La leyenda del ladrón

50 minutos

Capítulo sin nombre 1

En este capítulo, el comisario de abastos del rey, Miguel de Cervantes Saavedra, lidera una comitiva encargada de reunir trigo para la Grande y Felicísima Armada que Felipe II está preparando para invadir Inglaterra. A pesar de su orgullo y responsabilidad, sabe que no será tarea fácil, ya que los campesinos y terratenientes no estarán contentos con las requisas de grano. A medida que avanzan por el camino, llegan a una venta abandonada donde descubren un cadáver con signos de peste. A pesar del peligro, el comisario decide entrar para buscar posibles sobrevivientes y encuentra a un niño junto al cuerpo de su madre. A pesar de las dificultades, decide llevar al niño a Sevilla para buscarle un lugar seguro. Al llegar a la ciudad, el comisario tiene que convencer a los guardias de dejarlo entrar con el niño, y finalmente lo lleva a un orfanato. A cambio de su ayuda, el comisario paga una suma de dinero al fraile encargado del orfanato. Antes de partir, el fraile le pregunta su nombre para poder rezar por él, y el comisario se identifica como Miguel de Cervantes Saavedra, comisario de abastos del rey.

I

En este capítulo, se anuncia el regreso de la flota de las Indias a Sevilla a través del repique de campanas de la catedral. Los sevillanos se preparan para recibir los barcos cargados de plata y oro, mientras los comerciantes y artesanos se frotan las manos ante la perspectiva de nuevos negocios. Sancho, un huérfano que trabaja como esportillero para ganarse la vida, también se dirige al puerto para presenciar el acontecimiento. En su camino, se encuentra con un peltrero al que ofrece su ayuda, pero es rechazado. Sancho se siente humillado y hambriento, ya que no ha tenido suerte con los clientes ese día. A pesar de ello, se emociona al presenciar el desembarco de los barcos en el Arenal, el famoso lugar de comercio de la ciudad. Después de disfrutar del espectáculo, Sancho se da cuenta de que está atrasado para sus clases en el orfanato y se apresura a regresar. En su camino de vuelta, se encuentra con una comitiva que transporta oro de las Indias y, en un intento de cruzar la calle, provoca un accidente que hace que las monedas de oro se derramen por el suelo. Sancho es obligado por un guardia a buscar una moneda en un canal de aguas sucias, pero en lugar de hacerlo, lanza excrementos al guardia y escapa con una moneda de oro en su poder.

II

En este capítulo, Sancho es perseguido por un guardia que intenta atraparlo. A pesar de sus esfuerzos por escapar, el guardia se acerca cada vez más. Sancho se da cuenta de que ha cometido un error al llegar a una callejuela sin salida. Sin embargo, justo cuando el guardia está a punto de golpearlo con su espada, la hoja se desvía y lo golpea en la espalda, detenida por la esportilla que lleva puesta. Sancho aprovecha la oportunidad para trepar por una escombrera y escapar. Sin embargo, es capturado por un enano que le exige la moneda que lleva consigo. Sancho, exhausto y sin fuerzas para resistirse, le entrega la moneda. El enano coloca la moneda sobre una piedra y la luz del sol crea un reflejo dorado en forma de cruz de Jerusalén. Luego, el enano lleva a Sancho a un portal donde se esconden justo a tiempo, ya que el guardia enfurecido los busca. El enano le explica a Sancho que el guardia es el capitán Groot, el guardaespaldas personal de Francisco de Vargas, y que ha cometido un error al meterse con él. Sancho muestra nostalgia por su vida anterior en el campo y el enano le advierte sobre la importancia de Vargas. Sin embargo, Sancho decide que no está interesado en el oficio de ladrón y se va apresuradamente. El enano le grita que pregunte por Bartolo de Triana en el Malbaratillo antes de que Sancho se aleje corriendo.

III

En este capítulo, Sancho llega tarde al comedor del orfanato y decide entrar por detrás para evitar hacer fila. En su camino, se encuentra con Monterito, uno de los matones del orfanato, y sus secuaces acosando a un niño nuevo. Sancho intenta intervenir, pero es superado en número y termina siendo castigado por el hermano ecónomo. Luego, Sancho se encuentra con fray Lorenzo, el prior del orfanato, quien le comunica que no lo recomendará para trabajar en la casa de los Malfini, un empleo al que Sancho aspiraba. En cambio, fray Lorenzo decide enviarlo a trabajar como mozo de taberna durante seis meses como castigo por su comportamiento problemático. Sancho acepta en silencio, aunque se siente avergonzado y enfadado por la decisión del fraile.

IV

En este capítulo, el capitán Erik Van de Groot llega al patio de la mansión de Vargas después de haber sido humillado por un joven. Los perros del lugar se apartan de él, mostrando su temor hacia las botas de cuero del capitán. Groot se calma al entrar en el jardín interior, donde el aroma de las flores contrarresta el mal olor del exterior. Luego, pide a un criado que le traiga agua y una toalla para limpiarse. Mientras se asea, Groot recuerda cómo comenzó a trabajar para Vargas hace dieciséis años, cuando este último buscaba un guardaespaldas. Vargas era un hombre de negocios importante y discreto, cuya fortuna era considerable. A pesar de su apariencia modesta, Vargas renovaba constantemente las plantas del jardín y tenía muebles de alta calidad en su casa. Después de asearse, Groot se dirige al estudio de Vargas, donde se encuentra con el banquero genovés Ludovico Malfini. Vargas le entrega a Malfini un documento que indica que el cargamento de oro de las Indias podría ser incautado por el rey Felipe II. Vargas y Malfini discuten sobre las consecuencias de esta incautación y cómo podrían evitarla. Vargas sugiere sobornar o amenazar al funcionario encargado de ratificar la decisión en la Casa de la Contratación. Mientras hablan, Vargas siente un intenso dolor en la pierna y cae al suelo gritando.

V

En este capítulo, Sancho se encuentra frente a la taberna del Gallo Rojo, donde va a trabajar por primera vez en su vida dependiendo de un extraño. A pesar de sentir miedo, decide entrar y se encuentra con un lugar pequeño y abarrotado. El tabernero, llamado Castro, le ordena que vaya a fregar los platos y Sancho trabaja durante tres horas sin que le den comida. Intenta distraer su hambre comiendo la piel de una cebolla. Finalmente, los clientes se van y Castro invita a Sancho a sentarse a comer. Durante la conversación, Castro le hace preguntas sobre el trabajo en la taberna y Sancho responde correctamente. Castro le advierte que en días de mucha afluencia de gente, como la feria de ganado o la Semana Santa, debe trabajar más rápido. Sancho se compromete a esforzarse y Castro le permite sentarse a comer.

VI

En este capítulo, Francisco de Vargas, un hombre valiente y de principios firmes, se encuentra enfermo y resistió más de un día sin llamar a un médico debido a su creencia de que los médicos quitan más vidas de las que curan. Sin embargo, su ama de llaves, Catalina, decide tomar una decisión y llama a Clara, la hija de Catalina, para que vaya a buscar al médico Monardes. A pesar de la resistencia de algunos criados, Clara se dirige a la casa del médico en medio de la noche. En el camino, se encuentra con varios peligros, como borrachos y corchetes, pero finalmente llega a la casa de Monardes. Después de convencer al médico de que su amo realmente necesita ayuda, Clara regresa con él a la mansión de Vargas. Monardes atiende a Vargas y, después de un tiempo, sale de la habitación y le pide a Catalina y a Clara que preparen una cama para él. El capítulo termina con Monardes diciendo que Vargas está durmiendo y que él también necesita descansar.

VII

En este capítulo, Sancho trabaja en la taberna y se enfrenta a las dificultades y maltratos del tabernero, Castro. A pesar de esto, Sancho se siente agradecido por la comida que le proporciona Castro. Durante su estancia en la taberna, Sancho se encuentra con un huésped misterioso, un irlandés que huye de la persecución religiosa. Sancho intenta comunicarse con él en inglés, pero el irlandés está demasiado borracho para entenderlo. El irlandés causa un alboroto en la taberna y Castro amenaza con golpearlo. Sancho interviene y logra calmar al irlandés. Descubre que el irlandés es Guillermo de Shakespeare, un actor y poeta. A pesar de la tensión entre España e Inglaterra, Sancho decide proteger a Shakespeare y ayudarlo a subir a su habitación. Antes de irse, Shakespeare se presenta y revela su identidad.

VIII

En este capítulo, Monardes le comunica a Vargas que ya no podrá seguir atendiéndolo debido a su avanzada edad y su deseo de regresar a su huerto. Vargas, preocupado por su enfermedad de gota, intenta persuadir a Monardes ofreciéndole más dinero, pero el médico se niega. Sin embargo, Monardes propone una solución: que Vargas le entregue a su esclava, Clara, para que ella aprenda de él y lo asista en su enfermedad. Aunque Vargas muestra cierta reticencia, finalmente acepta la propuesta y permite que Clara se vaya con Monardes, con la condición de que ella lo atienda diariamente y regrese a su casa cuando él muera.

IX

En este capítulo, Sancho regresa a la taberna después de dejar a Guillermo, el falso irlandés. Allí se encuentra con Castro, el tabernero, quien le exige el dinero por el vino que abrió. Sancho se da cuenta de que cometió un error al no pedir el pago por adelantado y teme la reacción de Castro. El tabernero se enfurece y golpea a Sancho, quien intenta escapar pero es detenido y golpeado nuevamente. Finalmente, Sancho pierde el conocimiento.

Cuando Sancho despierta, siente un intenso dolor en las costillas y descubre que está en el cuarto de los trastos, tendido sobre una manta. Guillermo, el inglés, está a su lado y le está limpiando las heridas con un trapo mojado en vino. Sancho se culpa a sí mismo por haberse metido en problemas por culpa de Guillermo. Los dos comienzan a hablar sobre el olvido y el dolor, y Sancho le pregunta a Guillermo qué hace en Sevilla. Guillermo no revela su verdadera razón y le dice a Sancho que no puede decírselo. Sancho le pide a Guillermo que le consiga un buen empleo, pero Guillermo le dice que él mismo está buscando trabajo. Sancho se siente desesperado y piensa que su suerte no ha cambiado desde la llegada de los galeones. Guillermo le habla sobre la igualdad entre el rey y el esclavo, y Sancho se pregunta qué busca en la vida. Guillermo cuenta la historia de Robin Hood y cómo se convirtió en un ladrón para ayudar a los campesinos. Sancho se interesa por la historia y Guillermo decide contarle una versión hermosa del final de la historia.

X

En este capítulo, Clara se niega a cumplir la petición de su madre de estudiar con el médico Monardes. Catalina, su madre, le da una bofetada y le ordena que vaya. Clara recuerda cómo su madre fue esclava y sufrió mucho, y cómo ella misma nunca ha experimentado esas dificultades. A pesar de no entender por qué su madre insiste en que aprenda con Monardes, Clara decide cumplir su deseo y acepta ir a estudiar con él.

Cuando Clara llega a la casa de Monardes, se da cuenta de que el lugar parece menos oscuro y más acogedor durante el día. Monardes le dice que a partir de ahora la llamará Clara y él será su maestro. Comienzan a hablar sobre la lectura y Clara menciona los libros que ha leído, pero Monardes le dice que debería leer a fray Bartolomé de las Casas en lugar de novelas de caballerías. Luego, Monardes le explica a Clara que Vargas, su amo, sufre una enfermedad incurable y que ella deberá cuidarlo para hacer su vida más llevadera. Clara acepta la tarea, a pesar de la reacción violenta de Monardes cuando ella muestra dudas.

Monardes pone a prueba a Clara y le advierte que si no demuestra interés y dedicación, la devolverá a su amo. Clara suplica que no lo haga, ya que eso rompería el corazón de su madre, quien desea que Clara compre su libertad en el futuro. Aunque Monardes considera que es un objetivo casi imposible, decide darle una oportunidad a Clara y comienza a enseñarle.

XI

En este capítulo, Sancho se recupera de la paliza que le dio Castro y pasa cuatro días en cama. Durante su convalecencia, Castro le lleva comida y le recuerda la importancia de pagar por adelantado. Sancho apenas come debido al dolor y la incomodidad, pero escucha las historias de Guillermo sobre Robert Hood, un ladrón justiciero. Las historias despiertan algo en Sancho y comienza a planear su escape de la taberna. Decide ir a ver a fray Lorenzo y luego buscar al enano Bartolo para que le enseñe a robar mejor. El quinto día, Sancho se levanta y toma un cuchillo de la cocina antes de dirigirse a la habitación de Castro. Sin embargo, decide no matarlo y en su lugar, baja a la cocina y rompe los barriles de vino, creando un desastre. Sancho sonríe pensando en el susto que le dará a Castro y en el cuchillo que dejó clavado cerca de su cara.

XII

En este capítulo, Clara tiene su primer día con el médico Monardes. Él la lleva al huerto de la casa, que contrasta con la fachada deslucida. Clara queda impresionada por la variedad de plantas y los ingeniosos sistemas de riego. Monardes le explica la importancia del agua y cómo el cuerpo humano también está compuesto por líquido. Clara menciona un gato que murió de sed y Monardes lo relaciona con el instinto de buscar agua. Luego, el médico le muestra las diferentes plantas y sus usos medicinales. Clara reflexiona sobre la desigualdad en la alimentación y Monardes le explica cómo la comida puede enfermar a las personas. Después de trabajar en el jardín, Clara recibe lecciones teóricas sobre medicina y aprende a hacer un ungüento. Monardes le pide que lo aplique en el pie de su amo. Clara se despide y pregunta si puede volver al día siguiente, a lo que Monardes responde que sí, pero que aún está en prueba.

XIII

En este capítulo, Sancho huye del Gallo Rojo por las calles desiertas de Sevilla. Empapado y con un olor a vino terrible, busca refugio en el callejón del Yunque, donde los herreros ya están trabajando. A pesar de las miradas amenazadoras de los artesanos, Sancho se acerca a las fraguas para secar su ropa. Sin embargo, la tela se endurece y le provoca picazón en la piel.

Sancho se da cuenta de que no tiene un lugar donde dormir ni medios para ganarse la vida. En ese momento, choca con un niño esportillero que intenta arrebatarle su esportilla. Sancho piensa en escapar con ella, pero finalmente decide darle consejos al niño sobre cómo conseguir trabajo en la plaza del duque de Arcos.

Después de cruzar las murallas de la ciudad, Sancho se esconde cerca del río Betis para lavar su ropa. Intenta atrapar peces para comer, pero no tiene éxito. Mientras espera a que su ropa se seque, reflexiona sobre los eventos recientes y siente remordimiento por sus acciones. A pesar de todo, se consuela pensando que es mejor estar al aire libre que sufriendo palizas.

Sancho pasa la noche escondido cerca de la muralla y apenas duerme. Al día siguiente, observa a las señoras adineradas que van a misa en carruajes y siente el deseo de quitarles lo que tienen de más. Pasando la noche en un socavón, Sancho se despierta con los balidos de un rebaño de ovejas y decide buscar a Bartolo en el mercado del Malbaratillo.

XIV

En este capítulo, Sancho visita el Malbaratillo por primera vez. Aunque esperaba encontrar un lugar peligroso, descubre que es solo un mercado de comercio en Sevilla. Los tenderos se burlan de él cuando pregunta por el enano Bartolo. Sancho se enfada y está a punto de pelearse con uno de ellos, pero Bartolo lo detiene y le enseña la primera lección: tener ojos en la nuca. Bartolo cuenta su historia a Sancho, desde su infancia en Cádiz hasta convertirse en bufón del rey Felipe en Sevilla. Después de seis años, el chambelán lo despide y lo deja en la calle. Bartolo se encuentra con unos ladrones y se une a ellos, comenzando su carrera como ladrón. Sancho le cuenta a Bartolo sobre su pasado en la venta y cómo huyó después de ser maltratado por el dueño. Bartolo le dice que no se preocupe y que su venganza contra el tabernero fue suficiente. Luego, Bartolo lleva a Sancho a la Puerta del Arenal y le enseña a ser cauteloso y a mentir para evitar ser reconocido.

XV

En este capítulo, Sancho y Bartolo llegan a Sevilla y caminan por la ciudad. Bartolo le dice a Sancho que debe aprender a conocer la ciudad y le enseñará cómo ser un ladrón en Sevilla. Llegan a la plaza de San Francisco y Bartolo le pide a Sancho que le diga qué ve. Sancho solo menciona objetos y Bartolo le dice que debe aprender a mirar. Sancho trepa a unas cajas para tener una mejor vista y finalmente ve a un hombre robando una escudilla en un puesto de alfarería. Bartolo le advierte que no apunte y le muestra a otro hombre con un sombrero de fieltro que está siendo robado. Bartolo le explica a Sancho cómo cambian rápidamente las fortunas y cómo todos están robando en la plaza. Sancho se da cuenta de que todos están robando y Bartolo le dice que cuando aprenda a mirar, aprenderá a vivir. Luego, escuchan un barullo en el centro de la plaza y deciden ir a ver qué está sucediendo.

XVI

En este capítulo, Clara se arrepiente de haber invitado a su madre a acompañarla a la plaza de San Francisco. A medida que van de compras, Catalina critica las elecciones de Clara y muestra su disgusto. Clara intuye que el comportamiento de su madre está relacionado con su aprendizaje en casa de Monardes. A pesar de estar agotada por su trabajo en el huerto del médico, Clara intenta acercarse a su madre, pero Catalina no se lo pone fácil. En un intento desesperado por descubrir qué le preocupa a su madre, Clara menciona que el amo podría preferirla a ella, lo que provoca una fuerte reacción en Catalina. Mientras discuten, un niño esclavo negro se acerca a Clara buscando ayuda y es reclamado por su dueño, un noble llamado Félix de Montemayor. El noble golpea al niño y este cae y se golpea la cabeza, muriendo en el acto. Clara acusa al noble del asesinato y el alguacil interviene. Sin embargo, el noble se presenta como un caballero veinticuatro y el alguacil se ve obligado a obedecerlo. En ese momento, un joven desconocido aparece y revela que Clara también es una esclava. La multitud se burla de Clara y ella huye humillada. El joven desaparece misteriosamente.

XVII

En este capítulo, Sancho regresa junto a Bartolo después de haber salvado a Clara, la esclava. Bartolo se muestra satisfecho por el éxito de la distracción y aprovecha para robar algunas cosas. Sancho comenta que si hubiera sabido quién era el dueño de Clara, la habría dejado que se la llevaran los alguaciles, recordando el incidente con el capitán que lo persiguió por el oro del rico comerciante. Bartolo menciona que Clara podría ser aprendiz en casa de un médico y que Monardes, el mejor médico de Sevilla, recientemente tomó una nueva ayudante, una esclava caribeña.

Sancho se siente atraído por la belleza y la valentía de Clara, pero intenta apartar esos pensamientos de su mente. Bartolo lo lleva a su lugar de descanso, que resulta ser una covacha en la muralla de la ciudad. Sancho se sorprende por las condiciones precarias del lugar, pero Bartolo le muestra una salida secreta que le permite salir al Arenal sin ser visto.

En los meses siguientes, Sancho aprende de Bartolo diferentes técnicas de robo y engaño. Bartolo le enseña a mentir, a fingir lesiones y a robar sin ser descubierto. Sancho también aprende a llorar recordando la imagen de su madre enferma. Aunque Sancho disfruta de los dátiles, Bartolo le recuerda que debe dedicar más tiempo al robo que a los caprichos personales.

Sancho se da cuenta de que Bartolo gasta mucho dinero en el juego y se pregunta por qué siempre está corto de dinero. Un día, Sancho sigue a Bartolo y lo ve entrar en un garito de juego. Comprende entonces por qué Bartolo está siempre enfadado los viernes por la mañana. A pesar de que Bartolo le prohíbe seguirlo, Sancho decide aprender a jugar a las cartas para entender mejor la pasión de su maestro.

Al final del capítulo, Sancho y Bartolo tienen una conversación en la que Bartolo elogia la habilidad de Sancho para mentir y acepta enseñarle a jugar a las cartas, pero le advierte que lo hará al día siguiente debido a su mala suerte en ese momento.

XVIII

En este capítulo, Sancho se despierta por los ronquidos del enano y decide aprovechar el tiempo libre que tiene para explorar la ciudad. Durante su paseo, sigue a diferentes personas y se divierte con la idea de soltar las gallinas de un carro. En su camino, entra a un bodegón y disfruta de un chorizo frito. Luego, le pide al bodegonero que le indique la dirección de la casa del médico Monardes. El bodegonero le da algunas noticias y finalmente le indica dónde se encuentra la casa del médico. Sancho se dirige hacia allí y se detiene frente a la casa, reflexionando sobre sus intenciones. Mientras observa el huerto trasero de la casa, ve a Clara, la esclava, trabajando bajo la supervisión del médico. Sancho se da cuenta de que Clara trabaja con dedicación cuando cree que nadie la está observando. Luego, Clara se acerca al aljibe para lavarse y Sancho, sin poder apartar la vista, se excita. Sin embargo, cuando Clara lo descubre, Sancho se asusta, pierde el equilibrio y se lastima el tobillo. Clara lo descubre y Sancho se aleja sintiéndose culpable y avergonzado.

XIX

En este capítulo, Sancho se alegra de que Bartolo no haya mencionado su cojera después del incidente en el huerto. Para olvidar, se sumerge en los juegos de cartas y Bartolo le enseña a hacer trampas. Un domingo, mientras planean robar en la iglesia, son interrumpidos por un hombre llamado Monipodio, el líder de una banda de ladrones. Monipodio le propone a Bartolo unirse a su banda, pero Bartolo pide tiempo para pensarlo. Sancho, curioso, se esconde en un tejado y escucha la conversación. Bartolo explica que no quiere unirse a la banda de Monipodio porque ha convertido el robo en un negocio y ha hecho que sus seguidores se conviertan en asesinos sin escrúpulos. Bartolo valora la vida y no quiere ser parte de eso. Sancho siente respeto y pena por Bartolo.

XX

En este capítulo, se narra el sueño recurrente de Vargas, en el que recuerda su infancia junto a su hermano Luis. En el sueño, los dos hermanos juegan a los conquistadores en la calle de Esparteros. Luis siempre es el héroe, mientras que Francisco, el protagonista, se siente excluido por ser más bajo y por no poder representar a los españoles. Sin embargo, el sueño se torna angustiante cuando los niños se suben a unos barriles y Luis cae al suelo, siendo aplastado por un caballo. Francisco intenta correr hacia él, pero es demasiado tarde. Este sueño atormenta a Vargas y lo lleva a reflexionar sobre su vida y sus acciones.

Vargas recuerda cómo, después de la muerte de su hermano, se propuso convertirse en duque para vengarse del duque de Osorio, responsable de la muerte de Luis. A lo largo de cuarenta años, Vargas ha cometido crímenes y desmanes sin sentir remordimiento alguno. Ha construido un imperio comercial y ha acumulado riquezas, pero su objetivo de convertirse en duque aún no se ha cumplido.

El capítulo también revela la relación conflictiva de Vargas con su esposa Lucinda y su hijo, a quien apenas conoce. Vargas se lamenta de no haber podido vengarse del duque de Osorio antes de su muerte y se siente frustrado por los achaques de la edad que le impiden tener el control total sobre su vida.

En un momento de debilidad, Vargas es tentado por Catalina, su ama de llaves, pero al ver su pelo grisáceo, pierde el interés y la rechaza con violencia. Catalina revela que tiene una hija con Vargas y amenaza con matarlo si se acerca a ella. Vargas, en respuesta, la somete y la humilla, recordándole que él es su dueño y puede hacer con ellas lo que quiera.

El capítulo termina con Vargas pidiendo a Catalina que le envíe a su hija, Clara, para su "tratamiento" matutino, mientras disfruta de su poder y control sobre las vidas de las personas a su alrededor.

XXI

En este capítulo, Vargas recibe un masaje en el pie por parte de Clara, su esclava. Aunque al principio disfruta de la situación, el dolor y la irritabilidad hacen que se canse rápidamente. Vargas se da cuenta de la belleza de Clara y se pregunta si debería aprovecharse de ella, a pesar de ser su hija bastarda. Sin embargo, decide seguir con el juego durante unos meses para molestar a Catalina.

Después, Malfini, el banquero, llega al despacho de Vargas. Ambos discuten sobre el plan para evitar que la Corona se incaute del cargamento de oro de las Indias. Han sobornado a un funcionario de la Casa de la Contratación, López de Guevara, quien tiene un punto débil relacionado con su homosexualidad. Sin embargo, Malfini revela que hay una condición: Vargas debe declarar que el dinero se destinará al beneficio del reino. Vargas se enfurece y arroja una valiosa chocolatera al fuego. Malfini propone que Vargas invierta en el mercado de grano para ayudar al esfuerzo de guerra y abastecer a la Armada y la flota de las Indias. Vargas ve esto como una oportunidad para hacer una fortuna y acepta el plan. Malfini se encargará de cerrar el trato al día siguiente.

XXII

En este capítulo, Clara baja a la cocina después de aplicar ungüento a Vargas. Le molesta el olor del ungüento y le pide a Monardes que le permita usar salvia y menta para disimularlo. Luego, Clara se dirige a la cocina para comer antes de ir a casa de su maestro. En el camino, se encuentra con el perro Breo y lo acaricia. En la cocina, la ama de llaves le pide ayuda y la lleva a la bodega. Allí, Catalina revela que el amo es el padre de Clara y explica cómo llegó a ser ama de llaves. Clara se siente engañada y enfadada. Catalina le advierte sobre el amo y llama a Braulio, uno de los criados, para que la inmovilice. Clara intenta resistirse, pero es golpeada y su madre saca un cuchillo. Catalina le corta un mechón de pelo a Clara y le dice que es por su propio bien.

XXIII

En este capítulo, Bartolo y Sancho se enfrentan al desafío de reunir el dinero que les exige Monipodio. Sin embargo, la suma de trescientos escudos resulta difícil de obtener. Sancho propone jugar en una timba, pero Bartolo promete no volver a jugar nunca más si le ayuda. A pesar de sus intentos, no logran obtener el dinero necesario. Mientras deambulan por las calles, se encuentran con Fray Lorenzo, el antiguo maestro de Sancho. Fray Lorenzo le recrimina a Sancho por sus malas compañías y le ofrece la oportunidad de contribuir a la casa de huérfanos. Sancho, lleno de furia, decide demostrarle a Fray Lorenzo que está equivocado. Luego, Sancho y Bartolo acechan el banco de Malfini, con la intención de obtener el dinero que necesitan. Sancho recuerda a Ignacio, el huérfano que lo reemplazó en el banco, y decide confrontarlo para obtener información sobre un envío importante que se realizará ese día. Ignacio revela que su señor llevará una cartera valiosa a un funcionario de la Casa de la Contratación en las Gradas. Sancho ideará un plan arriesgado para obtener el dinero necesario.

XXIV

En este capítulo, se describe el lugar de las Gradas de la catedral de Sevilla como el epicentro del mundo, donde se toman importantes decisiones y se cierran acuerdos. Los mensajeros llevan noticias a sus amos y todos saben quién ha recibido información privilegiada. Los que desean escuchar cotilleos o solicitar favores se colocan en la parte baja de las Gradas y esperan a que los poderosos les indiquen si pueden acercarse. Los que tienen un alto cargo se sitúan en los escalones más altos. Vargas, un comerciante rico pero sin título nobiliario, se encuentra en el penúltimo peldaño. Él aspira a adquirir un título de nobleza y ha trazado un complot con Malfini para lograrlo. Vargas espera a Malfini en las Gradas, pero empieza a preocuparse por su retraso. Mientras tanto, un aprendiz de banco se acerca a Malfini y Vargas nota algo extraño en su mirada. Malfini tropieza y cae al suelo, mientras el aprendiz desaparece y se da cuenta de que le han robado.

XXV

En este capítulo, se describe la taberna de Triana, un lugar oscuro y lleno de humo al que el capitán Groot acude con frecuencia. Groot es un hombre fuerte y hábil espadachín, pero carece de imaginación y solo busca satisfacer sus instintos. Vargas, su jefe, lo sacó de la cárcel y Groot le obedece ciegamente. Se revela que Groot creció en una granja y desde joven mostró signos de violencia. Se fugó a Rotterdam, donde se convirtió en estibador y luego en esgrimista famoso. Sin embargo, su fama terminó cuando mató a un hombre en un duelo ilegal y se unió al ejército para evitar la justicia. Groot fue encarcelado nuevamente por apuñalar a un capitán español y fue rescatado por Vargas. En la taberna, Groot se encuentra con Monipodio, un hombre temido incluso por él. Monipodio acepta ayudar a Groot a recuperar un cartapacio robado a cambio de una gran suma de dinero. Groot acepta a regañadientes y acuerdan encontrarse al día siguiente para llevar a cabo el plan.

XXVI

En este capítulo, Sancho y Bartolo celebran su buena fortuna después de robar un cartapacio de piel que contenía una carta de cambio por valor de mil quinientos escudos. Bartolo planea venderla a un judío converso en La Feria. Aunque Sancho sigue decidido a abandonar Sevilla, decide no mencionarlo para no arruinar la celebración de Bartolo. Sin embargo, mientras se dirigen a La Feria, comienzan a notar señales de que están siendo seguidos por espías de Monipodio. Bartolo sugiere regresar al refugio, pero antes de que puedan escapar, son interceptados por dos matones de Monipodio, Catalejo y Maniferro. Sancho intenta ayudar a Bartolo a escapar saltando una tapia, pero es disparado y cae al otro lado. Bartolo es golpeado brutalmente por los matones mientras Sancho escucha impotente. Desesperado, Sancho intenta trepar la tapia para ayudar a Bartolo, pero no tiene éxito. Finalmente, los matones se marchan y Sancho encuentra a Bartolo gravemente herido en el suelo. Sancho llora y decide llevar a Bartolo a buscar ayuda.

XXVII

En este capítulo, Clara llega a la casa del médico con la cara amoratada y la cabeza cubierta por un pedazo de tela. Monardes le pregunta qué le ha pasado, pero Clara se niega a hablar. Al día siguiente, Clara regresa a la casa del médico con los ojos llenos de lágrimas y el cuerpo dolorido. Le cuenta todo a Monardes, incluyendo que Vargas es su padre. Clara tiene miedo de regresar a casa y enfrentarse a su madre. Monardes le dice que debe mantener la calma y ser fuerte, y que él puede ayudarla. Luego, Monardes le da a Clara un frasco con un líquido y le explica que debe agregar limaduras de hierro y un polvo rosado para que Vargas pierda el deseo sexual. Clara duda en usarlo, pero no quiere acabar en la cama de Vargas. Después, llega un joven herido a la casa del médico con el cuerpo de un enano. Monardes intenta salvar al enano, pero no lo logra. Clara reconoce al joven como el chico de la plaza que la salvó de los alguaciles. Monardes le pide a Clara que vaya a buscar a los alguaciles, ya que el joven y el enano son ladrones. Clara encuentra a los alguaciles y los lleva a la casa del médico. Dentro, encuentra al enano muerto y al joven siendo arrestado. Clara intenta detener a los alguaciles, pero es ignorada. El joven se llama Sancho de Écija y la mira directamente a los ojos mientras es arrastrado fuera de la casa.

XXVIII

En este capítulo, Sancho sufre el castigo más duro de su condena: la voz del cómitre que constantemente resuena en su cabeza. Sancho recuerda cómo llegó a esta situación, desde su captura en casa de Monardes hasta su encarcelamiento en Sevilla. Después de seis días, es llevado junto con otros presos a un lugar donde les colocan grilletes en el cuello y los unen con una cadena. Son llevados a Cádiz, donde embarcan en una galera llamada San Telmo. Sancho se maravilla ante el mar, pero pronto es llevado a la cubierta inferior de la galera, donde es rapado y sometido a un duro castigo físico. Finalmente, es colocado en un banco en la oscuridad, con un grillete en el pie derecho, sintiendo un profundo miedo.

XXIX

En este capítulo, conocemos a Gabriel Soutiño, apodado el Cuervo, quien trabaja como cómitre en la galera del rey Felipe. Gabriel ama a sus galeotes y ha encontrado su verdadera vocación en este trabajo, a pesar de que al principio lo consideraba un castigo. Los galeotes, por su parte, odian a los cómitres y buscan cualquier oportunidad para vengarse de ellos. Gabriel ha sufrido varias agresiones, pero ha ideado un castigo para aquellos que lo atacan: los quema con un hierro caliente sin llegar a tocar su piel. Gabriel también tiene un método para evaluar a los nuevos galeotes, rapándoles el pelo y haciéndoles cargar una piedra para medir su fuerza y determinar su posición en el banco de remos. Además, Gabriel disfruta del control que tiene sobre los galeotes y utiliza su voz para dirigirlos.

XXX

En este capítulo, Sancho se encuentra en la galera como galeote. Se da cuenta de que está en un lugar infernal, encadenado junto a otros galeotes. Conoce a Josué, un gigante negro, y descubre las normas impuestas por el Cuervo, el cómitre de la galera. Sancho aprende a remar y sufre las consecuencias físicas de esta actividad. Después de la primera sesión de remo, Josué le ayuda a curar sus heridas en las manos. Durante la noche, Sancho es amenazado por el Muerto, pero es salvado por alguien desconocido. A pesar del miedo, Sancho logra conciliar el sueño. Al despertar, se da cuenta de que ha ganado un enemigo y que tiene una deuda de gratitud con Josué.

XXXI

En este capítulo, se describe la dura vida de los galeotes en la galera San Telmo. Durante las primeras semanas, los nuevos remeros se entrenan en el puerto antes de aventurarse en el mar abierto. La dieta es estricta, con un kilo de bizcocho salado y duro como única comida, acompañado de un guiso de habas o garbanzos. Sancho, uno de los remeros, observa con asco cómo algunos galeotes comen gusanos y moho del bizcocho. Además, hay marineros y buenas boyas que no están encadenados y comen mejor que los galeotes. La muerte es frecuente a bordo, y Sancho presencia la muerte de dos remeros novatos antes de que el barco zarpe hacia Menorca. Durante el viaje, otro remero muere de una enfermedad llamada "pasmo" y otro resulta gravemente herido al atrapar su mano en el remo. El contramaestre y el cómitre deciden ahorcar al herido por desertar. Los días siguientes son difíciles para los galeotes, con el Cuervo, el cómitre, mostrando una actitud irascible. Luego, ocurre un incidente en el que los remos chocan debido a una serie de errores y el Cuervo golpea a uno de los remeros. Sancho interviene y se enfrenta al Cuervo, pero el contramaestre interviene y defiende a Sancho. Finalmente, el contramaestre ordena reparar el remo roto y distribuir a los remeros del banco afectado entre los demás. Sancho se da cuenta de que aún le quedan seis años de condena.

XXXII

En este capítulo, Sancho no sufre inmediatamente la venganza del Cuervo después del accidente. El cómitre espera un tiempo prudencial y luego comienza a hacerle pagar a Sancho la humillación que le hizo pasar. El puerto de Mahón es un punto estratégico en el Mediterráneo para los barcos que patrullan las aguas y cazan a los enemigos. La piratería se ha recrudecido en los últimos años, y tanto turcos como moros y herejes ingleses atacan las costas españolas. La San Telmo llega al puerto de Mahón y los galeotes tienen un par de días de descanso en tierra. Sancho no puede ver mucho desde su posición en el banco de remos, pero recuerda su vida anterior y la importancia que Bartolo tenía para él. Sancho decide buscar justicia por la muerte de Bartolo y planea enfrentarse a Monipodio, uno de los hombres más peligrosos de Sevilla. Mientras tanto, el Cuervo comienza a golpear a Sancho con más frecuencia, haciéndole sufrir cada vez más. Sancho intenta comunicarse con Josué, otro galeote, enseñándole un lenguaje de señas. Josué se toma en serio esta invención y ambos dedican su tiempo libre a desarrollar este nuevo lenguaje. Sancho y Josué comparten sus historias y se hacen amigos. Sin embargo, el 17 de agosto de 1589, algo sucede que cambiará sus vidas.

XXXIII

En este capítulo, se narra la situación de la galera San Telmo, que se encuentra en una mala racha de mala suerte. Los marineros están nerviosos y temen no capturar ninguna presa en la festividad de la Asunción. Han tenido varios encuentros con barcos enemigos, pero siempre los han perdido por poco. Finalmente, avistan un jabeque tunecino y comienza una persecución que dura ocho días. Los moros demuestran ser hábiles contrincantes, pero finalmente, debido a la combinación de vientos y mareas, la San Telmo se acerca lo suficiente al jabeque. Sin embargo, el capitán decide continuar la persecución a pesar de las advertencias del contramaestre. Mientras tanto, en la galera, los galeotes reciben una ración de carne y vino, lo que provoca peleas y protestas. El Cuervo, el cómitre, obliga a los galeotes a remar a pesar de su agotamiento. La galera se acerca al cabo de Marzán, donde el jabeque enemigo se detiene y recoge los remos. La tripulación de la San Telmo celebra la rendición del jabeque, pero de repente, el contramaestre se da cuenta de que hay otro jabeque oculto que se dirige hacia ellos. El contramaestre intenta detener la galera, pero el capitán se niega. El pánico se apodera de la tripulación y el contramaestre intenta ordenar que arrojen el ancla, pero ya es demasiado tarde y el jabeque enemigo se acerca sin remedio.

XXXIV

En este capítulo, Sancho y los demás remeros de la galera San Telmo se encuentran en una situación desesperada. Después de un enfrentamiento con otro barco, la galera ha sido embestida y está hundiéndose lentamente en el mar. Sancho y Josué logran liberarse de sus cadenas y se lanzan al agua agarrados a un barril. Mientras intentan nadar hacia la costa, son perseguidos por los piratas que intentan capturar a los supervivientes. A pesar de los disparos y el peligro constante, Sancho y Josué logran llegar a la orilla, aunque el barril en el que se aferraban se rompe y se hunde. Exhaustos, se desploman en la playa, agradecidos de haber sobrevivido a la tragedia.

XXXV

En este capítulo, Sancho despierta en la playa después de haber perdido el conocimiento. Observa el cielo y se maravilla de la belleza de la naturaleza después de tanto tiempo en la oscuridad de las galeras. Sin embargo, su momento de paz se ve interrumpido por las voces de sus compañeros de banco, quienes planean matar a un hombre y discuten sobre cómo hacerlo. Sancho se da cuenta de que sus compañeros han llegado a la playa y decide intervenir para proteger al hombre indefenso. Busca una rama gruesa como arma y se enfrenta a sus compañeros. Durante la pelea, Sancho logra golpear al Muerto y al Cagarro, y finalmente los ahuyenta. Después de la pelea, Sancho se da cuenta de que su amigo Josué ha desaparecido y se entristece por no poder despedirse de él. Sin embargo, no tiene tiempo para pensar en ello, ya que el contramaestre herido le pide ayuda. Sancho lo ayuda a sentarse y el contramaestre le agradece por su valentía y le cuenta que fue herido durante la batalla. Sancho se entera de que solo quedan él, Josué y el contramaestre como supervivientes. El contramaestre le pide a Sancho que lo lleve a un lugar seguro y le revela su nombre. Sancho se siente conmovido por la amabilidad del contramaestre y lo ayuda a ver el mar por última vez antes de que muera. Después de enterrar al contramaestre, Sancho se encuentra con Josué y discuten sobre su futuro. Josué le revela que no puede matar a nadie debido a un pacto con Dios y decide seguir a Sancho a donde sea que vaya. Sancho se da cuenta de que no puede arrastrar a Josué a sus planes de venganza y decide que lo mejor para ambos es comenzar una nueva vida juntos. Deciden robar ropa y comida y luego cumplir el último deseo del contramaestre y vengar a Bartolo.

XXXVI

En este capítulo, Joachim Dreyer, un herrero de Castilleja de la Cuesta, se despierta temprano y se prepara para comenzar su trabajo en la forja. Después de encender el fuego y preparar los materiales, Dreyer comienza a forjar una espada especial para un cliente. Durante el proceso, recuerda su pasado y su vida en el pueblo, donde es respetado pero aún considerado un extranjero. Dreyer se enorgullece de su habilidad como herrero y se esfuerza por crear una espada perfecta. Después de terminar la forja, Dreyer realiza el tratamiento especial de la espada sumergiéndola en orina de burra y aceite. Luego, Dreyer se toma un descanso para desayunar y pulir la espada. Mientras está ocupado con su trabajo, dos extraños llegan a su fragua. Después de una breve conversación, los extraños revelan que tienen noticias para Dreyer y le muestran un colgante dorado que reconoce de inmediato. Dreyer se da cuenta de que los extraños son mensajeros y se derrumba emocionalmente al comprender que las noticias están relacionadas con la muerte de su hijo.

XXXVII

En este capítulo, Sancho y Josué se encuentran en la casa del herrero, esperando a que este se recupere del dolor por la pérdida de su hijo. Mientras tanto, comen unos melocotones que habían robado y Sancho intuye que hay un pozo en la propiedad del herrero, pero decide no aventurarse sin permiso.

Luego, se narra cómo Sancho y Josué han sufrido de sed y calor desde que llegaron a tierra firme. Han tenido que esconderse y evitar a las personas para no ser reconocidos como galeotes fugados. Han pasado por pueblos y han tenido que rodearlos en la noche. El viaje ha sido largo y difícil, dominado por la sed, el hambre y el miedo.

En el décimo día, Sancho reconoce el lugar donde creció y decide ir a visitarlo. Descubren que la venta ha sido destruida y solo quedan escombros. Sancho encuentra un hueso humano entre las ruinas y recuerda cómo su madre murió a causa de la peste. Llorando, entierran los restos de su madre en un olivar cercano y Sancho se siente un poco mejor después de hacerlo.

Después de esto, Sancho y Josué se encuentran con el herrero Dreyer nuevamente. Sancho le cuenta cómo salvó la vida de su hijo y le pide que lo acepte como su discípulo. Dreyer duda al principio, pero finalmente acepta y le hace dos preguntas a Sancho para asegurarse de su sinceridad. Sancho responde con honestidad y Dreyer decide enseñarle a manejar una espada.

XXXVIII

En este capítulo, Sancho y Josué pasan la noche junto a la pared del taller. El herrero, al que Sancho le pidió que fuera su maestro, se mete en casa sin decir nada. Sancho se despierta cuando Dreyer lo sacude con el pie y el herrero le dice que le enseñará durante un año como muestra de respeto hacia su hijo y lo que hizo por él. Sin embargo, no enseñará nada a Josué porque no confía en los infieles. Sancho defiende a Josué diciendo que es un buen cristiano y que no haría daño a nadie. Dreyer le da una lista de tareas a Josué y luego examina a Sancho, diciéndole que sus músculos están descompensados debido al remo y que necesita volverse más flexible. Luego le ordena a Sancho correr hasta un bosquecillo de álamos y arrancar un puñado de hojas. Sancho corre rápidamente y recuerda con alegría las carreras en Sevilla. Después de varias carreras, Sancho se desploma y vomita debido al esfuerzo. Josué intenta ayudarlo, pero Dreyer lo detiene y le dice que Sancho debe completar el camino solo. Sancho se levanta lentamente y comienza a arrastrarse hacia la casa del herrero.

XXXIX

En este capítulo, se describe cómo Sancho continúa con su entrenamiento bajo la tutela de Dreyer. El joven realiza una serie de ejercicios físicos cada mañana, como trepar a un árbol con los ojos vendados y recoger bellotas por los campos. Sin embargo, el ejercicio más difícil y frustrante para Sancho es levantarse repetidamente del suelo sosteniendo un jarro lleno de agua hasta el borde, sin derramar ni una gota. A pesar de sus numerosos intentos, Sancho siempre termina derramando algo de agua. Después de dos semanas de entrenamiento, Dreyer finalmente habla con Sancho y le revela que la esgrima no es solo un arte, sino una batalla para derrotar a un enemigo. Sancho finalmente comprende el mensaje y logra completar el ejercicio sin derramar agua. Como recompensa, Dreyer permite a Sancho entrar en su casa y descubre un patio trasero donde Josué está trabajando en la creación de muñecos de madera. Además, Sancho descubre que Dreyer es un antiguo maestro de esgrima y que su hijo murió en un duelo. Sancho demuestra su conocimiento sobre la historia de Dreyer y su habilidad para deducir detalles ocultos. Impresionado, Dreyer le permite a Sancho romper una espada de entrenamiento y le entrega una espada real. El capítulo termina con Sancho sosteniendo la espada y preparándose para el próximo desafío de su entrenamiento.

XL

En este capítulo, Dreyer reflexiona sobre el día en que golpeó a Sancho y reconoce que el joven tiene algo especial en su interior. Comienza a entrenarlo en las pruebas del suelo, enseñándole a moverse con agilidad y a conocer su espacio de combate. Sancho demuestra habilidad y rapidez, memorizando los complejos dibujos y mostrando destreza en el manejo de la espada. Dreyer también le enseña a utilizar la mano izquierda como equilibrio y arma secundaria. A medida que avanza el entrenamiento, Sancho muestra una calma y economía de movimientos sorprendentes, lo que lleva a Dreyer a intentar provocarlo para romper su escudo de calma. Sin embargo, solo logra enfurecerlo cuando menciona a su madre. Sancho también demuestra iniciativa y comienza a cuestionar las órdenes de Dreyer, mostrando su propio estilo y buscando la sencillez y la economía en sus movimientos. Dreyer se da cuenta de que Sancho es un genio y disfruta cada vez más de las clases con él. A medida que pasa el tiempo, Dreyer deja de considerar las clases una obligación y se siente frustrado cuando tiene que pasar tiempo lejos de ellas. También se va debilitando su prejuicio hacia Josué, el cocinero negro, y comienzan a compartir momentos de camaradería en las cenas. Dreyer reconoce que Sancho ya no es un aprendiz y le regala una espada ropera que él mismo había hecho. Sancho se despide de Dreyer y emprende el camino junto a Josué. Dreyer se queda solo y reflexiona sobre su pasado y la importancia del perdón. Al final, decide que aún hay esperanza y que su vida puede tener sentido.

XLI

En este capítulo, Monardes se prepara para su muerte. Reconoce sus síntomas y sabe que no hay salvación. Pone sus asuntos en orden, redacta su testamento y escribe cartas de agradecimiento a sus colegas. También encarga misas por su alma y pasa tiempo en su huerto, sintiendo pena por no poder ver florecer a sus plantas. Ocho días antes de su muerte, llama a Clara. Monardes le revela que nunca podrá ser médico debido a su género, pero le enseña conocimientos peligrosos sobre la medicina. Le advierte sobre la Inquisición y le pide que mantenga en secreto lo que le enseñará. Monardes realiza un ritual falso para mostrarle a Clara que la magia y las brujas no existen. Luego, le enseña sobre los humores del cuerpo y cómo la creencia popular en ciertos remedios es falsa. Monardes cae desmayado y continúa sus lecciones en su cuarto. En sus últimas horas, le habla a Clara sobre los falsos remedios y cómo evitarlos. Monardes muere y Clara se pregunta qué quería decirle al final.

XLII

En este capítulo, se narra la historia de Zacarías, un mendigo ciego que se dedica a pedir limosna en la plaza de San Francisco. Zacarías tiene la habilidad de reconocer la cantidad de dinero que le dan solo por el sonido que hace al caer en su escudilla. Un día, una mujer se acerca a él y le pide que le diga qué lleva dentro de su vientre. Zacarías, utilizando su intuición y habilidad para deducir, le dice que espera un niño varón. La mujer se emociona y le regala un pequeño dije de plata. Después de rezar por ella, Zacarías se da cuenta de que el dije tiene un valor considerable y decide venderlo para poder comer.

Luego, Zacarías recuerda cómo perdió la vista cuando era niño y cómo se convirtió en mendigo para sobrevivir. Un día, conoce a Monipodio, un líder de una banda de ladrones, quien lo recluta para que lleve las cuentas de su imperio del crimen. Aunque Zacarías no puede ver, tiene una mente prodigiosa para los números y se convierte en una herramienta valiosa para Monipodio. Sin embargo, Zacarías se encuentra en deuda con Monipodio y debe entregarle una parte de lo que gana mendigando.

Después de su encuentro con Monipodio, Zacarías se dirige a la casa de Cajones, un perista que compra y vende joyas robadas. Zacarías le vende el dije de plata, pero Cajones le paga mucho menos de lo que vale. Zacarías se siente humillado y desesperado, ya que necesita el dinero para pagar su alojamiento. Sin embargo, antes de irse, es registrado por los matones de Monipodio y le quitan las monedas que había guardado en un bolsillo secreto.

Después de ser expulsado de la tienda de Cajones, Zacarías se siente derrotado y desea morir. Pero de repente, es rescatado por un desconocido que lo lleva a un lugar seguro. El desconocido se presenta como Josué y le ofrece su amistad a Zacarías.

XLIII

En este capítulo, Sancho y Josué llegan a las afueras de Sevilla y se preparan para llevar a cabo su plan. Han conseguido ropa y Sancho planea conseguir calzado para Josué una vez que estén en la ciudad. Aunque su apariencia es más discreta que cuando escaparon del naufragio, Sancho no quiere arriesgarse a que los guardias de la puerta los detengan por no tener un título de propiedad de Josué. Deciden descansar a la sombra del monasterio de las Cuevas antes de continuar.

Josué expresa su miedo y Sancho le asegura que no tiene otra opción y que no puede dejarlo solo. Deciden robar una barca para cruzar el río y Sancho se preocupa por la seguridad de Josué debido a su miedo al agua. A pesar de las dificultades, logran cruzar el río y Josué se esconde en los arbustos mientras Sancho regresa para devolver la barca.

Sancho se enfrenta a la corriente del río al regresar y tiene que descansar antes de reunirse con Josué. Luego, se arrastra por el suelo para evitar ser descubierto por un grupo de hombres sospechosos cerca de la muralla. A pesar de su miedo, logra pasar desapercibido y continúa su camino hacia el refugio que compartió con Bartolo.

Sancho entra en el refugio y encuentra las monedas de oro y plata que había ahorrado. Luego, sale de la ciudad con un grupo de campesinos y logra comprar herramientas de labranza a dos hombres. Continúa corriendo hacia el lugar donde dejó a Josué, pero se da cuenta de que Josué ha desaparecido y se angustia al no encontrarlo.

XLIV

En este capítulo, Sancho se preocupa por la desaparición de Josué y comienza a buscarlo. Encuentra a Josué cubierto de barro en el río y se alegra de verlo. Josué explica que se cubrió de barro para protegerse de los animales que lo querían comer. Después de bañarse, Sancho y Josué se dirigen a la ciudad con sus azadas al hombro. En la Puerta Real, un guardia detiene a Josué y le pide su cédula de propiedad. Sancho interviene y menciona que Josué es esclavo del marqués de Aljarafe. El guardia permite que pasen, pero advierte que deben tener la cédula al día siguiente. Luego, Sancho y Josué van en busca de un sastre llamado Aurelio Fanzón. Después de convencer al sastre de que los atienda, Sancho le encarga un traje especial para él y un jubón sencillo para Josué. Fanzón se emociona por el encargo y comienza a tomar medidas. Sancho regatea el precio y acuerda un precio de catorce escudos por todo el lote. Finalmente, Sancho le pide a Fanzón que le recomiende un escribano y el sastre le sugiere alojarse en una pensión cercana y que enviará a alguien al día siguiente.

XLV

En este capítulo, Francisco de Vargas llega al palacio del marqués de Aljarafe, Félix de Montemayor, su peor enemigo. A pesar de sufrir de gota, Vargas sube los diecinueve escalones de mármol con dificultad, rechazando la ayuda de su acompañante. Una vez dentro, el marqués lo recibe con desprecio y lo lleva a través de los salones vacíos de la casa para mostrarle su riqueza. Finalmente, se sientan y el marqués le ofrece a Vargas un título nobiliario a cambio de un millón de escudos. Vargas, sin dejarse intimidar, le exige ser nombrado duque en lugar de barón. El marqués se burla de su petición, pero Vargas se mantiene firme. Después de una tensa discusión, el marqués accede a consultar con el rey y Vargas se retira. Más tarde, Vargas se reúne con su banquero, Ludovico Malfini, para discutir cómo conseguir el millón de escudos necesario para comprar el título. Vargas revela su deseo de obtener el título para sentirse seguro y protegido. Malfini advierte que será difícil reunir esa cantidad de dinero, pero Vargas insiste en que es necesario. Finalmente, Malfini propone un plan arriesgado y peligroso que podría ayudar a Vargas a obtener el dinero necesario. Vargas acepta, pero advierte a Malfini que si falla, él mismo se encargará de castigarlo.

XLVI

En este capítulo, Sancho y Josué se encuentran con un escribano en la habitación que han alquilado cerca de la sastrería de Fanzón. El escribano realiza dos documentos falsos para ellos: uno que certifica que Josué es esclavo de Sancho y otro que le otorga la libertad a Josué. Después de pagar al escribano, Sancho y Josué van a recoger sus trajes a la sastrería de Fanzón. Sancho se viste con su nuevo traje de cuero negro y Josué también se viste con un traje similar. Luego, Sancho y Josué siguen a un ciego llamado Zacarías hasta una casa en un callejón estrecho. Después de esperar un rato, Josué lleva al ciego a una taberna cercana. Allí, Sancho revela su plan de derrocar a Monipodio y le pide a Zacarías que se una a ellos. Zacarías muestra interés pero también miedo. Sancho le promete liberarlo de su deuda y vengarse de quienes lo han utilizado. Finalmente, Zacarías acepta unirse al plan de Sancho.

XLVII

En este capítulo, Clara se encuentra de vuelta en casa de Vargas después de la muerte de Monardes. Está descontenta con su situación, ya que ha pasado de trabajar en el huerto y el laboratorio a realizar tareas domésticas repetitivas. Además, se ha quedado sin el compuesto que le proporcionaba Monardes para reprimir la virilidad de Vargas y evitar que la violara. A pesar de sus intentos por evitarlo, Vargas la acorrala y la agrede sexualmente, pero el compuesto ha dejado impotente al comerciante. Clara se da cuenta de que no puede seguir viviendo así y comienza a considerar la posibilidad de deshacerse de Vargas usando veneno de ricino. Sin embargo, se debate entre su deseo de protegerse y el hecho de que Monardes le enseñó a no hacer daño a los demás. Mientras tanto, un procurador llamado don Javier Núñez visita a Vargas para informarle de que Clara es la principal beneficiaria del testamento de Monardes, ya que le ha dejado una casa y un huerto. Sin embargo, la condición es que se le permita acceder a su libertad. Vargas se niega rotundamente y amenaza con no aceptar la herencia. Intenta sobornar al procurador, pero este se mantiene firme en las condiciones del testamento. Catalina, la ama de llaves, escucha la conversación y decide buscar a su hija.

XLVIII

En este capítulo, Clara se entera de que Monardes le dejó una herencia a cambio de su libertad. Su madre le advierte que el amo no permitirá que ella tenga la herencia y que intentará obligarla a firmar unos papeles para despojarla de todo. Clara se siente indignada y decide buscar ayuda legal. Encuentra un cartel de un abogado llamado Manuel del Valle y decide ir a su estudio. Al llegar, el abogado se muestra reacio a ayudarla, pero Clara nota que tiene los dedos hinchados y le diagnostica una enfermedad. El abogado acepta representarla y van a la casa de Vargas. Vargas se enfurece al ver al abogado y a Clara, pero el abogado logra convencerlo de que Clara tiene derecho a la herencia. Sin embargo, Vargas exige que Clara le pague una gran suma de dinero para obtener su libertad. El abogado propone que Clara se quede con la casa y pague a Vargas anualmente hasta saldar la deuda. Vargas acepta a regañadientes. Clara se despide del abogado y le agradece su ayuda. El abogado le dice que no le debe nada y que ha valido la pena ver la cara de Vargas. Finalmente, el abogado le pregunta si las infusiones de yerbabuena son caras y Clara le responde que para los caballeros andantes son gratis.

XLIX

En este capítulo, Sancho se da cuenta de que su plan está destinado al desastre cuando se encuentra con un cuchillo en la garganta. A pesar de su inteligencia, Sancho confía demasiado en la improvisación y descuida los detalles. La idea de asaltar la casa de Cajones, el perista, fue de Zacarías. Esperan a que sea de noche para evitar ser vistos y obtener el mayor botín posible. Sancho entra por detrás de Zacarías y amenaza a Cajones con una espada desenvainada. Josué también entra y los matones se sorprenden al ver a estos desconocidos en su lugar inviolable. Sancho y Josué enfrentan a los matones y logran deshacerse de ellos. Sancho persigue a Cajones, pero este logra escapar. Sancho se enfrenta a otro matón en la trastienda y, en la pelea, logra matarlo. Sancho se siente culpable por haber matado a alguien y se pregunta qué pensaría Bartolo de él. Sancho regresa a la habitación principal y Josué le dice que le sangra la nariz. Sancho le cuenta a Josué que ha matado a otro hombre y se siente culpable. Zacarías mata a Cajones, argumentando que se lo merecía por todas las veces que los ha hecho dormir al raso. Sancho se cuestiona en qué se está convirtiendo.

L

En este capítulo, el capitán Groot se siente incómodo mientras cabalga de noche y se muestra tenso e irritable. Su yegua, herida por el bocado de hierro, deberá ser sacrificada al regresar a Sevilla. Groot lamenta esto, ya que había comprado la yegua con su propio dinero y no había tenido la oportunidad de pasear con ella por la ciudad. A pesar de esto, se consuela pensando en la recompensa que recibirá de Vargas, que planea gastar en prostitutas del Compás.

Mientras tanto, el último carro llega al almacén vacío y una de las ruedas se sale de su eje. Groot ordena al conductor que continúe y que los hombres entren en el silo, prometiéndoles un extra por su buen trabajo. Después de que los hombres logran meter el carro en el edificio, Groot se acerca a un carruaje cubierto donde Vargas lo espera. Le informa que el traslado ha terminado y Vargas le pregunta si tienen la cuenta de los sacos. Groot le entrega un papel y Vargas desaparece dentro del carruaje.

En el interior del carruaje, Vargas se voltea hacia Malfini y le pregunta si ha asegurado el trigo en su silo. Malfini le explica su plan para alejar cualquier sospecha y Vargas se muestra animado por la aventura que van a emprender. Sin embargo, Malfini le advierte que la desaparición del trigo causará una hambruna en la ciudad de Sevilla. A pesar de esto, Vargas está dispuesto a llevar a cabo el plan y aprovechar la escasez para vender el trigo a precios más altos.

Después de trasladar el trigo al almacén, Groot se asegura de que no haya testigos y cierra las puertas. Enciende un incendio dentro del edificio para destruir cualquier evidencia y evitar que los jornaleros encerrados escapen. Groot utiliza una escalera para arrojar troncos ardientes al interior y asegurarse de que el fuego se propague. Mientras tanto, Vargas y los matones se preparan para partir.

Antes de irse, uno de los matones encuentra a un joven pastor que había sido testigo del traslado. Groot decide utilizar al pastor como chivo expiatorio y lo libera antes de apuñalarlo con una daga. Después de este acto, el carruaje se pone en marcha y se aleja del incendio. El tejado del edificio se derrumba y los únicos testigos son los tres leones rampantes grabados en la daga de Groot.

LI

En este capítulo, Sancho y Josué descubren el botín que obtuvieron del perista, que incluye una cantidad considerable de dinero en efectivo y joyas. Sin embargo, Sancho se da cuenta de que no podrán vender la diadema de oro en Sevilla sin levantar sospechas. Mientras tanto, Zacarías les informa sobre el revuelo que ha causado el robo en la ciudad y les advierte sobre la posibilidad de que alguien los haya visto. Sancho y Josué discuten sobre cómo continuar hostigando a Monipodio y deciden reclutar a más personas para su causa. Sancho propone comprar una taberna abandonada y reconstruirla para utilizarla como refugio. Zacarías les presenta a Mateo y Marcos, dos gemelos que buscan vengar la muerte de su padre a manos de Monipodio. Sancho les advierte sobre los peligros de la venganza y les ofrece unirse a su banda. Los gemelos demuestran sus habilidades con los cuchillos y Sancho decide aceptarlos en su grupo. Finalmente, Sancho explica su plan para vengar a los gemelos y a su padre.

LII

En este capítulo, Clara regresa a la casa de Monardes, aunque técnicamente aún no es suya. Decide no quedarse en casa del abogado por desconfianza y decide enfrentar sola los desafíos que se le presenten. Al llegar, encuentra el huerto en mal estado y se dedica a salvar las plantas que puede, pero lamenta la pérdida de una planta muy valiosa. Clara se siente abrumada y se pregunta cómo podrá enfrentar todo esto sola, pero decide no rendirse y luchar por su libertad y sus sueños.

Los siguientes días son frenéticos para Clara. No hay comida en la casa, pero encuentra dinero escondido en la habitación de Monardes y lo utiliza para reponer la despensa. Clara se da cuenta de que necesita ganar dinero rápidamente y decide cambiar el aspecto del laboratorio para que parezca más respetable. Contrata a un carpintero para dividir una mesa grande en dos y colocar patas adicionales. A pesar de las dudas del carpintero, Clara está satisfecha con el resultado.

Clara abre su botica, pero los primeros días no tiene clientes. Se siente angustiada y se da cuenta de que tener la puerta abierta le impide trabajar en el huerto. Decide salir a la calle en busca de compañía y se da cuenta de que la gente la evita y la mira con desprecio. Incluso el panadero le dice que nadie quiere sus hierbas y que la gente tiene miedo de ir a su tienda. Clara se siente humillada y enfurecida, pero no se rinde.

En su intento de encontrar consuelo, Clara se encuentra con un niño hambriento y decide darle su último dinero para que compre pan. Aunque sabe que su gesto es inútil, Clara se da cuenta de la verdadera necesidad que hay en las calles y el miedo de acabar como aquellos niños si no logra atraer clientes a su botica. Clara se siente perdida y temerosa, pero decide no regresar con Vargas y luchar por su libertad.

LIII

En este capítulo, Clara recibe dos visitas que cambiarán su vida. La primera visita es de una mujer llamada Lucía, conocida como la Puños, que entra a la botica de Clara al caer la tarde. Clara estaba leyendo un libro de anatomía cuando Lucía hace un comentario sobre los penes que aparecen en el libro, lo cual avergüenza a Clara y la hace cerrar el libro rápidamente. Lucía llama la atención de Clara por su apariencia llamativa y su vestimenta extravagante. Después de una breve conversación, Lucía revela que necesita ayuda con un problema de salud y Clara le prepara una infusión para aliviar sus síntomas.

La segunda visita es de un joven llamado Sancho de Écija, quien resulta ser el chico del enano que Clara había conocido anteriormente. Sancho busca un objeto que esconde en la botica y Clara se lo entrega. A pesar de la conexión que tienen, Clara se muestra fría y distante con Sancho, y le pide que no vuelva a aparecer por allí.

En resumen, en este capítulo Clara recibe la visita de Lucía, una prostituta que necesita ayuda con un problema de salud, y de Sancho de Écija, el chico del enano, quien busca un objeto en la botica. Clara muestra compasión hacia Lucía y le ofrece ayuda, pero se muestra distante y fría con Sancho.

LIV

En este capítulo, se describe el pueblo de Triana, ubicado en la orilla oeste del río Betis, en contraste con la ciudad de Sevilla. Triana es un lugar tranquilo durante el día, pero por la noche se transforma en un lugar peligroso y oscuro. El edificio más grande del pueblo es el castillo de la Inquisición, donde se cometen atrocidades. También hay una escuela, dos molinos de pólvora y artesanos y tenderos. A diferencia de Sevilla, los niños de Triana son tratados mejor y no se ven abandonados o desnudos. El resto del pueblo está formado por casas bajas y calles estrechas que forman un laberinto. En el centro de este laberinto se encuentra la casa de Monipodio, el Rey de los Ladrones. Cada noche, Monipodio se reúne con sus súbditos para comer, planear robos y disfrutar de música y baile. Sin embargo, últimamente, la paz en Triana se ha visto amenazada por los ataques de los Fantasmas Negros, una banda que ataca solo a los criminales y deja carteles que anuncian el fin del reinado de Monipodio. Estos ataques han generado miedo y admiración entre la población. Monipodio intenta descubrir quiénes son los Fantasmas Negros, pero no ha tenido éxito. La fama de los Fantasmas Negros se ha extendido por toda Sevilla, generando conversaciones y expectación. Mientras tanto, Monipodio se siente cada vez más amenazado y preocupado por su poder y seguridad. La Bermeja, ama de llaves de Monipodio, le sugiere tender una trampa a los Fantasmas Negros. Monipodio comienza a idear un plan, pero se pregunta si hay traidores entre sus propios súbditos. Sin saberlo, el causante de las pesadillas de Monipodio es un joven que camina por las calles, ajeno a los planes en su contra.

INTERLUDIO ONCE AÑOS ANTES

En este capítulo, Fray Juan Gil se dirige hacia los muelles de Argel llevando consigo una bolsa que contiene una gran fortuna. En su camino, se encuentra con un esclavo cristiano perseguido por niños que le arrojan piedras y excrementos. Los niños le advierten que no vaya allí, ya que es un lugar donde los cristianos mueren. Los esclavos en Argel sufren mucho debido a la hambruna que azota la ciudad. Fray Juan se cruza con un esclavo que lleva leña y este le suplica con la mirada que lo ayude. Los frailes trinitarios se dedican a liberar a los cristianos esclavizados en tierra de infieles y Argel es uno de los lugares donde llevan a cabo esta tarea. Fray Juan se encuentra con Hazán Bajá, un hombre cruel y repugnante, para negociar el rescate de un esclavo llamado don Jerónimo Palafox. Hazán acepta el rescate a cambio de quinientos escudos. Fray Juan debe conseguir el dinero y regresar antes de que el barco zarpe. Después de una larga negociación, Hazán acepta el rescate de otro prisionero, un soldado, por seiscientos escudos. Fray Juan regresa con el dinero y se encuentra con que el barco aún no ha zarpado. Hazán castiga a uno de sus capitanes por no estibar correctamente la carga. Fray Juan y el prisionero son liberados y se dirigen a una fuente para beber agua. El prisionero resulta ser Miguel de Cervantes. Diez años después, Miguel se encuentra en una batalla y es salvado por un joven vestido de negro.

LV

En este capítulo, Sancho entra en un garito de juego donde se encuentra con el tahúr Gonzalo Ramos, apodado el Florero. Sancho ha planeado destapar al Florero como un tramposo y así debilitar a Monipodio. Sancho juega una partida de veintiuna con el Florero y otros jugadores, utilizando cartas trucadas que ha obtenido del impresor Pierres Papin. Sancho ayuda al comisario de abastos a ganar varias manos, lo que enfurece al Florero. Finalmente, Sancho revela que ha estado haciendo trampas y muestra cómo las cartas del Florero están marcadas. El Florero es desenmascarado y el público se enfurece con él. Sancho escapa del garito y se encuentra con el comisario, quien resulta ser Miguel de Cervantes. Cervantes invita a Sancho a tomar una copa de vino en la posada de Tomás Gutiérrez y se despiden.

LVI

En este capítulo, Clara entra al burdel acompañada de la Puños. A diferencia de lo que esperaba, el lugar no es sórdido ni oscuro, sino limpio y tranquilo. La Puños le explica que cada casa del burdel es alquilada por las prostitutas, y que muchos de los dueños son conventos, iglesias y nobles. Clara se sorprende al descubrir esto y se pregunta si Vargas también es uno de los dueños. La Puños continúa mostrándole el burdel, explicándole cómo funciona y comentando sobre los clientes y las prostitutas.

Después, Clara visita a las chicas del burdel en su casita. Durante la mañana, las chicas hacen cola para que Clara les atienda y les recete remedios para sus dolencias. Clara se sorprende al ver las condiciones en las que estas mujeres trabajan y las lesiones que tienen debido a sus chulos. También se da cuenta de que muchas de ellas están enfermas o tienen problemas de salud comunes. Clara les receta infusiones y cataplasmas para aliviar sus dolencias.

Luego, Clara se encuentra con una chica que no puede levantarse de la cama. Descubre que está embarazada y que el médico del burdel quiere hacerle una sangría. Clara se opone y diagnostica que la chica está deshidratada. El médico se marcha y Clara cuida de la chica, dándole agua y consolándola. Después de atender a la chica, Clara recibe el pago de la Puños y se prepara para regresar a la botica.

En ese momento, Clara se encuentra con Groot, pero logra esconderse detrás de la Puños. Groot pasa de largo sin darse cuenta de su presencia. Clara se pregunta si Groot ha ido al burdel a amenazar a las chicas, pero la Puños le asegura que Groot solo se acuesta con las chicas que se dejan hacer "salvajadas". Clara le cuenta a la Puños toda la historia de Groot y la Puños se sorprende al descubrir que Clara trabaja para él.

Después de despedirse de la Puños, Clara se encuentra con Groot nuevamente, pero logra evitarlo. La Puños le enseña a Clara cómo masturbarse y Clara experimenta un orgasmo por primera vez. La Puños le explica que ahora sabe qué esperar cuando esté con un hombre y Clara se va, agradecida por la experiencia.

LVII

En este capítulo, Sancho se da cuenta de que golpear a los secuestradores de niños fue un grave error, ya que esto les dio a Monipodio una indicación de que había algo que le hacía daño y que no podía controlar. Además, se dan cuenta de que cayeron en una trampa, ya que al irrumpir en la casa no encontraron a ninguna niña, sino a hombres armados de Monipodio. A pesar de haber reducido a los enemigos, se dan cuenta de que la trampa continúa en el callejón, donde son rodeados por más hombres. A pesar de estar en desventaja numérica, Sancho y sus compañeros logran defenderse y derrotar a sus enemigos. Sin embargo, Sancho queda herido en el brazo. Luego, Sancho decide ir a la botica de Clara para que le cure la herida. Durante el proceso, Sancho reflexiona sobre la futilidad de la venganza y la muerte. Finalmente, Sancho y Clara se entregan a la pasión y tienen un encuentro íntimo.

LVIII

En este capítulo, Sancho, Mateo, Marcos, Josué y Zacarías se dirigen a un lugar en Sevilla donde se encuentran con la Corte de ladrones. Sancho ha derrotado a Monipodio en un combate y ahora se presenta como el nuevo Rey de los Ladrones. Sin embargo, en lugar de tomar el poder, Sancho decide liberar a la cofradía y devolverles su tesoro. Los gemelos vacían el cofre arrojando monedas de oro y plata desde una galería, lo que provoca que la multitud se abalance sobre el oro con desesperación. Sancho observa con satisfacción cómo la gente lucha por cada moneda, sintiendo que les ha dado una oportunidad. Finalmente, Sancho y los demás abandonan el lugar siguiendo a Zacarías, sin darse cuenta de la expresión preocupante en el rostro del ciego.

LIX

En este capítulo, la pesadilla de Vargas comienza de la misma manera de siempre, con el caballo a punto de aplastar a su hermano. Sin embargo, esta vez hay un cambio. El duque, el monstruo, no va a caballo, sino a pie. Está agachado sobre su hermano, quien lo llama desesperado desde el suelo. Pero no puede gritar, ya que está soñando y tiene una daga en la garganta.

Cuando Vargas corre hacia el cuerpo en el suelo, se da cuenta de que no es su hermano, sino él mismo. Intenta liberarse, pero sus brazos son demasiado débiles para la fuerza del monstruo. De repente, Vargas abre los ojos y se da cuenta de que ya no está soñando, aunque sigue atrapado. El monstruo se ha hecho carne y lo empuja contra el colchón con una mano de hierro y un cuchillo en su cuello.

En ese momento aterrador, Vargas se pregunta si ha descendido a un nuevo nivel en sus pesadillas o si algo del mundo de los sueños lo ha seguido hasta la realidad. Luego, mira a los ojos del monstruo y ve destellos verdes en su mirada. Es un momento de extraña intimidad, como si fueran dos amantes cercanos. Ambos se reconocen en los ojos del otro, como dos ejemplares del mismo animal en una jaula estrecha.

El monstruo susurra que sería fácil matarlo, simplemente presionando hacia abajo con el cuchillo. Recuerda a Bartolo, el enano al que Vargas mandó matar hace dos años. Vargas no puede asociar al monstruo con el muchacho que le robó la cartera de documentos en las Gradas. Sin embargo, el monstruo decide no matarlo, sino destruirlo delante de toda la ciudad, convirtiéndolo en un mendigo enfermo y llagado. Vargas intenta decir algo, pero su orgullo lo hace desafiar al monstruo.

Luego, el monstruo sonríe y desaparece. Vargas supera el miedo y se arrastra hasta la ventana abierta. Es demasiado alta para trepar. Al amanecer, se dará cuenta de que el monstruo se descolgó desde el tejado. Las briznas de cuerda en el alféizar de la ventana le indicarán que el monstruo no es más que un hombre y que puede morir. Con el amanecer, Vargas recuperará su determinación para luchar. Pero por ahora, abrazado a sus rodillas, solo puede pensar en demonios.

LX

En este capítulo, se narra la travesía de la gabarra Póvoa de Varzim, que llevaba un cargamento de trigo desde Amberes hacia Sevilla. A pesar de las condiciones climáticas adversas, el barco resistía bien las olas. Sin embargo, durante una tormenta, un rayo cae sobre el barco, provocando un incendio. A pesar de los esfuerzos de la tripulación por apagar el fuego, el barco se acerca peligrosamente a las rocas de la Ilha de la Barreta y se hunde. La noticia del naufragio tarda en llegar a Sevilla, donde la escasez de trigo provoca una grave crisis. A pesar de los esfuerzos de los funcionarios y de la población por encontrar soluciones, la situación empeora y el hambre se extiende por la ciudad. Francisco de Vargas, un comerciante, espera ansioso la oportunidad de vender su trigo a un alto precio. Sin embargo, su alegría se ve empañada por la presencia de un visitante nocturno. Cuando Catalina, su ama de llaves, le informa de la visita de un hombre que dice poder ayudarlo, Vargas se muestra intrigado y decide recibirlo.

LXI

En este capítulo, Sancho se siente incómodo y tenso por no haber salido del Gallo Rojo en semanas. Recuerda su última visita a Vargas y la discusión que tuvo con Clara. Sancho espera que el tiempo calme las cosas para poder hablar con ella sobre sus sentimientos. Después de resolver el asunto de la Corte, Sancho ofrece a sus compañeros su parte del botín y todos deciden quedarse con él. Sancho miente diciendo que formarán una banda juntos después de todo. Antes de partir, Sancho quiere saldar cuentas con Francisco de Vargas. Intenta obtener información sobre él, pero descubre que Vargas ha desaparecido y se dedica a comerciar con trigo. Sancho se siente perdido y ansioso por enfrentarse a Vargas. En la posada, son atacados por hombres armados y se ven obligados a huir. Durante la huida, Mateo es asesinado y Sancho y sus compañeros se refugian en una habitación. Sancho idea un plan para escapar utilizando un barril de pólvora. El plan tiene éxito y logran escapar, pero Marcos resulta herido. Sancho y Josué llevan a Marcos herido y deciden buscar refugio en un lugar peligroso pero conocido.

LXII

En este capítulo, Clara se sorprende al ver a Sancho y sus compañeros entrar apresuradamente en la botica. Siente indignación hacia Sancho por haberlos llevado allí, ya que ella le había abierto su alma y su intimidad cuando él acudió herido a su casa. Clara se había enamorado profundamente de Sancho, pero al mismo tiempo lo odiaba por invadir su mundo y complicarlo todo. Sancho le explica que los alguaciles los persiguen y que Zacarías los ha traicionado. Clara decide encargarse del herido y extrae una bala de su espalda. Luego, los alguaciles llegan a la puerta y Clara finge estar sola en la casa para evitar que entren. Reconoce a uno de los alguaciles como el hombre que actuó contra su propia conciencia en el pasado. Finalmente, el alguacil reconoce a Clara y decide ayudarla al darse cuenta de que ella también ha cambiado.

LXIII

En este capítulo, han pasado nueve días desde la muerte de Marcos. Sancho se ha mantenido al lado de su hermano enfermo, pero finalmente fallece. Sancho y Josué deciden buscar el cuerpo de Marcos para enterrarlo junto a su hermano Mateo. Después de una noche de trabajo peligroso, logran encontrar el cadáver y llevarlo al huerto de Clara. Sin embargo, la relación entre Sancho y Clara sigue siendo fría y distante.

Clara le pide a Sancho que no mate a Francisco de Vargas, pero no puede explicarle por qué. Sancho se siente frustrado y no sabe cómo bajar a Vargas de su pedestal sin matarlo. Clara finalmente revela que puede ayudarlo.

Sancho y Clara van al Compás y hablan con la Puños y las prostitutas que estuvieron con Groot. A través de sus historias, descubren pistas sobre cómo acabar con Vargas, pero aún les faltan muchas piezas del rompecabezas.

De regreso a casa de Clara, ella le dice a Sancho que haga lo que tenga que hacer para acabar con Vargas. Sancho se siente confundido y no sabe cómo corresponderle a Clara.

Sancho decide seguir a Groot para descubrir su secreto. Después de varios días de espera, logra establecer una rutina de las salidas de Groot. Lo sigue hasta un almacén abandonado donde descubre miles de sacos de trigo, suficientes para alimentar a la ciudad durante meses. Sancho se da cuenta de que Vargas está ocultando el trigo y decide buscar una forma de exponerlo.

Sancho va a la posada de Tomás Gutiérrez y se encuentra con Miguel de Cervantes. Le cuenta toda su historia y su plan para desenmascarar a Vargas. Miguel está de acuerdo en ayudarlo, pero señala que necesitarán a alguien para transmitir la oferta. Sancho ve un cartel en la posada con el nombre de un actor y cree que ha encontrado a la persona adecuada para la tarea.

LXIV

En este capítulo, Guillermo de Shakespeare espera frente a la puerta de Francisco de Vargas, preparado para su encuentro. Recuerda cómo conoció a Sancho una semana antes y cómo descubrió su identidad. Sancho le cuenta que ha llevado una vida difícil y que ahora se dedica al robo. Guillermo le cuenta su experiencia como maestro de inglés y actor en España. Sancho le propone un trato: si Guillermo representa un papel, él lo ayudará a regresar a Inglaterra. Guillermo acepta y se dirige al despacho de Vargas, donde se encuentra con el capitán Groot. Guillermo se presenta como Francisco de Whimpole y le ofrece comprar el trigo de Vargas. Después de una tensa negociación, llegan a un acuerdo. Guillermo desaparece durante los días siguientes para evitar problemas y se reúne con Sancho y Miguel de Cervantes en la posada de Tomás Gutiérrez. Durante la cena, discuten sobre la vida y la esperanza. Guillermo se preocupa por sus hijos en Inglaterra y recuerda cómo conoció a Sancho. Miguel le asegura que no es responsable de las acciones de Sancho. Guillermo teme haberlo llevado por el camino equivocado. La conversación se vuelve más profunda y Miguel menciona una historia trágica de un príncipe en Dinamarca.

LXV

En este capítulo, Sancho y Guillermo esperan en el muelle a Groot y sus matones. Finalmente, llegan y se produce un intercambio de palabras tenso. Groot sospecha de Sancho y lo ilumina con un fanal, pero no descubre su verdadera identidad. Luego, se dirigen hacia un galeón llamado Nuestra Señora del Genil, donde se encuentra la carga que deben entregar. Guillermo muestra los documentos de pago a Malfini, quien los examina detenidamente. Sin embargo, Vargas nota algo extraño en los papeles y cuestiona la autenticidad de la firma de Pier Luigi Fortichiari. En ese momento, Sancho se revela como el verdadero espía y se produce un enfrentamiento. Los alguaciles llegan y Sancho logra detener a Malfini, mientras que Vargas y Groot escapan hacia el Puente de Barcas. Sancho los persigue, pero Groot lo espera en el puente para enfrentarse a él. A pesar de sus esfuerzos, Sancho es derrotado y cae al agua.

LXVI

En este capítulo, Sancho es arrastrado por la corriente del río durante varios minutos antes de poder controlar su dirección. Finalmente, llega a una orilla empinada y llena de vegetación, donde se siente agotado pero sabe que debe seguir moviéndose. Sin poder encender un fuego para calentarse, decide dirigirse al refugio de Bartolo. Después de un arduo esfuerzo, logra encender un fuego en la oscuridad y se queda dormido. Al despertar, encuentra su ropa seca y se dirige a la posada donde Josué y Miguel lo esperan. Sancho se entera de que Vargas ha escapado, pero ha perdido su reputación. Sancho decide descansar y Josué le ofrece comida. Luego, Sancho se entera de que Vargas ha secuestrado a Clara y se llena de preocupación. Corre a buscarla, pero no la encuentra en su casa. Encuentra un papel clavado en el mostrador que confirma que Vargas se ha llevado a Clara. El comisario y Josué llegan y Sancho les muestra el papel.

LXVII

En este capítulo, Sancho se lamenta de la situación en la que se encuentra y Josué sospecha que el ciego es el responsable de la traición. Josué revela que los gemelos siguieron a Sancho hasta la casa de Clara y que todos sabían de su relación. Sancho se culpa por no haber protegido a Clara y Josué señala que ella quería conseguir las cosas por sí misma. Sancho muestra la carta amenazante a Miguel y este sugiere que el autor puede ser un ladrón conocido como los Fantasmas Negros. Miguel motiva a Sancho a no rendirse y le revela que fue él quien lo rescató de la venta en llamas. Sancho decide ir al Matadero a rescatar a Clara, pero duda de poder conseguir el rescate. El comisario visita la Casa de la Moneda y observa su estructura y seguridad. Miguel descubre la sala del Tesoro, pero se desilusiona al ver que es inaccesible. Luego, Miguel visita una taberna donde obtiene información sobre el maestro tallador y su taller. Miguel deja caer un trozo de pan en el canal de desagüe y se despide de los artesanos.

LXVIII

En este capítulo, Sancho y Josué se preparan para llevar a cabo su plan de robar el dinero del maestro tallador. Sancho se muestra escéptico y no cree que rezar tenga algún efecto en su misión. A pesar de sus dudas, ambos deciden seguir adelante. El plan consiste en entrar por una alcantarilla y llegar al interior de la plaza. Sin embargo, encontrar la entrada de la alcantarilla resulta complicado debido a la vegetación y a la presencia de guardias en la muralla. Finalmente, logran encontrarla y se adentran en la alcantarilla, soportando el frío y el olor desagradable. Pasan tres noches en ese lugar hasta llegar a una reja que les impide el paso. Sancho y Josué deben sumergirse en el agua helada para cortar los barrotes y poder continuar. Después de mucho esfuerzo, logran abrir un camino y avanzar hacia la caja fuerte del maestro tallador. Sin embargo, descubren que está vacía. Sancho decide atar al maestro y a su amante en una habitación mientras busca una solución. Encuentra dos sacos llenos de monedas y decide llevarlos consigo. Con los sacos a cuestas, Sancho debe subir a la muralla y bajar por ella sin ser descubierto por los guardias. En el último momento, Sancho se ve en peligro de ser descubierto, pero logra pasar desapercibido y reunirse con Josué en la barquichuela. Sancho siente una alegría salvaje al pensar en la oportunidad que esto le dará a Clara.

LXIX

En este capítulo, Sancho y Josué llegan a lo alto de la montaña y se dan cuenta de que algo no va bien cuando ven que la chimenea de la fragua no está humeando. Deciden refugiarse en la casa de Dreyer, el herrero, quien está enfermo y débil. Sancho va a buscar comida y provisiones mientras Josué cuida de Dreyer. Durante la conversación, Dreyer reconoce a Groot como el hombre que destruyó su vida. Sancho muestra a Dreyer la espada de Groot y el herrero se derrumba emocionalmente al recordar cómo su cuñado murió en un duelo con Groot y cómo su esposa se suicidó poco después. Dreyer decide ayudar a Sancho a vencer a Groot y le enseña una nueva técnica de esgrima llamada estilo florentino.

LXX

En este capítulo, Sancho rodea el cuerpo de Josué con una argolla en el pie y lo deja enganchado a la chimenea de la cocina. Josué se despierta y se da cuenta de lo que ha pasado, pero Sancho le explica que es lo mejor para él y le da instrucciones para liberarse. Sancho se siente culpable y traicionero al dejar a Josué atrás, pero sabe que es la única opción. Luego, Sancho se encuentra con Guillermo y Cervantes en la puerta del monasterio, quienes insisten en acompañarlo. Sancho se sorprende al ver que los caballos ya están listos y el herrero está montado en uno de ellos. Sancho se une a ellos y se dirigen al Matadero, donde creen que Clara está siendo retenida. El lugar está desierto y lleno de mal olor. Sancho se da cuenta de que es un lugar peligroso y que Vargas podría matar a Clara si los encuentra. Llegan al Matadero y se enfrentan a varios matones. Sancho lucha contra uno de ellos y logra matarlo, pero Guillermo y Dreyer resultan heridos. Sancho sube al segundo piso y se enfrenta a Groot, el asesino de Dreyer. Después de una dura batalla, Sancho logra matar a Groot, pero queda herido y agotado. Sube al tercer piso y encuentra a Vargas sosteniendo a Clara al borde de la baranda. Sancho logra salvar a Clara y Vargas cae al vacío y muere. Sancho se da cuenta de que Clara es hija de Vargas, pero promete que nunca más los separarán.

En este capítulo, las campanas de la catedral anuncian la partida de la flota hacia las Indias. En medio de la fiesta, cuatro personas se despiden. Sancho ha dejado de beber y se dedica a escribir obras de teatro. Sancho y Josué entierran al herrero y Sancho aprende a fundir oro. Sancho vende las barras de oro y se despide del fraile Lorenzo, quien acepta el dinero para ayudar a los niños del orfanato. Los cuatro protagonistas se despiden y se embarcan hacia el Nuevo Mundo. Miguel de Cervantes se despide de ellos y reflexiona sobre la importancia del oro, la tinta y la esperanza. Finalmente, Miguel se va y no queda nada.

NOTA DEL AUTOR SOBRE ALGUNOS PERSONAJES Y HECHOS HISTÓRICOS DE LA LEYENDA DEL LADRÓN

En este capítulo, el autor nos habla sobre algunos aspectos históricos y personajes reales que han inspirado su novela. Nos cuenta que la lengua de señas utilizada por Sancho y Josué en la novela no es tan moderna como parece, ya que las lenguas de señas existen desde hace mucho tiempo. Se menciona a Juan de Pablo Bonet como uno de los primeros en desarrollar un método para enseñar a las personas sordas.

También se menciona a Joachim Meyer, cuya biografía inspiró al personaje ficticio Dreyer, y a Nicolás de Monardes, un famoso médico del Renacimiento español que se convirtió en inspiración para el personaje de Francisco de Vargas en la novela. Se destaca que Monardes fue un hábil comerciante y se hizo multimillonario traficando con productos importados de América.

El autor explica que la vida real suele ser sucia y enrevesada, por lo que ha transferido las partes negativas de la personalidad de Monardes al personaje de Vargas en la novela. También menciona la historia de Elena Céspedes, una esclava liberta que se hizo pasar por un hombre y se convirtió en cirujana, pero que fue asesinada por la Inquisición.

Se menciona que no es sorprendente que Clara sepa leer y escribir, ya que era común que las señoras instruidas alfabetizaran a sus esclavos. Además, se destaca que era aficionada a las novelas de caballerías, que eran muy populares en esa época.

El autor también habla sobre los centenes, monedas que se mencionan en la novela, y menciona que ha retorcido un poco la historia al colocarlos en una época anterior a la suya. Se destaca que en la actualidad los centenes son muy escasos y valiosos.

Se menciona que Miguel de Cervantes Saavedra, comisario de abastos del rey en la época en la que transcurre la novela, estuvo muy ligado a Sevilla y la recolección de grano. También se menciona a William Shakespeare, cuya vida es difícil de conocer en detalle, y se destaca que ambos autores murieron el 23 de abril de 1616, día que hoy se celebra como el Día del Libro.

El autor menciona que existe una inspiración mutua entre Shakespeare y Cervantes, y que Shakespeare escribió una comedia basada en el personaje de Cardenio de la obra de Cervantes. Sin embargo, esa obra se perdió en un incendio.

Finalmente, el autor menciona que ha utilizado la caligrafía enrevesada de Shakespeare para crear las capitulares de cada capítulo de la novela, y que el título original de la novela, "La materia de los sueños", fue tomado de una obra de Shakespeare llamada "La tempestad". Se cita un pasaje de dicha obra como una despedida apropiada.

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