El otoño del patriarca

12 minutos

Capítulo sin nombre 1

En este capítulo, se describe cómo los gallinazos invaden la casa presidencial durante el fin de semana, destrozando las ventanas y removiendo el tiempo estancado en el interior. En la madrugada del lunes, la ciudad despierta con una brisa de muerte y podrida grandeza. Sin embargo, nadie se atreve a entrar a la casa presidencial hasta que alguien empuja los portones blindados. Al entrar, se encuentran con un ambiente de otra época, con el aire tenue y el silencio antiguo. A lo largo del primer patio, se ven los restos de la guardia fugitiva, las armas abandonadas y el mesón con los platos de sobras del almuerzo interrumpido. En el patio siguiente, se encuentran los rosales nevados de polvo lunar y el olor pestilente del gallinero y las boñigas. A través del matorral, se llega a la galería de arcadas donde estaban las barracas de las concubinas. Se ven las cocinas en desorden, la ropa podrida al sol y la sentina abierta del cagadero común. En el fondo, se encuentran los sauces babilónicos y la casa civil. Al entrar en la casa, encuentran los escombros de la grandeza y el cuerpo picoteado del hombre que vivía allí. Sin embargo, no se atreven a creer en su muerte, ya que es la segunda vez que lo encuentran en esa oficina. Aunque su perfil está en monedas y estampillas, nadie lo ha visto en persona desde hace mucho tiempo. A pesar de eso, todos saben que él está ahí porque el mundo sigue funcionando y la vida continúa. A lo largo de los años, la casa presidencial se ha vuelto cada vez más caótica y desordenada, pero él sigue gobernando con parsimonia y diligencia. A medida que pasa el tiempo, se va volviendo más visible y se atreve a pasear por la ciudad. Sin embargo, su seguridad se ve amenazada cuando presiente que algo está a punto de ocurrir en su vida. A pesar de los rumores y las sospechas, él sigue aferrado a Patricio Aragonés, su doble perfecto. Juntos, se refugian en la casa presidencial y se mueven como fugitivos por los aposentos olvidados. A pesar de la incertidumbre y la crisis que lo rodea, él sigue luchando por existir y por mantener el poder.

Siguiendo este capítulo, el protagonista regresa a la mansión de los suburbios y se encuentra con una multitud en la calle y globos de colores en el cielo. Descubre que se ha desatado una revuelta en la ciudad, con consignas en contra del gobierno y del tirano. Mientras tanto, se entera de que su amigo Patricio Aragonés ha sido herido de muerte con un dardo envenenado. Años atrás, habían hecho un pacto de vida o muerte, pero Patricio siempre ganaba en los juegos y ahora se está muriendo. El protagonista lo acompaña en sus últimos momentos y se siente aliviado de que su amigo esté muriendo por la patria. Después de la muerte de Patricio, el protagonista se enfrenta a la revuelta y logra mantenerse en el poder. Sin embargo, se siente solo y desconfiado de todos. Restaura la casa presidencial y realiza cambios en el gobierno, pero se da cuenta de que la gente solo lo quiere por su poder y no por él mismo. A pesar de todo, sigue gobernando y buscando formas de mantener ocupada a la población. En diciembre, visita la casa de los acantilados y recuerda su pasado y las islas del Caribe. También recuerda la llegada de unos forasteros que intercambiaron objetos con los habitantes de la ciudad. Al final, el protagonista se siente confundido y busca respuestas en el mar.

Capítulo sin nombre 2

En este capítulo, se relata cómo el protagonista, el general, ha vuelto a la vida después de ser dado por muerto en dos ocasiones anteriores. Aunque muchos rumores circulan sobre su muerte, siempre aparece vivo y autoritario en momentos inesperados. Se mencionan los diferentes indicios de su muerte, como la presencia de un ataúd en su casa, la aparición de Leticia Nazareno desangrándose de llanto en el jardín, entre otros. Sin embargo, ninguna evidencia es concluyente y siempre hay otra verdad detrás de la verdad. Se describe la meticulosa búsqueda en la casa del general para establecer su identidad, pero no se encuentra ninguna pista significativa. Se menciona que el general tiene una madre llamada Bendición Alvarado, quien vivía en la mansión de los suburbios y se lamentaba de la pobreza y la falta de sentido del poder. A pesar de esto, se revela que Bendición Alvarado es una de las mujeres más ricas del país, ya que todo lo que el general acumula con los negocios del gobierno lo registra a nombre de ella. También se menciona que el general tiene un sistema infalible para ganarse la lotería. El capítulo termina con la descripción de la época de ruido, en la que el general convoca a consejos de gobierno mientras hace la siesta en la mansión de los suburbios.

Siguiendo este capítulo, el general se encuentra en un momento de tregua en un lugar peligroso y mortífero. Allí, conoce a Manuela Sánchez, una mujer de gran belleza que se convierte en su obsesión. A pesar de su aparente desdén por ella, el general se siente intrigado y decide bailar con ella en un evento público. Sin embargo, después de la audiencia, el general confiesa a su amigo Rodrigo de Aguilar que Manuela no vale la pena y que no volverá a hablar con los pobres. A pesar de esto, el general continúa visitando a Manuela en secreto, llevándole regalos extravagantes y pasando tiempo con ella. Sin embargo, su obsesión por ella comienza a afectar su reputación y se convierte en objeto de burla. A pesar de todo, el general sigue buscando a Manuela, pero finalmente se da cuenta de que ella ha desaparecido y se siente más solo que nunca. A pesar de su desesperación, el general sabe que está condenado a no morir de amor y continúa con su vida, enfrentando los desafíos de su gobierno y su propia mortalidad.

Capítulo sin nombre 3

En este capítulo, se narra cómo el cadáver encontrado en las vísperas de su otoño resulta ser el de Patricio Aragonés. Años más tarde, en una época de incertidumbre, encuentran un cuerpo senil carcomido por los gallinazos y plagado de parásitos marinos, pero no encuentran ningún indicio de su identidad. A pesar de que en sus años de mayor gloria había motivos para dudar de su existencia, el embajador Palmerston cuenta en sus memorias que era imposible concebir una vejez tan avanzada como la suya ni un estado de desorden y abandono como el de su casa de gobierno. Durante su régimen, aparecía en los pueblos sin escolta, se informaba sobre el rendimiento de las cosechas y el estado de salud de los animales y la conducta de la gente. Sin embargo, a medida que envejecía, se volvía más sordo y se preocupaba por los pájaros que no cantaban. A pesar de su apariencia senil, era difícil admitir que aquel anciano irreparable fuera el mismo hombre mesiánico de antaño. Durante su régimen, tomaba decisiones inmediatas y drásticas, como cortar las manos de un tesorero pródigo en un espectáculo público. A pesar de su poder, también sufría derrotas inocuas, como la pérdida de un gallo en una pelea de gallos. Sin embargo, su poder comenzó a desvanecerse y se vio acosado por asesinos silenciosos y sonrientes en un sueño. A pesar de todo, él sonreía mientras lo mataban. Después de su muerte, se descubre que su muerte ya había ocurrido una vez en la historia de los hombres. A pesar de su poder, él no era consciente de los desastres que provocaba y de la condenación eterna de sus partidarios en desgracia. A pesar de todo, él seguía visitando a la vidente única y consultando las barajas. Durante un huracán, él ordena afirmar puertas y ventanas y clavar cada cosa en su lugar. Después del huracán, se encuentra solo con sus ayudantes más próximos en una barcaza de remos en la sala de audiencias. Después del huracán, él se pregunta dónde está Manuela Sánchez y se da cuenta de que no tiene valor para enfrentarse a las muchedumbres. A pesar de todo, él sigue siendo el ídolo de la niñez y el único que conoce el tamaño real de su destino. Después del huracán, él se queda en la casa de su madre y se acuesta en el mecedor de mimbre. Durante su régimen, él conoce a un joven guerrero que busca armas y solidaridad para una guerra sin cuartel. Sin embargo, él le dice que la patria es estar vivo y muestra una bolita de vidrio en la palma de su mano como símbolo de la patria. Después de esto, nunca más se oye esa frase hasta después del ciclón, cuando proclama una nueva amnistía para los presos políticos.

Siguiendo este capítulo, el general se encuentra en pleno poder y se dedica a reconstruir la patria con el apoyo de las fuerzas armadas. Sin embargo, descubre que el ejército mantiene bajo custodia secreta a los niños que sacan los números de la lotería para ocultar el fraude del billete presidencial. Ante la revelación de este secreto, se produce una matanza pública y los niños son encerrados en la fortaleza del puerto. El general decide enviar a los niños a regiones menos habitadas del país para ocultarlos. A pesar de estos problemas, el general se mantiene en el poder y continúa con su régimen autoritario. Sin embargo, se enfrenta a una sublevación en el cuartel del Conde, encabezada por el general Bonivento Barboza. A pesar de la amenaza, el general se niega a abandonar el poder y decide enfrentar la sublevación. Finalmente, logra sofocar la rebelión y restablecer el orden. A pesar de su aparente éxito, el general se enfrenta a la traición de su compadre, el general Rodrigo de Aguilar, quien conspira en su contra. El general descubre la conspiración y logra evitar un intento de asesinato. A pesar de todo, el general se siente cada vez más solo y desconfiado, y su poder comienza a desmoronarse.

Capítulo sin nombre 4

En este capítulo, se narra la muerte de un personaje importante y poderoso, cuya muerte había sido esperada debido a las predicciones antiguas. A pesar de su muerte, los periódicos seguían proclamando su eternidad y falsificando su esplendor. El protagonista recuerda cómo este personaje solía inaugurar monumentos y presidir actos solemnes, aunque en realidad llevaba años sin aparecer en público. Después de la muerte de su madre, el protagonista se encerró en el palacio y solo se relacionaba con unas pocas personas. A pesar de su vejez, se creía que este personaje estaba destinado a sobrevivir al tercer cometa. Sin embargo, su muerte marca el comienzo de un nuevo tiempo de confusión y escándalo en el mundo. Después de su muerte, se instaura el proceso de canonización de su madre, cuyo cuerpo incorrupto es expuesto a la veneración pública. El protagonista recibe al auditor de la Sagrada Congregación del Rito y promotor y postulador de la fe, quien se encarga de escudriñar la vida de la madre del protagonista para demostrar su santidad. A pesar de las pruebas presentadas, el nuncio apostólico dictamina que el cuerpo estampado en la sábana no es un milagro, sino una pintura doméstica. A pesar de esto, el protagonista decide continuar con el proceso de canonización y se impone el orden en el palacio de la Nunciatura Apostólica. El capítulo termina con el protagonista recibiendo a los testigos que vienen a contar sus milagros y bendiciones gracias a la madre del protagonista.

Siguiendo este capítulo, se narra cómo el protagonista, el general, se entrega por completo a la tarea de exponer la verdad sobre la supuesta santidad de Bendición Alvarado. Trabaja incansablemente, sin descanso ni comida, hasta altas horas de la noche. A pesar de su agotamiento, se muestra siempre impecable y bañado en las fondas del muelle. Comparte su comida con los estibadores y se muestra como uno más de ellos.

El general recuerda los tiempos en los que soñaban con las islas más bellas y tristes del mundo, mientras los veleros partían cargados de mercancías. También recuerda a Bendición Alvarado, una mujer humilde y generosa que ayudaba a los demás, pero que vivía en condiciones precarias.

Monseñor Demetrio Aldous, encargado de investigar la santidad de Bendición Alvarado, se adentra en el páramo en busca de pruebas. Durante su investigación, se encuentra con la gente del lugar y se gana su confianza. Sin embargo, no encuentra pruebas concluyentes sobre la santidad de Bendición Alvarado.

El general, preocupado por la posible traición de alguien cercano, decide tomar el mando personal de la operación de rescate de monseñor Demetrio Aldous. Sin embargo, antes de que se cumpla el plazo previsto, reciben la noticia de que han encontrado a monseñor Demetrio Aldous herido pero vivo.

Después de la recuperación de monseñor Demetrio Aldous, el general se entera de la verdad sobre la supuesta santidad de Bendición Alvarado. Descubre que todo ha sido una farsa montada por sus seguidores para complacerlo y obtener beneficios económicos. Decide tomar medidas drásticas y promulga un decreto en el que declara la santidad civil de Bendición Alvarado, expulsa a la iglesia del país y expropia sus bienes.

A pesar de las protestas y disturbios que se generan, el general se mantiene firme en su decisión. Se asegura de que el decreto se cumpla y supervisa personalmente la expulsión de los miembros de la iglesia y la expropiación de sus bienes.

En medio de la celebración por la canonización civil de Bendición Alvarado, el general se da cuenta de que está más solo que nunca. Recuerda a Leticia Nazareno, una novicia que fue secuestrada y llevada a su presencia. Aunque no la toca, la contempla y se siente atraído por ella.

El general se sumerge en la soledad y el miedo, recordando su pasado y enfrentando la realidad de su país. A pesar de todo, se mantiene firme en su decisión y continúa luchando por lo que cree correcto.

Capítulo sin nombre 5

En este capítulo, se narra cómo, poco antes del anochecer, se intenta arreglar el cadáver del líder para que se parezca a la imagen de su leyenda. A pesar de los esfuerzos por restaurar su apariencia, el cadáver no logra imponer el semblante de autoridad necesario para ser expuesto a las multitudes. Mientras tanto, en el salón del consejo de gobierno, se discute sobre cómo divulgar la noticia de su muerte para evitar la explosión prematura de las masas en la calle. Se decide emitir un boletín número uno sobre un percance de salud, seguido de un segundo boletín médico y, finalmente, las campanas de la catedral anunciarán su muerte oficial. Mientras tanto, el líder se niega a tomar decisiones sobre el destino de la patria después de su muerte y se muestra lúcido y terco. A pesar de los intentos de Leticia Nazareno por influir en él, el líder se mantiene firme en su postura. Se revela que Leticia Nazareno ha acumulado más poder que el mando supremo y el gobierno, y ha logrado que se restablezcan antiguas fiestas y se abran templos clausurados. A pesar de todo, el líder se muestra indiferente a los acontecimientos y se refugia en la lectura del periódico oficial. Se menciona que el líder ha aceptado a Emanuel, el hijo ilegítimo de Leticia Nazareno, como su único y legítimo hijo, y lo ha nombrado general de división. A pesar de las acciones de Leticia Nazareno, el líder permanece impasible y se muestra más doméstico y digno de compasión que en sus fotografías. Se revela que el líder ha perdido contacto con el mundo y se ha vuelto invisible, y que los últimos oráculos que rigen su destino son los letreros anónimos escritos en los excusados del personal de servicio. A pesar de todo, el líder se muestra indulgente y acepta que le pasen la cuenta al gobierno.

Siguiendo este capítulo, se narra la historia del general, quien se encuentra sumido en la soledad y el poder absoluto. El general recuerda el trágico asesinato de Leticia Nazareno y su hijo, quienes fueron descuartizados y devorados por perros cimarrones. A raíz de este suceso, el general decide tomar medidas drásticas y contrata a José Ignacio Sáenz de la Barra, un hombre misterioso y poderoso, para que encuentre y mate a los verdaderos culpables. Sáenz de la Barra se convierte en el hombre de confianza del general y comienza a llevar a cabo una serie de asesinatos y descuartizamientos de personas que supuestamente están relacionadas con el crimen. El general, cada vez más obsesionado con la venganza, firma recibos por las cabezas de las víctimas y se sumerge en la oscuridad de su poder. A pesar de su aparente control, el general se siente cada vez más solo y desesperado, y busca consuelo en el recuerdo de su madre Bendición Alvarado. Sin embargo, su búsqueda de venganza y poder parece no tener fin, y el capítulo termina con el general reflexionando sobre el paso del tiempo y su destino.

Capítulo sin nombre 6

En este capítulo, se describe la escena en la que el protagonista, el general, se encuentra acostado en la mesa de banquetes de la sala de fiestas con el esplendor femenino de papa muerto entre las flores. Aparece vestido con un uniforme de gala y una espuela de oro, rodeado de medallas falsas y rodeado de aduladores impávidos. Mientras tanto, en el salón contiguo del consejo de gobierno, se discute el boletín final con la noticia de la resurrección del muerto. Los camiones cargados de tropa con armamento de guerra ocupan los edificios públicos y se instalan ametralladoras en las azoteas. El protagonista se asoma al balcón de su casa y se encuentra con una patrulla de soldados que le informan que es feriado nacional y que se debe cerrar las tiendas. El oficial le comenta en tono de broma que debe ser porque el muerto ha resucitado. El protagonista se pregunta cómo sería el mundo sin el hombre que le hizo feliz en su infancia. Recuerda cómo lo llevaba a escondidas a los establos y le daba caramelos del embajador Forbes. También recuerda cómo lo llevaba al heno perfumado y le hacía brotar los capullos del pecho. El protagonista relata cómo fue exiliado en un buque extranjero con su familia y cómo regresó envejecida y amargada con hijos que no eran del general. Se describe cómo el general se enfrenta a la falta de recursos y a la deuda externa. Se menciona la fábrica de suplicios que el general tiene cerca de su casa y cómo José Ignacio Sáenz de la Barra es el encargado de torturar a los prisioneros. El general se pregunta por qué los militares no se rebelan y por qué aceptan la autoridad de un civil. Se describe cómo el general se siente perdido y busca algo que no encuentra. Finalmente, se menciona una escena en la que el general se ve a sí mismo en la televisión hablando con su propia voz. José Ignacio Sáenz de la Barra le explica que fue una estrategia para preservar el poder y calmar la incertidumbre del pueblo.

Siguiendo este capítulo, el general se enfrenta a la realidad de su régimen en decadencia. Descubre que los comandantes de las tres armas están planeando una insurrección armada y que solo él puede evitarla. A pesar de su aparente tranquilidad, el general se da cuenta de que su poder se está desmoronando y de que ya no tiene el control absoluto sobre la situación.

Mientras tanto, José Ignacio Sáenz de la Barra, su secretario personal, le revela que ha estado grabando sus respuestas en las audiencias y utilizándolas para componer sus discursos mensuales dirigidos a la nación. También le informa sobre una insurrección armada inminente y le entrega pruebas de la conspiración.

El general, aunque aparentemente tranquilo, se da cuenta de que Sáenz de la Barra está asustado y decide investigar más a fondo. Descubre que la verdad se encuentra en un mar de verdades contradictorias y que su régimen se basa en la desilusión y el conformismo de la gente.

Finalmente, el general se enfrenta a la insurrección armada y logra sofocarla. Sin embargo, se da cuenta de que ya no tiene el apoyo del pueblo y de que su régimen está en decadencia. Decide ceder el control del mar a los extranjeros y se retira a su casa, donde se enfrenta a sus propios miedos y a la soledad de su poder perdido.

Siguiendo este capítulo, se narra la muerte del presidente Lautaro Muñoz, quien fue asesinado junto a su familia por levantarse contra el cónsul de los ingleses. El comandante Kitchener muestra el cadáver al protagonista, el comandante supremo de las tres armas y presidente de la república. Aunque al principio nadie creyó en su nombramiento, finalmente fue proclamado presidente por unanimidad. Sin embargo, el protagonista se siente abatido y desilusionado, consciente de que el poder no trae más que desorden y humillaciones. La madre del protagonista, Bendición Alvarado, trata de consolarlo y le propone comprar muebles y objetos para la casa presidencial. A pesar de todo, el protagonista se siente viejo y débil, y teme que su tiempo en el poder sea corto. A lo largo del capítulo, se revela la decadencia y la soledad del protagonista, quien se siente abandonado y despreciado por aquellos que lo rodean. A medida que avanza la narración, se muestra la desesperación y el sufrimiento del protagonista, quien se encuentra en un estado de desamparo y dolor físico. Finalmente, el capítulo concluye con la muerte del protagonista, quien se da cuenta de que su vida ha sido una sucesión de ilusiones y mentiras.

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