Alatriste 02 - Limpieza de Sangre

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Alatriste 02 - Limpieza de Sangre Perez-Reverte, Arturo Produced by calibre 0.6.26

Alatriste 02 - Limpieza de Sangre Sobrecubierta

Alatriste 02 - Limpieza de Sangre Sobrecubierta

En este capítulo, el teniente de alguaciles Martín Saldaña se encuentra con el capitán Alatriste en la puerta de Guadalajara. Saldaña le cuenta a Alatriste sobre el asesinato de una mujer que había sido estrangulada y cuyo cadáver fue expuesto en Santa Cruz para ser identificado. Aunque Saldaña no muestra mucho interés en el crimen, Alatriste se muestra intrigado y le pide más detalles.

Mientras caminan por la calle Mayor, Alatriste y Saldaña hablan sobre los toros que han presenciado en la plaza Mayor. Alatriste menciona que está considerando volver a alistarse en el Tercio de Cartagena, que está siendo reconstituido para unirse al asedio de Breda en Flandes. Saldaña le pregunta si llevará consigo al joven narrador, a lo que Alatriste responde que es demasiado joven para eso.

Luego, Saldaña y Alatriste discuten sobre los reyes y la situación política de España en ese momento. Saldaña menciona que Alatriste podría ser asesinado en cualquier momento, a lo que Alatriste responde que podría ser Saldaña quien lo mate. Después de esta tensa conversación, Saldaña sugiere cambiar de tema y los tres hombres se dirigen a una taberna para tomar algo.

En la taberna, Alatriste y Saldaña se encuentran con el Tuerto Fadrique y el Dómine Pérez, quienes también han estado viendo los toros. El Dómine cuenta los detalles de la corrida y menciona que el último toro embistió a la guardia real. Alatriste y Saldaña hablan sobre sus experiencias en la guerra de Flandes y recuerdan una batalla en la que ambos resultaron heridos.

Después de la conversación, Alatriste y Saldaña se despiden y se encuentran con el poeta Francisco de Quevedo en la puerta de San Felipe. Quevedo le pide un favor a Alatriste y le dice que unos amigos necesitan hablar con él. Alatriste se muestra reacio, pero Quevedo insiste en que es un asunto importante y que está en juego su honor. Alatriste finalmente acepta y Quevedo se despide.

Alatriste se queda solo y reflexiona sobre la propuesta de Quevedo. Aunque está considerando dejar Madrid y unirse al Tercio de Cartagena, decide acompañar a Quevedo en esta nueva aventura. El capítulo termina con Alatriste caminando en la oscuridad, listo para enfrentar nuevos peligros.

Siguiendo este capítulo, el narrador, que era un joven curioso, cuenta cómo se enteró de una conversación entre el capitán Alatriste y el señor de Quevedo sobre un plan para rescatar a la hija de un caballero valenciano que estaba atrapada en un convento. El plan consistía en asaltar el convento, pero el capitán Alatriste advirtió que era una empresa peligrosa. El caballero explicó que en el convento había dos clérigos corruptos y una prioresa crédula que permitían abusos y perversiones. A pesar de haber denunciado la situación a la Inquisición, no se había tomado ninguna medida. El capitán Alatriste y el señor de Quevedo aceptaron ayudar al caballero y sus hijos en su plan de rescate. Sin embargo, el narrador, que había estado escuchando la conversación escondido, fue descubierto por el hijo mayor del caballero y amenazado con una daga. Finalmente, el capitán Alatriste logró calmar la situación y convencer al caballero de que confiara en el narrador. Al final del capítulo, el narrador reflexiona sobre la contradicción entre la fe y la moralidad en la España de la época y sobre la actitud indiferente de Alatriste hacia la religión.

Siguiendo este capítulo, el narrador asiste a misa en la iglesia del convento de las Adoratrices Benitas. La misa es muy concurrida, tanto por beatas como por damas de calidad que acuden por la fama del capellán, don Juan Coroado. Durante la misa, el capitán Alatriste y el narrador observan detenidamente el lugar, incluyendo la capilla que comunica con el convento. Después de la misa, el capitán y el narrador se encuentran con el hijo mayor de don Vicente de la Cruz, quien los sigue discretamente. Mientras caminan por la calle, se encuentran con dos hombres que los provocan, pero el capitán resuelve la situación sin violencia. Luego, el capitán y el narrador siguen a Angélica de Alquézar, la sobrina del secretario real, hasta la fuente del Acero. El narrador está enamorado de Angélica y la observa mientras pasea por los alrededores de la fuente. Finalmente, Angélica le da un collar de oro al narrador y le dice que tal vez un día muera. El narrador queda fascinado por la belleza de Angélica y desea morir por ella.

Capítulo sin nombre 2

En este capítulo, el narrador se encuentra junto a don Francisco de Quevedo y Diego Alatriste en una misión para rescatar a una doncella. Mientras esperan en la plaza, escuchan ruidos y ven sombras acercándose al convento. Don Francisco sospecha que es ella y se prepara para actuar. El narrador observa cómo don Francisco saca su espada y recita unos versos para mantenerse calmado. Luego, el narrador se dirige hacia el convento y se encuentra con don Vicente de la Cruz y sus hijos, quienes también están esperando. El narrador sube por el muro del convento y entra por una puerta trasera. Mientras espera en el huerto, escucha disparos y gritos de "¡Ténganse a la Inquisición!" y "¡Favor al rey!". El narrador se encuentra con don Luis de la Cruz, herido de muerte, y lo ayuda hasta que muere. Luego, el narrador decide regresar a la plaza para buscar al capitán Alatriste y don Francisco, pero se detiene al escuchar más disparos y decide esperar en un rincón oscuro. Finalmente, el narrador es descubierto por Gualterio Malatesta, quien lo captura y lo lleva en un carruaje hacia Toledo. El narrador se siente desesperado y teme lo que le espera en manos de la Inquisición. El capítulo termina con el narrador recordando a don Francisco y esperando que esté a salvo.

Siguiendo este capítulo, el protagonista narra su experiencia en las cárceles secretas de la Inquisición. Después de ser llevado a una habitación sin ventanas ni saeteras, iluminada por un candelabro, es interrogado por los inquisidores. Lo más terrible de estar preso en estas cárceles es que nadie te dice cuál es el delito, ni qué pruebas o testigos hay en tu contra. Los inquisidores solo formulan preguntas y anotan todo lo que se dice. Si las respuestas no son satisfactorias, se recurre al tormento para obtener la confesión. El protagonista niega tener cómplices y haber cometido sacrilegio, pero los inquisidores lo acusan de ser cómplice en la profanación de un convento. A pesar de negarlo, el protagonista es golpeado y finalmente se desmaya. Despierta en una celda húmeda y es llevado a otra sala de interrogatorio, donde se encuentra con un nuevo inquisidor y un fraile de aspecto fanático. En esta ocasión, se le acusa de ser parte de una conspiración judaica. El protagonista se niega a responder y es golpeado nuevamente. Finalmente, se desmaya y despierta en la celda nuevamente. En otro lugar, Ginés, un joven ladrón, se encuentra en un garito de juego donde se reúnen todo tipo de personas para apostar y divertirse. Ginés observa a Diego Alatriste, quien está en el garito y parece estar en alerta. Vicuña, un antiguo sargento de caballos, se acerca a Alatriste y le informa sobre la situación de Íñigo y la familia de la Cruz. Alatriste decide reunirse con Quevedo en el pasadizo de San Ginés para discutir la situación. Quevedo le informa que la Inquisición está detrás de ellos y que Íñigo ha sido capturado y está en las cárceles secretas de Toledo. Alatriste decide que deben hacer algo para rescatar a Íñigo. En el pasadizo, Alatriste y Quevedo son interrumpidos por unos rufianes, pero logran evitar un enfrentamiento.

Siguiendo este capítulo, Diego Alatriste se encuentra en una situación peligrosa junto a Bartolo Cagafuego y otros rufianes. Sin embargo, para sorpresa de todos, Alatriste se echa a reír y propone un acuerdo para evitar una pelea. Resulta que Alatriste y Cagafuego se conocen de antes, ya que Alatriste le salvó la vida en la cárcel. Después de una breve conversación, Alatriste se despide y se dirige a la taberna del Turco, donde espera encontrarse con Caridad la Lebrijana. Sin embargo, decide no cruzar la calle y se queda observando la ventana iluminada de la casa de Caridad. Mientras tanto, en otro lugar, Íñigo está siendo interrogado por la Inquisición y se niega a dar información. A pesar de los golpes y torturas, Íñigo no revela nada. Luego, el capítulo cambia de escenario y muestra a Alatriste, Quevedo y Guadalmedina reunidos en un cuarto de un garito. Guadalmedina informa a los otros dos sobre la situación de Íñigo y la conspiración en la que está involucrado. También menciona que la Inquisición planea un auto de fe en el que Íñigo y otros serán condenados. Alatriste pregunta si hay alguna forma de ayudar a Íñigo, pero Guadalmedina dice que no hay nada que se pueda hacer. Finalmente, el capítulo termina con Alatriste recibiendo un paquete de Guadalmedina, que contiene un plano y dos llaves.

Siguiendo este capítulo, Alatriste se encuentra con el teniente de alguaciles Martín Saldaña, quien le advierte que debe tener cuidado ya que los familiares de la Inquisición están buscándolo. Saldaña también le menciona que hay un espadachín llamado Gualterio Malatesta que está investigando su paradero y que tiene intenciones de matarlo. Alatriste y Saldaña conversan sobre la situación y la falta de hombres como ellos en el mundo actual. Al final del capítulo, Alatriste reflexiona sobre su situación y su relación con Angélica de Alquézar. A pesar de sentir una fascinación por ella, también siente una profunda tristeza por no poder volver a verla. El capítulo termina con Alatriste en prisión, esperando el auto de fe del domingo y pensando en su destino.

Capítulo sin nombre 3

En este capítulo, se narra la preparación y desarrollo de un auto de fe espectacular organizado por el Santo Oficio. El objetivo de este auto de fe era minar la política de acercamiento del conde de Olivares a los banqueros judíos portugueses. Se aceleraron los trámites del proceso de la Adoración Benita y otras causas similares para dar un escarmiento eficaz y público. Las sentencias se leyeron en el mismo auto de fe, en presencia de todos los asistentes. Los penitenciados fueron llevados en procesión desde las cárceles de Toledo hasta la plaza Mayor de Madrid. Entre ellos se encontraba el narrador, que se sentía avergonzado y temeroso de su destino. Durante el auto de fe, se leyeron las sentencias y se aplicaron las penas correspondientes, como azotes, encarcelamiento y destierro. Algunos fueron condenados a la hoguera, pero como la Inquisición no podía derramar sangre, se les estrangulaba antes de ser quemados. El capitán Alatriste, que estaba presente en la plaza, se vio envuelto en una pelea con dos hombres que lo perseguían. Logró matar a uno de ellos y herir al otro antes de escapar. Mientras tanto, el narrador esperaba su turno para ser juzgado y sentenciado.

Siguiendo este capítulo, el inquisidor está a punto de pronunciar el nombre del protagonista cuando un caballero vestido de negro y cubierto de polvo irrumpe en el palco de los secretarios reales. Resulta ser don Francisco de Quevedo, quien lleva una cartera de cuero que entrega al secretario real. Alquézar, el secretario, la abre y al ver su contenido, mira en dirección al protagonista y a fray Emilio Bocanegra. Quevedo revela que ha descubierto información sobre el secretario real que podría deshonrarlo y hacerle perder sus privilegios. Mientras tanto, en el quemadero, el poeta y el capitán Alatriste observan la ejecución de varios penitenciados, incluyendo a Elvira de la Cruz. Quevedo le cuenta a Alatriste los detalles de su viaje a Aragón, donde encontró pruebas de la ascendencia judía de Luis de Alquézar. Alatriste y Quevedo hablan sobre el plan para salvar al protagonista y cómo afectará a Alquézar. Finalmente, Quevedo revela que ha mostrado el libro verde al secretario real, lo que podría deshonrarlo públicamente. Alatriste y Quevedo hablan sobre la situación y la mirada de desprecio de Alquézar hacia ellos. Alatriste decide no matar a Gualterio Malatesta en ese momento y se retira de su habitación. En la calle, Alatriste se encuentra con Angélica de Alquézar, quien le sonríe y le hace un gesto de despedida. Alatriste regresa a la taberna donde se encuentra con sus amigos y todos celebran el final exitoso de su misión. Al día siguiente, Alatriste se sienta frente a la taberna y copia un soneto de Quevedo mientras observa a la gente pasar. Más tarde, Alatriste visita a Martín Saldaña y le pide que le consiga información sobre el paradero de Malatesta. Alatriste se dirige a la casa de Malatesta y lo encuentra herido en la cama. A pesar de tener la oportunidad de matarlo, Alatriste decide no hacerlo y se retira. En su camino de regreso, se encuentra con una mujer que parece preocupada por la suerte de Malatesta. Alatriste se aleja riendo y reflexiona sobre las diferencias entre él y Malatesta.

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