La Luz Del Oriente

35 minutos

Capítulo 1

En este capítulo, el narrador nos presenta a su abuelo Quirino, quien no confiaba en los dioses y a veces parecía no creer en ellos. A lo largo de su vida, Quirino estuvo influenciado por los estoicos, pero al no haber sufrido mucho, no aceptaba la vejez y se rebelaba contra la Providencia. A pesar de esto, no adoptaba actitudes desesperadas, simplemente era escéptico e irónico en asuntos religiosos.

Quirino amaba los libros y vivía rodeado de ellos. No mostraba interés por los negocios ni por otras ocupaciones mundanas, lo que llevaba a su padre a considerarlo aburrido. Sin embargo, lo que realmente ocurría era que había perdido el interés al pensar que sus objetivos eran efímeros. Además de la lectura, la cría de palomas era la única cosa que parecía entretenerlo. Pasaba horas contemplándolas en su palomar, asignándoles nombres y emparejándolas por colores. A pesar de que algunas eran agresivas, Quirino las castigaba y luego las comía en salsa de almendras. A pesar de esto, las palomas siempre regresaban al jardín al caer la tarde.

En una ocasión, mientras observaban el vuelo de las palomas, Quirino le dijo al narrador: "¿No somos los hombres como ellas que, a pesar de las pruebas a las que nos somete la vida, retornamos siempre a los dioses?". El narrador interpretó esta pregunta como una afirmación de que los hombres son fieles a los dioses en las dificultades de la vida.

Con el tiempo, el narrador comprendió que la pregunta más profunda que anidaba en su abuelo era: "¿Por qué ser fieles a los dioses y vivir atados a ellos?". Quirino cuestionaba la existencia de los dioses y su importancia en los asuntos humanos. A pesar de esto, Quirino no actuaba con impiedad ni amargura, era impasible y digno. Vivía una vida frugal y discreta, alejado de los honores aparentes.

El pasado político de Quirino era un misterio. Se sabía que descendía de una estirpe de senadores y había sido un reconocido jurista. Sin embargo, algo sucedió en los tiempos de Caracalla que lo relegó y lo llevó a alejarse de la vida pública. Quirino nunca hablaba de su pasado y el narrador solo conocía fragmentos a través de su madre y su tío Silvano.

El narrador deduce que el abuelo Quirino sentía una amarga nostalgia por el viejo Imperio romano. Después del asesinato de Cómodo, surgieron soberanos de origen modesto y educación mediocre, que se sentaban por encima del antiguo orden senatorial. Además, proliferaron sectas y cultos orientales que contaminaron la filosofía y desvirtuaron a los antiguos dioses.

Aunque Quirino parecía ser fiel a la vieja religión, nunca lo vio realizar sacrificios ni cuidar del fuego sagrado del hogar. No invocaba la protección de los dioses ni realizaba las prácticas religiosas tradicionales. En definitiva, el abuelo Quirino no creía en los dioses.

Capítulo 2

En este capítulo, el narrador nos cuenta sobre sus primeros recuerdos en Villa Camenas, una villa ubicada cerca del río y rodeada de extensas vegas. Su padre le puso ese nombre en honor a las ninfas acuáticas de Roma. Aunque la casa estaba rodeada de agua, esto causaba problemas como la humedad y las crecidas del río. A pesar de esto, la vida en Villa Camenas era hermosa, con viñas de colores en otoño y paseos a caballo por los arenales sembrados de juncos. El padre del narrador recibió estas tierras como recompensa por su apoyo al emperador Septimio Severo en la guerra contra Albino Cloro. Aunque el narrador no recuerda mucho sobre la vida anterior de su padre, sabe que era un hombre práctico y amante del orden. Aunque no le gustaba la política ni la ciudad, su padre recibía a sus amigos en la villa para recordar los viejos tiempos. Después de la guerra, muchos de los compañeros de su padre se convirtieron en ricos y poderosos, pero su padre prefirió cobrar el favor en tierras. Aunque tenían una casa en la ciudad de Emerita, pasaban la mayor parte del año en la villa. El narrador también recuerda los viajes a Emerita, donde se detenían en el lago de Cornalvo para pasar la noche y nadar. Al llegar a la ciudad, el narrador se impresionaba con los muros, templos y acueductos. Su casa en Emerita estaba cerca de la puerta de Norba, con un jardín y una piscina en el centro. Desde la terraza se podía ver el río, los puentes y las villas al otro lado. La casa tenía un patio cuadrado y estaba decorada con medallones polícromos de los antepasados del narrador. Aunque su padre amenazaba con quitarlos, nunca lo hacía por respeto a los muertos.

Capítulo 3

En este capítulo, el narrador nos cuenta sobre su infancia y su educación. Nació el mismo año en que murió el emperador Heliogábalo y su padre decidió llamarlo Félix, considerando esto como un presagio feliz. En ese momento, reinaba el descontento entre la gente debido a las locuras del emperador Severo Alejandro. Sin embargo, la llegada de la estabilidad con el emperador Septimio Severo hizo que los caballeros se sintieran más cómodos.

Durante su infancia, el narrador estuvo al cuidado de las mujeres y privado de la libertad que tienen los mayores. Pero cuando cumplió nueve años, pasó a manos de un pedagogo llamado Jano, quien también había educado a sus seis hermanos mayores. Jano era un liberto contratado por su padre y proveniente del Ponto. Aunque su aspecto no era agradable y sus gestos eran afectados, era muy sabio y dominaba ampliamente las materias.

Sin embargo, debido a las burlas y crueldades de sus hermanos, Jano se volvió indiferente y puso poco esfuerzo en su tarea. A pesar de esto, el padre del narrador no quería prescindir de él, ya que era inigualable en la recitación de sátiras y la lectura de comedias, lo cual era una gran diversión para el grupo de amigos.

Cuando llegó el momento de recibir las enseñanzas de Jano, el narrador notó que el maestro estaba mermado de fuerzas y desganado. A pesar de esto, Jano tenía una gran sabiduría y enseñaba al narrador a adoptar aires de galanura y ademanes teatrales al recitar. A medida que estudiaba las obras que Jano elegía, el narrador iba adquiriendo conocimientos sobre leyendas poéticas, música, matemáticas, geografía e historia.

Con el tiempo, el interés del narrador hizo que Jano se enamorara nuevamente de la docencia y su forma de enseñar cambió. Jano se sumergía en las historias y hacía que el narrador navegara por el océano Índico, entrara en Babilonia y presenciara los hechos de Alejandro Magno. Además, Jano dominaba las tres clases de elocuencia que distinguía Aristóteles.

El narrador siempre se preguntó por qué Jano permanecía en su humilde condición, a pesar de su vasto conocimiento. Ahora se da cuenta de que Jano tenía una concepción simple y sin pretensiones de la vida, además de ser un hombre falto de voluntad y necesitado de amor. Cuando la melancolía lo invadía, se volvía hosco y desconfiado.

Capítulo 4

En este capítulo, el narrador nos cuenta sobre la devoción de su padre hacia la diosa Ceres. Aunque su padre era militar y había servido en diferentes países, no se sentía atraído por los dioses orientales. Era un hombre poco dado a los cambios y consideraba que los dones y beneficios de Ceres eran suficientemente elocuentes por sí mismos.

A pesar de no ser religioso, su padre cumplía con el culto imperial por obligación, pero no participaba en otras ceremonias religiosas a lo largo del año, excepto las que él mismo preparaba en honor a Ceres en su propiedad de Villa Camenas. Tenía un templete dedicado a la diosa en su jardín, donde acudían campesinos de los alrededores a hacer sus ofrendas.

El narrador describe las celebraciones de las Cerialias, que se llevaban a cabo del 12 al 19 de abril. Durante estos días, su padre abandonaba sus ocupaciones habituales y se entregaba a las fiestas. El primer día se ofrecía harina de escanda y se derramaba incienso y sal sobre el fuego como ofrenda. El cielo se oscurecía y las luces se derramaban sobre las columnas de mármol y la estatua de Ceres.

El día trece comenzaba la diversión, con sacrificios de cerdos que luego eran asados y comidos por todos los presentes. El vino corría y todos se sumaban al delirio de la fiesta. Había tenderetes y brasas humeantes por todas partes, y acudían campesinos, dueños de haciendas vecinas, parientes y conocidos de otras ciudades.

El narrador destaca el día diecinueve, cuando se celebraba el fin de las fiestas con el ritual de las zorras en llamas. Tucio, el criado de Villa Camenas, se encargaba de capturar zorras vivas y en perfecto estado para este rito. A medianoche, se les untaba con grasa y se les prendía fuego, luego se abrían los jaulones y se las veía perderse como llamas vivientes en la oscuridad del horizonte. El narrador desconoce el origen de este rito, pero su padre siempre contaba que en el Circo Máximo de Roma se soltaban zorras con antorchas encendidas en honor a Ceres.

Capítulo 5

En este capítulo, el narrador cuenta cómo su familia experimentó una serie de circunstancias extrañas y desafortunadas cuando él era adolescente. La primera esposa de su padre se negó a vivir en Villa Camenas y se divorciaron cuando él regresó para establecerse definitivamente. Luego, su padre conoció a su madre, quien era joven, y se casaron. Sin embargo, su padre era poco hábil en el trato con su esposa y pasaba mucho tiempo fuera de casa. Su madre tuvo que arreglárselas por sí misma y su padre la obligó a abortar en los siguientes embarazos. A pesar de esto, el narrador siempre escuchó que su madre era hermosa. Luego, el narrador revela que su tío Silvano introdujo a su madre en los misterios de Isis, una religión que ella adoptó debido a su miedo a la muerte. Esto llevó a cambios en su madre, quien comenzó a interesarse por la música, la moda y las reuniones con otras mujeres. El narrador también menciona que su madre logró unir a sus hijastras con ella a través de su interés compartido en lo oculto. Sin embargo, las complicaciones surgieron cuando su padre se enfadó porque su madre y sus hermanas se negaron a comer lagartos, ya que estaban asociados con una de las deidades egipcias.

Capítulo 6

En este capítulo, el protagonista narra cómo, después de las ceremonias imperiales, su padre envió a sus hermanas a vivir a Emerita con su madre. El protagonista se acostumbró a estar solo, pero echaba de menos a su hermana Salia. Un día, su padre le regala una espléndida biga con caballos negros. Aunque el protagonista se cae al intentar conducirlos, su padre y Tucio se ríen y le animan a seguir practicando. El protagonista se siente agradecido por el regalo y piensa que su padre empieza a verlo como un hombre. Sin embargo, su madre no muestra alegría por su logro y le dice que su padre solo quiere separarlo de ella. El protagonista no quiere escucharla y se va a las cuadras. Esa noche, una tormenta azota la hacienda y el protagonista se preocupa por su madre, pero no puede encontrarla debido a la oscuridad y la lluvia. Desesperado, busca ayuda y se une a la búsqueda de su madre en el río. Finalmente, encuentran el cuerpo de su madre y la llevan a Emerita para su funeral. El protagonista siente una profunda tristeza y soledad. Después del entierro, su hermanastra Salia lo consuela y lo invita a pasear por los huertos. El capítulo termina con una descripción de la belleza del paisaje al atardecer.

Capítulo 7

En este capítulo, el protagonista narra cómo su vida cambió después de la muerte de su madre. Después de la ceremonia de vestirse con la toga viril, se trasladó a vivir a Emerita, dejando atrás a su pedagogo y instalándose en la casa de vía Lautitia. Aunque al principio se sintió vigilado por su padre, pronto se hizo amigo del auriga Lico y su tío Hiberino resultó ser incapaz de controlarlo. Lico, un liberto que había sido manumitido por su padre, se convirtió en su entrenador y cuidador. Por otro lado, su tío Hiberino, un abogado reconocido, era un hombre orgulloso y derrochador que se había casado con una mujer hermosa y extravagante llamada Eolia. Cuando el protagonista conoce a Eolia, queda impresionado por su belleza y se siente halagado por sus cumplidos. Eolia se ofrece a ayudarlo a vestirse adecuadamente y lo lleva a un sastre para que le hagan ropa a la moda. El protagonista se siente atraído por la vida en la ciudad y comienza a disfrutar de la vanidad y la superficialidad. Se muda a la casa de su tío Hiberino y se sumerge en su ambiente opulento. Aunque Lico le advierte que su padre no aprobará el cambio, a él no le importa, ya que se siente lejos de su padre y de su vida anterior en Villa Camenas.

Capítulo 8

En este capítulo, el padre de Lico llega a la casa y comienza a interrogar a su hijo sobre su ausencia en la escuela. El padre se enfada al enterarse de que Lico ha estado faltando a clases y presume con una mujer llamada Eolia. El padre golpea a Lico y decide que ambos deben abandonar la casa y mudarse a una casita cerca del circo. La vida se vuelve dura para el narrador, ya que Lico lo somete a un entrenamiento riguroso para los juegos en honor a la Magna Mater. A pesar de las dificultades, el narrador se prepara para competir en los juegos y finalmente logra mantenerse firme en el carro. Lico se muestra orgulloso y el narrador siente deseos de celebrar, pero Lico lo convence de que es mejor contener la euforia y esperar a los juegos. El narrador sueña con la victoria y con impresionar a Eolia.

Capítulo 9

En este capítulo, el protagonista se despierta por la mañana y escucha a su padre y a Lico hablando afuera. Se encuentran en el umbral de la puerta y su padre le comenta sobre los adornos dorados y las maderas oscuras que ha conseguido para la procesión de las Megalensias. El protagonista se pone nervioso y su padre se va al centro de la ciudad, prometiendo regresar por la tarde para supervisar los entrenamientos de los caballos. Lico le dice al protagonista que es importante que impresione a su padre y le advierte sobre su interés en su tía Eolia. A pesar de esto, el protagonista se ilusiona con quedar en un buen puesto en los juegos para impresionarla. Durante la carrera, el protagonista se pone nervioso y no logra impresionar a su padre, quien lo desprecia. Luego, su padre decide que Lico correrá en la biga en lugar del protagonista. Al día siguiente, el protagonista se despierta y se da cuenta de que ha sido excluido de las festividades. La diosa Cibeles es llevada en procesión y el protagonista ve a su tía Eolia bailando frenéticamente y siendo el centro de atención. Su tío Hiberino se muestra emocionado y el protagonista se da cuenta de que su tío es afortunado por tenerla.

Capítulo 10

En este capítulo, después de la entronización de la Magna Mater en el Foro, comienzan las competiciones en el circo. Los primeros días se dedican a las carreras y los siguientes al anfiteatro y al teatro. Lico llega a recoger al narrador, quien decide no participar en las carreras debido a la ausencia de Legnus, su mayor opositor. La expectación es enorme y el narrador decide correr en lugar de Legnus, vistiendo la ropa de auriga que Lico le entrega. A pesar de la sorpresa de la multitud, el narrador logra tomar la delantera y vencer a Legnus en la carrera. El público castiga la arrogancia de Legnus y el narrador recibe elogios y admiración. Sin embargo, al encontrarse con su padre después de la carrera, el narrador teme su reacción. A pesar de esto, celebra su victoria en las tabernas junto a Lico y los demás aurigas.

Capítulo 11

En este capítulo, el protagonista asiste a una cena en casa de su tío Hiberino. Su padre también está presente y lo felicita por su victoria en el circo. Durante la cena, Hiberino anuncia su próxima boda con Eolia, una mujer de mala reputación. A pesar de las miradas de desaprobación de los invitados, el protagonista se siente feliz y orgulloso de su futura tía. Durante la noche, la fiesta continúa y el protagonista decide quedarse mientras su padre y su amigo Lico se van. Hiberino se emborracha y Eolia lo lleva a sus aposentos. El protagonista se queda solo en la sala y luego Eolia lo invita a ir al templo de Atis para presenciar una celebración. A pesar de las advertencias de Lico, el protagonista acepta y se sumerge en la multitud. En medio de la celebración, los danzarines comienzan a mutilarse y el protagonista es apuñalado por uno de ellos. Confundido y herido, busca ayuda pero Lico cree que se ha autolesionado y se enfrenta a los danzarines. El protagonista pierde el conocimiento.

Capítulo 12

En este capítulo, el protagonista despierta en una habitación desconocida, desnudo y herido. Conoce a Menipo, un médico y sacerdote de la casa de Mitra, quien le explica que fue traído allí para que lo cure. La mujer que lo acompaña le informa que irá a su casa para avisar a su familia. Luego, llega el sumo sacerdote de Mitra, quien le habla sobre la purificación y le pone ceniza en la cabeza. Cuando su padre y otros familiares llegan, se enteran de lo sucedido y el sacerdote explica la herida. Lico, el esclavo del protagonista, le susurra que puede contar la versión que desee. El padre decide dejarlo al cuidado de Menipo, quien le aconseja apartarse de Eolia, la mujer del hermano de su padre. El protagonista reflexiona sobre los eventos recientes y su sueño de muerte. Menipo le habla sobre Mitra y la iniciación en su religión. Finalmente, el protagonista siente una paz profunda antes de descansar.

Capítulo 13

En este capítulo, el protagonista narra cómo se recupera de su herida después de quince días. Lamentablemente, se pierde el espectáculo de las luchas de gladiadores y los números con fieras en el anfiteatro, pero aún quedan las representaciones teatrales y la magna celebración de la resurrección de Atis. Lico, su amigo, le informa sobre los rumores que corren en la ciudad sobre su supuesta relación con Eolia, y cómo su padre ha sido informado al respecto. A pesar de esto, Lico lo tranquiliza diciendo que Hiberino ha intervenido a su favor. Cuando llega a casa, toda la familia está lista para ir al teatro y él decide acompañarlos, aunque se siente débil. Durante el camino, su hermanastra Salia le expresa su preocupación por lo sucedido. Al llegar al teatro, se encuentra con un ambiente bullicioso y lleno de vendedores ambulantes. La representación teatral comienza con una comedia cómica en la que el protagonista es golpeado, lo cual divierte al público. Después de un descanso, Hiberino llega al teatro sin Eolia. Comienza la gran representación de los misterios de la Magna Mater, en la que se destaca la resurrección de Atis. Durante la representación, el protagonista reconoce a Eolia interpretando el papel de Cibeles y se emociona al verla.

Capítulo 14

En este capítulo, el protagonista visita el templo de Mitra en Emerita. Aunque la comunidad no es muy numerosa, el culto es cómodo y las ofrendas generosas. El protagonista va a agradecer al sumo sacerdote por su atención durante su convalecencia y le entrega una suma de dinero como ofrenda. El sacerdote le muestra el templo, donde se encuentran diversas estatuas de dioses en armonía. El protagonista se sorprende al ver la representación de Ahriman, el dios de la oscuridad, ya que desde pequeño le enseñaron a no nombrarlo. El sacerdote explica que Ahriman es necesario para apreciar la luz. Luego, el protagonista ve las estatuas de Isis y Serapis, y el sacerdote explica que a través de ellas se accede a los misterios de la muerte y la resurrección. El protagonista ironiza sobre la diversidad de dioses en el templo, pero el sacerdote explica que todas las formas de divinidad son signos de la trascendencia. Luego, el sacerdote muestra al protagonista las representaciones de Esculapio, Mercurio, el océano y otras actividades humanas sagradas. El protagonista cuestiona si el dios de Mitra es una persona, pero el sacerdote responde que Dios es misterio. Finalmente, presencian una ceremonia en el templo y el protagonista se despide del sacerdote. Luego, es recibido por el patriarca en una sala con un impresionante mosaico que representa el universo de Mitra. El protagonista recibe la bendición y se despide de Menipo.

Capítulo 15

En este capítulo, el narrador nos cuenta cómo Eolia lo domina y lo lleva a frecuentar ambientes peligrosos y sórdidos por las noches. A pesar de los consejos que le dieron mientras estuvo herido, el narrador vuelve a acompañar a su tía en sus salidas nocturnas. Durante una de estas salidas, Eolia propone dar un paseo por la muralla y convence al narrador de acompañarla. Aunque al principio el narrador se muestra reticente, finalmente accede. Mientras caminan por un lugar poco recomendable, Eolia le asegura al narrador que no hay nada que temer y que es importante conocer las cosas para poder hablar de ellas. En un momento de intimidad, el narrador le confiesa a Eolia que es feliz a su lado, pero ella responde que también es feliz con él y que es hora de que se conozcan mejor. Luego, Eolia habla sobre su devoción por la diosa Cibeles y cómo le fascina la idea de que una diosa se sienta atraída por un mortal. Después de esta conversación, el narrador se siente aliviado al ver que las palabras de Eolia no tienen relación con lo que acaba de suceder entre ellos. Sin embargo, la noche toma un giro inesperado cuando Eolia se adentra en un lugar peligroso y comienza a bailar provocativamente. El narrador se siente incómodo con la situación, pero se queda a su lado. Eolia luego golpea a una joven que estaba con ellos y arrastra al narrador lejos de la taberna. Ambos corren hacia la muralla y se detienen a descansar. En ese momento, el narrador le expresa su preocupación a Eolia por jugar con gente peligrosa, pero ella le asegura que la gente es fácil de dominar si uno se adelanta a sus reacciones y resulta imprevisible. Sin embargo, Eolia también le confiesa que no podría jugar con los sentimientos del narrador, ya que realmente lo quiere. Finalmente, se abrazan y se besan, pero interrumpen su momento de intimidad cuando se dan cuenta de que viene gente. Deciden adentrarse en las sombras para evitar ser vistos.

Capítulo 16

En este capítulo, el narrador cuenta cómo pasaron los días deseando que llegara la noche para poder estar a solas con Eolia en la terraza o pasear por los exteriores. Sin embargo, la situación comienza a enrarecerse cuando el tío del narrador muestra signos de tristeza y desinterés durante una cena. De repente, el tío se levanta y se retira del lugar, seguido por Eolia. Después de una discusión, Eolia regresa enojada y se sienta nuevamente. El tío revela que ha recibido rumores de que Eolia y el narrador le han estado engañando. Eolia se enfurece y arroja objetos al suelo, mientras que el narrador se preocupa de que su padre se entere de la situación. Los días siguientes, el narrador evita la casa de su tío y se encierra en su propia casa. Sin embargo, decide volver a frecuentar las tabernas para aparentar diversión. Un día, el tío invita al narrador y a Eolia a pasar el día en el campo, pero la tensión sigue presente. Durante un paseo por la orilla del río, el tío los descubre besándose y se desata una pelea entre él y Eolia. El narrador interviene y luego corre tras Eolia, quien resulta herida. El narrador pasa varias noches en casa de su amigo Lico, llorando y contándole lo sucedido. Finalmente, el padre del narrador lo llama y le ordena que se vaya de su casa. El narrador recoge sus cosas y se despide de su padre, quien le reprocha su comportamiento y le desea sufrimiento.

Capítulo 17

En este capítulo, el protagonista se detiene en el puente para contemplar el río Anas, que lleva poca agua pero es transparente. Luego, llega a casa de su abuelo y descubre que este ya sabe todo lo sucedido y se muestra comprensivo. Su abuelo le aconseja que desaparezca por un largo período de tiempo, ya que su padre tardará en olvidar lo sucedido y su tío Hiberino podría hacerle la vida imposible. Le sugiere que continúe sus estudios en otro lugar y le entrega tres cartas: una para su primo Julio Quieto, de Tarraco, y dos para juristas romanos, para que pueda estudiar leyes en Roma. Aunque le duele alejarse de su nieto, el abuelo le asegura que tiene su lugar en su testamento. Después de una emotiva despedida, el protagonista parte hacia Gades y desde allí se embarcará hacia Tarraco. Antes de partir, visitan la tumba de la madre y la abuela del protagonista y su abuelo le entrega una importante suma de dinero. Aunque siente tristeza, el protagonista está emocionado por comenzar su nueva vida. Al amanecer, se dirige a Hispalis por la vía de la Plata, dejando atrás Emerita y su vida de niño.

Capítulo 18

En este capítulo, el protagonista llega al puerto de Gades y se sorprende por la cantidad de barcos y velas desplegadas en el cielo. Describe el caos de la ciudad, con calles estrechas llenas de talleres, tiendas y vendedores ambulantes. El protagonista decide embarcarse en un trirreme llamado Flecto, que va directamente a Malaca. Aunque paga una cantidad desorbitada y se maree en el barco, decide continuar el viaje. Hacen varias escalas en puertos intermedios y finalmente llegan a Cartago Nova, donde el protagonista disfruta de la libertad de viajar por el mundo. Observa la llegada de una flota de guerra al puerto y se impresiona por los trirremes imponentes. Al día siguiente, embarca de nuevo y se dirige a Tarraco, una ciudad luminosa y refinada. Allí, encuentra a su tío Saturo Mario Trusa, quien le ofrece quedarse en Tarraco y tomar un puesto en el Concilio Tarraconense. Sin embargo, el protagonista decide seguir su plan de ir a Roma para continuar sus estudios. A pesar de las advertencias de su tío sobre la situación caótica en Roma, el protagonista se embarca en un trirreme llamado Sardus. Durante el viaje, aprende sobre navegación y la importancia del transporte naval para el abastecimiento de Roma.

Capítulo 19

En este capítulo, el protagonista llega a Roma y queda impresionado por su belleza. Sin embargo, es víctima de una estafa por parte de un hombre que se hace pasar por amable y le roba todo su dinero. Desesperado, busca ayuda en un cambista, pero descubre que también ha sido engañado y ha cambiado su dinero por monedas sin valor. Luego, intenta encontrar a los estafadores, pero es acusado injustamente de robo y golpeado por los guardias. Después de ser abandonado en la calle, es rescatado por una joven prostituta llamada Harmonia, quien lo lleva a su casa para cuidarlo. Aunque el protagonista está agradecido, se siente confundido y desorientado por todo lo que ha sucedido. Finalmente, se queda dormido en la casa de Harmonia, esperando que el nuevo día traiga claridad a su mente.

Capítulo 20

En este capítulo, el protagonista despierta en una habitación desconocida en Roma y recuerda su situación desesperada sin dinero ni documentos. Recuerda cómo fue golpeado por los pretorianos y deseó poder demostrar su nobleza. Busca a la joven que se compadeció de él la noche anterior, pero la encuentra trabajando en el huerto. Ella lo invita a ver el templo y le muestra las imágenes de Higia y Antinoo divinizado. La joven se llama Salus y es la encargada del templo. El protagonista se ofrece a ayudar y se enamora de Salus. Más tarde, decide buscar consejo en Junio Casio sobre cómo ganarse la vida en Roma. Junio Casio le sugiere que ocupe el puesto del joven asesinado en el templo de Salus. El protagonista le cuenta a Salus y ella se alegra y lo lleva a ver al sacerdote. El sacerdote acepta al protagonista como el nuevo "joven del templo" y le pide a Salus que lo instruya. Aunque el protagonista no comprende completamente su misión, confía en Salus y se convierte en el joven del templo.

Capítulo 21

En este capítulo, el protagonista se siente cautivado por los misterios del templo de Salus. Por primera vez encuentra un fondo religioso que da sentido a las incógnitas de la existencia. Su compañera le explica que los males del mundo se deben a la oposición entre la realidad superior, divina o espiritual, y la inferior, material. La separación entre ambas existe para que los seres espirituales conozcan la angustia de estar encerrados en la condición carnal. La salvación consiste en la ascensión del espíritu al mundo superior, liberándose del mundo inferior. El protagonista se inicia en la gnosis y se dedica a profundizar en la revelación. También estudia astrología y las tradiciones de Hermes Trimegisto. Comprende que su papel en el templo es recordar a los hombres que poseen una chispa divina y enseñarles cómo hacerla retornar al ámbito del que procede. En el templo, encuentra un remanso de paz frente a la confusión y la enfermedad política que domina Roma. Aunque la ciudad está sumida en conspiraciones y revueltas, el templo cuenta con una corriente externa de bienes y dinero. El protagonista se siente afortunado por haber encontrado ese refugio.

Capítulo 22

En este capítulo, el protagonista expresa su deseo de terminar su aprendizaje y dedicarse al servicio del templo. Sin embargo, se enfrenta a una contradicción interna, ya que se va enamorando cada vez más de Salus, a pesar de repetirse que ella es solo un reflejo de algo eterno. Llega la primavera y se celebra la ceremonia de consagración en el templo del Sol, pero el protagonista se siente ajeno a todo lo que ocurre a su alrededor debido a la parafernalia oriental y la diversidad de cultos presentes. Después de la ceremonia, el protagonista y Salus regresan al jardín y él expresa sus dudas sobre el futuro y el amor entre ellos. Al día siguiente, el protagonista atiende a su primer fiel, una sacerdotisa de Helios que desea unirse al dios. Después, un senador importante del templo se acerca a ellos y muestra su deseo de tener relaciones íntimas con Salus. El protagonista se enfurece y se retira del templo. En el jardín, discute con Salus sobre la verdadera naturaleza de su trabajo y se siente traicionado. Finalmente, decide abandonar el templo y deja a Salus llorando en el jardín.

Capítulo 23

En este capítulo, el protagonista sale del templo sintiéndose asqueado y confuso. Al encontrarse con el bullicio de las calles romanas, decide olvidarse de todo y se dirige a una taberna. Allí se encuentra con un grupo de jóvenes romanos que resultan ser aurigas del Circo Máximo. El protagonista les cuenta que él también es auriga, pero del circo de Emerita en Lusitania. Uno de los aurigas reconoce a su padre, quien fue su tribuno en la legión y ahora pertenece al regimiento de carros. El auriga invita al protagonista a unirse al ejército romano, ya que el emperador ha convocado a todos los hábiles con el carro para formar una división poderosa. El protagonista se muestra interesado y decide presentarse al día siguiente para las pruebas de alistamiento. Así, desde ese día, forma parte de la nueva división de carros organizada por el ejército imperial.

Capítulo 24

En este capítulo, se nos presenta al prefecto de la guardia pretoriana, Cayo Furio Timesiteo, quien en realidad gobernaba en Roma debido a la juventud e ineptitud del emperador. Mientras tanto, Gordiano se encontraba en el Danubio luchando contra la tribu dacia de los carpos. Timesiteo era un hombre instruido y fuerte, que sabía manejar al Senado y al ejército. En el pretorio, se buscaba reconstruir la guardia con caballeros fieles al antiguo espíritu pretoriano, pero esto resultaba difícil debido a la facilidad con la que los veteranos cambiaban de simpatías. A pesar de esto, en el cuartel se obedecía y admiraba a Timesiteo, y había un deseo incipiente de luchar contra la corrupción. Los soldados que se alistaron en ese momento fueron mimados, ya que se buscaba su lealtad. La vida en el castro no fue tan dura como se esperaba, la comida era aceptable y el alojamiento mejor de lo esperado. Los soldados fueron acostumbrados al orden y a la sistemática del ejército romano, y se les contaron historias de las ganancias obtenidas en los botines de las ciudades orientales. Después de meses de entrenamiento, recibieron su soldada y las armas. Gordiano consiguió una armadura del templo de Salus y el prefecto se aseguró de que la cohorte estuviera bien equipada. Finalmente, se anunció la llegada del emperador para celebrar sus bodas con la hija de Timesiteo, y Gordiano pasó revista a la caballería y a los carros. Después de pronunciar el sacramento para jurar fidelidad, se convirtieron en la nueva guardia del emperador. Se supo que Antioquía había sido asediada y se prepararon para partir hacia Siria.

Capítulo 25

En este capítulo, el protagonista llega a la ciudad de Antioquía, que se encuentra en una región de paso entre el mar Mediterráneo y el Oriente. La ciudad es conocida por ser una ciudad libre y de paso, lo que la convierte en la cuarta ciudad más grande del mundo. La población de Antioquía es abigarrada y turbulenta, y recientemente ha experimentado pánico debido a la amenaza de los persas sasánidas.

El protagonista llega a la ciudad en una flota imperial y es recibido por una multitud jubilosa. El tribuno le hace una pregunta sobre las phaleras en su armadura, y el protagonista revela que las heredó de su padre, un tribuno retirado en Lusitania. El tribuno decide que el protagonista debe acompañar al emperador en el desfile, ya que su armadura es ostentosa y a la gente de Antioquía le gusta la pompa y el boato.

El desfile comienza con la infantería, seguida de la caballería y los carros recién llegados de Roma. El emperador, vestido con una brillante armadura dorada, sube a su carro y sonríe a la multitud. El desfile avanza por la carretera hacia la ciudad, donde el emperador es recibido como un dios. Se realizan ofrendas y se presentan regalos al emperador, y todo el evento se vuelve pesado y empalagoso.

Después del desfile, el emperador se retira a los palacios y el protagonista explora la ciudad de Antioquía. Se sumerge en la fiesta y disfruta de la atención y el respeto que recibe como pretoriano. Al día siguiente, se encuentra con dos aurigas cristianos y decide acompañarlos a una reunión en el barrio cristiano. Allí, escucha al obispo hablar sobre la importancia de la verdad y la vigilancia contra otras doctrinas.

El capítulo termina con el protagonista disfrutando de su libertad en Antioquía y sintiéndose atraído por las diferentes ideas y experiencias que encuentra en la ciudad.

Capítulo 26

En este capítulo, se narra cómo los deleites en Antioquía llegan a su fin debido a las incursiones de los pueblos vasallos del rey sasánida. El ejército del Imperio se prepara para enfrentarse a estos enemigos, realizando ejercicios y maniobras en las llanuras de Coele. Durante el avance a lo largo del Éufrates, se encuentran con ciudades saqueadas y asediadas. En el campamento, se mezclan soldados de diferentes lugares del Imperio, con diversas creencias y filosofías. Entre ellos, se destaca Plotino, un maestro alejandrino que habla de la realidad inteligible y busca la felicidad. Sus enseñanzas atraen a muchos soldados, incluido el protagonista. Plotino explica que todo es uno y que Dios está más presente en el alma del hombre. El protagonista se siente atraído por estas ideas y entabla una conversación con Plotino. Después de la charla, el general Lauricio Panphilio se interesa por el protagonista y le ofrece su apoyo. El capítulo termina con la promesa de que el protagonista ascenderá rápidamente en el ejército gracias a sus conocimientos filosóficos.

Capítulo 27

En este capítulo, el ejército romano llega a tierras donde comienzan los combates. Los pueblos locales los vigilan desde lejos, pero cuando cruzan el río Eufrates, comienzan a ser atacados. Sufren ataques sorpresa y una noche matan a quinientos soldados en uno de los campamentos. A pesar de estas escaramuzas, los generales no se preocupan y deciden no perseguir a las tribus inconexas para no retrasarse en su avance hacia el ejército persa.

Cuando llegan a las plantaciones cerca de Babilonia, se complican las cosas. Ordenan a la tropa que siegue los campos y requisar los rebaños. Sin embargo, no encuentran a nadie en los poblados, solo mujeres, ancianos y niños. Se dan cuenta de que los hombres han huido para proteger sus tierras. A pesar de esto, el ejército se dedica a saquear y destruir todo a su paso.

El destacamento del protagonista es el más privilegiado y les toca saquear Babilonia y sus alrededores. Al explorar la ciudad abandonada, descubren que no hay nada de valor. Solo encuentran ruinas y templos oscuros. Acampan en un claro y descansan, comiendo y bebiendo. Durante la noche, son atacados por una multitud de campesinos armados. El ejército romano logra repeler el ataque y los campesinos huyen.

Después del combate, el protagonista conversa con su arquero Elis, quien le cuenta que su padre fue asesinado por los persas y desde entonces ha estado persiguiéndolos. Elis espera que los persas aparezcan pronto para enfrentarlos. Al día siguiente, el general Lauricio llega y se reúne con los oficiales para decidir si abandonar Mesopotamia o enfrentarse a los persas en Susa.

Capítulo 28

En este capítulo, se describe cómo se concentran las divisiones principales del ejército alrededor de los manantiales de Dura Europos. Se refuerzan los limes y se realizan construcciones para fortificar el área. Sin embargo, la aglomeración de soldados de diferentes procedencias genera tensiones y conflictos. Llegan hombres de las provincias árabes, quienes se unen a los soldados de Egipto, Judea y Cirene formando un partido. Estos hombres están descontentos por la falta de ofensiva y comienzan a generar problemas. Timesiteo, el líder del ejército, toma medidas drásticas como detenciones y ejecuciones, pero esto solo aumenta la tensión. Los generales piden que se forme un tribunal colegiado para impartir justicia. El protagonista, Esatlas, es llamado por el tribuno para unirse al tribunal. En una reunión con el general Filipo, este le pide que defienda a sus hombres en el juicio y aproveche la oportunidad para transmitir las aspiraciones de cierto sector del ejército, que exige iniciar la campaña contra los persas. Aunque Esatlas acepta la propuesta, siente una sensación extraña y se da cuenta de que le gusta influir en las decisiones de los demás.

Capítulo 29

En este capítulo, Filipo ha logrado convencer a los destacamentos orientales del ejército de que los palmiranos han sido privilegiados en los saqueos anteriores. Palmira no es bien vista en Oriente debido a su riqueza y al comercio de productos lujosos. Los militares de Palmira son orgullosos y están envanecidos, ya que saben que son necesarios en las campañas de Roma. Sin embargo, otras ciudades como Petra se sienten desplazadas y agraviadas por este trato.

El sector tracio y mesio del ejército no toma partido en el problema, pero se nota un creciente recelo hacia Gordiano. En estas circunstancias, el narrador sube al estrado para defenderse en un juicio. El acusador de los hombres de Palmira expone su causa con exactitud, afirmando que los árabes han molestado sistemáticamente a los palmiranos y que se produjo una pelea en la que solo hubo heridos. Los árabes incendiaron las tiendas del campamento de Palmira y se responsabiliza a un centurión y a una veintena de hombres del destacamento de Petra.

El narrador comienza su defensa citando el descenso de Júpiter a la asamblea de los dioses en la Eneida de Virgilio. Luego argumenta que los desórdenes en el campamento son producto de la discordia que reina en el ejército de Roma y que mientras sigan ociosos, las contiendas no cesarán. Además, menciona que Sapor se ríe desde las murallas de Ctesifonte al ver al ejército romano dividido y entregado a luchas internas.

El narrador pide que los hombres sean azotados y que indemnicen al campamento de Palmira una vez que se obtenga el botín de las ciudades de Armenia y Media. La multitud muestra su conformidad con esta solución y el narrador termina su discurso citando nuevamente a Júpiter en la Eneida.

Al día siguiente, se dicta sentencia y los jueces deciden no tomar partido por los palmiranos ni por los árabes. En cambio, imponen un castigo simbólico de diez azotes para cada uno de los soldados involucrados en la pelea. En el campamento, se habla poco de la resolución del juicio, ya que lo más importante ahora es prepararse para la marcha contra los persas.

Después de seis días, llega la orden de prepararse para la marcha y Filipo se presenta ante el narrador para agradecerle y ofrecerle dos impresionantes caballos árabes como recompensa por su servicio.

Capítulo 30

En este capítulo, el ejército romano cambia de táctica y evita los terrenos pantanosos del sur y los ejércitos enemigos ocultos en los bosques. Se dirigen hacia el norte siguiendo el río Chaborus. Al llegar a las altas cordilleras, ven la ciudad de Nisive y se preparan para el asedio. Después de abrir las puertas, los persas son crucificados y el emperador toma el control de la ciudad. Luego, el ejército se divide nuevamente y marcha hacia diferentes ciudades, conquistándolas una tras otra. Durante estas batallas, el emperador no va a la primera línea, lo que causa malestar entre los veteranos. Timesiteo, por otro lado, siempre está presente en los combates, aunque se le nota cada vez más desmejorado. Filipo se vuelve más popular y muestra su desprecio hacia el emperador. También se menciona que el árabe, Saturo de Pérgamo, predica la fe cristiana entre los soldados, pero también se le ve frecuentar a los sacerdotes caldeos y sacrificar en las aras de Baal.

Capítulo 31

En este capítulo, se anuncia que Sapor ha cruzado las montañas y se acerca al campamento romano. Timesiteo decide esperarlo en las ruinas de Nisive. Se realizan ceremonias religiosas y sacrificios para prepararse para la batalla. El ejército persa se acerca lentamente por las llanuras de Asur. Filipo y algunos caballeros se acercan a ver al enemigo y descubren que es un gran ejército, mucho más numeroso de lo esperado. Se ven elefantes acorazados, arqueros iranios y una gran cantidad de hombres y animales de carga. A pesar de la superioridad numérica del enemigo, Filipo cree que la mayoría de ellos están mal organizados y pobremente armados. Comienza la batalla y las fuerzas romanas logran tener a raya a los persas, aunque hay muchas bajas. Sin embargo, surge el descontento entre la oficialidad debido a la falta de participación del emperador en la batalla. Timesiteo cae gravemente enfermo y muere, lo que aumenta la confusión en el campamento. Filipo es nombrado prefecto del pretorio y se convierte en el líder del ejército. Los palmiranos desertan, lo que debilita aún más a las fuerzas romanas. La falta de arqueros palmiranos se nota en la batalla. Además, escasean los víveres y las condiciones en el campamento son cada vez peores. Los soldados culpan a Gordiano por la situación y desean que la guerra termine pronto.

Capítulo 32

En este capítulo, Filipo se preocupa por ser culpado del estado calamitoso del ejército y comienza a organizar las cosas a su manera. Licencia a los viejos jefes y coloca a los jefes de su círculo en los principales cargos. Los mercenarios se amotinan y exigen un aumento de pago, lo que lleva a una confrontación en la plaza de armas. Filipo se enfrenta a los mercenarios y promete resolver el problema al día siguiente en una reunión con el emperador. En la reunión, los mercenarios exigen su pago y Filipo toma el control de la situación, agarrando al emperador y arrastrándolo hacia el borde de la tribuna. Los godos se burlan y golpean al emperador hasta matarlo. Los hombres de Filipo piden que él sea el nuevo emperador, pero él rechaza la propuesta. Filipo justifica sus acciones al implicar a todos en la situación.

Capítulo 33

En este capítulo, los soldados se sienten aliviados por la muerte de Gordiano y Filipo acepta la corona. Se sospecha que Filipo retuvo los suministros para provocar el malestar que llevó a la muerte de Gordiano. Filipo distribuye monedas entre los hombres y se espera que la guerra termine para poder gastar el dinero en las ciudades. Filipo decide buscar la paz a través de la diplomacia y envía regalos a Sapor, el emperador persa. Filipo le pide a Félix que vaya como embajador a Sapor y le ofrezca reconocer su soberanía. Félix se preocupa por las consecuencias de esta acción. Filipo ordena a Félix que se prepare y aprenda sobre los persas. El ejército se mueve hacia el oeste y Filipo ordena la construcción de un monumento en honor a Gordiano. Filipo despide a los mercenarios y paga una gran suma de dinero. Los persas ocupan Mesopotamia y Filipo busca ganarse el favor de todos, incluso aceptando una penitencia impuesta por el obispo Babil. Filipo envía a Félix a calmar a Sapor y le cubre de regalos antes de partir hacia Roma.

Capítulo 34

En este capítulo, la comitiva se adentra en los campos de Mesopotamia en otoño. Se encuentran con huesos de guerreros y niños hambrientos en los caminos. Sapor se ha vuelto a Ctesifonte, pero mantiene guarnecida la línea del medio y bajo Eufrates. La guerra ha debilitado a los persas, pero ellos la consideran una victoria. Deciden tomar la ruta septentrional para evitar a Palmira. Durante el viaje, se encuentran con caravanas y rebaños de ganado extenuado. Los campesinos están delgados y miran con rencor. La comitiva está compuesta por Elis, un sátrapa sirio llamado Husbiago, sacerdotes mazdeístas y soldados. Husbiago es un guerrero viejo y sabio que servirá de guía e intérprete. Durante el viaje, el protagonista reflexiona sobre sus creencias religiosas y habla con Husbiago sobre la fe cristiana. Acampan junto a un templo en ruinas y los sacerdotes realizan sacrificios. Husbiago explica que él y sus hombres son cristianos y adoran al verdadero Dios. El protagonista tiene pesadillas durante la noche.

Capítulo 35

En este capítulo, Alejandro y su ejército llegan a las murallas de Arbela, pero el gobernador les impide entrar en la ciudad. Continúan su camino hacia Ctesifonte, donde son recibidos por los soldados de Sapor. Husbiago interpreta esto como una señal negativa, pero Alejandro lo ve como un gesto de cortesía. Llegan a la ciudad y observan su arquitectura circular, que recuerda a un antiguo campamento parto. Fuera de las murallas, ven un gran campamento y una mezcolanza de pueblos de Asia. Finalmente, entran en el palacio del rey de Persia, donde son obligados a esperar durante mucho tiempo bajo la lluvia. Cuando finalmente son llamados, son golpeados y humillados frente a la corte persa. Son encarcelados en una oscura mazmorra sin comida ni agua durante tres días, sufriendo mucho. Husbiago les dice que esto es una purificación y que no los matarán.

Capítulo 36

En este capítulo, Husbiago, Elis y el narrador son sacados de la mazmorra y llevados a un patio donde son lavados con agua salada. Luego son llevados a una habitación donde se les da una papilla ácida para comer. A pesar de las tribulaciones, Husbiago acepta todo con naturalidad, mientras que Elis y el narrador están preocupados y asustados. Husbiago cree que lo peor ya ha pasado y no cree que les vayan a hacer daño. Después de unos días, se recuperan de las heridas causadas por el látigo. Son trasladados a un palacio donde les devuelven sus pertenencias. Pasan varias semanas allí sin recibir ninguna explicación. Finalmente, un ministro del rey llamado Arbatres se presenta y les dice que mientras estén en Ctesifonte, él se encargará de que no les falte nada. Les informa que son libres pero que solo podrán presentarse ante el rey de reyes cuando él lo decida. Husbiago pregunta por sus hombres y Arbatres les dice que están bien y que podrán verlos ese mismo día. Después de eso, los protagonistas pueden pasear libremente por Ctesifonte sin ser vigilados. La ciudad imperial es impresionante y llena de nobles vestidos con ricas coronas y vestidos deslumbrantes. Descubren que su comitiva no ha sufrido daños y que sus bienes están intactos, pero los regalos que trajeron para Sapor han sido repartidos entre los nobles. Después de ocho días, Arbatres informa al narrador que debe comparecer ante el rey de reyes. Se viste con sedas y joyas y asiste a una ceremonia de recepción fastuosa. Después de presentarse, el narrador recibe una espada como signo de que el rey acepta su sumisión. Luego, se le coloca junto a los nobles y se lleva a cabo una ceremonia en la que otros embajadores también se presentan. Después de los discursos, el rey se retira y los protagonistas son llevados a los salones del palacio donde se celebra un banquete y se realizan espectáculos. Arbatres está constantemente pendiente de que el narrador se divierta y le explica el significado de las representaciones y los platos que se sirven. Las estancias del palacio están decoradas como un firmamento con bóvedas pintadas de azul y estrellas de oro en las paredes azulejadas.

Capítulo 37

En este capítulo, el narrador nos cuenta sobre su vida en Ctesifonte, donde la moral de Zaratustra y el placer eran fundamentales. Como representantes del reino de Roma, el narrador y Elis se unen a la forma de vida de la corte y participan en una cacería de tigres y jabalíes. Montados en elefantes, siguen a la comitiva de cazadores hasta llegar a los bosques, donde se levantan las tiendas y se encienden hogueras. Al amanecer, comienza la caza y Elis dispara flechas a los ciervos mientras el elefante del narrador acorrala a los tigres. Después de la caza, se desollan las piezas y se asan las carnes. La carne de tigre se considera un remedio contra diversas enfermedades. En la corte persa, el narrador se da cuenta de que los persas tienen poco conocimiento de los romanos y los confunden con los griegos. El narrador aprende sobre los distintos pueblos y razas que sirven al rey de reyes. En las tiendas de los señores, se degustan los manjares de la caza y se habla de guerra y batallas. El narrador conoce al rey Sapor en una fiesta en la que se presentan bailarinas y acróbatas. Después de la fiesta, el narrador se encuentra con Néfele, una joven descendiente de griegos, y pasan la noche juntos. Al día siguiente, el predicador Mani critica los placeres y las pasiones humanas. El narrador y Néfele pasan el día descansando en la tienda debido a la lluvia. Antes de que caiga la noche, el narrador desea preguntarle a Néfele sobre Mani, pero decide no interrumpir su sueño.

Capítulo 38

En este capítulo, el protagonista y su comitiva regresan a Ctesifonte al amanecer. Durante el camino, el protagonista se separa de Néfele, quien se une a la comitiva en un buey. El protagonista reflexiona sobre todo lo que ha sucedido, especialmente su encuentro con Néfele y las palabras del predicador Mani. Luego, el protagonista le pregunta a Arbatres sobre Mani, quien le explica que es un famoso predicador y líder de los maniqueos. Arbatres también revela que el rey Sapor lo protege y que muchos piensan que es un enviado, aunque otros lo detestan. El protagonista también pregunta sobre el rey y Arbatres le dice que es inquieto y siempre busca cosas nuevas. Arbatres le sugiere al protagonista que satisfaga la curiosidad del rey sobre el teatro romano para acercarse a él. El protagonista aprende persa y comienza a organizar comedias al estilo romano para el rey. Después de varias representaciones, el rey está contento y el protagonista recibe muchos regalos. Sin embargo, Husbiago se muestra disgustado y advierte al protagonista sobre las intrigas y peligros en la corte. A pesar de esto, el protagonista no le hace caso y continúa complaciendo al rey para ascender en la corte.

Capítulo 39

En este capítulo, el protagonista, que vive en la corte del rey Sapor, se siente feliz junto a su esposa Néfele. El rey muestra interés por los temas religiosos y el protagonista aprovecha para plantearle la posibilidad de la paz con Roma. Sapor decide retirarse a las satrapías que amenazan desde el Éufrates, lo que satisface al protagonista. Para adaptarse a la corte, el protagonista se hace confeccionar un vestuario acorde a su nuevo rango. Sin embargo, empiezan a surgir sombras en la corte y el protagonista se da cuenta de que las cosas no son tan claras como parecen. A pesar de ello, disfruta de la vida en la corte y asiste a reuniones con Mani y sus discípulos. En una de estas reuniones, Mani habla sobre la doctrina maniquea y el protagonista se siente angustiado. Al regresar a casa, le pregunta a Néfele sobre sus creencias religiosas y sobre lo que sucederá después de la muerte. Finalmente, el protagonista decide que quiere tener un hijo con Néfele.

Capítulo 40

En este capítulo, el protagonista es invitado por el viejo Serges, uno de los ministros más importantes del rey, a cenar en su casa. Durante la cena, Serges muestra un gran interés en conocer los orígenes y la confianza que el rey de Roma ha depositado en el protagonista. Poco a poco, la cena se convierte en un interrogatorio y Serges comienza a hacer preguntas sobre la mujer que vive con el protagonista en el palacio. Serges insinúa que la mujer, llamada Néfele, podría estar relacionada con Pasargates, un hombre ambicioso que desea ganarse al rey. Serges advierte al protagonista que tenga cuidado con Néfele, ya que podría estar espiando al rey. El protagonista queda confundido y decide hablar con Arbatres, un amigo en quien confía. Sin embargo, Arbatres evita al protagonista y no le da ninguna explicación. Desesperado, el protagonista confronta a Néfele y le pregunta si ha visto a Pasargates recientemente. Néfele reacciona con terror y huye. El protagonista corre a buscar a Pasargates y Arbatres y les exige respuestas. Pasargates explica que Serges desconfía de todos los que se acercan al rey y que Néfele podría estar asustada por las intrigas de la corte. Además, Pasargates elogia a Mani, un predicador que está ganando popularidad en Persia y cuya doctrina podría desplazar a la antigua religión mazdeísta. Al final, el protagonista agradece a Pasargates y Arbatres por su ayuda y decide confiar en ellos.

Capítulo 41

En este capítulo, el narrador espera a Néfele en sus habitaciones, preocupado por lo que ha descubierto sobre su relación con Pasargates. Néfele llega con Arbatres y se disculpa por no haberle contado que había vuelto a ver a Pasargates. Explica que Pasargates le había encargado hacerlo para asegurarse de que el narrador fuera feliz. A pesar de la falta de confianza, todo vuelve a la normalidad rápidamente. El narrador continúa asesorando al rey y asistiendo a las reuniones de Mani, donde aprende sobre la doctrina de Mani y sus libros. Sin embargo, estas lecturas solo lo confunden y lo dejan con más dudas. Luego, el narrador y la corte regresan a Ctesifonte después de la temporada de caza. Allí, el narrador recibe una carta de Prisco, el hermano del emperador, informándole sobre la tensión entre Roma y Palmira. También se entera de que sus hombres han pedido permiso para regresar sin consultarlo. El narrador se enoja y se da cuenta de que ha descuidado a sus hombres durante su tiempo en la corte. Decide ir a buscar a sus hombres y descubre que su estado es lamentable. Les informa sobre el permiso del gobernador y ellos se alegran de poder regresar. Encuentra a Elis en un estado deplorable en las tabernas y lo convence de ir con él a Ctesifonte. Husbiago regresa con sus hombres, pero los soldados de la guardia se marchan sin despedirse. El narrador se preocupa por la falta de su comitiva en caso de tener que partir en el futuro.

Capítulo 42

En este capítulo, el narrador se encuentra leyendo los libros de Mani y reflexionando sobre los problemas que esta doctrina pretende resolver. Desde las terrazas del palacio, contempla la belleza de Mesopotamia en verano y se pregunta qué hay más allá de las montañas azuladas. Arbatres lo llama repentinamente y lo lleva ante el rey Sapor, quien le informa que Palmira ha roto su alianza con Roma y ha enviado un embajador para ofrecerles el paso del sur. Sin embargo, el embajador también ha hablado del emperador Filipo el árabe y ha contado cómo se ha presentado como el vencedor de todas las guerras. Esto pone en peligro al narrador, ya que los ministros y magos han pedido su cabeza. El rey quiere salvarlo, pero no confía en nadie y debe pensar en una forma segura de sacarlo del reino. Mientras tanto, el narrador se entera de que su casa está ardiendo y entra en pánico al no saber dónde está Néfele. Finalmente, se desmaya y cuando despierta, Husbiago le informa que alguien intentó envenenarlo durante el incendio. Aunque ha estado al borde de la muerte, parece que su hora aún no ha llegado. El narrador recuerda todo lo sucedido y pregunta por Néfele, pero le aconsejan descansar.

Capítulo 43

En este capítulo, Félix se recupera en Seleucia después de haber sido envenenado. Husbiago y Elis le cuentan que alguien logró hacerlo vomitar parte del veneno y lo llevaron a Seleucia para su recuperación. Félix pregunta constantemente por Néfele y finalmente le dicen que ella murió en el incendio. Devastado por la noticia, Félix decide huir de Seleucia ya que su vida corre peligro. Husbiago y Elis lo acompañan hasta el límite de las tierras fértiles y luego se despiden para regresar a su tierra. Félix convence a un jefe lajmí de que es un importante dignatario y lo lleva hasta Damasco. Durante el viaje, Félix se siente cada vez más débil y desesperanzado. Después de un mes de travesía agotadora, Félix se encuentra al borde de la muerte. Finalmente, llegan a Bostra y Félix ve la ciudad a lo lejos.

Capítulo 44

En este capítulo, el protagonista narra cómo se recupera físicamente en Bostra gracias a los médicos y las aguas termales de la ciudad. Sin embargo, su alma aún no se ha recuperado por completo. El prefecto de Bostra, Gayo Ticio, lo acoge en su casa y muestra interés en su embajada ante los persas. El protagonista le pregunta sobre la situación y se entera de que aún no ha habido guerra, ya que Palmira no ha decidido su posición. También se entera de que el emperador se encuentra en Roma y que hay buenas comunicaciones con la capital del Imperio. El protagonista decide escribir al emperador para informarle de todo lo sucedido y anunciarle que partirá hacia Roma una vez esté completamente recuperado. El clima de Bostra es caluroso y la ciudad cuenta con un ambiente romanizado. En la casa de Gayo Ticio, se suelen reunir hombres de negocios, mercaderes, filósofos y altos cargos religiosos. El protagonista se une a una cena en la que es el centro de atención y se discute sobre la guerra con los persas, la cultura persa y la figura de Mani. El obispo Berilo y el gnóstico Piso tienen un debate sobre la verdad y la Iglesia. Al final de la cena, el protagonista agradece a Gayo por la noche.

Capítulo 45

En este capítulo, el protagonista recibe una respuesta a su carta enviada a Roma. El emperador Filipo reconoce sus servicios como embajador en Persia y le envía una importante suma de dinero. El protagonista reflexiona sobre su estancia en Bostra, donde despertó en él la sed de la verdad. La casa de Gayo Ticio se convierte en un lugar ideal para comenzar su búsqueda. Gayo es un hombre escéptico pero interesado en la filosofía y el conocimiento. Su biblioteca refleja su personalidad, ya que contiene obras clásicas, escritos gnósticos, literatura siriaca y manuales de la escuela alejandrina. El protagonista se aferra a esta biblioteca y pasa tres meses dedicado a la lectura. Durante este tiempo, aprende sobre la búsqueda del conocimiento por parte del hombre. Experimenta una sensación de libertad y se considera el arquitecto de su propio universo. También siente curiosidad por los cristianos y discute con Gayo sobre su concepción del mundo. Gayo no ve a los cristianos como una amenaza y le recomienda leer la Apología del obispo Cuadrato, conocida como el Discurso a Diogneto, para comprender mejor su religión. El capítulo termina con una reflexión sobre la vida después de la muerte y el deseo de reunirse con las personas maravillosas que ha conocido en este mundo.

Capítulo 46

En este capítulo, el narrador se dirige a la casa del obispo Berilo, ubicada junto a la iglesia principal de los cristianos en una antigua aldea cerca de Bostra. Mientras se dirige hacia allí, el narrador reflexiona sobre el Discurso a Diogneto, un escrito cristiano que ha leído recientemente y que le ha despertado un gran interés por conocer más sobre el cristianismo. Al llegar a la casa del obispo, el narrador es recibido por Berilo y se sorprende al ser reconocido como el legado del emperador. El narrador explica que ha venido por su propia voluntad para hablar con el obispo y aprender más sobre la religión cristiana. Berilo accede a hablar con él y los dos se dirigen al jardín de la casa. Allí, el narrador le pregunta a Berilo sobre la vida de Jesús y la divinidad de Cristo. Berilo explica que Jesús vivió y murió como un hombre, pero también era Dios. El narrador plantea sus dudas sobre cómo Jesús puede ser Dios y Berilo le explica que Jesús es la imagen de Dios y que su divinidad es un misterio que no puede ser completamente comprendido. Berilo también menciona que Jesús era un hombre excepcional que iluminaba el mundo con su presencia. La conversación continúa y Berilo comparte más detalles sobre la vida de Jesús y su relación con Dios. Finalmente, el narrador y Berilo se sientan a comer y el narrador expresa su deseo de seguir aprendiendo mientras esté en esa tierra.

Capítulo 47

En este capítulo, el narrador cuenta que pasó casi un año en Bostra, aprovechando la hospitalidad de Gayo Ticio y frecuentando al obispo Berilo y a los cristianos. Durante ese tiempo, se dedicó a investigar la vida de Jesús y realizó una peregrinación por los lugares relacionados con él, acompañado por Berilo y otros obispos.

El grupo recorrió la calzada que cruzaba las regiones de Traconítide y Gaulanítide hasta llegar al lago de Genesaret, también conocido como Tiberíades. El paisaje alrededor del lago era hermoso y fértil, con montañas nevadas y numerosas ciudades. El narrador describe la abundancia de agua y la vegetación exuberante en la orilla de Cafarnaúm, donde se detuvieron para contemplar el paisaje.

Luego, el narrador y Berilo se encuentran con Orígenes, un famoso maestro y sabio cristiano. Aunque el narrador se siente inicialmente decepcionado por la apariencia y la voz aguda de Orígenes, reconoce su sabiduría y su influencia en la Iglesia.

Después, el grupo visita la casa de Pedro en Cafarnaúm, que se ha convertido en un lugar de veneración y culto. Allí, el narrador presencia una escena en la que se lee el pasaje del evangelio que narra la resurrección de la hija de Jairo. Esta experiencia conmueve al narrador y lo lleva a reflexionar sobre la vida y la muerte.

El capítulo termina con el narrador sintiendo deseos de llorar y de creer, pero sin moverse ni expresar sus emociones.

Capítulo 48

En este capítulo, el narrador reflexiona sobre las épocas en las que todo se desvanece y nos sentimos despojados de esperanzas y cosas que antes considerábamos esenciales. Durante un viaje en barco a Tiberíades, el narrador agradece las explicaciones del maestro Orígenes sobre por qué Dios escogió ese lugar para manifestar su voluntad. Orígenes explica que el lago es un símbolo importante, ya que refleja la luz y toma el color del cielo limpio sobre él. El lago representa cómo Dios se refleja en todo, especialmente en las naturalezas espirituales. Orígenes también habla sobre la imagen de Dios en el hombre y cómo la perfección y la salvación requieren la ayuda de Dios junto con nuestros esfuerzos. Luego, el grupo llega a Tiberíades, una ciudad variopinta pero sin interés para su peregrinación. Continúan su viaje hacia Nazaret, donde Jesús pasó su infancia, pero no pueden visitar las casas de la Virgen y José debido a los herejes nazarenos. El narrador describe la pasión y la curiosidad de Orígenes por encontrar lugares relacionados con Cristo, a pesar de las críticas del obispo Berilo. Orígenes explica que la vida de Cristo es un testimonio visible de la luz invisible de Dios trascendente.

Capítulo 49

En este capítulo, el narrador y Orígenes llegan a un pueblo llamado Naín, donde se detienen para recordar la resurrección de un joven por parte de Jesús. En la entrada del pueblo, encuentran a un ermitaño que narra el suceso y muestra unas tablas pintadas que representan la escena. El narrador reflexiona sobre el misterio de los muertos resucitados y la sensación contradictoria que esto genera: por un lado, el temor a los muertos y por otro, la esperanza ante lo imposible. Esa noche, el narrador habla con Orígenes sobre el destino de las almas de los muertos y si dejan de existir. Orígenes menciona que Sócrates planteaba la muerte como una ausencia de sensación y reducción a la nada, pero también como un posible tránsito a otro lugar. El narrador expresa sus dudas sobre la supervivencia del alma y menciona la desoladora imagen de un campo lleno de huesos secos de soldados muertos. Orígenes le dice que esa visión es similar a la que tuvo el profeta Ezequiel, donde Dios hizo que los huesos secos volvieran a la vida. El narrador pregunta qué sucede con los cuerpos quemados o destruidos, y Orígenes explica que, para aquellos que creen en la resurrección, la sustancia de los cuerpos sigue existiendo y que, en el momento adecuado, por voluntad de Dios, volverán a la vida. El narrador se conmueve ante esta idea y Orígenes afirma que ningún ser que entre en Dios se pierde, es solo una vida cambiada pero no quitada. Al día siguiente, el narrador y Orígenes suben al monte Tabor, donde se recuerda la transfiguración de Jesús. El narrador siente una profunda emoción y contempla la luz del atardecer mientras reflexiona sobre el sentido de las cosas. Luego, el capítulo continúa con una carta de Félix a Honesto, en la que le cuenta sobre su vida y le advierte sobre el contenido de sus escritos.

NOTA HISTÓRICA

En este capítulo, se describe el siglo II como el siglo de oro del Imperio Romano, pero todo cambió en el año 192 con el fin de la dinastía Antonina, marcando el comienzo de una grave crisis que culminaría en el siglo III. Durante esta etapa, el ejército, que tenía el verdadero poder, se rebeló frecuentemente, lo que llevó a la aparición de emperadores efímeros que fueron depuestos violentamente por nuevas revueltas. Además, el ejército reclutaba cada vez más soldados de provincias recientes y mal romanizadas, lo que llevó a la inclusión de elementos extranjeros en las legiones. El Imperio Romano se vio acosado por ataques germanos y tuvo que defenderse también de adversarios en Oriente, como el reino parto y más tarde el reino persa de la dinastía Sasánida. En el interior del Imperio, el poder imperial se volvió más absoluto para contrarrestar las fuerzas centrífugas que lo desgarraban. La moneda se depreciaba y se desencadenó la primera inflación de la historia. En cuanto a la religión, la crisis religiosa que comenzó en el siglo II se intensificó en el siglo III. Las religiones orientales, como el culto a Isis, Mitra y Cibeles, jugaron un papel importante al ofrecer consuelo y prometer una solución en el más allá. Estas religiones tendieron hacia el monoteísmo al fusionar muchas divinidades en un dios supremo. También surgieron nuevas corrientes filosóficas, como el neoplatonismo y el gnosticismo, que influyeron en la sociedad romana. El cristianismo también se vio inmerso en estas preguntas existenciales y los teólogos de la Iglesia tuvieron que hacer un esfuerzo para dialogar con la cultura griega y distinguir entre lo correcto y lo erróneo en el gnosticismo. En resumen, este capítulo muestra cómo el mundo romano se sumió en una crisis en el siglo III y cómo las diferentes corrientes religiosas y filosóficas intentaron encontrar respuestas a las preguntas existenciales de la época.

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