amigo de Farid, y revela que ha sido él quien ha organizado todos los detalles de los espectáculos. La señora invita a todos a cenar juntos y propone que su hijo Hixem también experimente la magia de los baños. Al Mawla sugiere que Yacub y Farid sean nombrados administradores del palacio, lo cual sorprende gratamente a la señora. Al Mawla explica que ha tenido la intuición de que el palacio necesita sangre joven y nuevas ideas.

63

En este capítulo, se nos presenta al cadí supremo de Córdoba, Ben Zarb, un hombre piadoso y austero que vive en las afueras de la ciudad en una casa heredada de sus abuelos. A pesar de ocupar un cargo importante, Ben Zarb se niega a trasladarse a una vivienda más lujosa y sigue manteniendo su humilde estilo de vida. El hayib Abuámir Almansur, el poderoso hombre de confianza del califa, muestra un gran respeto y consideración hacia el cadí supremo, consultándolo en asuntos importantes y siguiendo sus consejos. Aunque Ben Zarb no aprueba públicamente la concentración de poder en manos de Abuámir, conserva su dignidad y magisterio público.

Raíg al Mawla, un joven que trabaja para Abuámir, visita la casa de Ben Zarb para hablar sobre los rumores de los asesinatos que han ocurrido en Córdoba. La gente sospecha que Abuámir está detrás de estos crímenes, ya que las víctimas eran leales al califa y a su madre, y se negaron a unirse al círculo de Abuámir. Raíg menciona el asesinato del sastre Abdelgawad, que fue especialmente cruel e injustificado, y afirma que la gente cree que solo Abuámir podría haber ordenado estos asesinatos. Ben Zarb se muestra consternado por estas acusaciones y afirma que no puede concebir que Abuámir sea tan despiadado. Sin embargo, Raíg insiste en que la gente necesita respuestas y que solo cuando el califa recupere su poder legítimo se resolverán estos problemas.

Además, Raíg le informa a Ben Zarb sobre los planes de la sayida para nombrar nuevos intendentes para el palacio. Raíg sugiere que los nuevos intendentes no sean eunucos, ya que esta antigua fórmula ha causado problemas en el pasado. Propone a Yacub al Amín, hijo del síndico del Zoco Grande, y a un joven de origen egipcio para ocupar estos cargos. Ben Zarb acepta los nombramientos y se compromete a respaldarlos.

En resumen, en este capítulo se nos presenta la vida austera y piadosa de Ben Zarb, el respeto y consideración que Abuámir tiene hacia él, los rumores de los asesinatos en Córdoba y la propuesta de Raíg para los nuevos intendentes del palacio.

64

En este capítulo, la señora se dirige apresuradamente hacia la puerta Dorada del jardín de los Alcázares, luciendo un bonito vestido color azafrán que representa su alegría. Acompañada por su viejo perro, se encuentra con el joven poeta Farid al Nasri, quien la espera con un caballo blanco. Mientras monta, ella pregunta con indiferencia qué le tienen preparado. Farid responde con un largo suspiro. La señora se muestra interesada y curiosa ante su reacción.

Más tarde, en la calleja de los Baños del Pozo Azul, la gente se aglomera para ver al califa, quien se dirige al hamán. La multitud enloquece de alegría al verlo pasar, mientras él les sonríe ampliamente. Sin embargo, nadie sabe que del otro lado de la calle se acerca otro cortejo, el de la sayida Subh Um Walad, quien también se dirige a los baños sin saber que su hijo la espera allí. Hixem, el califa, desmonta y espera a su madre para sorprenderla.

La señora se sorprende por el alboroto y la expectación, pensando que es por su llegada. Pero cuando ve el estandarte y la comitiva del califa, su corazón comienza a latir fuertemente y se desmonta precipitadamente, quitándose el velo y exclamando que Hixem ha venido a los Baños del Pozo Azul. Ambos se abrazan y se muestran felices de verse.

Farid al Nasri tiene todo preparado para que el califa disfrute del mismo espectáculo que su madre la primera vez. Pero antes deben esperar a que afuera se haga silencio debido al bullicio de la multitud. La señora vuelve a vendar los ojos de Hixem con entusiasmo, diciéndole que no podrá ver hasta que ella se lo permita.

Finalmente, comienza el espectáculo y la señora no aparta la mirada de Hixem, sintiendo la emoción de la primera vez que ella misma estuvo cegada en ese lugar. El califa sonríe y se muestra completamente absorto en el espectáculo, sin que nada logre disminuir su entusiasmo. Al preguntarle si está feliz, él responde que ahora lo comprende todo.

65

En este capítulo, el cadí Al Mawla llega a Medina Alzahira y se dirige al pabellón de los halcones, donde se encuentra el hayib Almansur. A medida que avanza por los jardines, siente cierta inquietud y percibe cierto recelo por parte de los vasallos del palacio. Al llegar al pabellón, encuentra a Abuámir limando el pico de uno de los halcones. Después de un breve intercambio de palabras, el hayib le pide al cadí que lo acompañe a su casa.

En el camino, Al Mawla observa a Gamali, el jefe de la guardia personal de Abuámir, saliendo del palacio con esclavos cargando baúles. Esto aumenta su inquietud. Al llegar a la cámara privada, encuentran a Abdalmálik, el hijo mayor de Abuámir, descansando en un diván. Después de una breve conversación, se escuchan gritos de mujeres en el palacio, lo que altera a Abuámir.

El hayib le explica a Al Mawla que está preocupado por las muertes del sastre Abdelgawad y del visir Al Quadrí, y sospecha que hay traidores que quieren perturbar la paz en la ciudad. Luego, Abuámir le pide al cadí un favor: que se lleve a su tercera esposa, Abda, a los Alcázares, ya que no puede soportarla más. Al Mawla acepta y se compromete a llevarla allí.

Abuámir explica que Abda ha causado problemas en el palacio debido a su mal carácter y su actitud desafiante. Además, odia a Abuámir y a su hijo Abdalmálik. El hayib está decidido a separarla de su hijo y repudiarla legalmente. Le pide a Al Mawla que se encargue de llevarla a los Alcázares y luego al campamento de los mercenarios navarros, donde será entregada a su padre, el rey de Navarra.

El capítulo termina con Abuámir expresando su deseo de no volver a ver a Abda nunca más y calificándola de "demonio de vascona".

66

En este capítulo, el joven poeta Farid al Nasri y su amigo Yacub al Amín se encuentran en el salón principal de los Alcázares, esperando la llegada del califa. Ambos están aterrorizados y temblorosos por la situación. Esa mañana, se levantaron temprano, se arreglaron y se dirigieron al palacio, siguiendo las instrucciones de Raíg al Mawla. Se preguntan por qué van a ser recibidos por el califa y qué se espera de ellos. Llegan a la puerta de servicio y son conducidos por el intendente general hasta las dependencias donde les espera Al Mawla. Después de un largo recorrido por el palacio, llegan a la residencia privada del califa. Allí, se les indica que se arrodillen y esperen al califa. Finalmente, el califa los nombra intendentes de los Alcázares y les ordena comenzar su trabajo al día siguiente.

67

En este capítulo, Sisnán está descorazonado y consternado por la situación en la que se encuentra. Delila, compadecida, le pregunta qué ha sucedido y él le cuenta que le han arruinado la vida. Sisnán explica que unos poetas han sido nombrados intendentes y administradores del palacio, a pesar de que él lleva toda la vida sirviendo allí. Delila se enfada y sugiere que deberían envenenar a los nuevos administradores. Sisnán le cuenta a Delila que ha sufrido mucho a lo largo de su vida, incluyendo la operación de castración, y que ha sido maltratado por los anteriores califas y la señora. Delila le anima a hacer algo al respecto y él se queja de que los nuevos administradores no tienen la formación necesaria. Delila sugiere que los castran, pero Sisnán ignora su comentario. Delila menciona que el anterior administrador, Abuámir, tuvo una relación con la señora y que eso le ayudó a ascender en el palacio. Sisnán se enfada y le pide a Delila que deje de hablar mal de la señora. Delila le dice que lo hace porque lo quiere y le anima a tomar medidas. Al darse cuenta de lo que ha dicho, Delila se ríe y Sisnán le recuerda que él es un eunuco. Delila le consuela y le promete que lo ayudará a encontrar su lugar en el palacio.

68

En este capítulo, Raíg al Mawla llega a Medina Alzahira para preparar el traslado de la princesa Abda a los Alcázares. Sin embargo, se da cuenta de que la situación no será fácil, ya que Abda no está de acuerdo con la decisión de ser repudiada y se opone a ello. Abuámir, por su parte, muestra reserva pero está decidido a seguir adelante. Raíg le asegura que Abda será tratada con respeto y cuidada mientras esté en Córdoba. Luego, se encargará de que Bidun el Rojo la custodie hasta Pamplona. Abuámir le agradece a Raíg por su apoyo y le advierte sobre la personalidad fuerte y peligrosa de Abda. Al llegar a los aposentos de las esposas, Abda muestra su ira y se niega a ser tratada como una esclava. Abuámir ignora sus insultos y le recuerda que es hora de cumplir con la ley. Abda accede a ir por su propia voluntad y se viste adecuadamente. El cadí supremo, Ben Zarb, y los testigos están presentes para el repudio. Abda aparece vestida de negro y Abuámir pronuncia la fórmula de repudio. El cadí certifica el acto y declara que Abda es libre, pero no podrá regresar a su tierra hasta que se demuestre que no está embarazada. Abuámir asegura que no está embarazada de él.

69

En este capítulo, la señora Auriola se enfada y se desespera al enterarse de que Abda, la esposa repudiada de Abuámir, se quedará viviendo en los Alcázares hasta la primavera. Auriola discute con su hermano Eneko, quien le explica que no le había dicho nada para evitar su enfado. Eneko le cuenta que Abuámir le pidió que alojara a Abda como un favor y que no podía negarse. Auriola se enfada aún más al descubrir que Eneko le mintió a Abuámir diciéndole que ella y Hixem estaban de acuerdo. Auriola se queja de que nadie la tiene en cuenta y de que la relegan. Luego, el califa Hixem entra y Auriola le cuenta lo sucedido. Hixem le dice que ya lo sabía y que no podían negarse. Auriola se siente frustrada y se queja de que todos tienen planes sin contar con ella. Finalmente, Auriola ordena a Sisnán que llame a los administradores para preparar los aposentos de Abda en los Alcázares.

70

En este capítulo, la señora, madre del califa Hixem, se prepara para recibir a la princesa Abda en su casa. A pesar de sentir rabia y resentimiento hacia ella, decide ser hospitalaria y comprensiva. La señora se coloca en el último patio bajo el arco de la puerta Dorada, rodeada de sus servidores. El día está frío y triste, pero todos están preparados para recibir a la princesa. Cuando Abda llega, vestida de negro y con un velo que cubre su cabello, la señora la saluda con respeto y le da la bienvenida a la casa del califa. Sin embargo, la princesa se muestra hosca y arrogante, sin responder a los saludos. A pesar de esto, la señora continúa siendo amable y le ofrece todo lo que necesite. Abda sigue sin hablar y la señora se siente cada vez más incómoda. Finalmente, la princesa entra al palacio seguida por la señora y los criados. En los aposentos, Abda muestra su desprecio hacia la señora y la llama vieja. La señora intenta mantener la calma, pero Abda la insulta y escupe en el suelo. La señora la reprende y hay un forcejeo en el que la señora domina a Abda y la deja en la habitación llorando. La señora sale y le dice a los demás que la dejen sola para que se le pase.

71

En este capítulo, llega el invierno a Córdoba y Farid al Nasri se siente abrumado por la tristeza y la melancolía que le invade cada año en esta época. Aunque tiene un cargo importante y acceso a los palacios califales, no logra superar su estado de ánimo. Su amigo Abdel le aconseja que busque algo más emocionante en su vida amorosa para superar su malestar.

Un día, Farid decide explorar los rincones del palacio y se aventura por el ala norte, donde vive la princesa Abda. Aunque inicialmente se encuentra con obstáculos, un jardinero le permite entrar y descubre un hermoso jardín. Allí, recita poemas tristes y es descubierto por la dama de compañía de la princesa. A partir de ese momento, Farid se encuentra con la joven en el jardín todos los días y se enamora de ella. La princesa Abda también muestra interés en él y le permite encontrarse con la dama de compañía. Sin embargo, Yacub, el amigo de Farid, le advierte sobre los problemas que enfrentan en la administración y le insta a tener cuidado para que la señora no se entere de su relación.

72

En este capítulo, el joven administrador de los Alcázares Farid al Nasri es despertado por el canto de los pájaros, lo que le llena de felicidad y ganas de vivir. A pesar del frío, se dirige al jardín del ala norte, donde ve a dos mujeres tras la celosía y sonríe en su dirección. Luego, se encuentra con su compañero y amigo Yacub al Amín en el despacho, quien le reprocha por no ocuparse del trabajo y solo pensar en las mujeres. Yacub le explica que las cuentas del palacio son un desastre y que no hay fondos para pagar a los proveedores. Farid reconoce su error y se siente abrumado por la situación. Yacub le advierte sobre el peligro de relacionarse con las mujeres del harén del hayib Almansur y le recuerda que se irán en primavera. Farid se muestra triste y confuso, pero promete buscar una solución a los problemas financieros del palacio. Yacub le critica por pensar con la entrepierna en lugar de usar la cabeza.

73

En este capítulo, la señora se muestra confundida y molesta al no entender lo que Farid y Yacub intentan explicarle. Ellos tratan de ser discretos al hablar sobre los problemas en la administración de los Alcázares. El cadí Raíg también está sorprendido por lo que escucha. Farid explica que tienen dificultades para encontrar abastecedores para el palacio, ya que se niegan a servir al califa. La señora se enfada y promete que se arrepentirán por su comportamiento. Al Mawla insta a los intendentes a dar más explicaciones y la señora les exige que le cuenten todo. Farid y Yacub se sienten angustiados y el cadí les ordena hablar. Farid comienza a explicar que los proveedores no han sido pagados durante años, lo que ha llevado a muchos de ellos a la ruina. La señora escucha en silencio y Yacub confirma que han revisado los registros y han hablado con cada proveedor. La señora se culpa a sí misma por no haber estado más atenta y decide solucionar el problema a su manera. El cadí Raíg sugiere llevar el asunto ante el cadí supremo, pero la señora se niega y afirma que ya tienen suficientes problemas.

74

En este capítulo, la señora confronta a Sisnán y Delila sobre el dinero que ha desaparecido. Sisnán intenta culpar a Chawdar, pero la señora no le cree y exige la verdad. Delila, entre lágrimas, confiesa que el dinero se gastó en la compra de propiedades y posesiones que nunca disfrutaron. La señora se siente estupefacta y angustiada al enterarse de que le robaron para derrocharlo. Luego, se dirige a Sisnán y le pregunta qué hizo con el dinero destinado a los proveedores, y él admite haberse comprado un palacio. La señora se siente desesperada y considera llevarlos ante el cadí supremo. Sisnán suplica piedad, alegando que solo hizo lo que vio hacer a los viejos durante años. La señora lamenta cómo han ensuciado el nombre de su hijo y se preocupa por la reputación de su familia.

75

En este capítulo, el intendente Farid al Nasri se acerca a los jardines de los Alcázares para ver a las mujeres que residen en el palacete. Sin embargo, esta vez no las encuentra y se marcha decepcionado. Al encontrarse con Sisnán, el eunuco le informa que la señora les ha ordenado esperarla frente a la puerta Dorada cuando el almuecín llame a la oración de la mañana. Farid no está contento con el tono de Sisnán, pero asiente y sonríe. Dentro de la intendencia, Farid se encuentra con Yacub, quien le reprocha por llegar tarde. Discuten sobre las deudas y la falta de dinero en los Alcázares. Luego, los intendentes se encuentran con el califa, su madre, su tío Al Mawla y Sisnán, quienes los llevan a un lugar prohibido. El cadí Al Mawla les advierte que si revelan lo que van a ver, sufrirán terribles tormentos. Farid y Yacub juran guardar el secreto y son llevados a un laberinto de pasadizos hasta llegar a una cámara llena de tesoros. La señora ordena que se saque oro de una tinaja para pagar las deudas, mientras que el resto del tesoro debe permanecer intocado. El cadí explica que este tesoro es propiedad privada del califa y solo se debe usar en casos de extrema necesidad.

76

En este capítulo, Farid al Nasri se dirige al jardín de los Alcázares, a pesar de que está prohibido, para ver a las dos mujeres que ha estado observando a través de la celosía. Sin embargo, no las encuentra y se dispone a regresar cuando escucha una voz que lo llama desde un ventanuco. Una mujer le indica que tome las llaves que están colgadas cerca de un arco y las lleve hacia ella. Después de algunos intentos fallidos, Farid logra encontrar las llaves y abrir la puerta que conduce a las mujeres. Allí se encuentra con la princesa Abda y su dama de compañía, Segunda. Abda le revela que sabían que él las estaba observando y le pregunta si quiere besar a Segunda de nuevo. Farid accede y se besan, pero luego se siente confundido y retrocede. Abda les trae fruta y les pide a Farid que recite un poema antes de irse. Después de despedirse, Farid regresa a la intendencia donde su compañero Yacub lo regaña por no haber estado trabajando.

77

En este capítulo, Farid abraza y besa a Segunda, expresando su amor por ella. Farid le cuenta a Segunda que la princesa Abda está ocupada hablando con la señora, por lo que no deben preocuparse por ser descubiertos. Segunda se preocupa de que la princesa regrese pronto y los vea juntos. Farid admira la belleza de Segunda y decide arriesgarse a encontrarse a solas con ella. Farid le confiesa a Segunda que la ama y que necesitan estar juntos. Segunda se preocupa por las consecuencias y llora. Farid propone hablar con la señora para encontrar una solución, pero Segunda se niega, diciendo que la señora es mala y adúltera. Farid se sorprende y defiende a la señora, lo que enfurece a Segunda. La discusión es interrumpida por la llegada de la princesa Abda, quien escucha parte de la discusión. Abda defiende a la señora y revela que ha hablado con ella y la comprende. Abda muestra compasión por la señora y por sí misma, y pide a Dios que tenga piedad de sus hijos.

78

En este capítulo, la señora abre los ojos y se encuentra con Hixem, quien la observa con amor y duda. Hixem le pregunta si ha dormido bien y ella responde que sí, agradeciendo a Dios por haber podido dormir profundamente y olvidar sus preocupaciones. Comentan sobre el hermoso sol de primavera y la señora explica que es obra de Dios, quien la ayudó a dormir esa noche gracias a un milagro a su favor. Hixem le pregunta por qué era tan importante para ella reconciliarse con la princesa Abda, a lo que ella responde que solo Dios lo sabe. Explica que Abda es vascona al igual que ella y que seguramente siempre estuvo enterada de su vida en Córdoba. La señora cuenta que nunca quiso llevar una vida como las esposas y favoritas viudas de los omeyas y por eso el califa Alhaquén les permitió vivir en los Alcázares. Hixem le pregunta por qué Abda la odiaba tanto y la señora explica que es complejo, pero supone que Abda habrá escuchado rumores sobre ella después de la muerte de su padre. La señora continúa explicando que Abda es obligada a casarse con Abuámir y que seguramente las otras mujeres de Abuámir tampoco la aprecian. Hixem sugiere que Abuámir siempre estuvo enamorado de la señora y que todo es por los celos de sus mujeres, pero ella prefiere no hablar de eso. Luego, Sisnán y Delila entran para llevar el desayuno y anuncian que un jefe de los soldados navarros ha llegado buscando al señor Raíg al Mawla. La señora reconoce al conde Bidun de Tafalla y ordena que lo hagan esperar. Desayunan juntos y la señora expresa su preocupación por el futuro de Abda, quien será recluida en un monasterio. Hixem sugiere que tal vez pueda volver a Córdoba algún día o que su hijo quiera verla en el futuro. La señora se viste y explica que siente paz por haberse reconciliado con Abda, ya que ambas pertenecen a mundos similares. Finalmente, la señora se emociona al pensar en la separación de Abda y se lamenta de su suerte como mujer.

79

En este capítulo, un carromato grande llega a los Alcázares acompañado por una escolta de hombres rudos del Norte. Bidun el Rojo, líder de la escolta, se encuentra con Raíg al Mawla, quien le advierte que debe asegurarse de que la princesa Abda llegue a Pamplona sin contratiempos. Bidun expresa su resentimiento hacia el hayib y su deseo de vengarse, pero Raíg le ordena que cumpla con su misión. Mientras tanto, Abda y su dama de compañía se despiden de la señora y de Farid, quien confiesa su amor por la dama y pide permiso para casarse con ella. Abda muestra su desconfianza hacia Farid, pero finalmente permite que la dama se quede. Abda se dirige a la puerta para partir, mientras la gente se pregunta quién es la mujer escoltada por cristianos. El carromato sale de Córdoba por la puerta de Mérida.

80

En este capítulo, Farid al Nasri, el intendente, sale del palacio de Al Mawla y se dirige a los Alcázares. En el camino, se entera de que los vascones del Norte se han vengado por el agravio hecho a la princesa Abda y han atacado Calatayud. En represalia, el hayib Almansur envía a la guardia de la ciudad para hacer prisioneros a los navarros mercenarios que aún dormían en su campamento al otro lado del río. Al llegar a los Alcázares, Farid se entera de que Segunda ha sido llevada presa por el prefecto de la guardia. Desesperado, va a los aposentos de la señora Raíg al Mawla para pedirle ayuda. Raíg le explica que los navarros han atacado en represalia por el repudio de la princesa Abda y que Segunda ha sido tomada como rehén. La señora decide enviar a Farid y a Raíg a hablar con el hayib Almansur para pedir explicaciones y liberar a Segunda. Sin embargo, Abdalmálik, hijo del hayib, se niega a recibirlos y está decidido a vengarse de los vascones. Farid y Raíg regresan a los Alcázares y esperan noticias. Durante todo el día, escuchan los rumores de la batalla que se libra en la ciudad. Al día siguiente, descubren que los vascones han sido derrotados y el campamento ha sido destruido. El capítulo termina con el triste final del pacto entre el rey Sancho Abarca y Almansur, y la princesa Abda y los mercenarios vascones se convierten en rehenes en lugar de aliados.

81

En este capítulo, Raíg al Mawla se dirige a la prefectura para averiguar qué ha sucedido con los navarros que fueron apresados en la ciudad. Sin embargo, descubre que no hay ningún prisionero allí y que han sido llevados a Medina Alzahira por orden de Abdalmálik. Luego, Raíg se dirige a la Cancillería para hablar con el supremo cadí, Ben Zarb. La oficina del cadí está llena de documentos y legajos, y Raíg le explica la situación y le pide consejo y ayuda. Ben Zarb se muestra consternado y no sabe qué decir ante las preguntas de Raíg. Deciden ir juntos a los Alcázares para hablar con el califa y su madre. En el camino, ven que se está construyendo una tribuna en la plaza y que los miembros de la guardia del hayib están presentes. También ven a los hijos de Abuámir, Abdalmálik y Abderramán, acompañados por Gamali, el jefe de la guardia personal. Raíg y Ben Zarb se quedan observando desde lejos. Luego, entran en los Alcázares y se reúnen con el califa y su madre. Ben Zarb les cuenta todo lo que ha descubierto y les explica que Almansur pretende tomar el poder y nombrar a su hijo como sucesor. También les informa de que Almansur ha consultado a los alfaquíes del Consejo Supremo sobre la posibilidad de nombrar un nuevo califa. El califa y su familia se quedan atónitos ante esta revelación y Ben Zarb les advierte que Almansur no se detendrá hasta lograr su objetivo. Les aconseja que protejan el sello del califa, salvaguarden el tesoro de los omeyas y se trasladen a los palacios de Medina Azahara para defender su legitimidad. Raíg promete que tomarán medidas y confía en la sabiduría de Ben Zarb.

82

En este capítulo, se describe la agitación en la plaza entre el palacio del alcaide y la mezquita Aljama antes del amanecer. El estrado está preparado con todos los asientos principales y un gran dosel, recordando los tiempos del califa Abderramán al Nasir. Los magnates y autoridades se acomodan en sus asientos, mientras el resto de la gente espera con curiosidad. De repente, se escuchan voces de autoridad y una tropa de guardias llega a caballo, abriendo paso hacia el estrado. Abdalmálik y su hermano llegan acompañados de Gamali, el jefe de la guardia del hayib. Se hace un impresionante silencio cuando suben al estrado. Luego, el gran cadí Ben Zarb sale de la mezquita y anuncia que todo debe ser autorizado por el príncipe de los creyentes, Hixem ben Alhaquén abú Abderramán al Nasir. Esto causa sorpresa y extrañeza en la plaza. Después de un largo rezo, el nuevo gran cadí Ben Bartal habla sobre gobernar en nombre de Alá y la multitud lo alaba. Luego, se lleva a cabo la ejecución de los jefes del ejército de mercenarios vascones, quienes traicionaron la alianza con el reino de Pamplona. Abdalmálik, ahora alcaide supremo, ordena a los verdugos que cumplan con la sentencia. La multitud reacciona con histeria y gritos de alabanza a Alá y al Profeta. Abdalmálik y sus partidarios permanecen impasibles ante las muertes, mientras la muchedumbre celebra la ejecución de los enemigos de Alá.

83

En este capítulo, Farid al Nasri y Abdel el Cojo están recluidos en el patio de los Baños del Pozo Azul. Farid está destrozado por la desaparición de Segunda y no sabe qué hacer ni a quién acudir. Ha buscado por toda la ciudad sin éxito y se siente impotente ante la situación. Abdel intenta consolarlo y le sugiere que regrese a los Alcázares, pero Farid teme que sea peligroso. Discuten sobre la culpa de la señora y el hayib Almansur en la desgracia que les rodea. Abdel le cuenta a Farid la historia de cómo se convirtió en cojo debido a su apoyo al pretendiente Al Moguira. A pesar de sus diferencias, Abdel anima a Farid a enfrentarse a la situación y no huir. Farid duda, pero finalmente decide regresar a los Alcázares con Abdel. Caminan por la medina en silencio y encuentran todo en calma y tensa expectativa.

84

En este capítulo, Farid y Abdel llegan al atrio del palacio por la noche, donde encuentran al califa, su madre, su tío Raíg, el administrador Yacub, Sisnán y Delila reunidos. Todos se alegran al verlos y les comunican sus temores de que Farid estuviera preso. La señora se muestra decepcionada al saber que Farid no ha encontrado a Segunda. Luego invita a Farid y Abdel a sentarse y tomar algo. Mientras tanto, todos están tensos y preocupados. La señora toma la palabra y les cuenta que el hijo mayor de Abuámir, Abdalmálik, ha llegado al palacio con prepotencia y arrogancia, exigiendo ver el tesoro. A pesar de la resistencia de la señora, finalmente permitió que lo vieran. Después de cerciorarse de que el tesoro estaba allí, pidieron perdón pero manifestaron su intención de llevarlo a Medina Alzahira la próxima semana. Raíg se enfurece y grita que no pueden consentirlo, ya que eso significaría el fin para ellos. La señora está de acuerdo, pero teme que si se oponen, puedan ser eliminados. Todos empiezan a temer por sus vidas. Raíg propone levantarse y enfrentarse a ellos con la ayuda del ejército de África y los judíos. La señora le dice a Hixem que van a defenderse y llevar a cabo el plan de Ben Zarb para asegurar el dinero, ocultar el sello y vivir en Medina Azahara. El califa muestra pánico y aflicción, pero la señora les pide a todos que piensen en cómo sacar el tesoro del palacio, ya que tienen poco tiempo y todas las puertas están vigiladas. En tres días, como máximo, el tesoro debe estar fuera de los Alcázares y escondido en un lugar seguro.

85

En este capítulo, Farid se despierta en medio de la noche por el ruido de golpes y voces en las calles. En la habitación, con las ventanas cerradas, apenas hay luz. Farid se da cuenta de que está amaneciendo y ha dormido poco pero profundamente. Todos se han acostado en la misma parte del palacio para sentirse seguros. Farid escucha la respiración entrecortada de Yacub y se da cuenta de que Abdel, el Cojo, tiene los ojos abiertos. Farid le susurra a Abdel para que vayan a la ventana y le cuenta algo en voz baja. Abdel se levanta torpemente, tropieza y cae, asustando a Yacub. Farid explica que ha tenido una idea y les pregunta si conocen el cuento "La boca insaciable". Yacub y Abdel responden que no. Farid les explica que es una fábula antigua de su tierra que narra la historia de un genio maléfico que solo se alimenta de oro puro. La gente intenta contentarlo con otros alimentos y placeres, pero solo se calma cuando le dan oro. Farid continúa contando que un niño descubre que el genio no puede soportar la miel y lo mata. Farid explica que ha tenido una idea para sacar el tesoro de los Alcázares y esconderlo donde nadie pueda encontrarlo.

86

En este capítulo, se nos presenta a Ben Zarb, un anciano alfaquí que renunció a su cargo de cadí supremo de Córdoba por negarse a apoyar los planes usurpadores del hayib Almansur. A pesar de perder su título, Ben Zarb conserva su dignidad y reputación como un hombre justo y ecuánime. A diario, camina desde su casa en las afueras de la ciudad hasta la mezquita Aljama, donde se entrega al rezo y la meditación.

Un día, mientras camina por un sendero solitario, Ben Zarb se da cuenta de que dos hombres vestidos de negro lo están siguiendo. Uno de ellos resulta ser el cadí Raíg al Mawla. Raíg le dice a Ben Zarb que ha venido para ahorrarle los sufrimientos de la vejez, pero el anciano le responde que aún le queda la vida, la fe en Alá y su familia. Sin embargo, Raíg saca un puñal y lo apuñala en el pecho. Ben Zarb cae al suelo y los dos hombres huyen del lugar.

Con este trágico suceso, el capítulo llega a su fin.

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En este capítulo, se describe el ajetreo en el tercer patio de los Alcázares, donde la servidumbre está ocupada en llevar a cabo las órdenes de los intendentes. La señora, sentada en una terraza, supervisa el proceso. De repente, se rompe una vasija de barro llena de una dulce mixtura y Sisnán, el eunuco, regaña al responsable. La jefa de las criadas se acerca a recriminar a Sisnán y se produce una discusión. La señora interviene para calmar la situación y Farid, otro criado, trata de tranquilizar a todos. Luego, entran más carromatos y borricos cargados de vasijas con diferentes contenidos. Los criados organizan las botijas por grupos y los intendentes las revisan y miden. En ese momento, entra Raíg al Mawla, acompañado por su criado Sabán, y se sorprende al ver el patio lleno de cacharros. La señora le explica que tienen un plan y lo lleva a una despensa para que Farid se lo explique. Farid explica que han llenado las vasijas con monedas de oro hasta cierto nivel y las han cubierto con miel y confituras. El plan es llevar las vasijas al mercado bajo el pretexto de devolverlas a los proveedores. Raíg se muestra sorprendido y admirado por el plan. Por la tarde, Yacub, Farid y el Cojo salen con una caravana de carros y mulas cargados con las vasijas. Los guardias e inspectores revisan el cargamento, pero Farid logra convencerlos de que las vasijas son de mala calidad y deben ser devueltas. Antes de partir, Farid regala vasijas de miel a los guardias e inspectores. La caravana continúa su camino sin levantar sospechas.

88

En este capítulo, las cosas se desarrollan rápidamente. Antes de la oración de la tarde, un ciego aparece en el patio de la mezquita Aljama anunciando que han asesinado a Ben Zarb. Esto provoca la indignación de los hombres que estaban haciendo sus abluciones y una multitud se reúne llevando el cadáver del anciano. La gente decide dirigirse a la Cancillería para pedir justicia, pero al no encontrar al gran cadí, se dirigen hacia los Alcázares. Se unen a ellos ulemas, alfaquíes, jóvenes, mercaderes y campesinos. La multitud clama por justicia y acusa al hayib Almansur de ser el autor del crimen. Finalmente, se congregan frente a los Alcázares y desahogan su ira. La señora, enterada de la noticia, se sorprende por la respuesta de los cordobeses y se siente esperanzada al ver el apoyo del pueblo. Ella y su hijo se asoman al ventanal de los Alcázares y presencian la llegada de soldados a caballo liderados por el general Abú Zacla, quien proclama a Hixem como el único califa. El cadí Raíg al Mawla también se une a la multitud y clama por el legítimo califa. La multitud recorre la ciudad protestando y llega a la mezquita Aljama y la plaza de la Cancillería. Sin embargo, son sorprendidos por la guardia de Almansur y se desata el pánico. Hay muertos y una batalla entre los soldados fieles al califa y la guardia. Abú Zacla y Raíg al Mawla se ven obligados a huir y refugiarse en los Alcázares.

89

En este capítulo, Farid, Yacub y el Cojo terminan de esconder las botijas en los Baños del Pozo Azul y regresan a los Alcázares. En el camino, se encuentran con una multitud enfurecida que está protestando contra el califa y amenazando con violencia. Los hombres deciden dar un rodeo para evitar el tumulto y se encuentran con los ulemas, que también están en las calles lanzando maldiciones a los traidores. Continúan corriendo y llegan a la puerta de Al Yahud, que está cerrada y custodiada por soldados. Deciden ir por las Alfarerías, pero Abdel se queda atrás debido a su cansancio. Finalmente, encuentran refugio bajo unos soportales cerca del caravasar de Abén Samer. Mientras están escondidos, presencian la llegada de Abdalmálik, el hijo mayor de Almansur, y su guardia. La multitud se enfurece aún más y los hombres deciden regresar a la medina. En su camino, se encuentran con una multitud de bereberes armados que están a favor de Hixem y en contra de Almansur. Se unen a la multitud y avanzan hacia los Alcázares, donde hay otra multitud que está clamando por Hixem y la sayida. Farid, Yacub y Abdel logran entrar a los Alcázares a través de una puerta secundaria con la ayuda de los guardias.

90

En este capítulo, después de la revuelta en Córdoba, la población se mantenía en la indefinición por miedo a las represalias. Sin embargo, se llevaron a cabo reuniones clandestinas de ambos bandos. Un día, Raíg al Mawla y los intendentes Farid y Yacub se encontraban en el Zoco Grande cuando fueron guiados por un tendero hasta un lugar siniestro y abandonado llamado la Casa del Tiraz. Allí, se llevó a cabo una reunión secreta en la que el príncipe Abdalá habló a los presentes sobre la opresión del hayib Almansur y su hijo Abuámir. Los ulemas Al Makwi y Al Asili confirmaron las intenciones del hayib de construir una nueva mezquita y usurpar el poder del califa Hixem. La multitud se indignó y se habló de venganza. El príncipe Abdalá anunció que contaban con el apoyo de los africanos de Ziri y los bereberes para enfrentarse al hayib. Raíg al Mawla reveló que tenían un plan para acabar con la opresión y llamó a todos a armarse y esperar la señal para actuar. La reunión terminó con la promesa de justicia y venganza.

91

En este capítulo, la señora decide ir en secreto a Medina Azahara para intervenir en la situación. Acompañada por Delila y Sisnán, llega al palacio de Abderramán al Nasir y visita a la princesa Hind en el harén. La presencia de la señora sorprende a las mujeres y a los eunucos, generando curiosidad y expectación. La anciana le expresa a Hind su preocupación por la situación y le pide su apoyo sin condiciones. Hind se muestra sorprendida y pregunta qué tiene que ver ella en todo esto. La señora insiste en la importancia de contar con el respaldo de los omeyas y la necesidad de saber si están dispuestos a seguir a su hijo. Hind asegura que su hijo Abdalá es leal y que no tiene intenciones de ser califa. La señora menciona los tiempos pasados y las ambiciones de otros pretendientes, lo que la hace desconfiar. Hind le asegura que Abdalá no tiene intenciones de complicar las cosas y que está haciendo todo por lealtad a la sangre omeya. La señora le pide a Hind que jure que no hay otro plan que seguir al califa Hixem abén Alhaquén. Hind se niega a jurar por otra persona y le dice que no sabe lo que hay en la mente de su hijo. La señora le expresa su preocupación y le pide que reflexione sobre las posibles ambiciones de otros príncipes omeyas. Hind le asegura que Abdalá no tiene intenciones de ser califa y que está haciendo todo por lealtad. La señora insiste en que necesita el juramento para asegurarse del apoyo de todos. Hind le revela que Abuámir ha enfermado porque Abdalá así lo quiso, y que su hijo ha hecho todo por lealtad a la sangre omeya. La señora se muestra consternada y triste por la revelación. Hind le dice que debe soportarlo y que las mujeres siempre están ahí, aunque los hombres no lo vean. La señora expresa su angustia y temor, y Hind le aconseja que se traslade a vivir a Medina Azahara y recupere la gloria y el poder. La anciana le pide que luche por su hijo y que guarde silencio sobre lo que sabe.

92

En este capítulo, Abdalmálik se presenta sorpresivamente en los Alcázares para hablar con la sayida. Alega ir en nombre de su padre, buscando una solución pacífica para evitar un conflicto sangriento. La señora decide recibirlo en sus aposentos a pesar de la oposición de su hermano. Abdalmálik propone una tregua y jura que ni él ni su padre tuvieron nada que ver con el asesinato. También informa que su padre está enfermo y pide que no haya más revueltas mientras se recupera. La señora decide no negociar con Abdalmálik y él se marcha ofendido. Al día siguiente, la señora se dispone a ir a Medina Alzahira para encontrarse con Abuámir. A pesar de los intentos de su hermano y su hijo por disuadirla, ella se monta en su caballo y se dirige hacia la ciudad. A su paso, la gente muestra respeto y nadie se opone a su llegada. En Medina Alzahira, el ejército de Almansur rodea la ciudad y Abdalmálik intenta detener a la señora, pero ella logra entrar al palacio. Dentro, encuentra a Abuámir enfermo y debilitado. La señora le propone solucionar los problemas antes de que sea demasiado tarde, pero Abuámir advierte que sin él, el califato se dividirá y habrá caos. También menciona la importancia del tesoro omeya para su supervivencia. La señora le informa que el tesoro ya no está en los Alcázares y se marcha, arrojando el frasco de medicina que Abuámir tomaba. Él la advierte sobre las consecuencias de su obstinación, pero ella lo ignora y se va.

93

En este capítulo, la señora y su hijo Hixem deciden abandonar los Alcázares y dirigirse a Medina Azahara. Aunque Hixem está indeciso y tiene miedo, se envía un mensaje al príncipe Abdalá para que acuda con un destacamento del ejército de África para custodiar la salida de Córdoba. Mientras esperan la protección, Sisnán le pide a la señora que Delila lo acompañe, a lo que ella accede. Sin embargo, temen que el príncipe Abdalá no acepte la presencia de una esclava en un lugar donde las mujeres tienen sus propios espacios. La señora asegura que Delila forma parte de su servidumbre y no permitirá que sea despreciada o maltratada. Finalmente, deciden partir sin la protección del príncipe Abdalá, ya que el ejército de África no llegará a auxiliarlos. A medida que se preparan para salir, se enteran de que los soldados del hayib rodean los Alcázares y la mezquita Aljama. A pesar del miedo, la señora toma la decisión de partir hacia Medina Azahara y todos se ponen en movimiento. Al salir, se encuentran con los soldados de Abdalmálik, pero logran abrirse paso y avanzar hacia la mezquita Aljama. A medida que se adentran en la ciudad, la gente los aclama y se asoma a las ventanas para verlos pasar. Finalmente, llegan a Medina Azahara, donde son recibidos por el príncipe Abdalá y la familia omeya. El capítulo termina con la admiración de todos por la belleza y el misterio de la ciudad palatina.

94

En este capítulo, la señora despierta llena de emoción y se asoma al balcón de su palacio en Medina Azahara. Observa el esplendor del amanecer y recuerda su infancia en ese lugar. Luego, pasea por los jardines evocando recuerdos y se da cuenta de que algunas cosas han cambiado. Después, almuerza con Fadua, quien le aconseja que hable seriamente con su hijo Hixem. La señora reflexiona sobre esto y se siente triste por la actitud rebelde de su hijo. Más tarde, una sirvienta la despierta y le informa que el califa la espera en la torre más alta. Al llegar, Hixem le dice que el ejército de África se ha marchado, abandonándolos. Todos quedan estupefactos y preocupados. Raíg llega furioso y les cuenta que han sido traicionados por Mugatil, quien aceptó una oferta mayor de Abuámir. La noticia se extiende por Medina Azahara y todos se llenan de terror. Raíg cae de rodillas y la ciudad se sume en el pánico y la desesperación.

95

En este capítulo, la ciudad palatina de Medina Azahara se despierta después de una noche de pesadilla. El centinela avista una larga fila de hombres a caballo acercándose desde Córdoba y alerta a la guardia. La señora convoca una reunión, pero solo encuentra a su hermano Raíg y a los intendentes Farid y Yacub. No encuentran a Sisnán ni al príncipe Abdalá. La señora va a buscar a su hijo Hixem y lo encuentra temblando y asustado. Él le cuenta que ha tenido una visión en la que Abuámir los mata a todos. La señora intenta calmarlo y lo insta a vestirse y unirse a la reunión. Descubren que el príncipe Abdalá ha huido con su guardia personal. La señora sospecha que Abuámir ha pagado a Mugatil con fondos falsos para hacerles creer que ha encontrado el tesoro omeya. El jefe de la guardia informa que el regimiento se ha detenido frente a la puerta principal. La señora ordena enviar un emisario para preguntar sus intenciones. Descubren que Sisnán y Delila han salido temprano para cumplir un encargo privado de la señora, pero ella niega haberles dado ninguna orden. La señora decide acompañar al califa a hablar con Gamali, el hombre de confianza de Almansur. Raíg se enfurece y discute con la señora, pero ella lo expulsa de la sala. La señora consuela a Hixem y lo ayuda a vestirse adecuadamente. Farid y Yacub lamentan la situación y se lamentan por sus propias pérdidas. Yacub se da cuenta de que se han equivocado y teme por sus vidas.

96

En este capítulo, Sisnán y Delila regresan a Córdoba desde Medina Alzahira, preocupados de que Almansur haya enviado a alguien para seguirlos. A pesar de la aparente normalidad de la ciudad, Sisnán llora angustiado. Delila intenta consolarlo y le sugiere hacer algunas compras para justificar su visita. Van al barrio de los confiteros, donde Delila elige sus dulces favoritos. Sisnán, preocupado, apenas come. El confitero nota su tristeza y Delila le dice que tiene problemas en los ojos. Después de comprar más dulces, se sientan en una trastienda a comer. Delila anima a Sisnán a no pensar en cosas negativas y le recuerda que han asegurado sus vidas y las del califa y la sayida. Sisnán expresa su deseo de regresar a los Alcázares, y Delila coincide en que Medina Azahara está llena de fantasmas. Deciden ir a la casa vieja de Sisnán para esperar acontecimientos. Al salir del zoco, Delila le advierte a Sisnán que nadie debe sospechar lo que han hecho.

97

En este capítulo, el califa y su madre se encuentran con el emisario de Almansur en Medina Azahara. La señora exige que nadie se acerque a menos de cincuenta pasos durante las conversaciones. Después de una hora de reunión, el emisario hace una señal y una mula torda aparece con una mujer velada montada en ella. La señora intercambia palabras con ella y luego monta en su caballo junto con su hijo, seguidos por la misteriosa mujer, en dirección a la puerta de Medina Azahara.

Al entrar en el salón principal del palacio, encuentran a Farid y Yacub solos. La señora les cuenta que deben aceptar un acuerdo, ya que Abuámir tiene el tesoro y Sisnán y Delila lo han traicionado revelando su escondite. La señora explica que lo hicieron por miedo y que ya no hay vuelta atrás en el plan. Abuámir exige que Raíg se marche de Córdoba a cambio de un pacto razonable. La señora le pide a su hermano que se vaya a Pamplona y que cuente la verdad de sus vidas a los reyes cristianos. Raíg se muestra reticente al principio, pero finalmente acepta.

La señora asegura que nadie les hará daño a ninguno de ellos y que les proporcionará lo necesario para vivir. Sin embargo, Segunda se niega a quedarse en Córdoba y pide volver a Pamplona con Raíg. A pesar de las súplicas de Farid, Segunda se mantiene firme en su decisión. La señora acepta y les dice que cada uno debe hacer lo que considere conveniente. Finalmente, la señora se disculpa con todos y se dirige a dar explicaciones a la princesa Hind y al resto de la familia omeya.

98

En este capítulo, Farid y Abdel se encuentran en el Jardín del Loco, un lugar desolado y caluroso en Córdoba. Mientras disfrutan de la sombra de una palmera, conversan sobre el calor y la belleza de la ciudad. Farid se muestra triste y nostálgico por un amor perdido, mientras que Abdel intenta consolarlo y le recuerda que el amor se cura con otro amor. También mencionan a Yacub, un amigo que se ha casado y ha cambiado su vida. Farid confiesa que siente que ya no encaja en la vida de Yacub. Abdel se enfada y le dice que no entiende por qué piensa así, y le anima a beber y alegrarse. Farid responde que beber más solo aumentará su tristeza.

99

En este capítulo, Yacub al Amín, el síndico mayor de los mercados de Córdoba, se encuentra en su residencia disfrutando de un merecido descanso. A pesar del intenso calor, Yacub se siente feliz y relajado. Su esposa aparece con una bandeja de refrescos y comida, y Yacub no puede evitar expresar su admiración por ella. Sin embargo, su esposa le recuerda que podrían estar siendo observados y le pide que se cubra. Yacub, en tono lujurioso, comienza a jugar con su esposa, pero en ese momento alguien llama a la puerta. Resulta ser Farid al Nasri y Abdel el Cojo, dos poetas borrachos amigos de Yacub. A pesar de su estado, Yacub se alegra de verlos y decide ir con ellos al caravasar de Abén Samer.

100

En este capítulo, Sisnán y Delila salen de un viejo caserón y se dirigen a la pequeña mezquita de Al Muin. Sisnán está convencido de que la señora vendrá a la mezquita como de costumbre. Delila le pregunta si no sería mejor esperar dentro de la mezquita, pero Sisnán teme que los guardias los echen. Ambos deciden acercarse a la puerta de la mezquita para esperar a la señora. Cuando el muecín llama a la oración del mediodía, los guardias apartan a la multitud y la señora entra con su escolta. Después de la oración, Sisnán y Delila se acercan a la señora, pero ella los ignora. Delila le suplica que acepte a Sisnán de nuevo, diciendo que se morirá si no lo hace. La señora se marcha sin decir nada, pero al llegar a la calle, se vuelve y les dice que pueden volver a los Alcázares. Sisnán se siente aliviado y agradecido, y promete amor, obediencia y fidelidad a la señora.

101

En este capítulo, el ejército de África liderado por el visir Mugatil cruza el estrecho con éxito y se entera de la agitación en el califato debido al conflicto entre Hixem y el hayib. Aprovechando la situación, el virrey Ziri ben Atiya se rebela y se proclama rey, rompiendo los lazos de sumisión con Alándalus. Esta noticia causa gran preocupación en Córdoba y se necesita una respuesta inmediata.

Una semana después, se anuncia que Almansur se ha recuperado por completo de sus enfermedades y se prepara un gran desfile. El califa, su madre Subh Um Walad, el hayib y sus hijos recorren las calles de Córdoba para llegar a la mezquita Aljama y prestar juramento de luchar juntos por la causa de Alá.

Antes del desfile, la señora pasa la mañana sola en los Alcázares, observando el jardín y reflexionando sobre su relación con el palacio y sus recuerdos. Luego, se imagina a sí misma en diferentes momentos y lugares, recordando las experiencias vividas desde que llegó a esos mundos. Acepta su vida y se reconcilia con ella, sintiendo que una realidad desconocida la espera en otro lugar.

De repente, Hixem y Abuámir aparecen vestidos con ropajes de ceremonia y halagan a la señora. El cortejo sale de los Alcázares hacia la mezquita Aljama, con el estandarte del primer califa al frente y los hijos de Almansur cerrando la fila. Los hombres principales de Córdoba esperan en la plaza frente a la mezquita.

El cortejo avanza solemnemente hasta el centro de la plaza, donde el cadí supremo espera junto al Corán. Hixem entra en la mezquita seguido de Abuámir y sus hijos, mientras la multitud aclama con entusiasmo. La señora observa desde su caballo, distanciada tanto física como espiritualmente.

En este capítulo, se relata la muerte de Subh Um Walad, la sayida de Córdoba, en la madrugada del día 25 de Shawwal del año 387. Al enterarse de su fallecimiento, el hayib Abu’Amir Muhammad ben Abi’Amir al-Ma’afir, conocido como Almansur, acudió al entierro de la señora. Durante el cortejo fúnebre, Almansur caminó compungido y descalzo, mostrando su respeto y tristeza por la pérdida. Además, rezó las plegarias por ella y, al llegar a la tumba, realizó una generosa donación de quinientos mil dinares como limosna. Estos hechos son mencionados por Ibn Hayyan en su obra Al-Muqtabis fi Tarikh al-Andalus.

Nota histórica INTRODUCCIÓN

En este capítulo, se destaca la importancia de la constitución del califato de Córdoba como uno de los eventos más relevantes de la historia medieval de Occidente. Abderramán III rompe definitivamente los lazos religiosos entre Córdoba y Bagdad al asumir los títulos de Jalifa rasul-Allah, amir al-muminin y al-nasir li-din Allah. Esto convierte al califato en la máxima autoridad religiosa de la comunidad de los creyentes, con una nueva legitimidad y superioridad sobre los fatimíes de África. Córdoba establece una compleja red de dominio en Al-Andalus, el área del estrecho y el Mediterráneo occidental, lo que le permite controlar el centro, el norte y el sur de Europa junto con la monarquía sajona y el emperador de Constantinopla. Sin embargo, los califas deben enfrentarse a los reinos cristianos del norte de la península, especialmente al de León. Aunque la mayoría de las campañas militares son exitosas para los cordobeses, en 939 sufren una humillante derrota que cambia la estrategia militar del califa. A partir de entonces, se abstiene de participar personalmente en las expediciones y se establecen pactos de paz con los reyes cristianos. Este período marca la época de mayor influencia política, económica y cultural de Al-Andalus, convirtiendo a Córdoba en un centro de referencia para sabios, filósofos, astrónomos, poetas y matemáticos de la época. Aunque el califato dura solo un siglo, es un período de esplendor para Al-Andalus dentro y fuera de la península. Además, se menciona la presencia de mujeres vasconas en la historia de Al-Andalus, como Onneca Fortúnez, esposa de Abdalá I y madre de Abderramán III, y Subh Umm Wallad, madre de Hisham II y figura destacada en el califato de Córdoba. También se destaca la importancia de los baños públicos en la sociedad andalusí y la presencia de mujeres en la vida pública y cultural de la época.

Siguiendo este capítulo se analiza la relación entre Subh y Almanzor, así como el poder político que ejerció Subh después de la muerte de Al-Hakam II. Según los estudios de Lévi-Provençal, A. González Palencia y W. M. Watt, se sugiere que Subh y Almanzor tuvieron una relación cercana y que ella ejerció influencia sobre el califa. Sin embargo, Manuela Marín argumenta que la reacción de Subh ante la situación fue la de una antigua amante despechada y que puso los intereses de su amante por encima de los de su hijo. Aunque los estudios más recientes no han prestado mucha atención a la figura de Subh, se menciona que tuvo un poder político constatable, aunque amenazado por su condición de mujer y la ambición de Almanzor. Almanzor, por su parte, se fue haciendo con el poder y se convirtió en el visir de Hisham II. A la muerte de Al-Hakam II, Almanzor se aseguró de que Hisham II fuera proclamado califa y se convirtió en su tutor y protector. Sin embargo, Almanzor comenzó a acaparar cada vez más poder y competencias que correspondían al califa. Finalmente, se arrogó los títulos de señor y rey generoso, convirtiéndose en un soberano de facto. La relación entre Subh y Almanzor se rompió cuando Subh intentó financiar una revuelta contra él, pero fue derrotada y Almanzor consolidó su poder.

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