La peregrina
Nota de la autora
En este capítulo, se menciona que a finales del siglo IX, la noticia del hallazgo del sepulcro de Santiago en el finis terrae de Occidente había sido ampliamente difundida y aceptada al norte de los Pirineos. Varios martirologios de la época, como los de Ado de Viena, Usuardo de Saint-Germain-des-Prés y Notker de Saint Gall, atestiguan este hecho. Pocas décadas después, peregrinos de Europa del norte y este llegaban regularmente a la basílica mandada construir por Alfonso II de Asturias sobre la tumba.
El Archivo de la Catedral de Compostela conserva una donación realizada por el rey Alfonso II a la iglesia en el año 834. Este documento también menciona la peregrinación realizada por el monarca al "lugar santo" descubierto unos años antes, sin especificar la fecha exacta del descubrimiento ni de la visita.
Se menciona que el obispo Teodomiro, titular de la sede iriense en el momento de la aparición, toma posesión de su prelatura en la ciudad de Padrón en el año 834. Durante mucho tiempo se puso en duda la existencia de este prelado, pero en 1957 se descubrió una lápida sepulcral en la catedral que fechaba su fallecimiento en el año 847, lo que confirmó su existencia.
Además, se menciona que en excavaciones anteriores se encontraron los restos de tres personas, inicialmente identificados como el Apóstol Santiago y sus dos discípulos, Atanasio y Teodoro. La investigación llevada a cabo por orden del papa León XIII concluyó que el cadáver de mayor edad correspondía a un hombre muerto por decapitación, cuyo cráneo coincidía con una reliquia venerada en Pistoia, Italia, como perteneciente a Santiago el Mayor.
Se plantea la pregunta de si el Camino de Santiago es una realidad o una falsificación. Aunque existen evidencias documentales y arqueológicas que respaldan su existencia, la Iglesia y los historiadores no llegan a un acuerdo. A lo largo de los siglos, se han añadido elementos más o menos imaginarios a la leyenda del Apóstol, pero no hay engaño sin base alguna que perdure durante más de un milenio.
Se menciona que los hechos narrados en la novela recrean el primer viaje al Camino de Santiago, realizado por el rey Alfonso II desde Oviedo hasta Galicia. Tanto el contexto histórico-político como algunos personajes son reales y se basan en crónicas de la época. Las aventuras de los protagonistas son ficticias y cualquier posible error es responsabilidad exclusiva de la autora.
Se explica que la ruta seguida por la comitiva es prácticamente igual al Camino Primitivo, recuperado en los años ochenta gracias a la labor de la Asociación Astur-Galaica de Amigos. La novela se divide en trece capítulos, que corresponden a las etapas de esta ruta.
Se menciona que las maravillas que acompañan al hallazgo del sepulcro en la historia se inspiran en el Códice Calixtino, un manuscrito del siglo XII que promovía el culto a Santiago y las peregrinaciones a Compostela.
Finalmente, se menciona que la autora recorrió parte de las calzadas mencionadas a pesar de estar recuperándose de una fractura en el pie, lo que le permitió capturar la sensación de fatiga que experimentan los peregrinos.
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En este capítulo, Alana, una mujer astur que sirve al rey Alfonso el Magno, relata su decisión de unirse a una peregrinación hacia el lugar donde se ha descubierto el sepulcro del apóstol Santiago. Alana explica que su principal motivo para unirse a la peregrinación es la esperanza de encontrar a su hijo Rodrigo, quien se encuentra al servicio del obispo Teodomiro en Iria Flavia. Alana relata cómo llega a la corte un mensajero enviado por Teodomiro para informar al rey sobre el hallazgo del sepulcro. El mensajero cuenta que un ermitaño llamado Pelayo descubrió el sepulcro después de ver luces y escuchar música celestial en el bosque de Libredón. El obispo Teodomiro acudió al lugar y confirmó que se trataba del sepulcro de Santiago. Aunque el rey muestra escepticismo, decide partir hacia Iria Flavia para comprobar la veracidad del hallazgo. Alana aprovecha la oportunidad para unirse a la comitiva del rey y así buscar a su hijo. Alana describe los preparativos para el viaje y su emoción por emprender esta nueva aventura. Termina el capítulo expresando su deseo de dejar testimonio escrito de los acontecimientos que están por venir.
Siguiendo este capítulo, Alana reflexiona sobre la soledad y el sacrificio del conde Aimerico, quien nunca ha experimentado la pasión y ha permanecido casto por una promesa desconocida. Alana se cuestiona por qué Aimerico elige la soledad y renuncia a la pasión. A pesar de sus dudas, Alana reconoce que Aimerico es un consejero cercano al rey y probablemente su mejor amigo. Aimerico viajará con ellos en la peregrinación junto a su hija Freya, a quien Alana vigilará de cerca. Alana también desconfía de Danila, un monje calígrafo encargado de compilar el itinerario de la peregrinación. Alana se reúne con Nunilo y Danila para aprender más sobre el apóstol Santiago. Nunilo le cuenta la historia de Santiago y cómo fue decapitado en Jerusalén. Alana también habla con Danila sobre el traslado de las reliquias de Santiago a la Gallaecia y la importancia de su presencia en el Reino. Danila explica que el hallazgo de las reliquias en Iria Flavia sería un gran honor para el reino. Alana también reflexiona sobre la muerte y el castigo de los pecadores contumaces. Finalmente, Alana espera que la peregrinación le brinde respuestas y la lleve de regreso a los brazos de Rodrigo.
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En este capítulo, Alana narra su primer día de viaje hacia Iria Flavia junto al rey Alfonso y el resto de la comitiva. A pesar de haber planeado cubrir una distancia de dieciocho millas, el cansancio y el dolor se apoderan de ella después de diez millas de camino. Alana se lamenta de haber disgustado al rey con sus palabras torpes y se propone recuperar su afecto. Para aliviar su dolor, decide utilizar un ungüento preparado por Ximena a base de esencia de pino, laurel, hierba de San Juan y aceite de almendras. Alana también reflexiona sobre la presencia de la condesita Freya en la comitiva y sospecha que su padre la ha enviado para seducir al rey. A medida que avanzan, Alana observa el paisaje y reflexiona sobre la libertad y el sacrificio que conlleva. También describe a los demás miembros de la comitiva, como el presbítero Máximo, el gigante Nuño y el jefe de la guardia real, Agila. Finalmente, el grupo llega a una antigua villa romana propiedad de Cornelio, donde pasarán la noche. Alana reflexiona sobre el amor del rey por Ovetao y su deseo de restaurar la ciudad y su legado cultural. También se pregunta sobre los sentimientos de Alfonso hacia su difunto padre y cómo ha influido en su vida. Alana concluye que Ovetao es la forma en que el rey se venga de la afrenta del destino y encuentra consuelo en su soledad.
Siguiendo este capítulo, la narradora reflexiona sobre la importancia de Ovetao, la ciudad donde el rey fue coronado, y su papel como defensor de la fe cristiana. Mientras escribe en un refugio, la narradora se preocupa por sus hijos y en particular por Rodrigo. Luego, observa al rey Alfonso y al monje Sisberto discutiendo sobre la autenticidad del sepulcro del Apóstol Santiago. Sisberto plantea la posibilidad de que el obispo Teodomiro haya inventado el hallazgo para ganar influencia. La narradora interviene y menciona un himno a Santiago que escuchó en su juventud. Sin embargo, el rey se enfurece y la acusa de mencionar a Mauregato, un traidor. La narradora se siente herida por el trato del rey y reflexiona sobre su amor y lealtad hacia él. Termina el capítulo escondiendo su escritura cuando ve acercarse a Danila, el cronista oficial de la peregrinación.
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En este capítulo, Alana continúa su viaje hacia Iria Flavia junto al Rey Alfonso y su comitiva. Aunque agradece el regalo de los caballos que le han permitido avanzar más rápido, Alana siente una creciente inquietud y peligro sin explicación. Durante el camino, Alana recuerda la brutal aceifa que vivió en el pasado y las imágenes de la resistencia de los astures ante los invasores. Al llegar a una cascada, Alana reflexiona sobre el significado de las cruces y los símbolos paganos en la cultura asturiana. También observa el cambio de actitud del Rey, quien se muestra distante y enfadado. Alana intenta hablar con fray Danila para obtener información sobre el enfado del Rey, y descubre que se debe a un códice que Danila estaba escribiendo y que fue entregado antes de tiempo. Danila considera que el códice debe ser perfecto y está molesto porque el Rey no le ha permitido terminarlo.
Siguiendo este capítulo, Alana se encuentra con Ovetao, el iluminador del códice, quien está muy triste y decepcionado porque el códice está incompleto y no podrá terminar su obra. Alana intenta consolarlo y le dice que confíe en don Alfonso, pero él se muestra desconfiado y afirma que nadie más podrá terminar su trabajo. Luego, Alana describe a los sarracenos cautivos y a los siervos que viajan con ellos. Uno de los sarracenos, Tariq, fue traído de la Gallaecia hace veinte años y el otro, Muhammed, es un guerrero de ascendencia siria. Alana sospecha que Muhammed y el caballo Gaut están conspirando contra don Alfonso. Alana también menciona que se ha encontrado con una cría de corzo devorada por los lobos, lo que la hace recordar su miedo y odio hacia ellos. Luego, describe el recibimiento que don Alfonso recibe de la gente en Santa María de Obona y cómo esto lo alegra. Alana se siente emocionada por presenciar este momento y reflexiona sobre la lealtad de Cobre, el mastín de don Alfonso. Alana y don Alfonso tienen una conversación en la que él le pregunta por qué está distante y ella trata de ocultar su enojo. Finalmente, don Alfonso invita a Alana a disfrutar del banquete y le dice que podrán ver a su hijo en Iria Flavia. Alana escribe en su diario que se siente feliz por la reconciliación con don Alfonso, pero también teme no encontrar a su hijo o recibir malas noticias. Termina el capítulo mencionando la niebla que cae sobre el lugar y su esperanza de que desaparezca al amanecer.
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En este capítulo, Alana narra los sucesos ocurridos durante el viaje hacia Iria Flavia. El grupo ha perdido provisiones y dos mulas, y el Rey estuvo a punto de caer al vacío. Alana siente que algo malo está por suceder y se da cuenta de que la amenaza no proviene de la persona a la que había atribuido intenciones homicidas, sino que está oculta entre las sombras.
Durante el viaje, el Rey es honrado por la gente y Alana reflexiona sobre la importancia de conservar la memoria y transmitirla a las generaciones futuras. Recuerda a las guardianas de la memoria, mujeres encargadas de preservar la historia del pueblo astur, y lamenta no haber tenido la oportunidad de escuchar a la última representante de esa estirpe.
El grupo se adentra en las montañas de Asturias y se encuentran con un guía que los acompaña. Durante el camino, los perros de Alana y del Rey tienen un enfrentamiento, pero finalmente se calman. El paisaje es hermoso y Alana reflexiona sobre la belleza de la naturaleza y la dureza del camino.
Al llegar a una colina, ven las ruinas de un castro abandonado y Alana recuerda las historias de los antiguos habitantes y la importancia de preservar la memoria. Luego, llegan a una antigua mina de oro, donde Alana siente la opresión y el sufrimiento de los antiguos cautivos romanos. Reflexiona sobre la lucha del pueblo astur contra los invasores y la importancia de proteger la Cruz.
Después de la visita a la mina, Alana escucha una conversación entre el Rey y Odoario sobre la peregrinación a Iria Flavia. El Rey expresa su preocupación por la autenticidad de las reliquias y la importancia de asegurar la supervivencia del Reino. Odoario defiende su fe en las reliquias y el Rey reflexiona sobre la posibilidad de haberse equivocado.
El capítulo termina con Alana descansando y escuchando la conversación entre el Rey y Odoario, mientras reflexiona sobre la responsabilidad del Rey y la importancia de las decisiones que tomarán en Iria Flavia.
Siguiendo este capítulo, el rey Alfonso y el abad Odoario discuten sobre el futuro de Asturias y la necesidad de un heredero para mantener unido al reino. El rey expresa su preocupación por lo que sucederá cuando él muera, ya que no tiene descendencia. El abad sugiere que aún está a tiempo de casarse, pero el rey insiste en que su deber es proteger el reino y confía en la ayuda divina. Luego, el rey y Alana continúan su viaje a través de las montañas de Asturias. Alana intenta animar al rey mostrándole la belleza del paisaje y recordándole la importancia de Asturias en la resistencia contra los invasores. El rey reflexiona sobre la historia de Asturias y la valentía de su pueblo. Mientras tanto, el grupo se encuentra con una tormenta y se ven obligados a correr hacia un refugio. Durante la tormenta, una mula se asusta y casi provoca la caída del rey por un precipicio, pero Muhammed logra controlar al caballo y salvar al rey. Después del incidente, el grupo continúa su viaje y acampa en un bosque. A pesar de la pérdida de provisiones y los peligros enfrentados, el rey mantiene su optimismo y confía en que Dios proveerá. Alana reflexiona sobre los posibles enemigos del rey y la necesidad de mantenerse alerta. Finalmente, Alana admira el paisaje de Asturias y reza por la seguridad del rey y su propio papel en la historia de Asturias.
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En este capítulo, el narrador describe las terribles consecuencias de la sed en la comitiva que se dirige hacia el sepulcro del apóstol Santiago. La falta de agua ha llevado a todos a un estado de desesperación y mal humor. Los ánimos están por los suelos y las desavenencias comienzan a surgir. El narrador menciona que la sed es más cruel que el hambre, el frío o el calor.
El capítulo continúa con la llegada a un estanque donde encuentran agua para beber. El abad y el rey agradecen a Dios por el hallazgo y todos se sienten aliviados. Sin embargo, descubren que el estanque es artificial y fue construido por los romanos para extraer oro de las montañas. El narrador reflexiona sobre la ironía de que el agua que los salva sea la misma que los romanos utilizaron para extraer el oro.
Después de beber agua, la comitiva continúa su camino, pero las dificultades persisten. El narrador menciona las desavenencias entre los miembros de la comitiva, especialmente entre el rey y el fraile Sisberto, quien cuestiona la peregrinación y sugiere regresar a Ovetao. El abad y el rey defienden la importancia de la peregrinación y la fe en el apóstol Santiago.
El capítulo concluye con el inicio de la marcha y el narrador reflexionando sobre su pasado y su relación con la religión. Recuerda las enseñanzas de su madre sobre las antiguas tradiciones paganas y la llegada de los cristianos al castro. También menciona la muerte de sus padres y su vida en el harén del emir. El narrador expresa su deseo de tener la fe inquebrantable del abad y su confianza en la providencia divina.
En resumen, en este capítulo se describe la tortura de la sed en la comitiva y el alivio que encuentran al encontrar agua en un estanque. También se mencionan las desavenencias entre los miembros de la comitiva y la defensa de la peregrinación por parte del abad y el rey. El capítulo concluye con el inicio de la marcha y las reflexiones del narrador sobre su pasado y su relación con la religión.
Siguiendo este capítulo, el forastero escucha una lección sobre la importancia de no sucumbir a la vergüenza y perseverar en la peregrinación. Después de un incidente en el que un soldado se desmaya, el grupo continúa su camino hacia tierras bajas. Alana se cuestiona la reacción del conde Aimerico y se propone averiguar si sabe algo que los demás ignoran. También se interesa por la historia de Egeria, una mujer que realizó una peregrinación en el siglo IV y dejó constancia escrita de su experiencia. Alana decide interrogar al calígrafo sobre este tema. Durante el viaje, la comitiva se enfrenta a la fatiga, el hambre y el cansancio. Alana entabla una conversación con el monje Danila sobre la aparición del sepulcro del apóstol Santiago y la disputa entre Elipando y Beato sobre la naturaleza de Cristo. Danila menciona sospechas sobre Sisberto y su relación con Elipando. Alana recuerda su encuentro con Elipando y Beato en el pasado. El grupo llega a un roquedal donde encuentran a un ermitaño llamado Fidelio, quien les ofrece miel, queso y leche. Fidelio les muestra su templo en la cueva y les cuenta su historia. Alana reflexiona sobre el amor y la ausencia de Índaro. Al final del capítulo, Alana se prepara para continuar su viaje hacia Iria Flavia en busca de su hijo Rodrigo.
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En este capítulo, la narradora relata una experiencia emocionante que vivió junto al rey Alfonso. Durante una noche en el campamento, el rey decide cantar y tocar el salterio, sorprendiendo a todos con su hermosa voz. La narradora se siente profundamente conmovida por la melodía y se une a él en el canto, creando una armonía perfecta. En ese momento, siente una conexión íntima y apasionada con el rey, experimentando una felicidad pura y un éxtasis que supera cualquier goce carnal. A través de la música, la narradora se transporta a su pasado en Araba, recordando cómo conoció al príncipe Alfonso y a su prometido Índaro, y cómo juntos huyeron de sus enemigos. A lo largo del capítulo, la narradora reflexiona sobre su amor imposible por el rey y su lealtad hacia él, así como sobre las dificultades y sacrificios que han enfrentado en su lucha por el Reino de Asturias. También menciona la presión que siente por parte del conde Aimerico para que el rey se case y tenga un heredero. A medida que el grupo continúa su viaje hacia Iria Flavia, la narradora reflexiona sobre la importancia de la esperanza y la determinación en medio de las adversidades. El capítulo termina con la narradora recordando la importancia del tejo, un árbol sagrado para los astures, y la conexión que siente con su madre fallecida.
Siguiendo este capítulo, el grupo de exploradores que marcha delante del rey Alfonso se encuentra con un poblado que ha sido avisado de su llegada. Los lugareños se agolpan en la calzada para ver de cerca a su soberano, pero una mujer se adelanta y le dice al rey que ya no tienen hijos para luchar en su guerra. El rey se detiene y le pregunta cuál es su agravio, a lo que la mujer responde que ha perdido a sus cinco hijos en combate. El rey intenta consolarla diciéndole que sus hijos han luchado valientemente y que el reino ha resistido gracias a ellos. El anciano jefe del poblado se acerca y pide perdón por la mujer, diciendo que no está en sus cabales. El rey les explica que no vienen a reclutar soldados, sino que se dirigen a Iria Flavia en busca de reliquias sagradas. El grupo es recibido en el poblado con un banquete y luego el abad celebra una misa y reparte la comunión. Después de la ceremonia, el rey y el conde Aimerico tienen una discusión sobre el matrimonio del rey y la necesidad de un heredero. El rey se enfada y prohíbe a Aimerico que vuelva a mencionar el tema. Finalmente, todos se retiran a descansar y la narradora, la reina Jimena, reflexiona sobre la castidad del rey y su propia experiencia con el amor y el deseo.
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En este capítulo, Alana narra los sucesos del día después de la tormenta. Al despertar, Alana se siente rejuvenecida y feliz. Observa a Muhammed hablando con el caballo de don Alfonso y nota en sus ojos odio y rabia. Al cruzar el río Navia, don Alfonso cae al agua y lucha por su vida mientras Muhammed intenta asesinarlo. Nuño logra rescatar al rey, pero Muhammed es decapitado. Después de esto, Agila propone matar al otro cautivo sarraceno, Tariq, pero don Alfonso decide llevarlo a Lucus bajo estrecha vigilancia. Alana intenta convencer a Assur de que los acompañe hasta la ciudad, pero él decide regresar a su aldea. Alana reflexiona sobre la vida y la muerte mientras cabalgan hacia Lucus. Sisberto muestra desprecio hacia Asturias y Alana se siente ofendida. La comitiva se detiene para descansar y beber agua, y Alana reflexiona sobre la peregrinación y la importancia de ver a su hijo Rodrigo. Don Alfonso está preocupado y busca apoyo para la peregrinación.
Siguiendo este capítulo, el cautivo ha protagonizado un trágico incidente que ha dejado a todos conmocionados. Danila es el único que parece no verse afectado por los golpes del destino, excepto cuando se menciona la Biblia inconclusa. Alana le pide a Danila si pueden tener una conversación para olvidar lo ocurrido, a lo que él accede. Danila comenta que las mujeres siempre tienen curiosidad por saber cosas y que es parte de su naturaleza. Alana le pregunta sobre la batalla del monte Cupeiro, que tuvo lugar cerca de allí, pero Danila no sabe mucho al respecto. Danila menciona que la batalla fue entre los gallegos y el príncipe Silo, esposo de la reina Adosinda. Los señores de la Gallaecia se habían rebelado contra él, rompiendo la unión de los pueblos cristianos. Danila cree que esta no será la última batalla entre ellos, ya que tienen una tendencia a enfrentarse entre hermanos. Alana le dice que eso ya no sucede, ya que el rey Alfonso ha pacificado el reino. Danila espera que la aparición del sepulcro del Apóstol sea un respaldo divino para la salvación de Asturias y la reconquista de Hispania. Después, se encuentran con dos canteros francos que buscan trabajo en Lucus. El rey Alfonso los recibe con cordialidad y hablan sobre la construcción de iglesias y palacios en Asturias. Luego, se detienen a descansar y Sisberto cuenta detalles de un banquete al que asistió en Toletum. Freya propone contar una historia para animar la velada, pero son interrumpidos por un eclipse lunar que causa temor en todos. El rey Alfonso ordena rezar y pide a la Virgen que los proteja. Adamino y Sisberto sugieren regresar a Ovetao debido a los malos presagios, pero el rey los reprende y amenaza con castigar a quienes hablen de augurios. Alana teme que el rey descubra sus secretos y se preocupa por su conexión con su madre, Huma. Alana reflexiona sobre la posibilidad de reunirse con sus seres queridos en la muerte.
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En este capítulo, el narrador reconoce que ha estado agotado y no ha podido cumplir con su compromiso de escribir sobre los acontecimientos del viaje. Sin embargo, su determinación de encontrar a su hijo Rodrigo lo ha mantenido en pie. Llegan a la ciudad de Lucus, donde son recibidos por el obispo Dominicus y otros dignatarios. El Rey está impaciente por llegar a Iria Flavia y comprobar si el sepulcro de Santiago es real. La ciudad de Lucus es descrita como una antigua urbe romana con una muralla imponente. El obispo Dominicus muestra resentimiento hacia la posible pérdida de estatus de su diócesis si el sepulcro de Santiago es auténtico. El narrador aprende sobre la historia de Lucus y su importancia en la región. El Rey pronuncia un discurso en el que jura no inclinarse ante los invasores musulmanes y muestra su desconfianza hacia el cautivo Tariq. El grupo se divide en diferentes alojamientos y disfrutan de un banquete ofrecido por el obispo Dominicus. Al día siguiente, el Rey preside un juicio en la plaza de la ciudad. Dos hombres están acusados de adulterio y homicidio. Sus testimonios son contradictorios y no hay testigos. Una anciana llamada Gaudiosa se presenta como testigo y afirma que la esposa fue maltratada por su esposo. El Rey dicta sentencia y declara al acusado culpable de perjurio y homicidio, pero decide no condenarlo a muerte debido a la falta de premeditación. El capítulo termina con el Rey advirtiendo al acusado que viva el resto de sus días ciego por su ira.
Siguiendo este capítulo, después de presenciar una ejecución pública, el maestro cantero Esteban y un desconocido llamado Claudio llegan apurados a la plaza con una invitación para esa noche. Resulta que Claudio ha encontrado trabajo para él y su amigo en una posada de Lucus. El propietario de la posada, que resulta ser el acompañante de Claudio, se presenta ante el rey y le habla sobre un súbdito suyo procedente de Corduba que podría tener información interesante sobre el emirato. El rey presta atención y decide escuchar a Claudio. Después de describir a Claudio y su aspecto atractivo, la narradora menciona que Claudio ha traído consigo aceite de oliva y otros ingredientes para cocinar. El posadero invita al rey y a los demás a su posada para probar los platos de Claudio. Durante la cena, Claudio cuenta sobre la difícil situación de los cristianos en Corduba y cómo muchos de ellos buscan el martirio como única salida. Después de la cena, la narradora reflexiona sobre su pasado en Corduba y su amiga Estefanía. Al día siguiente, la narradora y Freya van a la posada de Claudio, donde él les ofrece unos buñuelos de almuyábbanas, un dulce hecho con queso fresco y nata. Finalmente, se preparan para partir hacia Sámanos, donde el rey espera encontrar respuestas y la narradora espera encontrar noticias de su hijo Rodrigo.
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En este capítulo, Alana y los demás continúan su viaje hacia el monasterio de Sámanos. Danila les informa de que podrían haber llegado más rápido si hubieran tomado otro camino, pero Alana explica que su viaje no se basa en la necesidad o la lógica, sino en la emoción y la fe. Alana busca a su hijo perdido y el Rey, movido por una voz lejana, decide visitar el monasterio. Durante el viaje, Agila se adelanta y el jefe de la guardia está inquieto desde que vio a don Alfonso hundirse en el río Navia. En Lucus, se aprovisionan y cambian de monturas, excepto el caballo de Alfonso. Alana y Freya conversan sobre el amor y la elección de pareja. Al llegar a Sámanos, Alana queda impresionada por la belleza y la abundancia del lugar. El abad Dagaredo los recibe con gratitud y Alfonso le pide que dé posada a todos los peregrinos que lleguen. Alana reflexiona sobre la historia de su familia y la importancia de Sámanos en la vida de Alfonso. Finalmente, asisten a una misa de acción de gracias y Alfonso comparte con el abad los detalles del hallazgo de las reliquias en Iria Flavia.
Siguiendo este capítulo, Adosinda le dice a Munia que si quiere proteger a su hijo, debe separarse de él y dejarlo a cargo de los monjes en Sámanos. Adosinda promete luchar para que su hijo, Alfonso, se convierta en rey en el futuro. Munia cumple con su promesa y Alfonso crece en el monasterio, aunque sufre de nostalgia por la ausencia de su madre y la violencia que ha experimentado en su vida. A pesar de su dedicación a la vida monástica, Alfonso nunca ha renunciado a su deber de servir al Reino de Asturias. En el monasterio, Alfonso se siente en casa y encuentra consuelo en sus recuerdos. Sin embargo, también se plantea si su renuncia al matrimonio y a tener hijos se debe al miedo de que sufran como él lo hizo en su infancia. En el monasterio, Alfonso se encuentra con Sisberto, quien resulta ser un seguidor de la herejía adopcionista. Después de un enfrentamiento en el refectorio, Sisberto es condenado a ser enviado a un monasterio en las montañas de Primorias para purgar su pecado. Alfonso también reflexiona sobre la posibilidad de que las reliquias del Apóstol Santiago sean un fraude, pero decide aceptar el regalo de la revelación milagrosa y custodiar el sagrado cuerpo del Apóstol. Al final del capítulo, Alana reflexiona sobre su futuro y considera el convento que están construyendo en Coaña como un refugio ideal para descansar y encontrar paz antes de encontrarse con el Creador.
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En este capítulo, Alana se despierta al amanecer y escucha a los pájaros cantar. Recuerda su infancia en Coaña y cómo temía a las xanas que vivían en la fuente. Ahora, ha aprendido a temer cosas mucho más peligrosas como la guerra, la mentira y la traición. Al recordar su vida en el castro, Alana reflexiona sobre cómo ha cambiado su vida y cómo ahora vive en palacios con sirvientes. Sin embargo, el destino tiene sus propios planes y Agila, el jefe de la guardia real, está gravemente enfermo. Al levantarse, Alana se da cuenta de que Agila está empeorando y le da una infusión para aliviar su fiebre. Freya todavía está durmiendo y Alana la observa con cariño. Alana reflexiona sobre cómo han cambiado sus sentimientos hacia Freya y cómo ahora la ve como una hija. Alana se prepara para el día y se da cuenta de lo cansada que está. A medida que avanzan en su viaje, Alana reflexiona sobre las devastaciones causadas por la guerra y cómo los cristianos reciben un entierro adecuado mientras que los infieles son dejados a pudrirse. Alana también recuerda una parada que hicieron en una casa en ruinas y cómo compartieron un almuerzo frugal. Alana se preocupa por la salud de Agila y se acerca a Danila para pedirle ayuda. Danila menciona el libro de Beato y cómo predijo el fin del mundo en el año 800, pero Alana no está convencida de que se haya equivocado. Alana también se preocupa por Rodrigo y si está pasando por un momento similar. Al llegar a Iria Flavia, Agila se cae del caballo y muere. Alana se siente culpable por haber escuchado su confesión y se pregunta si debería confesar su propia falta de fe. Alana también reflexiona sobre las desgracias que han ocurrido durante su peregrinación y si son señales de algo más oscuro. Alana confiesa su amor por el rey y su lucha interna entre la fe cristiana y las creencias paganas de su madre. Alana siente que todavía hay más desgracias por venir y se prepara para pasar la noche.
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En este capítulo, Alana narra cómo el Rey está inquieto y perturbado por algo relacionado con su padre, Fruela. A medida que avanzan por la tierra de Gallaecia, el Rey revive episodios dolorosos del pasado de su familia. Alana menciona que el Rey ha hablado de la violencia que tuvo que emplear para someter a los rebeldes y del peso que eso ha dejado en su conciencia. También menciona los rumores que circulan en la corte sobre un horrible pecado cometido por el príncipe Fruela. Alana reflexiona sobre el sufrimiento y la fortaleza del Rey a lo largo de su reinado. Luego, relata cómo la comitiva se encuentra con un grupo de bandidos en el camino, pero logran ahuyentarlos. Más tarde, encuentran a un niño que vivía con los bandidos y deciden perdonarle la vida. Continúan su viaje bajo la lluvia y Alana reflexiona sobre la reconstrucción del Reino y la protección de los caminos. Luego, Alana y Nuño se encuentran con unos niños que están buscando oro en un antiguo asentamiento romano. Un monje les explica que muchas personas huyeron de sus hogares durante la caída del Imperio Romano y enterraron tesoros en la esperanza de recuperarlos más tarde. Alana se disculpa con el monje por su falta de conocimiento y continúan su viaje. Alana también menciona el enfado del Rey y su comentario hiriente hacia ella. Alana atribuye su comportamiento a la sombra oscura que lo atormenta. Finalmente, Alana describe el día gris y lluvioso y cómo la niebla los envuelve mientras continúan su viaje.
Siguiendo este capítulo, Alana reflexiona sobre la niebla que siempre ha sido una ventaja defensiva para su pueblo. A lo largo de la lucha, la niebla se ha convertido en su refugio y en un símbolo de su resistencia. Alana también menciona su preocupación por el rey y su deseo de ayudarlo. Mientras cabalgan juntos, el rey y Odoario hablan sobre las campañas militares del padre del rey y la brutalidad que tuvo que emplear para someter a la población. Odoario defiende las acciones del rey y argumenta que eran necesarias para asegurar la retaguardia del reino. Alana recuerda a Bulgano, un sacerdote excomulgado que los salvó en el pasado y que criticaba al rey por su crueldad. Alana también reflexiona sobre sus hijos y su ausencia, especialmente su hija Eliace, que se casó con un conde de Pompaelo. Alana se preocupa por la felicidad de Eliace en su matrimonio. Danila y Odoario discuten sobre el significado de la peregrinación y citan a diferentes autoridades religiosas. Alana se siente cansada y desanimada, pero se anima pensando en su hijo Rodrigo y en la esperanza de reunirse con él en Iria Flavia. Al final del capítulo, Alana consuela a Freya, la hija del conde Aimerico, quien está triste porque no ha logrado ganarse el favor del rey. Alana le aconseja tener paciencia y confiar en el tiempo. También promete hablar con el rey para ayudar a Freya a conseguir lo que desea.
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En este capítulo, la comitiva liderada por el Rey Alfonso se acerca al bosque donde se encuentra el sepulcro del apóstol Santiago. Antes de llegar, hacen una parada cerca de un arroyo para descansar y asearse. Durante este descanso, el Rey comparte un sueño atormentado que ha tenido, en el que su difunto padre, el príncipe Fruela, le pide ayuda desde una isla rodeada de agua púrpura. El Rey busca la interpretación de este sueño y recibe diferentes opiniones de los presentes.
Algunos creen que el sueño es un mensaje del más allá y que el príncipe Fruela podría estar en el Purgatorio, necesitando penitencia y sufragios para alcanzar el perdón de sus pecados. Otros creen que el sueño es un buen augurio para la peregrinación y que el apóstol Santiago intercederá por el padre del Rey ante Dios. La conversación se vuelve tensa cuando se revela que el padre del Rey fue un fratricida, asesinando a su hermano Vímara. Aimerico, un conde, defiende la memoria del padre del Rey, mientras que los clérigos y el abad argumentan que el príncipe Fruela también hizo grandes obras por el Reino y la Iglesia.
Después de la discusión, el Rey decide asistir a una misa para encontrar paz en sus temores. Una vez en camino de nuevo, el Rey parece aliviado y reflexiona en silencio. La narradora, Alana, reflexiona sobre el sufrimiento y la carga que el Rey ha llevado en soledad debido a los actos de su padre. Ella expresa su admiración y amor por el Rey.
Más tarde, Alana escucha una conversación entre los clérigos y el conde sobre la importancia de la figura del apóstol Santiago en la resistencia contra los musulmanes. Se discute la importancia de la fe y la protección divina en tiempos difíciles.
Siguiendo este capítulo, Alana se encuentra viajando junto a la comitiva hacia Iria Flavia. Durante el trayecto, Alana reflexiona sobre la importancia de la unidad y la lealtad en la lucha contra los enemigos del reino. Observa la naturaleza y se pregunta si el perro del rey, Cobre, podría ser algo más que un simple mastín.
Alana recuerda las historias de su infancia sobre los espíritus de los difuntos que regresan en forma de animales y se pregunta si Cobre podría ser la encarnación de algún ancestro del rey. Agradece a Dios por la protección que les brinda el apóstol Santiago y espera que puedan honrar ese don con rectitud.
Durante el viaje, Alana entabla una conversación con Freya sobre sus sentimientos hacia Claudio, un posadero de Lucus. Alana promete hablar con el rey en favor de la causa de Freya. Luego, Alana se acerca al rey y le pide su ayuda para que Freya pueda casarse con Claudio. El rey le asegura que considerará su petición y le dará una respuesta en Iria Flavia.
La comitiva se prepara para reanudar la marcha y Alana se arregla para encontrarse con su hijo Rodrigo en Iria Flavia. A pesar de las dificultades del viaje, Alana mantiene la fe en que las reliquias de Santiago y su hijo estarán allí. Se viste con su mejor ropa y lleva consigo una sortija que le regaló Índaro, esperando que su hijo pueda verla y descubrir la suerte que ha corrido.
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En este capítulo, la protagonista narra su viaje hacia el bosque de Libredón en busca de su hijo Rodrigo, quien se ha convertido en un monje. La protagonista siente una mezcla de emociones mientras se acerca al bosque, donde se dice que se han encontrado las reliquias del apóstol Santiago. Al llegar, la protagonista busca a su hijo entre la multitud y finalmente lo encuentra. Ambos se abrazan con alegría, pero la protagonista nota que Rodrigo no está bien de salud. A pesar de esto, Rodrigo está emocionado por el hallazgo de las reliquias y habla sobre la importancia de la fe y la redención. La protagonista se preocupa por la salud de su hijo y le pide que descanse, pero él está obsesionado con la idea de estar cerca de las reliquias. Luego, el Rey y la comitiva real llegan al bosque y se dirigen hacia el sepulcro del apóstol. La multitud se emociona y se produce un tumulto. Finalmente, el Rey entra en la cámara funeraria y la protagonista se pregunta qué estará sintiendo y pensando en ese momento. El capítulo termina con la protagonista imaginando al Rey orando y suplicando al apóstol por la salvación de su padre y por la protección de Asturias.
Siguiendo este capítulo, la protagonista narra cómo su hijo regresa acompañado de una mujer campesina para contarle el prodigio que ha ocurrido con la hija de esta mujer. La hija, llamada Bricia, era sordomuda desde que vio morir a su padre en un incendio. Sin embargo, el Apóstol Santiago ha obrado un milagro y ha devuelto el habla a Bricia. La protagonista se alegra por este milagro y agradece al Apóstol. Luego, el capítulo se centra en la salida del rey Alfonso de la cámara mortuoria, donde se encontraba el sepulcro del Apóstol. El rey parece emocionado y conmovido por la experiencia y decide construir una basílica en honor al Apóstol. También se menciona que el obispo Teodomiro ha descubierto el sepulcro del Apóstol y ha decidido trasladarse a la aldea de San Félix de Lovio para estar cerca de él. El capítulo termina con la protagonista reflexionando sobre la importancia del hallazgo y la construcción de la basílica, y con la sensación de que su hijo está cerca de la muerte.
Guía del primer camino a Santiago
En este capítulo, se describe el itinerario que sigue Alana en su novela, que coincide con el Camino Primitivo de Santiago. Este camino tiene una longitud de 310 km y se realiza a pie en trece etapas. Durante la época en la que se desarrolla la historia, este camino era la única forma de viajar por vías transitables. En la actualidad, algunos tramos de este camino se conservan y son identificables entre los bosques. Alfonso II, el protagonista de la novela, realiza esta peregrinación siguiendo los caminos abiertos en ese momento y pernoctando en monasterios. El Camino Primitivo fue el que condujo al primer peregrino hasta el sepulcro del apóstol Santiago. La Asociación Astur-Galaica de Amigos del Camino de Santiago se encargó de recuperar este camino entre 1986 y 1988. Los paisajes descritos en la novela son prácticamente idénticos a los actuales, aunque ahora muchos de ellos están habitados. En este capítulo también se mencionan los primeros dos capítulos de la novela, que corresponden a las dos primeras etapas del Camino Primitivo, desde Oviedo hasta Grado y desde Grado hasta Salas. También se menciona el monasterio de San Salvador en Cornellana, que es una parada importante en el camino. El capítulo 3 corresponde a la tercera etapa del camino, desde Salas hasta Tineo, y se menciona el monasterio de Santa María la Real de Obona. El capítulo 4 describe la Ruta de Hospitales, que es la cuarta etapa del camino, y se menciona la mina de oro romana cerca de Montefurado. El capítulo 5 corresponde a la quinta etapa del camino, desde Pola de Allande hasta La Mesa, y se menciona el embalse romano y el pueblo de San Emiliano. El capítulo 6 corresponde a la sexta etapa del camino, desde La Mesa hasta Grandas de Salime, y se menciona el puente romano y el monasterio de Santa María de Berducedo. El capítulo 7 corresponde a las etapas séptima, octava y novena del camino, desde Grandas de Salime hasta Lugo, y se menciona la ciudad de Lugo y sus murallas romanas. El capítulo 8 se desarrolla íntegramente en Lugo y se mencionan las termas romanas y el puente sobre el río Miño. El capítulo 9 se aparta del Camino Primitivo y lleva al Rey hasta el monasterio de Sámanos, ahora llamado Samos. El capítulo 10 corresponde a las etapas décima y undécima del camino, desde Lugo hasta Melide, y se mencionan las calzadas romanas y el puente romano sobre el río Ferreira. El capítulo 11 corresponde a las etapas duodécima y parte de la décimo tercera del camino, desde Melide hasta Lavacolla, y se mencionan los castaños y las piedras talladas en el camino. El capítulo 12 se desarrolla en Lavacolla y se menciona el río y la localidad de Lavacolla. El capítulo 13 recorre los últimos 12 km del Camino Primitivo hasta llegar a Santiago de Compostela, y se menciona el monte do Gozo y la basílica de Santiago. En este capítulo también se mencionan los tesoros históricos y artísticos que se pueden encontrar a lo largo del camino, como los castros, las termas romanas, los dolmenes y los monasterios. El capítulo concluye destacando la importancia cultural y la experiencia inolvidable que supone recorrer el Camino de Santiago.
Sobre este libro
En este capítulo, se nos presenta la historia de Alana de Coaña, personaje principal de la novela histórica "La visigoda" de Isabel San Sebastián. La trama se sitúa en el año 827, donde Alfonso II el Casto, rey de Asturias y aliado de Carlomagno, recibe la noticia de que se han encontrado los restos del apóstol Santiago en un bosque cercano a Iria Flavia. Intrigado por este prodigio, el rey decide dirigirse al lugar para investigar el misterio.
En la comitiva que acompaña al rey se encuentran nobles envueltos en intrigas, soldados valientes, cautivos sarracenos y monjes custodios de oscuros secretos. Esta variada compañía refleja la turbulenta época en la que se desarrolla la historia, con un rey decidido a salvar su reino. Alana, por su parte, se une a la expedición con la esperanza de encontrar a su hijo desaparecido y sin saberlo, se convierte en la narradora de la primera peregrinación jacobea de la historia.
La autora, Isabel San Sebastián, nos cuenta que "La peregrina" narra la peregrinación real que realizó Alfonso II en el siglo IX desde la capital del reino de Asturias hasta un bosque perdido en el finis terrae, en busca de las reliquias del apóstol Santiago. Se dice que este viaje sentó las bases del actual Camino de Santiago. A través de una exhaustiva labor de documentación y su amor por las tierras asturianas y gallegas, la autora ha novelado esta aventura en forma de diario, desde la perspectiva de Alana de Coaña.
Además, la autora considera interesante compartir con el lector algunos datos reales contrastados y el origen de ciertas tradiciones arraigadas en la cultura, por lo que el libro incluye un apartado de notas que profundizan en la documentación histórica. También se incluye una guía del primer Camino de Santiago y su correlación con la novela, para que el lector pueda compararlo con el actual Camino Primitivo y seguir los pasos de los personajes desde Oviedo hasta Compostela.
Con esta invitación, Isabel San Sebastián nos anima a acompañarla en este viaje a través del espacio y el tiempo, sumergiéndonos en la apasionante historia que dio origen al Camino de Santiago.
Notas históricas
En este capítulo, se menciona a un personaje real llamado el Mensajero del Santo, quien dejó su huella en la historia a través de una Biblia maravillosamente manuscrita e iluminada. Esta Biblia, conocida como la Biblia de Danila, fue confeccionada en el siglo IX en Oviedo y está estrechamente relacionada con el rey Alfonso II. Por razones desconocidas, este valioso códice fue trasladado a la abadía de la Santísima Trinidad en Cava dei Tirreni, Italia, donde se conserva actualmente. En 2010, se hizo una edición facsímil de esta Biblia.
También se menciona el Códice Calixtino, que contiene la genealogía del apóstol Santiago y una detallada relación de sus milagros. Este códice, atribuido al papa Calixto, fue redactado en la época de Diego Gelmírez, primer arzobispo de Santiago.
Se explica el significado de la expresión "doncella en cabello" o "muchacha en cabello", que se refiere a una mujer soltera que lleva el cabello suelto. Además, se mencionan las reliquias contenidas en el arca de la catedral de Oviedo, entre las que destaca el Santo Sudario, que se cree que cubrió el rostro de Jesucristo después de su muerte en la cruz.
Se habla de la leyenda sobre el origen de la Cruz de los Ángeles, que afirma que fue realizada por dos ángeles que tomaron la forma de peregrinos. Se discuten diferentes teorías sobre el origen de esta cruz, relacionándola con los orfebres lombardos o anglos.
Se menciona la leyenda del tributo de las cien doncellas, que habla de la entrega de vírgenes cristianas a los harenes musulmanes como reconocimiento de vasallaje. Aunque esta tradición ha sido descartada por la historiografía, ha dejado una profunda huella en el norte de España.
Se explica el significado de las mansiones y mutaciones en las antiguas calzadas romanas, que eran lugares de descanso y cambio de caballos para los viajeros. También se habla del monasterio de San Julián de Samos, cuyos orígenes se remontan al año 781.
Se menciona una frase de don Claudio Sánchez Albornoz sobre los paisajes y pueblos. También se habla del último aquelarre de brujas documentado en Asturias, que se celebró cerca de un embalse en el puerto del Palo.
Se menciona el códice que reproduce el itinerario de Egeria, escrito en el siglo XI en el monasterio de Monte Casino. Se habla de las tierras de explotación y propiedad individual en las aldeas del Reino de Asturias en el siglo IX.
Se menciona la embajada enviada por el Rey Casto a Carlomagno en el año 797, así como la importancia del Camino Francés de peregrinación a Santiago, que es la ruta más popular y transitada.
Se habla de la presencia de magos y brujas en Europa hasta la época en que se desarrolla la novela, y de las prohibiciones impuestas por los musulmanes a las iglesias cristianas.
Se menciona al poeta Abulmajxí, quien fue cegado por el futuro emir Hixam por escribir versos enaltecidos a su medio hermano Suleiman. También se habla de la historia de una profecía y de un ciprés milenario.
Se explica la ausencia de hospederías y albergues en el Camino Primitivo y la necesidad de pernoctar en ermitas o cárceles. Se menciona un fragmento del sermón atribuido al papa Calixto sobre la importancia de visitar el patrimonio de Santiago.
Se habla de la batalla de Pontubio, en la que Alfonso II aniquiló a 54,000 musulmanes, y del combate entre Alfonso II y su hermano Vímara. También se mencionan los mapamundis de los beatos, que representan el mundo conocido en la época.
Se menciona la devoción de Santiago como defensor de España y la leyenda de la aparición de la Virgen María en Zaragoza. También se habla del saqueo de Santiago de Compostela por parte de Almanzor en el año 997.
Se mencionan las primeras donaciones de reyes asturianos a la comunidad monástica encargada de custodiar el sepulcro de Santiago y la falta de hospitales en el Camino Primitivo.
En este capítulo, se mencionan varios aspectos históricos y leyendas relacionadas con el Camino de Santiago, así como detalles sobre personajes y lugares importantes en la trama de la novela.
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