Estaciones de paso

8 minutos

Demostración de la existencia de Dios

En este capítulo, el narrador, Rafa, se dirige a Dios en un monólogo en el que expresa su frustración y descontento con la vida. Comienza hablando de su hermano Ramón, quien murió de leucemia a los diecisiete años. Rafa recuerda cómo Ramón le pidió que lo enterraran con la bandera del Atlético de Madrid, y aunque el tío Ignacio se opuso, Rafa prometió cumplir su deseo. Rafa también menciona a su hermana Mónica, quien está enferma y necesita transfusiones de sangre. Rafa se siente impotente y enfadado con Dios por las desgracias que han ocurrido en su vida. A pesar de todo, Rafa expresa su amor por su familia y su pasión por el Atlético de Madrid. Termina el capítulo diciendo que ya no cree en Dios y que no quiere tener nada que ver con él.

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En este capítulo, el narrador recuerda la llegada de un hombre joven a la sastrería de su abuelo en Madrid. El hombre resulta ser un torero llamado Chenel, y el abuelo del narrador es un famoso sastre de toreros. El abuelo y Chenel se miran en silencio antes de hablar, y el abuelo le recomienda a Chenel que use trajes de torear blancos y dorados en lugar de oscuros. Chenel sigue el consejo del abuelo y encarga tres trajes de torear en colores blanco, celeste y rosa. El abuelo cree que el éxito de Chenel se debe a la sangre de un toro blanco que salpicó uno de los trajes que él mismo había cortado y cosido. Sin embargo, el abuelo no le gusta hablar de esto.

El abuelo es un hombre callado y sabio, y su forma de hablar es directa y sin rodeos. A pesar de su sabiduría, no es popular en la familia. Los hermanos del narrador le tienen miedo, su padre no se entiende con él y su madre le guarda rencor. A pesar de esto, el abuelo se porta bien con su familia y les invita a vivir con él en el piso encima de la sastrería después de la muerte de su esposa. Sin embargo, el abuelo se retira y deja el negocio en manos de su hijo, quien se convierte en el nuevo sastre de toreros. Aunque es un buen sastre, el padre del narrador no comparte la pasión de su padre por los toros. El abuelo le aconseja que cambie de negocio, pero el padre se ofende y cambia de tema.

El narrador, que es la nieta del abuelo, se enamora de los toros y comienza a ir a las corridas con él. Aprenden a mirar y entender las corridas juntos, y el abuelo está orgulloso de su nieta. Sin embargo, el abuelo muere repentinamente de una embolia, y el narrador queda devastado. Después de su muerte, el negocio de la sastrería comienza a declinar y el padre del narrador despide a las costureras. El narrador decide estudiar orfebrería en lugar de ir a la universidad y consigue un trabajo en una tienda de novias. El narrador se siente aliviado de no tener que hablar con su padre sobre los toros y comienza a trabajar en la tienda.

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En este capítulo, la protagonista narra su experiencia trabajando en la tienda de ropa de Arturo y Alejandra. Aunque ella preferiría aprender a bordar, se encuentra arrastrando los pies por los pasillos del metro de camino a su trabajo. La tienda, ubicada en una calle cara de Madrid, está organizada de manera misteriosa, con maniquíes sin brazos ni cabeza exhibiendo diferentes modelos en los ventanales. En el interior, la protagonista descubre que la ropa se encuentra en los paneles y espejos de las paredes. A pesar de la apariencia elegante de la tienda, la protagonista se da cuenta de que todo es falso y que los propietarios buscan empequeñecer a los clientes y hacerles sentir ignorantes. A medida que trabaja en la tienda, la protagonista se da cuenta de que todo es una farsa y que los clientes son engañados para gastar grandes sumas de dinero en ropa de marca. Además, descubre que Alejandra sufre de bulimia y se provoca el vómito en el baño de la tienda. La protagonista también se encuentra con un cliente que reconoce como el nieto de Manolo Martín, un famoso torero. A pesar de la aparente riqueza y éxito de los clientes, la protagonista se da cuenta de que todos están vacíos y que la verdad y la autenticidad están ausentes en ese mundo.

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En este capítulo, Paloma está en el almacén del negocio de moda cuando llega una mujer misteriosa. La mujer tiene una apariencia extraña, con una frente muy grande y el cráneo al aire. Resulta ser la abuela de la familia que son clientes habituales de la tienda. La abuela trae a su nieta, Macarena, que se va a casar y necesita vestidos para la boda. La abuela es una mujer rica y dominante, y todas las mujeres de la familia la tratan con mucho respeto. Paloma se da cuenta de que la nieta cojea y se sienta aparte en una butaca, leyendo un libro. Paloma se siente atraída por la nieta y se da cuenta de que nadie parece notarla. Paloma decide ayudar a la nieta a elegir un vestido para la boda, a pesar de la oposición de la abuela. Paloma convence a la nieta de que se pruebe un vestido precioso que ha escondido en el almacén. La nieta se ve hermosa con el vestido y todos quedan impresionados. La abuela se enfada, pero Paloma se siente satisfecha de haber ayudado a la nieta a sentirse especial. Al final del capítulo, Paloma se despide de su trabajo y se dirige a la sastrería de su abuelo, donde espera a un torero joven y ambicioso.

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En este capítulo, el narrador recuerda cómo su esposa le mostró los planos de la casa que habían comprado y él le pidió un cuarto para él solo. A pesar de que su esposa le advirtió sobre el pasillo largo y feo que se formaría en el vestidor, él estaba contento de tener un espacio para estar solo los miércoles por la noche, cuando su esposa veía su programa de televisión favorito. Mientras tanto, el narrador recuerda las fiestas de cumpleaños de su abuelo Carlos, donde todos sus primos se reunían y cantaban una canción para recibir regalos. También recuerda una vez en la que se encontró con su primo Carlos en el monte y este le pidió que lo acompañara a Madrid. El narrador estaba emocionado por volver a la ciudad en pleno agosto, ya que sus padres siempre evitaban ir a Madrid durante ese mes. Además, el narrador menciona que su primo Carlos le habló sobre la dictadura de Franco y la situación política y social en España.

Siguiendo este capítulo, el narrador comienza expresando su descontento con el país y luego su primo Carlos le revela el contenido del paquete que desenterró. Resulta ser armas de papel, folletos y octavillas para difundir la verdad y animar a la gente a luchar contra la realidad opresiva. El narrador admira a Carlos por su valentía y compromiso, y se siente inferior a él. Luego, el narrador y Carlos van en coche a la casa de los abuelos en Madrid. El narrador está tan emocionado que no se da cuenta de dónde van hasta que llegan. Esa noche, el narrador está inquieto y no puede dormir. Ordena papeles y trata de concentrarse, pero su mente está llena de recuerdos y pensamientos. Finalmente, se levanta y va a su habitación, donde encuentra una placa de descarga que usa para proteger sus dientes. Luego, recuerda su amistad con Mila y Ricardo, y cómo su relación con Mila nunca funcionó. También recuerda cómo Ricardo se enamoró de un camarero y cómo los tres volvieron a ser amigos después de eso. El narrador también menciona que Mila es adicta a las drogas y que él a veces le pide ayuda para dormir. Luego, el narrador fuma un porro y se va a la cama. Al día siguiente, su hija le dice que se ve feo y él se da cuenta de que se olvidó de afeitarse. Luego, el narrador tiene una discusión con Sonia sobre su forma de vida y su falta de compromiso. Después de la discusión, el narrador se va en coche a un pueblo de la sierra y luego regresa a casa, donde encuentra a Sonia arreglada y con comida japonesa para cenar. El narrador recuerda cómo se conocieron y cómo su relación ha cambiado a lo largo de los años. Al día siguiente, el narrador se afeita y reflexiona sobre su soledad y su distanciamiento de las personas que solía querer. Su hija le dice que ha mejorado un poco, pero él sabe que todavía tiene mucho camino por recorrer.

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En este capítulo, el narrador recuerda cómo su hija le recordó que tenía que llevar unos papeles de la casa de Apodaca. Después de dejar a su hija en el colegio, revisa los papeles en los semáforos en rojo. El narrador explica que hace años hizo un acuerdo con sus hermanos: él estudia los papeles y decide qué acuerdos les convienen o perjudican, y luego los invita a comer para explicárselo. A cambio, sus hermanos lo representan en reuniones que él odia. Bea, su hermana, lo representa en la casa de Apodaca, un edificio antiguo y complicado de gestionar. Miguel, su otro hermano, hace lo mismo en Jorge Juan, una casa más pequeña. Cuando su prima María les envía las actas de las reuniones, se vuelven a reunir los tres. Bea le pide un favor al narrador: que lo represente en una reunión en la que se discutirá la venta y rehabilitación de la casa de Apodaca. El narrador acepta y se dirigen a la casa. Allí encuentran a Emilio y Carmela, una pareja que está pasando unos días en la casa. Después de una breve conversación, el narrador se siente atraído por Carmela y se despide de ellos con abrazos.

Siguiendo este capítulo, el protagonista regresa a casa después de haber estado en el hospital y haber asistido a un funeral. Aunque ha perdido muchas cosas, decide vender la casa de su abuelo. Al llegar a la casa, se da cuenta de que no hay electricidad y que todo está abandonado y polvoriento. A pesar de esto, decide quedarse hasta la reunión que tiene más tarde. Mientras espera, recuerda a su hermana Bea y a su amigo Carlos, y se encuentra con una mujer en un bar. Hablan y se dan cuenta de que se conocen de antes, pero no logran recordar dónde. La mujer se va y el protagonista regresa a la casa de sus abuelos, donde se encuentra con su prima Valeria. Hablan y deciden no vender la casa. En ese momento, el primo Carlos los ve y se marcha. Luego, Bea propone votar sobre la venta de la casa y el protagonista levanta la mano en contra. Carlos se va sin despedirse y Valeria se alegra de la decisión. El protagonista se da cuenta de que el futuro se ha consumido y que el destello más luminoso de su vida ha sido estar con Valeria.

Capítulo sin nombre 7

En este capítulo, la narradora cuenta cómo intenta cocinar el plato favorito de su padre, un budín de atún, pero fracasa en sus primeros intentos. A pesar de no haber elegido cocinar, se encarga de dar de comer a su familia desde que su padre tuvo un accidente y quedó postrado en una cama. Aunque al principio le costaba enfrentarse a la situación, con el tiempo se acostumbra y prefiere ver a su padre sufrir con un mínimo de conciencia que verlo inmóvil. La narradora relata cómo cambia y cuida a su padre, y cómo se siente atraída por Rober, el amigo de su padre que trabaja en el taller. Un día, en el mercado, un hombre la confunde con otra persona y la abraza, lo que despierta en ella un sentimiento de nostalgia y melancolía. La narradora también menciona que su madre ha empezado a salir por las noches y que tiene un novio, lo que le genera cierta incomodidad. A pesar de todo, la narradora sigue intentando cocinar el budín de atún y no se rinde en su empeño.

Siguiendo este capítulo, la protagonista reflexiona sobre la enfermedad de su padre y cómo ha cambiado su vida. Recuerda cómo besó a su padre mientras dormía y se da cuenta de que la vida nunca volverá a ser como antes. Siente un profundo vacío y añora la oportunidad de conocer a su padre como realmente era antes de su enfermedad. La protagonista también reflexiona sobre su relación con David, su novio, y decide terminar con él porque no siente nada por él. A pesar de esto, la protagonista se siente atraída por Rober, un hombre mayor y casado. Aunque sabe que no debería enamorarse de él, no puede evitar pensar en él constantemente. La protagonista también celebra su cumpleaños y recibe regalos de su familia. Finalmente, decide hacer un budín de atún con mayonesa para su padre y llora al darse cuenta de que él ya no puede recordar las cosas. Termina el capítulo con una sensación de tristeza y confusión sobre la vida.

Capítulo sin nombre 8

En este capítulo, Tomás narra cómo conoce a Adolfo, un hombre mayor que viene a la Casa de Campo a ver a Fernanda, una prostituta colombiana. Adolfo es un observador de mujeres y considera a Fernanda como la reina, la más hermosa de todas. Tomás se siente atraído por Fernanda y la compara con la música, ya que cuando la ve, siente una mezcla de alegría y asombro. Adolfo y Tomás entablan una amistad y Tomás le cuenta a Adolfo sobre su pasión por el violín y su deseo de convertirse en músico. Adolfo le aconseja que siga su pasión y le dice que tiene talento. Tomás también menciona a Nancy, la hermana de Fernanda, quien trabaja para ella y espera a su "doctorcito" que nunca regresa. Tomás invita a Nancy a comer todos los días y siente compasión por ella debido a su apariencia y su situación. Un día, Tomás decide tocar el violín para Nancy y ella se muestra indiferente y lo insulta. Tomás se siente herido y confundido. Adolfo le aconseja que no se preocupe por Nancy y que siga adelante. Tomás decide tocar el violín para Fernanda y ella lo invita a un lugar apartado. Después de su encuentro, Tomás regresa con Adolfo y se da cuenta de que Mozart, Brahms y Corelli lo miran con nostalgia y lágrimas en los ojos. Nancy está furiosa y Tomás no se atreve a mirarla.

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