Pobre negro

16 minutos

PRIMERA JORNADA

I Tambor

En este capítulo, se describe una escena en la que los esclavos trabajan en los cacaotales de "La Fundación". El capataz Mindonga les indica la tarea del día, que consiste en limpiar un extenso espacio invadido por malezas. Mientras trabajan, Negro Malo, un esclavo fornido y bromista, se divierte pensando en las malicias que ha compuesto para el tambor de San Juan. A pesar de su buen humor, el capataz lo reprende constantemente y lo maltrata verbalmente. Sin embargo, Negro Malo evita darle oportunidades para llevar a cabo sus amenazas y solo refunfuña entre dientes. Pronto, su mal humor desaparece cuando recuerda que esa noche comenzará el baile de tambor, donde los esclavos olvidan todas sus penas. Además, se menciona que las esclavas viejas están preparando las golosinas para el baile. Negro Malo también piensa en la negrita Saturna, una esclava atractiva que le ha ofrecido meterle la zancadilla. Sospecha que el capataz Mindonga está interesado en ella y decide averiguarlo esa noche. Finalmente, se describe el ambiente en los cacaotales, con el sol brillando intensamente y los esclavos trabajando agotados.

Siguiendo este capítulo, se describe el final de la jornada de trabajo de los esclavos en la hacienda de don Carlos Alcorta. El capataz, Mindonga, se muestra satisfecho con el trabajo realizado y les permite a los esclavos disfrutar de la noche. Los hombres se dirigen al repartimiento, mientras que las mujeres llevan los canastos de cacao recogidos. En el camino, se encuentran con unos esclavos de otra hacienda que les informan sobre la carga de cacao que han dejado en un barco. Mindonga les prohíbe a los esclavos tocar el tambor esa noche, lo que genera protestas entre ellos. Negro Malo, uno de los esclavos, jura que bailará el tambor esa noche, sin importar las prohibiciones. Más tarde, cuando todos están durmiendo, Negro Malo escucha el sonido de un tambor lejano y decide ir a buscarlo. Se desliza sigilosamente fuera del repartimiento y se adentra en el bosque. A medida que avanza, el sonido del tambor cambia de dirección y Negro Malo se siente cada vez más inquieto. Siente que está siendo perseguido y se aferra a su amuleto para protegerse. Finalmente, se encuentra con Ana Julia, la hija de don Carlos Alcorta, que también ha salido en busca del tambor. Ambos quedan embelesados el uno con el otro y se adentran en el bosque juntos. Mientras tanto, los otros esclavos, liderados por Mindonga, los persiguen. Finalmente, Negro Malo se despeña por un barranco y se presume que ha muerto. Mindonga muestra el amuleto de Negro Malo a don Carlos Alcorta, quien ordena que lo tiren. Tapipa, uno de los esclavos, se queda con el amuleto y afirma que aún se siente el olor a azufre de Mandinga, el Diablo.

II El Cachorro

En este capítulo, José Trinidad Gomárez, mestizo de canario de Lanzarote y de criolla mulata, está esperando impacientemente a Fermín Alcorta, hijo mayor de don Carlos, y a una vieja esclava de su casa. Fermín llega acompañado de la esclava y le agradece a Gomárez por su ayuda. Gomárez le asegura que nadie en su casa revelará el secreto de la infidelidad de Fermín y que su esposa Eufrasia ha dado a luz a gemelos, una niña y un niño.

Después de la muerte de Ana Julia Alcorta, su alma queda sumida en la melancolía y se recluye en la Casa Grande. Solo sus padres y la negra Nazaria la acompañan en su reclusión. Ana Julia muere dos días después de dar a luz y sus padres también mueren poco después, confiando en que todo se hizo sin dañar su honor.

Como recompensa por guardar el secreto, los Gomárez reciben la propiedad de las vegas de "El Matajey". Pedro Miguel, el hijo de Ana Julia, crece en silencio y soledad, pasando sus días contemplando las montañas lejanas.

Eufrasia, la esposa de Fermín, se preocupa por las contemplaciones de Pedro Miguel y le pregunta a Gomárez si hay algo malo en él. Nazaria, la esclava, cuenta una historia sobre la luna para tratar de despertar sentimientos en Pedro Miguel, pero él parece insensible.

Nazaria y Tapipa, otro esclavo, visitan a Pedro Miguel en "El Matajey". Tapipa le cuenta a Eufrasia que han visto a una mujer blanca paseándose por los corredores de la Casa Grande y que hay rumores de un negro alzado en las montañas de Capaya. Eufrasia relaciona estas historias con las contemplaciones de Pedro Miguel hacia las montañas.

Gomárez decide dejar "El Matajey" y se va con su familia a los Valles del Tuy en busca de trabajo. Eufrasia se siente intrigada por las contemplaciones de Pedro Miguel y le cuenta a Gomárez sobre las historias que ha escuchado. Gomárez le explica que Pedro Miguel es un niño tranquilo y que debe dejarlo en paz.

Cecilio Céspedes, cuñado de Fermín, regresa a la casa después de diez años de ausencia. Asiste a la muerte de Ana Julia y luego se retira a su biblioteca. Fermín le presenta a sus hijos y Cecilio les enseña una estrofa sobre la vanidad. Fermín le cuenta a Cecilio sobre las tierras que administra en su nombre y Cecilio decide renunciar a su parte de la herencia en favor de un tal "don Nadie".

Cecilio regresa después de entregar las tierras a "don Nadie" y le dice a Fermín que José Trinidad Gomárez estará allí para recibir las cuentas. Fermín se emociona al ver a Cecilio y le agradece su presencia. Cecilio se encarga de las tierras de "El Matajey" y "El Altozano" y se asegura de que Pedro Miguel herede estas últimas.

Siguiendo este capítulo, don Cecilio accede a administrar las tierras de Pedro Miguel mientras él pueda hacerse cargo de ellas. Sin embargo, don Fermín cambia de opinión y le pide a Pedro Miguel que se encargue de la administración de "La Fundación" y de unas plantaciones que formarán el patrimonio aparte de Pedro Miguel. A pesar de esto, don Cecilio se preocupa por el futuro de Pedro Miguel y comienza a disputarle su afecto. Cecilio el viejo comienza a enseñarle a Pedro Miguel de manera poco convencional, utilizando métodos provocativos y explorando su alma. Finalmente, decide darle su última lección antes de separarse, en la que le habla sobre la importancia de la democracia y el desorden en la historia de Venezuela. Cecilio el viejo se despide de Cecilio el joven y le entrega su biblioteca, mientras que don Fermín decide enviar a Cecilio a Caracas para que continúe sus estudios. Durante el viaje, Cecilio se despide de los esclavos de la hacienda y de Pedro Miguel, quien se muestra distante y resentido. Luisana, la hermana de Cecilio, se encuentra con Pedro Miguel y trata de disculparse por lo sucedido, pero él se muestra rencoroso y se aleja. Cecilio y Antonio continúan su viaje, y Cecilio expresa su preocupación por el futuro de Pedro Miguel. Sin embargo, Antonio lo considera un escarmiento merecido. Cecilio revela su idealismo y su deseo de convertirse en un hombre capaz de resolver los problemas de los demás.

III El catecismo de las mazorcas

En este capítulo, se presenta al Padre Mediavilla, un cura popular y guasón de Río Chico. El cura se dedica a recorrer los maizales de su parroquia para recolectar diezmos y primicias, que utiliza para el sostenimiento del culto y para favorecer los matrimonios y bautizos. Organiza las "fajinas", donde los jóvenes desgranaban las mazorcas mientras escuchaban sus cuentos y chacotas. Fermín Alcorta, un mantuano, se queja del estilo irreverente del cura y le pide que modifique sus pláticas. A pesar de esto, Mediavilla es considerado un buen sacerdote por su conducta privada y su celo en su misión. Pedro Miguel, un joven de dieciséis años, se muestra interesado en los periódicos de oposición al gobierno que el cura tiene en su casa parroquial. Mediavilla se los presta, pero Pedro Miguel los utiliza para leerles a los esclavos de "La Fundación". Los esclavos se reúnen clandestinamente para escuchar las lecturas y Pedro Miguel se convierte en líder de ellos. Pedro Miguel comienza a predicar la necesidad de luchar contra los mantuanos y la guerra se convierte en su objetivo. La voz de Pedro Miguel se extiende entre los esclavos y su nombre se escucha por todas partes.

SEGUNDA JORNADA

I Las vacaciones del humanista

En este capítulo, Cecilio regresa a su hogar paterno por Navidad y decide hacerlo a caballo para disfrutar del paisaje. Mientras viaja, recuerda los lugares y nombres ilustres que forman parte de su tierra natal, como el Ávila y los cafetales. También se encuentra con personas en el camino que le cuentan rumores sobre la situación política en la capital. Llega a una posada donde se encuentra con arrieros y carreteros que le hablan sobre los problemas del país y las dificultades del trabajo. Cecilio reflexiona sobre la situación política y se prepara para enfrentar los desafíos que se avecinan. También recuerda las palabras de su maestro sobre sembrar vientos y se da cuenta de que es necesario estar preparado para los tiempos difíciles. Cecilio visita a su hermana Luisana y comparten confidencias sobre sus amores y preocupaciones. Luisana expresa su deseo de que su novio se enamore de otra mujer para poder ser libre y vivir nuevas experiencias. Cecilio regresa a Caracas y se entera de que ha sido designado secretario de una misión diplomática en Inglaterra. Se despide de su familia y se encuentra con su tío Cecilio, quien reacciona negativamente a la noticia y se enfada con él. Cecilio continúa su viaje con sentimientos encontrados.

II Disputas y vacilaciones

En este capítulo, se narra cómo fracasó el intento de establecer un gobierno civil y cómo el general Páez impuso su tendencia caudillista, llevando al poder al general Monagas. Fermín Alcorta reprocha a Rosendo Mediavilla por la situación política del país y este último reconoce que se equivocaron. A pesar de sus diferencias, deciden retomar su amistad. Se menciona que ambos necesitan el trato frecuente del otro para ejercitarse en sus respectivas posturas políticas. Fermín es descrito como una persona de compostura irreprochable y severo concepto del respeto a sí mismo, mientras que Rosendo es chabacano y contradictorio. Se menciona que se encuentran frecuentemente en las tertulias de la parroquia, donde se discuten temas políticos sin llegar a ninguna solución. Cecilio, el hijo de Fermín, ha regresado de Europa y se encuentra en la hacienda familiar. Su padre espera que él sea el líder político que el país necesita. Sin embargo, Cecilio muestra signos de agotamiento y preocupación. Durante la cena familiar, Cecilio relata sus viajes y experiencias, pero su padre nota que le falta el fuego y el brillo que solía tener. Cecilio se retira a descansar y su padre y hermanas se preocupan por su estado de ánimo. Luisana, hermana de Cecilio, va a hablar con él y descubre que está sufriendo y que ha perdido la esperanza en la vida. Cecilio revela que ha contraído lepra y se siente como si estuviera muerto en vida. Luisana se horroriza y su padre escucha la conversación desde la puerta. Cecilio se lamenta de haber regresado y desea haberse quedado en el mar. El capítulo termina con un ambiente de tristeza y desesperanza.

III El sacrificio

En este capítulo, se revela que Fermín Alcorta tiene dos personalidades: una pública, en la que se muestra como un hombre de casta y rectitud, y otra privada, en la que se siente apocado y vulnerable. Mientras se hace preguntas sobre su sufrimiento, Cecilio se lamenta de no haber tenido el valor de quitarse la vida. Por otro lado, Luisana toma el control de la situación y decide que ella y Cecilio se irán a la hacienda para protegerlo de la catástrofe. Además, decide renunciar a su compromiso con Antonio de Céspedes y dedicarse al cuidado de su hermano. Carmela y Aurelia también se ven afectadas por la enfermedad de Cecilio, ya que podría arruinar sus relaciones amorosas. Luisana les pide que mantengan en secreto la situación y que actúen con normalidad. Finalmente, la familia se traslada a la hacienda, donde Cecilio encuentra paz y tranquilidad. Mientras tanto, en el pueblo, se celebra un velorio de cruz en el que se recitan décimas y se cantan fulías. Juan Coromoto y Pitirrí, dos decimistas, compiten en un duelo de versos. Cecilio y Luisana disfrutan del evento, pero Cecilio se ve afectado por los versos que recuerdan su desgracia. Pedro Miguel, un pariente bastardo de Cecilio, también está presente y muestra desinterés por la competencia de los decimistas. Al final, Cecilio y Luisana se retiran del velorio y recuerdan romances que evocan su tristeza y desesperación.

IV ¿Qué te pasa, Pedro Miguel?

En este capítulo, Pedro Miguel regresa a su antigua habitación en la casa de "El Matajey" después de seis años de ausencia. Sin embargo, encuentra el cuarto más pequeño y con un techo más bajo de lo que recordaba. Mientras está acostado en la cama, comienza a reflexionar sobre las proporciones y el paso del tiempo. Observa las viguetas del techo y se da cuenta de que han pasado más de veinte minutos desde que comenzó a contarlas. También se da cuenta de que una vela que estaba encendida cuando Eufrasia se la dejó, ahora está casi consumida. Pedro Miguel reflexiona sobre el problema del espacio y el tiempo y cómo afectan nuestras percepciones. Luego, se da cuenta de que ya amanece y decide salir a caminar hacia el pueblo. En el pueblo, se encuentra con el padre Rosendo Mediavilla, quien le pregunta sobre su regreso y el matrimonio de su hermana. Pedro Miguel responde de manera evasiva y el padre Rosendo nota su actitud inusual. Luego, Pedro Miguel le confiesa que ha estado reflexionando sobre su vida y sus rencores hacia los mantuanos. El padre Rosendo lo invita a desayunar y conversar en su casa. Durante la conversación, Pedro Miguel le cuenta sobre su trabajo como comerciante de animales y el fracaso de sus negocios en "El Altozano". También hablan sobre la situación política en los Valles del Tuy y la relación entre conservadores y liberales. Pedro Miguel se muestra descontento con la situación y el padre Rosendo lo insta a reflexionar sobre sus acciones y sus intenciones. Luego, Pedro Miguel se retira y se sumerge en la escritura de su libro. Mientras tanto, se anuncia la abolición de la esclavitud, lo que provoca un alboroto entre los negros. Sin embargo, pronto se dan cuenta de que la libertad no les trae mejoras en sus condiciones de vida y muchos se ven obligados a mendigar o vivir en la pobreza. En "La Fundación", Roso Coromoto lamenta la situación y se pregunta cómo ha terminado el sueño de la abolición.

TERCERA JORNADA

I El regreso del andarín

En este capítulo, Cecilio el joven se reencuentra con Cecilio el viejo después de nueve años sin verse. Cecilio el viejo le muestra un libro de Erasmo y una taparita de curare que encontró en el mismo lugar. Hablan sobre la tolerancia y la parálisis de la inteligencia. Cecilio el joven prueba el curare y luego se entera de que Cecilio el viejo ha estado entre los indios. Discuten sobre la falta de novedad en el mundo y la importancia de los hechos. Cecilio el joven le cuenta que está escribiendo un libro y Cecilio el viejo le dice que no le preocupe el nihil novum sub sole. Luego, Cecilio el viejo se instala en una cabaña cerca de la Casa Grande y todos los días va a conversar con Cecilio el joven y a escuchar la lectura de su libro. También comentan sobre sus autores favoritos y la vida de los grandes hombres del pasado. Cecilio el viejo colabora en la obra del joven. Pedro Miguel se ofrece a ser el mayordomo de "La Fundación" y Cecilio el viejo acepta. Pedro Miguel se encarga de la hacienda y mejora las condiciones de vida de los trabajadores. Cecilio el viejo reflexiona sobre su preocupación por el futuro de Luisana y la finca. Tapipa, un brujo negro, se refugia en los montes y tiene conversaciones extrañas con Cecilio el viejo. Tapipa intenta componer a Pedro Miguel para que se enamore de una mujer, pero Pedro Miguel tiene contras para todas las composiciones. Cecilio el viejo se entera de que Tapipa ha sido asesinado por hacer brujería. Pedro Miguel se muestra alterado y dice que las alpargatas que deja de una manera siempre aparecen de otra. Luisana recibe cartas de sus hermanas con noticias de problemas y calamidades en Caracas.

Siguiendo este capítulo, Luisana recibe cartas de sus hermanas Aurelia y Carmela. Aurelia le cuenta que ha escuchado rumores de que en la Casa Grande se está apareciendo La Blanca, un alma en pena de Ana Julia Alcorta. Luisana se molesta por estas habladurías y decide cortar todo contacto con Aurelia. Por otro lado, Carmela le cuenta que su hija mayor, Luisana, siempre piensa en ella y le ha arreglado un cuarto en su casa. También le menciona que Antonio, un hombre que frecuenta su casa, ha notado el parecido de la niña con Luisana. Carmela también le informa sobre rumores de próximos acontecimientos políticos y le pide que no diga nada al respecto. Luisana responde a las cartas de sus hermanas, diciéndole a Aurelia que es cierto lo de La Blanca y que no quiere recibir más cartas suyas. A Carmela le dice que no tiene intención de ir a vivir con ella y que puede usar el cuarto que le tenía destinado para otras cosas. Después de enviar las cartas, Luisana rompe a llorar. Cecilio el viejo la consuela y deciden dar un paseo juntos. Durante el paseo, Luisana reflexiona sobre su vida y sus sentimientos. Siente una gran ternura y una nueva energía que la impulsa a tomar decisiones y a disfrutar de la vida. También se da cuenta de que ha adquirido nuevas costumbres, como montar a caballo y ocuparse de los asuntos de la hacienda. Además, empieza a tener pensamientos sobre su futuro y el papel que jugará en la sociedad. Mientras tanto, en la Casa Grande, se discuten los acontecimientos políticos y se hacen predicciones sobre el futuro de Venezuela. Los tertulianos discuten y se enfrentan entre sí, mostrando sus diferencias políticas. El capítulo termina con la noticia de la caída del gobierno de José Gregorio Monagas y la incertidumbre sobre el futuro del país.

II Diálogo del sembrador y otras extravagancias

En este capítulo, Cecilio el viejo encuentra a Pedro Miguel en la loma y comienzan a conversar sobre la obra de Pedro Miguel, "La Fundación". Cecilio el viejo elogia el trabajo de Pedro Miguel y hablan sobre la importancia de la tierra. Pedro Miguel menciona que a veces es más agradable ocuparse de lo ajeno que de lo propio, refiriéndose a "La Fundación". Cecilio el viejo menciona que él también ha trabajado en tierras ajenas y cuenta una anécdota sobre conucos que aparecieron misteriosamente. Luego, cambian de tema y hablan sobre el abandono de "El Altozano", una finca que pertenece a Pedro Miguel pero que él no cuida. Pedro Miguel explica que no es suya, sino de "don Nadie". Cecilio el viejo critica la terquedad de Pedro Miguel y hablan sobre la importancia de saber adónde se quiere ir en la vida. Después de un rato de silencio, Cecilio el viejo elogia la hacienda de Pedro Miguel y menciona que tiene algo importante que mostrarle. Se dirigen a un pequeño prado donde Cecilio el viejo planea realizar un acto solemne de devolverle a la tierra el préstamo que le hizo al espíritu de la vida. Pedro Miguel muestra cierta incomodidad con la idea y menciona que pronto dejará la finca. Cecilio el viejo habla sobre la dependencia de las mujeres hacia los hombres y menciona su preocupación por el futuro de los jóvenes en medio de la revolución social que se avecina. Luego, deciden regresar y Cecilio el viejo muestra a Pedro Miguel otra tierra que tiene. Pedro Miguel reflexiona sobre sus sentimientos y menciona que pronto dejará la finca. Luego, se encuentran con el Padre Mediavilla en un pueblo y observan la festividad de los diablos de Corpus. Pedro Miguel muestra disgusto por el espectáculo y el Padre Mediavilla le comenta sobre la devoción de los negros hacia la Iglesia. Durante la danza de los diablos, Pedro Miguel reconoce a Juan Coromoto y se encuentra con un hombre desconocido y malcarado. Pedro Miguel comenta sobre el hombre y luego se entera de que nadie sabe quién es. Finalmente, observan la zarabanda de los diablos y Pedro Miguel nota la participación frenética de los espectadores.

Siguiendo este capítulo, el Padre Mediavilla le propone a Pedro Miguel asistir a un espectáculo en el que los diablos bailarán hasta caer rendidos. Sin embargo, Pedro Miguel no encuentra gracia en ello y decide continuar su viaje. Mientras tanto, los diablos cumplen su promesa y bailan hasta caer rendidos, pero el hijo de Tilingo, llamado Tilingo, no sobrevive. A pesar de la desesperación de su esposa, Tilingo muestra insensibilidad y fatalismo ante la muerte de su hijo. Pedro Miguel pasa por el rancho de Tilingo y observa la pobreza en la que viven. Luego, Pedro Miguel se encuentra con Juan Coromoto, quien le informa sobre El Mapanare, un hombre que está rondando por la zona y que tiene un plan relacionado con la guerra en Coro. Pedro Miguel se siente disgustado por la presencia de El Mapanare y reflexiona sobre su cambio de actitud hacia los mantuanos y los descamisados. Más tarde, El Mapanare busca a Pedro Miguel para invitarlo a unirse a la guerra, pero Pedro Miguel rechaza la invitación. Pedro Miguel decide denunciar a El Mapanare a las autoridades y se dirige al pueblo. En el camino, se encuentra con Luisana, quien le cuenta que también se ha encontrado con El Mapanare. Pedro Miguel le aconseja a Luisana que no ande sola por los montes y se dirige al pueblo para evitar que El Mapanare cause problemas. Pedro Miguel se da cuenta de que está enamorado de Luisana y continúa su viaje.

III La sombra de la espada

En este capítulo, se revela que la invitación de El Mapanare está relacionada con los planes políticos de las altas esferas. El alzamiento federalista de los generales Falcón y Zamora ha hecho imposible la continuación de la revolución de marzo, y el general Julián Castro ha llevado a cabo una estratagema política para deshacerse de sus compromisos con los oligarcas y aliarse con los liberales. Estos liberales, que planean una revuelta armada para tomar el poder, envían comisionados a las provincias para provocar alzamientos federalistas. El Mapanare y otros como él están invitando a hombres populares a unirse a la causa. Sin embargo, los conservadores no están dispuestos a perder el poder y deciden llevar a cabo un golpe de estado. Organizan las milicias nacionales y el comandante Antonio de Céspedes es enviado a Barlovento para sofocar los alzamientos. En la Casa Grande de "La Fundación", Luisana recibe a Antonio de Céspedes, quien queda deslumbrado por su apariencia. Sin embargo, ella deja claro que no está interesada en una relación con él. Mientras tanto, Cecilio el viejo y el Licenciado tienen una discusión sobre la situación política del país. El Licenciado defiende los movimientos populares y critica a los conservadores. Luisana escucha la conversación y se siente inspirada por las palabras del Licenciado. Decide ir al pueblo sola a caballo, lo cual causa escándalo y murmuraciones. A pesar de esto, ella sigue adelante sin importarle las críticas.

Siguiendo este capítulo, la población se escandaliza al ver a La Blanca en público y a plena luz del día. El comandante de Céspedes se pregunta qué está buscando allí. La Blanca atraviesa la ciudad y se dirige hacia la iglesia, pero al estar cerrada, se dirige a la casa parroquial. El Padre Mediavilla la recibe y ella le pide un favor: uno de los despachos de grados militares que el cura está distribuyendo entre los liberales. El cura accede y le entrega un despacho a nombre de Pedro Miguel. La Blanca explica que Pedro Miguel es su enamorado y que quiere que él le deba algo a ella al unirse a la guerra, para que no se aparte del bien. Pedro Miguel, al enterarse de esto, se siente víctima de un destino que lo lleva a enamorarse de La Blanca y decide unirse a la guerra. Sin embargo, al intentar hablar con Cecilio, se encuentra con la presencia de tropas en la hacienda y decide marcharse. En su encuentro con La Blanca, discuten sobre las charreteras y Pedro Miguel rechaza el despacho de capitán que ella le entrega. Pedro Miguel se marcha y La Blanca entrega las cuentas de la administración a Cecilio. Al día siguiente, Cecilio informa que Pedro Miguel se ha alzado con el pelotón de Antoñito y la peonada. Cecilio se queda en silencio, mientras La Blanca suspira y alza los brazos, recordando un gesto similar en el pasado.

CUARTA JORNADA

I La furia

En este capítulo, se describe la situación de guerra en Venezuela. Se menciona que, en la superficie, la lucha política es entre los liberales y los oligarcas por el poder, pero en realidad es una lucha entre la barbarie de la masa popular y la civilización representada por la clase dominante. Los liberales admiten que, de haber cambiado las circunstancias, habrían apoyado el centralismo en lugar de la federación. Sin embargo, la federación se convierte en la bandera del movimiento, que busca la destrucción de la propiedad y la venganza contra los propietarios y las clases altas. Se incendian haciendas y pueblos, se saquean y se asesina a los propietarios y sus familias. El caudillo Ezequiel Zamora se convierte en el líder de la montonera y lleva a cabo una guerra devastadora. A medida que la guerra se intensifica, la violencia se desata y la población sufre las consecuencias. En otro lugar, una mujer mestiza llamada Manuela es atacada por una facción federal y su hijo se suicida después de presenciar la violencia. En otro lugar, una madre y sus hijos son asesinados por una facción del gobierno. En otro lugar, una mujer llamada Justa y su hijo son obligados a ayudar a una facción federal a cruzar un río y luego son asesinados. Finalmente, se describe la llegada de una facción federal a Las Mayas, donde son aclamados por la población. El líder de la facción, Pedro Miguel Candelas, es descrito como un guerrillero valiente y temido. Sin embargo, la revolución está en un período de dispersión y desmoralización, y la tendencia a la disgregación se hace evidente en las filas revolucionarias.

II Vivac

En este capítulo, se describe cómo el centinela Deogracias, ferviente seguidor de las ordenanzas, se encuentra de guardia cuando ve acercarse a La Colorá, una tropera que trae mulas de bastimentos. Deogracias le recrimina por no seguir las ordenanzas correctamente, pero La Colorá responde de manera desafiante. Se revela que La Colorá se encarga de conseguir provisiones para los facciosos a través del trueque con los comerciantes. Pedro Miguel Candelas, líder de la facción, prohíbe el pillaje y se abastece a través de impuestos a los comerciantes enemigos. La Colorá llega al campamento con las mulas, pero no es recibida con alegría debido a la escasez de provisiones. Pedro Miguel y Juan Coromoto, su fiel seguidor, observan los incendios provocados por la destrucción de las haciendas de los oligarcas. Pedro Miguel reflexiona sobre la desmoralización de la tropa y la falta de un objetivo claro en la guerra. Juan Coromoto le advierte sobre la presencia del comandante Céspedes en Río Chico y la necesidad de medirse con él. Pedro Miguel se muestra decidido a enfrentarlo y a unir a todas las facciones de la región bajo su mando. Luego, Pedro Miguel se encuentra con El Mapanare, líder de otra facción, y descubre que ha casado con una mujer blanca. Pedro Miguel revela que conoce a la hermana de la esposa de El Mapanare y propone una alianza para enfrentar a los enemigos comunes.

Siguiendo este capítulo, El Mapanare propone una alianza a Pedro Miguel, quien acepta. Deciden levantar el campamento y ponerse en marcha para desbaratar una guerrilla en el camino y ganarse un parque que los federales esperan recibir. Pedro Miguel contempla la triste ruina del Padre Mediavilla, quien ha perdido la razón debido al trauma de la guerra. El Mapanare se burla de él y Pedro Miguel se da cuenta de que ha cambiado de jefe. Pedro Miguel pasa revista a sus hombres y descubre que algunos de ellos han añadido "a su mandar" al dar sus nombres. Llegan al campamento de Pedro Miguel, donde se encuentran con el Siete Cueros y el negro Escolástico. El Mapanare se da cuenta de que ha sido engañado y se siente traicionado. Pedro Miguel le explica que lo hizo para evitar que los otros jefes de facción se unieran a él. El Mapanare acepta su destino y se compromete a liderar el ataque al comandante Céspedes. La batalla comienza según lo planeado, pero el comandante Céspedes muestra una valentía imperturbable. Pedro Miguel cambia su plan y se lanza a la lucha cuerpo a cuerpo con él. La batalla termina sin un claro vencedor y los del Gobierno se retiran. El Mapanare lamenta la pérdida de sus hombres y Pedro Miguel se enfrenta a la crítica de Juan Coromoto por haberse olvidado de ellos durante la pelea. Pedro Miguel acepta la crítica en silencio.

III Pánico

En este capítulo, se describe cómo la guerra ha afectado a la plantación de "La Fundación". Las mujeres que aún permanecen allí recogen el cacao que pueden, mientras que las negras de la hacienda y los campos vecinos huyen del pánico causado por un fenómeno inquietante. Se rumorea que se acerca el fin del mundo y el terror se apodera de todos. Luisana y Cecilio Alcorta deciden no abandonar la hacienda a pesar de los constantes peligros. Cecilio, enfermo y consumido, se despide de su hermana y de Luisana. Mientras tanto, Pedro Miguel Candelas, el guerrillero, se enfrenta a sus propios conflictos internos y a la inferioridad que siente en comparación con el comandante Céspedes. La guerra ha endurecido su corazón y se ha convertido en un bandolero más. Pedro Miguel decide atacar "La Fundación" como venganza y para demostrar su poder. Sin embargo, es traicionado por su propia facción y muere en el enfrentamiento. Cecilio el viejo y Luisana logran escapar y se refugian en la costa. Deciden embarcarse en un falucho que los llevará a la isla de Margarita. Antes de partir, Cecilio el viejo regresa a tierra firme y Luisana se despide de Pedro Miguel. El falucho zarpa y Luisana se siente libre y llena de vida. Se ha convertido en la Capitana de su propio destino y está enamorada de Pedro Miguel.

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