Mala luna
Capítulos
- UNO
- DOS
- TRES
- CUATRO
- CINCO
- SEIS
- SIETE
- OCHO
- NUEVE
- DIEZ
- ONCE
- DOCE
- TRECE
- CATORCE
- QUINCE
- DIECISÉIS
- DIECISIETE
- DIECIOCHO
- DIECINUEVE
- VEINTE
- VEINTIUNO
- VEINTIDÓS
- VEINTITRÉS
- VEINTICUATRO
- VEINTICINCO
- VEINTISÉIS
- VEINTISIETE
- VEINTIOCHO
- VEINTINUEVE
- TREINTA
- TREINTA Y UNO
- TREINTA Y DOS
- TREINTA Y TRES
- TREINTA Y CUATRO
- TREINTA Y CINCO
- TREINTA Y SEIS
- TREINTA Y SIETE
UNO
En este capítulo, el anciano José Castillo encuentra en un diario unas palabras que lo transportan a un terrible momento de su pasado. Su nieta Clara lo cuida después de una operación y nota que él está desvalido y detesta esa situación. José pregunta por Clara, quien le ha robado el alma de abuelo tardío. Clara ve cómo su abuelo se pone pálido y lanza un periódico lejos de sí, exclamando "¡Maldito Chino!". Clara se preocupa por su abuelo y le pregunta si está bien, a lo que él responde que no puede estar bien después de una operación y a punto de cumplir noventa años. Nuria, la madre de Clara, entra en la habitación y se lleva a Clara, diciendo que el médico ha dicho que José está bien y pronto lo mandarán a casa. Clara recoge el periódico del suelo y se da cuenta de que algo en él ha provocado la reacción de su abuelo. Nuria y Clara se despiden de José y Clara le pregunta a su madre sobre la relación de su abuelo con un hombre llamado Aurelio Sánchez-Macías, padre de un compañero de clase. Nuria le revela que después de la Guerra Civil, su abuelo estuvo en la cárcel con Miguel Hernández y eran amigos. Clara se sorprende y se pregunta por qué nunca le habían contado eso antes. Nuria le explica que su padre nunca quiso hablar de la guerra y que Clara es la única que puede hacerlo hablar de sus recuerdos.
DOS
En este capítulo, Clara decide cambiar su ruta habitual hacia el colegio para encontrarse con Víctor y hablar con él sobre la entrevista a su padre. Clara describe a Víctor como un chico tímido y estudioso que se mudó al colegio dos años atrás. Aunque no pertenece al grupo cercano de amigos de Clara, han desarrollado una amistad. Clara quiere obtener más información sobre el padre de Víctor, el protagonista de la entrevista que enfureció a su abuelo. Durante su conversación, Clara menciona que su abuelo estuvo en la misma celda que Miguel Hernández, lo cual sorprende a Víctor, quien revela que su padre le contó que su abuelo y el poeta eran amigos de la infancia. Clara se da cuenta de que no sabe mucho sobre el pasado de su abuelo y se pregunta por qué guardó sus ideas en un cajón durante tantos años. La conversación se vuelve tensa cuando Clara insinúa que hay algo turbio en el pasado de la familia de Víctor. Sin embargo, ambos acuerdan que es importante conocer el pasado para no repetir los mismos errores. Clara decide esperar a que su abuelo le cuente más sobre su experiencia en la cárcel.
TRES
En este capítulo, Clara regresa al hospital dos días después y encuentra a su abuelo mejorado. Se disculpa por no haber ido antes y le cuenta que no pudo venir porque tenía que estudiar Filosofía. El abuelo le pregunta cómo le fue en el examen de Matemáticas y ella le responde que estudió aunque no necesitaba repasar demasiado. El abuelo elogia a Clara y le expresa su orgullo por ser inteligente, guapa y cariñosa.
El abuelo reflexiona sobre cómo muchos amigos de su edad reniegan de sus nietos, pero él siempre ha tenido una buena relación con Clara. Sin embargo, se da cuenta de que nunca le ha contado las verdades importantes de su vida. Clara le menciona que ha descubierto que el abuelo conoció a Miguel Hernández y estuvo en la cárcel con él después de la Guerra Civil. El abuelo se muestra reticente a hablar de ello, pero Clara insiste en que ya tiene dieciséis años y merece saberlo.
Clara le muestra al abuelo un periódico donde se menciona que existen poemas inéditos de Miguel Hernández y que el padre de un compañero de clase, Aurelio Sánchez-Macías, está relacionado con ellos. El abuelo reacciona con furia y afirma que Aurelio está muerto. Clara no entiende su reacción y se preocupa por él. El abuelo se disculpa por asustarla y le explica que lo que está a punto de contarle no tiene nada que ver con ella, pero necesita desahogarse y ella es la única persona en quien confiar.
El abuelo le advierte a Clara que lo que va a contarle no la dejará indiferente y puede llevarla a meterse en problemas. Clara le asegura que está dispuesta a escucharlo. El abuelo le revela que Miguel Hernández fue su compañero de celda hasta que lo llevaron a la enfermería donde murió. Le confiesa que fue uno de sus últimos amigos y confidentes.
CUATRO
En este capítulo, el narrador nos cuenta que en mayo de 1941 se encontraba en el reformatorio de adultos de Alicante, cumpliendo una condena por haber defendido la República durante la guerra civil española. A pesar de no tener ideas políticas firmes, luchó por la libertad y la paz que estaban siendo arrebatadas. En la cárcel, vivía en condiciones duras y sufría de hambre y enfermedades.
Sin embargo, los viernes eran especiales porque su abuela Aurora lo visitaba y le llevaba comida, incluyendo leche. En julio, Miguel Hernández, un reconocido poeta, llegó a la misma cárcel. A pesar de estar enfermo de tuberculosis, se alegró de encontrar a alguien de su pueblo en la celda. Miguel Hernández le contó sobre las terribles condiciones en otras cárceles y cómo extrañaba el aire cálido del Mediterráneo.
El narrador interrumpe su relato para hablar con Clara, quien muestra incredulidad ante las condiciones de la cárcel. El abuelo le explica que el hambre es algo que no se olvida y que a veces también persiste el rencor. Clara le pide que continúe con su historia y el abuelo le pide que pregunte a su compañero, Víctor, qué sabe sobre su abuelo Aurelio Sánchez-Macías. Clara revela que Víctor le ha dicho que su abuelo y Miguel Hernández eran amigos de la infancia.
El abuelo reacciona con furia y le pide a Clara que escuche su relato para entender por qué odia a Aurelio Sánchez-Macías. Aunque no cree en la herencia de la traición o la maldad, el abuelo le advierte a Clara que decida si quiere contarle a Víctor lo que su abuelo hizo. El capítulo termina con la promesa de continuar la historia en otro momento.
CINCO
En este capítulo, Clara siente un fuerte deseo de saber más sobre la experiencia de su abuelo durante la guerra y la posguerra. Aunque nunca antes había mostrado interés en revelar nada, el abuelo le encarga a Clara que pregunte a su compañero, Víctor, si sabe algo sobre un cuaderno de tapas negras en el que Miguel Hernández escribió sus últimos versos en la cárcel. Clara acepta el encargo y se encuentra con Víctor después de clases. Víctor se sorprende por la cita y se pregunta qué querrá una chica popular como Clara de él. Clara le explica que su abuelo leyó la entrevista de su padre en la que mencionaba los poemas inéditos de Miguel Hernández y que su abuelo sabe que el abuelo de Víctor tenía el cuaderno. Víctor se sorprende y promete preguntar a su padre. Clara se siente aliviada de que Víctor haya aceptado ayudarla y le cuenta más sobre su abuelo para que confíe en él. Ambos se prometen mantenerse informados sobre lo que descubran.
SEIS
En este capítulo, Víctor decide hablar con su padre sobre un tema importante. A pesar de que le dicen que tomar decisiones es un signo de madurez, Víctor no ve su decisión de hablar con su padre como un paso hacia la adultez, sino como una respuesta al torbellino emocional causado por Clara. Durante el viaje en coche hacia Alicante, Víctor se da cuenta de que su padre solo habla de sí mismo y está constantemente ocupado con su teléfono móvil. Víctor se siente distanciado de sus amigos de la infancia y nota que ya no comparten las mismas experiencias. Durante la cena, Emilio muestra más interés en Víctor que su propio padre. Después de una noche de sueños inquietantes, Víctor decide confrontar a su padre en el baño mientras se afeita. Víctor le pregunta a su padre sobre un cuaderno con poemas inéditos de Miguel Hernández que supuestamente tenía su abuelo. Su padre confirma que es cierto, pero no sabe dónde está. Víctor se da cuenta de que su padre le ha dado la clave para resolver el misterio. Víctor confronta a su padre sobre su falta de atención y su complejo de Peter Pan. Finalmente, acuerdan buscar juntos el cuaderno en la casa del abuelo en el próximo fin de semana.
SIETE
En este capítulo, Víctor le revela a Clara que ha descubierto la existencia de un cuaderno de tapas negras que puede interesarles. Víctor decide que Clara será su cómplice en la búsqueda del cuaderno, ya que sospecha que los motivos de su padre para encontrarlo son más políticos que personales. Víctor le cuenta a Clara la conversación con su padre y le revela que tiene una pista que su padre desconoce. Clara se muestra sorprendida y promete ayudarlo y guardar el secreto. Víctor decide contarle a Clara la historia de su abuelo Aurelio, quien solía regalarle libros en su cumpleaños y le dejó un sobre con una llave el último año antes de morir. Víctor no sabe qué puede abrir esa llave y no ha buscado en la casa de su abuelo. Sin embargo, su padre le propone buscar juntos el cuaderno el próximo fin de semana. Víctor decide no contarle nada a su padre por el momento y promete mantener a Clara informada de sus averiguaciones. Clara también planea obtener información de su abuelo José.
OCHO
En este capítulo, Clara sube al piso de su abuelo y lo encuentra sentado en su sillón, aparentando calma y salud. El abuelo le cuenta que le pidió a su madre que no lo visitara para poder hablar a solas con Clara. Después de una broma sobre su apariencia, el abuelo le asegura que está bien y que los puntos de su cicatriz están bien cosidos. Clara le ofrece prepararle algo de merendar, pero el abuelo le pide que lo escuche. El abuelo continúa la historia de cuando estuvo en la cárcel con Miguel Hernández. Le cuenta cómo Miguel le regaló un cuaderno de tapas negras y le confiesa que Aurelio Sánchez, un antiguo amigo, no lo ayudó a salir de la cárcel. El abuelo también menciona cómo la guerra los cambió y cómo Miguel resistió las presiones para escribir a favor del régimen franquista. Finalmente, el abuelo recuerda la última noche que pasó con Miguel en la celda, cuando lo escuchó llorar y romper papeles antes de ser trasladado a la enfermería.
NUEVE
En este capítulo, el abuelo continúa su relato sobre su experiencia en la cárcel durante la guerra civil española. Clara, absorta en la narración, se sorprende por la cantidad de detalles que su abuelo recuerda de aquellos tiempos. Finalmente, Clara interrumpe el silencio y pregunta si volvió a ver al poeta. El abuelo responde que solo lo vio un par de veces más. La primera vez fue en Nochebuena de 1941, cuando finalmente le permitieron visitarlo. El abuelo lo encontró muy enfermo y débil, apenas podía hablar. El abuelo intentó animarlo contándole que los aliados estaban ganando la guerra y que Franco tendría problemas cuando Hitler cayera. Sin embargo, ninguna de estas cosas se cumplió. La última vez que el abuelo vio al poeta fue el día de su boda, el 4 de marzo. El abuelo fue testigo de la ceremonia en la enfermería de la cárcel, donde el poeta yacía enfermo y débil. Después de la boda, el abuelo nunca volvió a ver al poeta. El capítulo termina cuando la madre de Clara regresa a casa y se sorprende al encontrar a Clara y al abuelo juntos. La madre de Clara le recuerda a Clara que tiene un examen de Lengua al día siguiente y le dice que se vaya a casa a estudiar. Clara quiere quedarse para escuchar más historias del abuelo, pero él le dice que habrá más historias mañana. Clara se da cuenta de que está recibiendo un tesoro de su abuelo: la historia de la vida y muerte del poeta más famoso de la ciudad, contada en primera persona. El capítulo termina con Clara prometiendo volver al día siguiente para escuchar el final de la historia.
DIEZ
En este capítulo, Clara decide salir a dar un paseo en lugar de quedarse en casa estudiando para su examen de Lengua. Sin darse cuenta, termina frente al portal de Víctor y decide enviarle un mensaje para que baje. Víctor aparece rápidamente y comienzan a conversar. Clara no está segura de por qué lo llamó, pero quiere compartir con él el relato de su abuelo sobre el cuaderno negro. Sin embargo, no está segura de si debe revelarle todos los detalles. Caminan juntos y llegan a la plaza Nueva, que evoca recuerdos del abuelo de Clara. Finalmente, se sientan en un banco y Clara decide contarle a Víctor lo que su abuelo le ha contado sobre Miguel Hernández y el cuaderno negro. Víctor se muestra entusiasmado y quiere saber más detalles. Clara le explica que su abuelo está dejando el relato a medias, como Sherezade en Las mil y una noches, para que ella vuelva al día siguiente a escuchar el resto. Víctor propone contarle un cuento a cambio de que Clara le cuente lo que su abuelo le diga. Clara acepta y Víctor la acompaña hasta su casa.
ONCE
En este capítulo, el abuelo Castillo continúa contando a Clara los detalles de la muerte de Miguel Hernández. Explica que la falta de atención médica adecuada en la enfermería del Reformatorio fue la causa de su muerte. A pesar de que se firmó una orden para trasladarlo a un sanatorio en Valencia, la carta se demoró y cuando llegó ya era demasiado tarde. El abuelo relata cómo se enteró de la muerte de Miguel cuando Aurelio Sánchez, quien había sido amigo del poeta, entró en su celda. Aurelio se llevó el cuaderno de tapas negras de Miguel sin darle ninguna explicación. El abuelo confronta a Aurelio, exigiéndole que le dé su palabra de honor de que entregará el cuaderno a Josefina, la viuda de Miguel, pero Aurelio se va sin responder. Al día siguiente, un oficial se lleva la maleta de Miguel para dársela a Josefina, pero el cuaderno no está allí. El abuelo visita a Josefina y le cuenta lo sucedido, pero ella resignadamente dice que en los tiempos actuales no se puede hacer nada con los versos de Miguel. El abuelo reflexiona sobre la impotencia que sienten al no poder publicar los poemas de Miguel en la España de la posguerra. Clara y el abuelo guardan un momento de silencio en homenaje a todos los que murieron debido a la guerra y la indiferencia. Luego, Clara recibe un mensaje de Víctor, el nieto de Aurelio, quien quiere saber el final del cuento. Clara oculta el mensaje y miente al abuelo, pero luego confiesa la verdad y él le dice que es su decisión qué contarle a Víctor. El abuelo le advierte que no siempre queremos escuchar la verdad. Clara agradece al abuelo por compartir sus dolorosos recuerdos y él le dice que a veces es necesario remover el pasado para sacar la verdad.
DOCE
En este capítulo, Víctor viaja en tren a Alicante y se le hace el viaje inusualmente corto, ya que está pensando en Clara y en el cuaderno que su abuelo guarda. Clara le había contado que su abuelo era testigo de un intercambio entre Miguel Hernández y Aurelio Sánchez, en el que el poeta le entregó el cuaderno con sus últimos poemas antes de morir. Víctor está decidido a encontrar ese cuaderno y descubrir por qué su abuelo lo mantuvo oculto durante tantos años.
Víctor se encuentra con su padre en la estación y aunque todavía tiene sentimientos contradictorios hacia él, intenta recuperar parte del afecto que le tenía antes de que su padre los abandonara. Víctor no ha hecho planes para el fin de semana y solo piensa en la visita a la casa del abuelo y en la búsqueda del cuaderno. Lleva consigo la llave misteriosa que encontró y está ansioso por descubrir qué sorpresa le espera.
Al llegar a la casa del abuelo, Víctor y su padre comienzan a buscar el cuaderno. Su padre le explica que una mujer llamada Lola viene a limpiar la casa todas las semanas para mantenerla presentable por si aparece un comprador inesperado. Víctor empieza a buscar en la biblioteca, pero no encuentra nada. Examina los libros y encuentra varias guías de viaje y planos de diferentes ciudades, lo que le sorprende, ya que no sabía que su abuelo había viajado tanto. También encuentra novelas y recuerda los libros que su abuelo le regaló en sus cumpleaños.
Después de revisar la biblioteca, Víctor decide buscar la cerradura que corresponde a la llave en el resto de la casa, pero no encuentra nada. Su padre le cuenta que el abuelo estaba fascinado por los mapas y le gustaba recorrer ciudades a través de los planos. Solo viajó una vez al extranjero, a París, con su madre. Víctor se sorprende al descubrir que su padre ha encontrado algunas cartas de su madre y le cuenta cómo su madre solía dejarle notas por la casa y escribirle cartas cuando él estaba de viaje.
A pesar de no encontrar el cuaderno, Víctor descubre una abuela con cualidades epistolares y un padre más sensible de lo que aparenta ser. El registro del piso del abuelo resulta más provechoso de lo que parecía, ya que Víctor aprende más sobre su familia y sus raíces.
TRECE
En este capítulo, Víctor se pregunta si el cuaderno perdido se ha convertido en una excusa para pasar tiempo con Clara. Aunque las pesquisas en la casa de su abuelo no han dado resultados, Víctor disfrutó de la compañía de su padre durante el fin de semana. Víctor envía un mensaje a Clara y quedan en la plaza Nueva. Clara viste un vaquero y una camiseta amarilla, y Víctor la encuentra perfecta. Caminan juntos y Clara le pregunta qué ha descubierto en el piso de su abuelo. Víctor le cuenta que no encontró el cuaderno y que tampoco había libros de poesía, lo cual le parece extraño. Clara sugiere que su abuelo tal vez no le gustaba la poesía. Víctor se da cuenta de que no entiende a las chicas y Clara le dice que todas tienen complejos. Víctor le promete escucharla y consolarla. Luego, Clara le muestra un libro de poesía que le envió una amiga de Madrid. Clara lee un poema de Miguel Hernández y reflexionan sobre el significado de los versos. Víctor concluye que ellos son los herederos del sueño de Miguel Hernández.
CATORCE
En este capítulo, el abuelo y Clara se encuentran en la Glorieta, rodeados de magnolios y ficus gigantes. Clara le reprocha al abuelo por no haber quedado con ella el día de su libertad, pero él le explica que quería asegurarse de que todos sus conocidos vieran su rápida recuperación. Clara se sienta junto al abuelo y disfruta de la fama que le otorga ser su nieta favorita. Mientras tanto, el abuelo le pide a Puri, la señora que cuida de él, que vaya a comprar medicinas para tener una conversación privada con Clara.
El abuelo le cuenta a Clara que buscó a Aurelio Sánchez, el amigo de su hijo Miguel, para recuperar los poemas que le había robado. Después de muchos años, finalmente lo encontró en Alicante y lo confrontó, pero Aurelio no le entregó los poemas. Diez años después, el abuelo volvió a buscarlo y lo amenazó para que no publicara los poemas. Aurelio le dijo que el cuaderno estaba en blanco y el abuelo decidió dejarlo en paz. Aunque Aurelio murió, el abuelo teme que su hijo, un político, quiera aprovecharse de la traición de su padre y descubrir los poemas para su propio beneficio. El abuelo le pide a Clara y Víctor que encuentren los poemas antes que el hijo de Aurelio. Clara cree que la pista que el abuelo les ha dado sobre la dirección de Aurelio en Orihuela puede ser importante para encontrar la cerradura de la llave.
QUINCE
En este capítulo, Clara no puede esperar al día siguiente y decide ir a la iglesia de Monserrate para comprobar si la dirección que encontraron en la etiqueta de la llave es correcta. Al llegar, encuentra una casa con el número 10 y se emociona. Clara le envía un mensaje a Víctor para contarle la noticia, pero él está en el colegio y no puede responder en ese momento.
Mientras tanto, Víctor pasea por el claustro de Santo Domingo con sus amigos y se pregunta si Clara realmente está interesada en él o solo en la llave y el cuaderno. Víctor se siente un poco celoso de la amistad de Clara con María y Javi, pero decide esperar a hablar con ella para aclarar las cosas.
En el colegio, Víctor se distrae pensando en Clara y no escucha a sus amigos. Rafa y Luis le preguntan si quiere jugar al baloncesto, pero él se disculpa diciendo que tiene que hacer recados y terminar un trabajo de lengua. Víctor se siente incómodo por mentir, pero no quiere revelar el secreto de la llave y el cuaderno.
Después del recreo, Víctor se encuentra con Clara en el colegio y ella le hace una señal para que la siga. Clara le cuenta que posiblemente ha descubierto la dirección de la etiqueta y Víctor le pregunta qué le ha contado su abuelo. Clara no puede revelar toda la información y le dice que primero deben caminar un poco.
Clara lleva a Víctor a la iglesia de Monserrate y le muestra la casa con el número 10. Víctor se emociona y abraza a Clara, pero ella le recuerda que no pueden entrar sin permiso. Deciden esperar a que alguien entre o salga de la casa.
Mientras esperan, Víctor y Clara se sientan en los escalones de la iglesia y reflexionan sobre la historia y la importancia de su búsqueda. Finalmente, ven a una señora salir de la casa y se apresuran a entrar antes de que la puerta se cierre. La señora los ve, pero no les da importancia.
Dentro de la casa, la señora Antonia los recibe amablemente y les cuenta historias sobre el abuelo de Víctor. Víctor se impacienta y quiere ir directamente a los trasteros, pero Clara le pide que espere y siga el plan. La señora Antonia les cuenta que hay trasteros en el edificio y que algunos no pertenecen a los propietarios actuales.
Víctor y Clara deciden ir a los trasteros y encuentran uno con el número 2. Víctor usa la llave y logra abrir la puerta. Dentro del trastero, encuentran estanterías llenas de libros y un cuaderno de tapas oscuras. Víctor reconoce la letra de su abuelo Aurelio y se emociona al encontrar el cuaderno.
DIECISÉIS
En este capítulo, Clara y Víctor salen del sótano y regresan a la plaza. Deciden leer el cuaderno que encontraron, el cual contiene las palabras escritas por Aurelio Sánchez, el abuelo de Víctor. Aurelio expresa su deseo de que Víctor sea quien lea el cuaderno y revela que ha intentado crear un vínculo secreto entre ellos a través de los sobres misteriosos en los regalos de cumpleaños. Víctor se da cuenta de que no ha leído el libro que su abuelo le regaló y que contiene las pistas para encontrar el cuaderno de Miguel Hernández. Clara se siente intrusa en la confesión de Aurelio y Víctor le pide que lo deje leer a solas. Clara insiste en que también quiere leerlo y propone un intercambio: ella revisará el trastero mientras Víctor lee el cuaderno. Víctor le da su palabra de que no se llevará nada y Clara le entrega las llaves. Sin embargo, antes de que puedan separarse, Rafa y Luis aparecen y se sorprenden al ver a Clara con Víctor. Clara se va rápidamente y Víctor intenta impresionar a sus amigos diciendo que Clara quería quedar con él.
DIECISIETE
En este capítulo, Víctor se deshace de sus amigos para poder ir a casa y leer el cuaderno de su abuelo. El cuaderno es negro, como el último cuaderno en el que escribió el poeta Miguel Hernández. Víctor quiere conocer más sobre su abuelo y sobre el anciano, ya que nunca llegó a conocerlo. El abuelo era generoso con Víctor, a diferencia de su hijo. Víctor continúa leyendo el cuaderno y descubre que el poeta nació en Orihuela, la misma ciudad en la que vive Víctor. Aunque eran de familias campesinas, Víctor nunca pasó hambre gracias a la generosidad de la huerta. Víctor recuerda cómo conoció a Miguel Hernández en un partido de fútbol en los Andenes. Miguel era increpado por uno de sus compañeros de equipo y Víctor se compadeció de él. Después de presentarse, Miguel llevó a Víctor a la tahona de Carlos Fenoll, donde les convidaron con bollos. Víctor decide trabajar en la tahona y convence a su padre de que le permita hacerlo. Miguel habla con el padre de Carlos para conseguirle el trabajo a Víctor. A pesar de las pegas del dueño de la tahona, Víctor comienza a trabajar allí. Víctor está agradecido con Miguel por haberle conseguido el trabajo y está dispuesto a hacer cualquier cosa que le pida.
DIECIOCHO
En este capítulo, el narrador recuerda los años de felicidad de su infancia, en los que trabajaba en una panadería y disfrutaba de la compañía de sus amigos. Se enamora de Josefina, la hermana de Carlos, y anhela tener su propia panadería con ella como esposa. Sin embargo, su destino no se cumple como lo había imaginado y la felicidad que deseaba para ella tampoco se hace realidad.
Miguel, uno de sus amigos, es un poeta apasionado que comparte sus versos con el grupo. Aunque el narrador intenta leer los libros que Miguel le presta, no encuentra tiempo ni energía para hacerlo. La brecha entre ellos se hace cada vez más profunda, ya que Miguel se dedica por completo a su pasión por la poesía.
Miguel logra cierto reconocimiento como poeta y gana un premio de poesía. Junto con sus amigos, alquilan un coche para ir a recoger el premio, pero resulta ser una decepción. A pesar de esto, siguen riéndose de la situación.
El narrador se da cuenta de que Fina, la chica de la que está enamorado, está interesada en Miguel. Esto lo desilusiona y se siente invisible para ella. Su amor no correspondido lo lleva a cuestionar su vida en la panadería y su futuro en general.
Miguel decide irse a Madrid en busca de oportunidades como escritor. Aunque el narrador no entiende sus motivos, lo ayuda en su partida. La ausencia de Miguel afecta al narrador, quien se siente huérfano y se aleja de sus otros amigos.
El narrador conoce a Raimundo, el cartero, quien se convierte en su nuevo amigo. Raimundo es un católico ferviente y está preocupado por los cambios políticos que trae la República. A través de sus conversaciones, el narrador se entera de que Miguel está pasando por dificultades en Madrid.
A pesar de las adversidades, Miguel sigue luchando por su sueño de ser escritor. El narrador siente una mezcla de envidia y compasión por él. La Navidad llega y el narrador llora por la soledad de Miguel en la capital.
Carlos y Ramón envían dinero a Miguel para ayudarlo, pero no se lo piden al narrador. Sin embargo, el narrador decide darles parte de su salario para que se lo envíen a Miguel. Esto sorprende a Carlos, pero acepta el gesto.
Aunque Miguel comienza a ser reconocido como poeta, su realidad en Madrid es muy diferente a lo que se muestra en los artículos.
DIECINUEVE
En este capítulo, el narrador decide dejar Orihuela y mudarse a Madrid para ayudar a su amigo Miguel. Está convencido de que encontrará trabajo fácilmente en una panadería. Esta decisión marca un punto de inflexión en su vida, ya que hasta ahora había dejado que las circunstancias y las decisiones de los demás lo guiaran. Se entusiasma con la idea de la gran ciudad y se olvida de las dificultades que su amigo está enfrentando.
Comienza a ahorrar dinero y su amigo Raimundo Gómez lo ayuda permitiéndole repartir algunas cartas y dándole propinas. Raimundo le consigue un plano de Madrid y el narrador se dedica a aprenderlo de memoria. Descubre que tiene una habilidad sorprendente para ubicarse en la ciudad y Raimundo lo llama "gato", un término utilizado para referirse a los madrileños. El narrador se fascina con los nombres de las calles y se da cuenta de que muchos de ellos tienen referencias al campo o a diferentes oficios.
A través de una carta de Miguel, el narrador descubre la dirección de la pensión en la que se aloja y se aprende el camino desde la estación hasta allí. Sin embargo, justo cuando está listo para partir hacia Madrid, recibe la noticia de que Miguel regresa a Orihuela. Aunque esto altera sus planes, también es lo que deseaba, tener a todos juntos nuevamente.
Cuando finalmente se reencuentran, Miguel muestra una mezcla de alegría por regresar a su tierra y decepción por no haber tenido éxito en Madrid. Durante las semanas siguientes, Miguel critica a la ciudad y dice que nunca volverá. Sin embargo, el narrador y los demás no creen en sus palabras, ya que saben que solo está tratando de convencerse a sí mismo de que no quiere volver. A pesar de esto, el narrador sigue estudiando el plano de Madrid con entusiasmo, sin olvidarse de los lugares que le llaman la atención.
VEINTE
En este capítulo, Miguel regresa a Orihuela y se da cuenta de que las cosas han cambiado. La realidad de 1932 comienza a ser alarmante y las ideas revolucionarias de Miguel se intensifican. Se produce una brecha entre Miguel y Ramón Sijé debido a sus diferencias ideológicas y religiosas. Miguel critica a la Iglesia por aliarse con la derecha retrógrada, mientras que Ramón defiende su fe en Dios. Miguel se aleja de sus amigos y se sumerge en la política, convirtiéndose en presidente de las Juventudes Socialistas. Por otro lado, Raimundo expresa su preocupación por el caos que se está viviendo en España y se muestra dispuesto a hacer lo que sea necesario para acabar con la anarquía. Aurelio, el narrador, se siente confundido y no sabe a quién creer. A pesar de los intentos de Miguel y Raimundo por convencerlo de unirse a sus respectivos grupos políticos, Aurelio decide mantenerse al margen de la política. Mientras tanto, la vida de Miguel mejora, consigue un trabajo en una notaría y comienza una relación con Josefina Manresa. Además, publica su primer libro, "Perito en lunas", aunque no es bien recibido ni en Orihuela ni en Madrid. A pesar de su decepción, Miguel se considera un poeta incomprendido. Mientras tanto, Aurelio se siente estancado en Orihuela y desea irse a Madrid en busca de nuevas oportunidades. Sin embargo, se siente retenido por la presencia de Miguel y la enfermedad de su madre. Aunque espera el momento de partir, sabe que su verdadera vida comenzará en Madrid, cerca de la Puerta del Sol.
VEINTIUNO
En este capítulo, el protagonista cumple diecinueve años y se siente desanimado porque su vida no ha cambiado desde que era niño. Sin embargo, un año después, su vida dará un giro definitivo. Miguel y él encuentran una oportunidad para cumplir sus sueños en Orihuela, donde se hace una colecta para que Miguel pueda ir a Madrid. A pesar de que el protagonista no contribuye a la colecta, Miguel se adelanta y coge el tren a Madrid. Un mes después, la madre del protagonista fallece y se siente solo. Decide dejar Orihuela y se va a Madrid con la esperanza de tener un futuro diferente. En la estación de Murcia, se despide de sus amigos y coge el tren hacia Madrid. Durante el viaje, conoce a un hombre que le advierte sobre las dificultades de la vida en la ciudad. Al llegar a la estación de Atocha, se siente abrumado por el bullicio y la magnitud del lugar. Encuentra una pensión donde alojarse y sale a buscar trabajo. Después de varios días sin éxito, encuentra una tahona que busca un aprendiz de chatarrero. Acepta el trabajo y conoce a Pedro, el dueño de la chatarrería. Pedro se convierte en una figura importante en la vida del protagonista, aunque su relación es complicada. Pedro es un hombre corpulento y de ideas revolucionarias, pero también es estricto y disciplinado. A pesar de esto, el protagonista no se siente responsable de su destino.
VEINTIDÓS
En este capítulo, el protagonista, Aurelio, se presenta ante su amigo Miguel en Madrid. Aurelio le cuenta que tiene trabajo y que quería probar suerte en la ciudad. Miguel se muestra sorprendido y preocupado, temiendo que Aurelio se convierta en una carga para él. Aurelio improvisa y le dice que trabaja en una tienda de ultramarinos en la zona del Rastro. Miguel lo trata como a un niño y se dirigen juntos a una tertulia en el café Comercial. En el camino, Miguel le cuenta que le va mejor y que colabora con las Misiones Pedagógicas. Hablan sobre la importancia de la cultura y de su amor por su tierra natal, Orihuela. Miguel le lee un poema que ha escrito sobre su pueblo y se emociona al recordar a Josefina. Llegan al café Comercial, donde Miguel se reúne con otros escritores. Aurelio los escucha recitar poemas y hablar sobre la situación de España. Al finalizar la reunión, Aurelio se despide de Miguel y le ofrece ir a buscarlo a su casa en otra ocasión, pero Miguel se muestra ocupado y no le da una respuesta clara. Pasan meses sin que Aurelio vuelva a ver a Miguel, mientras se acostumbra a su trabajo en la chatarrería. Aurelio se siente inspirado por la tertulia en el café Comercial y decide escribir poesía, pero se da cuenta de que no tiene talento para ello. A pesar de esto, su orgullo le impide reconocerlo ante los demás.
VEINTITRÉS
En este capítulo, el narrador nos cuenta cómo encontró su inspiración para ser poeta. Un día, saliendo de misa, ve a una joven llamada Cayetana que le llama la atención por su elegancia. Empieza a seguirla y a escribirle poemas apasionados. Un día, ella se da cuenta de que la sigue y le pide que guarde su secreto. Después de meses de miradas cómplices, ella lo cita en su casa y le dice que cuando necesite hablar con él, se quitará un guante y él la seguirá. El narrador está emocionado y espera que el secreto sea sobre ellos dos y su amor. Luego, el narrador se encuentra con su amigo Miguel y le muestra sus poemas. Miguel le aconseja que siga escribiendo pero que no se dedique a la poesía. Después, ven a Cayetana en compañía de un comandante del ejército y el narrador se siente desilusionado. Se despide de Miguel y se va a la pensión a llorar y escribir su desconsuelo. Miguel no vuelve a visitarlo hasta meses después, cuando necesita consuelo por una mala noticia.
VEINTICUATRO
En este capítulo, la situación política y social en Madrid se vuelve cada vez más complicada. El paro y las huelgas están causando problemas en la ciudad. Pedro, el dueño de la chatarrería, es un anarquista y se reúne con otros activistas en su negocio. Un día, Cayetana, una mujer misteriosa, le pide a Aurelio que asista a una de estas reuniones y le dé los nombres de los participantes. Aurelio acepta sin dudarlo. Después de espiar una reunión, se encuentra con Cayetana y le cuenta todo lo que escuchó. Ella le agradece y le pide que siga ayudándola en el futuro. Aurelio se da cuenta de que está atrapado en esta situación y no puede negarse a ayudarla. Más tarde, Aurelio se entera de la muerte de su amigo Ramón Sijé y se encuentra consolando a Miguel, quien está devastado por la pérdida. Caminan por las calles de Madrid, sumidos en la tristeza y reflexionando sobre la muerte y la pérdida de la juventud. Finalmente, Miguel se despide de Aurelio y se pregunta dónde los llevan los sueños.
VEINTICINCO
En este capítulo, el narrador nos cuenta cómo su vida cambió drásticamente en 1936, cuando estalló la guerra civil española. Antes de julio, el narrador ya había experimentado un cambio en su personalidad debido al odio y la envidia que sentía hacia su amigo Miguel. Un día, decide confrontar a Miguel en su casa, pero este le dice que tiene una cita importante y no puede atenderlo. A pesar de esto, el narrador insiste en que Miguel lea sus poemas, pero Miguel le pide que lo hagan otro día. El narrador se enfada y decide acompañar a Miguel a una tertulia de escritores. Allí, el narrador intenta leer sus propios poemas, pero Miguel lo detiene y le grita, llamándolo por un apodo que nunca antes había usado. El narrador se marcha del café sin despedirse y rompe sus poemas en pedazos en la calle. Pasan cinco años antes de que el narrador vuelva a ver a Miguel, y durante ese tiempo, el odio que siente hacia él y la guerra civil lo consumen. El segundo desastre ocurre cuando la mujer que el narrador ama, Cayetana, le da las llaves de su casa y le pide que la cuide mientras ella y su familia se van de vacaciones. Cayetana parece preocupada y nerviosa, y le dice al narrador que las cosas van a cambiar. Después de darle las llaves, se despide de él en la Puerta del Sol y desaparece dos días antes del inicio de la guerra civil. El tercer y último desastre ocurre el 18 de julio, cuando estalla la guerra civil.
VEINTISÉIS
En este capítulo, el protagonista narra su experiencia durante la guerra civil española. Describe el miedo constante que vivió, tanto al peligro físico como a la incertidumbre del futuro. Los primeros días de julio, las reuniones en la chatarrería se intensificaron y se hablaba cada vez más de huelga y revolución. Los atentados y la violencia aumentaron en las calles, y los asesinatos del teniente Castillo y de Calvo Sotelo desencadenaron un estallido de violencia. El protagonista decide quedarse en la chatarrería para protegerla y se instala definitivamente allí. Durante los días siguientes, presencia el enfrentamiento ideológico convertirse en una guerra abierta. La ciudad se llena de disparos, gritos y cadáveres. Presencia el incendio de la iglesia de San Cayetano y se refugia en la casa de Cayetana, donde encuentra consuelo en la lectura. Un día, unos milicianos lo descubren en la casa, pero logra convencerlos de que los libros son aceptables. Los bombardeos se intensifican y el protagonista se refugia en el sótano de la chatarrería o en el metro. La casa de Cayetana sufre daños por los bombardeos y el protagonista la utiliza como refugio ocasionalmente. Pedro, el dueño de la chatarrería, pone su negocio al servicio de la República y el protagonista lo ayuda a recoger chatarra para fabricar armas. Durante el invierno, la escasez de alimentos y tabaco se hace más evidente. El protagonista intenta olvidar a Miguel, pero recibe noticias de él a través de un miliciano. Miguel se ha alistado en el Quinto Regimiento y le envía saludos al protagonista. Sin embargo, no sabe si el mensaje llegó a Miguel, ya que meses después se entera de que murió en las trincheras.
VEINTISIETE
En este capítulo, el narrador describe los últimos meses de la guerra civil española. Desea que la guerra termine pronto debido a la agonía y el asedio que están sufriendo. Pedro, el chatarrero, vive con angustia la caída de los suyos hacia la derrota y se niega a aceptar la rendición. Cuando el presidente Negrín y sus ministros huyen de Madrid, Pedro se derrumba. El narrador decide esperar en el piso de Cayetana, ya que piensa que ella regresará. Se queda en la casa de Cayetana, cuidando de ella. Después de tres días de reclusión, las provisiones se acaban y el narrador se debilita. Un militar lo encuentra y le ofrece agua y comida. El militar le informa que Cayetana está a salvo y que Pedro ha sido detenido y condenado. El narrador recibe los documentos de propiedad de la chatarrería y el piso y también un carné de la Falange Española. El militar le dice que debe presentarse en una dirección indicada y cambiar su ropa comunista por una camisa azul. El narrador decide quedarse con los libros de la casa y acepta la nueva vida que se le ofrece. El militar se despide con el saludo fascista y el narrador responde de la misma manera, sintiendo que ha elegido un bando.
VEINTIOCHO
En este capítulo, Aurelio se pregunta por qué Cayetana le encargó cuidar de su casa si no tenía interés en conservar lo que había allí. Llega a la conclusión de que solo quería asegurarse su lealtad y convertirlo en su cómplice. Al salir de la casa, ve el cadáver de una mujer que reconoce como la miliciana que robó el vestido de Cayetana. Luego, encuentra la chatarrería y la casa revueltas, pero decide instalarse allí. Comienza a trabajar como censor y a ganar dinero. Contrata a un joven como aprendiz para que se encargue de la chatarra. Madrid se convierte en una ciudad gris y diferente. Aurelio se alegra de encontrar en la lista de libros prohibidos los de Miguel y sus amigos poetas. Su relación con Diego Ibáñez se fortalece y este le revela que Miguel está en la cárcel de Ocaña y le pide que lo convenza de escribir para ellos. Aurelio acepta ir a visitarlo, pero está seguro de que Miguel no se venderá a sus enemigos. A pesar de haber vuelto a escribir versos, Aurelio se siente asqueado por su poesía dedicada a los vencedores y envidia el talento de Miguel.
VEINTINUEVE
En este capítulo, el narrador visita a su antiguo amigo, Miguel Hernández, en la prisión de Ocaña. La prisión es descrita como un lugar inhóspito y desangelado, azotado por los vientos invernales. El narrador viste de manera discreta para no levantar sospechas y logra entrevistarse en privado con Miguel gracias a un carné y una carta firmada por Diego Ibáñez.
Al encontrarse, el narrador apenas reconoce a Miguel, quien ha adelgazado y muestra un aspecto demacrado. Ambos se cuentan sus penalidades durante la guerra, pero el narrador omite cierta información para no despertar los recelos de Miguel hacia él. Miguel se lamenta de su situación y de la pobreza en la que viven su esposa e hijo.
El narrador menciona que sigue trabajando como chalán y sugiere a Miguel que escriba para el régimen fascista a cambio de dinero y reducción de pena. Sin embargo, Miguel rechaza rotundamente la idea, afirmando que no cambiará sus ideas y que no podría mirarse a sí mismo si lo hiciera.
Miguel le pide al narrador que interceda por él ante Pablo Neruda y Cossío para que lo trasladen a Alicante, cerca de su familia y en un clima más cálido. Aunque el narrador asiente con la cabeza, no tiene intención de ayudarlo y solo cumple con llevarle papel para escribir.
Días después, el narrador regresa a Ocaña y le entrega a Miguel un cuaderno de tapas negras. El narrador le dice que escriba lo que pueda y describe el color negro del cuaderno como símbolo de la mala suerte y el luto. Sin mirar a Miguel, el narrador se va, temiendo la expresión de perplejidad que podría haber visto en su rostro.
TREINTA
En este capítulo, el narrador cuenta cómo su trabajo como censor lo llevó a Alicante en marzo de 1942, donde se enteró de la agonía y posterior muerte de su amigo Miguel en el Reformatorio de Adultos de la ciudad. Aunque no se acercó a la cárcel, al día siguiente decidió entrar en la celda de Miguel para buscar un cuaderno de tapas negras que contenía los últimos versos del poeta. Sin embargo, otro preso, José Castillo, también estaba en la celda y se dio cuenta de su robo. José le exigió que le diera el cuaderno a la esposa de Miguel, pero el narrador salió corriendo sin responder. Después de preguntar por la identidad de José Castillo, el narrador descubre que es el abuelo de Clara, lo que le hace sospechar de las intenciones de Clara al ocultarle información sobre el cuaderno de Miguel. A pesar de esto, decide no confrontarla y continúa con sus planes de comprar un piso en Orihuela. Durante su visita a su pueblo natal, se encuentra con su antiguo amigo Raimundo, quien le cuenta que ha dejado la Falange y está buscando un traslado a Madrid. Raimundo le pide al narrador que revise una biblioteca en Benferri que pertenecía a su cuñado fallecido, ya que contiene libros prohibidos. El narrador acepta y descubre que la biblioteca es valiosa, pero decide quemar los libros comprometedores. Sin embargo, encuentra el libro "Viento del Pueblo" de Miguel Hernández y, a pesar de su rencor hacia el poeta, siente curiosidad y lo guarda. Después de trasladar los libros a su nueva casa, el narrador se encuentra con José Castillo, quien lo amenaza con revelar su robo del cuaderno de Miguel. El narrador decide no enfrentarlo y abandona Orihuela. Aunque vende su casa, decide mantener el segundo trastero donde guarda sus libros. A pesar de su debilidad, sigue visitando el trastero en secreto y ahora le confía sus recuerdos y libros a Víctor.
TREINTA Y UNO
En este capítulo, el narrador cuenta que aún le quedaban unos años en Madrid, todos iguales y grises. La única novedad fue la llegada de Raimundo, quien se trasladó a la casa de su tío y consiguió ascender en el cuerpo de correos. A pesar de que Raimundo pasaba apuros económicos, el narrador nunca lo ayudó. Diego Ibáñez seguía decidiendo por el narrador y confiaba en él para sus negocios inmobiliarios. A finales de los cincuenta, Diego decidió que el narrador le serviría mejor en Alicante y así se trasladó. En Alicante, el narrador se convirtió en uno de los solteros más prósperos y deseados de la ciudad. Decidió casarse y eligió a Pura Salvador, una chica guapa de una familia influyente. Sin embargo, Pura estaba enamorada de otro hombre y se casó con él. Consuelo Álvarez, la amiga de Pura, se convirtió en la novia del narrador. A pesar de que al principio el narrador solo quedaba con Consuelo por despecho, poco a poco se fue enamorando de ella. El narrador reconoce que Consuelo sacó lo mejor de él y que fue la mujer más importante de su vida.
TREINTA Y DOS
En este capítulo, el narrador relata cómo el pasado lo persigue incluso en el día de su boda. Al salir de la iglesia, ve a José Castillo, quien lo mira con los mismos ojos que lo taladraron en la cárcel. A partir de ese momento, el narrador comienza a tener encuentros con la figura de Castillo, siempre desdibujada, en las sombras de las calles de Alicante. Aunque no sabe si es real o producto de su imaginación, estas apariciones le recuerdan el episodio de su vida que más desea olvidar: el robo del cuaderno de Miguel Hernández.
Después de la dictadura, Castillo aparece en la casa del narrador y le exige que devuelva el cuaderno a la familia de Miguel. Aunque el narrador teme que los familiares del poeta lo reclamen, nada sucede, pero la inquietud persiste en su vida cotidiana.
Diez años después, el narrador se encuentra por última vez con Castillo. Este lo espera en el portal de su casa y lo amenaza con retorcerle el cuello si publica los poemas ahora que Josefina ha muerto. El narrador le dice que el cuaderno estaba en blanco, pero Castillo lo mira acusadoramente antes de marcharse.
A partir de ese momento, la suerte del narrador cambia y su esposa enferma. El narrador se vuelve amargado y despreciable, tratando mal a los demás, incluido su hijo. Intenta inculcarle sus principios, pero se da cuenta de que ha convertido a su hijo en una versión patética de sí mismo.
El narrador se refugia en la soledad y la lectura, y se disculpa con su nieto por no haber sido un abuelo cariñoso. También confiesa que durante décadas ha sido perseguido por el robo del cuaderno de Miguel Hernández y se pregunta qué ha sido de él.
En resumen, este capítulo muestra cómo el pasado persigue al narrador y cómo sus acciones han afectado su vida y la de su familia. También revela su arrepentimiento y su deseo de ser perdonado.
TREINTA Y TRES
En este capítulo, Víctor reflexiona sobre las últimas preguntas que su abuelo le hizo antes de morir. Recuerda el relato de Poe, "La carta robada", donde nadie puede encontrar una carta desaparecida porque está en un lugar obvio pero al revés. Víctor piensa que el cuaderno con los versos del poeta podría estar escondido en la biblioteca, entre los libros del trastero. Sin embargo, duda de la promesa de Clara de no quedarse con el cuaderno y se disgusta con la idea de tener que leer su contenido.
Víctor siente que la confesión de su abuelo solo iba dirigida a él y no a Clara. Aunque se siente avergonzado por el comportamiento de su abuelo hacia el poeta Miguel, también se siente aliviado de ser el depositario de su secreto más inconfesable y su arrepentimiento más firme.
Esa noche, Víctor no puede dormir y se imagina el incendio de una iglesia en Madrid que nunca ha visto. Al despertar, su madre le pregunta si está bien y él le dice que solo fue una pesadilla. Decide no ir a clase ese día y pasa la mañana releyendo las memorias de su abuelo en busca de nuevos significados.
Víctor se desconcierta al darse cuenta de que su abuelo nunca menciona los supuestos últimos poemas escritos en el cuaderno perdido. También se cuestiona la personalidad de su abuelo y si realmente era tan despreciable como decía de sí mismo. A pesar de todo, Víctor busca encontrar algo de bondad en el corazón de su abuelo y se aferra al amor que le tenía su abuela y a la amistad de Raimundo Gómez.
TREINTA Y CUATRO
En este capítulo, Clara se levanta temprano y se prepara para su cita importante en lugar de ir a clase. Antes de salir de casa, esconde una linterna en su mochila. Da un rodeo para evitar encontrarse con Víctor y compra una bombilla, pero descubre que las tiendas de iluminación aún no están abiertas. Decide conformarse con la linterna. Luego, se dirige a un trastero lleno de libros en la plaza de Monserrate. Clara se pregunta si debería quedarse con lo que encuentre o si debería dejar que el nieto de Aurelio Sánchez se beneficie de la traición de su abuelo. Deja la respuesta a su abuelo y se enfrenta al primer problema: no tiene la llave del portal. Llama a la señora Antonia y le pide permiso para buscar una pulsera perdida en el portal. La señora Antonia le permite entrar y Clara aprovecha para subir al trastero. Allí, encuentra libros de Unamuno, Germinal de Emilio Zola y libros de historia. Encuentra un libro de Miguel Hernández titulado "Viento del pueblo. Poesía en la guerra". Clara se emociona al leer los poemas y siente que el autor le habla directamente. Piensa en su abuelo y decide dejar el libro en la mesa para que Víctor lo vea primero. Aunque no encuentra lo que busca, intuye que Víctor ha encontrado alguna pista en el cuaderno de su abuelo, pero siente un peligro indefinido en el texto que aún no ha leído.
TREINTA Y CINCO
En este capítulo, Víctor pasa todo el día en casa fingiendo estar enfermo para evitar ir a clase. Espera un mensaje de Clara preguntando por qué no fue a clase, pero no sabe que ella también faltó por la misma razón. Víctor se debate sobre qué hacer con el cuaderno que encontró en el trastero y decide hacer fotocopias antes de encontrarse con Clara. Al día siguiente, Víctor llega puntual a clase y su amigo Luis le pregunta si él y Clara faltaron juntos. Víctor se da cuenta de que Clara estuvo en el trastero y confronta a ella sobre lo que encontró. Clara le dice que encontró la primera edición de "Viento del Pueblo" y otros libros interesantes, pero Víctor sospecha que el cuaderno de Miguel Hernández también está allí. Víctor acusa a Clara de ocultarle información y ella confiesa que su abuelo le dijo que el abuelo de Víctor robó el cuaderno después de la muerte del poeta. Clara revela que solo quería encontrar el cuaderno para evitar que el padre de Víctor se beneficiara de él. Víctor le da las fotocopias del cuaderno y le pide que las rompa después de leerlas. Clara le da la llave del trastero y se va con un sabor amargo, sintiendo que la verdad los ha expuesto y que los personajes del pasado siguen viviendo en ellos.
TREINTA Y SEIS
En este capítulo, Clara lee el cuaderno de Aurelio Sánchez de un tirón y se sorprende por la frialdad y pasión con la que cuenta su historia. Clara se siente como una intrusa al leer las palabras dirigidas a su nieto, Víctor. El relato de Aurelio revela detalles impactantes sobre la vida durante la guerra y Clara comprende las sensaciones que su amigo le había transmitido sobre el libro "Viento del pueblo". Clara reconoce los episodios que su abuelo le había contado, pero se da cuenta de que él no le había hablado del acoso que ejerció sobre Aurelio. Clara también sospecha que hay más información en el cuaderno y decide confrontar a Víctor. Víctor se niega a mostrarle el cuaderno completo y Clara empieza a dudar de su sinceridad. Finalmente, Clara descubre que el cuaderno es en realidad el cuaderno de tapas negras de Miguel Hernández y que su abuelo había arrancado las páginas con los versos del poeta. Víctor se siente engañado y Clara rompe las fotocopias del cuaderno. Después de varios días, Clara decide contarle todo al abuelo Castillo, quien la escucha con paciencia y comprensión.
TREINTA Y SIETE
En este capítulo, Víctor recuerda las palabras del padre Isidro sobre no hacer mudanzas en épocas de crisis. A pesar de esto, él y su madre se han mudado nuevamente en medio de una crisis. Víctor se siente perdido en su propia incoherencia. Aunque antes habría estado emocionado de regresar a Alicante, ahora se siente diferente después de su relación con Clara. No se despide de ella y se va de viaje con su padre a Italia. Durante el viaje, no encuentra el momento adecuado para hablarle a su padre sobre el trastero y el cuaderno del abuelo Aurelio. A mediados de septiembre, Víctor y su madre se instalan en un nuevo apartamento en Alicante. Víctor baja a la calle para comprobar las listas en el instituto y encuentra una carta en el buzón. La carta es de Clara y le emociona mucho recibirla. Clara le cuenta que su abuelo murió y que ella lo extrañó mucho. También le revela que su abuelo y el abuelo de Víctor eran amigos y que Aurelio Sánchez ayudó a la familia de Clara en el pasado. Clara le pide a Víctor que vaya a Orihuela para devolverle un poema de Miguel Hernández que su abuelo le dio. Víctor decide ir a Orihuela y devolverle el poema a Clara. Está emocionado y planea encontrarse con ella en la plaza Nueva o recogerla en su casa al salir de la estación.
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